COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Ex 19, 03-08.16-20 

1

-El Señor habla a Moisés en el monte Sinaí

El marco del relato ha provocado en buena parte la elección de esta lectura. El Señor bajó en el fuego; todo el monte Sinaí humeaba. El fuego, el humo y las llamas son signos que, con los truenos y los relámpagos, anuncian en el Antiguo Testamento la presencia del Señor. Detrás de estos signos se ocultan la grandeza de Dios y su santidad. Signos que atraen pero signos terroríficos, pues el que ve a Dios debe morir. Los pasajes del Antiguo Testamento que hablan del fuego como signo son numerosísimos (por ejemplo: Ex 3s 2; 13, 21; 40, 38 - Dt 1, 33; 4, 11-12; 4, 33; 5, 22; 9. 15 - Ne 9, 12 - Is 4, 5; 10, 17; 31, 9; 66, 15).

En el Éxodo (3, 2), Moisés ve en el monte Horeb una zarza que ardía sin consumirse. Es el signo de la presencia de Yahvéh, como la encontramos en la presente lectura. Entre el Señor y Moisés se entabla un diálogo. El Señor ha hablado ya y ha anunciado la fidelidad a la Alianza; si Israel es fiel, será un reino de sacerdotes y una nación santa. San Pedro, en su 1ª carta, repetirá estos mismos términos para aplicarlos a los bautizados.

Se comprende fácilmente la elección de este texto, y puede hacerse sin dificultad su transformación cristiana. En esta vigilia de Pentecostés distinguimos todas sus resonancias. El Espíritu de Pentecostés vino bajo el signo de lenguas de fuego, consagró a un pueblo naciente y afianzó su Alianza con ese reino de sacerdotes y nación santa que era la Iglesia naciente.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 4
SEMANA SANTA Y TIEMPO PASCUAL
SAL TERRAE SANTANDER 1981.Pág. 240-246