EL DÍA QUINCUAGÉSIMO

 

Hoy estamos al final del camino. Pentecostés, el santo 
Pentecostés, se termina el día quincuagésimo. Este, que es hoy, 
hace palpable lo que en cada uno de los días pasados ha 
ocurrido.

Hoy tiene lugar el postrer salto de gigante. Cristo, glorificado ya, 
viene a habitar en los hombres por su Espíritu Santo; viene a 
aquellos que se abren a su luz, y El los llena del calor de su vida 
divina. Y en esta luz divina que se difunde en nuestros corazones, la 
Iglesia reconoce lo que se ha verificado en ella durante esos días. 
Ocurre con nosotros lo mismo que con los neófitos de los primeros 
siglos, quienes recibían el pleno conocimiento de lo que les había 
sucedido en la noche de Pascua, a base de las instrucciones que 
se les iban dando después del Bautismo.

Cristo había prometido, refiriéndose al Paráclito: "Os lo enseñará 
todo" (Jn 14, 26), y el introito de hoy canta también del Espíritu 
Santo: "Todo lo llena y posee la ciencia de la Palabra" (Sb 1, 7), es 
decir, del Verbo. El Espíritu divino lo comprende y lo conoce todo 
por ser el soplo vital del Verbo de Dios. Es una misma cosa con el 
Verbo; así, es en nosotros un Verbo que habla; nos descubre todo 
lo que hemos podido experimentar durante el curso del año litúrgico 
y nos lo hace ver con ojos divinos, tornándolo todo transparente, lo 
natural y lo sobrenatural, lo terreno y lo celestial. Evidentemente 
que no nos lo hace ver con la luz fría y calculadora que cree que es 
capaz de entenderlo todo inteligentemente y resolverlo todo como 
una ecuación algebraica, antes bien, de un modo divino, que gusta 
y siente en sí la verdad y la adora con admiración como obra de 
Dios.

ENC/DIVINIZACION:DIVINIZACION/ENC:¿Qué ha sucedido? Dios 
se ha hecho hombre; el Dios en carne mortal ha muerto en cruz, ha 
resucitado de la muerte, ha ascendido al cielo y desde allí se ha 
difundido a los hombres bajo forma de Espíritu y vida. Ha penetrado 
en ellos de un modo que, naturalmente, somos incapaces de 
comprender, sin consumir sus almas ni extinguir su ser. Los 
hombres han pasado a ser su cuerpo; El es su espíritu, su principio 
de vida sobrenatural; viven la vida de El. He aquí cerrado ya el 
círculo: Dios se ha hecho hombre para que el hombre se convirtiera 
en Dios. Dios, amorosamente, ha cargado sobre sí los pecados y 
los ha expiado con su sangre; ha quedado en el hombre espacio 
para la vida divina y puede, por la gracia, participar de la naturaleza 
de Dios, convertirse en hijo de Dios.

Toda la obra de la redención se ha hecho realidad en los santos 
misterios, en la celebración de la santa misa desde el primer 
domingo de Adviento. En Pentecostés se pone el punto final: la 
comunicación de la vida divina de Cristo a sus redimidos, la nueva 
creación, la generación de la nueva raza. Esto comenzó con la 
resurrección, cuando el Señor glorificado se apareció a sus 
discípulos, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo" 
(Jn 20, 22). ·León-MAGNO-SAN el Grande dice: "Estos días no 
transcurrieron ociosos... Se descubrieron grandes misterios... En 
esos días -que siguieron a la resurrección- se derramó sobre los 
apóstoles el Espíritu Santo mediante el aliento del Señor" (S. León 
el Grande, Sermón 71, 1-2).

El día quincuagésimo hizo visible a los ojos de todos la obra y la 
transfiguración operada por Cristo en sus discípulos. Un viento 
violento que procede de un cielo radiante de luz, luego la llama y el 
fuego sobre los discípulos... Aquellos hombres que antes se sentían 
tan pusilánimes, avanzan hacia sus enemigos; ellos, que no eran en 
absoluto letrados, hablan lenguas extrañas y refieren las cosas del 
cielo. Se presentan como quienes tienen todo derecho, como 
mensajeros de un poder supremo. Es que Dios ha penetrado en el 
hombre y usa de él para manifestarse. (...) 

EMILIANA LÖHR
EL AÑO DEL SEÑOR
EL MISTERIO DE CRISTO EN EL AÑO LITURGICO II EDIC.GUADARRAMA MADRID 1962.Pág. 197 ss.