LA FIESTA


1. NOTA PREVIA

Este domingo está plenamente en la órbita de las celebraciones de Navidad-Epifania. Lo que ante todo debe aún subrayarse es la manifestación de JC. Y esta manifestación adulta de JC puede compensar la presentación predominantemente centrada en la infancia (las fiestas de Navidad-Epifania hablan de la infancia de JC y son también fiestas en las cuales nuestros niños ocupan un primer lugar). La predicación hoy, complemento del ciclo navideño y pocos días después de la Epifanía, debería ser una seria presentación del hecho de que la misión de JC y nuestro seguirle, no son sólo "cosas de niños" sino una tarea -una lucha- plenamente adultas, plenamente conscientes y responsables.

TRASFONDO BÍBLICO: Los tres ciclos dominicales repiten hoy las dos primeras lecturas y varían el evangelio. Las dos primeras lecturas indican que no se trata fundamentalmente de celebrar el bautismo de J. (y menos el nuestro) sino de la manifestación de Dios que autentica la persona y la misión de JC. Todo lo que el pueblo de Dios esperaba (1.lectura) y todo lo que J. hizo y la Iglesia cree y anuncia (2. lectura) está incluido en la proclamación del Jordán: J. es el hombre lleno del Espíritu de Dios que podrá manifestar y comunicar al Padre, al Dios del amor (ya que él es el Hijo, el amado, "en quien he puesto mi amor "=" el que es el predilecto").

La escena del bautismo nos es presentada por Lc con evidente intención del paralelismo con la que él mismo describirá como acontecimiento inicial de la Iglesia (Pentecostés). De ahí que Lc atribuya a Juan la profecía de que "el os bautizará con Espíritu Santo y fuego". Se trata, por tanto, de subrayar el inicio de la misión profética de JC, que después continuará en la Iglesia de sus discípulos.

Es preciso tener también en cuenta la importancia que la primera comunidad cristiana daba a este hecho del bautismo de J. como inicio de la realización eficaz de su misión (véase la 2. lectura: el resumen característico de la predicación de Pedro = el esquema fundamental de los sinópticos = el esquema básico de la primera predicación cristiana). 

EL BAUTISMO DE JESÚS Y NUESTRO BAUTISMO: Un peligro fácil de la predicación de hoy sería el de abandonar el tema y el hecho del bautismo de JC para dedicarse a hablar catequéticamente de nuestro bautismo. Peligro porque -como decíamos antes- se omitirá una importante complementación del ciclo Navidad-Epifanía que es a la vez introducción para los domingos de durante el año que vamos a comenzar (JC, el hombre lleno del Espíritu que nos revela el amor del Padre), y peligro también porque podría identificarse excesivamente el bautismo de Juan con el bautismo de la Iglesia. El bautismo de la Iglesia es más asimilable al hecho de Pentecostés que no al hecho del Jordán.

Con todo, ello no significa que no quepa una posibilidad de relacionar uno y otro. No tanto en sus aspectos objetivos como en los subjetivos (aunque unos y otros estén siempre vinculados). Me explico: la narración del bautismo de J. permite adivinar en este hecho una toma de conciencia del hombre Jesús de la misión que el Padre le encomienda. Toma de conciencia en la cual indudablemente influye la predicación de Juan y la espera mesiánica de los "pobres de Israel". Y que se manifestará progresivamente (Transfiguración, Pasión con la afirmación ante el Sanedrín). Como dicen los evangelios: Jesús "crece" ante Dios y ante los hombres.

También nuestro bautismo-confirmación tiene un aspecto de toma de conciencia (que no necesariamente coincide cronológicamente con el momento del sacramento: también puede crecer después) del amor gratuito de Dios, de la donación del Espíritu, que nos impulsa a realizar una misión también mesiánica de vivir y comunicar el amor de Dios, continuando el camino de JC. En el bautismo de niños realizado en la Iglesia, es ésta quien lo afirma y reconoce; puede bautizar al niño porque el don del amor de Dios no está condicionado al reconocimiento del niño, aunque el bautismo (y la confirmación, dos realidades íntimamente vinculadas, casi como dos momentos del mismo sacramento) no conseguirá su plena realidad hasta que el niño no lo asuma por la fe. Es un camino que empieza por la iniciativa de Dios, pero la actuación del hombre debe ser respuesta coherente con este amor de Dios.

ESQUEMA POSIBLE: 1) Debería comenzarse subrayando la vinculación de esta fiesta con lo que hemos celebrado en los días de Navidad-Epifanía. Aquel niño es un hombre que viene a revelar y realizar la voluntad del Dios que nos ama. Por eso es el ungido con el Espíritu de Dios. Durante todos los domingos del año escucharemos su Palabra para seguir su camino. 2) Porque su camino sigue en nosotros. También nosotros hemos recibido el Espíritu de Dios para manifestar y realizar el amor de Dios. Es lo que significó nuestro bautismo-confirmación. ¿Cómo seguimos este camino? ¿Cómo lo vivimos? 3) La primera y segunda lectura ofrecen amplias posibilidades de concretar qué significa continuar el camino de JC. Se nos habla de "traer el derecho a la naciones", de liberación de los oprimidos (últimos versículos de la 1. lectura), sin quebrar la caña cascada ni apagar el pábilo vacilante. Y Pedro nos define la tarea de JC como un pasar "haciendo el bien" y liberando "a los oprimidos" por cualquier mal. Nótese también cómo (y es una nueva conexión con la fiesta de Epifanía) ambas lecturas acentúan el carácter universal, abierto a todos, de la manifestación de Dios en JC (y, por tanto, en la Iglesia).

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1977, 1


2. FIESTA DE TRANSICiÓN

La fiesta del Bautismo del Señor es una fiesta que comporta una cierta complejidad tanto en su sentido como en su comprensión, y a la vez una gran riqueza de contenidos que la hacen atractiva y sugerente.

Por un lado, es éste un domingo de transición: el Bautismo del Señor cierra el ciclo de Navidad e inaugura a la vez la primera semana del tiempo ordinario. Con la escena del bautismo culmina la manifestación de Jesús como Hijo de Dios que hemos celebrado a lo largo de toda la Navidad, pero a la vez se nos presenta a un Jesús ya adulto, dispuesto a iniciar su ministerio público. Esto comportará, sin duda, alguna dificultad en la ambientación, la cual, aunque continúe siendo navideña, tendrá que eliminar el protagonismo del niño Jesús en el pesebre.

Por otro lado, el bautismo de Jesús tiene un contenido y un sentido propio que lo diferencian del sentido y significado del bautismo cristiano. Pero también es cierto que este bautismo de Jesús de alguna manera prefigura, e inevitablemente evoca, nuestro bautismo, y será oportuno recoger también esta referencia.

- OTRA TEOFANÍA 

El bautismo de Jesús es una escena epifánica, que certifica una vez más la divinidad de Jesús. En este sentido el bautismo culmina el ciclo navideño: si la Navidad es la manifestación de Cristo en el ámbito humilde de Belén, y la Epifanía es la manifestación universal, a todos los pueblos, el Bautismo es la manifestación absoluta, en plenitud, de la divinidad de Cristo. De hecho, podríamos afirmar que, propiamente, el Bautismo es un eco o continuación de la fiesta de Epifanía, ya que completa su sentido con otra escena de tipo epifánico o teofánico.

El núcleo de la liturgia de hoy es el texto del evangelio que nos muestra a Jesús en el momento de ser bautizado por Juan en el Jordán, y es ungido por el Espíritu Santo y proclamado Hijo de Dios por la voz del Padre desde el cielo. Sin duda, esta escena está muy elaborada, presenta un gran contenido teológico, y concretamente trinitario: el Padre revela que Jesús es su Hijo y lo unge con el don del Espíritu. A partir de aquí, Jesús ya puede empezar a llevar a término la misión encomendada por el Padre en medio de los hombres.

Los textos eucológicos insisten en este carácter teofánico de la escena del bautismo: en el bautismo de Cristo, en el Jordán, quisiste revelar solemnemente que él era tu Hijo amado envinndole tu Espíritu Santo (colecta); en este día manifestaste a tu Hijo predilecto (ofrendas); hiciste descender tu voz desde el cielo, para que el mundo creyese que tu Palabra habitaba entre nosotros; y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús, para que los hombres reconociesen en él al Mesías, enviado a anunciar la salvación a los pobres (prefacio)

- EL BAUTISMO DE JESUS Y NUESTRO BAUTISMO 

Como decíamos antes, el sentido del bautismo que Jesús recibe es distinto al del bautismo cristiano. El mismo Juan dice en el evangelio: Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espiritu Santo. El bautismo de Juan era un bautismo de conversión, una expresión del deseo de convertirse. El hecho de que Jesús se ponga en la cola de los pecadores es un signo más de la encarnación de Dios entre los hombres: él, que no necesitaba puruficación ninguna, se identifica con todos aquellos que quieren convertirse. Pero el bautismo, en sí mismo, tan sólo tiene este valor simbólico. Lo importante de la escena es la teofanía que se produce en el marco del bautismo de Jesús. En cambio, nuestro bautismo es un sacramento real, que nos hace hijos de Dios y, por la fuerza del Espíritu Santo, nos incorpora a Crsito muerto y resucitado.

A pesar de estas diferencias, no hay duda de que hay resonancias de nuestro bautismo en toda la liturgia de hoy. Si tomamos las lecturas propias del ciclo B, en la 1. lectura tenemos un texto de Isaías que, con la clave del agua, nos anuncia los planes de Dios: Oíd, sedientos todos, acudid por agua ...venid a mí: escuchadme y viviréis. Con la misma imagen del agua, insiste el salmo en la salvación que Dios nos ofrece: Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación. Y en la 2. lectura, de la primera carta de san Juan, se nos explica cómo todos nosotros hemos nacido de Dios por la fe en el hijo.

De alguna manera, pues, el bautismo de Jesús prefigura el nuestro, en el sentido de que, así como en aquel momento el Padre certificó la filiación divina de Jesús ungiéndolo con el Espíritu antes de iniciar su misión, también nosotros en el bautismo somos consagrados hijos de Dios en Jesucristo por el Espíritu Santo. Tal como afirma el prefacio: en el bautismo de Cristo en el Jordán has realizado signos prodigiosos, para manifestar el misterio del nuevo bautismo. También en la oración colecta pedimos: concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia. Y en la poscomunión: que escuchemos con fe la palabra de tu Hijo para que podamos llamarnos, y ser en verdad, hijos tuyos.

Así, pues, hoy es un día apropiado para rememorar nuestro bautismo, para agradecerlo a Dios y también para renovar nuestro compromiso bautismal. Con uno u otro signo (el cirio pascual, la aspersión, los bautizos durante la misa, el credo dialogado) hoy hemos de expresar que la Iglesia, pueblo de bautizados, renueva su adhesión a Cristo.

XAVIER AYMERICH
MISA DOMINICAL 2000, 1, 41-42


3.

FIESTA QUE CIERRA EL CICLO DE NAVIDAD 

La fiesta del Bautismo del Señor enlaza con la Epifanía por su condición de celebración de la primera manifestación pública de Jesús, al comienzo de su ministerio. Hemos pasado, en la celebración de los misterios, de la infancia a la edad adulta de Jesús.

La antífona de entrada (Mt 3,16-17) expresa bien el contenido celebrativo de esta solemnidad: "Apenas se bautizó el Señor, se abrió el cielo, y el Espíritu se posó sobre él. Y se oyó la voz del Padre que decía: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto".

Hay varios signos epifánicos: el abrirse el cielo, cerrado para la humanidad por su pecado, el posarse sobre Jesús el Espíritu en un gesto que recuerda la primera creación, ungiéndole como Mesías, y la voz del Padre manifestando que aquel hombre, aparentemente pecador, es su Hijo predilecto (prefacio). Esto mismo expresa la oración colecta: "Dios todopoderoso y eterno, que en el Bautismo de Cristo, en el Jordán, quisiste revelar solemnemente que él era tu Hijo amado enviándole tu Espíritu Santo"... El Bautismo de Jesús es la revelación solemne, la epifanía esplendorosa de quién es aquel que forcejea para que Juan le bautice.

Con esta fiesta se cierra el ciclo navideño de las manifestaciones de Dios en la carne, para dar paso al tiempo ordinario.

EL MISTERIO DEL NUEVO BAUTISMO

Jesús se acerca al Jordán para someterse al Bautismo de penitencia, al que Juan invitaba como preparación para recibir el Reino de Dios. Pero en el Bautismo de Jesús tienen lugar "signos prodigiosos" (prefacio). Esos signos se ordenan a "manifestar el misterio del nuevo Bautismo" (prefacio), del Bautismo en el agua y el Espíritu Santo, que trae Jesús. Por él, los cristianos sepultados en Cristo, renacen a él por una vida nueva. Por él quedan libres de todo pecado y se convierten en hijos de adopción; por él, incorporados a Cristo, entran a formar parte de un pueblo sacerdotal que proclama en el mundo las maravillas de Dios.

BAU/QUÉ-ES: Es éste un buen día para presentar a los fieles toda la profundidad del Bautismo cristiano como: el primer sacramento de la nueva Ley, sacramento de la fe, nacimiento a la vida de Dios, sacramento pascual (Ritual del Bautismo de niños 3-6; Catecismo 535-537).

El Bautismo es el fundamento de la llamada a la santidad, el fundamento del deber y derecho a vivir el culto "en espíritu y en verdad". Es el primera peldaño del proceso de iniciación cristiana, que debe crecer con el don efusivo del Espíritu (Confirmación) y el sentarse por primera vez a la mesa del Señor (Eucaristía).

DEL BAUTISMO DEL JORDÁN, POR EL MISTERIO, A LA CRUZ Y RESURRECCIÓN 

Jesús en el Bautismo del Jordán asume "la realidad de nuestra carne para manifestársenos" (2a oración colecta). La asume en aparente condición pecadora, como siervo, poseído totalmente por el espíritu, en condición humilde y paciente. Su misión es promover el derecho y la justicia, siendo luz y liberando de las esclavitudes de los hombres (Is 42,1-4.6-7).

El libro de los Hechos resume la misión de Jesús poniendo en boca de Pedro la síntesis del anuncio de la fe ( 10,37-38): "Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo: porque Dios estaba con él". Lástima que el texto de la 2. lectura se corte en ese punto y no continúe la exposición del misterio pascual completo, que incluye la pasión, muerte, resurrección de la que los apóstoles son testigos (Hech 10,39-43). Con el Bautismo Jesús comienza su camino ministerial de proclamación de la Buena Nueva, que le llevará a la cruz y resurrección. Es el Espíritu Santo el que, desde el Bautismo, le irá conduciendo cual nuevo Isaac (Gen 22,1-2); desde el Jordán Jesús emprende su camino hacia el sacrificio de su vida y la glorificación.

LAS PECULIARIDADES DE LUCAS

Lucas destaca como peculiaridad de su Evangelio que "Jesús también se bautizó", añadiendo la circunstancia "en un bautismo general". Lucas destaca el detalle de solidaridad de Jesús con el pueblo entero que acudía a Juan necesitado de conversión. Lucas precisa algo que los restantes sinópticos no indican: "En aquel tiempo el pueblo estaba en expectación". Se había creado una situación especial de anhelo y de esperanza en torno a Juan. Jesús sintonizando con este "movimiento", haciéndose uno más, mostrándose como un penitente más, se acerca a Juan. Así asume la condición humana, incluso la apariencia de pecado y realiza la profecía de Isaías: "No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará" ( 1. lectura) y lo que afirma la 2a: "...pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo". Es todo un ejemplo para los bautizados, que renunciando al pecado están llamados a compartir toda la realidad humana en una solidaridad que se concreta en el amor de Dios. Así seremos imagen de Cristo que nos am6 hasta el fin y lo asumió todo, excepto el pecado.

RAMIRO GONZALEZ
MISA DOMINICAL 1995, 1


4.

Hoy celebramos la fiesta del "Bautismo del Señor". Santo Tomás de Aquino hablaba de los "misterios de la vida de Cristo": el resplandor de Dios en el hombre Jesús de Nazaret. Él será hoy el centro de nuestra celebración y de nuestra contemplación: él, bautizado en el Jordán.

2) Es una fiesta nueva, que aún no tiene tradición y pasa desapercibida por el pueblo. Para la gente, las fiestas de Navidad se han terminado. Pero litúrgicamente se prolongan hoy y el domingo próximo, en el que todavía escucharemos el testimonio de Juan y asistiremos a la "transferencia" de discípulos entre Juan y Jesús (en el Ciclo B).

3) El evangelio da el tono, porque incluye el relato del bautismo. El bautismo es, según los estudiosos, uno de los datos históricos más seguros de la vida de Jesús. Los evangelistas están interesados en subrayar que, aun siendo bautizado por él, Jesús es superior a Juan: éste es el sentido de las palabras que Mc pone en boca de éste, en las que contrapone bautizar sólo con agua y bautizar con el Esp. Sto, como ya encontramos en el segundo domingo de Adviento-B.

4) El relato del bautismo tal como figura en los evangelios no es una descripción de lo que acaeció, sino un relato teológico, que va dirigido a unos creyentes (los lectores del libro). Inaugura, con el relato de las tentaciones (cara y cruz), el ministerio público de Jesús, de la misma manera que el relato de la transfiguración (cf. segundo domingo de Cuaresma) da paso a la segunda parte de este ministerio, que desemboca en la muerte en Cruz. Este tipo de textos teológicos que toman forma narrativa ya los hemos encontrado en las fiestas de Navidad. Haríamos un pobre servicio a los fieles si presentásemos el bautismo de Jesús como una historieta maravillosa y no nos esforzáramos en poner de manifiesto su contenido.

5) ¿Quién es Jesús de Nazaret? Aquel en el cual hay comunicación entre cielo y tierra (el cielo no está "cerrado" se ha "rasgado": "¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!": Is/63/19:1er.domingo de Adviento); aquel sobre el cual baja como una paloma el Espíritu de Dios (cf. 1a.lectura); aquél "ungido por Dios con la fuerza del Esp. Sto" (2a.lectura) Este es el sentido de la teofanía del Jordán. Este es el Jesús que escuchamos cada domingo. 6) La colecta da el paso del misterio del bautismo de Jesús a nuestro bautismo: "concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Esp. Sto., perseverar siempre en tu benevolencia": por el bautismo somos incorporados sacramentalmente al misterio del bautismo de Jesús.

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1991, 1


5. J/BAU. LA EPIFANÍA EN EL BAUTISMO DEL SEÑOR ANTICIPA LA PASCUA. CR/APOSTOL ENVIADO DE XTO POR LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU. J/LIBERADOR. EL CRISTIANO-COMO XTO-RECIBE EN EL BAUTISMO UNA MISIÓN LIBERADORA.

-Orientaciones para la celebración. Terminamos con este domingo las fiestas de Navidad. En la iglesia ha de mantenerse hasta hoy la decoración navideña. La fuente bautismal ha de estar iluminada y adornada con flores, con el cirio pascual encendido. Es bueno renovar también las promesas bautismales después de la homilía, en lugar de recitar la profesión de fe con el Credo. También sería conveniente celebrar el bautismo en alguna Misa (cf. Ritual, p. 25).

-La gran manifestación. Las iglesias orientales celebran el bautismo del Señor en la fiesta de la Epifanía. La iglesia latina ha preferido en esta fiesta leer el evangelio de la adoración de los magos. Pero, ciertamente la gran Epifanía, tal como consta en los cuatro evangelios, y en la primitiva predicación de los apóstoles (cf. 2a.lect.), es el bautismo en el Jordán. Aquí tiene lugar la gran Teofanía que ya anuncia la Pascua. El Padre manifiesta, proclama, que Jesús es su Hijo, el amado; y el Espíritu desciende del cielo sobre las aguas como una paloma (PALOMA/BAU) recordando el fin del antiguo diluvio y el establecimiento de una Alianza nueva, definitiva.

Fijémonos que todo eso tendrá su plenitud en la Pascua: entonces, en la resurrección, Jesús es declarado Hijo de Dios (cf. Rom 1, 4) y se convierte en emisor del Espíritu (cf. Jn 20, 22).

La Epifanía, celebrada sobre todo en el bautismo del Señor, anticipa la Pascua. Conviene remarcar esta visión sobre todo porque ahora, según la nueva ordenación del año litúrgico, celebramos el bautismo de Cristo el domingo que cierra el ciclo de Navidad. Conviene recordar asimismo que nuestra Pascua empezó el día de nuestro bautismo, porque éste es sepultura y resurrección con Cristo.

Hay que insistir en la valoración del bautismo del Señor como misterio salvador, ya que los fieles occidentales suelen desconocerlo, pues en la liturgia latina nunca se celebraba en domingo y, por esta causa, no se predicaba.

-El Bautismo de Jesús y el nuestro. Conviene aclarar que el bautismo que recibió Jesús no es el primer sacramento de la Iglesia que nosotros hemos recibido y que celebramos. Los fieles suelen armarse un lío con todo eso. Hay que subrayar que el bautismo de Jesús en el Jordán anunció el nuevo bautismo (cf prefacio de la misa). Efectivamente por el bautismo nosotros somos incorporados a Cristo, formamos una sola cosa con Él: miembros de su Cuerpo. Sobre nosotros, pues, baja la voz del Padre: ¡Eres mi hijo! El Espíritu viene también sobre nosotros y nos pone en el corazón la nueva alianza, el amor de Dios que nos hace exclamar: ¡Abba!¡Padre! Por eso es apropiado hoy celebrar el bautismo en la misa con la comunidad reunida, y también renovar las promesas del bautismo después de la homilía con la profesión de fe bautismal. También es conveniente empezar la misa con la aspersión con el agua bendita.

-Según Pedro (2a.lect.), el inicio de la vida evangélica de Jesús, el Enviado (Apóstol) del Padre, fue el bautismo en el Jordán. Dios le consagró, le ungió con el Espíritu y Él empezó a "pasar haciendo el bien" por todas partes y liberando a los que vivían oprimidos por el Maligno.

Nuestra vida de enviados del Padre y de Cristo arranca también de la consagración bautismal, de la "unción del Espíritu". En el A.T el ungido es el elegido de Dios, el enviado, el designado para llevar a término una misión salvadora. Por el bautismo y la confirmación (que forman la unidad sacramental básica, juntamente con la eucaristía, de la vida cristiana) nos convertimos en "apóstoles", enviados. Recibimos de Cristo y con Él la misión de pasar haciendo el bien por todas partes.

No hay que olvidar que hoy especialmente, en esta eucaristía dominical, renovamos los sacramentos recibidos: bautismo y confirmación, según las palabras de Pedro en la segunda lectura, y también en el evangelio: la presencia, la unción del Espíritu en el baño bautismal.

-El Siervo de Dios, liberador. Como primera lectura leemos un fragmento del primer canto del Siervo de Yahvé. Es un RETRATO MAGNIFICO, para nosotros, los creyentes en Cristo, de LA HUMANIDAD DE JESÚS, enviado del Padre.

J/SIERVO: Una magnífica introducción, desde el A.T., al misterio de la nueva Alianza que hoy celebramos. El Siervo está totalmente poseído por Dios, quien se ha complacido en él (cf. Mt 3, 17) y le ha dado su Espíritu. El Siervo es el enviado, el ungido, el Mesías por antonomasia. Ha recibido la misión de llevar a término el designio de Yahvé: lo hace con mansedumbre, con humildad, sin gritar. "La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará". Pero permanece firme en su misión: hasta que el designio de Yahvé se haya cumplido. El Siervo-Mesías es el gran liberador: devuelve la vista a los ciegos, la libertad a los presos, saca a la luz a los que vivían en tinieblas.

"Como el Padre me ha enviado, así os envío yo a vosotros" (/Jn/20/21). Los que somos una sola cosa en Cristo por el bautismo-confirmacion- eucaristía participamos de su misión, la continuamos en el mundo. Con humildad, mansedumbre y firmeza hemos de llevar adelante NUESTRA MISIÓN LIBERADORA.

P. LLABRÉS
MISA DOMINICAL 1990, 1


6. MONICION DE ENTRADA.

La liturgia de hoy nos va a poner ante la presentación "oficial" de Jesús en público. Su aparición ante los hombres y mujeres de su época para dar comienzo a los que tradicionalmente se ha llamado su "ministerio público".

Pero, como punto de partida en esta cuestión, como es lógico y normal, lo primero será presentar al "protagonista": ¿quién es Jesús? El evangelio de hoy nos dará una respuesta clara, una respuesta de fe, a esta pregunta: es el Hijo predilecto de Dios.

¿Damos también nosotros a Jesús en nuestra vida esa predilección?; quizá en nuestras teorías y en nuestros esquemas mentales Jesús sea preferente. Pero ¿también en las obras? Ahí está la cuestión.

Comencemos nuestra celebración dispuestos a revisar nuestra postura vital práctica ante la figura de Jesús.

DABAR 1982, 10