COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 1, 57-66. 80

 

1. JBTA/POBREZA: NO CONSTRUYE NADA PARA ÉL. NI SIQUIERA UN GRUPO DE SEGUIDORES. OBRA EN FUNCIÓN DE OTRO.

La fiesta del nacimiento de san Juan Bautista ha gozado históricamente de gran popularidad. El folklore con sus hogueras y baños, la literatura con sus romances e incluso la economía (por ser el día en que se contrataban los segadores) así lo constatan. La Iglesia colocó esta celebración a seis meses exactos antes de la navidad, aplicando al ciclo litúrgico la frase "ya está de seis meses la que consideraban estéril".

Juan fue un personaje conocido en su tiempo. El historiador Flavio Josefo no se olvida de citarlo. Para la fe cristiana supone el fin del AT y el preludio del Nuevo. Es, ni más ni menos, que el precursor. Su nombre lo indica: Juan quiere decir "Dios se ha compadecido", mientras que Jesús significa "Dios salva". Sin embargo, nada de esto impide el que las actitudes fundamentales de su personalidad puedan servirnos perfectamente como esquema de reflexión.

El Bautista no fue, desde luego, un docto y religioso burgués de ideas acertadas, pero descomprometidas como quien observa la marcha del mundo desde fuera. Juan toma postura ante la situación en que vive. Lo hace con las características y matices de su particular psicología, pero no se limita a pensar o a hablar.

También el nuestro es, en cierto modo, un tiempo de crisis y de necesidad de cambio. No faltan ni en el ámbito civil ni en el religioso personas con ideas, al menos aparentemente, acertadas.

Se piensa y se escribe en las secciones fijas de los semanarios dominicales con la elegancia y el dulce encanto de la progresía, pero el compromiso no va más allá. Así la verdad pierde su carácter de denuncia y se convierte en droga para el lector y en refuerzo para el sistema. La excesiva oferta de estas "verdades" oculta y devalúa la auténtica verdad.

Juan es la antítesis de aquel Herodes que se mantuvo en el trono pese a todos los cambios políticos que tenían lugar en la dirección del imperio romano. A Maquiavelo le debía encantar tan astuto príncipe. Sin embargo, el Bautista no era una caña que se movía hacia donde soplaba el viento. No por ello era un inmovilista y, mucho menos, un conservador al estilo de los saduceos. Actuó sobre la realidad desde la fe que llevaba dentro. Estas características de su personalidad deben hacernos reflexionar hoy. En el fondo se trata de no amar sólo de palabra o por escrito, sino con obras y de verdad. Es obvio que la actuación de cada uno de nosotros vendrá coloreada por nuestra particular psicología, lo mismo que ocurrió en el caso de Juan.

Pero ello no debe suponer una excusa para un irresponsable "dejarnos llevar" por la corriente social que justifica de hecho la injusticia. No basta con ser geniales en las ideas, hay que actuar.

En este punto, interesa recordar que el término "espiritualidad" significa para el cristiano que debe ser movido por el Espíritu de Jesús. Entender esta palabra como mero intimismo, bonito y autogratificante, supone una huida del mundo que ni Juan ni Jesús de Nazaret practicaron. La escucha y obediencia al Espíritu han de hacernos capaces de discernir en nuestro mundo los valores positivos y los que, por el contrario, han de ser rechazados por muy general que sea su aceptación. No se trata por ello de ser fanáticos o intolerantes con los demás. La libertad está en la base de un mundo más humano. Mucho menos puede esto fundamentar el inmovilismo, cuando de lo que se trata es de cambiar la realidad.

Pero quizá la actitud clave que permite al Bautista actuar de esta manera es su desprendimiento. Juan no construye nada para él, ni siquiera un grupo de seguidores. Obra en función de otro. Tiene clara conciencia de ser puente y camino. Él no es el fin. Está dispuesto a desaparecer de la escena cuando su misión esté cumplida.

Este mismo talante es el adecuado para el discípulo de Jesús. No se trata de hacer prosélitos para "nuestro" club, sino actuar de forma que facilitemos a los hermanos el encuentro con el Maestro.

La Iglesia no es para sí misma. Lo importante es que, a través de su predicación, los hombres descubran al verdadero Mesías. Su objetivo, como en el pasaje de la samaritana, es facilitar que las gentes digan: "Ya no creemos por lo que tú nos has dicho, sino por lo que nosotros hemos descubierto". Conseguido esto, ya pueden cortarle la cabeza, si gustan, porque su misión estará cumplida.

Es cierto que muchas veces los que nos llamamos discípulos impedimos a otros su acceso al Maestro. Ni entramos ni dejamos entrar. Deformamos su rostro con abstractas teologías y ocultamos su estilo con un actuar más propio de fanáticos fariseos o de explotadores saduceos que de pueblo convertido. Pero él sigue hablando. ¡Señor, danos la autenticidad y el desprendimiento del Bautista!

EUCARISTÍA 1990, 29


2.

Se llamará Juan. Llamado por gracia, llevará el nombre de la gracia, "para anunciar a su pueblo la salvación". Su nombre no significará un linaje, sino un futuro inesperado. ¡Dios viene! ¡Dios se compadece! "¡Sol naciente que viene a visitarnos!". Dios no está en el pasado, sino que abre el futuro. El nacimiento no es una perpetuación de lo que era, sino la audacia de la fe en el porvenir. La gracia de Dios se renueva sin cesar. Juan será el precursor de la gracia, llamando a los hombres a superarse para ir al encuentro de la aventura. Viene nuestro Dios... Para acudir a su cita es preciso ir más lejos.

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
ADVIENTO-NAVIDAD Y SANTORAL
SAL TERRAE/SANTANDER 1989.Pág. 69


3.

A Isabel se le cumplió el tiempo y dio a luz un hijo. El alumbramiento de una mujer constituye un hecho absolutamente normal, aunque resulta gozoso para la familia. Pero este caso presenta un aspecto diferente. Los padres eran ancianos: la mujer, estéril; por eso, dentro de los límites humanos, era imposible una concepción y un nacimiento. Pero ante Dios no existen imposibles y por eso los ancianos han podido recibir el don de un niño.

En el nacimiento de Juan han intervenido dos factores: por un lado, la realidad biológica de los padres que se aman. Y al mismo tiempo, influye de una manera decisiva el poder de Dios que guía la historia de los hombres.

Sobre este fondo se entiende perfectamente la historia del nombre. Siguiendo la tradición de la familia y suponiendo que el niño les pertenece, los parientes quieren llamarle Zacarías. Los padres, sin embargo, saben que -aun siendo de ellos- el niño es en el fondo un regalo de Dios y Dios le ha destinado a realizar su obra.

"Entonces preguntaba por señas... extrañados". ¿Qué quiere decir este acontecimiento de un nombre extraño que contradice toda la tradición familiar: que cuando Dios coloca a un testigo, a un hombre ante el Mesías, como mensajero suyo, cuando Dios coloca a un hombre o a una mujer ante Jesús, el Salvador, para que se entrega a El, y lo acepte como Señor y se disponga a seguirle como discípulo, eso no es un acontecimiento más entre tantos otros; lo que suscite ese hombre, lo que le convierte en un testigo, en un discípulo, en un sacerdote, en una religiosa, en un cristiano, esto es algo que no tiene nada que ver con la familia, la tradición, el pueblo, la educación recibida.

Si este niño tiene una vocación, no es porque sea hijo de sus padres. Si ese niño es testigo, no es porque su padre o su madre hayan hecho algo especial por él. Si vosotros tenéis el deseo de ser cristianos no es porque vuestros padres os hayan educado para esto. En vuestro mismo nacimiento ha intervenido un nacimiento nuevo.

El nombre tradicional ya no vale. Tenemos un nombre nuevo. No sabemos cuál es, ya lo conoceremos cuando llegue la plena revelación de nuestro ser, de nuestra auténtica personalidad, cuando llegue la plena manifestación de nuestra condición de hijos de Dios. "Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste seremos semejantes a El". (1 Jn 3,2).

/Ap/02/17: Al vencedor le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, que nadie conoce, sino el que lo recibe".

Ef 1, 1-10. Himno de gratitud de Pablo, precisamente desde la cárcel.