COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 1. 26-38 

 

GABRIEL/PARAISO M/ESPOSA/I
1. La aparición del arcángel Gabriel da el tono a la escena de la Anunciación. Desde Daniel 8.9. Gabriel era considerado por el judaísmo como el anunciador de los últimos tiempos. Su aparición en casa de María significa, por tanto, que los últimos tiempos han sido inaugurados. El judaísmo había presentado a Gabriel con su espada de fuego como guardián del Paraíso (Gn 3. 24). Su aparición deja prever que la entrada al Paraíso estará abierta a los hombres de ahora en adelante.

La escena tiene lugar en la humilde casa de Nazaret. Lucas opone el anuncio del nacimiento de Juan Bautista, hecho en el templo de una manera solemne, a la anunciación de María, que fue hecha en el secreto del corazón de una joven pobre y en una región despreciada como era entonces Galilea (Jn 1. 46; 7.4)

Lucas parece establecer en su conjunto una oposición entre Jerusalén y María, como si María heredase las prerrogativas de Jerusalén.

El saludo del ángel: "Alégrate... porque el Señor está contigo". Esta frase ha sido pronunciada por los profetas refiriéndose a Jerusalén, para anunciarle la próxima venida del Mesías (Za 9. 9; So 3. 14). Por tanto, en las palabras del ángel hay algo más que un simple saludo, y en él podemos ver una trasposición de los privilegios reservados hasta entonces a Jerusalén, en beneficio de la Virgen María.

Como la antigua Jerusalén se mostraba incapaz de realizar las profecías de que había sido objeto (acogida de su Señor, apertura a todas las naciones). Dios va a suscitar una nueva Sión: la Virgen María, único "resto" fiel de la primera Sión.

La expresión "el Señor es contigo" encubre el misterio de la Encarnación, porque la expresión paralela de Sofonías: "el Señor está en medio de ti" (3. 14) significa literalmente "el Señor está en tus entrañas".

La expresión "llena de gracia" para el evangelista quiere decir que la Virgen es "agraciada" como se dice en el vocabulario de los esponsales. Así es Rut para Booz (Rt 2. 2; 10. 13); Ester para Asuero (Est 2. 9/15/17; 5. 2/8; 7. 3; 8. 5); toda mujer para su esposo (Pr 5. 19; 7. 5; 18. 22; Ct 8. 10). Por consiguiente, este contexto matrimonial es muy evocador. Dios busca desde hace mucho tiempo una esposa que le sea fiel. Ha repudiado a Israel, su esposa anterior (Os 1-3) pero está dispuesto a "desposarse" de nuevo. Interpelada por una expresión frecuente en las relaciones entre esposos, María comprende que Dios va a realizar con ella el misterio de los esponsales que habían sido prometidos en el A.T. Este misterio alcanzará un realismo sorprendente, ya que las dos naturalezas -la divina y la humana- se van a unir en el Hijo de María, con un lazo mucho más fuerte que el de los cuerpos y el de las almas en la unión matrimonial.

Todos estos versículos del evangelio desarrollan toda una teología bíblica del misterio de María. Ella es la mujer de los últimos tiempos, la que ha sustituido a Jerusalén para realizar las promesas de universalidad y las profecías de fecundidad. Ella las realiza por medio de un misterio que consiste en sus desposorios con Dios, poniendo así punto final al repudio contra la primera esposa. Y, al mismo tiempo, las realiza también por medio de su victoria sobre el enemigo. Por eso es llena de gracia, y no solamente por su belleza física, sino mucho más por la belleza que Dios le ha concedido y que la hace digna de ser la Madre del Hijo de Dios.

La fe de María es una fe tan grande que en ella se puede realizar el paso de la Esperanza al Cumplimiento.

Sumergida en la Historia de Israel, Ella ha sido la que ha dicho la última palabra en una religión de Espera. Ella ha llevado hasta el final la búsqueda espiritual de su pueblo. Por haberlo recorrido ella misma, sabe mejor que nadie el camino que hay que seguir para ir al encuentro de Dios.

M/ADVIENTO: María sabe el secreto del Adviento que conduce a la aceptación del Señor. Ella apresura los caminos por donde pasan los nuevos nacimientos del Verbo.


2. M/ANUNCIACION

La narración de la Anunciación da un excelente ejemplo del modo como habla el Evangelio y del modo como debe leerse. Sería equivocado buscar en él la fiel transcripción de una conversación entre María y Gabriel, o convertirlo en un estudio psicológico de María. Se trata sencillamente de una enseñanza teológica de la cual Lucas nos habla con la ayuda de un diálogo bien estructurado (es una "teología alusiva", o explicación rabínica del estilo midráshico, llenas de citas del AT, por la cual se extrae el sentido profundo de los acontecimientos dentro del contexto de la historia de la salvación). Toda esta narración reposa en definitiva sobre una experiencia religiosa de María, misteriosa pero de una riqueza inefable y de una histórica realidad.

Tras un saludo (v. 28: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo") que evoca los saludos proféticos a la "Hija de Sión", personificación misteriosa de la comunidad mesiánica (So 3. 14; Za 9. 9), la primera parte del diálogo (vv. 30-33) expone la cualidad davídica y mesiánica del niño que va a nacer, en términos que se inspiran ampliamente en 2 Sm 7. 12ss (=1.lect.IV Adviento), Is 7. 14; 9. 5s; Mi 4. 7. Tras una pregunta de María (v. 34), el diálogo llega a una declaración que marca el punto álgido (v. 35: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti... Hijo de Dios"): el Niño nacerá por una intervención directa del espíritu creador, lo que valdrá ser "Santo" y ser llamado "Hijo de Dios".

Esta página es la presentación autorizada de la experiencia incomunicable de María. Experiencia fruto de una revelación nueva en la que se dio cuenta de que en ella se realizaría de modo excepcionalmente real la antigua profecía de Is 7. 14: "tendrás un hijo y le pondrás un nombre". La comunidad primitiva, la Iglesia, recibió este misterio y lo transmitió en las narraciones catequéticas de la infancia de Jesús (Mt 1. 18-25; Lc 1. 26-38), escritas como pórtico teológico que da el sentido pleno de lo que es Jesús creído a la luz de la Pascua: de este modo se puede entender mejor todo el evangelio que sigue.

Por medio, pues, de un diálogo claramente estructurado se nos ofrece la sustancia, revistiéndola de la forma escriturística y teológica más apropiada para alimentar la fe. En definitiva, se enseña que el hijo de María será el Hijo de David heredero de la descendencia mesiánica, y que, concebido de modo excepcional, merece desde su infancia el título de Hijo de Dios (título que Lucas no pone nunca en boca de hombres: su percepción profunda es fruto de revelación: 22. 70). Filiación humana, enraizada en la historia concreta de un pueblo mesiánico y perceptible a la vista de cualquiera; filiación divina, fruto del favor extraordinario de Dios, que se realiza en la filiación humana mesiánica llevada a fondo, pero que no es perceptible ni se comprende ("¿Cómo será eso?") si no es por don del Espíritu y por el poder del Altísimo que iluminan la última realidad de aquel niño nacido de María en una actitud de radical pobreza: manifestada por la `virginidad` (vv. 34-37) y por la obediencia de esclava (v. 38) a la Palabra de Dios.

SALVADOR PIE
MISA DOMINICAL 1989, 23


3. CR/ENCARNACION.

María representa en el momento de la encarnación a los pobres de todos los lugares y tiempos, a la humanidad toda: el Hijo de Dios se hizo hombre entre los hombres y pobre entre los pobres. Ello permite examinarnos cada uno de nosotros como encarnación de Dios, como portadores del Espíritu de Jesús.

Esto, como cualquier gestación, no puede ser una realidad que aceptemos de forma meramente pasiva, sino que nos compromete a participar en su crecimiento dentro de nosotros y en la exteriorización de aquello que llevamos "en vasos de barro".

Siguiendo la idea de Pablo, requiere que nos esforcemos para que nuestros criterios sean los criterios de Jesús, nuestros deseos sean sus deseos y nuestras acciones sean prolongación de su acción. Se trata de poder decir, con verdad, que no somos nosotros quienes vivimos, sino Cristo el que vive en nosotros. Si entusiasta (ENTUSIASTA/SIGNIFICADO) significa etimológicamente "el que lleva a Dios dentro", nosotros deberíamos serlo de forma convincente para los demás. Un bonito verso dice aquello de que "Llenos de Dios vamos los hombres. Llenos de Dios y sin saberlo, como los ríos por los campos que van llenos de cielo".

María no se limita a "soportar" pasivamente la encarnación de Dios en sus entrañas, sino que, con un activo "sí", acepta la invitación divina que le da un difícil papel en favor de los demás. No se trata de un privilegio en el sentido discriminante de la palabra, una especie de "enchufe" arbitrario, sino de ofrecerse para un servicio que la humanidad necesita. En realidad, también nosotros tenemos ese privilegio de servir a nuestros hermanos desde la fe en Jesús.

EUCARISTÍA 1989, 56


4. Hubo una vez un hombre llamado Abraham. Su mujer se llamaba Sara. Ambos eran de edad muy avanzada. Un día supieron que iban a tener un hijo. Tres hombres que por allí pasaban se lo dijeron. Pero Sara se rió para sus adentros. Le parecía imposible. ¿Hay algo imposible para Dios?, replicaron los hombres. El relato íntegro lo encontrarás en Gn/18/01-15.

Hubo una vez una joven llamada María. Estaba prometida a José, pero aún no vivían juntos. Un día supo que iba a ser la Madre de Dios. Un ángel se lo dijo. En un principio a María le pareció imposible, pero aceptó que para Dios no hay nada imposible. Unos versículos más adelante, continuando un relato que no acaba con el último versículo de hoy, escuchamos lo siguiente: Dichosa tú por haber creído en el cumplimiento de lo que Dios te ha dicho. La belleza y el candor del relato de Lucas deben ayudarnos a encontrar la perspectiva del mismo.

Está formulada en línea con el relato del Génesis antes mencionado: para Dios no hay nada imposible. Pero es tal vez esta formulación la que nos plantea problemas. ¿Significa que Dios puede hacer lo que quiere? Debemos de guardarnos de confundir poderío-prepotencia con capacidad. Pongamos un ejemplo. El poder del agua respecto a la tierra radica en su capacidad para hacer que la tierra germine. Todo es, pues, posible para el agua. En cambio, respecto al cemento no tiene ya el agua el mismo poder. El cemento no es permeable al agua.

¿Podemos siquiera sospechar de lo que es capaz Dios si encuentra un terreno, es decir, un ser humano, abierto y permeable a El? Este fue María. Dejarse hacer por Dios no implica carecer de personalidad y sentido crítico. ¿Cómo sucederá esto? En la expresión "esclava del Señor" el término esclavo no refleja una situación sociológica, sino una grandiosa actitud de espíritu caracterizada por la sencillez y la apertura al Otro por antonomasia. La expresión tiene sus raíces en la mística antiguotestamentaria y pertenece a lenguaje del corazón. El relato de Lucas es un maravilloso idilio, del que poco antes ha excluido a Zacarías. Está ya esbozando el autor un rasgo característico: su predilección por los marginados (mujeres, pastores, publicanos, pecadores). "Es más indefenso el hombre de armas que es sorprendido sin su cota de malla que el insignificante hombre de paz que, por no haberla tenido nunca, tampoco siente nunca su carencia" (Ernesto Sábato). He aquí la esclava del Señor... Y el ángel la dejó.

¿Podemos siquiera sospechar lo que Dios puede cuando encuentra un ser humano sencillo y abierto a El.

A. BENITO
DABAR 1985, 2


5. Siguiendo la costumbre judía, San José no había tomado aún a su esposa en su propia casa. María, esposa de José, era virgen. Aquí se dice expresamente que San José era de la estirpe de David, detalle interesante para demostrar el cumplimiento de las profecías. En cambio no se dice en ninguna parte de los evangelios y de una manera expresa que María fuera de la estirpe de David, aunque esto se suponga repetidamente (cfr. v. 32).

"Llena de gracia" significa tanto como "llena del favor de Dios". La Inmaculada, la que nunca estuvo sujeta a la esclavitud del pecado, fue objeto de todas las complacencias divinas. Pero también fue la mujer más libre y responsable, sin condicionamientos de un mal pasado, capaz de asumir una función especialísima en la historia de nuestra salvación. Su maternidad fue efectivamente responsable, fue madre porque quiso serlo. De no ser así y de no haberlo querido así Dios, no tendría ningún sentido la embajada del ángel.

Son las palabras del ángel, y no tanto su inesperada aparición, las que sorprenden y turban a María, nos hace pensar en el Mesías deseado por todo el pueblo y soñado por todas las mujeres de Israel. En esta virgen llega a su culminación la esperanza de todos los hombres y la disponibilidad de todas las mujeres de Israel. Pero, ¿qué papel ha de desempeñar María en todo esto? ¿por qué ella es saludada como la bendita de las mujeres? La Virgen medita sobre este punto.

Ahora el ángel la anima y le dice que ha sido elegida por Dios para que en ella se cumplan todas las bendiciones y promesas de Israel. Por eso es "bendita". Las palabras del ángel están llenas de resonancias bíblicas y nos recuerdan el lenguaje frecuentemente usado al anunciar el nacimiento de un niño extraordinario (cfr. Gn. 16. 11; Jc 13, 3-5). El evangelista supo recordar especialmente las palabras de Isaías 7, 14, pues seguidamente acentuará la virginidad de María.

El niño será grande en sentido absoluto, y será llamado "Hijo del "Altísimo". Sin embargo, estos títulos deben interpretarse aquí en el sentido del A. T. y no implican de suyo el reconocimiento de la divinidad de Jesús.

No parece probable que María hubiera hecho antes un voto de virginidad, y no hay que ver en ello la razón de su pregunta: en todo el A.T. no se encuentra una valoración moral o religiosa de la virginidad por encima del matrimonio, por el contrario se ve en la fecundidad una bendición especial de Dios. Por otra parte, en el judaísmo nunca se pensó que el Mesías naciera de un modo distinto al común de los hombres y hubiera sido incomprensible que una mujer, por amor a la virginidad, renunciara a ser la madre del Mesías. Añádase que María estaba ya desposada con José. Así, pues, en tales circunstancias resulta sicológicamente imposible que María consagrara su virginidad a Dios antes de la embajada del ángel.

La pregunta de María obedece a una razón muy sencilla: se da cuenta de que Dios le pide, precisamente ahora, ser madre del Mesías, pero no comprende cómo puede ser. Ella es todavía una simple prometida y no conoce varón.

El ángel le dice cómo sucederá todo, por la fuerza del Altísimo (que es el Espíritu Santo) y sin menoscabo de su virginidad. El Espíritu de Dios "la cubrirá con su sombra" lo mismo que la "nube" o "gloria de Yahvéh" cubría el arca de la Alianza, y a semejanza del Espíritu de Dios que en principio se cernía sobre las aguas. Se trata de un símbolo de la poderosa fecundidad de Dios y de su presencia santificante.

María responde con un "sí" humilde y obediente. María se convierte en el Arca de la Nueva Alianza y en Madre del Hijo de Dios. Es comprensible que María, realizado ya este misterio, conservara su virginidad y que José guardara una respetuosa distancia ante el misterio.

EUCARISTÍA 1980, 57


6. Esta página es como una antítesis de la del Génesis. Aquí no hay un demonio que tienta, sino un ángel que anuncia y promete. No hay manzana seductora en el árbol, sino un fruto bendito en el vientre. No hay una mujer que duda y se endiosa, sino una mujer que se fía y se entrega. A la mujer de la duda y del «no», responde la mujer de la fe y del «sí». A las maldiciones, suceden las bendiciones. Al Espíritu malo, sucede el Espíritu Santo.

Por otra parte, esta página es cumplimiento de la del Génesis. Ahora sabemos quién es la mujer anunciada y la descendencia victoriosa. Se llamará Jesús, y será a la vez el Hijo de Dios y el Hijo del hombre, el nuevo Adán, el que hará posible la vuelta al paraíso.

CARITAS
FUEGO EN LA TIERRA
ADVIENTO Y NAVIDAD 1988.Pág. 44


7. Las afirmaciones teológicas de la Carta a los Efesios, aquí, en Lucas, se hacen historia. «En aquel tiempo», en un día señalado, en el día nuevo y definitivo, en el Año de gracia inacabable. Las bendiciones y promesas de Dios empiezan a cumplirse, y de modo insospechado. Es Dios mismo el que, entrando en nuestra historia, se hace bendición. Viene a buscar al hombre huido y desgraciado, viene a llenar de gracia al que está sin gracia.

Y la primera en ser colmada es una joven humilde de un pueblo insignificante. Ella es la «llena-de-gracia», como acostumbran a escribir en el Oriente. Ella es la tierra bendita, que regada por el Espíritu dará un fruto de cielo.

Aquí el ángel sustituye al demonio, la joven humilde y obediente a la vieja orgullosa y rebelde, el fruto bendito a la manzana engañosa y el Espíritu Santo al espíritu del mal. Es el principio de un nuevo paraíso.

CARITAS
UN DIOS PARA TU HERMANO
ADVIENTO Y NAVIDAD 1991.Págs. 39


8. El relato de la anunciación es la primera presentación que el evangelio de Lucas hace de quién es Jesús y su misión. Y, en esta primera presentación, destaca simultáneamente la figura de María como vehículo pasivo y activo a la vez de la venida del Hijo de Dios.

Podemos destacar, en el relato, los siguientes aspectos:

- La narración muestra desde el mismo comienzo que Dios viene a actuar en un contexto de absoluta irrelevancia y anonimato: se habla del pueblo de Nazaret y de la muchacha llamada María como de un lugar y una persona desconocidos; José, que podría tener una cierta relevancia en tanto que descendiente de David, ya se ve que le queda muy poco de aquel antiguo origen.

- El ángel saluda por dos veces a María, y en sus palabras muestra que Dios se ha acercado a ella para actuar en ella. Dios realiza con María lo que las promesas proféticas anunciaban para Israel: la llena con su presencia, la libera del temor, está definitivamente con ella. María será ahora el lugar donde Dios actuará. Por eso el ángel afirma seguidamente la acción de Dios como algo ya hecho: "Darás a luz un hijo...".

- El momento más intenso de la escena es la presentación de quién es Jesús. La acumulación de títulos sacados de los anuncios proféticos señalan el cumplimiento definitivo de todas las promesas de Dios. Dios se hará presente totalmente en aquel niño que ha de nacer.

- La objeción de María es un tanto sorprendente dado su noviazgo con José, y podría referirse a la ley que prescribía que entre el noviazgo y el matrimonio tenía que transcurrir un año. Pero no es eso lo que realmente importa aquí. Lo importante es resaltar que aquí se realiza una obra de Dios que supera totalmente los caminos humanos. Es "el Espíritu Santo", es el "la fuerza del Altísimo" quien fecunda a María y trae al mundo al que será la definitiva presencia de Dios.

- La respuesta de María ofrece la necesaria colaboración humana para la obra de Dios: ella es la esclava del Señor dispuesta a aceptar que Dios actúe en ella y a través de ella para realizar su obra. Es la respuesta de fe y confianza de los creyentes desde Abrahán; es aquella actitud que Isabel alabará en la escena de la Visitación (cf. el próximo domingo 4 de Adviento).

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 16


9. Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

El relato de la anunciación del nacimiento de Jesús es paralelo al de la anunciación de Juan Bautista. El mismo ángel que aparece en ellas teje la unidad en la discontinuidad del plan salvador de Dios. Y Lucas lo teje según un modelo veterotestamentario de anunciación de cinco colores (cf. Gn 17: Isaac; Jc 13: Sansón ): 1) la aparición del ángel Gabriel (1,26-27); 2) la reacción de turbación de María (1,29-30); 3) el mensaje que anuncia el nacimiento del hijo, el nombre del niño (1 ,31) y los rasgos que lo identifican (1,32.33.35); 4) la objeción de María: ¿Cómo será eso? (1 ,34); 5) el signo asegurador: Isabel ha concebido a Juan a pesar de su vejez (1,36-37).

María es llamada con un título (1,28) y por el nombre (1,30), como en los relatos de anunciación (cf. Gn 17,5), para ser la madre del que ya es el Hijo del Altísimo (1,32), el Hijo de Dios (1,35). Esto muestra que la intención lucana es eminentemente cristológica, aunque dé unas pinceladas sobre la figura de María (1,34.38). Precisamente porque el niño no es sólo el heredero del trono de David ( 1,32), sino el Hijo de Dios (1,35), María es virgen (1,27). Pero hoy no se debería comentar este aspecto, sino la imagen de María esclava del Señor (1,38) y llena de la gracia del Señor(1,28; notemos que la versión litúrgica sigue la de la Vulgata: gratia plena).

Era necesaria una mujer que, en nombre de toda la humanidad, permitiera que Dios se hiciera hombre. Y lo permite cuando acepta su Palabra y el cumplimiento de su promesa (cf. Gn 12, 3; 2S 7, 8-16; Lc 1, 54-55). La obediencia de María sella el inicio de la Iglesia. Además, en el sí de María, Lucas no sólo expresa la intuición cristiana de que la intervención divina en su concepción virginal de Jesús supuso para María no sólo el inicio de su asociación con el plan misterioso de Dios: es la esclava del Señor, sino que también asocia a María con los pobres de Israel: depende totalmente del apoyo de Dios.

En síntesis, Dios llena a María de su gracia porque le asigna un papel único e irrepetible: ser la madre de su Hijo único y del Mesías davídico. Por eso, María se convierte en el modelo de cómo Dios puede cambiarlo todo (cf. 1,46-53): de una humilde virgen hebrea hace una figura extraordinaria para todos los pueblos.

J. FONTBONA
MISA DOMINICAL 1995, 15


10. Literariamente este relato aparece construido según el esquema de los relatos de vocación del Antiguo Testamento; en concreto, hay paralelismos con el de la vocación de Gedeón (cf. Ju 6,11-21 en especial en los vv. 12.15 y 16). El autor nos quiere presentar la vocación de María en la linea de las de los antiguos jueces-salvadores del pueblo. No obstante, introduce unas notas de originalidad: el nacimineto del Hijo que es descrito con los títulos mesiánicos del Antiguo Testamento (Jesús, hijo del Altísimo, hijo de David, rey de Israel, fruto santo, hijo de Dios), la relación del niño con Dios por medio de la acción del Espíritu (llena de gracia, el Espíritu Santo, el poder del Altísimo). María recibe una llamada a convertirse en la madre del salvador-Mesias.

A pesar de la importancia de María en los relatos de la infancia y en el resto de los evangelios de Lucas y de Juan, José es quien entronca a Jesús con la familia de David (v. 27). El relato destaca, no obstante, que José no es el padre natural de Jesús. Según el ritual matrimonial de entonces, María está desposada con José pero no viven todavía juntos. Legalmente son marido y mujer, pero no han empezado a cohabitar. Quiere así el evangelista expresar el misterio de Jesús: verdadero hombre y verdadero Dios.

Las palabras del ángel concluyen con el mismo mensaje que recibieron Abraham y Sara, nuestros padres en la fe. "Porque para Dios nada hay imposible" (v. 37; cf. Gn 18,14). Y es que María es la madre en la fe del pueblo cristiano, como Abraham es el padre en la fe.

Nuestra perícopa es el relato de la vocación de María a ser la madre natural del Mesías y la madre en la fe del nuevo pueblo que es la comunidad de Jesús, hombre y Dios a la vez. En nuestro itinerario de Adviento María nos aparece como aquella que responde con generosidad a su vocación maternal y nos da a luz a Jesús, el vencedor del mal y del pecado de la humanidad.

J. LATORRE
MISA DOMINICAL 1999, 15, 50