COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Gn 3. 9-15. 20

1.

El c.3 del Gn se refiere a la situación creada por el pecado original, fuera del jardín de Edén. Entonces Dios interviene como un juez en el cuadro de un proceso. Interroga a los culpables, establece las responsabilidades y fija las sanciones. En consecuencia, se ve bien claro que Dios no se desentiende de su creatura y no la abandona al poder de la fuerza que la ha seducido. La fe cristiana siempre ha enseñado que, aunque el hombre sea malo, hay siempre una posibilidad para la esperanza. Es, por así decirlo, un hombre salvado.

El hombre rechaza toda responsabilidad acusando a la mujer, quien, a su vez, hace caer la maldición sobre la serpiente. Hay un juego de palabras: la serpiente, el más astuto de los animales (arûm:3.1), llega a convertirse en el más miserable (arûr). Su propia astucia se vuelve contra ella.

Este es uno de los versos que ha sido interpretado de diferentes maneras en la historia de la exégesis. Para algunos, anunciaría una lucha a muerte entre la descendencia de la mujer y la de la serpiente; este combate sin salida se inscribe dentro de las sanciones impuestas por Dios. Para otros, sin embargo, hay una salida, ya que este verso apunta a la serpiente misma y no al hombre. Por otro lado, a la luz del resto de los libros bíblicos, la tradición cristiana ha visto aquí el "protoevangelio" anunciando la victoria del Mesías, uno de cuyos elementos esenciales será el papel que juega la madre del Mesías: María. De todos modos, queda claro que, a pesar de la derrota, hay una salida para el hombre. Después de la muerte de Jesús, y con el hecho de María, la cosa ha quedado plenamente confirmada.

EUCARISTÍA 1989, 56


2. /Gn/03/10 P/MIEDO:

La primera lectura habla de la culpa que todos llevamos a nuestras espaldas.

-"Me dio miedo y me escondí".-Hoy la presencia de Dios pasa a segundo plano y decimos que somos adultos, que asumimos nuestras responsabilidades, que hemos dejado a un lado los miedos infantiles y religiosos. Quizás sí que hemos superado el miedo al demonio, pero la vida de mucha gente está llena de miedos y desequilibrios, y no parece que el gozo de vivir -transparente y puro como el agua que salta en los ríos de las montañas o que, desde los lagos refleja los picos resplandecientes de sol o blancos de nieve- sea un patrimonio compartido. La ruptura interior, con los demás, e incluso con la naturaleza, son expresiones del pecado, realidad tan vieja como la condición humana que no debemos atribuir a ningún antepasado malo.

-"La mujer..., la serpiente...".-La culpa es muy fea y nadie la quiere. Pero solamente reconociéndola -y no ignorándola- vamos a recuperar la paz y la serenidad y podremos mirar a Dios sin miedo.

-"Ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón".-La culpa, el pecado, no son la última palabra sobre la vida humana. El hombre pecador es capaz de luchar contra el pecado y, en esta lucha, aunque seamos heridos, saldremos victoriosos (el talón/la cabeza). El universo interior del cristiano no es de miedos y angustias, sino que está presidido por una mirada optimista -realísticamente optimista- sobre su vida, la vida del linaje entero, y el desenlace de ambas. Eva ha sido la madre de todos los que viven: no sólo de un linaje pecador; también de una humanidad capaz de luchar contra el pecado.

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1982, 23


3. P-O/RUPTURA 

"Después que Adán... el Señor Dios lo llamó...": El hombre (Adán), comiendo el fruto del árbol ha tomado una opción libre en la que Dios no ha intervenido; esta opción aparecerá con toda su fuerza negativa: el encuentro con Dios la manifestará como "pecado". Este encuentro nos es presentado con una narración imaginativa y antropomórfica, que tiene el carácter de un juicio con interrogatorio y sentencia: "¿Dónde estás?".

No se trata sólo de una localización, sino de una pregunta sobre su estado. El hombre se presenta dominado por el miedo. La relación hombre y Creador ha sufrido con el pecado una perturbación profunda. "¿Es que has comido del árbol...?" También se ha producido una perturbación en las relaciones en el interior de la humanidad, y entre el hombre y las realidades creadas: el hombre acusa a la mujer y la mujer a la serpiente.

-"El Señor dijo a la serpiente...": Después del interrogatorio viene el desenlace del juicio, del cual sólo leemos en esta lectura la parte de la sentencia dirigida a la serpiente. La condena intenta explicar en primer lugar, la constitución de la serpiente, arrastrándose por tierra como si comiera polvo, y también su carácter de animal maldito, del cual huyen el hombre y, también, los demás animales, un ser inquietante como el mal mismo. Por eso el paso es fácil: entre el hombre y el mal habrá un combate sin fin. Propiamente el texto indica un combate sin esperanza de solución. Pero la diferencia entre el ataque a la cabeza y el ataque al talón fue leída, ya en la literatura targúmica y sobre todo por la Iglesia antigua, como el anuncio velado de la victoria de la descendencia de la mujer. Eva, madre del linaje humano en lucha constante con el mal, es figura de la nueva Eva, madre del hombre nuevo, el Mesías, que triunfa definitivamente sobre el mal, el pecado y su consecuencia: la muerte.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1987, 22


4. P/RUPTURA-ALZ:

Contexto: -Esta lectura del Génesis forma parte del relato yavista acerca de la Creación (2, 4b-3, 26), cuyo esquema descarnado reza así: creado el hombre en una tierra desierta, es trasladado al jardín del Edén. Allí el Señor le impone un mandato; si lo cumple, vivirá feliz en el jardín... Pero el hombre rompe el pacto, y es expulsado del Edén.

-Aunque no se diga explícitamente, este esquema es un relato de Alianza. Muchas veces, Israel ha roto el pacto con su Dios; la consecuencia no se hace esperar: el mal irrumpe en la historia del pueblo elegido.

-El mal en Israel siempre se debe a una ruptura de la Alianza. Y la meditación de esta continua experiencia vivida lleva al autor sagrado a interpretar el origen del mal en este mundo bueno, creado por Dios, como un acto libre del hombre. Las buenas relaciones del hombre con Dios y con su mujer se han roto. No olvidemos nunca que ésa es una interpretación entre las muchas que se han dado a lo largo de la historia para explicar el origen del mal en nuestro mundo. El problema siempre es acuciante; miles de páginas impresas han tratado de explicarlo de alguna manera.

Texto: -A partir de 3,1, un nuevo personaje ha entrado en escena: la serpiente que trata de perturbar la idílica paz y las buenas relaciones existentes entre Dios y el hombre y la mujer. No sabemos qué es lo que podía sugerir este animal a los antiguos lectores del relato. Es verdad que la tradición cristiana ha visto en la serpiente a "Satán" (=el que tienta), pero el "Satán" que pone a prueba sólo aparece a partir de Job (libro tardío).

-Aunque no podamos conjeturar qué era lo que sugería este animal entre los antiguos, la descripción de 3, 1-7 es un relato psicológico perfecto: la astuta serpiente sabe mucho más que la mujer. La prohibición de comer de un árbol la extiende a todos los árboles del jardín, dando motivo así para que la mujer lo niegue. En el diálogo, la serpiente se muestra interesada en ayudar a la humanidad en su afán de un progreso desordenado, contrario al querer de Dios: "... se os abrirán los ojos y seréis como dioses". Sugestionada, la mujer come y hace comer a su marido.

-¿En qué consistió ese pecado primigenio? No lo sabemos. Comiendo del árbol la humanidad ha intentado ser como Dios, atribuirse prerrogativas divinas. Y el resultado es patente: el hombre tiene miedo de Dios y trata de ocultarse. La vergüenza de estar desnudos, cosa de la que no se habían enterado hasta entonces, y el miedo son los signos de su ruptura de relaciones con el Creador (pecado).

-En el interrogatorio de Dios ambos tratan de disculparse; el pecado no solidariza, sino que divide y traiciona al compañero. El intento de querer ser como Dios hace que no se pueda soportar al de al lado.

-La consecuencia es la condena, que sigue un orden inverso al interrogatorio. Las penas son las inherentes a la condición de la serpiente, del hombre y de la mujer; por ello no se debe insistir sobre ellas. Se maldice directamente a la serpiente, pero no al hombre ni a la mujer.

-El v. 15 es de difícil interpretación. En su sentido literal no se refiere a la victoria de Jesús o de la Virgen como individuos. La enemistad durará siempre entra la serpiente (sentido colectivo) y el linaje de la mujer (como colectividad). Muchos Padres han aplicado este texto a Cristo y a María.

Reflexiones: -Muchas serpientes astutas y sirenas seductoras se muestran interesadas, hoy, en ayudar a la humanidad en su afán de un progreso desordenado: guerra de las galaxias, armas atómicas y bacteriológicas... Se os abrirán los ojos y seréis los más potentes del orbe, casi como dioses. ¿Comeremos de esta propaganda y haremos comer a los demás?

-A pesar del fracaso, Dios continúa cuidando del hombre (3, 21: lo viste de pieles), respetando su libertad. En el interior humano siempre se dará una dura batalla que podrá degenerar hacia la violencia y toda serie de desmanes: muerte del hermano, aniquilamiento de la sociedad (cfr. Gn. 4, 8; 9, 20 ss; 11, 1-9), pero también podrá llevarnos a un mayor progreso cultural, técnico y religioso (Gn. 4, 2-4, 26...). Y según el mensaje del Génesis, el bien triunfará sobre el mal.

El mensaje bíblico nunca es terrorífico, sino optimista y lleno de esperanzas.

A. GIL MODREGO
DABAR 1985, 2


5.

El yahvista divide la historia de la humanidad en dos cuadros: antes del pecado y después del pecado. Antes del pecado la vida del hombre era maravillosa. Vivía feliz, desconocía el dolor y la muerte, Dios era su confidente y toda la naturaleza estaba a su disposición. Después del pecado el cuadro cambia radicalmente. Aparece el dolor, el trabajo, la muerte, el egoísmo, la división. El hombre siempre se ha preguntado por el origen del mal y ha procurado darse una respuesta. Esta lectura que es un relato religioso, de estilo poético-místico, que no quiere ser una investigación histórica sino una reflexión sobre el sufrimiento del hombre, ha llegado a esta conclusión: la fuente moral del pecado es el hombre que se ha equivocado al hacer la opción del valor fundamental de su vida.

Frente a la presencia del pecado, hay una promesa de salvación. Llegará un tiempo en el que Dios cambiará la situación y dará a la descendencia de Adán la posibilidad de recuperar la posición perdida. La humanidad se levantará contra la serpiente y uno de ellos le aplastará la cabeza. A su lado tendrá a la mujer. En la tradición bíblica al lado del hombre encontramos siempre a la mujer implicada en la obra de la salvación. El yahvista conoce la misión y la función de la mujer en esta obra de salvación. Así como la bendición de Abrahan referente a la descendencia no se realiza sin Sara, su mujer, así la mujer tendrá su función en la realización definitiva de la promesa mesiánica.

Es posible que sea este el origen de la primera idea de la participación de la mujer en el plan de salvación.

Las enemistades y la victoria hay que interpretarlas en sentido mesiánico colectivo. La descendencia no es exclusivamente el hijo de David, sino el Hijo del hombre como descendencia de la mujer.

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1986, 22


6. PECADO ORIGINAL.

La tradición yahvista topó con la cuestión del problema del mal y en Gn 3, 1-24, responde presentando una pequeña culpa que es como una piedrecita en el inicio de un alud potente acrecentado por los pecados de los descendientes que invierte todo lo que encuentra. Y lo describe en cuatro momentos: tentación, caída, juicio y consecuencias. El texto de hoy presenta el juicio y algunas de las consecuencias (se omiten los vvv. 16-19 y 21-24) El resultado y el primer efecto del pecado es que el hombre, en lugar de ser como Dios, descubre su profunda miseria: "va desnudo", es decir, se encuentra degradado. El hombre no ha conseguido lo que pensaba; huye de Dios y mezquinamente descarga sobre los demás la propia responsabilidad. Pero Dios no huye, permanece en el jardín, pasea sobre la tierra y llama a los responsables del pecado pidiéndole cuentas. El hombre busca un chivo expiatorio: "la mujer que me diste". El mal divide, rompe la armonía inicial.

Entonces inicia el juicio de condena. La serpiente es maldecida y estará siempre en guerra contra el bien y condenada a una futura derrota definitiva. Al final, la humanidad vencerá porque "le aplastará la cabeza": es el primer anuncio de salvación, el llamado protoevangelio (Gn 3,15). Lo hará realidad Cristo.

La compañera del hombre no será ya "ishshah" (hembra), sino hawwah" (madre de los vivientes). El cambio de nombre significa cambio de misión. Helo ahí: a la Eva-madre de los vivientes que lleva la muerte se contrapone una nueva Eva que lleva la vida. María lleva la vida sin pecado, la vida que no muere.

Conclusión: Dios no ha abandonado a la humanidad en esta lucha del bien contra el mal; la esperanza se inicia en Gn 3, 15.

J. FONTBONA
MISA DOMINICAL 1990, 22


7.

Cuando el Señor Dios llamó a Adán, empezó la historia de la salvación. Una leyenda de un pueblo primitivo de una isla del Pacifico cuenta que, cuando el hombre pecó, Dios se alejó definitivamente y no quiso saber más del hombre, que cayó bajo el poder del demonio. ¡Qué castigo más terrible estar tan lejos de Dios y no oir nunca su voz!

El relato del Génesis es dramático, pero nos abre a la esperanza. Que Dios nos amenace, pero que nos hable. Que Dios nos castigue, pero que no nos olvide. Que Dios nos pida cuentas, pero que no se aleje de nosotros. Si el Señor nos llama y nos busca, es señal de que nos quiere. Si el Señor nos habla, es garantía de salvación.

La palabra de Dios nos interpela, nos juzga, como a Adán, a Eva, a la serpiente; pero, sobre todo, nos purifica, nos cura, nos salva. La palabra de Dios es siempre victoriosa.

Pero la salvación tendrá su historia. Este es el primer anuncio. Vendrá el largo Adviento, las muchas pruebas, los grandes gestos, las temibles luchas; y vendrá, sobre todo, la mujer portadora de una semilla victoriosa.

CARITAS
FUEGO EN LA TIERRA
ADVIENTO Y NAVIDAD 1988.Págs. 43


8. MAL/ORIGEN

Estos lejanísimos teólogos del Génesis se preocupaban por el origen del mal y del pecado. No pueden venir de Dios. Su respuesta es más profunda que la ofrecida por los teólogos de otras religiones o filosofías, de tipo dualista. El pecado está en el hombre, pero estimulado por otras fuerzas malignas que están fuera del hombre. El pecado no fue un simple «error gastronómico», sino una ambición desmesurada, un deseo de igualarse a Dios y vivir con total autonomía. Y el pecado no fue solamente de un tal Adán y una tal Eva, que no eran nadie, sino del "hombre" y «la madre de los vivientes», que son contemporáneos de todos los tiempos. Cuando Dios interviene, el hombre toma conciencia de sus heridas, pero también por primera vez se abre a la esperanza. Un nuevo binomio humano se dibuja en la lontananza: en la lucha contra el mal una nueva mujer con su hijo saldrán victoriosos y repartirán entre todos los frutos de la victoria.

A esta fiesta de la Inmaculada le va muy bien el marco de Adviento.

CARITAS
LA MANO AMIGA DE DIOS
ADVIENTO Y NAVIDAD 1989.Págs. 29


9.

El problema del mal ha sido siempre una cruz para todo teólogo. Si no puede venir de Dios directamente, ¿no le salpica indirectamente, al permitirlo o al crear un mundo y un hombre tan imperfectos?

Efectivamente, muy imperfectos son el mundo y el hombre, pero son perfectibles. Las tesis evolucionistas lo confirman. Así, el hombre se hace protagonista de su propia realización. Dios crea al hombre creador.

El pecado original no consiste en la degradación de un ser perfecto, sino en los abusos y desvíos y retrasos de su perfectibilidad. El Génesis habla de un pecado que radica en el hombre, desconfiado, ambicioso, hedonista, y que cristaliza en fuerzas superiores al hombre, terriblemente seductor: la serpiente, la manzana, el consumo, la estructura del pecado.

Pero el gran mensaje de estos teólogos primitivos es que el mal no tiene la última palabra; que Dios, de los males, aun de los peores, sabe sacar bienes. "¡Oh feliz culpa!". Ahí está la promesa de la mujer y su descendencia victoriosa. Son las primeras pinceladas para esbozar un cuadro de María. Y el hombre (Adán) perfecto no es punto de partida, sino meta a la que estamos todos llamados en Cristo (nuevo Adan).

CARITAS
UN AMOR ASI DE GRANDE
ADVIENTO Y NAVIDAD 1990.Págs. 37


10.

¡Con qué tristeza y con qué desilusión gritaría el Señor Dios a su hijo Adán el: «¿Dónde estás?»! Lo había creado a su imagen y semejanza, lo había hecho libre y señor, le había dado poder y responsabilidad para que continuara su obra, lo había colocado en el centro de la tierra. Ahora se esconde como un conejo avergonzado. Comienza una huida hacia adelante, que ha de terminar siempre miserablemente.

«¿Dónde estás? ¿Quién eres tú? ¡Si no lo puedo creer! No te conozco en absoluto. ¿A quién te pareces ahora? ¿Eres un dios, un pobre hombre, un pobre diablo?».

Pero Dios no viene en plan de castigo, y en esto se diferencia de los falsos dioses. El no castigará al hombre, sino al mal que hay en el hombre, simbolizado en la serpiente. El mero hecho de que Dios salga en busca del hombre, ya es una promesa de salvación. Dios, buscando al hombre. Una búsqueda que se hará gloriosa y dramática en Cristo Jesús, y que no termina nunca.

Por ahora se limita a prometer que el pecado del hombre, tras dura y sangrienta lucha, será algún día definitivamente vencido. Un hijo de mujer, un nuevo Adán, nacido de nueva Eva, consumará la victoria. Desde ahora se empieza a contar el Adviento.

CARITAS
UN DIOS PARA TU HERMANO
ADVIENTO Y NAVIDAD 1991.Págs. 38


11.

La fiesta de la Inmaculada Concepción evoca en nosotros, por contraste, la ley de la manchada concepción. Por experiencia y por revelación sabemos que el hombre es concebido y nace con pecado, como quiera que esto se explique. La historia de la humanidad, tan dramáticamente convulsionada, nos convence de que algo falla en nuestras raíces.

Tratamos de explicarnos el origen del sufrimiento y del mal. Sabemos, por principio, que no puede estar en Dios, que no puede ser «un defecto de fábrica». La explicación que se nos revela es la del pecado original, aunque vertida en unos moldes culturales primitivos. Hoy se pide una formulación de este dogma que esté en consonancia con los datos de la ciencia.

Pero lo más importante del texto no es el pecado, sino la promesa. El mal será vencido, la cabeza de la serpiente será quebrantada. En la misma raza humana -uno nacido de mujer- se encontrará la medicina contra el veneno de la serpiente, pero por la gracia de Dios. Dentro de la miseria del hombre campea siempre la misericordia de Dios. El hombre podrá huir de Dios; pero Dios no se olvida nunca del hombre. Dios y el hombre están condenados a entenderse.

CARITAS
RIOS DEL CORAZON
ADVIENTO Y NAVIDAD 1992.Págs. 51


12. /Gn/03/09-20

La escena del interrogatorio y de los castigos se desarrolla en el jardín y supone que Dios y el hombre se encuentran en un mismo lugar. No se trata, probablemente, de un antropomorfismo, sino de un relato típico de historia primitiva o de los orígenes. «¿Dónde estás?» no sólo inicia la acción siguiente, sino que al mismo tiempo, traduce la preocupación divina por el hombre.

Dado que el ordenamiento jurídico israelita no conocía el interrogatorio y la investigación judicial, este modo de proceder de Dios hay que buscarlo en la punición privada, extrajudicial, de los delitos, tal como se practicaba en el antiguo derecho del clan. Si, a consecuencia de haber comido del fruto prohibido, brota entre hombre y mujer la sensación perturbadora de la propia desnudez y esta vergüenza se presenta, de modo sintomático como alteración profunda de las relaciones humanas, la vergüenza de estar desnudo delante de Dios (una aberración para el antiguo Israel) provoca el pánico que hace huir al hombre de la presencia del Creador. Y este mismo hecho es la prueba más evidente de la transgresión del precepto divino. No obstante Dios concede al hombre la oportunidad de defenderse como persona responsable que es, aunque en el uso de esta libertad trata de excusarse y llega incluso a lanzar reproches a Dios mismo («la mujer que me diste por compañera»). Queda claro que el pecado, visto humanamente, es siempre complejo. La mujer se justifica de modo parecido, sólo que ella echa la culpa a la serpiente, la cual, sin embargo, no es interrogada. ¿Por qué? El narrador prefiere dejar en el misterio cuál es el origen del mal.

Todo este interrogatorio deja traslucir el desastre general que ha producido el pecado. Seguramente, en una forma más antigua de la narración, después del interrogatorio venía, como castigo, la expulsión (es lo que se deduce de Ez 28 y de la estructura misma del relato: Dios pone al hombre en el paraíso-Dios lo hecha). Los castigos que aparecen en el texto, sin ninguna relación con la transgresión (relacionados más tarde, mediante razonamientos: «Por haber hecho eso» -v 14-, «por haber escuchado a tu mujer» -17-), atestiguan que la actual existencia de la serpiente, de la mujer y del hombre se concibe como una punición, y muestran que el texto tiene una clara finalidad etiológica. Además, estos castigos siguen el orden mismo de la transgresión: serpiente, mujer, hombre. Dado que la liturgia nos ofrece esta lectura en la fiesta del nacimiento de la Virgen María, conviene resaltar los pasajes que la tradición ha querido referir a María. En este sentido hay que citar, sobre todo, los vv 15 y 20. En el primero se ha querido ver el protoevangelio y se ha atribuido la descendencia de la mujer a una figura singular: Jesús o María. Sin embargo, es difícil que pueda ser éste el sentido literal del texto, ya que «linaje» tiene un significado colectivo, y nos encontramos, además, en un contexto de castigo y no de promesa. Tal interpretación sería válida únicamente en un sentido figurado y espiritual.

Dígase lo mismo del nombre, etimológicamente indescifrable, de Eva. Si ella fue la madre de los vivientes, mucho más lo será María (cambio de Eva en Ave), que nos ha dado la vida, ella que no conoció el pecado.

ANTONIO J. MAS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 840 s.


13.

Después del pecado, Dios viene a pedir cuentas. Hoy leemos el fragmento final de esta escena inicial de la Biblia, en el que se manifiesta tan claramente el drama de la humanidad: el hombre y la mujer deseosos de hacer todo lo que les resulte atractivo, y negándose a cualquier limitación... Pero para vivir la vida humana de forma estimable, hay que ponerse límites; de lo contrario se cometen disparates (y Dios quería mostrar estos límites). El pecado ha roto la doble relación de unión y confianza: con Dios (antes el hombre estaba desnudo ante Dios y no pasaba nada; ahora tiene miedo) y con los otros (la mujer, a quien el hombre había saludado gozosamente como "hueso de mis huesos y carne de mi carne", ahora es llamada, despectivamente y distanciadamente, "la mujer que me diste"). Es de notar también que la serpiente no es interrogada: no tiene entidad, no es más que la representaci6n de la fuerza del mal.

Ante todo esto, Dios anuncia el castigo pero también hay, en este mismo momento, el anuncio de la salvación: de la misma descendencia de la mujer surgirá la victoria sobre la serpiente: la serpiente conseguirá herir en el talón (una herida que puede curarse), pero ella será herida en la cabeza (una herida mortal). El último versículo que leemos está lleno de fuerza y de esperanza. El hombre (que no tiene nombre), pone el primer nombre humano, Eva. Y este primer nombre humano tiene un significado lleno de futuro, de fecundidad, de continuidad inacabable.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 16


14.

Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer E] capítulo tercero del Génesis aborda el problema del origen del mal en cuatro tiempos: tentación (3,1-4), caída (3,5-8), juicio (3,9-13) y consecuencias (3,14-23). Hoy, sólo leemos el juicio y algunas consecuencias de la desobediencia.

El juicio empieza cuando Dios llama al hombre y le pregunta: ¿Dónde estás? (3,9), porque ha roto la amistad y la armonía originales. El resultado y el primer efecto de la desobediencia es que el hombre, en vez de llegar a ser como Dios, descubre que ha perdido su estatuto y su dignidad: está desnudo (3,10-11), ha perdido su condición privilegiada ante Dios (conversaba con Él). El hombre no ha logrado lo que pretendía, huye de Dios y mezquinamente descarga sobre los demás la propia responsabilidad: el hombre busca un chivo expiatorio (3,12) en quien le ayuda (2,18). Dios, en cambio, no huye, se pasea por el jardín y llama a los responsables de la desobediencia y habla con ellos.

Otra de las consecuencias del juico de condena es que la serpiente es maldecida, se convierte en la enemiga de todos los humanos y es condenada a una futura derrota definitiva. La estirpe de la mujer (Cristo, nacido de mujer) vencerá el mal porque lo herirá en la cabeza. Es el primer anuncio de salvación (3,15). El segundo confirma el primero, y es cuando Dios viste con túnicas de piel al hombre y a la mujer: así anuncia que ninguno de los dos ha perdido del todo la dignidad de ser criaturas de Dios (3,21). Anuncio que no leemos hoy.

El hombre llama Eva a quien Dios le había hecho su ayuda y ella se convierte en madre de todos los que viven (3,20). A esta madre que por su desobediencia trae la muerte, hoy, se le contrapone la nueva madre de los que viven, María, que por su obediencia trae la vida que no muere.

J. FONTBONA
MISA DOMINICAL 1995, 15


15.

Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya

El cap. 3 del Génesis describe la convicción de la fe de Israel de que la condición humana es una consecuencia de una primitiva transgresión de la humanidad contra Dios. Una existencia humana marcada por la fragilidad existencial y moral, en forma de trabajo y esfuerzo contra la naturaleza, en forma de tensiones y violencias, e incluso de luchas fratricidas, abocada a la muerte.

Desde su fe en el Dios salvador del Éxodo, Israel afirma que no es éste el plan de Dios sobre la humanidad. Ha sido la misma humanidad la que ha subvertido el ideal de Dios. La fiesta de hoy, no obstante, no nos quiere retener en la contemplación del pecado, sino de la gracia, la promesa de salvación que contiene el v. 15: "Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón" (este versículo ha inspirado la imaginería mariana de los últimos siglos). La humanidad tiene la promesa de la victoria final sobre el mal que ella misma ha provocado. La serpiente como representación simbólica del mal es común a las culturas del Medio Oriente. Algunos exegetas ven en este texto una posible relectura exílica de Is 7,14 (la virgen que da a luz un niño capaz de rechazar el mal y de elegir el bien); y es, desde esta perspectiva, que el texto ha sido referido a la madre del mesías-rey, que, con ojos cristianos, es María, la madre de aquel que, con su muerte inocente y su resurrección, ha vencido el círculo vicioso del pecado, y nos ha abierto el camino de la victoria final sobre el pecado de la humanidad.

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 1999, 15, 49