COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Dt 7, 6-11

1.

El ser pueblo de Dios radica en que Dios lo consagró, lo introdujo en su esfera, lo hizo su propiedad. La razón de que Dios lo eligiera fue su amor, el cual no busca otras razones más allá de sí mismo. El pueblo en sí no las ofrecería, pues no tiene ninguna suerte de grandeza que lo haga preferible a cualquier otro pueblo. A pesar de todo, Dios hizo una promesa a sus padres y la cumplió en los hijos, librándolos de servidumbre. Los hijos de los hijos se siguen sabiendo amados y librados. Esa iniciativa gratuita de Dios es la que constituye la grandeza de este pueblo, y no principio alguno natural de grandeza.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 264


2. /Dt/07/06-14   /Dt/08/01-06

Israel tiene conciencia de ser un pueblo distinto de los demás. El Dt ilumina teológicamente esta conciencia: Yahvé ha separado a ese pueblo de los demás y ha hecho de él su propiedad personal. La palabra hebrea "segulá" designa el patrimonio privado de un rey. Israel es el patrimonio personal que Yahvé se ha escogido libremente. Para tan alta distinción, Israel no puede presentar motivos: es el más pequeño de todos los pueblos (7,7). Todo es fruto del amor que Yahvé le profesa. Este modo de presentar la alianza como un proyecto libre y amoroso de Dios proviene del profetismo del reino del Norte y es muy claro en Oseas y en Jeremías: "Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi lealtad" (Jr 31,3).

En el Dt esta perspectiva profética se convierte en clave para interpretar la historia. La experiencia de la pequeñez, de la liberación, del amor de Yahvé en el Sinaí, etc., van configurando la conciencia de Israel. La experiencia religiosa se convierte en teología.

El amor de Yahvé a su pueblo no es, sin embargo un sentimiento caprichoso o fácil: brota de una voluntad seria de entregarse al pueblo, de salvarlo y desea que Israel le responda con madurez, con un amor que supera las dificultades. El desierto fue precisamente una prueba de fidelidad «Dios te afligió haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná» (8,3). Aprendizaje de fidelidad tanto en la escasez como en la abundancia. Una prueba con una profunda finalidad educativa: «Para enseñarte que el hombre no vive sólo de pan, sino de todo lo que sale de la boca de Yahvé». El desierto fue la escuela en que Israel aprendió a valorar la palabra de Dios como luz para la vida. Comiendo el maná sintió el deseo de un alimento mejor y más necesario: a través de la experiencia del don (el maná, el agua, etc.) llegó a comprender el amor de Yahvé.

Dios puso a prueba a Israel para que el pueblo le reconociese como su salvador y maestro: "Te he educado como un padre educa a su hijo" (8,5). Cuando Jesús sea puesto a prueba (en un breve desierto de cuarenta días) vencerá con firmeza la tentación (¡siguiendo el Dt!), mostrando que ha hecho de la palabra de Yahvé su alimento y su vida.

R. VICENT
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 538 s.