COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
1 Co 10, 16-17

 

1.EU/UNIDAD

San Pablo destaca la exigencia de unidad que brota de la Eucaristía. Todos los que comulgan del cuerpo y la sangre de Cristo se hacen con él un solo cuerpo. La unidad de alimento produce también unidad entre los miembros de la comunidad, que lo asimila. De ello deriva la exigencia de unidad entre los miembros de la comunidad cristiana. La consecuencia que fluye también es la de compartir los bienes espirituales y materiales en una verdadera caridad fraterna. Las diferencias que humillan a unos hermanos, al lado de los demás, contradicen el amor a Cristo y la unidad entre los miembros de la comunidad. Por eso hoy es día de verdadera revisión comunitaria frente al mandato de la caridad, que dimana de la Eucaristía.

R. GONZALEZ
MISA DOMINICAL 1987/16


2.

Pablo hace estas afirmaciones sobre la Eucaristía en un contexto inmediato de rechazo de la idolatría, motivado a su vez por la cuestión concreta de la participación de los cristianos en las comidas de ídolos, tema que había suscitado escándalos y divisiones entre la comunidad corintia.

Como elemento que a la vez supera esas divisiones y es signo de unidad y que también se opone a toda idolatría, se habla de la Eucaristía que vincula a los cristianos entre sí por unirlos con el único Señor Jesús. Es mentira que quien come comida de ídolos se una con ellos, en cambio es verdad que quien come comida de Cristo se une con El. Y, como no puede ser menos, con los hermanos. Por tanto, si se comulga no se puede estar en división respecto a los otros.

Se presenta, pues, uno de los efectos de la Eucaristía. Pero no efecto mágico, sino más bien expresión de algo que ya debe existir en el interior de quienes participan en ella. Lo cual no implica uniformidad, sino unión en la profunda confesión de Cristo y de Dios. También la Eucaristía lleva a cabo la unidad cuando no se da, porque interpela a quienes la celebran y une con Cristo, Señor de todos. Pero aquí, como en los demás sacramentos, ha de evitarse toda concepción automática de sus efectos. Opus operatum y opus operantis, en la formulación clásica. Pero siempre de modo humano.

Las aplicaciones hoy día, con tanto peligro de ritualismo vacío, son bastante claras. Unión real y profunda expresada y realizada en la comunión del Cuerpo y Sangre del Señor.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1990/33


3.

El doble sentido que tiene todavía hoy la palabra "sacrificio' (sentido profano y sentido sagrado) nos remite a una sociedad en la que toda carne, vendida después como simple alimento en los mercados públicos, tenía que ser previamente sacrificada a los dioses. Prácticamente toda matanza de animales era a la vez un sacrificio. En este contexto sociocultural del mundo antiguo se desató una polémica sobre la licitud o no de comer de carne que hubiera sido "sacrificada". Y mientras los cristianos "fuertes" (según la denominación de Pablo) se consideraban libres de comer o no de la carne sacrificada, los llamados "débiles" se abstenían de toda carne vendida en los mercados públicos por temor a participar así en el culto pagano. La presente lectura se inscribe dentro de la contestación de Pablo a este problema planteado en la comunidad de Corinto. Pablo se inclina evidentemente en favor de la opinión de los "fuertes", y defiende también en este caso la libertad de los hijos de Dios; pero les advierte que sean considerados respecto a la opinión de los "débiles" y no hieran su sensibilidad. Además les amonesta para que no se pasen de listos y lleguen por ese camino a una participación personal de los cultos paganos. La razón es que para Pablo no hay componenda posible entre la comunión con Cristo y la Cena del Señor y la comunión con los demonios y el culto pagano. Por eso expone el sentido profundo de la Cena del Señor.

CALIZ/BENDICION Los judíos llamaban "cáliz de la acción de gracias" o "de la bendición" a la copa que, una vez bendecida dando gracias a Dios, se pasaba en la última ronda entre los comensales para concluir las comidas o banquetes rituales. Este fue precisamente el cáliz que bendijo el Señor en la ultima Cena dando gracias al Padre y que pasó después a sus discípulos para que bebieran de él. El cáliz de nuestra Acción de Gracias es el cáliz de la sangre de Cristo. Cuantos beben de ese cáliz entran en comunión con Cristo y se comprometen juntos en el único y verdadero sacrificio.

También "el pan que partimos" se refiere al pan eucarístico (la eucaristía se llamó desde el principio "fracción del pan"), en el que recibimos el cuerpo de Cristo. La expresión "cuerpo de Cristo" se refiere aquí al cuerpo de Jesús entregado por todos los hombres en la cruz, se refiere al cuerpo de Cristo que recibimos en la eucaristía. Cuantos participamos del cuerpo de Cristo nos incorporamos a Cristo y a su misión y formamos juntos un solo cuerpo, esto es, una comunidad de vida, que es la Iglesia.

EUCARISTÍA 1987/29


4. EU/CUERPO-MISTICO

FIESTA DEL CUERPO DE CRISTO SACRAMENTAL Y MÍSTICO.

Es importante comprender bien la perspectiva en que se sitúa san Pablo en su primera carta a los Corintios: estrecha relación entre el cuerpo sacramental de Cristo y su cuerpo místico, la Iglesia.

El cuerpo sacramental de Cristo es el signo de la unidad de su cuerpo místico, la Iglesia, y es, al mismo tiempo, su consumación. La celebración eucarística, que hace presente el Cuerpo del Señor, debe significar la reunión de todos los hombres en el Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo se hace presente en la Eucaristía en estado de ofrenda: "este es mi Cuerpo, que se entrega por vosotros". La caridad de los cristianos entre sí deberá traducir en la vida humana concreta, esta actitud de sacrificio y entrega del Cuerpo de Cristo.


5. CO-SO/A-H 

«El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan» (/1Co/10/16-17). Para ·Agustín-SAN, estos versículos constituían uno de los centros de su teología; sus homilías de la noche de Pascua son una exégesis de estas palabras. Comiendo del mismo pan nos transformamos en aquello que comemos. Este pan -dice el Santo en las Confesiones- es el alimento de los fuertes. Los alimentos normales son menos fuertes que el hombre, y, en último término, su finalidad es ésta: ser asimilados por el organismo de quien los come. Pero este alimento es superior al hombre, es más fuerte que él; por ello, su finalidad es diametralmente distinta: el hombre es asimilado por Cristo, se hace pan como él: «Unus panis, unum corpus sumus multi». La consecuencia es evidente: la Eucaristía no es un diálogo entre dos solamente; no es un encuentro privado entre Cristo y yo: la comunión eucarística es una transformación total de mi vida. Esta comunión dilata el yo del hombre y crea un nuevo «nosotros». La comunión con Cristo es también y necesariamente comunicación con todos los «suyos»; así, yo me convierto en parte de este pan nuevo que El crea en la transustanciación de los seres terrenos.

JOSEPH RATZINGER
EL CAMINO PASCUAL
BAC POPULAR MADRID-1990.Págs. 160 s.


6.

En mitad de una argumentación contra la participación en los sacrificios paganos, hallamos este breve fragmento, que explica el significado de la Eucaristía como ningún otro texto del NT. El cáliz de la bendición era una expresión judía para designar la cena pascual. Se refería a la tercera copa que se bebía durante la cena, la más importante, ya que era el momento en que el padre de familia pronunciaba la acción de gracias o bendición. Al decir "que nosotros bendecimos", probablemente hace alusión a las palabras de acción de gracias que pronunciamos los cristianos sobre la copa, las mismas de Jesús en la última cena.

El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo. Bebiendo este cáliz, los cristianos entran en comunión con el mismo Cristo, que ha derramado su sangre, realizando así la obra de la reconciliación.

Seguidamente Pablo pasa a hablar del pan partido (que pronto significó la Eucaristía) como comunión con el cuerpo de Cristo, estableciendo un paralelismo evidente entre cáliz y pan, sangre y cuerpo. Pero enseguida hace un giro sorprendente: ya no habla del cuerpo de Cristo sino de la comunidad. De hecho, continúa hablando del cuerpo de Cristo, como hará evidente en el capítulo 12 de la carta. Participar del mismo pan implica formar parte del mismo cuerpo, del único cuerpo de Cristo. ¿Hay que recordar que nos hallamos ante una carta dirigida a una comunidad marcada por las divisiones?

JOSEP M. GRANE
MISA DOMINICAL 1993/08

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