COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Flp 3, 8-14

1.

La oposición que hace Pablo aquí entre ventaja-desventaja, provecho-pérdida, conocida por los rabinos, no describe un enriquecimiento o empobrecimiento de la personalidad como tal, sino una ganancia o una pérdida en el juicio de Dios. Estas ganancias o ventajas, adquisiciones de "perfección" o progresos en la misma, no sólo se le han anulado al apóstol, sino que hasta han llegado a convertirse en pérdidas. Pablo no sólo se desinteresa de las ventajas judías, sino que las rechaza para sí con horror.

El pueblo de Israel fue conociendo a Dios a partir de una constante experiencia: la de ser salvado por el poder de Dios en momentos de extrema debilidad. El nuevo pueblo de Dios se ha hecho a partir de otra experiencia suprema del mismo poder: el conocimiento de la fuerza de su resurrección. CON-D/EXPERIENCIA

Cada vez que un cristiano intenta mantenerse fiel a Dios, vivir esperanzado, perdonar a sus enemigos, ahogar el mal a fuerza de bien, amar y hacer el bien a quienes no puedan devolvérselo, poner en riesgo su vida, salud, fama o bienes por amor o por la causa de la justicia, vivir en paz y alegría en medio de las dificultades, participa de la fuerza de la resurrección, resucita con Cristo (/Col/02/12).

EUCARISTÍA 1989, 12


2.

Pablo, a partir de su encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco, opera en su vida una profunda transformación y no desea otra cosa que ganar a Cristo. En comparación con el conocimiento de Cristo toda ganancia le parece pérdida y toda ventaja un inconveniente. Si antes se glorió de ser un hijo de la Ley y de su propia justicia, ahora todo esto le parece basura.

Para Pablo no hay otra justicia que la que viene de Dios como una gracia para todos los creyentes. En esta justicia está la salvación y no en las obras de la Ley. Sobre este tema ha escrito Pablo extensamente en sus dos grandes cartas, la dirigida a los romanos y la dirigida a los Gálatas. Aquí se contenta con señalar los puntos principales de su doctrina: El hombre se justifica al recibir la justicia que viene de Dios, abriéndose por la fe a esta justicia.

Pablo espera recibir, como fruto de esta justificación por la fe, un "conocimiento" de Cristo. No se trata aquí de un conocimiento meramente teórico, sino de una experiencia profunda y de una comunión de vida con el Señor resucitado, se trata de una correalización de la pascua de Jesús, es decir, del tránsito de Jesús por la muerte a la vida. Muerte y resurrección son momentos inseparables tanto en la vida de Cristo como en la de sus discípulos.CR/MU/RS No obstante ser la "justificación" una gracia de Dios, el hombre no queda reducido a una situación de mera pasividad. Pues el hecho de haber sido agraciado con la justicia que viene de Dios es el fundamento de un imperativo ético y la condición de su posible cumplimiento: Radicalmente justificados por la gracia de Dios, podemos y debemos hacer obras de justicia verdadera hasta alcanzar la plena salvación. De ahí que San Pablo haga suyo el consejo que hace a los Filipenses: "Trabajar con temor y temblor en la propia salvación" (/Flp/02/12). Pablo tiene conciencia de que aún está en camino para conseguir la meta y el ideal de todo cristiano.

El encuentro con Cristo en el camino de Damasco y el camino operado en la vida de Pablo, es ciertamente ya un premio; sobre todo es premio el haber sido elegido y tomado por el Señor para su servicio. De todo esto tiene Pablo clara conciencia y es para él como una prenda de lo que todavía confía en alcanzar.

VCR/CARRERA  CR/CORREDOR:Pero mientras tanto lo verdaderamente importante es seguir adelante en la carrera. El corredor que vuelve atrás su mirada para ver sus éxitos o fracasos no está en lo que hace; el corredor debe tener los ojos puestos en la meta; así Pablo tiene los ojos puestos en Cristo y los oídos a Dios que le llama desde lo alto. El amor de Cristo le urge y Pablo corre como un atleta.

Jesucristo, el Señor resucitado ya ha alcanzado a Pablo; por eso ahora Pablo, en respuesta al Señor, tiene que procurar dar alcance a Cristo.

EUCARISTÍA 1986, 13


3.

El tema de este fragmento es el conocimiento de Jesús. Al menos el central del mismo. Conocer a Cristo no es algo intelectual, sino existir en El. Eso significa perder la pretensión de la propia suficiencia para salvarse (la "justicia de la ley") y apoyarse únicamente en él, con lo cual se obtiene la participación en la justicia salvadora y santificadora de Dios, el auténtico conocimiento de lo que Cristo significa también para nosotros, lo cual es un don de Dios, no un fruto del esfuerzo humano.

Ese conocimiento que en buena tradición bíblica es igual a tener relación con El, se establece configurándose con su muerte (traducido por "muriendo su misma muerte"), asimilando lo que eso dice para mi propia existencia, asumiendo su significado vital. Conocer la fuerza de su resurrección es unirse con El mediante la fe; con El vivo actualmente, estableciendo una relación íntima y total con su persona. Es adherirse de todos los modos posibles humanamente, no sólo con la cabeza, a la realidad de Jesucristo muerto y resucitado.

Esa es una tarea inacabable. Primero porque estaría fuera de nuestro alcance si no se nos diera la capacidad para hacerlo, don de Dios en último término. Después porque, dada la condición humana, cambiante e histórica, nunca podemos decir que tenemos una actitud definitiva y permanente de aceptación de Cristo y su mensaje. Por último, sobre todo porque esa unión siempre puede y debe ser más íntima. Las palabras con que Pablo habla de su carrera hacia Cristo (vv. 13-14) no son de duda, sino de conciencia de que esta transformación y configuración con Cristo es tarea de todos y cada uno de los momentos de nuestra existencia, sin darnos nunca por satisfechos con lo que tenemos. Sabiendo, además, que aunque la tensión hacia ello es imprescindible, no es nunca razón suficiente para lograrla.

PABLO/SEDUCIDO: En todo el párrafo aparece un Pablo seducido totalmente por Cristo, en cuya comparación nada importa. Es uno de los momentos en que más claramente aparece la seducción que Cristo ha tenido sobre Pablo, en todos los planos de la existencia de Apóstol. Es un ejemplo de lo que debe significar Cristo para todo cristiano. No sólo para Pablo de Tarso. CR/SEDUCIDO

FEDERICO PASTOR
DABAR 1992, 22


4.

A la comunidad de Filipos, en el norte de Grecia, habían comenzado a llegar cristianos judaizantes que perturbaban la paz. Pablo entra en polémica contra los que él denomina "enemigos de la cruz". Posiblemente esgrimían títulos de apostolado para justificar su predicación. Pablo adopta una actitud apologética respecto a su propia persona. Flp 3,1-6 contiene los títulos con los que Pablo se justifica frente a sus adversarios: hebreo, circuncidado, fariseo, perseguidor de la Iglesia, irreprensible en la observancia de la Ley. El v. 7 sirve de transición: todo ello lo estima pérdida por Cristo.

Los vv. 8-14 se centran en el cambio de valores que ha supuesto su encuentro con el Resucitado. Pablo se entretiene presentando su experiencia vocacional en clave atlética. Su vocación marca una trayectoria interior de "mi justicia" a la "fe de Cristo" que le proporciona la "justicia que viene de Dios".

Comparando su vocación con una carrera: Pablo corre para alcanzar a Cristo. No sucedió una vez para siempre, sino que tiene un sentido dinámico y progresivo. Olvidándose de lo ya recorrido sigue con la mirada fija en la meta, desde donde Dios está llamando. La misma imagen la propone el apóstol a los cristianos de Corinto para exhortarles a seguir progresando, con clara tensión escatológica (cf. /1Co/09/24-26). El núcleo de toda la perícopa está en "el conocimiento del Señor". El "conocer" bíblico no es un quehacer puramente intelectual, sino relacional. Supone comunión con Cristo: con sus padecimientos, su muerte y la fuerza de su resurrección.

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 1992, 5


5. /Flp/03/01-16

Aparte de los aspectos históricamente anecdóticos -los judaizantes, apodados «los perros», «los malhechores», «la mutilación» (v 2)-, el texto de la carta a los Filipenses que leemos hoy nos va situando de manera progresiva frente a una cuestión radical sobre la comprensión cristiana de uno mismo y de su entorno. La oposición de los judaizantes ofrece la ocasión. Contra éstos, Pablo argumenta que la circuncisión que vale no es la mutilación corporal, sino que circuncidados de verdad, con la auténtica circuncisión, lo están sólo aquellos que dan culto a Dios según el Espíritu y se glorían en Cristo Jesús, sin confiar en absoluto en la carne (3).

Pablo tomó conciencia un día de la inutilidad (=pérdida) de sus seguridades «en la carne»: circuncisión, linaje hebreo puro; y en su manera personal de vivir: por la ley, fariseo, por su celo, perseguidor de la Iglesia, por la justicia irreprochable en la ley. Así lo descubrió al conocer a Cristo Jesús. Por este conocimiento y, como de rechazo, se dio cuenta de la vacuidad e inconsistencia de su vida, de una profunda incoherencia consigo mismo: «Sin embargo, todo eso que para mí era ganancia lo reputo ahora por pérdida comparado con Cristo» (7). Y fue todavía más adelante. Su mirada crítica se fue ensanchando hasta este momento, en que ya no es sólo aquellas cosas a que se aferran los judaizantes, sino «todas las cosas», lo que él estima como pérdida y basura (8). Lo que ahora le interesa no es justificarse a sí mismo, sino ganar a Cristo y encontrarse con él por su manera de vivir nueva, o sea, no buscando la garantía en el cumplimiento de la ley, sino esforzándose por vivir según la fe de Cristo.

Ahora bien, esta forma de vivir según la fe no es, de ninguna manera, la del que ha llegado a un término seguro, como quisiera la carne, que busca seguridad, sino precisamente un "hacer camino para llegar hacia allí", «ir derecho adelante, corriendo hacia la meta». La tensión del atleta, que se lanza con toda el alma a la conquista del premio y se olvida al mismo tiempo de lo que deja atrás al correr. Ha sido llamado al premio por Dios desde arriba, en Cristo Jesús. Así han de pensar los creyentes sobre su propia vida. Pueden actuar diversamente, es verdad; pero el Apóstol está también seguro de que Dios les revelará y mostrará lo mismo que él ve. El hombre creyente, a quien se le han quitado todas las garantías humanas, descubre, en su esfuerzo por vivir cristianamente, la profesión genuina y la realización de su fe.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 264 s.


6. VCR/ESFUERZO 

Conocer a Cristo, ganar a Cristo, existir en Cristo, comulgar en sus padecimientos, morir su muerte, conocer y participar la fuerza de su resurrección: esto es la vida cristiana. Hay distintos niveles y grados. ¡Pero qué profundidades se pueden conseguir en este bucear en Cristo! Pablo se propone como ejemplo: él fue alcanzado por Cristo cuando corría en otra dirección; ahora es él quien pretende alcanzar a Cristo, "corriendo hacia la meta, lanzándose hacia adelante". Como el atleta, siempre en tensión progresiva. La vida cristiana es esencialmente camino, carrera y progreso. Una exigencia atlética: liberarse de peso excesivo y cargas inútiles: todo es estorbo y "basura", en comparación con el premio.

CARITAS
PARA EL MAYOR DE LOS CAMBIOS
CUARESMA 1983.Pág. 46


7.

- "Todo lo estimo pérdida... ": El contexto de esta lectura es la fuerte crítica de Pablo a la influencia de los judaizantes. A partir de Cristo la circuncisión no significa ya ninguna ventaja para la salvación; al contrario, Pablo lo considera personalmente una desventaja; lo que cuenta es el conocimiento de Cristo.

- "..no con una justicia mía -la de la ley-... ": Pablo, como fariseo, había buscado la salvaci_n en el cumplimiento puntual de la Ley; desde "el cambio" camino de Damasco sabe que la justicia es Dios quien la da y que al hombre no le queda otra cosa que aceptarla, reconociendo que la salvación procede de Dios y no del hombre.

- "Corro hacia la meta... ": Cristo resucitado tiene el poder de dar nueva vida a los que entran por el camino de la fe. Pero la plenitud de la nueva vida es una realidad futura. La conversión a la fe no es el término, sino el principio de la carrera, que tiene como meta la participación en la gloria del resucitado.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1995, 4