COMENTARIOS AL SALMO 32

 1.

Potencia creadora y amor redentor de Cristo 

* 'Vox Ecclesiae ad Patrem'.124 Nuestra oración de hoy discurre por el cauce de esta  estrofa, por medio de la cual nos unimos a la aclamación con la que la Iglesia celebra  todos los beneficios que el Padre nos ha otorgado en la Persona adorable de nuestro  Salvador. Y para glorificar a Dios Padre tenemos por Maestro a Jesús, el cual, "asumiendo la  naturaleza humana, introdujo en este exilio terrestre aquel himno que se canta  perpetuamente en las moradas celestiales de modo que, uniéndonos a Sí, nos asocia al  canto de ese himno divino de alabanza."125 

CANTICO-NUEVO/AG: De ahí que, en esta hora matinal, "renovados por la gracia, podamos entonar  un cántico nuevo", 126 que se encarne en una vida renovada -en la vida del hombre  interior-, aquella en la que encuentra su sentido más profundo el Misterio pascual. Tal  glorificación debemos llevarla a cabo mediante un cántico nuevo, que SAN Agustín explica  de esta manera:

"Cada uno se pregunta cómo cantar a Dios. Cántale, pero hazlo bien. Si se te pide que  cantes para agradar a alguien entendido en música, no te atreverás a cantarle sin la debida  preparación, por temor a desagradarle, ya que él, como perito en la materia, descubrirá  aquellos defectos que pasarían desapercibidos para otro cualquiera. ¿Quién, pues, se  atreverá a cantar con maestría para Dios, que sabe juzgar al cantor, que sabe escuchar con  oído crítico? ... Mas he aquí que Él mismo te sugiere la manera de cómo has de cantarle:  canta con júbilo. Éste es el canto que agrada a Dios, el que se hace con júbilo. ¿Qué quiere  decir con júbilo? Darnos cuenta de que no podemos expresar con palabras lo que se siente  en el corazón. El júbilo es el sonido que indica la incapacidad de expresar lo que siente el  corazón. Y este modo de cantar es el más adecuado cuando se trata del Dios inefable.  Porque, si es inefable, no puede ser vertido en palabras. Y, si no puede ser vertido en  palabras y, por otra parte, no te es lícito callar, lo único que puedes hacer es cantar con  júbilo. De este modo, el corazón se alegra sin palabras y la inmensidad del gozo no se ve  limitada por unos vocablos. Cantadle con maestría y con júbilo." 

** Para la Iglesia, el Salterio -usando una rotunda expresión patrística -está "preñado de  Cristo";127 en el caso de este versículo, eso nos permite contemplar al Señor antes de la  Encarnación, en el origen mismo del tiempo, en su inefable acción creadora.

Comenta Tomás de Aquino que, cuando se ha cerrado el círculo de las dos procesiones  divinas 'ad intra', ya no hay lugar más que para esa otra operación 'ad extra', llamada  Creación.128 Aun siendo común de las tres Personas, toda ella hemos de atribuirla llana y  sencillamente al Verbo porque en la Esencia divina, Él es la Sabiduría personal, mediante la  cual Dios creó todo.129 La belleza del Universo no es sino un magno cántico, obra de un  músico inefable, eco externo y pálido del Verbo Creador.

Pero, de entre todas las criaturas, sobresale de un modo eminentísimo el 'summum opus  Dei', la Humanidad Santísima del Señor, la obra maestra del Espíritu Santo, donde la mirada  eterna e invisible de Dios se transparenta en la retina visible del Cristo. "¡Los ojos  deseados que tengo en mis entrañas dibujados!"130 Y mirada también de la Virgen que  dice al Dios enamorado, que viene a visitarnos, que también en la tierra se mira como se  mira en el Cielo.

*** Nosotros ya conocemos -en un sentido plenísimo- los proyectos del Corazón de  Dios, su plan eterno de salvación, que se actúa en Cristo para librarnos de la muerte y  reanimarnos en tiempo de hambre (v. 19). Ese plan de salvación se consuma en el acto  inefable de amor teándrico, que San Juan describió en un estilo casi lapidario: 'Et, inclinato  cápite, trádidit spiritum.' (E inclinando la cabeza, entregó el espíritu).131 

Todo el Misterio de Cristo se recapitula en el amor y el amor de Dios se revela en la  historia bajo un nombre: Jesucristo. A partir del 'fiat' de Nazareth, el amor que bulle en la  Trinidad se derrama sobre los hombres por medio del Corazón de Cristo, de modo que,  cuando Dios se enamora de las criaturas, lo hace a través de un corazón sublime; sublime  y, a la vez, humano.

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124 P, SALMON OSB, Les 'Tituli psalmorum des manuscrits latins, París, 1959, Serie 11 (S. Agustín de  Cantorbery), 32, p. s3: Vox Ecclesiae ...' 

125 SC, 83.

126 LITURGIA HORARUM, Himno 'lam Christe', Laud Cuar: '...et nos novi per veniam / novum canamus canti-  cum.' (F. AROCENA, Los himnos de la Liturgia de las Horas, Madrid 1992, p. 137-138). En el mismo sentido,  S. AGUSTIN, Enarrationes in psalmos. 32, 1, 7.

127 C CARDO, Emmanuel. Madrid, 1989, p. 57.

128 S. TOMAS DE AQUINO, De potentia, q. 9, a. 9.

129 Gen 1: 3 . 6 . 9. 14. 20 ....: "Y dijo Dios..." 

130 S. IUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual. 12.

131 lo 19: 30.

AROCENA-1.Págs. 57-59


2.

PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL 

* La poesía hebrea utiliza constantemente el paralelismo: los versos van siempre de dos  en dos. El segundo retoma la idea del primero. Ejemplos:

1. El Señor frustró los planes de las naciones, 2. Y aniquiló los proyectos de los  pueblos.

1. El Señor hizo los cielos con su palabra, 2. Y el universo con el soplo de su boca.

SEGUNDA LECTURA: CON JESÚS 

Jesús es el Verbo (la palabra) creador, "por quien todo ha sido hecho". (Juan 1,3).

El "ilumina y hace vivir a todo hombre" (Juan 1,4), animando cada uno de sus actos.

El "dio gracias al Padre" por su amor salvador (la cena, la Eucaristía).

El nos revela: "el Padre os ama" (Juan 16,17). La tierra está llena de su amor... Los  proyectos de su corazón subsisten de generación en generación. "¡He aquí este corazón  que tanto ha amado a los hombres!".

El Señor vela, "para preservarlos de la muerte". ¡Sólo la resurrección de Jesús realiza  plenamente este programa, este "proyecto" de su corazón de Dios! "Dichosa la nación cuyo  Dios es el Señor". Las Bienaventuranzas .

TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO 

** Es necesario personalizar este salmo, en nuestra propia vida y en nuestra propio estilo:  alabar... Creer en el poder de Dios... Creer que Dios interviene "hoy y siempre en los  acontecimientos contemporáneos..." "hacerse pobre": la "mirada de Dios" sobre nosotros es  una defensa más segura que todos los medios del poder humano.

He aquí un ejemplo de personalización... He aquí como PAUL Claudel "releía" este  salmo a su manera, vigorosa, truculenta, poética:

"Escuchad, pájaros cantores, el ímpetu que doy a mi canto: lo que llaman en música la  anacrusa. Mirad mis dedos que sin hacer ruido en los rayos del sol, pulsan el arpa entre mis  rodillas: hay diez cuerdas, ¡Atentos cuando levante la mano! Yo también canto muy suave, y  los ojos bien abiertos, llevo el compás, el oído atento a vuestra vociferación. Dios es  hombre de bien: se escucha la conciencia en todo lo que El ha hecho.

Alguien de confianza y de buenos sentimientos: que no pide otra cosa que estar bien con  el mundo. Esto es sólido, vamos, este cielo que ha fabricado con sus manos, y es El quien  está en el interior, este espíritu que hace marchar todo.

Es El quien ha juntado el mar como en un odre y que ha colocado cuidadosamente  aparte los abismos para servirse de ellos. ¡Toda la tierra, si tiene corazón, que palpite sobre  el corazón de Dios! En un abrir y cerrar de ojos todo fue hecho. Y entonces, las  combinaciones de las gentes, poco tienen que ver con él. ¡Hacéos los listos, hombres de  estado! Dios es alguien que recurre a su eternidad para pasar el tiempo. Escoge, Señor,  entre nosotros: dichosos aquellos a quienes tú has confiado la tarea de continuar tu obra. De lo alto de los cielos el Señor abre los ojos para mirar: ¿son esos los hijos de los  hombres? De lo alto de su arquitectura, esta tierra que El ha hecho, mira cómo nos las  arreglamos para habitarla. ¡Todo está unido! ¡nadie es intercambiable! Ha puesto dentro  de nosotros un corazón, para que fuera nuestro corazoncito para nosotros solos. Alguien  hace de rey, otro de gigante. Esto es gracioso. El caballo para salvaros, deberá tener más  de cuatro patas para atarlo a vuestra ruleta.

Decid solamente: espero, tú eres bueno, eso basta. ¿Eso basta para no ir al infierno y no  tener hambre? ¡Nunca más tendremos hambre! Dios es como una columna entre mis  brazos. ¡Intentad arrebatármela! Estamos felices de estar juntos: nos decimos el nombre de  pila unos a otros. Y entonces, queridos hijos, atentos y todos juntos. "Que tu amor, Señor,  esté sobre nosotros, como nuestra esperanza está en ti".

Así tradujo Claudel para él, este salmo. A nosotros toca ahora, "gritar a Dios nuestra  alabanza". 

NOEL QUESSON
50 SALMOS PARA TODOS LOS DIAS. Tomo I
PAULINAS, 2ª Edición
BOGOTA-COLOMBIA-1988.Págs. 82-95


3. LOS PLANES DE DIOS

«El Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos; pero el plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad».

Estas palabras me tranquilizan, Señor, como han de tranquilizar a todos los que se preocupan por el futuro de la humanidad. Leo los periódicos, oigo la radio, veo la televisión, y me entero de las noticias que día a día pesan sobre el mundo. «Los planes de las naciones». Todo es violencia, ambición y guerra. Naciones que quieren conquistar a naciones; hombres que traman matar a hombres. Cada nueva arma en la carrera de armamentos es testigo triste e instrumento potencial de los negros pensamientos que tienen hombres en todo el mundo, de «los planes de las naciones» para destruirse, unas a otras. Desconfianza, amenazas, chantaje, espionaje... La pesadilla internacional de la lucha por el poder en el mundo, que amenaza a la existencia misma de la humanidad.

Ante la evidencia brutal de violencia en todo el mundo, hombres de buena voluntad sienten la frustración de su impotencia, la inutilidad de sus esfuerzos, la derrota del sentido común y la desaparición de la cordura del escenario internacional. «Los planes de las naciones» traen la miseria y la destrucción a esas mismas naciones, y nada ni nadie parece poder parar esa loca carrera hacia la autodestrucción. Más aún que la preocupación por el futuro, lo que entristece hoy a los hombres que piensan es la pena y la sorpresa de ver la estupidez del hombre y su incapacidad de entender y aceptar él mismo lo que le conviene para su bien. ¿Cuándo parará esta locura?

«El Señor deshace los planes de las naciones». Esa es la garantía de esperanza que alegra el alma. Tú no permitirás, Señor, que la humanidad se destruya a sí misma. Esos «planes de las naciones», en su edición inicial, eran los planes de los reinos vecinos de Israel para destruirlo y destruirse unos a otros. Y esos planes fueron desarticulados. La humanidad sigue viva. La historia continúa. Es verdad que en esa historia continúan los planes de las naciones para destruirse unas a otras, pero también continúa la vigilancia del Señor que aleja el brazo de la destrucción de la faz de la tierra. El futuro de la humanidad está a salvo en sus manos.

Contra «los planes de las naciones» se alzan «los planes de Dios», y ése es el mayor consuelo del hombre que cree, cuando piensa y se preocupa por su propia raza. No conocemos esos planes, ni pedimos que se nos revelen, ya que nos fiamos de quien los ha hecho, y nos basta saber que esos planes existen. Siendo los planes de Dios, han de ser favorables al hombre y han de ser llevados a cabo sin falta. Esos planes protegerán a cada nación y defenderán a cada individuo de mil maneras que él no conoce ahora, pero que descubrirá un día en la alegría y la gloria de la salvación final. La victoria de Dios será, en último lugar, la victoria del hombre y la victoria de cada nación que a sus planes se acoja. Los planes de Dios son el comienzo sobre la tierra de una eternidad dichosa.

«El plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad». La historia de la humanidad en manos de su Creador.

CARLOS G. VALLÉS
BUSCO TU ROSTRO
ORAR LOS SALMOS
Paulinas Sal Terrae. Págs. 65 s. 
Santander-1989


4. JUAN PABLO II

Audiencia general del miércoles, 8 de agosto

El salmo 32, un himno a la providencia de Dios

 

1. El salmo 32, dividido en 22 versículos, tantos cuantas son las letras del alfabeto hebraico, es un canto de alabanza al Señor del universo y de la historia. Está impregnado de alegría desde sus primeras palabras:  "Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones" (vv. 1-3). Por tanto, esta aclamación (tern'ah) va acompañada de música y es expresión de una voz interior de fe y esperanza, de felicidad y confianza. El cántico es "nuevo", no sólo porque renueva la certeza en la presencia divina dentro de la creación y de las situaciones humanas, sino también porque anticipa la alabanza perfecta que se entonará el día de la salvación definitiva, cuando el reino de Dios llegue a su realización gloriosa.

San Basilio, considerando precisamente el cumplimiento final en Cristo, explica así este pasaje:  "Habitualmente se llama "nuevo" a lo insólito o a lo que acaba de nacer. Si piensas en el modo de la encarnación del Señor, admirable y superior a cualquier imaginación, cantas necesariamente un cántico nuevo e insólito. Y si repasas con la mente la regeneración y la renovación de toda la humanidad, envejecida por el pecado, y anuncias los misterios de la resurrección, también entonces cantas un cántico nuevo e insólito" (Homilía sobre el salmo 32, 2:  PG 29, 327). En resumidas cuentas, según san Basilio, la invitación del salmista, que dice:  "Cantad al Señor un cántico nuevo", para los creyentes en Cristo significa:  "Honrad a Dios, no según la costumbre antigua de la "letra", sino según la novedad del "espíritu". En efecto, quien no valora la Ley exteriormente, sino que reconoce su "espíritu", canta un "cántico nuevo"" (ib.).

2. El cuerpo central del himno está articulado en tres partes, que forman una trilogía de alabanza. En la primera (cf. vv. 6-9) se celebra la palabra creadora de Dios. La arquitectura admirable del universo, semejante a un templo cósmico, no surgió y ni se desarrolló a consecuencia de una lucha entre dioses, como sugerían ciertas cosmogonías del antiguo Oriente Próximo, sino sólo gracias a la eficacia de la palabra divina. Precisamente como enseña la primera página del Génesis:  "Dijo Dios... Y así fue" (cf. Gn 1). En efecto, el salmista repite:  "Porque él lo dijo, y existió; él lo mandó, y surgió" (Sal 32, 9).

El orante atribuye una importancia particular al control de las aguas marinas, porque en la Biblia son el signo del caos y el mal. El mundo, a pesar de sus límites, es conservado en el ser por el Creador,  que, como recuerda el libro de Job, ordena al mar detenerse en la playa:  "¡Llegarás hasta aquí, no más allá; aquí se romperá el orgullo de tus olas!" (Jb 38, 11).

3. El Señor es también el soberano de la historia humana, como se afirma en la segunda parte del salmo 32, en los versículos 10-15. Con vigorosa antítesis se oponen los proyectos de las potencias terrenas y el designio admirable que Dios está trazando en la historia. Los programas humanos, cuando quieren ser alternativos, introducen injusticia, mal y violencia, en contraposición con el proyecto divino de justicia y salvación. Y, a pesar de sus éxitos transitorios y aparentes, se reducen a simples maquinaciones, condenadas a la disolución y al fracaso.

En el libro bíblico de los Proverbios se afirma sintéticamente:  "Muchos proyectos hay en el corazón del hombre, pero  sólo  el plan de Dios se realiza" (Pr 19, 21). De modo semejante, el salmista nos recuerda que Dios, desde el cielo, su morada trascendente, sigue todos los itinerarios de la humanidad, incluso los insensatos y absurdos, e intuye todos los secretos del corazón humano.

"Dondequiera que vayas, hagas lo que hagas, tanto en las tinieblas como a la luz del día, el ojo de Dios te mira", comenta san Basilio (Homilía sobre el salmo 32, 8:  PG 29, 343). Feliz será el pueblo que, acogiendo la revelación divina, siga sus indicaciones de vida, avanzando por sus senderos en el camino de la historia. Al final sólo queda una cosa:  "El plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad" (Sal 32, 11).

4. La tercera y última parte del Salmo (vv. 16-22) vuelve a tratar, desde dos perspectivas nuevas, el tema del señorío único de Dios sobre la historia humana. Por una parte, invita ante todo a los poderosos a no engañarse confiando en la fuerza militar de los ejércitos y la caballería; por otra, a los fieles, a menudo oprimidos, hambrientos y al borde de la muerte, los exhorta a esperar en el Señor, que no permitirá que caigan en el abismo de la destrucción. Así, se revela la función también "catequística" de este salmo. Se transforma en una llamada a la fe en un Dios que no es indiferente a la arrogancia de los poderosos y se compadece de la debilidad de la humanidad, elevándola y sosteniéndola si tiene confianza, si se fía de él, y si eleva a él su súplica y su alabanza.

"La humildad de los que sirven a Dios -explica también san Basilio- muestra que esperan en su misericordia. En efecto, quien no confía en sus grandes empresas, ni espera ser justificado por sus obras, tiene como única esperanza de salvación la misericordia de Dios" (Homilía sobre el salmo 32, 10:  PG 29, 347).

5. El Salmo concluye con una antífona que es también el final del conocido himno Te Deum:  "Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti" (v. 22). La gracia divina y la esperanza humana se encuentran y se abrazan. Más aún, la fidelidad amorosa de Dios (según el valor del vocablo hebraico original usado aquí, hésed), como  un  manto, nos envuelve, calienta y protege, ofreciéndonos serenidad y proporcionando un fundamento seguro a nuestra fe y a nuestra esperanza.


5.

Confianza ilimitada en el poder conquistador de Dios: Que resuene sinfónicamente, con la aportación peculiar de cada uno de nosotros, la alabanza del Señor. Dios nos ha hablado. Cristo, que habita por la fe en nuestros corazones, es su Palabra siempre interpeladora y convocadora. Por esta Palabra Dios hizo el cielo, sujetó a la creatura inestable del agua, conduce la historia; por ella hemos adquirido nuestra identidad carismática, nos mantenemos unidos y congregados en el amor comunitario y lanzados hacia la misión.

Motivo de alabanza es la confianza ilimitada en el poder conquistador de Dios, porque su «plan subsiste por siempre y los proyectos de su corazón de edad en edad». Tenemos la certeza de que nuestro servicio a la causa del progresivo reinado de Dios tiene futuro y no es una ilusoria utopía. La certeza no nace de nuestro prestigio social, de nuestras cualidades humanas, de nuestro número o de nuestras técnicas: «No vence el rey por su gran ejército, no escapa el soldado por su mucha fuerza... ni por su gran ejército se salva». La certeza brota de la seguridad de que Dios ha puesto sus ojos en nuestra pobre humanidad, reanimándonos en nuestra escasez, alegrándonos en nuestras penas, auxiliándonos en las situaciones desesperadas: «Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.»