RIO DE JANEIRO

TÍTULO IV

AUXILIARES DEL CLERO

Capítulo I

Apostolado de los Laicos en General

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano: Desea subrayar de manera especial, el papel tan importante que corresponde a los seglares en la realización de la obra salvífica encomendada por Jesucristo a la Iglesia: colaboración apostólica que se hace sentir con mayor urgencia en las regiones de América Latina, por la escasez de sacerdotes, el elevado número de fieles a ellos encomendados, la gran extensión de las demarcaciones parroquiales, y, por último, la dificultad de penetrar en ciertos ambientes.

(Río, Conclusiones 42)

Juzga que para el mayor progreso de la colaboración del laicado católico en la acción apostólica en América Latina, es de suma importancia difundir cada vez más entre los fieles el exacto conocimiento de la posición de los seglares dentro del Cuerpo Místico de Cristo, formando la conciencia de los fieles, de modo que se persuadan prácticamente que el apostolado aun siendo misión propia del sacerdote, no es exclusiva de él, sino que también les compete a ellos, por su mismo carácter de cristianos, siempre bajo la obediencia de los Obispos y de los Párrocos y dentro de las formas y oficios que no son privativos del ministerio sacerdotal. Por tanto es necesario que tales principios sean oportunamente enseñados e inculcados desde el Seminario a los futuros sacerdotes, para que sepan aprovecharse, como conviene, de la preciosa ayuda que les puede venir de la colaboración de los laicos.

(Río, Conclusiones 43)

Desea destacar que el tiempo y trabajo dedicados a la formación de seglares competentes para que colaboren con la Jerarquía Eclesiástica, están muy útilmente empleados; y recomienda con encarecimiento, que esta formación para el apostolado se comience a dar ya en la adolescencia y se intensifique en la juventud, proponiendo a la consideración de los jóvenes la grandeza del ideal de vivir, trabajar y luchar por Jesucristo.

(Río, Conclusiones 44)

Recuerda, finalmente, que el apostolado de los laicos no debe reducirse únicamente a colaborar con el sacerdote en el campo limitado de los actos de piedad, sino que, además de un esfuerzo continuo por conservar y defender íntegramente la fe católica, debe ser un apostolado misionero de conquista para la dilatación del reino de Cristo en todos los sectores y ambientes, y particularmente allí donde no pueda llegar la acción directa del sacerdote.

(Río, Conclusiones 45)

Capítulo II

Diversas formas de Acción Católica y obras coordinadas

La Conferencia:

Expresa su profunda satisfacción al comprobar los frutos alcanzados en América Latina por las diversas organizaciones de Acción Católica, y manifiesta vivamente su deseo de que intensifiquen cada vez más su trabajo apostólico, tan necesario y al mismo tiempo tan grato al corazón del Santo Padre.

(Río, Conclusiones 46)

Reafirma, según el pensamiento de los Sumos Pontífices Pío XI y Pío XII, que la Acción Católica, como colaboración de los seglares en el apostolado jerárquico, constituye medio eficacísimo para la recristianización del pueblo y por lo tanto el cuidado de ella se ha de colocar entre los principales deberes del ministerio pastoral.

(Río, Conclusiones 47)

Recomienda encarecidamente:

a) que se procure organizar e incrementar la Acción Católica en todas las parroquias de las Diócesis latinoamericanas, según los deseos del Santo Padre Pío XII, y de acuerdo con lo que ya se ha decidido por la Jerarquía Eclesiástica;

b) que, atendida la importancia de la Acción Católica en la vida de la Iglesia, sean designados, tanto en el orden nacional como en el diocesano, algunos sacerdotes exclusivamente dedicados a ella y convenientemente preparados mediante cursos especiales y asambleas de estudio;

c) que los educadores católicos recuerden el deber que les incumbe de fundar y mantener vivos en sus establecimientos, centros de Acción Católica; preocupándose de formar en ellos buenos militantes y capacitados dirigentes del apostolado seglar;

d) que los Superiores y miembros de las órdenes y Congregaciones religiosas e Institutos seculares procuren favorecer eficazmente la organización y progreso de la Acción Católica en los diversos Países.

(Río, Conclusiones 48)

Recomienda que, en cuanto sea posible, a efectos del apostolado externo, todas las Asociaciones católicas- ya sean las que por «sus reglas, su naturaleza, su fin, sus designios y hechos» han de considerarse «pleno iure» como Acción Católica, ya sean otras adheridas o auxiliares- se coordinen parroquial, diocesana y nacionalmente con los respectivos organismos del ordenamiento príncipe, la «Acción Católica», para la unidad y la eficacia de la actividad común de apostolado, manteniendo sin embargo cada una de las asociaciones sus propias características.

(Río, Conclusiones 49)

Aprueba y alaba los esfuerzos realizados por el Secretariado Interamericano de Acción Católica; ve con agrado las «Semanas de Estudio» ya celebradas, que proporcionan la oportunidad de un trabajo coordinado; y, a la vista de los halagüeños resultados obtenidos, desea que se intensifiquen estos encuentros y se les preste el apoyo que por su utilidad e importancia merecen.

(Río, Conclusiones 50)

Capítulo III

Apostolado social y responsabilidad del cristiano en la vida cívico-política

La Conferencia:

a) recomienda de una manera peculiar a los miembros de organizaciones de Acción Católica que estudien y difundan los principios cristianos y las orientaciones pontificias sobre los problemas sociales, económicos y políticos, con el fin de ayudar eficazmente a formar la conciencia del pueblo en estos aspectos tan importantes de la doctrina de la Iglesia;

b) hace votos a fin de que la Acción Católica sepa descubrir y suscitar entre sus militantes, verdaderas vocaciones a las actividades sociales y cívicas, y estimularlas a una óptima capacitación, no sólo científica y técnica sino también práctica, para dichas tareas tan importantes para el bien común;

c) exhorta muy encarecidamente a que la Acción Católica promueva asociaciones y obras para la solución de los problemas sociales que hoy día más apremian en los Países Latinoamericanos.

(Río, Conclusiones 51)

Capítulo IV

Otros auxiliares del clero

La Conferencia, recordando los servicios prestados a la Iglesia por otras formas de auxiliares del Clero, como en particular los «doctrineros» y otros similares colaboradores a la acción del Sacerdote, recomienda que se les agrupe en organizaciones adecuadas para proporcionarles una mejor formación y una orientación más acorde con las directrices del apostolado seglar moderno, relacionándolas con la Acción Católica.

(Río, Conclusiones 52)

TÍTULO V

ORGANIZACIÓN DE LA CURA DE ALMAS

La Conferencia General del Episcopado Latino -Americano, consciente de la importancia fundamental que tiene una ordenada y efectiva organización de la cura de almas para la vida católica del pueblo y, por lo tanto, para la conservación del carácter católico de los Países Latinoamericanos:

Estima oportuno recordar como idea básica en esta materia, que la forma tradicional de la cura de almas sigue siendo insustituible y que, por consiguiente, debe mantenerse y vigorizarse, adaptándola a las exigencias del momento presente, sin dejar de recurrir a los medios nuevos probados como eficaces en la labor de evangelización y a las formas extraordinarias de apostolado que parezcan aconsejables.

(Río, Conclusiones 53)

Considera que es imprescindible la elaboración en cada Diócesis, por parte de los Obispos, de un ordenado programa de apostolado, tomando siempre como base el plan lleno de sabiduría y experiencia contenido en el Código de Derecho Canónico, y teniendo también en cuenta la ayuda eficaz que pueden prestar los religiosos y religiosas.

(Río, Conclusiones 54)

Desea vivamente recordar y subrayar la importancia preeminente que compete a la Parroquia, célula básica del Cuerpo Místico de Cristo, como centro propulsor y coordinador de apostolado para el pleno y armónico desarrollo de toda acción apostólica.

(Río, Conclusiones 55)

Expresa su vivísimo anhelo de que los párrocos, que participan de la potestad del Obispo de santificar, enseñar y gobernar, procuren:

1) Santificar, buscando el progreso espiritual de sus fieles:

a) con la administración asidua de los Sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía;

b) promoviendo la asistencia frecuente y aun diaria a la Santa Misa, con el empleo de medios aptos para favorecer la consciente participación de los fieles al Santo Sacrificio;

c) con un reflorecimiento de la devoción a María Santísima, Madre y Reina del Continente Americano;

d) con la intensificación de la vida litúrgica y de las genuinas formas de piedad y devoción cristianas, cuidando celosamente de retraer a los fieles de cualquier práctica o manifestación supersticiosa.

2) Enseñar, procurando dirigir todo su cuidado a instruir al pueblo en las verdades de la fe y en los preceptos de la moral, para que el mensaje de Cristo sea ampliamente conocido por todos y no puedan los enemigos de la Iglesia sembrar la duda y la indiferencia en las almas de los fieles, o aun llevarles hasta la apostasía; por consiguiente, pondrán los párrocos particular empeño en iluminar las inteligencias por medio de:

a) la predicación metódica, clara y adecuada de la palabra de Dios, sobre todo en la homilía de la Santa Misa, y mediante cursos, misiones, novenarios, meses marianos y del Sagrado Corazón, etc., sabiendo que si se quiere resolver el gravísimo problema de la ignorancia religiosa, la predicación ha de ser por excelencia didáctica, con una tendencia firme y decidida a dar al pueblo un cuerpo claro de doctrina católica y un conocimiento de la moral, de tal forma que los fieles sepan bien lo que deben creer y lo que deben practicar;

b) la catequesis;

c) la organización de Círculos de estudios, Conferencias, etc., y también, la utilización de los medios modernos de propaganda que sean asequibles -como la radio, la prensa, etc.- con el fin sobre todo de dar un conocimiento más completo y profundo de puntos particulares de doctrina y de moral, como son los que se refieren a la cuestión social y a otros problemas de actualidad.

3) Gobernar a sus fieles:

a) haciendo cumplir, con la firmeza y prudencia necesarias, las disposiciones de la Iglesia;

b) organizando y orientando hacia objetivos concretos las Asociaciones parroquiales;

c) preparando y formando apóstoles seglares abnegados, decididos y entusiastas, capaces de realizar con éxito las actividades, en bien de las almas, que corresponden a los laicos, y de oponerse con eficacia a las fuerzas del mal;

d) preocupándose con particular ahínco en fomentar, descubrir y cultivar las vocaciones al estado sacerdotal y religioso.

(Río, Conclusiones 56)

Por lo que se refiere en particular al importantísimo tema de la instrucción catequística, se permite llamar la atención de los Excmos. Ordinarios:

1) Sobre la necesidad de que, en esta materia, se cumpla fielmente la sabia y fecunda legislación canónica en particular con respecto a:

a) la creación de la Oficina Catequística Diocesana, que según las disposiciones de la Santa Sede debe ser organizada en cada Diócesis;

b) la erección en cada parroquia de la Cofradía de la Doctrina Cristiana.

2) Sobre la oportunidad de recurrir a todos los medios aptos aconsejados por la experiencia, para mejor organizar y hacer efectiva la labor catequística en las Diócesis y Parroquias sugiriendo en particular:

a) la edición y distribución de catecismos, a poder ser de texto único y que tenga en cuenta las exigencias del método cíclico -intuitivo, conforme a las aportaciones de la moderna pedagogía catequística;

b) la organización, con carácter diocesano si es posible o al menos nacional, de Almacenes Catequísticos que se encarguen de suministrar a las parroquias todo el material adecuado para la enseñanza y propaganda del Catecismo;

c) la institución del «Día Catequístico» o fiesta de la Doctrina Cristiana, que debe celebrarse con la máxima solemnidad y esplendor, para enseñar al pueblo -padres de familia, educadores, etc.- sus obligaciones en esta materia, para lograr ayuda a las obras de catequesis, para hacer propaganda del material catequístico, etc.

d) la constitución de Escuelas Catequísticas donde ponga especialísimo interés en la formación de los que, sólidamente preparados y conscientes de su importantísima misión han de enseñar luego el Catecismo al pueblo; y donde esto no sea posible, la organización de cursos para preparar catequistas que, además de los sacerdotes y religiosos, puedan ayudar al párroco en la enseñanza del Catecismo;

e) la fundación en todos los Seminarios Mayores, según las disposiciones del Código de Derecho Canónico, de cátedras de Pedagogía Catequística, dándoles la importancia relevante que tienen, y procurando que los estudios sean verdaderamente fructuosos.

3) Sobre la obligación de cuidar que en las escuelas y colegios católicos se dé la debida importancia a las clases de religión, y de aprovechar también todas las posibilidades para organizar la enseñanza religiosa aún en las escuelas y colegios que no dependan de la Autoridad Eclesiástica.

(Río, Conclusiones 57)

Aconseja como una ayuda muy útil en la organización de la cura de almas, tanto en el campo diocesano como en el parroquial, la elaboración de oportunas estadísticas religiosas, para lo cual será muy ventajosa la exacta compilación de los libros parroquiales y en particular del De statu animarum.

(Río, Conclusiones 58)

Sugiere a los Excmos. Ordinarios la conveniencia de estudiar si en sus respectivos territorios es aconsejable y posible mejorar la actual organización económica, con el fin de disminuir prudentemente desproporciones entre el Clero y también de obtener mayores posibilidades para el apostolado sacerdotal, salvas siempre las disposiciones canónicas, y recurriendo a la Santa Sede en caso de necesidad.

(Río, Conclusiones 59)

Teniendo en cuenta la situación y las exigencias de los fieles que viven esparcidos en las parroquias rurales, y que representan un porcentaje muy alto de los católicos de América Latina, estima su deber subrayar la necesidad de afanarse por un adecuado desarrollo y mejoramiento de la cura de almas en este aspecto peculiar y sugiere, por tanto:

a) suministrar a los sacerdotes desde el período del Seminario una profunda preparación sobre los problemas de la vida rural;

b) dar impulso a aquellas formas específicas de apostolado parroquial que mejor permitan llegar hasta los fieles esparcidos en los campos, lejos del centro de la parroquia, como por ejemplo: centros parroquiales agrupados en capillas rurales, secciones separadas de catecismo, tanto para niños como para adultos, dando lecciones durante la semana, y sirviéndose también de la ayuda de la radio, frecuentes misiones rurales, Acción Católica y social -católica rurales con la formación de dirigentes especializados;

c) preocuparse no sólo de la cura espiritual y moral de los campesinos, sino también de colaborar del mejor modo posible para la elevación de sus condiciones de vida y trabajo, empleando los medios que en concreto parezcan posibles y oportunos, entre los cuales se recuerdan, por ejemplo, todas las iniciativas aptas para la formación profesional (escuelas y cursos profesionales, cátedras ambulantes, semanas rurales, casas del campesino, etc.).

(Río, Conclusiones 60)

TÍTULO VI

MEDIOS ESPECIALES DE PROPAGANDA

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, ante la creciente importancia, que adquieren en la sociedad actual la prensa, la radio y otros medios modernos de propaganda:

Hace votos para que:

a) el Episcopado de cada País organice, al menos, un diario católico nacional, al cual los Excmos. Prelados prestarán ayuda eficaz;

b) se hagan cada vez más atractivos los diarios y demás publicaciones católicas, conforme a la técnica moderna, con buena, información de noticias de actualidad y de interés, sin perder nunca de vista el criterio esencialmente católico y los fines de apostolado que deben distinguir dichas publicaciones para que puedan llamarse verdaderamente católicas.

(Río, Conclusiones 61)

Exhorta a que:

a) se procure en cada Diócesis, que un grupo de sacerdotes trabaje con especial dedicación en la prensa católica, promoviéndola y prestándole también su colaboración directa;

b) se sigan promoviendo las Escuelas de Periodismo tanto para sacerdotes como para laicos;

c) no dejen de aprovecharse en cada localidad, las buenas disposiciones de otros diarios para que respondan siempre mejor al carácter genuinamente católico de los Países Latinoamericanos, y para divulgar todo cuanto ayude a formar el justo y sano criterio de los lectores.

(Río, Conclusiones 62)

Aconseja:

a) que se haga intensa y eficaz propaganda de la buena prensa, y que con tal fin, entre otras iniciativas, se celebre anualmente en cada Diócesis la «Jornada de la Prensa Católica», procurando conseguir nuevas suscripciones a periódicos y revistas católicas, organizando colectas y haciendo conocer la eficacia y amplitud del apostolado de la prensa católica;

b) que en las bibliotecas diocesanas, en las de los Seminarios y Colegios y aun, a ser posible, en las parroquiales, no falten las revistas católicas más formativas y adecuadas.

(Río, Conclusiones 63)

Para mayor eficacia del apostolado de la Prensa en Latinoamérica, sugiere con especial interés:

a) que se cree una Confederación Interamericana de diarios católicos que redacte, al menos semanalmente, boletines de noticias de actualidad, enviándolos a todas las publicaciones asociadas y dando además facilidades para la reproducción de artículos, canje de diarios y otras modalidades de ayuda mutua;

b) que en cada Nación se establezca una Central difusora o Secretariado de Prensa, que esté en contacto con las correspondientes organizaciones de otros Países, para lograr una mayor difusión de las publicaciones según las respectivas necesidades;

c) que se dé particular apoyo e impulso a las revistas católicas existentes y ya acreditadas en América Latina.

(Río, Conclusiones 64)

Considerando la ayuda notable que, en situaciones como las de los Países Latinoamericanos tan vastos y escasos de Clero puede representar el empleo de la radio para fines religiosos y educativos, como la experiencia ya viene demostrando, expresa su convicción de que es necesario:

a) dar impulso a las formas prácticas de empleo de tal medio según las exigencias y posibilidades de los diversos lugares, estimulando la instalación de emisoras que estén dotadas de personal cultural y técnicamente bien preparado para su dirección y funcionamiento;

b) dar al respecto una preparación adecuada en los Seminarios;

c) dar normas concretas y oportunas, aun en el plano diocesano, sobre la organización y el empleo del apostolado radiofónico.

(Río, Conclusiones 65)

Aconseja encarecidamente asimismo, que se desarrolle una labor inteligente y celosa con los dirigentes y colaboradores de las radios estatales y comerciales para mejorar sus programas, de modo que se evite en ellos cuanto pueda ofender a la verdad y a la moral cristiana, y que se favorezca, lo más posible cuanto pueda contribuir a una sana formación de los oyentes.

(Río, Conclusiones 66)

Recogiendo el vivísimo anhelo de los Obispos, sacerdotes y fieles de América Latina, la Conferencia expresa el más ferviente deseo de que la voz augusta del Santo Padre pueda ser perfectamente oída en todo el Continente americano, por lo cual hace un apremiante llamamiento al fin de que todos cooperen entusiásticamente para conseguir una mayor potencia de la Radio Vaticana.

(Río, Conclusiones 67)

La Conferencia, por último, no quiere dejar de recomendar fervorosamente el estudio y la fiel observancia de las luminosas enseñanzas pontificias relativas al cine, la radio y la televisión.

(Río, Conclusiones 68)

TÍTULO VII

PROTESTANTISMO Y MOVIMIENTOS ANTICATÓLICOS:
PRESERVACIÓN Y DEFENSA DE LA FE

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, frente al grave problema que plantean el protestantismo y los varios movimientos acatólicos que se han introducido en las Naciones Latinoamericanas, amenazando su tradicional cultura católica:

Recomienda vivamente que se hagan efectivas todas las disposiciones del Código de Derecho Canónico ordenadas a la preservación y defensa de la fe, cuidando también del cumplimiento de las que se refieren a la previa censura y prohibición de libros, revistas y demás publicaciones peligrosas.

(Río, Conclusiones 69)

Encarece de manera especial:

a) que se hagan cruzadas de oraciones, pidiendo por la preservación y progreso de la fe católica en América Latina, y por la conversión de los enemigos de la Iglesia;

b) que se aproveche, como arma preciosísima en defensa de la fe, la piedad arraigada, intensa y filial del pueblo latinoamericano a la Virgen Santísima, venerada bajo las diversas advocaciones propias de cada región.

(Río, Conclusiones 70)

Llama la atención sobre la necesidad de formar convenientemente las conciencias de los católicos en el deber de mantenerse fieles a la Iglesia y de defender su fe y la de sus hijos, preocupándose seriamente de que reciban una educación católica y evitando cuidadosamente el exponerles al peligro de la apostasía, sobre todo enviándolos a instituciones católicas.

(Río, Conclusiones 71)

Recomienda encarecidamente la intensificación del movimiento bíblico, de tal forma que los fieles se habitúen a la lectura frecuente y aun diaria de las Sagradas Escrituras, y sobre todo de los santos Evangelios, mediante:

a) ediciones populares de los Libros Sagrados debidamente anotadas, procurando orientar a los fieles sobre el modo de servirse de ellos para su edificación espiritual, y poniendo de relieve los textos más importantes y fundamentales, como los relativos al Primado de Pedro, a la infalibilidad del Magisterio Eclesiástico, al valor de la Tradición, etc.;

b) cursos bíblicos, dados también por radio y correspondencia;

c) semanas bíblicas populares;

d) la celebración del «Día Nacional de la Biblia», en el domingo más próximo a la fiesta de San Jerónimo.

(Río, Conclusiones 72)

Encarece con particular interés que:

a) en los Seminarios Mayores y en los Institutos Teológicos de los religiosos, se establezcan cursos especiales sobre las herejías actualmente diseminadas en las respectivas regiones;

b) se instruya también debidamente a los catequistas laicos, formándoles en un profundo sentimiento de defensa y propagación de la fe católica entre sus hermanos.

(Río, Conclusiones 73)

Aconseja que se fomente, valiéndose principalmente de los seglares católicos adscritos a organizaciones apostólicas, una prudente y caritativa aproximación con los hermanos que se hayan apartado de la Iglesia:

a) mediante el trato social y la amistad;

b) procurando que asistan a Conferencias y cursos especiales para acatólicos.

(Río, Conclusiones 74)

Por lo que se refiere en particular al espiritismo y a la superstición, sugiere que:

1) Se incluya en los catecismos un capítulo especial sobre el espiritismo, y el mandamiento divino que prohibe las supersticiones, la magia y la invocación de los muertos y de los espíritus;

2) En las parroquias particularmente infestadas por el espiritismo:

a) los sacerdotes hablen de él a los fieles, con caridad pero claramente, explicando la imposibilidad de continuar siendo católicos adhiriéndose al espiritismo; insístase también en el grave deber que todos tienen de no contribuir, ni material ni moralmente, a la creación o sostenimiento de las llamadas obras de caridad del espiritismo;

b) los catequistas, los militantes de Acción Católica, de las Congregaciones Marianas y de las otras asociaciones de apostolado, reciban un curso especial sobre el espiritismo y las principales objeciones y acusaciones que los espiritistas acostumbran proponer contra la Iglesia y la doctrina cristiana, a fin de que sean ellos los más exactos en el cumplimiento de las disposiciones de la Iglesia en esta materia, y los más activos en difundir entre los demás fieles la verdadera doctrina para preservarles de lamentables caídas.

(Río, Conclusiones 75)

Recomienda, con respecto a la masonería:

a) que se forme sobre su carácter anticatólico la conciencia de los fieles con oportunas y documentadas instrucciones, y se les den a conocer las censuras que están en vigor contra ésta y otras sectas secretas;

b) que se favorezca la difusión en los Países latinoamericanos de aquellas instituciones que puedan ayudar en la defensa contra las sectas secretas.

(Río, Conclusiones 76)

Exhorta a los católicos a que nieguen su adhesión a las instituciones que, difundiendo una ideología y una moral puramente naturales, prescinden del espíritu cristiano y de los principios sobrenaturales en la educación y en la vida de los individuos y de las Naciones.

(Río, Conclusiones 77)

Lamenta la propaganda que incluso algunas personas autorizadas hacen, con el pretexto del folklore, de ciertas prácticas supersticiosas, que son verdaderos actos de falso culto importados de regiones paganas.

(Río, Conclusiones 78)

TÍTULO VIII

PROBLEMAS SOCIALES

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano no puede dejar de expresar su honda preocupación ante los problemas sociales de América Latina y la situación angustiosa en que se encuentra todavía -a pesar del cúmulo de bienes que la Providencia ha dispensado al Continente- una no pequeña parte de sus habitantes, y en particular algunas clases de trabajadores del campo y de la ciudad, sin olvidar la llamada clase media, por los salarios insuficientes y la demanda de trabajo.

Frente a tal panorama y al sinnúmero de cuestiones prácticas que se presentan -entre las cuales hay que destacar los problemas de la vivienda rural y obrera juntamente con los creados por el intenso proceso industrial en vías de realización en América Latina- la Conferencia siente el deber de subrayar de la manera más decidida, la urgente necesidad de que todos los católicos colaboren con empeño para buscar, a la luz de la doctrina de la Iglesia, una justa solución; y con tal fin acuerda hacer sobre este punto un llamamiento especial.

(Río, Conclusiones 79)

La Conferencia, ve con satisfacción todo el conjunto de obras que la caridad cristiana ha sugerido en las Naciones de América Latina, para remediar, en parte al menos, tantos sufrimientos y amarguras; y alaba, igualmente, las diversas iniciativas y esfuerzos que, inspirados en los principios de la justicia social, se han hecho para solucionar estos problemas, buscando, sobre todo, establecer la armonía cristiana entre el capital y el trabajo.

Sin embargo, comprobando cuanto dista todavía el problema social en los Países Latinoamericanos de su solución cristiana, a pesar de tan laudables esfuerzos, proclama la urgencia de orientar e intensificar la labor social, encauzando las iniciativas hacia la raíz misma de los males que han de remediarse, y dando a la Acción social católica el espíritu y las formas de coordinación comunitaria que exige la gravedad de la situación.

(Río, Conclusiones 80)

La Conferencia quiere subrayar la importancia fundamental que tienen, para América Latina, las iniciativas dirigidas a la formación de cuantos deseen trabajar en el campo social, junto con las de índole directamente asistencial.

(Río, Conclusiones 81)

Confía asimismo que los seglares católicos dedicados a la acción social, además de desarrollar su actividad en obras específicamente católicas, se hagan merecedores de que su colaboración sea deseada y requerida también en otras instituciones tanto privadas como públicas, por la seguridad de su doctrina, el espíritu desinteresado de su acción y la perfección de sus conocimientos y del trabajo que realizan.

(Río, Conclusiones 82)

Mientras pone el acento sobre la necesidad de desarrollar una siempre más amplia e intensa actividad social y benéfica en favor de las clases más necesitadas, la Conferencia no quiere cejar en el deber que le incumbe de llamar enérgicamente la atención de todos los católicos, sobre las insidias y peligros de las doctrinas marxistas y de la propaganda del comunismo, y sobre la necesidad de precaverse y defenderse contra ellas principalmente allí donde estén más desarrolladas.

(Río, Conclusiones 83)

Por último, la Conferencia acuerda expresar su particular interés por el problema de la elevación espiritual y social de la población indígena de América Latina.

(Río, Conclusiones 84)

TÍTULO IX

MISIONES, INDIOS Y GENTE DE COLOR

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, después de haber sometido a detenido estudio el estado de las Misiones y las circunstancias en que la labor misional viene realizándose en el Continente Latinoamericano:

Alaba el celo apostólico con que los misioneros de América Latina -siguiendo el nobilísimo ejemplo de sus predecesores- dedican sus actividades, sus energías, y aún su propia vida, a la santa empresa de incorporar a la Iglesia Católica a todos los habitantes de las zonas que aún constituyen territorios de misión; y abriga la absoluta confianza de que continuarán, cada día con mayor entusiasmo, tan apostólica tarea.

(Río, Conclusiones 85)

Sugiere:

a) que, con motivo de las Conferencias Episcopales o en otras circunstancias oportunas, procuren los Prelados de los territorios de Misión en cada País, tener también reuniones con el fin de estudiar sus problemas comunes;

b) que se haga lo posible para que en cada circunscripción misional se tenga al menos un Seminario Menor; y donde esto no fuere factible, se cree un Seminario Intermisional para la formación del Clero nativo;

c) que -dada la escasez de misioneros, sobre todo en las regiones de un elevado porcentaje de población indígena- se favorezca la institución de catequistas o «doctrineros», que instruyan a los indios, dirijan sus rezos preparen para el bautismo de urgencia, asistan a los moribundos, etc.;

d) que se procure que todas las escuelas de los territorios de Misión estén atendidas, si es posible, por personal religioso y siempre bajo el prudente control y vigilancia de la autoridad eclesiástica;

e) que se funden escuelas normales rurales, de artes y oficios, agrícolas y de labores domésticas para los nativos;

f) que se fomenten en los territorios misionales las obras de asistencia social- hospitales, asilos, sanatorios, dispensarios- y se busque a este fin, donde sea posible, también la ayuda de la autoridad civil;

g) que se incremente el número de equipos sanitarios de médicos y enfermeras, integrados también, a ser posible, por religiosos y religiosas.

(Río, Conclusiones 86)

Hace votos a fin de que el mayor número posible de órdenes, Congregaciones e Institutos Seculares, de ambos sexos, así como de Institutos de asistencia social e Instituciones de seglares católicos preocupados por el problema misional, envíen a los territorios de Misión personal capacitado y especializado, en número y calidad cada día mayor.

(Río, Conclusiones 87)

Encarece a todos los Excmos. Prelados Diocesanos que, en sus respectivas jurisdicciones, fomenten generosamente la Unión Misional del Clero y las demás Obras Pontificias misionales.

(Río, Conclusiones 88)

La Conferencia recordando la acción especialísimamente benemérita de la Iglesia y de sus Misiones en la defensa y en la elevación espiritual, moral y social de la población indígena de América Latina:

a) se permite recomendar encarecidamente a los Prelados de los territorios de Misión que continúen vigorosamente en esta labor tan profundamente humana y cristiana, y ruega asimismo a todos los Excmos. Ordinarios, que se preocupen, interesando a su vez también a las autoridades civiles, para que los indígenas sean, siempre y en todas partes, amparados y protegidos en sus personas y bienes;

b) expresa respetuosamente su deseo de que muy pronto se establezca en América Latina una Institución de carácter etnológico e indigenista, que desarrollando una labor seria y bien organizada, contrarreste los peligros que dimanan de análogas instituciones de inspiración no católica;

c) exhorta a todos los católicos, y de manera muy especial a los Profesores de Colegios e Institutos, que sigan esforzándose en eliminar todo uso y costumbre que pueda aparecer como discriminación racial.

(Río, Conclusiones 89)

TÍTULO X

INMIGRACIÓN Y GENTE DE MAR

Capítulo I

Inmigración

«La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, ante los problemas espirituales, sociales y materiales que suscita la inmigración en los Países latinoamericanos, desea destacar de modo particular, por su especial urgencia e interés, las siguientes conclusiones:

Corresponde a los Países latino -americanos, como un deber de caridad cristiana, de justicia social y de solidaridad humana, abrir sus puertas a la inmigración.

Los católicos de América Latina deben considerar la inmigración como un problema de familia, ya que la mayoría de los inmigrantes son también católicos, procedentes de Países superpoblados; deben por lo tanto procurar, donde sea necesario, crear un ambiente favorable a la inmigración, tanto entre el pueblo como entre los gobernantes.

(Río, Conclusiones 90)

Ha de ponerse especial cuidado en organizar urgentemente en todos los Países latino -americanos, la Obra de la asistencia espiritual a los inmigrantes, según las normas de la Constitución Apostólica Exsul Familia y las disposiciones concretas que, en cada caso, dé la S. C. Consistorial. En particular:

a) constitúyase donde aún no exista, el «peculiaris coetus seu Commissio Episcopalis pro spirituali emigrantium assistentia»;

b) desígnense, en cada Nación, sacerdotes especialmente competentes y celosos, que serán presentados a la S. C. Consistorial para su nombramiento de «director operum de emigratione», y dada la importancia del problema, de cuya recta solución depende el bien de tantas almas, se les dé a dichos sacerdotes toda clase de facilidades que les sean necesarias para el fiel cumplimiento de su cargo;

c) para la asistencia espiritual de los emigrantes, recúrrase a la S. C. Consistorial con el fin de obtener el indulto Apostólico necesario para erigir, donde sea posible, la «paroecia pro diversitate sermonis seu nationis»; o por lo menos, la «missio cum cura animarum» según las normas de la citada Constitución Apostólica;

d) celébrese el «Día del emigrante».

(Río, Conclusiones 91)

Se debe intensificar la asistencia social al inmigrante, por medio de Secretariados de colocación, servicio social, asistencia jurídica y médica, orientación profesional y de acomodación al ambiente, etc.; esta labor podrá facilitarse extendiendo al plan nacional los organismos locales ya existentes.

(Río, Conclusiones 92)

Capítulo II

Gente de mar

La Conferencia:

Hace votos para que se establezca en todos los Países del litoral la Obra del Apostolado del Mar, bajo la advocación de la Virgen María, «Stella maris».

(Río, Conclusiones 93)

Espera por lo tanto que en esos Países, según las directrices de la Santa Sede, se instituya, en cuanto sea posible y en el caso de que no exista todavía, una Comisión Episcopal del Apostolatus maris.

(Río, Conclusiones 94)

Sugiere que esta Comisión designe un sacerdote que será presentado a la S. C. Consistorial para su nombramiento de Director de los Capellanes del Apostolatus maris y, al mismo tiempo, para que sea adscrito al Secretariado General Internacional de la Obra.

(Río, Conclusiones 95)

Aconseja que se designe un número conveniente de sacerdotes que puedan ser nombrados Capellanes del Apostolatus maris, y que se procure fundar y fomentar en los puertos de mayor tráfico, «clubs» para marineros, que les aseguren una eficaz asistencia religiosa, moral y social.

(Río, Conclusiones 96)

TÍTULO XI

CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO

Además de las conclusiones hasta aquí enumeradas, la Conferencia formuló el siguiente voto referente a la creación de un Consejo Episcopal Latinoamericano:

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano por unanimidad ha aprobado pedir, y atentamente pide a la Santa Sede Apostólica, la creación de un Consejo Episcopal Latinoamericano sobre las siguientes bases:

1) El Consejo Episcopal Latinoamericano estará compuesto por los Representantes de las Conferencias Episcopales Nacionales de la América Latina, en proporción de un Representante por cada Conferencia Episcopal, designado por la misma.

2) Serán funciones del Consejo:

a) estudiar los asuntos que interesan a la Iglesia en la América Latina;

b) coordinar las actividades;

c) promover y ayudar Obras Católicas;

d) preparar nuevas Conferencias del Episcopado Latinoamericano, cuando fueren convocadas por la Santa Sede.

3) Las reuniones del Consejo serán cada año.

4) El lugar de las reuniones será normalmente la ciudad donde tenga su sede el Secretariado General; pero el Consejo podrá fijar ocasionalmente otro lugar.

5) La Presidencia del Consejo estará integrada por un Presidente y dos Vicepresidentes, elegidos por el propio Consejo, y durará en su cargo dos años.

6) Dependerá del Consejo Episcopal, y más directamente de su Presidencia, un Secretariado General, que tendrá además los siguientes Subsecretariados:

I. Preservación y propagación de la Fe Católica, con cuatro secciones:

a) Defensa de la Fe,

b) Predicación, Catecismo, Enseñanza religiosa,

c) Misiones e Indios,

d) Prensa, radio, cine y televisión.

II. Clero e Institutos Religiosos. Vocaciones.

III. Educación y Juventud.

IV. Apostolado de los laicos.

V. Acción Social.

7) El Secretariado General se ocupará también de las relaciones con la Jerarquía y los organismos católicos de Estados Unidos, Canadá, España y Portugal.

8) El Secretariado General residirá en la ciudad que designe la Santa Sede Apostólica.

9) Los Subsecretariados residirán, en línea general, en la misma sede del Secretariado General; sin embargo, a juicio del Consejo, podrán tener su sede en otras ciudades.

10) Financiamiento: se hará conforme a una contribución proporcional de cada Nación Latinoamericana, según normas que serán estudiadas y fijadas oportunamente.

(Río, Conclusiones 97)

APÉNDICE
A LAS CONCLUSIONES DE LA CONFERENCIA GENERAL DEL
EPISCOPADO LATINOAMERICANO

Recomendaciones

La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano recomienda se dé todo el debido y práctico apoyo a las Organizaciones Internacionales Católicas, llamadas a desarrollar en la vida social moderna una actividad de suma importancia para la Iglesia Católica.

(Río, Conclusiones 98)

La Conferencia recomienda al futuro Secretariado General del Consejo Episcopal Latinoamericano el estudio de las peticiones presentadas por la Confederación Interamericana de Educación Católica.

(Río, Conclusiones 99)