CATEQUÉTICA
NDC
 

SUMARIO: I. La catequética: origen y divisiones. II. La catequética, reflexión científica sobre la catequesis. III. La catequética: disciplina teológica y pedagógica. IV. El equilibrio de las tensiones.


I. La catequética: origen y divisiones

La catequética o ciencia catequética es la disciplina que se ocupa de la catequesis, en cuanto proceso y en cuanto acto, en el contexto de la praxis pastoral de la Iglesia. Su existencia y legitimidad son ya un hecho sólidamente aceptado en el ámbito de la reflexión y de la praxis pastoral de la Iglesia. Se trata de una disciplina reciente pues, si es verdad que la catequesis es una actividad tan antigua como la Iglesia misma, no se puede decir ciertamente lo mismo de la catequética, que ha surgido y se ha ido configurando en el curso de los dos últimos siglos.

A lo largo de su historia, la Iglesia ha sabido realizar y organizar en formas muy variadas la actividad catequética, pero son muy contadas las ocasiones de reflexión explícita sobre los contenidos y métodos de tal actividad. Se suele citar, por lo que atañe a la época patrística, el famoso pequeño tratado de san Agustín De catequizandis rudibus (del 399) y, a finales de la Edad media, la obra de G. Gerson, Tractatus de parvulis trahendis ad Christum (1406), pero ni siquiera en estos casos se puede hablar aún de reflexión científica sobre la catequesis, o considerar estos escritos como obras catequéticas en sentido propio.

Se puede hablar de nacimiento de la catequética como disciplina académica en el año 1774, cuando, por disposición de la emperatriz María Teresa de Austria, y siguiendo el proyecto preparado por el abad benedictino Rautenstrauch, fue introducida en las escuelas de teología del Imperio austro-húngaro la enseñanza de la catequética, o como disciplina a se, o como parte de la teología pastoral. Pero en realidad, nuestra disciplina empezará a desarrollarse con una cierta amplitud y rigor solamente hacia finales del siglo XIX, siguiendo el nacimiento y desarrollo del llamado movimiento catequético, es decir, de la rica floración de ideas, inquietudes y esfuerzos que, desde finales del siglo pasado y hasta el acontecimiento del Vaticano II, tratará de renovar la teoría y la práctica de la catequesis bajo el influjo de nuevas corrientes culturales, especialmente de orden pedagógico y psicológico. De ahí que la catequética, nacida dentro del molde teológico de la reflexión pastoral, reciba bien pronto el influjo de las jóvenes ciencias psicológicas y pedagógicas, lo que explica que en algunos países, como Alemania, se haya extendido más bien la denominación pedagogía religiosa (Religionspádagogik), junto a la más tradicional de catequética.

Se puede decir que, a lo largo de su desarrollo, la reflexión catequética ha mostrado siempre un doble punto de referencia, teológico y pedagógico, con alternancia de acentos: más pedagógico en las primeras décadas del siglo, dominado por la preocupación metodológica y didáctica, más teológico en la fase llamada kerigmática del movimiento catequético, caracterizada por la renovación del contenido de la catequesis.

De esta doble pertenencia y continua fluctuación dan fe las vicisitudes y alternancias de los dos términos, pedagogía religiosa y catequética para designar nuestra disciplina, junto con otras variadas expresiones de igual o semejante significado: pedagogía catequética, pastoral catequética, pedagogía del catecismo, pedagogía cristiana, metodología catequética, metódica de la enseñanza religiosa, catequética pastoral, etc. Esta fluctuación constituye de por sí un signo de la riqueza y complejidad del acto catequético, pero al mismo tiempo revela la existencia de una fuente constante de tensión y de posible discrepancia en el desarrollo de la disciplina.

A partir del Vaticano II, la catequética ha conocido un período de relativa fecundidad y expansión, determinado por el nuevo clima de repensamiento global de la praxis eclesial y por el desarrollo de la reflexión epistemológica. La existencia de diversos centros e institutos de catequética, la multiplicación de publicaciones e investigaciones en el campo catequético y la presencia institucionalizada de la catequética (o de la pedagogía religiosa) en el ámbito académico aseguran la consolidación y el crecimiento de la joven disciplina.


II. La catequética, reflexión científica sobre la catequesis

La identidad de la catequética queda propiamente determinada ante todo por el objeto mismo de que se ocupa, es decir, la catequesis, con toda la riqueza de sus dimensiones y en la variedad de sus realizaciones, ya sea en forma de enseñanza, de expresión simbólica, de reflexión comunitaria, de iniciación sacramental, de itinerario organizado de fe, etc. La catequética es concretamente la reflexión sistemática y científica sobre la catequesis con vistas a definir, comprender, orientar y valorar el ejercicio de esta importante acción educativa y pastoral.

Dada la complejidad y riqueza del objeto estudiado, se explica que la catequética admita en su seno divisiones y especificaciones. La forma concreta de hacerlo ha variado a lo largo de la historia y resulta condicionada también por los distintos contextos teológicos y culturales en que se realiza. Así, por ejemplo, algunos autores suelen distinguir entre catequética fundamental, material y formal. Por catequética fundamental se entiende el estudio de las condiciones y presupuestos básicos de la acción catequética y la determinación de su identidad y dimensiones fundamentales. La catequética material tiene como objeto los contenidos de la comunicación catequética: estructura y articulación del mensaje, temas a tratar, criterios de selección y de inculturación, fuentes del contenido, etc. Finalmente, la catequética formal se ocupa de los aspectos propiamente metodológicos y pedagógicos de la transmisión o mediación catequética: métodos, estructuras, agentes, lenguajes, programación1. Otros prefieren adoptar la distinción entre catequética fundamental y/o general y catequética especial o diferencial, esta última relativa a los diferentes destinatarios de la acción catequética, según la edad o la condición: niños, jóvenes, adultos, minusválidos, intelectuales, etc.; o a los distintos ámbitos o lugares de la catequesis: familia, escuela, parroquia, asociación2.

Para comprender la naturaleza de la ciencia catequética interesa también precisar cuál es propiamente el ángulo de visión o perspectiva específica (objeto formal) de su estudio. A este respecto es importante no perder de vista que la catequesis es esencialmente una acción eclesial, y como tal invoca un saber teórico que le permita ser analizada, fundamentada, iluminada y guiada. No tendría sentido limitarse, por ejemplo, a focalizar o poner al día contenidos a transmitir, dejando de lado los aspectos propiamente metodológicos y operativos de la catequesis como proceso y como acto. Ni puede bastar tampoco elaborar una teoría que fije de una vez para siempre las coordenadas esenciales de la catequesis, sin advertir que la acción catequética se tiene que encarnar necesariamente en el aquí y ahora de circunstancias concretas e irrepetibles.

Ahora bien, si la catequética se califica como ciencia de la acción catequética, significa que deberá configurarse, en su momento más específico, como disciplina metodológica, es decir como teoría del método o camino a seguir (métodos) para proyectar y llevar a cabo el proceso y el acto catequéticos. Y desde este punto de vista, la catequética se presenta sustancialmente como metodología sistemática y científica de la catequesis, como reflexión orgánica sobre el proceso y acto catequéticos, a fin de analizarlos, interpretarlos y orientarlos.

Toda ciencia queda definida, además, por el método utilizado en su desarrollo. Ahora bien, el método de la investigación catequética debe corresponder a la variedad de dimensiones y aspectos que presenta la catequesis, como proceso y como acto. De aquí se puede colegir una gran multiplicidad de métodos: técnicas de conocimiento y análisis de la realidad (psicológicas, sociológicas, históricas); instrumentos hermenéuticos de interpretación y discernimiento (sobre todo teológicos y filosóficos); métodos de proyectación y organización catequética (metodología pastoral, pedagógica, didáctica); técnicas de expresión, comunicación, interacción, animación de grupos; sistemas de evaluación y reproyectación operativa, etc.

Cabe concluir, por lo tanto, que la disciplina catequética se configura como un saber necesariamente pluridisciplinar, ya que recurre a una multiplicidad de métodos y procedimientos científicos. Es más: hoy se considera necesario orientarse hacia una auténtica interdisciplinaridad, como intento de hacer dialogar entre sí y llevar a una recíproca interacción los distintos procesos disciplinares involucrados en la reflexión catequética.


III. La catequética: disciplina teológica y pedagógica

El estatuto epistemológico de la catequética adquiere perfiles más exactos si se estudia el lugar y el significado de la disciplina en el concierto de las ciencias que, de alguna manera, tienen relación con ella. En este sentido, la catequética resulta vinculada en forma particular a dos constelaciones epistemológicas: la de las ciencias teológicas y la de las ciencias pedagógicas. Por eso la catequética, en su devenir histórico, se ha presentado siempre relacionada, con alternancias de acentuación, a este doble punto de referencia. Y según la dimensión dominante, aparecerá fundamentalmente como disciplina teológica o como materia pedagógica.

1) Que la catequética pertenezca al ámbito de la reflexión teológica se deduce de la naturaleza misma del acto catequético, que se coloca en el marco de las actividades pastorales y se cualifica como servicio de la palabra eclesial para la educación de la fe. Se podrá observar que, durante mucho tiempo, tal pertenencia ha sido de hecho concebida en términos de subordinación pura y simple de la catequesis a la teología sistemática y a sus cánones interpretativos. Todavía está muy extendida la concepción según la cual la verdadera ciencia normativa de la catequesis es la teología sistemática, que dicta por lo tanto a aquella los principios fundamentales de acción y los contenidos a transmitir. Pero hoy, justamente, se considera superada esta visión, ya que reduce la catequética a simple deducción o aplicación de la teología sistemática.

Por él contrario, la naturaleza teológica de la catequética recibe su connotación más adecuada cuando se la sitúa en el cuadro de la teología pastoral o práctica. Nacida en el seno de esta última, desde sus comienzos, a finales del siglo XVIII, la catequética resulta necesariamente vinculada a la teología pastoral, como parte al todo, por razón de su objeto, la catequesis, que pertenece al ámbito de la acción pastoral de la iglesia. Dada esta pertenencia, la catequética se califica, por lo tanto, en primera instancia como disciplina teológica.

Situada en el marco de la teología pastoral o práctica, es evidente que la catequética debe definir su identidad en relación con otras disciplinas o sectores afines, como son la homilética o ciencia de la predicación, la pastoral litúrgica, la pastoral juvenil, la pastoral escolar; etc. No siempre resulta fácil deslindar los confines, pues con frecuencia la catequesis se desarrolla, y con pleno derecho, en el interior mismo de otras actividades pastorales, como son la liturgia, la pastoral de juventud, la religiosidad popular, las actividades escolares, etc. Se impone, por lo tanto, un criterio de distinción bastante dúctil y, sobre todo, la necesidad de diálogo e interacción entre estos diversos ámbitos de acción y de reflexión disciplinar.

2) Por otra parte, la catequética responde también a las características de una verdadera disciplina pedagógica y, como tál, encuentra su colocación en el conjunto de las ciencias de la educación. Sabemos que hoy reviste una importancia particular para la reflexión pastoral el conjunto, enormemente desarrollado, de las ciencias humanas en general, y en especial de las ciencias de la educación. El giro antropológico propio de nuestra cultura obliga a una renovada atención al sujeto, al hombre en situación, a la dimensión histórica y cultural de toda acción y toda reflexión. De ahí el interés por todas las ciencias humanas capaces de iluminar el quehacer pastoral: antropología cultural, sociología, psicología, ciencias de la religión, ciencias de la comunicación, etc.

Se puede decir que el mundo en general, con sus problemas y aspiraciones, asume el significado de un verdadero «lugar teológico», por lo que cobran relevancia especial, en orden a la reflexión operativa cristiana, todas las aproximaciones y disciplinas que nos abren el acceso al conocimiento e interpretación de esta realidad. Y la catequética como disciplina debe mantener relaciones muy estrechas, sobre todo con el ámbito de la reflexión pedagógica. De hecho, la vinculación de la catequética al campo de la educación es un hecho tradicional, así como son tradicionales las denominaciones pedagogía religiosa, pedagogía catequética3, y otras semejantes, para designar nuestra disciplina.

El carácter pedagógico de la investigación catequética puede ser destacado desde una doble vertiente: en cuanto proceso educativo de maduración en la fe y en cuanto actividad que se inserta necesariamente en el dinamismo global del crecimiento y maduración de la persona. En este sentido la catequética puede y debe ser llamada con propiedad ciencia pedagógica, sin perjuicio de su vinculación al ámbito de la teología, en su vertiente pastoral o práctica.

El mundo de las ciencias de la educación es muy rico y complejo, y abarca sustancialmente tres sectores o niveles disciplinares: el de las ciencias prevalentemente descriptivas del hecho educativo (biología, psicología, sociología de la educación, historia de la educación y de la pedagogía); el de los saberes interpretativos (como la filosofía y teología de la educación), y el de las ciencias proyectativas u operativas (metodología pedagógica, didáctica, etc.). Es fácil comprender la complejidad y la riqueza que, desde este punto de vista, recibe el desarrollo del discurso catequético.


IV. El equilibrio de las tensiones

A la luz de las reflexiones hechas sobre la naturaleza y tarea de la catequética, es posible detectar ciertos rasgos característicos de una disciplina joven que, en cierto sentido, vive y se desarrolla al filo de diversas antinomias o, si se quiere, tensiones dialécticas: 1) Tensión entre fidelidad a Dios y fidelidad al hombre. Es la conocida ley estructural del método catequético que, difundida sobre todo por J. Colomb, ha entrado ya oficialmente en la conciencia catequética de la Iglesia4. Pero el principio de la doble fidelidad se traduce con frecuencia en fuente de exigencias contrapuestas y en campo de batalla entre defensores de la fidelidad a Dios y abogados de la fidelidad al hombre. 2) Tensión entre pedagogía divina y pedagogía humana. No pocas veces el componente pedagógico de la catequesis viene identificado con los dictámenes de una real o supuesta pedagogía divina, en términos tales que parecen vanificar concretamente cualquier recurso a la pedagogía profana o a las ciencias de la educación. 3) Tensión entre madurez cristiana y madurez humana. En el horizonte de los objetivos de la acción catequética se halla la clásica discusión sobre el ideal de madurez que debe ser perseguido, y por lo tanto sobre las relaciones existentes entre madurez cristiana y madurez humana. Ahora bien, la necesaria implicación del crecimiento en humanidad en todo proceso integral de maduración de la fe trae consigo evidentes repercusiones para la tarea catequética. 4) Tensión entre contenido y método. Es esta quizá la forma más clásica y continuamente emergente de la tensión derivada de la complejidad epistemológica de la ciencia catequética. El campo de la catequesis está tradicionalmente expuesto al juego dialéctico de la contraposición entre contenido y método, entre la competencia teológica, que fija los contenidos, y las exigencias pedagógicas relativas a la mediación metodológica. Todo esto sobre el trasfondo, explícito o inconsciente, de la primacía del contenido sobre el método. En realidad, una correcta inteligencia de la relación contenido-método permite superar tales conflictos. 5) Tensión entre las dimensiones teológica y pedagógica de la catequesis, que sitúa la disciplina catequética en el punto de encuentro de estos dos grandes ámbitos disciplinares. La pertenencia al ámbito teológico garantiza la fidelidad de la catequesis a su identidad eclesial de praxis pastoral para la educación de la fe. En cuanto ciencia pedagógica, posee los criterios y elementos necesarios para responder a las exigencias propias de todo proceso educativo. Esta doble pertenencia constituye para la catequética una indiscutible riqueza, pero también, como atestigua la historia, una fuente continua de tensión y de incomprensión. 6) Tensión entre el carácter científico y el talante sapiencial de la catequética, entre ciencia y arte de la catequesis. Ninguno de los dos aspectos puede ser ignorado o menospreciado: se trata de conjugar la doble exigencia, llevando paulatinamente el arte de la catequesis al mayor nivel posible de racionalidad científica. 7) Tensión entre teoría y praxis, entre reflexión y acción, entre nivel empírico y científico de la proyectación y realización catequética. También aquí se impone el equilibrio: un proceso metodológico correctamente entendido debe asegurar la dialéctica siempre fecunda entre una práctica controlada y guiada por la teoría, y una teoría continuamente confrontada con la verificación y estímulo procedente de la práctica.

La catequética, tradicionalmente, vive sumergida en el continuo juego dialéctico de estas tensiones y dualismos, que constituyen en cierto sentido su fortuna y su desgracia, su riqueza y su problema. De hecho, no es de extrañar la existencia de tal contraposición, si se considera la naturaleza teándrica de la encarnación y de la Iglesia, que se repercute sobre todo el campo de la acción pastoral.

NOTAS: 1. Cf por ejemplo H. HALEFAS, Catequética fundamental, Desclée de Brouwer, Bilbao 1974; W. NASTAINCZYK, Formalkatechetik, Seelsorge Verlag, Friburgo 1969. – 2 De este tenor es, por ejemplo, la división propuesta por J. J. RODRÍGUEZ MEDINA, Pedagogía de la fe, Sígueme, Salamanca 1972, 32-34. – 3. Cf la obra clásica de D. LLORENTE, Tratado elemental de pedagogía catequística, Valladolid 1928. – 4. SAGRADA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio general de pastoral catequética (DCG) 1971, 34.

BIBL.: ADLER G. y OTROS, La compétence catéchétique, Desclée, París 1989; ALBERICH E., La catequesis en la Iglesia, CCS, Madrid 1991; Catequética, en FLORISTÁN C.-TAMAYo J. J. (eds.), Conceptos fundamentales del cristianismo, Trotta, Madrid 1993, 151-164; AUDINET J. y OTROS, Théologie et catéchése, Chalet, Lyon 1982; COUDREAU F., ¿Es posible enseñar la fe?, Marova, Madrid 1976; GROPPO G., Teologia dell'educazione, LAS, Roma 1991; GRUPPO ITALIANO CATECHETI, La catechetica: identitá e compiti, Udine 1977; GEVAERT J. (dir.), Diccionario de catequética, CCS, Madrid 1987, especialmente las voces: G. STACHEL, Catequética, 167s. y Pedagogía de la religión (Religionspddagogik), 650-653, U. GIANETTO, Catequética, Manuales de, 168-171, G. GROPPO, Teología pastoral y catequética, 781-783; MAYMÍ P., Pedagogía religiosa, San Pío X, Madrid 1980; RODRÍGUEZ MEDINA J. J., Pedagogía de la fe, Sígueme, Salamanca 1972.

Emilio Alberich Sotomayor