CATEQUESIS FAMILIAR EN AMÉRICA LATINA
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SUMARIO: I. Evolución de una situación. II. Algunas modalidades de catequesis familiar. 1. Catequesis de novios; 2. Meditación del embarazo en espíritu de Adviento; 3. Catequesis prebautismal a los padres de niños pequeños; 4. Colaboración de los padres en la catequesis preescolar y escolar; 5. La familia en la catequesis de perseverancia y de confirmación; 6. Catequesis familiar de iniciación eucarística.


I. Evolución de una situación

A pesar de la tendencia persistente a la disgregación de la familia en América latina y el Caribe, la supervivencia de costumbres, aunque decrecientes, de casarse por la Iglesia, de bautizar a los niños, de prepararlos para la eucaristía, y de otras devociones, ha permitido a la Iglesia emprender una nueva evangelización, que ha surgido por iniciativas laicales, particularmente femeninas, gradualmente apoyadas por religiosos, religiosas y sacerdotes antes de su proclamación por la jerarquía eclesiástica.

La doctrina conciliar (LG 11 b, 35c; AA 11, 30; GE 3; GS 48, 52) respaldó el paso, iniciado ya hacia 1960 en algunas diócesis de Chile, de una catequesis parroquial de niños —que, en general, llegaba hasta los preadolescentes– a una evangelización y catequesis de adultos, sobre todo con ocasión de la iniciación eucarística de los hijos.

La II Conferencia general del episcopado latinoamericano, realizada en Medellín, Colombia, en 1968, en el rico documento 8 de sus conclusiones, referente a catequesis, superó la costumbre de dar catecismo al proponer una evangelización de bautizados y nuevas formas de un catecumenado en la catequesis de adultos (Medellín 8, 9). Recogió algunas experiencias iniciales pero señeras, y estableció que «las comunidades cristianas de base, abiertas al mundo e insertadas en él, tienen que ser el fruto de la evangelización», por lo cual «la familia... debe ser objeto de la acción catequística, para que sea dignificada y sea capaz de cumplir su misión», con lo cual «la familia, Iglesia doméstica, se convierte en agente eficaz de la renovación catequística» (Ib 8, 10).

La III Conferencia, realizada en Puebla, México, a comienzos de 1979, valoró en la acción catequística «un redescubrimiento de su dimensión comunitaria de tal modo que la comunidad eclesial se está haciendo responsable de la catequesis en todos sus niveles: la familia, la parroquia, las comunidades eclesiales de base, la comunidad escolar, y en la organización diocesana y nacional» (Puebla 983). Declaró la familia «sujeto y agente insustituible de evangelización» (Ib 602; cf 569) y «la familia cristiana, primer centro de evangelización» (Ib 617).

En octubre de 1979, Juan Pablo II profundizó estas opciones, comenzando por el primado de la catequesis de adultos (CT 43), destacando el rol de los padres como educadores de la fe desde la primera infancia (CT 36) y dando primacía a la catequesis familiar en sus diversas formas (CT 68).

En 1992, la IV Conferencia general del episcopado latinoamericano, realizada en Santo Domingo, República Dominicana, respaldó los avances logrados y señaló nuevas metas: «Fortalecer la vida de la Iglesia y de la sociedad a partir de la familia: enriquecerla desde la catequesis familiar, la oración en el hogar, la eucaristía, la participación en el sacramento de la reconciliación y el conocimiento de la palabra de Dios, para ser fermento en la Iglesia y en la sociedad» (Santo Domingo 225).

Los catequistas y comunidades de base, luego las parroquias, y finalmente los equipos diocesanos y nacionales de catequesis, se han inspirado en la Biblia para enriquecer la catequesis familiar: se valoran costumbres como la de bendecir a los hijos (Gén 27,1-4.27-29; 49,1-28), de relatarles los beneficios de Dios (Sal 78,3-8), de orar a diario con ellos (Dt 6,4-9), de prevenirlos frente al ambiente que lleva a la codicia y a la violencia (Prov 1,8-19), de infundirles fortaleza en su fe (2Mac 7,20-23), de hacer peregrinaciones religiosas en familia (Lc 2,41); se propone celebrar en familia la pascua liberadora de Dios (Éx 12,21-27), tomar la familia de Nazaret como modelo de ejercicio prudente de la autoridad educativa (Lc 2,42-52; cf Ef 6,4; Col 3,21; Tit 2,15) y de animación a la disciplina (cf 1Tes 5,14; 2Tes 3,11-13). La familia, en el Nuevo Testamento, es primero destinataria del evangelio (Lc 19,9; Un 2,13s.), luego centro de vida eucarística (He 2,46; 1Cor 16,19) y, finalmente, agente de evangelización y de formación de apóstoles (He 18,24-28; 2Tim 1,5; 3,14s). Se anima a todos en la familia a dar buen' ejemplo en bien del evangelio y de la Iglesia (Tit 2,2-8). El comportamiento influye en el cónyuge no creyente más que las palabras (1Pe 3,1-4.7). Se ha de procurar la conversión del cónyuge sin forzar la libertad (1Cor 7,15s). Quien no atiende a su familia no es cristiano (1Tim 5,8).


II. Algunas modalidades de catequesis familiar

1. CATEQUESIS DE NOVIOS. La preparación de novios resulta muy fructuosa y enriquecedora cuando se confía a matrimonios catequistas. Hay variedad de experiencias de diverso valor. Una buena fórmula consiste en que cada pareja de novios, o bien dos y hasta tres, reciben la atención de un matrimonio, de preferencia en su propia casa, en entrevistas estructuradas, con un temario preciso para sucesivos encuentros. Los catequistas casados comunican principalmente su testimonio sincero de vivencia del sacramento, reconociendo las dificultades de la vida real. Este modelo promueve en la parroquia o en la comunidad eclesial local numerosos matrimonios catequistas de novios, que se turnan en semanas sucesivas para atender nuevas parejas a medida que se inscriben. La diócesis capacita a los matrimonios catequistas de novios en procesos más breves que los necesarios para otras formas de catequesis.

Este sistema favorece una preparación profunda y amistosa y encamina a las jóvenes parejas a integrarse en una comunidad eclesial que les resulta grata, fraterna y personalizante. El ser catequista de novios puede constituir uno de los compromisos apostólicos más abundantemente ofrecido a los miembros activos de las parroquias que surgen en las misiones y en otras actividades evangelizadoras.

El proceso debe ser catequístico. La preparación simplemente psicológica, sexológica, legal y ritual, que algunas parroquias todavía ofrecen, carece de tres condiciones indispensables: 1) una «preparación personal para la celebración del matrimonio, por la cual los novios se dispongan para la santidad y las obligaciones de su nuevo estado» (CIC 1063.2); 2) los novios han de reconocer que «las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad, que en el matrimonio cristiano alcanzan una particular firmeza por razón del sacramento» (CIC 1056); 3) el contrayente católico debe comprometerse «para que toda la prole se bautice y se eduque en la Iglesia católica» (CIC 1125). En sucesivas entrevistas, suponiendo en la mayoría de los novios una fe muy poco desarrollada, se revisa brevemente el conocimiento de Jesucristo y de su mensaje, se motiva el concepto cristiano del amor, de la sexualidad y de la familia, hasta llegar gradualmente al sentido del sacramento, y a orar en forma cada vez más espontánea, animados al principio por los catequistas.

La alta tasa actual de fracasos matrimoniales y algunas encuestas a divorciados han sugerido incluir en estos encuentros la motivación para contestarse mutuamente algunas preguntas en privado: «¿Nos sentimos ambos respetados? ¿Qué garantía de vida correcta ofrece cada uno al otro en las maneras de actuar? ¿Cuántos y qué aspectos de la vida tenemos y ponemos en común? ¿Qué haremos si nos nace un hijo deforme o discapacitado? ¿Cómo pensamos educar a los hijos en diferentes aspectos? ¿Tenemos acuerdos claros sobre la administración del dinero? ¿Estamos dispuestos a compartir tareas domésticas de forma equitativa? ¿Hemos tenido tiempo suficiente para conocernos como para un compromiso total? ¿Hemos tomado en serio las opiniones de nuestras respectivas familias? ¿Qué muestras de estabilidad, capacidad conciliadora y madurez de trato ofrece cada uno? ¿Estamos dispuestos a un compromiso definitivo ante Dios?». Las conversaciones después de los encuentros inducen a un número significativo de novios a postergar su matrimonio y en algunos casos a desistir de él, lo cual es buen logro de la catequesis prematrimonial. Los que resisten bien el proceso dan más garantía de estabilidad.

En algunas parroquias, el presbítero o el diácono que presidirá la celebración prepara la parte litúrgica para una celebración, no sólo válida sino fructuosa del sacramento, con varias parejas, en ambiente de retiro espiritual más que de clase doctrinal, que dispone a la reconciliación sacramental y a la eucaristía (cf CIC 1065.2).

2. MEDITACIÓN DEL EMBARAZO EN ESPÍRITU DE ADVIENTO. No es oportuno recargar a los matrimonios jóvenes con reuniones parroquiales. Con ocasión del embarazo, se fomenta su diálogo en la fe con material utilizable en el hogar en cualquier momento, tal como posters, colecciones de oraciones para la mesa o para la noche, volantes, folletos, audiocasetes, videogramas u otros.

Se sugieren textos motivadores para la reflexión de los esposos en diferentes días en ambiente de oración: ISam 1,1-20, la mujer que anhela un hijo lo ofrece a Dios con tal de gozar de ese don; Job 10,8-12, Job invoca a Dios que lo gestó en el vientre materno; Job 33,4.6, Elihú alega que Dios lo modeló tal como a Job; Sab 7,1-6, Salomón declara haber sido gestado en diez meses lunares como todo hijo de Adán; Sal 139,13-18, el salmista alaba el misterio prodigioso de su gestación; Qo 11,5-6, Qohélet admira el misterio del embarazo; 2Mac 7,20-29, la madre de siete niños hebreos mártires reconoce la obra de Dios en su gestación; Gál 4,4-5, una mujer engendra a Jesús, que nos hará hermanos; Lc 1,5-17, Juan Bautista recibe el Espíritu Santo antes de nacer; Lc 1,23-25, Isabel reconoce a Dios como autor primero de su embarazo; Lc 1,41-45, un niño no nacido puede recibir a Dios; Lc 1,57s., el pueblo creyente reconoce que un hijo es don de Dios; Lc 1,59-66, los creyentes se preguntan por la vocación del niño; Lc 1,26-38, la concepción de un hijo es un don de Dios; Lc 1,39-40.56, María encinta no deja de servir al prójimo; Lc 1,46-55, María embarazada proclama la grandeza del Señor; lSam 2,1-10, Ana alaba a Dios al dar a luz al profeta Samuel.

La parroquia apoya la espera de la nueva vida con celebraciones de la Palabra o de la eucaristía, con una bendición de las madres embarazadas, de los padres y de sus hijos en gestación; por ejemplo, una en adviento y otra unos seis meses después, en alguna fiesta mariana.

3. CATEQUESIS PREBAUTISMAL A LOS PADRES DE NIÑOS PEQUEÑOS. La preparación de padres y padrinos al bautismo de los niños se propone motivar el compromiso de los padres de educar a sus hijos en una vida cristiana que no debe abandonarse apenas iniciada. Esta catequesis, también breve en el uso actual, se confía a matrimonios catequistas preparados por la diócesis. Entre las experiencias conocidas, la mejor es atender cada vez a una sola familia, a dos, o a lo más a tres, cuando se cuenta con pocos catequistas en una comunidad. Para no recargarlos, cada parroquia o capilla invita a bastantes matrimonios a ser catequistas de prebautismales, motivándolos para un servicio hermoso y simple, ya que cada católico ha de definir su servicio a la Iglesia y al mundo, más allá de su trabajo y de su hogar.

Muchas personas y parejas solteras piden el bautismo para los hijos. Estas parejas requieren una atención muy comprensiva y serena por parte de los representantes de la Iglesia: secretaria parroquial, sacerdote o diácono, catequistas prebautismales. Con tino, encaminan al sacramento del matrimonio a quienes puedan realizarlo. Hay que preparar al bautismo de los niños sin uso de razón no sólo a los padres, sino además a los padrinos, explicándoles amablemente su rol (CIC 872 y 874).

Esta catequesis también se realiza en visitas a modo de entrevista estructurada, con apoyo en algún manual sencillo. En sucesivos encuentros se revisa el conocimiento que tienen de Jesucristo y de su evangelio el o los progenitores que piden el bautismo (CIC 868) y los padrinos, despertando el interés por su lectura asidua, ya que generalmente traen muy poca formación cristiana.

Para continuar el crecimiento cristiano después del bautismo y para ayudarles a iniciar en la fe a los hijos desde muy pequeños, se suele entregar a padres y padrinos algún material impreso o grabado, y se les recomiendan temas de reflexión familiar que suelen publicar determinados periódicos, revistas, programas de radio o televisión.

4. COLABORACIÓN DE LOS PADRES EN LA CATEQUESIS PREESCOLAR Y ESCOLAR. Los educadores en la fe que programan, realizan o publican materiales para la educación religiosa sistemática de los jardines de infancia y de las escuelas tratan de obtener la colaboración de los padres, como corresponde en toda catequesis de niños y adolescentes. Para eso, definen objetivos, actividades, contenidos y procedimientos. Al menos, informan a los padres sobre los objetivos y logros de la educación religiosa, les invitan a compartir en el hogar determinados temas de conversación o de oración bíblica, a introducir motivaciones y signos religiosos en las celebraciones familiares, tales como cumpleaños, día del padre, día de la madre, fiestas patrias. Si, al comienzo, los padres o tutores no apoyan de hecho la formación cristiana de los hijos, los educadores estimulan un diálogo interesante con los niños. Fuera del horario académico, en muchas escuelas de nivel básico y medio, se ofrece una preparación sacramental, además de la clase de educación religiosa.

5. LA FAMILIA EN LA CATEQUESIS DE PERSEVERANCIA Y DE CONFIRMACIÓN. Desde los doce años en adelante, la progresiva emancipación de los adolescentes respecto de sus padres sustituye gradualmente el protagonismo de los padres por el de los hijos en la educación de la fe. A esa edad la intervención de los padres de familia no se puede programar en forma tan directa, sino en forma similar a la descrita para la educación religiosa escolar.

A través de diversos sistemas, tales como la escuela para padres en los centros educativos, o los encuentros de generaciones en las parroquias y movimientos laicales (días de campo familiar, vacaciones familiares), se intenta alimentar con recursos creativos el diálogo de los padres con los hijos mientras dura la adolescencia, hoy tan prolongada, con la mira puesta en la evangelización de cada miembro de la familia. Los padres de adolescentes agradecen la ayuda que se les brinda para educarlos en esta etapa difícil, lo cual da ocasión para motivar sus actitudes a la luz del evangelio y del magisterio eclesial sobre educación.

En la preparación a la confirmación, que suele constituir una evangelización de bautizados cuando se hace a una edad de suficiente madurez, y en los grupos juveniles de formación en la fe, aunque no estén concebidos como una catequesis sistemática, resulta útil alimentar un diálogo entre padres e hijos sobre asuntos de fe, con apoyo programado de los catequistas y animadores. En la catequesis de confirmación se ha usado una amable carta del catequista a los padres ál comienzo de cada tema, para estimular su colaboración a la acción de la Iglesia, lo cual ha constituido una evangelización para los padres. Siempre resulta provechoso diseñar procesos y materiales de apoyo para quien es elegido padrino o madrina de bautismo, de confirmación o de matrimonio.

No todas estas formas de intervención de la familia en el crecimiento en la fe de una persona se pueden llamar propiamente catequesis familiar; lo son más bien las que tienen por responsables a los padres, o a uno de ellos, o a quienes hacen sus veces. La evangelización de los hijos a los padres difícilmente adopta una forma sistemática y programada, y más que catequesis familiar, es una catequesis a la familia.

6. CATEQUESIS FAMILIAR DE INICIACIÓN EUCARÍSTICA. La forma más lograda de catequesis familiar en América latina y el Caribe es la iniciación penitencial y eucarística de los niños, bajo la responsabilidad de los padres, apoyados por la comunidad. Se expande sin decretos, por convicción de párrocos, de animadores de pastoral escolar y de obispos, hasta diversas diócesis de Norteamérica y de Europa. Al prolongarse por unos dos años, permite un proceso evangelizador de los padres mientras se los motiva para iniciar a los niños en la vida cristiana, con positivas repercusiones en toda la vida eclesial.

a) Las características básicas de este sistema catequético: 1) Los destinatarios principales son los padres de familia, para asegurar a los niños un apoyo permanente en su crecimiento cristiano. 2) Los padres de familia se reúnen cada semana en pequeños grupos de unas diez personas con un matrimonio que les sirve de guía de catequesis familiar. 3) La evangelización de los padres de familia pretende integrarlos, al término del proceso, en una comunidad cristiana de base con su propia creatividad social y apostólica, por lo cual las reuniones no deben ser muy distantes en el tiempo, ni el proceso debe durar menos de dos años. 4) Con ayuda de su reunión y de un Cuaderno del niño, los padres comparten la reflexión evangélica y la oración en casa con su hijo para prepararle a participar en la eucaristía. 5) El niño trabaja en su Cuaderno, que le motiva a dialogar con sus padres sobre la fe y la vida de la Iglesia. 6) Cada sábado o domingo el niño celebra lo aprendido en la semana y se habitúa a celebrar el día del Señor, en una reunión a cargo de un animador de celebraciones para niños o auxiliar de catequesis familiar. 7) La diócesis forma a ambos agentes para asegurar la calidad del proceso.

En Honduras, que desarrolló primero los celebradores de la Palabra como animadores de comunidades de base, estas asumieron la forma de catequesis familiar, que está orientada a suscitar esas comunidades. Las comunidades de base y la catequesis familiar son sistemas pastorales que se potencian mutuamente.

b) Las personas: El sistema de catequesis familiar de iniciación eucarística tiene tres clases de personas: 1) Los destinatarios son los niños que se preparan a la vida eucarística, y principalmente sus padres. 2) Los agentes apostólicos son los guías de catequesis familiar, con preferencia matrimonios, para los grupos de padres que han de acudir, posiblemente en pareja, y los auxiliares de catequesis familiar para los grupos de niños (en cada grupo de niños se intenta contar con un auxiliar y un ayudante que se inicia en este apostolado, lo cual facilita la disciplina de los niños y asegura el funcionamiento cuando el auxiliar se ve impedido de concurrir). 3) Los formadores (generalmente miembros del equipo diocesano o del equipo nacional) son quienes dan cursos sistemáticos iniciales a los agentes apostólicos; también los coordinadores locales de guías y de auxiliares, que han ejercido estos apostolados por más tiempo, dan formación permanente a los más nuevos, mediante reuniones semanales de evaluación y de preparación de las reuniones. El éxito de la catequesis descansa en la selección, formación y acompañamiento del personal apostólico que la realiza, lo cual depende del párroco o del coordinador pastoral de la escuela donde este sistema catequético se establece.

c) Los objetivos. Los objetivos permanentes son tres: 1) Evangelizar a los padres con ocasión de la preparación de los hijos a la vida eucarística. 1) Encaminar a las familias a integrarse activamente en la parroquia, con preferencia en pequeñas comunidades cristianas que se unen en comunidades eclesiales de base más amplias, por ejemplo, hasta tener su propia capilla. 3) Despertar en los padres y en los hijos el compromiso social como fruto de su adhesión a Jesucristo. El primer objetivo es imperioso en el primer año, también llamado primer nivel (ya que en algunos lugares se asustan si se les anuncia una duración de dos años). El segundo y tercer objetivos se persiguen sistemáticamente en el segundo año o segundo nivel.

Cada sesión semanal, a su vez, tiene un objetivo simple y explícito, coherente con el objetivo de nivel o año, y comprensible por parte de los participantes, para que colaboren en su logro y en su evaluación.

d) Etapas. Cada uno de los dos años tiene varias etapas. Se han mantenido más estables las del primer año, que son: 1) Arar, o preparar a los padres y a los hijos para acoger la palabra de Dios y transmitirla, mediante un mejoramiento de su comunicación mutua. Culmina con la celebración de entrega de la Biblia o del Nuevo Testamento. 2) Sembrar la Palabra, mediante la presentación de Jesucristo en su vida y en su pascua. Termina con una celebración de Jesús como Señor. Sólo hacia el final de esta etapa una parte significativa de los padres comienzan a vivir una relación personal con Jesucristo y a transmitir esta vivencia a sus hijos. 3) Cosechar una adhesión libre al Señor. Termina con una celebración del sacramento del perdón.

Las etapas del segundo año, con algunas variantes en las diferentes ediciones, son principalmente: 1) Presentación del pueblo de Israel y de la Iglesia. Culmina con una renovación de las promesas bautismales. 2) Presentación de la alianza y de la pascua de Israel y de Jesucristo. Incluye una celebración de la pascua judía y posteriormente una eucaristía, en la que los niños más maduros, a juicio de sus padres y animadores, comienzan a comulgar. 3) Presentación de la Iglesia como signo del reino de Dios, de las cinco vocaciones de especial consagración (presbítero, diácono permanente, religioso, consagrado en instituto secular, misionero ad gentes), de la misión del laico y de la contribución económica a la Iglesia. Termina con una celebración de envío al mundo.

e) Las sesiones. Cada sesión tiene también etapas. Las de los padres se basan en el método activo de ver, juzgar, actuar y orar tomado de José Cardijn. 1) Ver consiste en que alguno de los participantes relate algún hecho sucedido, relacionado con el objetivo de la reunión, procurando elegir alguna experiencia de fe y no una simple anécdota; se puede suscitar esta clase de relatos a partir de un dibujo, de una foto, o incluso de un pasaje evangélico. 2) Juzgar consiste en reflexionar ese hecho de vida y otros similares, luego de iluminarlos con un texto bíblico propuesto en el manual o con otro sugerido por los guías. 3) Actuar es el compromiso libre que se toma de comunicar esta experiencia de fe a los hijos, y de procurar seguir a Jesús creativamente según lo descubierto de él en la reunión. 4) Orar es un rato de oración compartida al final de la sesión, y también el clima de atención a Dios y al prójimo, mantenido por los guías durante todo su transcurso.

Las reuniones de los niños también tienen etapas: a partir de un juego o dramatización, con el intervalo de un canto para serenarse como grupo, se llega al momento de la reflexión bíblica aplicada a la vida mediante numerosas preguntas del auxiliar de catequesis familiar, procurando incorporar a todos los niños, y se logra una oración compartida espontánea en forma verbal, y también silenciosa y después coral, terminando con nuevos cantos, aplausos rítmicos, gritos dialogados, cantos con gestos y despedida personal, tal como la acogida inicial.

f) Los contenidos. Son de tres clases: testimonial, experiencial y doctrinal. 1) El contenido testimonial de sentirse humildemente unido al Padre da fuerza a la palabra y acción como a Jesús (Jn 5,36-38) y a los apóstoles (He 2,32s). La confianza en el espíritu de Jesucristo mostrada por los guías y auxiliares es lo que anima a los niños, a sus padres y a los propios formadores a mantenerse en comunión con Dios y con su Iglesia. 2) El contenido experiencial consiste en la relación entre la fe y la vida que los catequistas guías y auxiliares procuran establecer en las reuniones, tanto de adultos como de niños. 3) Los contenidos doctrinales dependen de los objetivos de cada etapa, y en diferentes ediciones han sido modificados de acuerdo a las evaluaciones realizadas.

g) Los procedimientos. Son activos, grupales y liberadores. 1) El método activo se explicó al describir las etapas de cada sesión. 2) Hay reuniones semanales de una hora para los padres de familia, en casa de alguno de ellos, con apoyo de un manual para ellos y de otro para los guías. Conviene que el grupo no sobrepase los ocho o diez adultos, para que todos puedan decir algo en cada sesión. Hay celebraciones infantiles de la Palabra en el respectivo fin de semana, con ayuda de un Cuaderno del niño y de un manual para el auxiliar de catequesis familiar que reúne a los hijos de los miembros de dos o tres grupos de padres, es decir, unos diez a quince niños: son celebraciones de la Palabra, con una parte catequística, destinada a complementar, sin sustituir, la comunicación realizada por los padres de familia durante la semana. 3) Se procura que todo sea liberador. Para eso, el sistema es personalizante, ayudando al crecimiento interior de cada adulto y de cada niño, que han de sentirse respetados y tenidos en cuenta. Se refuerza la autoestima de cada uno felicitando cada aporte, cada logro y cada avance, especialmente en los más tímidos y menos participativos, lo cual es muy importante en los sectores más pobres. Se evita imponer, pero se anuncia con fe la buena noticia salvadora. En los juegos se prefiere la cooperación a la competición, o se compite entre equipos y no entre individuos. No se rechaza a ningún pecador, puesto que todos somos agraciados por la misericordia de Dios. Se aceptan personas solteras con hijos, separados casados de nuevo o no. A todos se anuncia el evangelio completo, dejando que cada uno vaya tomando sus decisiones. No se condena a nadie, y si alguno tiene dificultades con las leyes canónicas, se trata el caso en privado con respetuosa discreción. Se desarrolla el espíritu crítico y autocrítico de catequizandos y catequistas mediante interpelaciones evangélicas personalizantes y mediante evaluaciones que llevan a decisiones colectivas. Al tratar problemas de la sociedad, se miran desde la Iglesia comprometida con los más pobres. Si alguna vez se menciona la política de partidos, se respetan todas las opciones y se cuestionan todas desde el evangelio. Se pone al alcance del pobre: 1) el material, que se puede pagar por cuotas si el grupo se organiza; 2) el lenguaje de los manuales, y 3) la posibilidad de asumir rotativamente responsabilidades en el grupo, en la comunidad eclesial y en el sector local. Se fomenta por la conversión del corazón, la alegría sana y la libertad de los hijos de Dios en las celebraciones litúrgicas y en sencillas convivencias festivas.

h) La retroinformación. Hay retroinformación semanal, global, formal y externa. 1) La información sobre el logro de los objetivos de cada sesión la obtiene el coordinador del equipo de guías de catequesis familiar en su reunión semanal, donde oran juntos, evalúan la sesión de la semana anterior y preparan la próxima. También el coordinador del equipo de auxiliares de catequesis familiar se reúne cada semana con ellos para orar juntos, evaluar fraternalmente la celebración de la Palabra realizada en el fin de semana anterior y para, juntos, preparar creativamente la próxima. La finalidad de esta retroinformación semanal es mejorar la tarea de los agentes y los logros en los destinatarios. 2) La retroinformación global para los autores de los materiales, que son formadores del personal apostólico que lo utiliza, se obtiene tanto de los participantes en los cursos como de los párrocos que los inscriben, y de congresos nacionales de catequesis familiar, como los realizados en Argentina en 1993 y 1997 (reseñados en la revista Didascalia) o el Encuentro latinoamericano de catequesis familiar, realizado en Santiago de Chile en 1985, por el DECAT, Departamento de catequesis del CELAM. 3) La retroinformación formal se organiza cada cuatro o cinco años, al preparar cada nueva edición del material, con una consulta escrita completada con reuniones presenciales de los autores, con diversos grupos de formadores diocesanos del país, y con coordinadores parroquiales de catequesis familiar. 4) La retro-información externa se obtiene de estudios de sociología religiosa, como los dirigidos en Chile por Patricia Van Dorp y por Josefina Puga.

i) Los materiales. Hay materiales oficiales y suplementarios. En forma suplementaria se han creado grabaciones de radioteatros breves para los padres, casetes de cantos infantiles y litúrgicos, y comienzan a aparecer CD-Rom multimedia, con la orientación de Javier Díaz Tejo, autor de Algunos criterios catequéticos básicos para la recepción y uso de la computación educativa al servicio de la educación de la fe, tesis presentada en el Instituto superior de pastoral catequética de Chile, Catecheticum, Profesor-Guía: E. García Ahumada.

Los materiales oficiales son cinco: 1) El Libro de los padres, diseñado para una reunión interfamiliar a cargo de un matrimonio-guía, es el material más importante de esta catequesis. En su diagramación destaca: la revisión del diálogo realizado en la semana anterior con el niño; el texto bíblico central; las preguntas acerca del texto bíblico principal o acerca de alguna ilustración motivadora; las sugerencias para comunicar vivencias e informaciones al niño y al resto de la familia durante la semana; las pistas para la oración; las preguntas o propuestas para el propósito libre de la semana, y algún pensamiento motivador para recordar. 2) El Libro de los guías orienta al buen uso del Libro de los padres y prócura resolver las dificultades más corrientes con que tropiezan los guías: cómo mejorar la integración de varones, cómo crear acogida mutua y alegría desde la primera reunión, cómo animar a los padres a llevar a la reunión el Cuaderno del niño para comentar el diálogo realizado con él, cómo promover la participación evitando el monopolio de la palabra, cómo favorecer gradualmente la vida sacramental, cómo detectar posibles matrimonios-guías, cómo fomentar la integración a comunidades cristianas, a la comunidad parroquial, a la preocupación por la justicia y la solidaridad en el trabajo y en la sociedad. 3) El Libro del auxiliar de catequesis familiar incluye las orientaciones generales sobre el rol de este animador, que debe dejar el protagonismo a los padres de familia o a quienes hacen sus veces, y pautas pedagógicas para cada celebración de la Palabra. 4) El Cuaderno del niño despierta la curiosidad, creatividad e iniciativa del niño, animándolo a conversar con sus padres sobre los temas, vinculados uno a uno a los del Libro de los padres y al de la reunión o celebración infantil correspondiente. 5) La Metodología ofrece contenidos globales para los cursos de iniciación de este personal apostólico.

Cuando el sistema de catequesis familiar de iniciación eucarística se aplica en una escuela, se organizan los grupos de padres de familia por sectores geográficos, de modo que sea fácil a los guías de catequesis familiar reunir en sus casas a matrimonios de su vecindad, y que todo el grupo se vaya vinculando a su propia parroquia, por ejemplo, con ocasión de las confesiones y otras celebraciones del proceso.

BIBL.: ALBERICH E.-BINz A., Formas y modelos de catequesis con adultos. Una panorámica internacional, CCS, Madrid 1996, 90-94; BIESINGER A., Erstkommunion als Familienkatechese. Zur Relevanz von «catequesis familiar», Theologische Quartalschrift 174-2 (1994) 120-135; DECAT, Catequesis familiar, CELAM, Bogotá 1987; DECKER C., Catequesis familiar. Historia y descripción del método, Instituto arquidiocesano de catequesis, Santiago de Chile 19964; DÍAZ J.-VALENZUELA E., La eucaristía. Jesús nos invita a su fiesta (CD-Rom). Diakom Ltda, Santiago de Chile 1997; GAMBINO V., Caminos hacia Dios. Educación cristiana en familia y en el parvulario, 2 a 6 años, San Pablo, Santiago de Chile 1979; GARCÍA AHUMADA E., Qué es la catequesis familiar, San Pío X, Madrid 1998; PUGA J., Hacia una plena participación del pueblo de Dios en la eucaristía. Esfuerzos catequísticos y litúrgicos en parroquias, Centro de investigaciones socioculturales CISOC-Bellarmino, Santiago de Chile 1997; VAN DORP, Estudio evaluativo de la catequesis familiar, Centro Bellarmino, Santiago de Chile 1978.

Enrique García Ahumada