ÁMBITOS EDUCATIVOS, Otros
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SUMARIO: I. Otros ámbitos educativos y lugares de catequesis: 1. El Directorio general para la catequesis, de 1997; 2. Lugar y ámbito. II. Lugares de catequesis: asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles: 1. Clarificación terminológica; 2. Aspectos pastorales. III. Ambitos de catequesis: 1. Medios de comunicación social; 2. Otros ámbitos ocasionales.


I. Otros ámbitos educativos y lugares de catequesis

Además de los .lugares de catequesis en los que se hace cercana y se visibiliza la Iglesia y en los que los cristianos nacen a la fe, se educan en ella y la viven, como son la familia, la parroquia, la escuela católica y las comunidades eclesiales de base, también se señalan como lugares de catequesis las asociaciones, los movimientos y grupos apostólicos (cf IC 32-38). No son lugares tan específicos en sus fines y características como los otros; sin embargo, constituyen un auténtico lugar de catequesis para muchos cristianos que se inician en la fe, o de formación permanente catequética para los iniciados.

Asimismo, son considerados ámbitos educativos en relación a la catequesis los medios de comunicación social y otras áreas culturales o areópagos modernos, como son los encuentros o campañas por la paz, el desarrollo, la ecología, etc., junto con la llamada religiosidad popular. La diversidad de estos otros lugares y ámbitos merece un estudio también diversificado, señalando lo que les es común en relación a la catequesis y sus posibilidades diversas, según su naturaleza.

1. EL DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS, DE 1997. El Directorio general para la catequesis dedica a asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles dos números específicos dentro del capítulo dedicado a lugares y vías de catequesis (DGC 261-262), que recogen lo ya señalado dispersamente en los otros documentos del magisterio. Con respecto a los otros ámbitos (medios de comunicación y religiosidad popular) ya estaban tratados en el anterior Directorio general de pastoral catequética, de 1971; en este se subraya su necesidad pastoral para la acción misionera (DCG 160, 161, 195, 196, 209) y se amplía su consideración a otros ámbitos, llamados areópagos modernos (DCG 211).

Todos estos lugares y ámbitos se han tenido tradicionalmente en cuenta en los documentos magisteriales y pastorales relacionados con la catequesis, pero quizás es a partir del nuevo Directorio cuando las orientaciones sobre ellos han quedado mejor estructuradas, gracias a la experiencia eclesial de los últimos años, en los que se ha ido proporcionando en distintas Iglesias particulares procesos de catequesis de iniciación cristiana para niños, adolescentes y jóvenes, en los que intervienen distintos lugares y ámbitos educativos en un proceso único y coordinado.

Con respecto a los adultos, se ha ido clarificando la naturaleza de estos otros lugares o ámbitos en relación a la catequesis, a medida que se ha ido abriendo paso una catequesis con fuerte talante misionero y la importancia pastoral del grupo, de la comunicación y de la religiosidad popular. Esta importancia fue señalada en el anterior Directorio (DCG) y subrayada por la exhortación apostólica Catechesi tradendae. Se trata, pues, de unas concreciones eclesiales ya tradicionales en su consideración pastoral con respecto a la catequesis, que quedan hoy mejor determinadas en su naturaleza y en la relación con aquella.

2. LUGAR Y ÁMBITO. Aunque en libros y artículos de catequética se suele utilizar indistintamente el término lugar o ámbito de catequesis, sobre todo cuando se trata de otros, entendemos aquí por lugar un espacio comunitario donde se realiza la catequesis de inspiración catecumenal y la catequesis permanente (cf DGC 253) y, en consecuencia, sólo daremos esta consideración a las asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles.

Entendemos por ámbitos los medios y posibilidades para la catequesis de espacios, lugares y situaciones distintas, como son los medios de comunicación social, los lugares de peregrinación o las situaciones que originan las campañas de sensibilización acerca de algún tema humano.


II. Lugares de catequesis: asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles

«Toda asociación de fieles en la Iglesia debe ser, por definición, educadora de la fe» (CT 70). La exhortación apostólica Catechesi tradendae señala las que se dedican a la práctica de la piedad, al apostolado, a la caridad y la asistencia, a la presencia cristiana en las realidades temporales; es decir, a las asociaciones y grupos que no nacen o se constituyen para la catequización de sus miembros, sino para otras importantes acciones eclesiales y para ayudar a sus miembros a realizar su misión laical en la Iglesia y en el mundo. A este tipo de asociaciones, movimientos y agrupaciones les da el nuevo Directorio la consideración de lugar de catequesis, pues si bien no se constituyen con la finalidad directa de la catequesis, esta es «siempre una dimensión fundamental en la formación de todo laico. Por eso, estas asociaciones y movimientos tienen ordinariamente unos tiempos catequéticos. La catequesis, en efecto, no es una alternativa a la formación cristiana que en ellos se imparte, sino una dimensión esencial de la misma» (DGC 261).

1. CLARIFICACIÓN TERMINOLÓGICA. Genéricamente se denominan movimientos eclesiales al conjunto variado de asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles, cuyos miembros se forman para ejercer el apostolado en la sociedad o para contribuir a la construcción de la comunidad eclesial, como laicos. También se aplica el término de movimientos eclesiales a los nuevos movimientos que tienen una finalidad más directamente catequética de iniciación cristiana, como son las Comunidades neocatecumenales, el movimiento Comunión y liberación, Comunidades de la Palabra, Focolares y Movimientos catequéticos para la infancia y la juventud, que surgen como grupos parroquiales o catecumenados en colegios católicos.

En un material de trabajo publicado por la Comisión episcopal de apostolado seglar, de la Conferencia episcopal española, sobre la realidad del apostolado seglar en España, se señalan grupos de laicos en la vida y edificación de la comunidad cristiana: en la catequesis, en la animación litúrgica, en la acción caritativa, en la acción asistencial y de promoción social y humana, en los grupos de oración y de corresponsabilidad pastoral, además de los, aproximadamente, 200.000 miembros que forman comunidades dentro de las parroquias y colegios católicos. En cuanto a la presencia de grupos para la inserción del laico en la sociedad, distingue este documento doce grupos distintos dentro de la Acción católica, además de otros grupos de laicos en la pastoral familiar, juvenil, obrera, de enseñanza, en el mundo de la salud, emigrantes, cooperadores misioneros y otros, que forman un variadísimo bosquejo tipológico desde esta perspectiva. Menos variado, aunque también diverso, es el concepto de los denominados movimientos eclesiales.

Se puede hablar de asociación cuando el grupo tiene estatuto y estructura orgánica e institucional y, en consecuencia, sus miembros se adhieren formalmente al ente jurídico existente. Se habla de movimiento cuando las personas se unen en torno a unas ideas fuerza, o a un método de trabajo, o a un espíritu aglutinador, que convoca a su pertenencia mediante una adhesión vital, con vocación de pertenencia en el tiempo, sin necesidad de establecerse jurídicamente, y de extensión en otros lugares por la propia bondad de sus ideas, métodos o espíritu transmitidos por los propios miembros. Y finalmente se habla de grupos o agrupaciones cuando las características de la asociación o del movimiento se limitan en el espacio o en el tiempo. Hay agrupaciones reconocidas jurídicamente, pero limitadas a unos grupos reducidos, y otras, sin pretensión de reconocimiento jurídico, que se ajustan más a lo que es un movimiento, pero que también se limitan en su extensión.

Con todo, aunque pueda parecer clasificadora esta distinción, existen movimientos con estatutos y organización jurídica, como los movimientos de Acción católica, y movimientos que no los tienen, pero que poseen una sólida organización interna y externa muy superior a las más estructuradas asociaciones, como las comunidades neocatecumenales.

El valor, pues, de los movimientos eclesiales como lugares de catequesis depende más de la propia dinámica de cada grupo o célula que de la forma jurídica que tenga. Incluso, dentro de una misma asociación, movimiento o agrupación, las posibilidades que ofrece cada grupo concreto son muy distintas con respecto a otro de la misma asociación o movimiento, dado que los programas de formación se determinan en gran medida a partir de la fuerte experiencia cristiana que se vive en ellos.

El Directorio general para la catequesis, en concordancia con la Catechesi tradendae 70, trata en el apartado de «asociaciones, movimientos y agrupaciones» sólo aquellas que no nacen propiamente para constituirse en ámbitos de catequización; y así habrá de considerarse este lugar de catequesis excluyendo a los movimientos propiamente catequéticos (comunidades catecumenales, comunidades de la Palabra y catecumenados), o el propio catecumenado bautismal de adultos, que es tratado también en el Directorio como lugar de catequesis (cf DGC 256).

2. ASPECTOS PASTORALES. En el Directorio y otros documentos del magisterio pontificio y de la Comisión episcopal de enseñanza y catequesis de España se señalan aspectos a tener en cuenta con respecto a estos lugares, tanto en general como en relación a la edad de los miembros.

a) En general, son tres los aspectos a tener en cuenta: 1) El movimiento eclesial, sea cual sea su característica jurídica, formativa, pastoral o metodológica debe respetar la naturaleza propia de la catequesis: «la catequesis, sea cual sea el lugar donde se realice, es, ante todo, formación orgánica y básica de la fe. Ha de incluir, por tanto, un verdadero estudio de la doctrina cristiana y constituir una seria formación religiosa, abierta a todas las esferas de la vida cristiana» (DGC 262a; CT 47). Para ello es conveniente reseñar en los programas de formación de los distintos movimientos unos tiempos específicamente catequéticos (CT 67; ChL 60). 2) El movimiento eclesial puede expresar los contenidos catequéticos con sus propios recursos y con los elementos de su metodología característica. Lo deseable es que la formación apostólica y la espiritualidad específica de cada movimiento se desarrolle en un tiempo posterior a la formación básica inicial e integral de la catequesis, pero «en realidad muchas veces no ocurre esto; habrá de aprovechar al mismo tiempo sus propios cauces formativos, sus elementos propios para una educación sistemática de la fe, o posibilitar que otras instituciones eclesiales creen cauces adecuados para su logro» (CC 282). El Directorio subraya la meta deseable a fin de no difuminar la naturaleza propia de la catequesis (DGC 262b). 3) La importancia del movimiento eclesial como lugar de catequesis no puede suponer una alternativa a la parroquia. Esta es el lugar privilegiado de catequesis (CT 67; DGC 257); por esto toda parroquia importante, entre otras obligaciones, debe «adoptar los lugares de catequesis en la medida en que sea posible y útil, velar por la calidad de la formación religiosa y por la integración de distintos grupos en el cuerpo eclesial» (CT 67). Las asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles deben tener a la parroquia como comunidad educativa de referencia. Pueden, pues, ser lugares de catequesis, pero en necesaria conjunción con la parroquia, que es el lugar privilegiado, el «más significativo en que se forma y manifiesta la comunidad cristiana» (DGC 257).

Por tanto, se valora realmente el movimiento eclesial como lugar de catequesis, ya que es un refuerzo de notable eficacia para la catequesis y ayuda a concretar la experiencia eclesial en relación con la vida del laico inmerso en el mundo. También se valora que en los planes formativos de los movimientos haya tiempos o momentos de catequesis, pues lo requiere todo programa de formación apostólica, y son más necesarios en la actualidad para personas no iniciadas en la fe que se incorporan a los movimientos, atraídos por sus acciones o actividades, o por la atractiva forma de vida en grupo o comunidad. Los documentos citados señalan las cautelas indicadas para no diluir la naturaleza propia de la catequesis, que produciría un resultado formativo no deseado, como es el construir sin cimientos o formar sólo para la actividad. Asimismo es necesario señalar los criterios de eclesialidad como condición necesaria para que las asociaciones y movimientos laicales sean lugares de catequesis. En la Christifideles laici se enumeran y explican estos criterios: «El primado que se da a la vocación de cada cristiano a la santidad, la responsabilidad de confesar la fe católica, el testimonio de una comunión firme y convencida, la conformidad y la participación en el fin apostólico de la Iglesia, el comprometerse en una presencia en la sociedad humana» (ChL 30).

b) Por edades: 1) Infancia. En los últimos años se han desarrollado asociaciones y movimientos que, a modo de oratorio, son ámbitos educativos de niños para el tiempo posterior a la primera comunión. El movimiento Scout en su sección educativa infantil (lobatos) o el movimiento Junior recogen la rica experiencia del oratorio fundado por san Felipe Neri en 1500. Los colegios católicos, especialmente los pertenecientes a las congregaciones fundadas por san José de Calasanz y san Juan Bosco, incorporaron el oratorio en su propuesta formativa. Actualmente otras asociaciones, grupos o movimientos parroquiales o de colegios han visto en esta experimentada fórmula una posibilidad de ofrecer una formación de carácter ambiental, lúdico, de tiempo libre, que sea al mismo tiempo formación religiosa que privilegia la experiencia de vida que produce el juego y la convivencia.

El tiempo que transcurre entre la primera comunión y la preparación al sacramento de la confirmación viene a coincidir con la denominada infancia adulta y la preadolescencia. Los movimientos y asociaciones que forman a niños en estas edades posibilitan que no haya ruptura en el proceso de iniciación cristiana y que sigan vinculados a la comunidad eclesial donde se inician sacramentalmente. Es un gran instrumento pastoral entre esos dos momentos fuertes para la catequesis (iniciación sacramental y preparación a la confirmación). La misión que tienen estos movimientos y asociaciones en la infancia adulta, en la que la catequesis debe ofrecer la síntesis de la fe en el momento más adecuado para el desarrollo evolutivo del niño, no siempre puede desarrollarse respetando la naturaleza propia de la catequesis; en ese caso el movimiento debe motivar y acompañar a los niños para recibir la catequesis de síntesis de la fe en los grupos catequéticos específicos de la parroquia o colegio.

2) Preadolescencia, adolescencia, juventud. Para estas edades el Directorio general para la catequesis recomienda a las asociaciones, movimientos y agrupaciones como lugar de catequesis. A diferencia de lo dicho con respecto a la infancia, en estas otras fases de la vida la catequesis consigue mejor su naturaleza propia en el seno de un movimiento eclesial. «No se puede olvidar que resulta provechosa aquella catequesis que se puede llevar a cabo al interior de una pastoral más amplia de preadolescentes, adolescentes y jóvenes, orientada al conjunto de problemas que afectan a su vida. A este fin la catequesis debe integrar aspectos tales como el análisis de la situación, la atención a las ciencias humanas y de la educación y la colaboración de los laicos y de los mismos jóvenes... Son mediaciones útiles para una catequesis eficaz: una acción de grupo bien orientada, una pertenencia a asociaciones juveniles de carácter educativo y un acompañamiento personal del joven, en el que destaca la dirección espiritual» (DGC 184).

Los movimientos Scout, Junior, grupos de adolescentes y jóvenes en parroquias y colegios subrayan, a través de su simbología, ritos y estructuras, una identidad comunitaria que es una buena mediación para introducir al preadolescente y adolescente en el sentido de pertenencia a la Iglesia y hacerlo a través de las distintas dimensiones: oracional, ritual, apostólica...

La mayor carencia actual que tienen estos movimientos y grupos para la catequesis en estas edades, es la organización de los contenidos noéticos a comunicar con su propia metodología. Parece necesario un catecismo básico para estas edades y la elaboración diocesana de un proceso de iniciación cristiana único y coherente para los niños, adolescentes y jóvenes, en íntima conexión con los sacramentos de iniciación (DGC 274a). La integración de los grupos y movimientos en un proceso único diocesano posibilita que estos asuman la preparación sacramental de sus miembros para la recepción de los sacramentos de la confirmación y el matrimonio, pues aquellos cristianos que han vivido una experiencia eclesial prolongada y se han formado básica e integralmente en la fe, en sus distintas etapas, no necesitan el mismo tiempo ni los mismos objetivos que aquellos que no lo han hecho.

3) Adultos. Cuanto se ha señalado en general se debe entender especialmente indicado con respecto a los adultos, pues es la forma principal de la catequesis (CT 43; CC 237/8; CAd).

De las dos modalidades básicas de catequesis de adultos (CC 240) los nuevos movimientos eclesiales (Comunidades neocatecumenales, comunidades de la Palabra, Focolares...) han desarrollado una metodología atenta a la fundamentación de la fe de bautizados no iniciados, en situación cuasi-catecumenal (CT 44), mientras que los movimientos de Apostolado seglar y Acción católica son lugares para la catequesis, incorporando a sus programas de formación los fundamentos de la fe para anunciarlos misioneramente o consolidarlos, según se trate de programas para militantes o para iniciación de los propios miembros.

Tanto en un caso como en el otro, la mayor dificultad para poder ser auténticos lugares de catequesis es la falta de un proyecto diocesano de catequesis para adultos (DGC 274b) que establezca lo común, básico y fundamental de los procesos de formación, que pretendan tanto la fundamentación básica de la fe como despertarla o consolidarla.

A pesar de ello, es destacable el gran servicio que realizan a la catequesis los distintos movimientos de adultos, tanto por el numero de personas que atienden como por la seriedad de sus programas de formación. Es muy de alabar su actual disposición a revisar sus programas y dejarse interpelar eclesialmente. Buena disposición que merece ser correspondida por un buen proyecto diocesano.


III. Ámbitos de catequesis

1. MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL. a) Documentos. El documento conciliar Inter mirifica y los posconciliares Communio et progressio (1971) y Aetatis novae (1992) exponen las enseñanzas y orientaciones más importantes de la abundante relación de textos, alocuciones y mensajes del magisterio pontificio con respecto a los medios de comunicación social. En ellos se trata de la naturaleza del proceso comunicativo y de los instrumentos para el derecho y deber a la comunicación, de la titularidad y acceso a los medios, de su incidencia social y de la responsabilidad de su uso, así como del diálogo y cooperación entre la Iglesia y los medios de comunicación social, y también acerca de «la utilización que de los medios de comunicación se ha hecho esencial para la evangelización y la catequesis» (CP 126, 129, 216; AN 9, 11,22;IM3).

Para completar la presentación de este ámbito, habrá que acudir, sin embargo, a documentos referidos a la evangelización y a la catequesis, especialmente al DGC en los números 160/2 y 209, que sintetiza lo señalado a este respecto en EN 45, CT 46 y RMi 37. En estos documentos se afirma que los medios de comunicación social, primer «areópago del tiempo moderno», son para muchos el principal instrumento informativo y formativo, y que la Iglesia se sentiría culpable ante su Señor si no los empleara, pues gracias a ellos puede hablar a las masas.

La variedad de medios de comunicación social y su constante desarrollo pueden dejar anticuada cualquier presentación específica de los mismos como ámbito para la catequesis. Hablar hoy de prensa, discos, grabaciones, vídeos y audio, e incluso de radio o televisión puede sonar a una presentación anticuada de los medios de comunicación social, cuando la comunicación informática quiere ser el principal medio de comunicación. Parece, pues, razonable tratar de este ámbito para la catequesis en general, pero indicando que cada medio es distinto del otro, realiza su propio servicio y, en consecuencia, exige un uso específico. Cada medio exige de los catequistas «un serio esfuerzo de conocimiento, de competencia y de actualización cualificada. Pero sobre todo, dada la gran influencia que estos medios ejercen en la cultura, no se debe olvidar que no basta usarlos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta misma cultura (cf DGC 161).

La importancia de los medios de comunicación social para la inculturación es señalada en el Directorio (209), recordando que hay que equilibrar bien el lenguaje de la imagen con el de la palabra, la salvaguarda del genuino sentido religioso, la promoción de la madurez crítica de los usuarios, la elaboración de los materiales catequéticos y la colaboración entre los agentes pastorales.

b) Historia de los medios de comunicación social, como ámbito para la catequesis. Pío XII en la encíclica Miranda prorsus (1957) acota el concepto de comunicación social, aplicándolo a «la difusión de los bienes destinados a la comunidad y a cada uno de los individuos, entendida la difusión en el sentido de comunicación realizada a gran escala» y apunta hacia la utilización de estos en la misión evangelizadora adoptando una posición de «vigilante prudencia de madre... cuidando de proteger a sus hijos en el maravilloso camino del progreso», e invita a educar al receptor y espectador del cine, la radio y la televisión a comprender el lenguaje propio de cada una de estas artes. El Vaticano II, en el decreto Inter mirifica da un paso más, y además de acoger los nuevos medios de comunicación social propone fomentarlos principalmente por medio de los laicos. Asimismo, invita a los seglares a no ser sólo receptores y espectadores formados, sino también usuarios en las distintas tareas evangelizadoras de la Iglesia.

La instrucción pastoral Communio et progressio (1971) invita a obispos, sacerdotes, religiosos y seglares a colaborar en publicaciones y emisiones de radio, televisión y cine. La aportación de esta instrucción es incorporar el diálogo como recurso pastoral porque, «la Iglesia desea tratar y dialogar con los informadores —sea cual sea su creencia religiosa— sobre cuanto ella pueda aportar».

Aetatis novae (1992) centra su atención no sólo en los profesionales responsables y en el pueblo católico que utilizan los medios de comunicación social, sino en la Iglesia, señalando que ha de ponerse en actitud de servicio al hombre, portadora de su mensaje de salvación, que está llamada a ser la voz de los sin voz y la voz de la verdad.

Desde 1967 la Jornada mundial para las comunicaciones sociales ha tratado a los medios de comunicación social como ámbito para la evangelización y la catequesis de manera específica en los siguientes enfoques: vehículo de la fe (1968), al servicio de la verdad (1972), al servicio de la afirmación y promoción de los valores espirituales (1973) y al servicio de la evangelización en el mundo (1974) e instrumento de encuentro entre fe y cultura (1984) y de la promoción cristiana de la juventud (1985). Al servicio también de la formación cristiana de la opinión pública (1986), de la religión (1989), del mensaje cristiano en la actual cultura informática (1990), de la proclamación del mensaje de Cristo (1992) y los vídeos y casetes en la formación de la cultura y de la conciencia (1993).

c) Presencia evangelizadora de la Iglesia en los medios de comunicación social. Actualmente en España la Iglesia se hace presente con distintas fórmulas. En los medios de comunicación social de titularidad pública, en programas concedidos a la Conferencia episcopal española (en RTVE) u obispos (televisiones autonómicas). Son programas que posibilitan la utilización del medio para la evangelización y catequesis, y potencian dimensiones de esta, más adecuadas a este ámbito, como son: el lenguaje testimonial, el lenguaje simbólico y la presentación apologética de los contenidos de la fe. Estos programas son seguidos por el público creyente y convencido, situados en la parrilla de programación en tiempos muertos. También en las televisiones de titularidad pública se presentan las celebraciones y fiestas populares más importantes, con su propio lenguaje evangelizador y catequético y llegan a un público más amplio.

La COPE, con accionariado mayoritario de la Conferencia episcopal española y otras instituciones eclesiales, emite semanalmente programas que pueden ser utilizados como ámbitos para la catequesis y que privilegian las dimensiones moral, social y apostólica de la catequesis, con un lenguaje fundamentalmente testimonial. Esta fórmula de titularidad de los medios de comunicación social presta un buen servicio a la catequesis, al cuidar la presentación de una adecuada imagen de la Iglesia, tanto en la información general como en la específicamente religiosa.

Televisiones, radios y páginas en Internet propias de diócesis y organismos eclesiales completan la actual presencia de la Iglesia en España. Son iniciativas nuevas que están abriéndose camino con la esperanza de ser un instrumento de evangelización y catequesis, principal preocupación actual con respecto a los medios de comunicación social.

El lenguaje catequético que mayor eficacia tiene en los medios de comunicación social es el testimonial. Los testimonios vivos y auténticos de creyentes logran, al divulgarse, un impacto positivo incluso en la audiencia no creyente: testimonios de mártires actuales, la presentación de actividades sociales, la confesión pública de católicos del mundo de la cultura, la política, las artes o el espectáculo, etc.

2. OTROS ÁMBITOS OCASIONALES. a) Peregrinaciones. Un ámbito muy actual con gran experiencia eclesial son las peregrinaciones. De las tres grandes peregrinaciones de la cristiandad, Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela, es esta última la que mejor conserva su ámbito para la catequesis, pues, hecha a pie, en bicicleta o a caballo, utiliza el tiempo y los hitos del camino como instrumento catequético.

El tiempo y el espacio son fundamentales en la peregrinación y se utilizan en la catequesis como espacios y tiempos dedicados a Dios, el único necesario, tiempo de emancipación y liberación, de reconciliación con Dios y con los hermanos, tiempo de gozo. Y espacios y tiempos para la misión y evangelización de la comunidad de peregrinos que se encuentra en el camino.

La peregrinación es una imagen plástica de la propia vida cristiana, que se convierte en real en el peregrino. Este peregrina movido por la fe y se encamina al lugar santo, para allí profesar renovadamente su fe. Es la imagen del cristiano, peregrino de la fe recibida como don en el bautismo hasta el encuentro definitivo con el Señor, cara a cara.

Además de estas tres grandes peregrinaciones, otras más locales o nacionales participan de algunas de las posibilidades catequéticas indicadas.

b) Encuentros. Juan Pablo II ha instaurado periódicamente encuentros mundiales de la juventud, o de la familia, que participan de lo indicado sobre la peregrinación como ámbito de catequesis. El encuentro con el sucesor de Pedro es un ámbito que subraya lo católico, la gran Iglesia, como signo e instrumento de evangelización del mundo contemporáneo. La preparación y acompañamiento de jóvenes o familias en estas convocatorias garantiza su mejor utilización como ámbito para la catequesis.

El modelo de los encuentros con el Papa se ha extendido a otros similares con los obispos en sus diócesis, propiciando una formación eclesial de los que participan en ellos.

Otros encuentros en ámbitos parroquiales o de colegios: convivencias, retiros, semanas juveniles... son ocasiones para la catequesis, cuyos objetivos y contenidos necesitan ser programados en cada ocasión. Son lugares idóneos para que la catequesis complete su oferta, subrayando o matizando algunas de las metas que se plantean en los itinerarios más formales de la catequesis de la comunidad cristiana.

c) Campañas. En aspectos más puntuales que se necesitan subrayar son también ámbitos para la catequesis las campañas anuales de: Manos Unidas, Día mundial de oración por las vocaciones, Domund, etc., que no se limitan a unas catequesis ocasionales formalmente ofrecidas, sino a un conjunto de actividades celebrativas, reflexivas y de compromiso social y  apostólico que posibilitan las dimensiones catequéticas, algunas veces relegadas.

BIBL.: ARZOBISPADO DE VALENCIA. DELEGACIÓN DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL, La doctrina de la Iglesia sobre los medios de comunicación social, 1993; CANO G., Los medios audiovisuales y la Iglesia, una alianza para los nuevos tiempos, Actualidad catequética 168 (1995); COMISIÓN EPISCOPAL DE APOSTOLADO SEGLAR, Presencia y futuro del apostolado seglar en España, Edice, Madrid 1989; DIÓCESIS DE BILBAO, Catecumenado y comunidades eclesiales, Actualidad catequética 170 (1996); GEVAERT J. (ed.), Diccionario de catequética, CCS, Madrid 1987 (especialmente: Movimientos eclesiales, Acción católica, Asociaciones, Lugares de la catequesis, Oratorio, Peregrinaciones, Medios de comunicación social); IRIBARREN J., El derecho a la verdad, BAC, Madrid 1968; MENA GÓMEZ R., La información y la vida de la Iglesia, Actualidad catequética 168 (1995); OURSEL R., Rutas de peregrinación, Encuentro, Madrid 1982.

Francisco Ferrer Luján