EL FUTURO DEL CRISTIANISMO

La transmisión de la fe

1. INTRODUCCION

o Interrogantes: ¿Tiene futuro el cristianismo? ¿Qué futuro? ¿Cómo se transmite la fe? ¿Qué dificultades y retos percibimos?

2. EXPOSICION

o El porvenir de una ilusión (Freud, 1856-1939).

o Declaración Universal de los Derechos del Hombre (ONU, 10-12-1948).

o Un mundo en evolución (Teilhard de Chardin, 1881-1955).

o El Concilio (1962-1965) era necesario. Fue convocado para "devolver al rostro de la Iglesia de Cristo todo su esplendor, revelando los rasgos más simples y más puros de su origen" (Juan XXIII, 13-11-1960).

o La Iglesia es comunidad (LG), escucha la Palabra de Dios hoy (DV), asume los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres (GS), celebra la fe de forma viva y participada (SC).

o La Conferencia de Medellín (1968), fruto del Concilio, la mejor respuesta a la acusación de Marx (1818-1883): "La religión es el opio del pueblo".

o Las primeras comunidades tienen entre 20 y 60 miembros; en la Edad Media, muchas parroquias no sobrepasan los 300; hoy, en las ciudades, puede haber 10.000 y más. ¿Es posible hablar de verdadera comunidad?

o La comunidad es el seno materno donde se gesta el hombre nuevo por medio de la palabra de Dios viva y permanente (1 P 1,23), es el pozo del agua donde bebe la samaritana (Jn 4), es la piscina de Siloé donde el ciego de nacimiento cura su ceguera original (Jn 9), es la casa de Betania, donde se celebra la gloria de Dios en la presencia nueva, resucitada, de Lázaro (Jn 11).

o "La aparición de las pequeñas comunidades es la manifestación más importante de la recepción y realización del Concilio en la Iglesia" (Losada).

o "¿Acaso hay otra forma de evangelizar que no sea el transmitir a otro la propia experiencia de fe?" (Pablo VI, EN 46, 1975).

o El Sínodo de la catequesis (1977): "De hecho, no pocas parroquias...están lejos de constituir una verdadera comunidad cristiana" (Proposición 29).

o El Sínodo de los laicos (1987): hay que promover la participación de los laicos y favorecer las pequeñas comunidades eclesiales de base (CL 26).

o Déficit de evangelización: muchos son los bautizados y pocos los evangelizados. Entre 1970 y 1984 en la sociedad española el número de católicos practicantes baja del 64 al 31 por ciento para mantenerse durante estos años en torno al 30 por ciento (De Miguel, 94-95).

o Datos cuantitativos: 2000 millones de cristianos, 1000 millones de católicos. Dos síntomas preocupantes: masificación y envejecimiento.

o Datos cualitativos: ¿Están en ruinas los cimientos? (Sal 11,3).

o Dice el Sínodo extraordinario (1985) en su relación final: "La evangelización de los no creyentes presupone la autoevangelización de los bautizados y también de los mismos diáconos, presbíteros y obispos".

o Unidad entre los cristianos. Parábola de la rueda, los radios y el eje.

o Entrega viva del evangelio (DGC 78, 1997), un proceso con unas constantes (Hch 2) y unas etapas (Mt 13): siembra, crecimiento, frutos.

o Levantaré la tienda (Hch 15, 16), lectura del día, futuro del cristianismo.

3. DIALOGO: Algo nuevo está brotando ¿no lo notáis? (Is 43,19)

 

EL FUTURO DEL CRISTIANISMO

La transmisión de la fe

1. Es fundamental. Pensamos muchas veces cómo fueron los orígenes del cristianismo y cuál fue la trayectoria posterior. Nos sirve para planificar el presente y para preparar el futuro. Además, hemos de responder a cuestiones de fondo. He aquí algunos interrogantes: ¿Tiene futuro el cristianismo? ¿Qué futuro? ¿Cómo se transmite la fe? ¿Qué dificultades y retos percibimos?

2. El fundador del psicoanálisis, Segismundo Freud (1856-1939), dice en El porvenir de una ilusión (Alianza Editorial, Madrid, 1970) que la religión no tiene futuro. Las ideas religiosas, los dogmas, "no son precipitados de la experiencia ni conclusiones del pensamiento: son ilusiones, realizaciones de los deseos más antiguos, intensos y apremiantes de la humanidad. El secreto de su fuerza está en la fuerza de estos deseos". He aquí algunos más importantes: "el gobierno bondadoso de la divina Providencia", "la institución de un orden moral universal", "la prolongación de la existencia terrenal por una vida futura". Es ilusión una creencia "cuando aparece engendrada por el impulso a la satisfacción de un deseo, prescindiendo de su relación con la realidad". Los dogmas "son todos ellos ilusiones indemostrables, y no es lícito obligar a nadie a aceptarlos como ciertos. Hay algunos tan inverosímiles... que, salvando las diferencias psicológicas, podemos compararlos a las ideas delirantes" (167-169). Su pronóstico es este: "El abandono de la religión se cumplirá con la inexorable fatalidad de un proceso de crecimiento". No obstante, reconoce: "Quizá también yo corra detrás de una ilusión" (181-186).

3. Freud publica estas cosas en 1927. De ascendencia y confesión judía, es - al propio tiempo - ateo radical. Se le hace esta objeción: desborda su propio método, se sale de su competencia. Pero su sospecha es plenamente válida: ¿tomamos los deseos por la realidad? Según sus palabras, no tiene experiencia religiosa. Se basa en la experiencia (patológica) de sus enfermos. Tiene delante las prácticas del catolicismo vienés de la época, el moralismo reinante, los absolutismos reales y papales, la discriminación antisemita. Realmente, un panorama muy oscuro.

4. La Declaración Universal de los Derechos del Hombre (ONU, 10-12-1948) es un acontecimiento, que será acogido y valorado por el magisterio de la Iglesia (Juan XXIII, Pacem in terris; Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes) como signo de la acción del espíritu de Dios en nuestro tiempo (Mt 16,3). Algunos derechos humanos más importantes: de reunión y de asociación, de participación política, de participación laboral, de expresión e información, derecho a la educación, a no ser sometido a torturas ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes, a una vida verdaderamente humana, a la libertad religiosa.

5. El jesuita Pedro Teilhard de Chardin (1881-1955) mira al pasado y avizora el futuro: La visión del pasado, El porvenir del hombre, El fenómeno humano, El medio divino. Devuelve al cristianismo su sentido cosmológico y ofrece a un mundo dinámico la luz del Evangelio. El punto Omega es el centro final de convergencia de todo el proceso cósmico. A la luz de la fe, Omega es Cristo. Cristo adquiere así dimensiones cósmicas: "Tú has ocupado por derecho de Resurrección el punto clave del Centro total en el que todo se concentra" (El himno del Universo, Taurus, Madrid, 1963, 147; Col 1 y Ef 1). Teilhard murió en Nueva York, el 10 de abril de 1955, Pascua de Resurrección. Tres días antes de su muerte, dejó escrito en la última página de su diario un resumen sorprendente de su pensamiento: El Universo está centrado evolutivamente. Cristo es el Centro. Y los tres versículos (1 Co 15,26-28) que anuncian la victoria sobre la muerte. Durante una cena en el consulado de Francia en Nueva York, había afirmado: "Me gustaría morir el día de Resurrección".

6. La Iglesia necesita una profunda renovación, siguiendo la doble inspiración del Concilio (1962-1965): vuelta a las fuentes (comunidad, palabra de Dios, celebración viva) y diálogo con el mundo de hoy. En cierto sentido, dijo Juan XXIII, todo el Concilio tiende a esto: "a devolver al rostro de la Iglesia de Cristo todo su esplendor, revelando los rasgos más simples y más puros de su origen" (Discurso preparatorio, 13-11-1960). Se ha dicho certeramente que el texto más importante del Concilio es el capítulo segundo de los Hechos, que recoge la experiencia de la primera comunidad cristiana (LG 13, PO 17, AG 25, PC 15). En consecuencia, estamos asumiendo el reto del principio: Levantaré la tienda de David que está caída (Hch 15, 16). Y lo cantamos. Es la lectura que hoy se lee en todas las Iglesias. La renovación de la Iglesia lleva a respetar la autonomía de lo temporal, al reconocimiento de una sociedad pluralista, a no imponer el evangelio por la fuerza, a ofrecer el Evangelio en la debilidad de la libertad.

7. En medio de grandes resistencias por parte de aquellos para quienes todavía no llegó la hora (Ag 1, 2), el Concilio crea la atmósfera que hace posible la aparición, desarrollo y reconocimiento de las pequeñas comunidades, donde es posible una relación de fraternidad: "La aparición de las pequeñas comunidades es la manifestación más importante de la recepción y realización del Concilio en la Iglesia" (J. Losada, Eclesiología de las pequeñas comunidades, en Sal Terrae 12, 1982). Las pequeñas comunidades, lejos de formar una estructura elitista, son "expresión del amor preferente de la Iglesia por el pueblo sencillo; en ellas se expresa, se valora y purifica su religiosidad y se le da la posibilidad concreta de participar en la tarea eclesial y en el compromiso de transformar el mundo" (CELAM 1979, Puebla 643).

8. Es preciso rehacer el tejido comunitario de la Iglesia. En las primeras comunidades había entre 20 y 60 miembros; en la Edad Media, muchas parroquias no sobrepasaban los 300; entonces las grandes ciudades tenían entre 10.000 y 50.000 habitantes. Hoy muchas parroquias son auténticas ciudades medievales. ¿Es posible hablar de verdadera comunidad?

9. La masificación y el envejecimiento ponen en cuestión la supervivencia misma de la comunidad cristiana. Se da también otro síntoma: entre 1970 y 1984 se produce en la sociedad española un impresionante descenso del número de católicos practicantes: baja del 64 al 31 por ciento para mantenerse durante estos años en torno al 30 por ciento (De Miguel, 94-95). Si además nos preguntamos qué significa realmente esa práctica (ritualista, con déficit de evangelización), tenemos que concluir que (a gran escala, a pesar de todos los esfuerzos de renovación) están ruinas los cimientos (Sal 11,3). Sin tejido comunitario, a la Iglesia se le ve el esqueleto y, en vez de atraer, espanta (Ez 37,11).

10. El Sínodo de la catequesis (1977) fue crítico con la situación actual de la parroquia, necesitada de profunda renovación: "De hecho, no pocas parroquias, por diversas razones, están lejos de constituir una verdadera comunidad cristiana", "la vía ideal para renovar esta dimensión comunitaria de la parroquia podría ser convertirla en comunidad de comunidades" (Prop. 29;DGC 258). El Sínodo sobre los laicos (1987) solicitó de nuevo una decidida renovación de las parroquias. Lo recoge Juan Pablo II en su exhortación sobre los laicos (1988). Para que las parroquias sean verdaderamente comunidades cristianas, hay que promover la participación de los laicos en las responsabilidades pastorales y favorecer las pequeñas comunidades eclesiales de base, también llamadas comunidades vivas (CL 26). La creación de comunidades vivas es especialmente necesaria en ambientes alejados de la Iglesia: "Sólo mediante la creación de comunidades vivas que broten de esos mismos ambientes es posible una acción misionera eficaz en ellos" (CC 53).

11. La comunidad es el seno materno donde se gesta el hombre nuevo por medio de la palabra de Dios viva y permanente (1 P 1,23). Es el pozo del agua donde bebe la samaritana (Jn 4). Es la piscina de Siloé donde el ciego de nacimiento cura su ceguera original (Jn 9). Es la casa de Betania, donde se celebra la gloria de Dios en la presencia nueva, resucitada, de Lázaro (Jn 11).

12. Para llevar adelante su misión, Jesús no se identifica con ninguno de los grupos sociales y religiosos de su tiempo: saduceos, zelotes, fariseos, esenios, escribas. Jesús anuncia el evangelio a los pobres, la muchedumbre sometida por los poderosos y los ricos. La enseñanza de Jesús no es abstracta: donde hay opresión, hay Palabra de liberación. Como aquel día, en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,18-19;ver DGC 103). Medellín (1968) es fruto del Concilio: acoge los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren (GS 1). En realidad, es la mejor respuesta a la crítica que hizo Carlos Marx (1818-1883): "La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, el estado de cosas de una situación sin espíritu. La religión es el opio del pueblo" (Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, Buenos Aires, 9).

13. La evangelización se realiza no sólo con palabras, sino también con obras. Jesús anuncia una Palabra que se cumple, una Palabra acompañada de señales y signos: enseña y cura, dice y hace. A la pregunta de los discípulos de Juan el Bautista, responde con el lenguaje de los hechos (Mt 11,5). Para quien busca la luz o busca a Dios, quizá a tientas (Hch 17, 27), la respuesta no está en las nubes de los razonamientos teóricos. La respuesta es la experiencia de fe. Lo dijo Pablo VI: "En el fondo ¿hay otra forma de evangelizar que no sea el comunicar a otro la propia experiencia de fe?" (EN 46).

14. La evangelización es un proceso vivo y complejo con unas constantes vitales que hay que cuidar (EN 24, CC 21), si queremos transmitir todos el mismo evangelio en la diversidad de tiempos, situaciones y culturas (Hch 2, 36-47): la experiencia de la Palabra de Dios, el reconocimiento de Jesús como Señor, la conversión a la justicia del Evangelio, el perdón de parte de Dios, la oración como conversación con Dios, el testimonio, la inmersión en la comunidad, el conflicto asumido por causa del Evangelio. Estas constantes de la evangelización se dan ya de forma germinal en cualquier experiencia de fe. Veamos unos ejemplos.

15. Conocida es la experiencia de la Palabra, que hace posible la conversión de San Agustín. Había pretendido dar pleno sentido a su vida, prescindiendo de Dios. Y, de hecho, se encontraba en el fango profundo, con insatisfacción y vacío, desnudo como el hombre pecador (Gn 3,7). Había oído contar diversas experiencias de fe, como aquella de San Antonio Abad. Habiendo recibido una inmensa fortuna de sus padres, se le ocurrió entrar en una Iglesia justo en el momento en que se proclamaba el Evangelio, el pasaje del joven rico: Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres (Lc 18,22). Lo escuchó como una palabra de Dios dirigida a él y así lo hizo.

16. En el fondo, Agustín quería cambiar y no podía. En esa situación, en el huerto de Milán y con lágrimas en los ojos, hace una oración: ¿Hasta cuándo, Señor...? Y desde una casa vecina, un niño o una niña comienza a decir: Toma y lee, toma y lee. Agustín se pregunta qué podía significar aquello: ¿sería una canción, un refrán o quizá una palabra de Dios dirigida a él? ¿Debería tomar la Biblia y leer? Optó por esto último y, tomando el libro del Apóstol, que tenía allí a mano, abrió y comenzó a leer allí donde se posaron sus ojos. Se encontró lo siguiente: Nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias (Rm 13,13). Se lo comentó a su amigo Alipio, el cual lo recibió como palabra de Dios y dijo: Lo que viene después es para mí: Acoged bien al que es débil en la fe (Confesiones, VIII).

17. Veamos la experiencia de Bartolomé de las Casas. Bartolomé llega a América el 15 de abril de 1502, a los nueve años del descubrimiento, y participa con Ovando en la violenta conquista de los indios taínos. Es ordenado sacerdote en 1511. En 1523 se hace dominico. Desde enero de 1513 participa con Pánfilo de Narváez en la conquista de la isla de Cuba, donde la dominación europea de los cristianos se impone "a sangre y fuego". Por el sistema del repartimiento, Bartolomé recibe un grupo de indios que trabajan para él. Cómplice de la violencia se hace también cómplice de la explotación. El clérigo Bartolomé de las Casas, escribe él mismo, "andaba bien ocupado y muy solícito en sus granjerías, como los otros, enviando sus indios de su repartimiento a las minas, a sacar oro y hacer sementeras, y aprovechándose dellos cuanto más podía".

18. Todo estaba aparentemente en orden, cuando un acontecimiento de lo más normal viene a poner las cosas en cuestión: llega Diego Velázquez y (como no había en toda la isla clérigo ni fraile) le pide a Bartolomé que les celebre la misa y les predique el evangelio. La fiesta era Pentecostés, año de 1514. El caso es que Bartolomé "comenzó a considerar consigo mesmo sobre algunas autoridades de a Sagrada Escritura". Y encontró aquel pasaje del Eclesiástico (Eclo 34,18-22) que le dejó anonadado: Sacrificios de bienes injustos son impuros, no son aceptadas las ofrendas de los impíos. El Altísimo no acepta las ofrendas de los impíos ni por sus muchos sacrificios les perdona el pecado. Es sacrificar al hijo en presencia de su padre, robar a los pobres para ofrecer sacrificio. El pan es vida del pobre, el que se lo defrauda es homicida. Mata a su prójimo quien le quita su salario, quien no paga el justo salario derrama su sangre.

19. Bartolomé no pudo celebrar su misa. Aplicando lo uno (el texto bíblico) a lo otro (la miseria y servidumbre que padecían aquellas gentes), "determinó en sí mismo, convencido de la misma verdad, ser injusto y tiránico todo cuanto acerca de los indios en esta India se cometía". Por tanto, "acordó dejar totalmente" a sus indios y comenzó su predicación profética primero en Cuba, después en Santo Domingo, posteriormente en España y después en todos los reinos de las Indias, "quedando todos admirados y aun espantados de lo que les dijo" (Historia de las Indias I.III, c. 95). Aquel pasaje del Eclesiástico tenía una fuerza impresionante.

20. Poco a poco, se ha ido tomando conciencia de que la secular ignorancia religiosa implica, en realidad, una falta de evangelización. Es preciso evangelizar a los bautizados para que la Iglesia, así renovada y evangelizada, sea luz de las gentes en el mundo de hoy. Dice el Sínodo extraordinario (1985) en su relación final: "La evangelización de los no creyentes presupone la autoevangelización de los bautizados y también de los mismos diáconos, presbíteros y obispos".

21. La recuperación de la unidad entre los cristianos fue un objetivo del Concilio Vaticano II. Pero no hay que engañarse. La unidad de los discípulos, por la que ora Cristo, es problema de conversión. En la parábola ecuménica de la rueda, no se trata de que el radio anglicano se convierta al romano o que este se convierta al griego. No, se trata de que cada radio se convierta al eje que es Cristo y allí, unos y otros, nos encontraremos. Así de sencillo, se encuentre cada uno donde se encuentre.

22. El proceso de evangelización tiene unas etapas, que es preciso identificar (Mt 13). Comienza con el anuncio primero del evangelio (siembra de la Palabra) y se cumple de forma básica y fundamental en la catequesis (crecimiento y maduración, que produce fruto). La catequesis, para bautizados o para quienes se preparan a recibir el bautismo, implica una entrega viva del evangelio y de todo el evangelio a los hombres (DGC 78, 105 y 111).

23. La misión desborda los límites de lugar y de tiempo: Aún haré lucir como la aurora la instrucción, lo más lejos posible la daré a conocer. Aún derramaré la enseñanza como profecía, la dejaré por generaciones de siglos (Eclo 24, 32-33). Se ha dicho bellamente: "En la tumba de uno de los antiguos faraones egipcios fue hallado un puñado de granos de trigo. Alguien los tomó, los plantó y regó. Y, para general asombro, los granos retoñaron al cabo de cinco mil años" (De Mello). No sabemos hasta dónde (en el espacio y en tiempo) llegará la semilla. Nos corresponde sembrar, regar, segar y limpiar.

o Diálogo: Algo nuevo está brotando ¿no lo notáis? (Is 43,19)