3 LA NUEVA ERA
Y LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA
3.1.
La Nueva Era como espiritualidad
Los
promotores de la Nueva Era la definen como una «nueva espiritualidad».
Parece irónico llamarla « nueva » cuando tantas ideas están tomadas de las
religiones y culturas antiguas. Lo realmente nuevo en la Nueva Era es la
búsqueda consciente de una alternativa a la cultura occidental y a sus raíces
religiosas judeocristianas. « Espiritualidad », en este sentido, indica la
experiencia interior de armonía y unidad con la totalidad de la realidad, que
sana los sentimientos de imperfección y finitud de toda persona humana. Las
personas descubren su profunda conexión con la fuerza o energía universal
sagrada que constituye el núcleo de toda vida. Cuando han llevado a cabo este
descubrimiento, pueden emprender el camino hacia la perfección que les
permitirá ordenar sus vidas y su relación con el mundo, y ocupar su propio
puesto en el proceso universal del devenir y en la Nueva Génesis de un mundo en
constante evolución. El resultado es una mística cósmica51
basada en la toma de conciencia de un universo rebosante de energías
dinámicas. Así, la energía cósmica, la vibración, la luz, dios, el amor –incluso
el Ser supremo– todo se refiere a la misma y única realidad, la fuente
primaria presente en todo ser.
Esta
espiritualidad consta de dos elementos distintos: uno metafísico, otro
psicológico. El componente metafísico procede de las raíces
esotéricas y teosóficas de la Nueva Era y es básicamente una forma
nueva de gnosis. El acceso a lo divino se produce por medio del conocimiento de
los misterios escondidos, en la búsqueda individual de « lo real que hay
detrás de lo que es sólo aparente, el origen más allá del tiempo, lo
trascendente más allá de lo meramente fugaz, la tradición primordial detrás
de la tradición meramente efímera, lo otro detrás del yo, la divinidad
cósmica detrás del individuo encarnado ». La espiritualidad esotérica « es
una investigación del Ser más allá de la separación de los seres, una
especie de nostalgia de la unidad perdida ».52
«
Puede verse aquí la matriz gnóstica de la espiritualidad esotérica. Ésta es
palpable cuando los hijos de Acuario buscan la Unidad Transcendente de las
religiones. Tienden a escoger de las religiones históricas sólo el núcleo
esotérico, del cual pretenden ser guardianes. En cierto modo niegan la historia
y no aceptan que la espiritualidad pueda tener sus raíces en el tiempo o en
ninguna institución. Jesús de Nazaret no es Dios, sino una de las muchas
manifestaciones del Cristo cósmico y universal ».53
El
componente psicológico de este tipo de espiritualidad procede del encuentro
entre la cultura esotérica y la psicología (cf. 2.3.2). La Nueva Era se
convierte así en una experiencia de trasformación psico-espiritual personal,
que se contempla como algo análogo a la experiencia religiosa, después de una
crisis personal o una larga búsqueda espiritual. Para otros procede del uso de
la meditación o de algún tipo de terapia, o de experiencias paranormales que
alteran los estados de conciencia y proporcionan una penetración en la unidad
de la realidad.54
3.2.
¿Narcisismo espiritual?
Diversos
autores ven la espiritualidad de la Nueva Era como una especie de
narcisismo espiritual o pseudo-misticismo. Es interesante notar que esta
crítica ha sido formulada incluso por David Spangler, un importante exponente
de la Nueva Era, que en sus últimas obras se distanció de los aspectos
más esotéricos de esta corriente de pensamiento.
Spangler
escribió que en las formas más populares de la Nueva Era « los
individuos y los grupos viven sus propias fantasías de aventura y poder,
generalmente de forma ocultista o milenarista... La característica principal de
este nivel es la adhesión a un mundo privado de satisfacción del ego y el
consecuente alejamiento (aunque no siempre sea evidente) del mundo. En este
nivel, la Nueva Era se ha visto poblada por seres extraños y exóticos,
maestros, adeptos, extraterrestres. Es un lugar de poderes psíquicos y
misterios ocultos, de conspiraciones y enseñanzas escondidas ».55
En
una obra posterior, David Spangler enumera lo que considera elementos negativos
o « sombras » de la Nueva Era: « alienación del pasado en nombre del
futuro; adhesión a la novedad por la novedad...; indiscriminación y falta de
discernimiento en nombre de la totalidad y de la comunión, de donde la
incapacidad para entender o respetar el papel de los límites...; confusión de
los fenómenos psíquicos con la sabiduría, de la “canalización” (cfr.
Glosario) con la espiritualidad, de la perspectiva de la Nueva Era con la
verdad última ».56 Pero, al cabo, Spangler está convencido de que
el narcisismo egoísta e irracional se limita solamente a unos pocos miembros.
Los aspectos positivos que subraya son la función de la Nueva Era como
imagen del cambio y como encarnación de lo sagrado, movimiento en el que la
mayoría de las personas son « grandes buscadores de la verdad », que trabajan
en beneficio de la vida y del crecimiento interior.
David
Toolan, un jesuita americano que pasó varios años en el ambiente de la Nueva
Era, analiza el aspecto comercial de muchos productos y terapias que llevan
la etiqueta Nueva Era (New Age). Observa que los seguidores de la Nueva
Era han descubierto la vida interior y se sienten fascinados por la
perspectiva de ser responsables del mundo, pero que también se dejan vencer
fácilmente por una tendencia al individualismo y a enfocarlo todo como objeto
de consumo. En este sentido, aunque no sea cristiana, la espiritualidad de la Nueva
Era tampoco es budista, por cuanto no implica la negación de sí mismo. El
sueño de una unión mística parece conducir, en la práctica, a una unión
meramente virtual que, al cabo, deja a las personas aún más solas e
insatisfechas.
3.3.
El Cristo cósmico
En
los días primeros del cristianismo, los creyentes en Jesucristo se vieron
forzados a hacer frente a las religiones gnósticas. No las ignoraron, sino que
aceptaron el reto positivamente y aplicaron a Cristo mismo los términos
utilizados para con las divinidades cósmicas. El ejemplo más claro es el
famoso himno a Cristo en la carta de san Pablo a los cristianos de Colosas:
«
Él [Cristo] es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura;
porque por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz » (Col 1,
15-20).
Aquellos
primeros cristianos no esperaban la llegada de ninguna edad nueva cósmica. Lo
que celebraban con este himno era que la Plenitud de todas las cosas había
comenzado en Cristo. « En realidad el tiempo se ha cumplido por el hecho mismo
de que Dios, con la encarnación, se ha introducido en la historia del hombre.
La eternidad ha entrado en el tiempo: ¿qué « cumplimiento » es mayor que
éste? ¿Qué otro « cumplimiento » sería posible? ».57 La
creencia gnóstica en fuerzas cósmicas y en una especie de oscuro destino
elimina la posibilidad de una relación con el Dios personal revelado en Cristo.
Para los cristianos, el verdadero Cristo cósmico es el que está presente
activamente en los diversos miembros de su cuerpo, que es la Iglesia. No dirigen
su mirada a fuerzas cósmicas impersonales, sino al amor afectuoso de un Dios personal.
Para ellos el bio-centrismo cósmico tiene que ser transferido a un conjunto
de relaciones sociales (en la Iglesia). Y no se encierran en un esquema
cíclico de acontecimientos cósmicos, sino que se centran en el Jesús histórico,
especialmente en su crucifixión y en su resurrección. En la Carta a los
Colosenses y en el Nuevo Testamento hallamos una doctrina de Dios distinta de la
que está implícita en el pensamiento de la Nueva Era: la concepción
cristiana de Dios es la de una Trinidad de Personas que ha creado la raza humana
deseando compartir la comunión de la vida trinitaria con las personas creadas.
Entendido adecuadamente, esto significa que la auténtica espiritualidad no
consiste tanto en nuestra búsqueda de Dios, sino en que Dios nos
busca a nosotros.
En
los círculos de la Nueva Era se ha hecho popular otra visión,
completamente distinta, del significado cósmico de Cristo. « El Cristo
Cósmico es el modelo divino que se conecta en la persona de Jesucristo
(pero no se limita en modo alguno a tal persona). El modelo divino de
conectividad se hizo carne y acampó entre nosotros (Jn 1, 14)...
El Cristo Cósmico es el guía de un nuevo éxodo de la servidumbre y de las
ideas pesimistas de un universo mecanicista, newtoniano, lleno de
competitividad, ganadores y perdedores, dualismos, antropocentrismo, y del
aburrimiento que sobreviene cuando nuestro maravilloso universo se describe como
una máquina privada de misterio y misticismo. El Cristo Cósmico es local e
histórico, indudablemente íntimo a la historia humana. El Cristo Cósmico
podría vivir en la casa de al lado o incluso en el interior más profundo y
auténtico del propio yo ».58 Aunque posiblemente no todos los que
están relacionados con la Nueva Era estén de acuerdo con esta
afirmación, sin embargo da en el clavo y muestra con absoluta claridad dónde
estriban las diferencias entre estas dos visiones de Cristo. Para la Nueva
Era, el Cristo Cósmico aparece como un modelo que puede repetirse en muchas
personas, lugares o épocas. Es el portador de un enorme cambio de paradigma.
Es, en definitiva, un potencial dentro de nosotros.
Según
la doctrina cristiana, Jesucristo no es un simple modelo. Es una persona divina
cuya figura humano-divina revela el misterio del amor del Padre hacia cada
persona a lo largo de la historia (Jn 3, 16). Vive en nosotros porque
comparte su vida con nosotros, pero ésta ni se nos impone ni es automática.
Todos los seres humanos están invitados a compartir su vida, a vivir « en
Cristo ».
3.4.
Mística cristiana y mística Nueva Era
Para
los cristianos, la vida espiritual consiste en una relación con Dios que se va
haciendo cada vez más profunda con la ayuda de la gracia, en un proceso que
ilumina también la relación con nuestros hermanos. La espiritualidad, para la Nueva
Era, significa experimentar estados de conciencia dominados por un sentido
de armonía y fusión con el Todo. Así, « mística » no se refiere a un
encuentro con el Dios trascendente en la plenitud del amor, sino a la
experiencia provocada por un volverse sobre sí mismo, un sentimiento exaltante
de estar en comunión con el universo, de dejar que la propia individualidad se
hunda en el gran océano del Ser.59
Esta
distinción fundamental es evidente en todos los niveles de comparación entre
la mística cristiana y la mística de la Nueva Era. El método de
purificación de la Nueva Era se basa en la conciencia del malestar o de
la alienación, que ha de ser vencido mediante la inmersión en el Todo. Para
convertirse, una persona necesita hacer uso de técnicas que conducen a la
experiencia de la iluminación. Esto transforma la conciencia de la persona y la
abre al contacto con la divinidad, que se entiende como la esencia más profunda
de la realidad.
Las
técnicas y métodos que se ofrecen en este sistema religioso inmanentista, que
carece del concepto de Dios como persona, proceden « desde abajo ». Aunque
implican un descenso hasta las profundidades del propio corazón o de la propia
alma, constituyen una empresa esencialmente humana por parte de la persona que
busca elevarse hasta la divinidad mediante sus esfuerzos. Con frecuencia es un
« ascenso » del nivel de conciencia hasta lo que se entiende como una
percepción liberadora del « dios interior ». No todos tienen acceso a tales
técnicas, cuyos beneficios quedan restringidos a una « aristocracia »
espiritual privilegiada.
Por
el contrario, el elemento esencial de la fe cristiana es que Dios se abaja hacia
sus criaturas, particularmente a los más humildes, a los más débiles y menos
agraciados según los criterios del « mundo ». Hay algunas técnicas
espirituales que conviene aprender, pero Dios es capaz de soslayarlas e incluso
de prescindir de ellas. Para un cristiano « su modo de acercarse a Dios no se
fundamenta en una técnica, en el sentido estricto de la palabra. Eso iría en
contra del espíritu de infancia exigido por el Evangelio. La auténtica
mística cristiana nada tiene que ver con la técnica: es siempre un don de
Dios, cuyo beneficiario se siente indigno ».60
Para
los cristianos, la conversión consiste en volverse al Padre, por medio del
Hijo, dóciles al poder del Espíritu Santo. Cuanto más se avanza en la
relación con Dios –que es siempre y en todos los casos un don gratuito–,
más aguda es la necesidad de convertirse del pecado, de la miopía espiritual y
de la autocomplacencia, cosas todas que impiden un abandono confiado de sí en
Dios y una apertura a los demás.
Todas
las técnicas de meditación necesitan purificarse de la presunción y de la
ostentación. La oración cristiana no es un ejercicio de contemplación de sí
mismo, quietud y vaciamiento de sí, sino un diálogo de amor, que « implica
una actitud de conversión, un éxodo del yo del hombre hacia el Tú de Dios ».61
Conduce a un sometimiento cada vez más completo a la voluntad de Dios, mediante
el cual se nos invita a una solidaridad profunda y auténtica con nuestros
hermanos y hermanas.62
3.5.
El « dios interior » y la « theosis »
Este
es un punto de contraste entre la Nueva Era y el cristianismo. En la
literatura New Age abunda la convicción de que no existe un ser divino
« ahí afuera » o que sea de alguna manera distinto del resto de la realidad.
Desde Jung en adelante, ha habido toda una corriente que profesaba una creencia
en « el dios interior ». Desde la perspectiva de la Nueva Era, nuestro
problema consiste en la incapacidad de reconocer nuestra propia divinidad, una
incapacidad que puede superarse con ayuda de un guía y usando toda una serie de
técnicas para liberar nuestro potencial (divino) escondido. La idea fundamental
es que « Dios » se encuentra en el fondo de nuestro interior. Somos dioses y
descubrimos el poder ilimitado que hay dentro de nosotros despojándonos de las
capas de inautenticidad.63 Cuanto más se reconoce este potencial,
más se realiza. En este sentido la Nueva Era tiene su propia idea de la theosis:
transformarnos en dioses o, más exactamente, reconocer y aceptar que somos
divinos. Algunos dicen que estamos viviendo en « una época en que nuestra
comprensión de Dios tiene que ser interiorizada: de un Dios omnipotente y
externo a un Dios, fuerza dinámica y creativa que se halla en el centro mismo
de todo ser: Dios como Espíritu.64
En
el Prefacio al Libro V de Adversus Haereses, san Ireneo se refiere a «
Jesucristo, que, por medio de su amor trascendente, se convirtió en lo que
somos, para poder llevarnos a ser lo que él mismo es ». Aquí la theosis, el
modo cristiano de entender la divinización, no se realiza solamente en virtud
de nuestros esfuerzos, sino con el auxilio de la gracia de Dios, que actúa en y
por medio de nosotros. Naturalmente, esto implica una conciencia inicial de
nuestra imperfección, incluso de nuestra condición pecadora, todo lo contrario
de la exaltación del yo. Además, se despliega como una introducción a la vida
de la Trinidad, un caso perfecto de distinción en el corazón mismo de la
unidad: sinergia y no fusión. Todo esto acontece como resultado de un encuentro
personal, del ofrecimiento de un nuevo género de vida. La vida en Cristo no es
algo tan personal y privado que quede restringido al ámbito de la conciencia.
Ni es tampoco un nivel nuevo de conciencia. Implica una transformación de
nuestro cuerpo y nuestra alma mediante la participación en la vida sacramental
de la Iglesia.
4 NUEVA ERA Y FE CRISTIANA FRENTE A FRENTE
Resulta
difícil separar los elementos individuales de la religiosidad de la Nueva
Era, por inocentes que puedan parecer, de la estructura general que penetra
todo el mundo conceptual del movimiento Nueva Era. La naturaleza
gnóstica de este movimiento exige que se lo juzgue en su totalidad. Desde el
punto de vista de la fe cristiana, no es posible aislar algunos elementos de la
religiosidad de la Nueva Era como aceptables por parte de los cristianos
y rechazar otros. Puesto que el movimiento de la Nueva Era insiste tanto
en la comunicación con la naturaleza, en el conocimiento cósmico de un bien
universal –negando así los contenidos revelados de la fe cristiana–, no
puede ser considerado como algo positivo o inocuo. En un ambiente cultural
marcado por el relativismo religioso, es necesario alertar contra los intentos
de situar la religiosidad de la Nueva Era al mismo nivel que la fe
cristiana, haciendo que la diferencia entre fe y creencia parezca relativa y
creando mayor confusión entre los desprevenidos. En este sentido, resulta útil
a exhortación de San Pablo: « avisar a algunos que no enseñen doctrinas
extrañas, ni se dediquen a fábulas y genealogías interminables, que son más
a propósito para promover disputas que para realizar el plan de Dios, fundado
en la fe » (1 Tim 1, 3-4). Algunas prácticas llevan erróneamente el
marchamo Nueva Era, simplemente como estrategia de mercado para venderse
mejor, sin que estén realmente asociadas a su cosmovisión. Lo cual únicamente
crea mayor confusión. Es por ello necesario identificar con precisión los
elementos que pertenecen al movimiento Nueva Era, que no pueden ser
aceptados por quienes son fieles a Cristo y a su Iglesia.
Las
siguientes preguntas pueden ser el modo más simple para evaluar algunos de los
elementos centrales del pensamiento y de la práctica de la Nueva Era desde
una perspectiva cristiana. El término Nueva Era se refiere a las ideas
que circulan acerca de Dios, el hombre y el mundo, las personas con quienes
pueden dialogar los cristianos en torno a temas religiosos, el material
publicitario para grupos de meditación, terapias y demás, las declaraciones
explícitas sobre la religión, etcétera. Algunas de estas preguntas aplicadas
a personas e ideas que no lleven explícitamente la etiqueta Nueva Era pondrían
de manifiesto otros vínculos, implícitos o inconscientes, con todo el ambiente
Nueva Era.
•
¿Dios es un ser con quien mantenemos una relación, algo que se puede
utilizar, o una fuerza que hay que dominar?
El
concepto de Dios propio de la Nueva Era es un tanto vago, mientras que el
concepto cristiano es muy claro. El Dios de la Nueva Era es una energía
impersonal, en realidad una extensión o componente particular del cosmos; Dios
en este sentido es la fuerza vital o alma del mundo. La divinidad se encuentra
en cada ser, en una gradación que va « desde el cristal inferior del mundo
mineral hasta e incluso más allá del mismo Dios Galáctico, del cual no
podemos decir absolutamente nada, salvo que no es un hombre, sino una Gran
Conciencia ».65 En algunos escritos « clásicos » de la Nueva
Era, está claro que los seres humanos deben considerarse a sí mismos como
dioses, lo cual se desarrolla en unas personas más plenamente que en otras. Ya
no hay que buscar a Dios más allá del mundo, sino en lo hondo de mi yo.66
Incluso cuando « Dios » es algo exterior a mí, está ahí para ser
manipulado.
Esto
es muy diferente de la concepción cristiana de Dios, Creador del cielo y de la
tierra y fuente de toda vida personal. Dios es en sí mismo personal, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, y ha creado el universo a fin de compartir la comunión
de su vida con las personas creadas. « Dios, que “habita una luz inaccesible”,
quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él,
para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos. Al revelarse a sí
mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de
amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas ».67Dios
no se identifica con el principio vital entendido como el « Espíritu » o «
energía básica » del cosmos, sino que es ese amor, absolutamente diferente
del mundo, que está sin embargo presente en todo y conduce a los seres humanos
a la salvación.
•¿Hay
un único Jesucristo o existen miles de Cristos?
En
la literatura de la Nueva Era Cristo es presentado con frecuencia como un
sabio, un iniciado o un avatar entre muchos, mientras que en la tradición
cristiana es el Hijo de Dios. He aquí algunos puntos comunes de los enfoques New
Age:
–
El Jesús histórico, personal e individual, es distinto del Cristo universal,
eterno, impersonal;
–
Jesús no es considerado el único Cristo;
–
La muerte de Jesús en la Cruz, o bien se niega, o bien se reinterpreta para
excluir la idea de que pudiera haber sufrido como Cristo;
–
Los documentos extrabíblicos (como los evangelios neo-gnósticos)
son considerados fuentes auténticas para el conocimiento de aspectos de la vida
de Cristo que no se hallan en el canon de la Escritura. Otras revelaciones en
torno a Cristo, proporcionadas por entidades, guías espirituales y maestros
venerables o incluso por las Crónicas Akasha, son básicas para la
cristología de la Nueva Era;
–
Se aplica un tipo de exégesis esotérica a los textos bíblicos para purificar
al cristianismo de la religión formal que impide el acceso a su esencia
esotérica.68
En
la tradición cristiana Jesucristo es el Jesús de Nazaret del que hablan los
Evangelios, el hijo de María y Unigénito de Dios, verdadero Dios y verdadero
hombre, revelación plena de la Verdad divina, único Salvador del mundo: « por
nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre ».69
•
El ser humano: ¿existe un único ser universal o hay muchos
individuos?
«
El objetivo de las técnicas de la Nueva Era es reproducir los estados
místicos a voluntad, como si fueran un asunto de material de laboratorio. El
renacer, el biofeedback, el aislamiento sensorial, los mantras, el ayuno,
la privación de sueño y la meditación trascendental, son intentos para
controlar esos estados y experimentarlos continuamente ».70 Todas
estas prácticas crean una atmósfera de debilidad (y vulnerabilidad) psíquica.
Cuando el objeto del ejercicio consiste en reinventarnos a nosotros mismos, se
plantea realmente la pregunta acerca de quién soy « yo ». El « Dios interior
» y la unión holística con todo el cosmos subrayan esta pregunta. Las
personalidades individuales aisladas serían patológicas para la Nueva Era (según
su particular psicología transpersonal). Pero « el verdadero peligro es el
paradigma holístico. La Nueva Era es un pensamiento basado sobre una
unidad totalitaria y precisamente por eso es un peligro... ».71 Con
un tono más suave: « Somos auténticos cuando nos “hacemos cargo” de
nosotros mismos, cuando nuestra opción y nuestras reacciones fluyen
espontáneamente de nuestras necesidades más profundas, cuando nuestro
comportamiento y nuestros sentimientos manifiestos reflejan nuestra plenitud
personal ».72 El Movimiento por el Potencial Humano es el ejemplo
más claro de la convicción de que los seres humanos son divinos, o contienen
una chispa divina dentro de sí mismos.
El
enfoque cristiano procede de las enseñanzas de la Escritura respecto a la
naturaleza humana. Hombres y mujeres han sido creados a imagen y semejanza de
Dios (Gen 1, 27)
y Dios los trata con gran consideración, para sorpresa del salmista (cf. Ps
8). La persona humana es un misterio plenamente revelado sólo en Jesucristo
(cf. GS 22), y de hecho se hace auténtica y adecuadamente humana en su
relación con Cristo por medio del don del Espíritu.73 Esto
está muy lejos de la caricatura del antropocentrismo atribuido al Cristianismo
y rechazado por muchos autores y seguidores de la Nueva Era.
•
¿Nos salvamos a nosotros mismos o la salvación es un don gratuito de Dios?
La
clave estriba en descubrir qué o quién creemos que nos salva. ¿Nos salvamos a
nosotros mismos por nuestras propias acciones, como suele ser el caso en las
explicaciones de la Nueva Era, o nos salva el amor de Dios? Las palabras
claves son realización de uno mismo, plenitud del yo y auto-redención.
La Nueva Era es esencialmente pelagiana en su manera de entender la
naturaleza humana.74
Para
los cristianos, la salvación depende de la participación en la pasión, muerte
y resurrección de Cristo, y de una relación personal directa con Dios, más
que de una técnica cualquiera. La condición humana, afectada como está por el
pecado original y por el pecado personal, sólo puede ser rectificada por la
acción de Dios: el pecado es una ofensa contra Dios, y sólo Dios puede
reconciliarnos consigo. En el plan salvífico divino, los seres humanos han sido
salvados por Jesucristo, quien, como Dios y hombre, es el único mediador de la
redención. En el cristianismo, la salvación no es una experiencia del yo, una
inmersión meditativa e intuitiva dentro de uno mismo, sino mucho más: el
perdón del pecado, el ser levantado desde las profundas ambivalencias del
propio ser, el apaciguamiento de la naturaleza mediante el don de la comunión
con un Dios amoroso. El camino hacia la salvación no se halla sencillamente en
una transformación autoprovocada de la conciencia, sino en la liberación del
pecado y de sus consecuencias, que conduce a luchar contra el pecado que hay en
nosotros mismos y en la sociedad que nos rodea. Esto nos conduce necesariamente
hacia una solidaridad amorosa con nuestros hermanos necesitados.
•¿Inventamos
la verdad o la abrazamos?
La
verdad para la Nueva Era tiene que ver con buenas vibraciones,
correspondencias cósmicas, armonía y éxtasis, experiencias placenteras en
general. Se trata de encontrar la propia verdad en función del bienestar. La
valoración de la religión y de las cuestiones éticas obviamente está
relacionada con las propias sensaciones y experiencias.
En
la doctrina cristiana, Jesucristo se presenta como « el Camino, la Verdad y la
Vida » (Jn 14,
6). A sus seguidores se les pide que abran su vida entera a él y a sus valores,
en otras palabras, a un conjunto objetivo de exigencias que forman parte de una
realidad objetiva asequible en definitiva por todos.
•La
oración y la meditación: ¿hablamos con nosotros o con Dios?
La
tendencia a confundir la psicología y la espiritualidad aconseja recalcar que
muchas de las técnicas de meditación ahora en uso no son oración. A menudo
son una buena preparación para la oración, y nada más, aun cuando conduzcan a
un estado de placidez mental o de bienestar corporal. Las experiencias que se
obtienen son realmente intensas, pero quedarse en ese plano es quedarse solo,
sin estar todavía en presencia del Otro. Alcanzar el silencio puede
enfrentarnos al vacío más que al silencio contemplativo del amado. También es
cierto que las técnicas para profundizar en la propia alma son, en definitiva,
una llamada a nuestra propia capacidad de alcanzar lo divino, o incluso a llegar
a ser divinos. Si descuidan que es Dios quien va en búsqueda del corazón
humano, no son oración cristiana. Aun cuando se considera como un vínculo con
la Energía Universal, « esta “relación” fácil con Dios, donde la
función de Dios se concibe como la satisfacción de todas nuestras necesidades,
revela el egoísmo que hay en el corazón de la Nueva Era ».75
Las
prácticas de la Nueva Era no son realmente oración, pues suelen tratarse de
introspección o de fusión con la energía cósmica, en contraste con la doble
orientación de la oración cristiana, que comprende la introspección pero que
es, sobre todo, un encuentro con Dios. La mística cristiana, más que un mero
esfuerzo humano, es esencialmente un diálogo que « implica una actitud de
conversión, un éxodo del yo del hombre hacia el Tú de Dios ».76 « El cristiano, también cuando está solo
y ora en secreto, tiene la convicción de rezar siempre en unión con Cristo, en
el Espíritu Santo, junto con todos los santos para el bien de la Iglesia ».77
•
¿Nos sentimos tentados a negar el pecado o aceptamos que exista tal cosa?
En
la Nueva Era no existe un verdadero concepto de pecado, sino más bien el
de conocimiento imperfecto. Lo que se necesita es iluminación, que puede
alcanzarse mediante particulares técnicas psicofísicas. A quienes participan
en actividades de la Nueva Era no les dirán qué tienen que creer, qué
tienen que hacer o no hacer, sino: « Hay mil maneras de explorar la realidad
interior. Ve adonde te conduzcan tu inteligencia y tu intuición. Confía en ti
».78 La autoridad se ha trasladado de Dios al interior del yo. Para
la Nueva Era, el problema más serio es la alienación respecto a la
totalidad del cosmos, en lugar de un fracaso personal o pecado. El remedio
consiste en lograr estar cada vez más inmerso en la totalidad del ser. En
algunos escritos y prácticas de la Nueva Era, está claro que una sola
vida no basta, por lo que tiene que haber reencarnaciones que permitan a las
personas realizar su potencial pleno.
En
la perspectiva cristiana, « la realidad del pecado, y más particularmente del
pecado de los orígenes, sólo se esclarece a la luz de la Revelación divina.
Sin el conocimiento que ésta nos da de Dios no se puede reconocer claramente el
pecado, y se siente la tentación de explicarlo únicamente como un defecto de
crecimiento, como una debilidad psicológica, un error, la consecuencia
necesaria de una estructura social inadecuada, etc. Sólo en el conocimiento del
designio de Dios sobre el hombre se comprende que el pecado es un abuso de la
libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse
mutualmente ».79
« El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta;
es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo a causa de un
apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra
la solidaridad humana... ».80 « El pecado es una ofensa a
Dios... se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros
corazones... El pecado es así “amor de sí hasta el desprecio de Dios” ».81
•
¿Se nos anima a rechazar o a aceptar el sufrimiento y la muerte?
Algunos
autores de la Nueva Era ven el sufrimiento como algo impuesto sobre el
yo, como un mal karma (ver Glosario) o, al menos, como un fallo del
dominio de nuestros propios recursos. Otros se centran en los métodos para
alcanzar el éxito y la riqueza (e.g. Deepak Chopra, José Silva et al.). En la Nueva
Era, la reencarnación se ve con frecuencia como un elemento necesario para
el crecimiento espiritual, una etapa de la evolución espiritual progresiva que
comenzó antes de que naciéramos y continuará después de que muramos. En
nuestra vida presente, la experiencia de la muerte de otras personas provoca una
crisis saludable.
Tanto
la unidad cósmica como la reencarnación son irreconciliables con la creencia
cristiana de que la persona humana es un ser único, que vive una sola vida de
la que es plenamente responsable: este modo de entender la persona pone en
cuestión tanto la responsabilidad personal como la libertad. Los cristianos
saben que « en la cruz de Cristo no sólo se ha cumplido la redención mediante
el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido. Cristo
–sin culpa alguna propia– cargó sobre sí “el mal total del pecado”. La
experiencia de este mal determinó la medida incomparable de sufrimiento de
Cristo que se convirtió en el precio de la redención... El Redentor ha sufrido
en vez del hombre y por el hombre. Todo hombre tiene su participación en la
redención. Cada uno está llamado también a participar en ese sufrimiento
mediante el cual se ha llevado a cabo la redención. Está llamado a participar
en ese sufrimiento por medio del cual todo sufrimiento humano ha sido también
redimido. Llevando a efecto la redención mediante el sufrimiento, Cristo ha
elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redención.
Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse también
partícipe del sufrimiento redentor de Cristo ».82
•
¿Hay que eludir el compromiso social o hay que buscarlo
positivamente?
Buena
parte de lo que hay en la Nueva Era es una descarada autopromoción, pero
algunas figuras relevantes del movimiento defienden que es injusto juzgar todo
el movimiento por una
minoría de personas egoístas, irracionales y narcisistas,
o dejarse deslumbrar por algunas de sus prácticas más extravagantes, que son
un obstáculo para ver en la Nueva Era una búsqueda espiritual y una
espiritualidad auténticas.83 La fusión de los individuos en el yo
cósmico, la relativización o abolición de la diferencia y de la oposición en
una armonía cósmica es inaceptable para el cristianismo.
Donde
hay verdadero amor, tiene que haber un « otro », una persona, diferente. Un
verdadero cristiano busca la unidad en la capacidad y en la libertad del otro
para decir « sí » o « no » al don del amor. En el cristianismo, la unión
se ve como comunión y la unidad como comunidad.
•Nuestro
futuro, ¿está en las estrellas o hemos de ayudar a construirlo?
La
Nueva Era que ahora está amaneciendo estará poblada por seres
perfectos, andróginos, que estén al mando total de las leyes cósmicas de la
naturaleza. En este escenario, el cristianismo tiene que ser eliminado y dejar
paso a una religión global y a un nuevo orden mundial.
Los
cristianos están en un estado de vigilancia constante, preparados para los
últimos días, cuando vuelva Cristo. La Nueva Era de los cristianos comenzó
hace dos mil años con Cristo, que no es otro que « Jesús de Nazaret; él es
la Palabra de Dios hecha hombre para la salvación de todos ». Su Espíritu
Santo está presente y activo en los corazones de los individuos, en « la
sociedad y en la historia, en los pueblos, las culturas y las religiones ». En
realidad, « el Espíritu del Padre, derramado abundantemente por el Hijo, es
quien todo lo anima ».84
Vivimos ya en los últimos tiempos.
Por
un lado, está claro que muchas prácticas de la Nueva Era no plantean
problemas doctrinales a quienes las realizan; pero, al mismo tiempo, es
innegable que estas prácticas, aunque sólo sea indirectamente, comunican una
mentalidad que puede influir en el pensamiento e inspirar una visión particular
de la realidad. Ciertamente, la Nueva Era crea su propia atmósfera y
puede resultar difícil distinguir entre cosas inocuas y cosas realmente
objetables. Sin embargo, conviene darse cuenta de que la doctrina acerca de
Cristo difundida en los círculos de la Nueva Era se inspira en las
doctrinas teosóficas de Helena Blavatsky, la antroposofía de Rudolf Steiner y
la « Escuela Arcana » de Alice Bailey. Sus seguidores contemporáneos no sólo
promueven hoy las ideas de estos pensadores, sino que también trabajan con los
adeptos de la Nueva Era para desarrollar una comprensión completamente
nueva de la realidad, una doctrina conocida como « la verdad de la Nueva Era
».85
5 JESUCRISTO OFRECE EL AGUA DE LA VIDA
El
único fundamento de la Iglesia es Jesucristo, el Señor. Él está en el
corazón de toda acción cristiana y de todo mensaje cristiano. Por eso la
Iglesia regresa constantemente al encuentro de su Señor. Los Evangelios nos
narran muchos encuentros de Jesús: desde los pastores de Belén a los dos
ladrones crucificados con él, desde los doctores que lo escuchaban en el Templo
hasta los discípulos que caminaban apesadumbrados hacia Emaús. Pero un
episodio que indica con especial claridad lo que Él nos ofrece es el relato de
su encuentro con la samaritana junto al pozo de Jacob, en el capítulo cuarto
del evangelio de san Juan. Este encuentro ha sido descrito incluso como « un
paradigma de nuestro compromiso con la verdad ».86 La experiencia
del encuentro con un desconocido que nos ofrece el agua de la vida es una clave
para entender la manera en que podemos y debemos entablar el diálogo con quien
no conoce a Jesús.
Uno
de los elementos más atractivos del relato de Juan (Jn 4) es la demora
de la mujer en captar qué quiere decir Jesús con eso del « agua de la vida »
o el agua « viva » (v. 11). Aun así, se siente fascinada –no sólo por el
desconocido mismo, sino también por su mensaje–, y eso le hace escucharlo.
Después del impacto inicial, al darse cuenta de lo que Jesús sabe de ella («
tienes razón al decir que no tienes marido; pues has tenido cinco hombres, y el
de ahora tampoco es tu marido. En eso has dicho la verdad », vv. 7-18), se abre
completamente a su palabra: « Señor, veo que eres profeta » (v. 19). Comienza
el diálogo sobre la adoración a Dios: « Vosotros dais culto a lo que
desconocéis, nosotros damos culto a lo que conocemos; pues la salvación
procede de los judíos » (v. 22). Jesús tocó su corazón y la preparó para
escuchar lo que tenía que decir acerca de sí mismo como Mesías: « Soy yo, el
que habla contigo » (v. 26). La dispuso para que abriese su corazón a la
verdadera adoración en Espíritu y a la manifestación de Jesús como Ungido de
Dios.
La
mujer « dejó el cántaro, se fue a la aldea y contó a los vecinos » lo
referente a aquel hombre (v. 28). El extraordinario efecto sobre la mujer de
este encuentro con el desconocido provocó la curiosidad de aquéllos, de modo
que también ellos « acudieron a él » (v. 30). Pronto aceptaron la verdad de
su identidad: « Ya no creemos por lo que nos has contado, pues nosotros mismos
hemos escuchado y sabemos que éste es realmente el Salvador del mundo » (v.
42). Pasan de oír hablar de Jesús a conocerle personalmente, comprendiendo
entonces el significado universal de su identidad. Y todo esto porque se han
implicado con la mente y con el corazón.
El
hecho de que la historia tenga lugar junto a un pozo es significativo. Jesús
ofrece a la mujer « un manantial que brota dando vida eterna » (v. 14). La
delicadeza con que Jesús trata a la mujer es un modelo de eficacia pastoral:
ayudar a los otros sincerarse sin sufrir en el doloroso proceso de
reconocimiento propio (« me ha contado todo lo que he hecho », v. 39). Este
enfoque podría producir abundantes frutos con quienes se sienten atraídos por
el « aguador » (Acuario) y siguen buscando sinceramente la verdad. Habría que
invitarlos a escuchar a Jesús, que no sólo ofrece agua para saciar nuestra
sed, sino además las profundidades espirituales ocultas del « agua viva ». Es
importante reconocer la sinceridad de las personas que buscan la verdad; no se
trata de falsedad o de auto-engaño. También es importante ser paciente, como
todo buen educador sabe. Una persona poseída por la verdad se ve repentinamente
llena de una sensación de libertad completamente nueva, especialmente frente a
los errores y temores del pasado. « Quien se esfuerza por conocerse a sí
mismo, como la mujer junto al pozo, infundirá a los demás un deseo de conocer
la verdad que puede liberarlos también a ellos ».87
La
invitación a seguir a Cristo, portador del agua de la vida, tendrá un peso
mucho mayor si quien la hace se ha visto profundamente afectado por su propio
encuentro con Jesús, porque no se trata de alguien que se haya limitado a oír
hablar de él, sino de quien está seguro de « que es realmente el Salvador del
mundo » (v. 42). Se trata de dejar que las personas reaccionen a su manera, a
su propio ritmo, y dejar a Dios hacer el resto.
6 INDICACIONES IMPORTANTES
6.1.
Una necesidad: acompañamiento y formación sólida
¿Cristo
o Acuario?La Nueva
Era casi siempre tiene que ver con « alternativas »: una visión
alternativa de la realidad, o una manera alternativa de mejorar la propia
situación presente (magia).88 Las alternativas no ofrecen dos
posibilidades, sino únicamente la posibilidad de escoger una cosa frente a
otra. En términos religiosos, la Nueva Era ofrece una alternativa a la
herencia judeocristiana. La Era de Acuario se concibe como la que sustituirá a
la Era de Piscis, predominantemente cristiana. Los pensadores de la Nueva Era
son plenamente conscientes de esto. Algunos de ellos están convencidos de
que es inevitable el cambio que se avecina, mientras que otros están además
activamente comprometidos en su llegada. Quienes se preguntan si es posible
creer al mismo tiempo en Cristo y en Acuario conviene que sepan que se hallan
ante una alternativa excluyente, « aut-aut, o esto o aquello ». « Ningún
criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o
bien se entregará a uno y despreciará al otro » (Lc 16, 13). A los
cristianos les basta pensar en la diferencia entre los Magos de Oriente y el rey
Herodes para darse cuenta de los tremendos efectos que conlleva la opción a
favor o en contra de Cristo. No debemos olvidar nunca que muchos de los
movimientos que han alimentado la Nueva Era son explícitamente
anticristianos. Su postura frente al cristianismo no es neutral, sino
neutralizadora: a pesar de lo que se suele decir sobre la apertura a todos los
puntos de vista religiosos, el cristianismo tradicional no es considerado
sinceramente una alternativa aceptable. De hecho, con frecuencia queda bien
claro que no « hay cabida tolerable para el cristianismo auténtico », incluso
con argumentos que justifican un comportamiento anticristiano.89 Esta
oposición, que inicialmente se limitaba a los ambientes enrarecidos de quienes
van más allá de una vinculación superficial con la Nueva Era, ha
comenzado recientemente a penetrar en todos los niveles de la cultura «
alternativa », que ejerce una poderosa fascinación, sobre todo en las
sofisticadas sociedades occidentales.
¿Fusión
o confusión?Las
tradiciones de la Nueva Era consciente y deliberadamente difuminan las
diferencias reales: entre Creador y creación, entre humanidad y naturaleza,
entre religión y psicología, entre realidad subjetiva y objetiva. Idealmente,
la intención es siempre superar el escándalo de la división, pero para la
teoría de la Nueva Era se trata de la fusión sistemática de
elementos que normalmente han estado claramente diferenciados en la cultura
occidental. Quizá sea más justo llamarla « confusión ». Decir que la
Nueva Era se alimenta de la confusión no es un mero juego de palabras.
La tradición cristiana siempre ha valorado el papel de la razón para
justificar la fe y comprender a Dios, al mundo y a la persona humana.90
La Nueva Era acierta cuando sintoniza con un estado de ánimo que rechaza
la razón fría, calculadora, inhumana. Y si bien recuerda la necesidad de un
equilibrio entre todas nuestras facultades, ello no justifica la marginación de
una facultad que es esencial para una vida plenamente humana. La racionalidad
tiene la ventaja de la universalidad: está al alcance de todos, gratuitamente,
a diferencia del carácter misterioso y fascinante de la religión « mística
», esotérica o gnóstica. Todo aquello que alimenta la confusión conceptual o
el secretismo ha de ser examinado con sumo cuidado, pues en lugar de revelar la
naturaleza última de la realidad, la esconde. Corresponde a la pérdida de
confianza en las sólidas certezas de antaño propia de la posmodernidad, que
con frecuencia lleva a refugiarse en el irracionalismo. El gran desafío
consiste en mostrar cómo una sana colaboración entre la fe y la razón mejora
la vida humana y promueve el respeto a la creación.
Crea
tu propia realidad.La
convicción generalizada en la Nueva Era de que cada uno crea su propia
realidad es atractiva pero ilusoria. Cristaliza en la teoría de Jung, según la
cual el ser humano es una vía de acceso desde el mundo exterior a un mundo
interior de infinitas dimensiones, donde cada persona es un Abraxas que
da a luz su propio mundo o lo devora. La estrella que brilla en este mundo
interior infinito es el dios y meta del hombre. La consecuencia más dolorosa y
problemática de la aceptación de la idea de que las personas crean su propia
realidad es la cuestión del sufrimiento y de la muerte: las personas con graves
deficiencias o enfermedades incurables se sienten engañadas y degradadas cuando
se les sugiere que son ellas quienes han hecho caer la desgracia sobre sí
mismas, o que su incapacidad para cambiar las cosas indica una debilidad en su
manera de afrontar la vida. Todo esto dista mucho de ser un tema puramente
académico: tiene profundas implicaciones en el enfoque pastoral de la Iglesia
ante las difíciles cuestiones existenciales que todo el mundo se plantea.
Nuestras limitaciones son parte de la vida, inherentes a la condición de
criatura. La muerte y el sufrimiento constituyen un desafío y una oportunidad,
pues la tentación de refugiarse en una reelaboración occidentalizada de la
reencarnación es una prueba clara del temor ante la muerte y del deseo de vivir
para siempre. ¿Aprovechamos al máximo estas oportunidades para recordar lo que
Dios nos promete en la resurrección de Jesucristo? ¿Hasta qué punto es real
la fe en la resurrección de la carne que los cristianos proclaman cada domingo
en el credo? Aquí se plantea sobre todo la idea de la Nueva Era de que
en cierto sentido también somos dioses. Toda la cuestión depende, desde luego,
de la propia definición de realidad. Es preciso fortalecer de manera adecuada
un enfoque sólido de la epistemología y de la psicología en todos los niveles
de educación, formación y predicación católicas. Es importante concentrarse
constantemente sobre los modos más eficaces de hablar de la trascendencia. La
dificultad fundamental de todo el pensamiento de la Nueva Era es que esa
trascendencia es estrictamente una auto-trascendencia que debe alcanzarse en un
universo cerrado en sí mismo.
Recursos
pastorales.En el
capítulo 8 se ofrecen indicaciones sobre los principales documentos de la
Iglesia Católica, en los que se puede encontrar una valoración de las ideas de
la Nueva Era. En primer lugar figura la alocución del papa Juan Pablo II
citada en el Prefacio. El papa reconoce en esta tendencia cultural algunos
aspectos positivos, tales como la « búsqueda de un nuevo significado de la
vida, una nueva sensibilidad ecológica y el deseo de superar una religiosidad
fría y racionalista ». Pero también llama atención de los fieles sobre
ciertos elementos ambiguos que son incompatibles con la fe cristiana: estos
movimientos « prestan poca atención a la Revelación », « tienden a
relativizar la doctrina religiosa a favor de una cosmovisión difusa », « con
frecuencia proponen un concepto panteísta de Dios », « sustituyen la
responsabilidad personal frente a Dios por nuestras acciones con un sentido del
deber respecto al cosmos, subvirtiendo así el verdadero concepto del pecado y
de la necesidad de la redención por medio de Cristo ».91
6.2.
Iniciativas prácticas
En
primer lugar, conviene recordar una vez más que, dentro del vasto movimiento de
la Nueva Era, no todas las personas ni todas las cosas están vinculadas
de la misma manera a las teorías del movimiento. Igualmente, la etiqueta misma
de « Nueva era » con frecuencia se aplica mal o se extiende a fenómenos que
pueden ser clasificados de otra manera. Incluso se ha abusado del término Nueva
Era para demonizar a ciertas personas y prácticas. Es esencial examinar si
los fenómenos vinculados a este movimiento, aunque sea de manera tangencial,
reflejan una visión cristiana de Dios, la persona humana y el mundo o están en
conflicto con ella. La mera utilización del término « Nueva Era » de
por sí no significa nada. Lo que cuenta es la relación de la persona, el
grupo, la práctica o el producto, con los principios del cristianismo.
•
La Iglesia católica dispone de redes propias, muy eficaces, que aún
podrían utilizarse mejor. Por ejemplo, el gran número de centros pastorales,
culturales y de espiritualidad. Además de servir a las necesidades de la
Iglesia, estos mismos podrían emplearse para abordar de forma creativa la
confusión respecto a la religiosidad de la Nueva Era, por ejemplo, con
foros de discusión y estudio. Desgraciadamente, hay que admitir que en muchos
casos algunos centros de espiritualidad específicamente católicos están
comprometidos activamente en la difusión de la religiosidad de la Nueva Era dentro
de la Iglesia. Es necesario corregir esta situación, no sólo para detener la
propagación de la confusión y del error, sino también para que se conviertan
en promotores eficaces de la verdadera espiritualidad cristiana. Los centros
culturales católicos en particular no son sólo instituciones doctrinales, sino
espacios para el diálogo sincero.92 Algunas instituciones
especializadas abordan todas estas cuestiones de modo excelente. Son recursos
valiosísimos que deberían ser compartidos generosamente con zonas más
desfavorecidas.
•
No pocos grupos de la Nueva Era aprovechan cualquier oportunidad para
exponer su filosofía y sus actividades. Convendría abordar con cuidado los
encuentros con este tipo de grupos, incluyendo siempre personas capaces tanto de
explicar la fe y la espiritualidad católicas, como de reflexionar críticamente
sobre el pensamiento y las prácticas de la Nueva Era. Es sumamente
importante comprobar las credenciales de las personas, grupos e
instituciones que pretenden ofrecer orientación e información sobre la Nueva
Era. En algunos casos, lo que había comenzado como una investigación
imparcial acaba convirtiéndose en una promoción activa o en una defensa de las
« religiones alternativas ». Algunas instituciones internacionales están
realizando activamente campañas de promoción del respeto a la « diversidad
religiosa » y reclaman el carácter religioso para algunas organizaciones más
que dudosas. Esto concuerda con la visión de la Nueva Era, de pasar a
una época en que la limitación de las religiones particulares ceda el paso a
la universalidad de una nueva religión o espiritualidad. Por el contrario, el
diálogo sincero debe respetar siempre la diversidad desde el principio y nunca
intentará desdibujar las distinciones fundiendo en una todas las tradiciones
religiosas.
•
Algunos grupos locales de la Nueva Era califican sus encuentros como «
grupos de oración ». Quienes sean invitados a dichos grupos deben buscar
los signos de una espiritualidad auténticamente cristiana y comprobar que
no haya ceremonias de iniciación de ningún tipo. Tales grupos se aprovechan de
la falta de preparación teológica o espiritual de las personas para atraerlas
gradualmente a lo que en realidad puede ser una forma de culto falso. Hay que
educar a los cristianos respecto al verdadero objeto y contenido de la oración
–dirigida al Padre, por medio de Jesucristo, en el Espíritu Santo–, para
juzgar rectamente la intención de un « grupo de oración ». La oración
cristiana y el Dios de Jesucristo son fácilmente reconocibles.93
Muchas personas están convencidas de que no hay peligro alguno en « tomar
prestados » elementos de la sabiduría oriental. Sin embargo, el caso de la
Meditación Trascendental (MT) debería invitar a los cristianos a ser más
cautos ante la posibilidad de afiliarse sin saberlo a otra religión (en este
caso, el Hinduismo), pese a que los promotores de la MT insistan en su
neutralidad religiosa. El aprendizaje de la meditación en sí mismo no plantea
problema alguno, pero el objeto o el contenido del ejercicio determinan
claramente si se establece una relación con el Dios revelado por Jesucristo, o
bien con alguna otra revelación, o simplemente con las profundidades ocultas
del yo.
•
También hay que prestar el debido reconocimiento a los grupos cristianos que
promueven el cuidado de la tierra como creación de Dios. El respeto a la
creación también debe abordarse creativamente en las escuelas católicas. Con
todo, gran parte de lo que proponen los elementos más radicales del movimiento
ecológico es difícilmente conciliable con la fe católica. El cuidado del
medio ambiente, en general, es una señal oportuna de una renovada preocupación
por lo que Dios nos ha dado, quizá incluso una señal del necesario cuidado
cristiano de la creación. La « ecología profunda », sin embargo, se basa con
frecuencia en principios panteístas y, en ocasiones, gnósticos.94
•
El comienzo del Tercer Milenio ofrece un auténtico kairós para la
evangelización. Las mentes y los corazones están abiertos como nunca antes a
recibir información seria sobre la visión cristiana del tiempo y de la
historia de la salvación. La prioridad no debería consistir tanto en poner de
relieve las carencias de otros enfoques, sino más bien regresar constantemente
a las fuentes de nuestra propia fe, para poder ofrecer una presentación
adecuada y sólida del mensaje cristiano. Podemos estar orgullosos de lo que
se nos ha confiado y por eso hemos de resistir a las presiones de la cultura
dominante y no enterrar esos dones (cf. Mt 25, 24-30). Uno de los
instrumentos más útiles de que disponemos es el Catecismo de la Iglesia
Católica. Tenemos también una inmensa herencia de caminos de santidad en
las vidas de los cristianos del pasado y del presente. Allí donde el rico
simbolismo cristiano, sus tradiciones artísticas, estéticas y musicales es
desconocido o ignorado, los cristianos han de realizar una enorme labor en
beneficio propio y, en definitiva, de todos aquellos que buscan una experiencia
o una mayor conciencia de la presencia de Dios. El diálogo entre los cristianos
y las personas seducidas por la Nueva Era, tendrá mayores garantías de
éxito si tiene en cuenta la atracción que ejercen el mundo de las emociones y
el lenguaje simbólico. Si nuestra tarea consiste en conocer, amar y servir a
Jesucristo, tiene una importancia capital comenzar con un buen conocimiento de
la Sagrada Escritura. Pero, sobre todo, salir al encuentro del Señor Jesús en
la oración y en los sacramentos, que son precisamente los momentos de
santificación de nuestra vida ordinaria, y el camino más seguro para encontrar
el sentido de todo el mensaje cristiano.
•
Tal vez la medida más sencilla, la más obvia y urgente que hay que tomar, y
acaso también la más eficaz, sea aprovechar al máximo las riquezas de la
herencia espiritual cristiana. Las grandes órdenes religiosas son
depositarias de ricas tradiciones de meditación y espiritualidad, que podrían
hacerse más asequibles mediante cursos o periodos de permanencia en sus casas,
ofrecidos a personas con auténtico espíritu de búsqueda. Esto ya se está
llevando a cabo, pero hace falta ir más allá. Ayudar a las personas en su
búsqueda espiritual ofreciéndoles técnicas ya aprobadas y experiencias de
auténtica oración podría abrir un diálogo que revelaría las riquezas de la
tradición cristiana y tal vez clarificaría en ese mismo proceso muchas de las
cuestiones planteadas por la Nueva Era.
Con
una imagen sugerente y directa, uno de los mismos exponentes del movimiento de
la Nueva Era ha comparado las religiones tradicionales con las
catedrales, y la Nueva Era con una feria mundial. El Movimiento Nueva
Era es una invitación a los cristianos para que lleven el mensaje de las
catedrales a la feria que ahora ocupa el mundo entero. Esta imagen plantea a los
cristianos un desafío positivo, pues cualquier momento es bueno para llevar el
mensaje de las catedrales a la gente de la feria. Los cristianos, en efecto, no
deben aguardar una invitación para llevar la Buena Noticia de Jesucristo a
quienes andan buscando respuestas a sus preguntas, un alimento espiritual que
les satisfaga, el agua viva. Siguiendo la imagen propuesta, los cristianos deben
salir de la catedral, alimentados por la palabra y los sacramentos, para llevar
el Evangelio a todos los ámbitos de la vida cotidiana. « Ite, Missa est, Id,
la misa ha terminado ». En la carta apostólica Novo Millennio Ineunte el
Padre Santo destaca el gran interés por la espiritualidad que se descubre en el
mundo de hoy día, y cómo las demás religiones están respondiendo a esta
demanda de modo atrayente. A continuación lanza un reto a los cristianos: «
Nosotros, que tenemos la gracia de creer en Cristo, revelador del Padre y
Salvador del mundo, debemos enseñar a qué grado de interiorización nos puede
llevar la relación con él » (n. 33). Para quienes hacen sus compras en la
feria mundial de propuestas religiosas, la llamada del cristianismo se
manifestará, en primer lugar, a través del testimonio de los miembros de la
Iglesia, de su confianza, su calma, su paciencia y su optimismo, y de su amor
concreto al prójimo. Todo ello, fruto de una fe alimentada en la oración
personal auténtica.
7 APÉNDICE
7.1.
Algunas formulaciones breves de ideas de la Nueva Era
Formulación
de la Nueva Era segúnWilliam
Bloom,1992, citada en Heelas,p. 225s.:
•
Toda vida, –toda existencia– es la manifestación del Espíritu, del
Incognoscible, la Conciencia suprema conocida con diferentes nombres en tantas
culturas distintas.
•
El propósito y la dinámica de toda existencia es llevar el Amor, la
Sabiduría, la Iluminación...a su plena manifestación.
•
Todas las religiones son expresión de esta misma realidad
interior.
•
Toda vida, tal como la percibimos con los cinco sentidos humanos o con los
instrumentos científicos, no es sino el velo externo de una realidad invisible,
interior y causal.
•
Igualmente, los seres humanos son criaturas dobles con: (i) una personalidad
exterior temporal, y (ii) un ser interior multidimensional (alma o yo
superior).
•
La personalidad exterior es limitada y tiende hacia el amor.
•
El propósito de la encarnación del ser interior es atraer las vibraciones de
la personalidad exterior hacia una resonancia de amor.
•
Todas las almas encarnadas son libres de escoger su propia senda
espiritual.
•
Nuestros maestros espirituales son aquellos que, liberada su alma de la
necesidad de encarnarse, expresan amor incondicional, sabiduría e iluminación.
Algunos de estos grandes seres son bien conocidos y han inspirado las religiones
del mundo. Otros son desconocidos y operan invisiblemente.
•
Toda vida, en sus diferentes formas y estados, es energía interrelacionada, e
incluye nuestras acciones, sentimientos y pensamientos. Por tanto, colaboramos
con el Espíritu y con estas energías en la creación de nuestra
realidad.
•
Aunque sostenidos por la dinámica del amor cósmico, somos conjuntamente
responsables del estado de nuestro propio yo, de nuestro entorno y de toda
vida.
•
Durante este periodo de tiempo, la evolución del planeta y de la humanidad ha
alcanzado un punto en que estamos experimentando un profundo cambio espiritual
en nuestra conciencia individual y colectiva. Por eso hablamos de una Nueva
Era. Esta nueva conciencia es resultado de una encarnación cada vez más
lograda de lo que algunos llaman energías del amor cósmico. Esta nueva
conciencia se manifiesta en una comprensión instintiva de la sacralidad de toda
existencia y, en particular, de su interrelación.
•
Esta nueva conciencia y esta nueva comprensión de la interdependencia de toda
vida son el signo de que actualmente está gestación una nueva cultura
planetaria.
Heelas
cita (p. 226) la « formulación complementaria » de Jeremy Tarcher:
1.
El mundo, incluyendo la raza humana, es expresión de una naturaleza divina
superior, más completa.
2.
Oculto en el interior de cada ser humano, existe un Yo divino superior, que es
la manifestación de esta naturaleza divina superior y más
completa.
3.
Esta naturaleza superior puede ser despertada y convertirse en el centro de la
vida cotidiana del individuo.
4.
Este despertar es la razón de ser de cada vida individual.
David
Spangler citado en Actualité des religions n. 8, septiembre 1999, p.
43, sobre las principales características de la visión de la Nueva Era, que
es:
•
holística (globalizadora, porque sólo hay una
energía-realidad)
•
ecológica (la Tierra, Gaia, es nuestra madre, cada uno de nosotros es una
neurona del sistema nervioso central de la tierra)
•
andrógina (el arco iris y el Yin Yang son símbolos NE, que tienen que ver
con la complementariedad de los contarios, especialmente lo masculino y lo
femenino)
•
mística (que encuentra lo sacro en todas las cosas, en las más
ordinarias)
•
planetaria (las personas deben estar, a la vez, enraizadas en su propia cultura
y abiertas a la cultura universal, buscando amor, compasión, paz, y el
establecimiento de un gobierno mundial).
7.2.
Glosario selecto
Androginia:
no es hermafroditismo, es decir, la presencia de características físicas de
los dos sexos en una persona, sino una conciencia de la presencia de los
elementos masculinos y femeninos en cada persona. Se describe como un estado
equilibrado de armonía interior del animus y el anima. En la Nueva
Era, es un estado resultante de una nueva conciencia de este modo doble de
ser y existir característico de todo hombre y de toda mujer. Cuanto más se
difunda, más ayudará a transformar la conducta
interpersonal.
Antroposofía:
doctrina teosófica popularizada originalmente por el croata Rudolf Steiner(1861-1925),
que abandonó la Sociedad Teosófica después de ser el dirigente de su rama
alemana desde 1902 hasta 1913. Es una doctrina esotérica que tiene por objeto
iniciar a las personas en el « conocimiento objetivo » en la esfera
divino-espiritual. Steiner estaba convencido de que ésta le había ayudado a
explorar las leyes de la evolución del cosmos y de la humanidad. Cada ser
físico tiene un ser espiritual correspondiente, y la vida terrena está
influida por las energías astrales y las esencias espirituales. Se dice que la Crónica
Akasha es una « memoria cósmica » accesible a los iniciados.95
Canalización
(v. Channeling)
Chamanismo:
prácticas y creencias vinculadas a la comunicación con los espíritus de la
naturaleza y con los espíritus de los muertos mediante la posesión ritual del
chamán (por parte de los espíritus), a los que éste sirve de médium. El
atractivo de estas prácticas en los círculos de la Nueva Era se debe a
que ponen el acento en la armonía con las fuerzas de la naturaleza y en la
sanación. A ello se añade también una imagen « romántica » de las
religiones indígenas y de su cercanía a la tierra y a la naturaleza.
Channeling
(canalización): los
mediums psíquicos sostienen que actúan como canales de información de otros
yoes, normalmente entidades incorpóreas que viven en otro plano. Pone en
relación a seres tan diversos como maestros excelsos, ángeles, dioses,
entidades colectivas, espíritus de la naturaleza y el Yo
Superior.
Conciencia
planetaria: esta
cosmovisión se desarrolló en los años 1980 para promover el sentimiento de
lealtad a la comunidad humana en lugar de a las naciones, tribus u otros grupos
tradicionales. Puede considerarse heredera de movimientos de comienzos del siglo
XX que promovían un gobierno mundial. La conciencia de la unidad de la
humanidad encaja perfectamente con la hipótesis Gaia.
Cristales:
se considera que vibran con frecuencias particulares. De aquí que sean útiles
para la autotransformación. Se utilizan en varias terapias, así como en la
meditación, visualización, el « viaje astral » o como amuletos de la suerte.
Vistos desde el exterior, no tienen poder intrínseco, sino que son
sencillamente bellos.
Cristo:
en la Nueva Era, la figura histórica de Jesús no es más que una
encarnación de una idea, una energía o un conjunto de vibraciones. Para Alice
Bailey, hace falta una gran jornada de súplica, en la que todos los creyentes
logren crear una concentración de energía espiritual tal que se produzca una
nueva encarnación que revelará a los hombres el modo de salvarse... Para
muchos, Jesús no es más que un maestro espiritual que, como Buda, Moisés y
Mahoma, u otros, ha sido penetrado por el Cristo cósmico. Al Cristo cósmico
también se le conoce como la energía crística presente en cada ser y en el
ser total. Los individuos necesitan ser iniciados gradualmente en la conciencia
de las características crísticas que tienen. Cristo representa –para la Nueva
Era– el estado más elevado de perfección del yo.96
Eneagrama:
(del griego ennéa = nueve + gramma = signo) el nombre designa un
diagrama compuesto por un círculo con nueve puntos en su circunferencia, unidos
entre sí por un triángulo y un hexágono circunscritos. Originariamente se
utilizó para la adivinación, pero recientemente se ha popularizado como
símbolo de un sistema de tipología de la personalidad que consta de nueve
tipos caracterológicos básicos. Se hizo popular tras la publicación del libro
The Enneagram de Helen Palmer,97 pero la autora reconoce su
deuda con el médico y pensador esotérico ruso G. I. Gurdjieff, el psicólogo
chileno Claudio Naranjo, y el autor Óscar Icazo, fundador de Arica. El
origen del eneagrama permanece envuelto en el misterio, si bien algunos
sostienen que procede de la mística sufí.
Era
de Acuario: cada era
astrológica, de unos 2146 años, recibe el nombre de uno de los signos del
zodiaco, pero los « días grandes » siguen un orden inverso, de modo que la
actual Era de Piscis está a punto de acabar y se instaurará la Era de Acuario.
Cada Era tiene sus propias energías cósmicas. La energía de Piscis ha hecho
de ella una era de guerras y conflictos. Pero Acuario está destinada a ser una
era de armonía, justicia, paz, unidad, etc. En este sentido, la Nueva Era acepta
el carácter inevitable de la historia. Algunos ven en la era de Aries la época
de la religión judía, en Piscis la del cristianismo y en Acuario la era de una
religión universal.
Esoterismo
(del griego esotéros
= lo que hay en el interior): designa generalmente un conjunto de
conocimientos antiguos y ocultos accesible sólo a grupos de iniciados, que se
describen a sí mismos como guardianes de las verdades ocultas a la mayoría de
la humanidad. El proceso de iniciación conduce desde un conocimiento de la
realidad meramente externo, superficial, hasta la verdad interior y, mediante
ese proceso, despierta la conciencia a un nivel más profundo. Las personas son
invitadas a emprender este « viaje interior » para descubrir la « chispa
divina » que hay dentro de ellas. En este contexto, la salvación coincide con
el descubrimiento del yo.
Espiritismo:
si bien siempre ha habido intentos de establecer contacto con los espíritus de
los muertos, se considera que el espiritismo del siglo XIX es una de las
corrientes que desembocan en la Nueva Era. Se desarrolló en el ambiente
de las ideas de Swedenborg y Mesmer, y llegó a convertirse en una nueva
religión. Madame Blavatsky era una médium, por lo que el espiritismo ejerció
gran influjo en la Sociedad Teosófica, aunque en este caso el acento recaía en
el contacto con entidades del pasado remoto más que con personas que habían
muerto recientemente. Allan Kardec influyó en la difusión del espiritismo en
las religiones afro-brasileñas. En algunos nuevos movimientos religiosos de
Japón se dan también elementos espiritistas.
Evolución:
en la Nueva Era va mucho más allá de la evolución de los seres hacia
formas de vida superiores. El modelo físico se proyecta sobre el ámbito
espiritual, de modo que una fuerza inmanente del interior de los seres humanos
los impulsa hacia formas superiores de vida espiritual. Se dice que los seres
humanos no tienen control sobre esta fuerza, pero sus buenas o malas acciones
pueden acelerar o retrasar el proceso. Se piensa que la creación entera,
incluyendo la humanidad, avanza inexorablemente hacia una fusión con lo divino.
La reencarnación, naturalmente, ocupa un lugar importante en esta visión de
una evolución espiritual progresiva que, según se dice, comienza antes del
nacimiento y continúa después de la muerte.98
Expansión
de la conciencia: si
el cosmos se concibe como una cadena continua de ser, todos los niveles de la
existencia –minerales, vegetales, animales, humanos, seres cósmicos y divinos–
son interdependientes. Se dice que los seres humanos se hacen conscientes de su
puesto en esta visión holística de la realidad global expandiendo
su conciencia más allá de sus límites normales. La Nueva Era ofrece
una enorme variedad de técnicas para ayudar a la gente a alcanzar un nivel de
percepción de la realidad más elevado, una manera de superar la separación
entre los sujetos y entre los objetos en el proceso cognoscitivo, concluyendo en
una fusión total de lo que la conciencia normal, inferior, ve como realidades
separadas o distintas.
Feng-shui:
forma de geomancia, en este caso un método oculto chino de descifrar la
presencia escondida de corrientes positivas y negativas en los edificios y otros
lugares, basada en el conocimiento de las fuerzas terráqueas y atmosféricas.
« Lo mismo que en el cuerpo humano o el cosmos, en cada lugar se atraviesan
influjos cuyo equilibrio correcto es fuente de salud y de vida ».99
Gnosis:
en sentido amplio, una forma de conocimiento no intelectual, sino visionaria o
mística, que se cree revelada y capaz de unir al ser humano con el misterio
divino. En los primeros siglos del cristianismo, los Padres de la Iglesia
lucharon contra el gnosticismo, por cuanto se oponía a la fe. Algunos ven un
renacer de las ideas gnósticas en gran parte del pensamiento de la Nueva
Era, algunos de cuyos autores de hecho citan el gnosticismo primitivo. Sin
embargo, la acentuación del monismo e incluso del panteísmo o panenteísmo
típica de la Nueva Era lleva a algunos a utilizar el término neo-gnosticismo
para distinguir la gnosis de la Nueva Era del gnosticismo
antiguo.
Gran
Hermandad Blanca:
Madame Blavatsky afirmaba mantener contactos con los mahatmas o maestros,
seres excelsos que, conjuntamente, constituyen la Gran Hermandad Blanca.
Según ella, eran éstos quienes dirigían la evolución de la raza humana y
orientaban la labor de la Sociedad Teosófica.
Hermetismo:
prácticas y especulaciones filosóficas y religiosas vinculadas a los escritos
del Corpus Hermeticum y a los textos alejandrinos atribuidos al mítico Hermes
Trismegistos. Cuando se conocieron por primera vez durante el Renacimiento
se pensó que revelaban doctrinas pre-cristianas, sin embargo estudios
posteriores han demostrado que datan del primer siglo de la era cristiana.
100 El hermetismo alejandrino es una fuente fundamental del esoterismo
moderno, con el que tienen mucho en común: el eclecticismo, la refutación del
dualismo ontológico, la afirmación del carácter positivo y simbólico del
universo, la idea de la caída y posterior restauración de la humanidad. La
especulación hermética ha reforzado la creencia en una antigua tradición
fundamental, la llamada philosophia perennis, falsamente considerada
común a todas las tradiciones religiosas. Las formas elevadas y rituales de la
magia se desarrollaron a partir del hermetismo renacentista.
Holismo:
concepto clave del « nuevo paradigma », que pretende ofrecer una estructura
teórica que integra toda la cosmovisión del hombre moderno. En contraste con
la experiencia de una fragmentación creciente en la ciencia y en la vida
cotidiana, se acentúa el « holismo », el « totalismo », como concepto
metodológico y ontológico central. La humanidad se integra en el universo como
parte de un único organismo vivo, un entramado armonioso de relaciones
dinámicas. Diversos científicos que tienden un puente entre la ciencia y la
religión rechazan la distinción clásica entre sujeto y objeto, de la que se
suele culpar a Descartes y a Newton. La humanidad forma parte del entramado
universal (el ecosistema, la familia), de la naturaleza y del mundo y debe
buscar la armonía con todos los elementos de esta autoridad cuasi-transcendente.
Cuando se comprende cuál es el propio lugar en la naturaleza, también se
entiende que la « totalidad » y la « santidad » son una misma y sola cosa.
La articulación más clara de este concepto se halla en la hipótesis « Gaia
». 101
Iniciación:
en etnología religiosa es el viaje cognitivo yo experimental, mediante el cual
una persona es admitida, individualmente o como miembro de un grupo, a través
de rituales particulares, a formar parte de una comunidad religiosa, una
sociedad secreta (p.e. la Francmasonería) o una asociación mistérica
(mágica, esotérico-oculta, gnóstica, teosófica, etc.).
Karma:
(de la raíz
sánscrita Kri = acción, obra) noción clave en el hinduismo, jainismo y
budismo, cuyo significado no ha sido siempre el mismo. En el antiguo periodo
védico se refería a la acción ritual, especialmente el sacrificio, mediante
la cual una persona obtenía acceso a la felicidad o a la bienaventuranza en la
otra vida. Cuando aparecieron el jainismo y el budismo (aproximadamente seis
siglos antes de Cristo), Karma perdió su sentido salvífico: el camino
hacia la liberación era el conocimiento del Atman o « yo ». En la
doctrina del samsara, se entendía como el ciclo incesante del nacimiento
y la muerte humanas (hinduismo) o del renacer (budismo). 102 En los
ambientes de la Nueva Era la « ley del karma » se concibe con
frecuencia como el equivalente moral de la evolución cósmica. El Karma no
tiene ya que ver con el mal o el sufrimiento –ilusiones que hay que
experimentar como parte de un « juego cósmico »– sino que es la ley
universal de la causa y el efecto, y forma parte de la tendencia de un universo
interrelacionado hacia el equilibrio moral. 103
Mística:
la mística de la Nueva Era consiste en volverse hacia el interior del
propio yo más que en una comunión con Dios, que es el « totalmente otro ».
Es una fusión con el universo, la aniquilación definitiva del individuo en la
unidad del todo. La experiencia del Yo se toma como experiencia de la divinidad,
por lo que se debe mirar hacia dentro para descubrir la auténtica sabiduría,
creatividad y fuerza.
Monismo:
doctrina metafísica según la cual las diferencias entre las cosas son
ilusorias. Sólo hay un ser universal único, del cual cada cosa y cada persona
son sólo una parte. En la medida en que el monismo de la Nueva Era incluye
la idea de que la realidad es fundamentalmente espiritual, es una forma
contemporánea del panteísmo (que rechaza a veces explícitamente el
materialismo, en especial el marxismo). Su pretensión de resolver todo dualismo
no deja lugar a un Dios transcendente, de manera que todo es Dios. Para
el cristianismo se plantea un problema ulterior cuando se suscita la cuestión
del origen del mal. C. G. Jung vio el mal como el « lado sombrío » de Dios,
que, en el teísmo clásico, es todo bondad.
Movimiento
del Potencial Humano:
desde sus comienzos (Esalen, California, en los años 1960), se ha convertido en
una red de grupos que promueven la liberación de la capacidad humana innata de
creatividad mediante la realización del yo. Cada vez son más las empresas que
utilizan diversas técnicas de transformación personal en programas de
formación de dirigentes, en definitiva por puras razones económicas. Si bien
las Tecnologías Transpersonales, el Movimiento por una Conciencia Espiritual
Interior, el Desarrollo Organizativo, y la Transformación Organizativa, se
presentan como no-religiosos, en realidad los empleados de las empresas pueden
encontrarse sometidos a una « espiritualidad » extraña en una situación que
plantea conflictos con su libertad personal. Hay vínculos evidentes entre la
espiritualidad oriental y la psicoterapia, mientras que la psicología jungiana
y el Movimiento del Potencial Humano han ejercido su influjo sobre el chamanismo
y formas « reconstruidas » del paganismo, como el druidismo y la wicca. En
sentido amplio, el « crecimiento personal » puede entenderse como la forma que
adopta la « salvación religiosa » en el movimiento de la Nueva Era: se
afirma que la liberación del sufrimiento y de la debilidad humanas se
alcanzará desarrollando nuestro potencial humano, lo cual da como resultado el
que nos encontremos cada vez más en contacto con nuestra divinidad interior.
104
Música
New Age: se
trata de una industria floreciente. Este tipo de música suele promocionarse
como un medio para alcanzar la armonía consigo mismo y con el mundo. En parte
suele ser música « celta » o druídica. Algunos compositores New Age sostienen
que su música tiene como objeto tender puentes entre lo consciente y lo
inconsciente, lo cual es especialmente cierto cuando además de melodías hay
una repetición meditativa y rítmica de estribillos clave. Al igual que otros
muchos fenómenos de la Nueva Era, algunas de estas músicas se proponen
como una introducción a este movimiento, pero la mayoría tiene sencillamente
una finalidad comercial o artística.
Neopaganismo:
término rechazado con frecuencia por aquellos a quienes se aplica. Se refiere a
una corriente que sigue un trayecto paralelo al de la Nueva Era y con el
cual suele relacionarse. En la oleada de reacción contra las religiones
tradicionales, especialmente la herencia judeocristiana de occidente, son muchos
los que han vuelto la mirada a las antiguas religiones indígenas,
tradicionales, paganas. Se considera que cuanto precedió al cristianismo
era más conforme al espíritu de la tierra y de la nación, o que era una forma
pura de la religión natural, en contacto con las fuerzas de la naturaleza, a
menudo matriarcal, mágica o chamánica. Según dicen, la humanidad será más
sana si retorna al ciclo natural de las fiestas (agrícolas) y a la afirmación
general de la vida. Algunas religiones « neopaganas » son reconstrucciones
recientes cuya verdadera relación con las formas originales puede ser
discutible, particularmente en los casos en que están dominadas por componentes
ideológicos modernos como la ecología, el feminismo o, en casos raros, por los
mitos de pureza racial. 105
Ocultismo:
el conocimiento oculto (escondido) y las fuerzas de la mente y la naturaleza se
hallan en la base de las creencias y prácticas vinculadas a una supuesta «
filosofía perenne » oculta, derivada, por una parte, de la magia y la alquimia
griega antigua, y de la mística judía por otra. Se conservan ocultas mediante
un código secreto impuesto a los iniciados en los grupos y sociedades que
conservan el conocimiento y las técnicas que implican. En el siglo XIX, el
espiritismo y la Sociedad Teosófica introdujeron nuevas formas de ocultismo
que, a su vez, han influido en varias corrientes de la Nueva Era.
Panteísmo:
(en griego pan = todo y theós = Dios) la creencia de que todo es
Dios o, en ocasiones, que todo está en dios y dios está en todo
(panenteísmo). Todo elemento del universo es divino, y la divinidad está
presente por igual en todo. En esta visión no tiene cabida Dios como un ser
distinto en el sentido del teísmo clásico.
Parapsicología:
trata de cosas como la percepción extrasensorial, la telepatía mental, la
telequinesia, la sanación psíquica y la comunicación con espíritus mediante
médiums o el channeling. A pesar de las duras críticas de los
científicos, la parapsicología ha ido creciendo y encaja perfectamente en la
mentalidad popular de ciertos sectores de la Nueva Era, según la cual
los seres humanos tienen habilidades psíquicas extraordinarias, aunque con
frecuencia en un estadio poco desarrollado.
Pensamiento
Nuevo: movimiento
religioso del siglo XIX fundado en los Estados Unidos de América. Tuvo su
origen en el idealismo, del cual era una forma popularizada. Se decía que Dios
era completamente bueno y el mal una mera ilusión; la realidad básica era la
mente. Puesto que es la mente la que causa los acontecimientos de la
propia vida, el individuo debe asumir la responsabilidad última sobre cada uno
de los aspectos de su situación.
Pensamiento
Positivo:
convicción de que las personas pueden cambiar la realidad física o las
circunstancias externas alterando su actitud mental, pensando de manera positiva
y constructiva. A veces es un modo de percibir conscientemente creencias
inconscientes que determinan nuestra situación vital. A los adeptos del
Pensamiento Positivo se les promete salud, integridad e incluso
inmortalidad.
Psicología
profunda: la escuela
de psicología fundada por C. G. Jung, antiguo discípulo de Freud. Jung
reconocía que la religión y los temas espirituales eran importantes para la
integridad y la salud. La interpretación de los sueños y el análisis de los
arquetipos fueron elementos clave de su método. Los arquetipos son formas que
pertenecen a la estructura heredada de la psique humana. Aparecen en los temas o
imágenes recurrentes de los sueños, fantasías, mitos y cuentos de
hadas.
Rebirthing: (v. Renacer)
Reencarnación:
en el contexto de la Nueva Era, la reencarnación está vinculada al
concepto de la evolución ascendente hasta convertirse en un ser divino. A
diferencia de religiones de la India, o derivadas de ellas, la Nueva Era concibe
la reencarnación como el progreso del alma individual hacia un estado más
perfecto. Lo que se reencarna es esencialmente algo inmaterial o espiritual;
más exactamente, es la conciencia, la chispa de energía que en la persona
comparte la energía cósmica o « crística ». La muerte no es sino el paso
del alma de un cuerpo a otro.
Renacer:
a comienzos de los años 1970, Leonard Orr describió el renacer (rebirthing)
como un proceso mediante el cual a una persona puede identificar y aislar áreas
de su conciencia sin resolver y que son origen de sus problemas
actuales.
Rosacruces:
son grupos ocultos occidentales relacionados con la alquimia, la astrología, la
teosofía y las interpretaciones cabalísticas de la Sagrada Escritura. La Fraternidad
Rosacruciana contribuyó al renacimiento de la astrología en el siglo XX,
mientras que la Antigua y Mística Orden de la Rosae Crucis (AMORC)
vinculó el éxito con una supuesta capacidad para materializar las imágenes
mentales de salud, riqueza y felicidad.
Teosofía:
término antiguo, que se refería originalmente a una especie de mística. Se la
ha relacionado con los gnósticos y los neoplatónicos griegos, con el Maestro
Eckhart, Nicolás de Cusa y Jacob Boehme. La Sociedad Teosófica, fundada por
Helena Petrovna Blavatsky y otros en 1875 confirió gran importancia al
término. La mística teosófica tiende al monismo, acentúa la unidad esencial
de los componentes espirituales y materiales del universo. Busca también las
fuerzas ocultas responsables de la interacción entre la materia y el espíritu,
de modo que la mente humana y la divina acaben por encontrarse. Es aquí donde
la teosofía ofrece la redención mística o la iluminación.
Trascendentalismo:
movimiento de escritores y pensadores del siglo XIX de Nueva Inglaterra, que
compartían un conjunto idealista de creencias en la unidad esencial de la
creación, la bondad innata de la persona humana, y la superioridad de la
intuición frente a la lógica y la experiencia para descubrir las verdades más
profundas. La figura principal es Ralph Waldo Emerson, que se apartó del
cristianismo ortodoxo, y a través de los Unitarios pasó a un nuevo misticismo
natural que integraba conceptos del hinduismo con otros de carácter popular
americano, tales como el individualismo, la responsabilidad personal y la
necesidad de triunfar.
Wicca:
antiguo término inglés para designar a las brujas, aplicado a un resurgir
neopagano de algunos elementos de la magia ritual. Acuñado en 1939 por Gerhard
Gardner en Inglaterra: se basaba en algunos textos eruditos, según los cuales
la brujería europea medieval era una antigua religión natural perseguida por
los cristianos. Con el nombre « the Craft », se extendió rápidamente en
Estados Unidos durante los años 1960, donde se vinculó con la «
espiritualidad de las mujeres».
7.3.
Lugares clave de la Nueva Era
Esalen:
comunidad fundada en Big Sur, California, en 1962, por Michael Murphy y Richard
Price, cuyo objetivo fundamental era llegar a la auto-realización del ser
mediante el nudismo, las visiones y la « medicina suave ». Se ha convertido en
uno de los centros más importantes del Movimiento del Potencial Humano, y ha
difundido sus ideas respecto a la medicina holística en el mundo de la
educación, la política y la economía. Lleva a cabo esta tarea mediante cursos
sobre religión comparada, mitología, misticismo, meditación, psicoterapia,
expansión de la conciencia, etc. Junto con Findhorn, se le considera el punto
clave del crecimiento de la conciencia de Acuario. El Instituto
Soviético-Americano de Esalen cooperó con funcionarios soviéticos en el
Proyecto de promoción de la Salud.
Findhorn:
esta comunidad agrícola holística iniciada por Peter y Eileen Caddy logró el
crecimiento de plantas enormes mediante métodos no convencionales. La
fundación de la comunidad Findhorn en Escocia en 1965 constituyó un importante
hito en el movimiento que lleva la etiqueta de Nueva Era. De hecho « se
consideró que Findhorn encarnaba sus principales ideas de transformación ».
La búsqueda de una conciencia universal, el ideal de la armonía con la
naturaleza, la visión de un mundo transformado, y la práctica del channeling,
todo lo cual son elementos clave del Movimiento de la Nueva Era, se
hallaron presentes en Findhorn desde su fundación. El éxito de esta comunidad
la llevó a convertirse en modelo e inspiración de otros grupos, tales como las
Alternativas de Londres, Esalen en Big Sur, California, y el Centro Abierto y el
Instituto Omega de Nueva York ». 106
Monte
Verità: comunidad
utópica cerca de Ascona, Suiza. Desde finales del siglo XIX fue punto de
encuentro de los exponentes europeos y americanos de la contracultura en
ámbitos tales como la política, la psicología y la ecología. Las
conferencias Eranos se vienen celebrando allí todos los años desde
1933, reuniendo a grandes luminarias de la Nueva Era. Sus anuarios
manifiestan claramente la intención de crear una religión mundial integrada.
107 Resulta fascinante ver la lista de quienes se han reunido en Monte
Verità a lo largo de los años.
8 RECURSOS
8.1.
Documentos del Magisterio de la Iglesia Católica
Juan
Pablo II, Alocución a los Obispos Norteamericanos de Kansas, Missouri y
Nebraska en su visita “ad limina”, 28 de mayo de 1993.
Congregación
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algunos aspectos de la meditación cristiana (Orationis Formas), Ciudad del
Vaticano (Libreria Editrice Vaticana) 1989.
Comisión
Teológica Internacional, Algunas cuestiones actuales de escatología,1992,
n. 9-10 (sobre la reincarnación).
Comisión
Teológica Internacional, Algunas cuestiones sobre la teología de la
Redención,1995, I29 y II35-36.
Comité
para la Cultura de la Conferencia Episcopal Argentina, Frente a una Nueva
Era. Desafío a la pastoral en el horizonte de la Nueva Evangelización,1993.
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A Catholic Response to the New Age Phenomenon, Dublín 1994.
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Sette nel Mondo 1996/2.
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de 1996, en L'Osservatore Romano (edición española) 1 de noviembre de
1996.
Norberto
Rivera Carrera, Instrucción Pastoral sobre el New Age, 7 de enero de
1996.
Christoph
von Schönborn, Risurrezione e reincarnazione, Casale Monferrato (Piemme)
1990.
J.
Francis Stafford,Il movimento « New Age », en L'Osservatore Romano (edición
italiana), 30 de octubre de 1992.
Grupo
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y Nuevos Movimientos Religiosos. Antología de documentos de la Iglesia
Católica, Santafé de Bogotá (CELAM) 1996.
8.2.
Estudios cristianos
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esp. Nueva Era y fe cristiana, Madrid 1994.
Raúl
Berzosa Martínez, Nueva Era y Cristianismo. Entre el diálogo y la ruptura, Madrid
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André
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1993.
Grupo
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Age – aus christlicher Sicht, Freiburg (Paulusverlag) 1987.
Claude
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Movement Report to Conference 1994.
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1987.
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Desafíos, Santafé de Bogotá (CELAM) 1996.
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e Sette nel Mondo 19962.
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Jean
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9 BIBLIOGRAFÍA
GENERAL
9.1.
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Writings, London (Rider) 1991.
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1975.
Fritjof Capra, The Turning Point: Science, Society and
the Rising Culture, Toronto (Bantam) 1983.
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Masters of Wisdom, London (Tara Press) 1979.
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David
Spangler, The Rebirth of the Sacred, London (Gateway Books) 1988. Trad.
esp. Emergencia. El renacimiento de lo sagrado, Barcelona 1991.
9.2.
Obras históricas, descriptivas y analíticas
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Religionswissenschaftliche Untersuchungen, Gütersloh (Kaiser) 1994.
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1993. Trad. Esp.: Diccionario
de la Nueva Era, Estella (Verbo Divino) 1994.
Hans Gasper, Joachim Müllerand Friederike Valentin, Lexikon der
Sekten, Sondergruppen und Weltanschauungen. Fakten,
Hintergründe, Klärungen, edición
actualizada, Freiburg-Basel-Vienna (Herder) 2000. Véase, entre otros, los
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« Reinkarnation » por Reinhard Hümmel.
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abundante bibliografía.
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», en Syzygy. Journal of Alternative Religion and Culture, 1:2-3 (1992)
Stanford CA.
Notas
(1) Paul Heelas, The New Age Movement. The Celebration of the Self and
the Sacralization of Modernity. Oxford (Blackwell) 1966, p. 137.
(2) Cf. P. Heelas, op. cit., p. 164s.
(3) Cf. P. Heelas, op. cit., p. 173.
(4)
Cf. Juan PabloII, Carta Encíclica Dominum et vivificantem (18 de mayo de
1986), 53.
(5)
Cf. Gilbert Markuso.p., « Celtic Schmeltic » (1), en Spirituality, vol.
4, noviembre-diciembre de 1998, no 21, pp. 379-383; y (2) en Spirituality, vol.
5, enero-febrero de 1999, n. 22, pp. 57-61.
(6)
Juan PabloII, Cruzando el umbral de la esperanza, Barcelona (Plaza &
Janés) 1994, pp. 103-104.
(7) Cf. especialmente Massimo Introvigne, New Age & Next Age, Casale
Monferrato (Piemme) 2000.
(8) M. Introvigne, op. cit., p. 267.
(9) Cf. Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milano (il
Saggiatore) 1998, p. 86. La
palabra « secta » se usa aquí no en sentido peyorativo, sino más bien para
denotar un fenómeno sociológico.
(10) Cf. Wouter J. Hanegraaff, New Age Religion and Western Culture.
Esotericism in the Mirror of Secular Thought, Leiden-New York-Köln (Brill)
1996, p. 377 et passim.
(11) Cf. Rodney Starkand William Sims Brainbridge, The Future of
Religion. Secularisation, Revival and Cult Formation, Berkeley (University
of California Press) 1985.
(12) Cf. M. Lacroix, op. cit., p. 8.
(13)
El curso suizo « Theologie für Laien » titulado Faszination Esoterik lo
plantea con claridad. Cf. « Kursmappe 1 – New Age und Esoterik »,
texto acompañado de diapositivas, p. 9.
(14)
El término ya aparece en el título de The New Age Magazine,publicado
por el Antiguo Rito Masónico Escocés Aceptado en la jurisdicción meridional
de los Estados Unidos de América, remontándose a 1900. Cf. M. York,« The New Age
Movement in Great Britain », en Syzygy. Journal of Alternative Religion and
Culture, 1:2-3 (1992), Stanford CA, p. 156, nota 6. La
datación exacta y la naturaleza del cambio a la Nueva Era son
interpretadas de maneras distintas según los diferentes autores. Las
estimaciones para tal fecha oscilan entre 1967 y 2376.
(15)
A finales de 1977, Marilyn Fergusonenvió un cuestionario a 210 « personas
comprometidas en la transformación social », a los que también llama «
Conspiradores de Acuario ». Es interesante lo que sigue: « Cuando se pedía a
los encuestados que dieran el nombre de los individuos cuyas ideas les habían
influido, bien a través del contacto personal, bien por medio de sus escritos,
los más nombrados, por orden de frecuencia, fueron: Pierre Teilhard de Chardin,
C. G. Jung, Abraham Maslow, Carl Rogers, Aldous Huxley, Roberto Assagioli y J.
Krishnamurti. También
aparecen mencionados frecuentemente: Paul Tillich, Hermann Hesse, Alfred North
Whitehead, Martin Buber, Ruth Benedict, Margaret Mead, Gregory Bateson, Tarthang
Tulku, Alan Watts, Sri Aurobindo, Swami Muktananda, D. T. Suzuki, Thomas Merton,
Willis Harman, Kenneth Boulding, Elise Boulding, Erich Fromm, Marshall McLuhan,
Buckminster Fuller, Frederic Spiegelberg, Alfred Korzybski, Heinz von Foerster,
John Lilly, Werner Erhard, Oscar Ichazo, Maharishi Mahesh Yoghi, Joseph Chilion
Pearce, Karl Pribram, Gardner Murphy, y Albert Einstein »: The Aquarian
Conspiracy. Personal and Social Transformation in Our Time, Los Angeles, (Tarcher)
1980, p. 50 (nota 1) y p. 434. (Trad.
esp. La conspiración de Acuario. Transformaciones personales y sociales en
este fin de siglo, Barcelona [Kairós] 1985).
(16) W.J. Hanegraaff , op. cit., p. 520.
(17) Comisión Teológica Irlandesa, A New Age of Spirit? A Catholic
Response to the New Age Phenomenon, Dublín 1994, capítulo 3.
(18)
Cf. La estructura de las revoluciones científicas, México, FCE, 1995.
(19)
Cf. Alessandro Olivieri Pennesi, Il Cristo del New Age. Indagine critica, Ciudad
del Vaticano (Librería Editrice Vaticana) 1999, passim, pero
especialmente las pp. 11-34. Véase también la sección 4 más abajo.
(20)
Merece la pena recordar la letra de esta canción, que se grabó inmediatamente
en las mentes de toda una generación, tanto en Norteamérica como en Europa
occidental: « When the Moon is in the Seventh House, and Jupiter aligns with
Mars, then Peace will guide the Planets, and Love will steer the Stars. This
is the dawning of the Age of Aquarius... Harmony and understanding,
sympathy and trust abounding; No more falsehoods or derision –golden
living, dreams of visions, mystic crystal revelation, and the mind's true
liberation. Aquarius...
».
(«
Cuando la Luna esté en la Séptima Casa, y Júpiter se alinee con
Marte, entonces la Paz guiará a los Planetas, y el Amor conducirá a las
Estrellas. Es el amanecer de la Era de Acuario... Abundarán la
armonía y la comprensión, la simpatía y la confianza, no habrá más
engaños ni más burlas: una vida dorada, sueños de visiones, una
revelación mística cristalina, y la auténtica liberación de la
mente. Acuario... »).
(21)
Paul Heelas, op. cit., p. 1 y s. La publicación de agosto de 1978 de la
Coalición Cristiana de Berkeley lo expresa de este modo: « Hace exactamente
diez años la espiritualidad “funky” a base de drogas de los hippies y la
mística de los yogis occidentales se limitaban a la contracultura. Hoy día,
ambas se han abierto camino en la corriente fundamental de nuestra mentalidad
cultural. La ciencia, las profesiones de la salud, las artes, por no mencionar
la psicología y la religión, están todas comprometidas en una reconstrucción
fundamental de sus premisas básicas ». Citado en Marilyn Ferguson, The
Aquarian Conspiracy. Personal and Social Transformation in Our Time, Los
Angeles (Tarchner) 1980, p. 370 y ss.
(22) Cf. Chris Griscom, Ecstasy is a New Frequency: Teachings of the
Light Institute, New York, (Simon & Schuster) 1987, p. 82.
(23)
Véase el Glosario de términos, § 7.2 Glosario selecto.
(24) Cf. W.J. Hanegraaff, op. cit. capítulo 15 (« The Mirror of
Secular Thought »). El
sistema de correspondencias está heredado claramente del esoterismo
tradicional, pero tiene un significado nuevo para quienes siguen
(conscientemente o no) a Swedenborg. Mientras que para la doctrina esotérica
tradicional cada elemento natural poseía en su interior la vida divina, para
Swedenborg la naturaleza es un reflejo muerto del mundo espiritual vivo. Esta
idea está muy metida en el corazón de la visión posmoderna de un mundo
desencantado y en los diversos intentos por « re-encantarlo ». Blavatsky
rechazó las correspondencias y Jung relativizó fuertemente la causalidad a
favor de la cosmovisión esotérica de las correspondencias.
(25) W.J. Hanegraaff, op. cit., pp. 54-55.
(26) Cf. Reinhard Hümmel,« Reinkarnation », en Hans Gasper,Joachim
Müller, Friederike Valentin(eds.), Lexikon der Sekten, Sondergruppen und
Weltanschauungen. Fakten, Hintergründe, Klärungen, Freiburg-Basel-Wien (Herder)
2000, pp. 886-893.
(27) Michael Fuss,« New Age and Europe. A Challenge for Theology », en Mission
Studies Vol. VIII-2, 16, 1991, p. 192.
(28) Ibid., loc. cit.
(29) Ibid., p. 193.
(30)
Ibid., p. 199.
(31)
Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia
católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana (Orationis Formas),
1989, 14. Cf.
Gaudium et Spes, 19; Fides et Ratio, 22.
(32) W.J. Hanegraaff, op. cit., p. 448s. Los
objetivos están citados según la versión definitiva (1896); las versiones
anteriores subrayaban la irracionalidad del « fanatismo » y la urgencia de
promover una educación no sectaria. Hanegraaff cita la descripción que hace J.
Gordon Meltonde la religión de la Nueva Era como enraizada en la
tradición « oculto-metafísica » (ibid., p. 455).
(33) W.J. Hanegraaff, op. cit., p. 513.
(34) Thomas M. KingSJ, « Jung and Catholic Spirituality », en America,
3 de abril de 1999, p. 14. El autor señala que los devotos de la Nueva Era «
citan pasajes que tratan del I Ching, la astrología y el Zen, mientras que los
católicos citan pasajes que tratan de los místicos cristianos, la liturgia y
el valor psicológico del sacramento de la reconciliación » (p. 12). También
incluye una lista de personalidades e instituciones espirituales claramente
inspiradas y guiadas por la psicología de Jung.
(35) Cf. W.J. Hanegraaff, op. cit., p. 501s.
(36)
C. J. Jung, Wandlungen und Symbole der Libido, citado en Hanegraaff, op.
cit., p. 503.
(37)
Sobre este punto, cf. Michael Schooyans, L'Évangile face au désordre
mondial, con un prefacio del Cardenal Joseph Ratzinger,París (Fayard)
1997.
(38) Citado en The True and the False New Age. Introductory
Ecumenical Notes, de
la Comunidad Maranatha, Manchester (Maranatha) 1933, 8.10; no se especifica la
numeración original de las páginas.
(39) Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milán (il
Saggiatore) 1998, pp. 84ss.
(40)
Cf. el apartado sobre las ideas de David Spangleren Actualité des religions n.
8, septembre 1999, p. 43.
(41)
M. Ferguson, op.cit., p. 407.
(42)
Ibid., p. 411.
(43)
« Ser americano... es precisamente imaginar un destino más que
heredarlo. Siempre hemos sido habitantes del mito más que de la historia »:
Leslie Fiedler,citado en M. Ferguson, op. cit., p. 142.
(44) Cf. P. Heelas, op. cit., p. 173s.
(45) David Spangler, The New Age, Issaquah (Morningtown Press)
1988, p. 14.
(46)
P. Heelas, op. cit., p. 168.
(47)
Véase el prefacio al libro de Michel Schooyans, L'Évangile face au
désordre mondial, escrito por el Cardenal Joseph Ratzinger, París (Fayard)
1997. La cita está traducida del italiano, Il nuovo disordine mondiale, Cinisello
Balsamo (San Paolo) 2000, p. 6.
(48) Cf. Our Creative Diversity. Report
of the World Commission on Culture and Development, París
(UNESCO) 1995, que ilustra la importancia que se confiere a la celebración y
promoción de la diversidad.
(49) Cf. Christoph Bochinger, «New Age » und moderne Religion:
Religionswissenschaftliche Untersuchungen, Güttersloh (Kaiser) 1994,
especialmente el capítulo 3.
(50)
Las limitaciones de estas técnicas que, sin embargo, no son oración se
discuten más adelante, § 3.4. Mística cristiana y mística Nueva
Era.
(51)
Cf. Carlo Maccari, « La ‘mistica cosmica' del New Age » ,en Religioni e Sette nel Mondo 19962.
(52)
Jean Vernette, « L'avventura spirituale dei figli dell'Acquario », en Religioni
e Sette nel Mondo 19962, p. 42s.
(53) J. Vernette, loc. cit.
(54) Cf. J. Gordon Melton, New Age Encyclopedia, Detroit
(Gale Research) 1990, pp. xiii-xiv.
(55) David Spangler, The Rebirth of the Sacred, Londres (Gateway
Books) 1984, p. 78s.
(56) David Spangler, The New Age, Issaquah (Morningtown Press)
1988, p. 13s.
(57)
Juan PabloII, Carta apostólica Tertio Millenio Adveniente (10 de
noviembre de 1994), 9.
(58) Matthew Fox, The Coming of the Cosmic Christ. The Healing of
Mother Earth and the Birth of a Global Renaissance, San Francisco (Harper
& Row) 1988, p. 135.
(59)
Cf. el documento publicado por el Comité para la Cultura de la Conferencia
Episcopal Argentina Frente a una Nueva Era. Desafío a la pastoral en el
horizonte de la Nueva Evangelización, 1993.
(60)
Congregación para la Doctrina de la Fe, Orationis Formas, 23.
(61)
Ibid., 3. Véanse las secciones sobre la meditación y la oración
contemplativa en Catecismo de la Fe Cristiana, 2705-2719.
(62) Cf. Orationis Formas, 13.
(63) Cf. Brendan Pelphrey, «I said, You are Gods. Orthodox Christian Theosis
and Deification in the New Religious Movements» en Spirituality East and
West, Pascua 2000 (N. 13).
(64) Adrian Smith, God and the Aquarian Age. The new era of the
Kingdom, Great Wakering (Mc Crimmons) 1990, p. 49.
(65) Cf. Benjamín Creme, The Reappearance of Christ and the Masters
of Wisdom, Londres (Tara Press) 1979, p. 116.
(66) Cf. Jean Vernette, Le New Age, París, (P.U.F.) 1992
(Collection Encyclopédique Que sais-je?), p. 14.
(67)
Catecismo de la Iglesia Católica, 52.
(68)
Cf. Alessandro Olivieri Pennesi,Il Cristo del New Age. Indagine Critica, Ciudad
del Vaticano (Librería Editrice Vaticana) 1999, especialmente las páginas
13-34. La lista de puntos comunes está en la p. 33.
(69)
Credo de Nicea-Constantinopla.
(70) Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milán (Il
Saggiatore) 1998, p. 74.
(71) Ibid., p. 68.
(72) Edwin Schur, The Awareness Trap. Self-Absorption instead of
Social Change, Nueva York (McGraw Hill) 1977, p. 68.
(73)
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 355-383.
(74) Cf. Paul Heelas, The New Age Movement. The Celebration of the
Self and the Sacralization of Modernity, Oxford (Blackwell) 1996, p.
161.
(75)
A Catholic Response to the New Age Phenomenon, Comisión Teológica
Irlandesa 1994, capítulo 3.
(76)
Congregación para la Doctrina de la Fe, Orationis Formas, 3.
(77) Ibid., 7.
(78) William Bloom, The New Age. An Anthology of Essential Writings, Londres
(Rider) 1991, p. xvi.
(79)
Catecismo de la Iglesia Católica, 387.
(80)
Ibid., 1849.
(81)
Ibid., 1850.
(82)
Juan PabloII, Carta Apostólica Salvifici doloris sobre el sufrimiento
humano (11 de febrero de 1984), 19.
(83) Cf. David Spangler, The New Age, op. cit., p. 28.
(84)
Cf. Juan PabloII, Carta Encíclica Redemptoris Missio (7 de diciembre de
1990) 6, 28, y la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe Dominus
Jesus (6 de agosto de 2000), 12.
(85) Cf. R. Rhodes, The Counterfeit Christ of the New Age Movement, Grand
Rapids (Baker) 1990, p. 129.
(86) Helen Bergino.p., «Living One's Truth», en The Furrow,
Enero 2000, p. 12.
(87) Ibid., p. 15.
(88) Cf. Paul Heelas, op. cit., p. 138.
(89) Elliot Miller, A Crash Course in the New Age. Eastbourne (Monarch)
1989, p. 122. Para una documentación sobre la postura vehementemente
anticristiana del espiritismo, cf. R. Laurence Moore, « Spiritualism », en
Edwin S. Gaustad(ed.), The Rise of Adventism: Religion and Society in Mid-Nineteenth-Century
America, Nueva York 1974, pp. 79-103, y también R. Laurence Moore, In
Search of White Crows: Spiritualism, Parapsychology, and American Culture, Nueva
York (Oxford University Press) 1977.
(90)
Cf. Juan PabloII, Carta encíclica Fides et Ratio (14 de septiembre de
1998), 36-48.
(91)
Cf. Juan PabloII, Alocución a los Obispos Norteamericanos de Iowa, Kansas,
Missouri y Nebraska en su visita «ad limina», 28 de mayo de 1993.
(92)
Cf. Juan PabloII, Exhortación Apostólica Post-Sinodal Ecclesia in Africa, 103.
El Consejo Pontificio para la Cultura ha publicado un guía que contiene una
lista de estos centros en todo el mundo: Centros Culturales Católicos (3a
edición, Ciudad del Vaticano, 2001).
(93)
Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Orationis Formas, y § 3
supra.
(94)
Ésta es un campo donde la falta de información puede desorientar a los
responsables de la educación a causa de los grupos cuya verdadero programa es
contrario al mensaje del Evangelio. Es el caso particularmente de los colegios y
escuelas, donde los jóvenes, llenos de curiosidad y obligados a escuchar
constituyen una presa fácil y un objetivo ideal para el comercio ideológico.
Cf. la llamada de atención en Massimo Introvigne, New Age & Next Age, Casale
Monferrato (Piemme) 2000, p. 277s.
(95)
Cf. J. Badewien,Antroposofia, en H. Waldenfels(ed.) Nuovo Dizionario
delle Religioni, Cinisello Balsamo (san Paolo) 1993, p. 41.
(96)
Cf. Raúl Berzosa Martínez,Nueva Era y Cristianismo, Madrid (BAC) 1995,
p. 214.
(97) Helen Palmer, The Enneagram, Nueva York (Harper-Row)
1989.
(98)
Cf. el documento del Comité para la Cultura de la Conferencia Episcopal
Argentina, op. cit.
(99) 2 J. Gernet, en J.-P. Vernantet al., Divination et Rationalité,París
(Seuil) 1974, p. 55.
(100) Cf. Susan Greenwood, « Gender and Power in Magical Practices, en
Steven Sutcliffey Marion Bowman(eds.), Beyond New Age. Exploring Alternative
Spirituality, Edinburgo (Edinburgh University Press) 2000, p. 139.
(101) Cf. M. Fuss, op. cit., pp. 198-199.
(102)
Cf. C. Maccari, La “New Age” di fronte alla fede cristiana, LeumannTorino
(LDC) 1994, p.168.
(103)
Cf. W.J. Hanegraaff, op. cit., pp. 283-290.
(104)
Para un estudio breve pero esclarecedor del Movimiento del Potencial Humano,
véase Elizabeth Puttik,« Personal Development: the Spiritualisation and
Secularisation of the Human Potential Movement », en Steven Sutcliffey Marion
Bowman(eds.), Beyond New Age. Exploring Alternative Spirituality, Edinburgo
(Edinburgh University Press) 2000, pp. 201-219.
(105)
Sobre este último punto, sumamente delicado, véase el artículo « Neonazismus
» de Eckhard Türken Hans Gasper, Joachim Müller, Friederike Valentin(eds.), Lexikon
der Sekten, Sondergruppen und Weltanschauungen. Fakten,
Hintergründe, Klärungen, Freiburg-Basel-Wien (Herder) 2000, p.
726.
(106) Cf. John Saliba, Christian Responses to the New Age Movement. A
Critical Assessment, London (Geoffrey Chapman) 1999, p. 1.
(107) Cf. M. Fuss, op. cit., pp. 195-196.