LXVI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
"PROCLAMAR EL
AÑO DE GRACIA DEL SEÑOR"
PLAN DE ACCIÓN PASTORAL
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
PARA EL CUATRIENIO 1997-2000
Del 18 al 22 de Noviembre de 1996

II
NUESTRO TIEMPO. MIRADA AGRADECIDA Y CRÍTICA 
1. El siglo que termina 
2. La situación actual 
a. Dificultades de nuestro tiempo 
b. Realidades positivas y esperanzas 
c. El hombre en la Iglesia 
d. Consideraciones sobre la situación actual 
3. Recepción de las constituciones conciliares 
a. Sobre la revelación: "Dei Verbum" 
b. La liturgia: "Sacro Santum Concilium" 
c. La Iglesia: "Lumen Gentium" 
d. La Iglesia en el mundo: "Gaudium et Spes" 

II

UNA MIRADA AGRADECIDA Y CRÍTICA A NUESTRO TIEMPO

1.- Apunte sobre el siglo que termina

32. El Papa ha invitado a cada Iglesia local a que reflexione sobre los fenómenos que han repercutido, para bien o para mal, en la historia y sobre las actuales corrientes culturales que influyen en la sociedad, y simultáneamente en la misma Iglesia, puesto que la cultura ambiental configura a toda persona y a cada comunidad humana. Será necesario profundizar más adelante con una reflexión más amplia, que podremos realizar a lo largo de este próximo cuatrienio, sobre el apunte aquí simplemente enunciado.

33. Durante el siglo XX la Iglesia en España ha vivido experiencias de sufrimiento y de esperanza, de pecado y de gracia, en los acontecimientos más significativos de nuestra historia que le han afectado directamente, pues los cristianos, ciudadanos en su tierra, viven inmersos en la sociedad y además han de estar "en el mundo como alma en el cuerpo"59. A muchas generaciones de cristianos les ha tocado vivir en España, en Europa y en el mundo, el fragor de la guerra y el alumbramiento de la renovación eclesial por medio del Concilio.

34. Dentro de los primeros cuarenta años, la Iglesia en España ha ofrecido a la Iglesia universal el testimonio de numerosos mártires que en su momento dieron signos claros de perdón y de reconciliación.

El testimonio martirial y la necesidad espiritual de recuperación después de una catástrofe, como sucedió también en Europa después de la última guerra mundial, influyeron durante los años posteriores en el enriquecimiento de la vida cristiana de muchos fieles que comenzaron a participar en las instituciones eclesiales de apostolado asociado. La Iglesia se ha comprometido a pedir y otorgar el perdón y la reconciliación como bases para la construcción de una humanidad y una sociedad nuevas.

35. En los cuarenta años posteriores, la Iglesia ha probado también los cambios acelerados propiciados por la industrialización y las migraciones externas e internas, que han configurado demográficamente a nuestra sociedad en grandes núcleos de población, mientras que el mundo rural ha quedado empobrecido, diseminado y envejecido. El crecimiento de las ciudades, el desarrollo industrial y de los servicios, con los consiguientes problemas de tipo cultural que esos cambios acelerados han planteado a la Iglesia, reclaman nuevas atenciones pastorales en cada iglesia particular.

36. En estos últimos decenios del siglo XX, con la llamada "explosión escolar", la mayoría de jóvenes han tenido acceso no sólo a las enseñanzas medias sino también a las universitarias. En muchas familias los jóvenes han adquirido una cultura superior a la de sus padres, generándose también por este motivo tensiones diferentes a las habituales en las relaciones entre padres e hijos.

37. El cambio que durante este siglo ha experimentado la mujer en la sociedad, al obtener de forma masiva -en su legítima igualdad de derechos, afirmada y promovida por la Iglesia- el acceso al trabajo, a su capacitación en todos los niveles de enseñanza y a toda clase de profesiones, como contrapartida ha repercutido notablemente en la vida familiar. Las madres han de pasar muchas horas fuera de casa y esto ha afectado, no sólo al índice de natalidad, sino también a la educación y a la transmisión de los valores humanos y cristianos dentro del propio hogar.

38. Los adelantos y progresos en los medios de comunicación social, singularmente en lo que se refiere a la radio y la televisión, por su capacidad educativa y configuradora de la personalidad, han sido factores decisivos en los cambios de mentalidad de la sociedad española.

39. La progresiva implantación del Concilio Vaticano II ha contribuido a renovar la conciencia de la Iglesia como misterio, comunión y misión; ha supuesto una iluminación especialmente importante sobre la vocación y misión del hombre en su vertiente individual y social y ha promovido el diálogo dentro de la Iglesia y de la Iglesia con la sociedad. Las enseñanzas del Concilio Vaticano II constituyen una llamada permanente a la renovación espiritual y pastoral de la Iglesia, un poderoso impulso hacia la evangelización, una invitación constante a prestar atención a los signos de los tiempos y una exhortación apremiante a la defensa de la dignidad de la persona y de los derechos humanos.

40. Para muchos el postconcilio ha supuesto una crisis de distinto signo. Sin embargo, es necesario reconocer que entre los bienes prevalece en nuestra sociedad la asimilación de la libertad religiosa, así como los frutos apostólicos que se han derivado de la constitución de la Conferencia Episcopal Española.

41. Durante la transición política que dio a España una nueva Constitución se promulgan los Acuerdos entre la Santa Sede y el Estado Español de 1976 y 1979. La Conferencia Episcopal ha asumido la separación entre Iglesia y Estado, impulsando y practicando en libertad los principios de la independencia recíproca y, a la vez, de mutua colaboración al servicio de la misma sociedad según la respectiva misión específica de la Iglesia y del Estado60. Sin embargo, durante la transición no siempre han sido aceptados de forma respetuosa y coherente por todas las personas e instituciones los verdaderos valores humanos y espirituales, sociales y culturales, económicos y políticos.

42. Por otra parte, la reciente incorporación de España a la Unión Europea nos sitúa ante nuevos desafíos con sus consecuencias en la economía, la cultura y en la vida religiosa y moral. En estos años han aparecido también problemas nuevos y graves que afectan a toda la sociedad a escala mundial y que demandan nuevas actitudes pastorales y evangelizadoras de la Iglesia.

43. Los problemas del aborto, -y la carencia de tutela de los derechos de seres humanos no nacidos por parte del Estado,- de la eutanasia, del terrorismo organizado, del narcotráfico a gran o pequeña escala, que implican el desprecio de la vida y de los más débiles, han modificado el modo de pensar sobre los valores humanos y cristianos, la concepción de la persona y de la sociedad y los fundamentos y la orientación de la ética.

2.- La situación actual

a) Dificultades características de nuestro tiempo

44. Ante las corrientes culturales del secularismo en Occidente, la Iglesia ha tenido que revisar su quehacer en orden a una evangelización y pastoral que respondan a la nueva situación. Esta nueva evangelización encuentra especial dificultad en aquellos que fueron evangelizados y no viven conforme a la fe que han abandonado. La actividad pastoral de la Iglesia habrá de tener, por ello, un carácter marcadamente evangelizador.

45. Naciones tradicionalmente católicas como España sufren una particular erosión en las convicciones religiosas y éticas de una buena parte de su población, para la que el relativismo imperante y el mito del progreso materialista se sitúan como valores de primer orden y de máxima actualidad, relegando los valores religiosos como si fueran piezas de museo o realidades del pasado.

46. "La fe que profesamos no es algo privado, sino que es constitutiva y esencialmente pública"61. Los intentos tan extendidos de reducir la fe y el comportamiento moral a la esfera privada del individuo o al interior de la comunidad de creyentes, tratan de orillar la dimensión pública de la fe e incluso la incidencia social de los comportamientos, públicos o privados, de cada persona física o moral. Al reducir lo religioso a lo puramente interior, se intenta privar a la ética cristiana de toda influencia en las conductas sociales.62 Todo esto ha contribuido a crear confusión en la opinión de muchos sobre lo público y lo privado, como si la fe pudiera separarse de su dimensión ética y acomodarse, conforme a la moral de situación, de modo radicalmente distinto en las diversas esferas.

47. Así mismo, en la confrontación con el secularismo y con otras creencias, por causa de la ignorancia en los fundamentos de la fe, del insuficiente conocimiento de la Palabra de Dios y de la falta de vivencia cristiana, el relativismo subjetivista y el hedonismo consumista han incidido en la desorientación doctrinal y moral y en la inadecuada concepción sobre la persona y su entorno social.

48. La corrupción pública y privada, consecuencia de una cultura del dinero fácil y del éxito rápido en tiempos difíciles para la economía y para el trabajo, así como la erosión de la estabilidad matrimonial y de la convivencia familiar son también fenómenos actuales que tienen origen en las mismas causas antes apuntadas. La significación pública de los católicos ante estas situaciones es a todas luces insuficiente.

49. El relativismo y el materialismo, tan difundidos, han destruido en muchos adultos los valores recibidos, produciendo en ellos una grave crisis. Desaparecido en gran parte el trasvase cultural de padres a hijos sobre todo en lo que se refiere a la vida cristiana, esta crisis ha derivado en un vacío religioso y moral en las generaciones jóvenes.

50. La familia ha abdicado en muchos casos de su misión en la transmisión de valores fundamentales humanos y cristianos con grave daño para la sociedad. "El futuro de la humanidad se fragua en la familia; por consiguiente, es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia".63

51. Por otra parte, el desconocimiento religioso de nuestro pueblo, incluso desde la perspectiva cultural, empieza a ser alarmante. La enseñanza de la religión y la moral católicas o de la ética, dentro del ámbito de las primeras enseñanzas y de modo especial en las enseñanzas medias o secundarias, se ha visto marginada durante años por los poderes públicos.

52. Los obispos y presbíteros, religiosos y laicos habrán de asumir su parte de responsabilidad en el hecho de que, a pesar de tantos esfuerzos realizados en estos últimos años en la catequesis y en la formación permanente, en el apostolado y en la acción social, cultural y caritativa de la Iglesia, no se hayan logrado los frutos apetecidos. Es preciso prestar mayor atención a la religiosidad popular de nuestro pueblo y reconducirla hacia una interiorización de la fe más profunda y más consciente.

53. Estos fenómenos se ven acompañados, como otra consecuencia, de la carencia de vocaciones a la vida de especial consagración64, del menor número de misioneros y de menos estima por la dedicación a la misión "ad gentes". Otras causas han sido también las divisiones interiores por motivos ideológicos, o por falta de afecto eclesial, y por una cierta secularización interna en muchos miembros de la Iglesia.

b) Realidades positivas y esperanzas

54. Simultáneamente existen también muchos aspectos positivos que sería injusto olvidar. Seguramente es mucho mayor el bien que existe y no aparece que el mal que se airea y se difunde. Hemos de dar gracias a Dios por ello. A la hora de someternos a un diagnóstico, interesa que se indiquen las disfunciones y causas de las dolencias, ya que no necesita de médico lo sano sino lo enfermo. Sin embargo, a la hora de programar acciones pastorales, también resulta necesario comprobar cuanto existe de positivo, para seguir construyendo sobre ello, con la ayuda del Señor, pues Él es quien da el incremento.

55. Son muchos los católicos que, a pesar de sus debilidades, se adhieren con fidelidad a la doctrina de la Iglesia y se esfuerzan por vivir con coherencia y autenticidad los principios morales, aunque no aparezcan con tanta frecuencia como otros ante la opinión pública.

56. La gran mayoría de pastores y consagrados están dando su vida de modo silencioso, con el estilo del buen samaritano, al servicio de sus hermanos y de toda la sociedad y viven gozosamente su vocación y la identidad de su ministerio o consagración.

57. Han florecido grupos y movimientos de iniciación a la oración y a la contemplación cristiana en medio del mundo. Al mismo tiempo, muchas personas e instituciones de Iglesia sirven a los más pobres y marginados como consecuencia de su amor por Jesucristo, con auténtica entrega y cercanía, creatividad y fraternidad ante los problemas del paro y de la emigración que nos llega, de los transeúntes, de los enfermos crónicos y terminales como los afectados por el Sida, los adictos a las drogas, etc.

58. Son cada vez más numerosos los grupos de católicos responsables, tanto en parroquias como en movimientos, que participan y asumen sus responsabilidades en el seno de sus comunidades eclesiales. La Conferencia Episcopal está promoviendo el apostolado seglar asociado y la Acción Católica y sus diferentes movimientos en la sociedad y en la Iglesia. Es muy apreciable el número de personas que integran los voluntariados, no solamente por dedicación altruista, sino por su fe y su amor a nuestro Señor en los necesitados. Aumentan las campañas de solidaridad con los desfavorecidos, a través de Caritas, Manos Unidas, Proyecto Hombre y otras instituciones o asociaciones que han nacido en la Iglesia y están servidas por católicos.

59. Es reconocida socialmente, incluso por quienes no se sienten católicos, la contribución de la Iglesia en España a la convivencia y reconciliación nacional y su voluntad de mantener una independencia real de las ideologías políticas de cualquier signo. La actitud de la Iglesia en este tiempo, libre del poder político, cercana a los humildes y sencillos y débil en el ámbito económico, ha acrecentado su prestigio y es muy escuchada como instancia moral incluso por aquellos que no comparten su doctrina.

60. Finalmente, es sociológicamente comprobable por todas partes una vuelta a lo sagrado, que es consecuencia del deseo y hambre de Dios, que no pueden ser calmados ni colmados con sucedáneos.

61. En esta situación parece, pues, necesaria y urgente la propuesta sencilla, clara y confesante de Dios. Ante el anuncio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en la soberanía de Jesucristo, pues sólo Él es el revelador de la Trinidad, la respuesta es la fe. Resulta imprescindible en los evangelizadores un crecimiento gozoso de la fe y de la esperanza, que les haga vivir lo que creen y anunciar lo que viven para comunicar y contagiar el Evangelio de Dios. Es necesario también, por lo mismo, examinar y reavivar nuestra respuesta de fe, raíz y fundamento de la vida cristiana y de la evangelización.

c) El hombre, en el camino de la Iglesia

62. Los problemas y las realidades positivas enunciadas anteriormente, referidos a toda la sociedad o a la Iglesia, atañen a personas concretas. Las dificultades y las esperanzas que afectan a los hombres de nuestra generación, tanto en la dimensión humana como espiritual, han de estar en el corazón de la Iglesia y en su actividad pastoral.65

63. La Iglesia siente la responsabilidad de su misión de diálogo para proponer con respeto a todas las personas la fe y la salvación, también a cuantos dicen no tener una religión, que es un porcentaje bajo en proporción, pero alto si se compara con decenios anteriores.66

64. Los creyentes de otras religiones, en su conjunto, son un porcentaje mínimo; entre ellos, se contabiliza también a quienes se han adherido a alguna secta. El fenómeno de las sectas, aunque no es tan preocupante entre nosotros, por no estar tan extendido como en otras partes, es inquietante por los problemas profundos que genera en algunas familias y en la sociedad.

65. Es considerable el número de bautizados que se dicen no practicantes o indiferentes67, así como otros que, sintiéndose católicos, de hecho separan la fe de su comportamiento moral. Algunos se muestran vacilantes en su fe y perturbados por los cambios recientes en nuestra sociedad. No han sido capaces de reorientar su vida, quizá porque desconocen el contenido y vivencia profunda de su fe y se hallan desnutridos espiritualmente. Necesitan reencontrar a Cristo como centro de su vida y volver a vivir la experiencia de la eclesialidad, condición para el encuentro auténtico con Jesucristo.

66. Además existen actitudes de católicos que, con sus posturas, debilitan la comunión eclesial. Ésta ha de estar siempre fundada y construida en torno al sucesor de Pedro, como pastor universal, y a los obispos en comunión con él como sucesores de los apóstoles.

67. No obstante el nivel de práctica dominical, que es un índice revelador y a tener muy en cuenta, se ha mantenido en los últimos decenios, pese a los cambios y variantes sociales y eclesiales, en torno a los nueve millones de españoles. Ello quiere decir que los que se sienten católicos lo son con mayor libertad y con mucha más coherencia.

68. Dentro de cada uno de esos conjuntos aparece en muchos casos un pragmatismo personal que configura la propia religiosidad. Además, en no pocos casos la práctica religiosa puede estar motivada más por condicionantes sociales que por un sentido de fe. Se conservan tradiciones, templos, ritos, pero a veces sin relación con el compromiso personal y social fundamentado en una fe viva. Ahora no se destruyen iglesias ni se suprimen la fiestas religiosas, pero algunas de éstas, cuando no parten de las raíces de la espiritualidad cristiana, pueden quedar reducidas a folklore, desvirtuándose de su origen y contenido religioso muy profundo.

69. La espiritualidad de muchos cristianos no es plena y auténticamente trinitaria, quizá por una catequesis deficiente o por falta de iniciación adecuada a la oración al Padre por Jesucristo en el Espíritu Santo.

Muchos católicos practicantes no han descubierto todavía su responsabilidad apostólica y la inquietud misionera exigidas por el Bautismo y no han asumido su participación en la misión evangelizadora de la Iglesia conforme a su vocación, profesión y estado de vida.

70. Otros, en cambio, pueden ser considerados como católicos militantes. Entre ellos se puede contar a quienes pertenecen a asociaciones parroquiales o apostólicas, comunidades y grupos, movimientos apostólicos, catequistas, etc.68

d) Consideraciones pastorales sobre la situación actual

71. Ya en la Instrucción pastoral "La Verdad os hará libres" (Jn 8,32)",69 la Conferencia Episcopal Española realizó un análisis de los síntomas generales de la crisis que afecta a nuestra sociedad y a los católicos en ella, por la pérdida de vigencia social de los criterios morales fundamentales, la moral de situación, la doble moral, la privatización de la ética y la permisividad, con la tendencia a aceptar prácticamente que el fin justifica los medios.70 Se describen a continuación comportamientos concretos que lo prueban, como la manipulación del hombre, la incidencia de los medios de comunicación social, la exaltación desmesurada del dinero, la separación entre el sexo y el amor, la trivialización del cuerpo y la crisis de la familia, así como la falta de respeto al don de la vida.71

En ese mismo documento se reflexiona sobre las causas de esta situación: unas de índole socio-cultural, como la crisis de sentido de la verdad, la falsa ilusión de creerse libre cuando uno crea la ética y sus normas, la quiebra de la dignidad del mismo hombre, la aceptación acrítica de la facticidad, la opción por la finitud humana y la influencia del secularismo y de la mentalidad laicista. Entre los factores de índole intraeclesial, aparece la falta de formación moral en los católicos españoles, la equivocada concepción y distinción entre lo legal y lo moral, así como la secularización "interna".72

Para afrontar esta situación continúa siendo válido el desarrollo de los aspectos fundamentales del comportamiento moral cristiano73 y las recomendaciones ofrecidas en esa Instrucción pastoral.74

72. Profundizando en algunos temas ya abordados en ella, en el documento "Moral y sociedad democrática"75 la Conferencia Episcopal Española ha subrayado de nuevo que nuestra sociedad está hoy tan necesitada de verdad como de libertad,76 pues ser libres es vivir de acuerdo con la propia condición humana.77 La verdad del hombre se encuentra básicamente en su propia razón,78 aunque su verdadera dignidad está esclarecida por Jesucristo.79 La existencia de la verdad excluye el pluralismo relativista80, aunque la verdad cristiana incluye la posibilidad de una "ética civil".81

Con estos criterios esta Instrucción pastoral insiste especialmente en que la libertad política se nutre del orden moral82 y, por ello, las leyes contrarias a los derechos fundamentales del ser humano no pueden obligar en conciencia.83 La Iglesia está a favor de la democracia,84 pero no todo lo democráticamente ordenado tiene la garantía de ser justo.85

De esta manera la Conferencia Episcopal ha querido contribuir con esperanza a un ordenamiento social más ético y moral de nuestra sociedad.

3.- Reflexión sobre la recepción de las Constituciones del Concilio

73. "El examen de conciencia debe mirar también la recepción del Concilio, este gran don del Espíritu a la Iglesia al final del segundo milenio."86 El Papa, en su Carta Apostólica, se refiere a las cuatro grandes Constituciones conciliares y con ellas se ha de confrontar también el Plan de la Conferencia, dejando a las Comisiones Episcopales el examen de sus respectivos ámbitos de trabajo y de su compentecia pastoral, a la luz de los demás Decretos y Declaraciones del mismo Concilio Vaticano II.

Los Obispos españoles consideramos que es conveniente subrayar en estos momentos el valor providencial del Concilio Vaticano II en la vida y en la historia de la Iglesia en general y de la Iglesia en España en particular.

74. Por ello, será necesario responder a la interpelación del Papa con un examen de conciencia más amplio, que podrá realizarse y concretarse en un documento más extenso, elaborado y publicado en este cuatrienio. No obstante en este Plan puede ya esbozarse un avance respondiendo a las preguntas propuestas por el Santo Padre: "¿En qué medida la Palabra de Dios ha llegado a ser plenamente el alma de la teología y la inspiradora de toda la existencia cristiana, como pedía la 'Dei Verbum'? ¿Se vive la liturgia como 'fuente y culmen' de la vida eclesial', según las enseñanzas de la 'Sacrosanctum Concilium'? ¿Se consolida, en la Iglesia universal y en las Iglesias particulares, la eclesiología de comunión de la 'Lumen Gentium', dando espacio a los carismas, los ministerios, las varias formas de participación del Pueblo de Dios, aunque sin admitir un democraticismo y un sociologismo que no reflejan la visión católica de la Iglesia y el auténtico espíritu del Vaticano II? Un interrogante fundamental debe también plantearse sobre el estilo de las relaciones entre la Iglesia y el mundo. Las directrices conciliares -presentes en la 'Gaudium et spes' y en otros documentos- de un diálogo abierto, respetuoso y cordial, acompañado sin embargo por un atento discernimiento y por el valiente testimonio de la verdad, siguen siendo válidos y nos llaman a un compromiso ulterior".87

a) Constitución dogmática sobre la divina Revelación

75. La Constitución "Dei Verbum" fue muy bien acogida especialmente en los ambientes teológicos y ha contribuido de modo singular a la formación de los candidatos al sacerdocio y a la formación permanente del clero, aunque no ha estado tan presente en la formación de los seglares.

Como consecuencia palpable sobresale el desarrollo de los estudios bíblicos, la mayor difusión de la lectura de la Palabra de Dios entre los fieles y la mejor comprensión de la importancia de la Escritura en la vida de la Iglesia.

La difusión de sus enseñanzas fue ampliándose progresivamente también a la formación de los catequistas, educadores en la fe y encargados de distintas actividades pastorales.

76. Sus principales enseñanzas han entrado a formar parte de la reflexión y acción pastoral de la Iglesia. Entre ellas podemos destacar: la Revelación como autodonación de Dios y salvación para el hombre,88 la centralidad de Cristo como plenitud de la Revelación,89 la relación profunda que existe entre la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición90 y la importancia del Magisterio de la Iglesia para una interpretación auténtica de la Revelación.91

77. Sin embargo, no siempre se ha advertido por todos la importancia teológica y pastoral de esta Constitución para la vida de la Iglesia, ni se ha llegado a integrar plenamente el sentido profundo de la Revelación y su transmisión, así como la aplicación de la mejor pedagogía catequética para suscitar, con ayuda de la gracia, el acto y la adhesión personal de la fe.

Tampoco ha sido muy conocida, valorada y difundida la Sagrada Tradición ni se ha promocionado suficientemente el conocimiento y el estudio de la Patrología y de la Patrística.

78. La Conferencia Episcopal y los Obispos en sus respectivas diócesis han venido impulsando la difusión y justa comprensión de los contenidos de esta Constitución, así como la superación de las deficiencias y excesos mediante intervenciones e instrumentos de orientación doctrinal y pastoral.

79. Para el presente y el próximo futuro parece conveniente insistir en las enseñanzas que constituyen el núcleo central de la misma Constitución. La Revelación de Dios en Cristo se actualiza y se transmite por la acción del Espíritu Santo, históricamente de generación en generación, como tradición viva de la Iglesia. Para ser cristiano no basta decirse seguidor de Jesucristo, sino que es necesario adherirnos a Él en comunión con la Tradición viva, en la fe de la Iglesia que nos da acceso a la salvación.

80. La Revelación de Dios en Cristo se nos ha dado en un lenguaje privilegiado, original y normativo, y es indispensable preservar el lenguaje de la fe en su misma transmisión.92 Para la comprensión integral y plena de la fe y para el incremento de la comunión eclesial es necesaria la acogida cordial de las intervenciones del Magisterio de la Iglesia que iluminan, por la Escritura y la Tradición, los problemas y situaciones nuevas de este tiempo. Por eso, habría que insistir más en la explicación y valoración del Magisterio ordinario de la Iglesia en los Estudios eclesiásticos que forman a los futuros pastores.

81. Sería deseable además que en cada hogar hubiera una Biblia y que cada familia rezara y se formara con la Palabra de Dios. Y junto a la Biblia, el Catecismo, aprobado por la autoridad eclesiástica competente en conformidad con la Tradición viva de la Iglesia, para que la familia pueda transmitir la fe en su intregridad.93

b) Constitución sobre la sagrada Liturgia

82. La renovación litúrgica, gracias a la Constitución "Sacrosanctum Concilium", ha sido uno de los frutos más palpables del Concilio. Ha facilitado la participación de los fieles en la celebración de los misterios de la salvación. Se ha comprendido mejor el sentido del año litúrgico.94 Se ha transformado el rostro de la Iglesia en la celebración litúrgica y sacramental de los sagrados misterios de la salvación.95

83. Ha habido una asimilación mayor de la Palabra de Dios,96 una mayor participación de los fieles en la liturgia eucarística97 y una valoración fructífera del sentido de la concelebración de la Eucaristía;98 se ha incrementado la celebración y la vivencia del misterio Pascual y de Pentecostés; se va tomando conciencia cada vez más clara de que la Liturgia es la cumbre y la fuente de la vida eclesial99 y que la Eucaristía es fuente y culmen de la evangelización.100

84. Se ha enriquecido la oración en la Iglesia con la Liturgia de las Horas, cada vez más extendida en los distintos miembros del Pueblo de Dios.101 La mayoría de Institutos de vida consagrada, de religiosos laicales y de religiosas incluyeron en su vida ordinaria a partir del Concilio la recitación comunitaria de esta Liturgia. En aquellas familias religiosas que ya recitaban el Oficio divino, la lengua vernácula ha ayudado a comprender y saborear mejor la Palabra de Dios y las demás oraciones litúrgicas. Recientemente la Liturgia de las Horas ha comenzado a ser orada y recitada también por algunos seglares y hasta en el seno de algunos matrimonios y familias. Ha sido notable además el esfuerzo en la traducción de los libros litúrgicos, del Misal y de los Leccionarios a las lenguas vernáculas.102

85. La resistencia minoritaria a los cambios litúrgicos de los primeros momentos prácticamente ha desaparecido. En cambio, ha habido y sigue habiendo en la vida litúrgica algunos excesos de indisciplina y de actuaciones abusivas, tanto en la celebración de la Eucaristía como en la de la Penitencia, con un recurso a la absolución colectiva al margen de las enseñanzas y de la disciplina de la Iglesia.103

86. Ha descendido notablemente la práctica del sacramento de la Penitencia, quizá por falta de formación sobre su sentido, por un cierto descuido en la atención de algunos presbíteros en su ministerio y por la resistencia, pereza o comodidad de los fieles.

87. No siempre se ha realizado de modo pedagógico la renovación de la piedad popular. Ello ha ido en detrimento de la profundidad en la renovación litúrgica.

Los esfuerzos por dignificar la música sagrada en lengua vernácula no siempre han conseguido los resultados deseables.

88. Se celebran con mejor preparación los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación, del Matrimonio, del Orden y de la Unción de los enfermos. No obstante, queda mucho camino por recorrer en la mejor preparación de los novios para el sacramento del matrimonio y en la catequesis de los padres antes del Bautismo o primera Comunión de sus hijos. Otro tanto cabe decir de la preparación de los niños para participar por vez primera en la Eucaristía y de los jóvenes y adolescentes antes de la Confirmación. Digno de atención es el fenómeno emergente de la catequesis y la recepción del Bautismo de los niños en edad escolar en orden a una preparación apropiada.

89. En general, se comprueba que los cambios y adaptaciones de la Liturgia no han ido acompañados siempre de una catequesis litúrgica adecuada y todavía resulta necesario que todo el pueblo de Dios profundice en los sagrados misterios que se celebran en el culto litúrgico para el crecimiento en la vida de fe.

Es imprescindible, por ello, la formación litúrgica de los pastores, actuales y futuros, en el aspecto teológico, pastoral y normativo, con una atención particular a la dimensión espiritual de la Liturgia y a la fundamentación litúrgica de la espiritualidad sacerdotal en el ejercicio del ministerio.104

c) Constitución dogmática sobre la Iglesia

90. La Constitución "Lumen gentium" ha sido bien acogida en España por la mayoría del Pueblo de Dios. Es la base de la enseñanza eclesiológica tanto en los Seminarios y Facultades como en Centros de formación para laicos.

91. Como consecuencia, se ha ido consolidando la eclesiología de comunión.105 Ha crecido la conciencia de la dimensión mística de la comunión, por la relación teologal con Dios-Trinidad, en la vivencia de la Liturgia y la oración, en la novedad de vida conforme al Evangelio.

A partir de esta Constitución, se ha ido afianzando en la piedad del pueblo cristiano la consideración de la Santísima Virgen María como figura y tipo de la Iglesia.106

92. Se ha desarrollado todavía más la dimensión comunitaria de la Iglesia por la mayor cercanía entre pastores y fieles y la mejor comprensión de la pertenencia de pleno derecho de todos sus miembros en la vida y misión de la Iglesia, iguales en dignidad en la diversidad de ministerios, carismas y formas de participación.107 Entre los sacerdotes y fieles se ha producido una mayor valoración del ministerio del obispo108 y de la pertenencia a la diócesis, Iglesia particular. Los obispos hemos adoptado formas de vida y de actuación más conformes con el propio ministerio y la sensibilidad actual de los fieles, favoreciéndose así unas relaciones mutuas más cercanas y fraternas.109

93. Se ha conseguido también un enriquecimiento doctrinal en la concepción de la Iglesia como misterio de salvación, con la convicción cada vez más firme de que la comunión está al servicio de la salvación universal e integral de todos los hombres.110

94. No obstante, sería necesario insistir aún más en la asimilación global y equilibrada de esta Constitución, para superar falsas disyuntivas que, no existiendo en el espíritu y textos conciliares, han aparecido en la vida, por ejemplo, entre carisma e institución, pueblo o comunidad y jerarquía, culto y profetismo, compromiso en la historia y esperanza escatológica, puesto que pueden desgarrar la unidad y comunión dentro de la Iglesia, generando tensiones e ineficacia.

95. También convendría superar las tendencias a vivir y actuar en grupos cerrados y autosuficientes, algunos de ellos organizados con diferentes conformaciones jurídicas. Es necesario valorar la realidad institucional de la Iglesia particular abierta a la Iglesia universal, en comunión con el sucesor de Pedro y, por tanto, en comunicación con las demás iglesias particulares, y que cada diócesis acoja a todos y respete los carismas y aportaciones dentro de una unidad de amor y de disciplina, con la suficiente coordinación de acciones requerida también por la eficacia pastoral. Para que la Iglesia pueda ser plenamente fiel a su misión es preciso que la multiplicación de cauces de participación y coordinación, después del Concilio Vaticano II, vaya unida a una espiritualidad de comunión misionera.111

96. Jesús, el Señor, es modelo de toda perfección.112 Es conveniente promover todavía más la vocación a la santidad entre los diversos miembros del Pueblo de Dios en todos los estados, pues "todos en la Iglesia ... están llamados a la santidad".113 Esta llamada urge a los Pastores y a los presbíteros a semejanza de los obispos, a los diáconos, a los esposos y padres cristianos siguiendo su propio camino, a todos los cristianos114 y a cuantos de ellos siguen los consejos evangélicos.115

d) Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual

97. La influencia de esta Constitución pastoral ha sido profunda en la Iglesia en España, tanto en los aspectos doctrinales como en los pastorales y prácticos, pues trató de ofrecer soluciones a muchos de los problemas modernos que angustian al hombre116 en el ámbito moral, social e internacional,117 aunque no puede decirse que se hayan cumplido en el mundo actual todas las directrices que se formularon en ella.

98. La Constitución pastoral "Gaudium et spes" ha intentado cimentar el desarrollo de la comunidad humana118 en los criterios fundamentales sobre la dignidad de la persona,119 como el respeto a los derechos personales y sociales, la primacía del trabajo sobre el capital,120 en una sociedad que supere los límites de la política121 y de las culturas, de las razas y los continentes, y que sea respetuosa con todos potenciando la primacía del espíritu.

99. Se ha dado una mayor conciencia del diálogo entre Iglesia y mundo, una valoración global y serena del mundo moderno y de los fenómenos culturales e históricos. A diferencia de la actitud recelosa adoptada en otros tiempos ante la secularidad, esta Constitución adopta una actitud de simpatía comprensiva y respetuosa en relación con la autonomía de lo temporal,122 sin renunciar a una reserva crítica.123

100. A la vez refleja una conciencia mayor y más exigente de la Iglesia como comunidad creyente y Pueblo de Dios en medio del mundo, pues estimula a los cristianos a testimoniar con su vida y de una manera pública, propositiva y respetuosa, la presencia de Dios en la sociedad. Ofrece además una concepción más dinámica del hombre y de la sociedad contemporánea y, simultáneamente, anima a los laicos a participar en la transformación de la sociedad desde su especial vocación y misión en la Iglesia.124

101. No obstante, no se puede afirmar que todas esas aspiraciones hayan encontrado cumplimiento, tanto por parte de la sociedad, que no siempre se ha adecuado a los deseos formulados por el Concilio, como por parte de la Iglesia en su diálogo y en su inserción en el mundo.

102. Todavía hoy no es suficiente el diálogo entre la fe y la cultura.125 La apertura al mundo ha planteado la confrontación entre la fe y la mentalidad secularista en todos los ámbitos, doctrinales, morales y prácticos. A veces, el diálogo ha querido realizarse a costa de la integridad de la fe, sin una suficiente revisión de las nociones fundamentales de la cultura antropocéntrica y secularista, con las consiguientes crisis de identidad y conflictos personales o colectivos dentro de la Iglesia. Ésta es una de las causas más determinantes en algunas divisiones entre los miembros de la Iglesia, al apoyar su identificación de modo excesivo y exclusivo o bien sólo con "la presencia" o bien sólo con "la mediación".126

103. Tampoco se ha conseguido promover una presencia suficiente de los seglares en los ambientes e instituciones seculares como testigos del Dios vivo y fermentos de renovación y transformación del mundo según los planes de Dios. Faltan personas formadas y asociaciones que promuevan adecuadamente la formación y la acción de los seglares.

El compromiso de los cristianos y su acción en el ámbito de lo temporal y de lo político a veces se han visto bloqueados por actitudes ideologizadas que provocan conflictos dentro de la Iglesia y dificultan una acción serena, profunda, compartida por la Jerarquía de la Iglesia y el conjunto de los cristianos.

De este modo, se ha producido a veces una disminución práctica del servicio de la Iglesia a la sociedad y de nuestra solidaridad y fraternidad con las causas de la justicia y la promoción de los hombres y de los pueblos.

104. Teniendo, pues, en cuenta las dificultades y las esperanzas de nuestro tiempo y el examen de conciencia inicial en el espejo del Concilio Vaticano II, damos también gracias a Dios porque a cada uno de nosotros, en nuestra respectiva vocación y estado de vida, ministerio, carisma y servicio en la comunidad eclesial, nos ha tocado en suerte participar en la vida de la Iglesia al comenzar un nuevo milenio de la historia del cristianismo. Por eso, en comunión con el Papa, pastor de la Iglesia universal, y con las demás iglesias locales, nos proponemos ahora -como un ofrecimiento de la Conferencia Episcopal- formular los objetivos, determinar las acciones, establecer los medios y señalar las responsabilidades de este Plan de acción pastoral para el próximo cuatrienio.


60. Cf CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Gaudium et Spes, 75-76; Dignitatis Humanae.

61. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, "Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo", Madrid, EDICE, 1991, 51.

62. SUBCOMISIÓN EPISCOPAL DE UNIVERSIDADES, "Orientaciones de pastoral universitaria en el ámbito de la Pastoral de la Cultura", Madrid, EDICE, 1995, p. 28.

63. JUAN PABLO II, Exhortación apostólica "Familiaris Consortio", 86, referencia citada por el mismo Papa en Madrid en su Homilía del 16 de Junio de 1993, 5, cf. "La hora de Dios", Madrid, BAC, 1993, pp. 216-217.

64. A pesar de que ha aumentado el número de ordenaciones de nuevos sacerdotes y de haber disminuido considerablemente el número y la proporción de secularizados, el número global sigue disminuyendo debido a los fallecimientos. La pendiente de regresión se va amortiguando últimamente y en sólo cinco años ha pasado del 0,68 menos al 0,5. En diez diócesis hay más sacerdotes que en años anteriores y en once la cifra ya permanece estable. Esta recuperación no se observa todavía entre religiosos, religiosas y miembros de institutos seculares.

65. Cf CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Gaudium et Spes, 1.

66. Según la Oficina de Estadística y Sociología de la Iglesia: en 1975, se declaraban católicos el 94,2% de la población española, de otra religión el 0,5%, sin religión el 1,9%, sin respuesta un 3,4%; en 1985, católicos el 92,7%, de otra religión el 0,97%, sin religión el 5,74%, sin respuesta un 0,59%; en 1995, católicos el 91,1%, sin religión el 7,2%, de otra religión el 1,7%. Cf "Estadísticas de la Iglesia Católica en España, 1995", Madrid, Edice, 1995.

67. Un 32%, cf ib.

68. Actualmente existen 12. 000 entidades de la Iglesia Católica inscritas en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia.

69. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, "La verdad os hará libres" (Jn 8,32), Madrid, Edice, 1990, DE Nº 13.

70. Cf ib. , 6-13.

71. Cf ib. , 15-20.

72. Cf ib. , 21-33.

73. Cf ib. , c. III, 34-49.

74. Cf. ib. , c. IV, 50-65.

75. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, "Moral y sociedad democratica", Instrucción pastoral del la LXV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, Madrid, Edice, 1996, DE Nº 24.

76. Cf ib. , 7.

77. Cf ib. , 20.

78. Cf ib. , 12.

79. Cf ib. , 15.

80. Cf ib. , 42.

81. Cf ib. , 44.

82. Cf ib. , 22.

83. Cf ib. , 29.

84. Cf ib. , 34.

85. Cf ib. , 36.

86. TMA 36.

87. TMA 36.

88. Cf CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Dei Verbum, 2-3.

89. Cf ib. , 4.

90. Cf ib. , 8-9.

91. Cf ib. , 10.

92. Cf ib. , 22-23.

93. Cf ib. , 21 ss.

94. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Sacrosanctum Concilium, cf c. V.

95. Cf ib. , 6.

96. Cf ib. , 24.

97. Cf ib. , 30.

98. Cf ib. , 57.

99. Cf ib. , 10.

100. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Presbyterorum Ordinis, 5.

101. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Sacrosanctum Concilium, cf c. IV.

102. Cf ib. , 36.

103. Cf ib. , c. VI.

104. cf CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Presbyterorum Ordinis, 13; JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica postsinodal "Pastores Dabo vobis", 1992, 54; Carta Apostólica "Vicesimus quintus annus", 1988, 14; CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, "La formación para el ministerio presbiteral, Plan de formación sacerdotal para los Seminarios Mayores", Madrid, 1996, 76-84; 107 y 108; 196; 203; 206; Apéndice 10-13.

105. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Lumen Gentium, 7.

106. Cf ib. , c. VIII.

107. Cf ib. , 32.

108. Cf ib. , 24.

109. Cf ib. , 37.

110. Cf ib. , 17.

111. JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal "Christifideles laici", 1988, 32.

112. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Lumen Gentium, cf 40.

113. Ib. , 39.

114. Cf ib. , 41.

115. Cf ib. , 42.

116. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Gaudium et Spes, cf 1.

117. Cf ib. , 4 ss.

118. Cf ib. , 1ª, c. II.

119. Cf ib. , 1ª, c. I.

120. Cf ib. , 2ª, c. III.

121. Cf ib. , 2ª, c. IV.

122. Cf ib. , 36.

123. Cf ib. , 25 y 36.

124. Cf ib. , 1ª, c. V.

125. Cf ib. , 2ª, c. II.

126. Cf CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, "Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo", 49.