ORIENTACIONES
PASTORALES
PARA EL CATECUMENADO
(25-febrero / 1-marzo-2002)
I.
INTRODUCCIÓN
1.
“La Iglesia, enviada por Cristo para manifestar y comunicar a todos los
hombres y a todos los pueblos el amor de Dios, sabe que tiene que llevar a cabo
una ingente labor misionera” (AG 10). En virtud de la misión evangelizadora
confiada por el Señor la Iglesia debe acercarse a todos los hombres que buscan
al Dios vivo, para anunciarles la salvación de Dios. El catecumenado es, una de
las expresiones más genuinas y significativas de la misión de la Iglesia, pues
trata de conducir a los hombres a la fe mostrándoles, en el anuncio del
Evangelio y en la celebración de los sacramentos, el camino de la salvación.
2.
Así pues, es a la luz de la misión
propia de la Iglesia (cf. EN, 14) como debe entenderse
la instauración del catecumenado en nuestros días, de modo que éste
sea expresión tanto del vigor de la fe (cf. RM 49) como del impulso misionero
de la Iglesia.
3.
El Concilio Vaticano II en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia
dispone: “restáurese el catecumenado de adultos, dividido en distintas etapas
y grados, cuya práctica dependerá del juicio del ordinario del lugar” (SC
64) El Decreto sobre la función pastoral de los Obispos, encomienda a éstos,
como tarea propia de su función de enseñar “esforzarse en restablecer el
catecumenado de adultos” (CD 14). Junto
a esto la Constitución Dogmática sobre la Iglesia muestra a ésta ejerciendo
su función maternal con los catecúmenos que piden ser incorporados a la
Iglesia, “a éstos la madre Iglesia los abraza ya con amor tomándolos a su
cargo” (LG 14).
4.
En cumplimiento de estos mandatos conciliares la Sagrada Congregación
para el Culto Divino preparó el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos
en el año 1972. Por su parte, el Código de Derecho Canónico, al
tratar, en el título dedicado a la actividad misional de la Iglesia, de
la iniciación cristiana de adultos no bautizados afirma: “corresponde a las
Conferencias Episcopales publicar unos estatutos por los que se regule el
catecumenado, determinando qué obligaciones deben cumplir los catecúmenos y
qué prerrogativas se les reconocen” (CIC 788/3). A este respecto, la
Conferencia Episcopal Española, en su Segundo Decreto General sobre las normas
complementarias al Nuevo Código de Derecho Canónico, del año 1985, determinó
sintéticamente las obligaciones y prerrogativas. A su vez, el Ceremonial de los
Obispos dice que corresponde al Obispo diocesano “organizar, dirigir y
fomentar la instrucción pastoral de los catecúmenos” (Ceremonial de Obispos
406).
5.
La Conferencia Episcopal Española, atendiendo estas indicaciones de la
Iglesia, y consciente de los desafíos actuales que provienen de la situación
de la fe de los bautizados y el número cada vez mayor de adultos y niños en
edad escolar que quieren conocer al Señor y ser bautizados, considera que la
restauración del catecumenado en nuestras iglesias es una oportunidad que Dios
nos concede para la renovación de la vida de la Iglesia y una ocasión para
mostrar a todos la fe que ella ha recibido (cf. LG 1; IC 3). El catecumenado es
una de las expresiones más genuinas y significativas de la misión de la
Iglesia, pues trata de conducir a los hombres a la fe mostrándoles, en el
anuncio del Evangelio y en la celebración de los sacramentos, el camino de la
salvación. A su vez, la Iglesia se ve renovada y enriquecida por los nuevos
creyentes, que son siempre un signo de la vitalidad del Evangelio.
La
Conferencia Episcopal Española ofrece estas orientaciones de carácter
general para que, concretadas y desarrolladas por cada obispo según las
diversas situaciones y circunstancias diocesanas, pueden constituir un
vínculo de comunión de la Iglesia en España. En este sentido, estas
orientaciones y disposiciones pueden ser consideradas como “un instrumento
de comunión, particularmente necesario hoy ante las exigencias de responder
con prontitud y eficacia a los problemas que la Iglesia tiene que afrontar
en los cambios tan rápidos de nuestro tiempo” (NMI 44).
1.
NATURALEZA DEL CATECUMENADO
7.
El catecumenado bautismal es la institución que, en el seno de la
pastoral de iniciación cristiana de la diócesis, está al servicio del proceso
de formación en la fe y en la vida cristiana de aquellos catecúmenos que
desean recibir el bautismo e incorporarse en la Iglesia (cf. CIC 788/2; 851/1)
“Tiene por finalidad ayudar a los
catecúmenos, en respuesta a la iniciativa divina y en unión con una
comunidad eclesial, a que lleven a madurez
su conversión y su fe” (CCE 1248). Se trata, por tanto, de una iniciativa o
decisión de la Iglesia en cuanto tal, que ejerce así su responsabilidad
maternal sobre los que se convierten a Jesucristo y así “la institución
catecumenal acrecienta en la Iglesia la conciencia de la maternidad espiritual
que ejerce en toda forma de educación en la fe” (DGC 91). Se trata, asimismo,
de “una formación y noviciado debidamente prolongado de la vida cristiana, en
que los discípulos se unen con Cristo, su Maestro” (AG 14). Por tanto
mediante el catecumenado la Iglesia ha de iniciar a los catecúmenos en el
misterio de la salvación, en la liturgia y en los ritos sagrados que deben
celebrarse en los tiempos sucesivos, en la práctica de las costumbres
evangélicas e introducirlos en la vida de fe, esperanza y caridad del pueblo de
Dios (cf. CCE 1233, 1248; cf., cf. RICA obs. previas 19 cf.
CIC, 788/1; CCE 1233).
8.
El
catecumenado alcanza su punto culminante en la celebración de los sacramentos
de la iniciación cristiana. “Los fieles, renacidos en el Bautismo se
fortalecen con el sacramento de la Confirmación y, finalmente, son alimentados
en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna y, así, por medio de estos
sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más abundancia
los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad”
(CCE 1212).
2.
ESTRUCTURA DEL CATECUMENADO
9.
De acuerdo con la naturaleza del catecumenado, los componentes
fundamentales de la estructura del catecumenado son:
1)
La iniciativa y don de Dios que es acogida por el hombre,
2)
la mediación de la
Iglesia y la presencia de la comunidad,
3)
un itinerario litúrgico, catequético y espiritual,
4)
y la celebración de los sacramentos de iniciación cristiana.
1)
Iniciativa y don de Dios que es acogido por el hombre
10.
El don del amor de Dios,
que se recibe por mediación de la Madre Iglesia, se lleva a cabo en el curso de
un proceso realmente divino y humano, trinitario y eclesial en el cual los
catecúmenos que acogen el mensaje divino de la salvación, son acompañados por
la Iglesia desde el nacimiento a la vida de hijos de Dios
hasta llegar a una fe viva, explícita y operante (Cf. CD 14. DGC 56.
IC 9 y 12)
2)
La mediación de
la Iglesia y la presencia de la
comunidad eclesial.
11.
Todo el proceso formativo del catecumenado se realiza por
medio de la Iglesia, a la que ya están unidos los catecúmenos por el deseo,
suscitado por el Espíritu Santo, de
ser incorporados a ella (cf. LG 14). La comunidad eclesial debe asumir esta
responsabilidad y lo hará viviendo ella misma la vida cristiana como camino de
crecimiento: engendrar, cuidar, alimentar y ayudar a crecer a los nuevos
cristianos (cf. DGC 91).
3)
Un
itinerario litúrgico-catequético y espiritual.
12.
La iniciación de los catecúmenos se hará gradualmente a través de un
itinerario litúrgico-catequético y espiritual, como un camino de conversión y
crecimiento en la fe que se desarrolla en el seno de la comunidad cristiana,
estableciendo etapas a través de las cuales se va avanzando en la fe. (Cf.
RICA obs. prv. 4. 9-40; IC 24-31; DGC 85-89)
Este
itinerario se realiza mediante etapas, con diversas dimensiones o caminos,
contenidos y con referencias fundamentales en las que se inspiran.
a)
Etapas
y tiempos.
1)
anuncio misionero y precatecumenado
13.
El primer tiempo es el del
anuncio misionero y precatecumenado, que acaba con el ingreso en el grado de los
catecúmenos. Durante este tiempo el acento ha de ponerse en el anuncio del
evangelio, anuncio del Dios vivo y de Jesucristo, del que debe brotar la fe y la
conversión inicial y ha de madurar la voluntad de seguir a Jesucristo. (Cf.
RICA obs prv. 9-11; DGC 88)
También se ha de trabajar para suscitar
en los catecúmenos la búsqueda de la verdad, el sentido de la vida, y ayudar a
discernir el deseo y la motivación que les lleva a la petición del Bautismo.
Son elementos fundamentales en este
momento, la acogida, el diálogo, el testimonio de la fe, el servicio de la
caridad.
2)
tiempo del catecumenado
14.
El segundo tiempo es el del catecumenado propiamente dicho. Es un tiempo de
asentamiento y maduración de la fe que acaba con la celebración del rito de la
elección. Para ser elegidos se requiere la fe iluminada y la voluntad de
recibir los sacramentos (cf. RICA 133-142). Durante este tiempo el catecúmeno
recibirá una catequesis que le introducirá en el conocimiento del misterio de la salvación, en la práctica de la
vida cristiana y en el ejercicio de la
caridad, en la oración y la celebración litúrgica, y en el testimonio
de vida.
3)
tiempo de la purificación y de la iluminación
15.
La tercera etapa es el llamado tiempo de la purificación y de la iluminación y
se desarrolla ordinariamente durante la cuaresma como disposición inmediata a
la celebración de los sacramentos de iniciación, que constituyen el centro y
culmen de todo el catecumenado (cf. RICA obs.prv
21-25; 181; IC 122).
La
formación en esta etapa tiene preferentemente un carácter espiritual y
ascético. Se dirige al corazón de los catecúmenos para purificarlos por la
oración y la penitencia y se dirige a la mente para iluminarla por un
conocimiento más profundo de Cristo. Además de las entregas del Símbolo de la
fe y del Padrenuestro, se llevan a cabo diversos ritos, escrutinios y
exorcismos.
4)
tiempo de la mistagogia
16.
El último tiempo, durante la Pascua, es el tiempo de la mistagogia, de la
profundización en la experiencia nueva de los sacramentos recibidos, mediante
la renovación de las explicaciones y la recepción frecuente de los mismos. En el se atiende a la inteligencia más plena y fructuosa de
los misterios recibidos, se desarrolla la experiencia espiritual de los nuevos
fieles en la comunidad cristiana y se aprende a asumir los compromisos y
responsabilidades propias del cristiano, miembro de la Iglesia
(cf. RICA 37-40)
b)
Contenido de éstos itinerarios
17.
El
catecumenado comprende cuatro dimensiones o caminos a través de los cuales los
catecúmenos son “iniciados en el misterio de la salvación, e introducidos a
la vida de la fe, de la liturgia, de la caridad del pueblo de Dios, y del
apostolado” (CIC nº 788,2). Se pueden concretar de este modo en nuestras
iglesias diocesanas: (cf. IC 121)
1)
Catequesis apropiada, básica e integral
18.
Catequesis apropiada, básica e integral, cuyo objetivo es
conducir al catecúmeno al íntimo conocimiento del misterio de la salvación.
Los contenidos deben ser los propuestos por el Catecismo de la Iglesia
Católica y por los catecismos oficiales correspondientes. Será siempre
oportuno tener presente las normas y criterios para la presentación del mensaje
evangélico en la catequesis que presenta el Directorio General para la
Catequesis (DGC 94 -118).
2)
Iniciación y educación en la liturgia y en la oración
19.
Iniciación y educación en
la liturgia y en la oración. “Durante este tiempo el catecúmeno, junto a su
catequista y acompañantes, asistirá a la liturgia de la Palabra de las
celebraciones eucarísticas dominicales, y a las celebraciones comunitarias de
la Penitencia” (IC121).
3)
aprendizaje de la vida cristiana
20.
El aprendizaje de la vida
cristiana, que supone el progreso en la conversión, la adquisición progresiva
de las costumbres evangélicas y el ejercicio de los compromisos personales y
eclesiales.
4)
Iniciación y educación para la vida comunitaria y para la misión.
21.
Iniciación y educación
para la vida comunitaria y para la misión. El catecúmeno deberá capacitarse
para vivir en comunidad y para participar en la vida y misión de la Iglesia y
estar presente, en cuanto cristianos, en
la sociedad (cf. DGC 86).
22.
Las referencias fundamentales para la inspiración y el
desarrollo de los itinerarios y contenidos catequéticos de iniciación
cristiana habrán de ser:
-
La
Sagrada Escritura
-
El
Ritual de la Iniciación Cristiana de
Adultos
-
El
Catecismo de la Iglesia Católica
-
El
Directorio General para la Catequesis
-
Los
catecismos de la Conferencia Episcopal Española.
4).
La celebración de los sacramentos de Iniciación cristiana.
23.
La celebración de los sacramentos es la fuente y cima del proceso catecumenal
ya que en ellos se realiza la vinculación de Jesucristo con los catecúmenos y
se les comunica la salvación (cf. IC 45-47) Por ello la celebración de los
sacramentos debe ser tal como corresponde a su condición de verdaderos momentos
eclesiales del encuentro salvador con Jesucristo.
24.
Conviene
también tener en cuenta que el
catecumenado en su ejercicio, en cuanto camino espiritual de los catecúmenos,
puede integrar itinerarios diversos, según la gracia multiforme de Dios y la
libre cooperación de los catecúmenos, la acción de la Iglesia y las
circunstancias de tiempo y lugar (cf. RICA obs.prv.4-8; IC 112-118).
25.
La
Conferencia Episcopal Española, señala algunas situaciones en las que, salvada
la responsabilidad propia de cada Obispo, la iniciación cristiana de los
adultos que piden el bautismo puede realizarse, ordinariamente, según la forma
simplificada de iniciación de un adulto en tres etapas, tal como estableció el
Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (cf. IC114-116). Esta forma
simplificada deberá aplicarse de manera que no se prive al candidato al
bautismo de los beneficios de una preparación más larga. A la vez, en la forma
abreviada, siempre deberá asegurarse el primer anuncio de la fe, pues es el
punto de partida del catecumenado (cf. IC117-119).
26.
En circunstancias
extraordinarias, cuando el candidato no pueda recorrer todos los grados de la
iniciación, o cuando el ordinario del lugar, juzgando sobre la sinceridad de la
conversión cristiana del candidato y sobre su madurez religiosa, dispone que
reciba el Bautismo sin dilación, a él le toca
permitir, para cada caso en particular, que se use el rito simplificado en el
que todo se realiza en una sola ceremonia (cf. RICA, 245-273), o dando facultad
para tener solamente uno de los dos ritos del catecumenado o del tiempo de la
purificación e iluminación (cf. RICA, 240; 274-277).
27.
Un
adulto que se encuentre en peligro de muerte puede ser bautizado si, teniendo
algún conocimiento de las principales verdades de la fe, manifiesta de alguna
manera la intención de recibir el Bautismo y promete que observará los
mandamientos de la religión cristiana. Al Bautismo seguirá siempre la
Confirmación y la Comunión Eucarística (CIC 965/2).
28.
Son destinatarios del
catecumenado: aquellas personas adultas que no han recibido el bautismo y piden
los sacramentos de la iniciación cristiana para entrar en la Iglesia (Cf. CIC
864).
29.
De conformidad con el Código de Derecho Canónico[1]
pueden establecerse de un modo más concreto como destinatarios del
catecumenado:
-
Los adultos mayores de dieciocho
años.
-
Los adolescentes jóvenes entre
los trece y los dieciocho años.
-
Los niños entre los siete y los
doce años
30.
El
desarrollo de los itinerarios de los distintos destinatarios habrá de ser
tratado de modo específico[2].
31.
Ahora bien, solo aquellos
que por el rito de entrada en el catecumenado, están ya unidos a la Iglesia y
pertenecen a la casa de Cristo (cf. AG 14), tienen derecho a ser considerados
como catecúmenos. Señalados con la cruz de Cristo mientras esperan ser fieles
cristianos por el bautismo, son ya discípulos.
32.
Mientras dura el catecumenado, la Iglesia acoge ya a los catecúmenos como suyos
por la vida de fe, esperanza y caridad que llevan, (cf. LG 14; CIC 206, 788; CEC
1249) y por ello gozan de un estatuto jurídico peculiar, que comprende una
serie de obligaciones y prerrogativas que parten del derecho primero a
ser instruidos en la doctrina de la fe y a ser educados en la forma de vida
cristiana (cf. Normas complementarias del Nuevo Código de Derecho Canónico,
decreto n 2, art. 3. CEE. Madrid, 15 julio
1985).
33.
Obligaciones:
-
supuesta su
inscripción en el catecumenado, a tenor del Ritual de la iniciación cristiana
de adultos, harán los pasos sucesivos de la iniciación cristiana en él
señalados;
-
participarán en la
liturgia de la Palabra semanal, sea con la comunidad cristiana, sea en actos
peculiares;
-
y llevarán una
vida evangélica propia de su condición.
34.
Prerrogativas:
-
pueden impartírseles
sacramentales, a tenor del c, 1170;
-
a cada uno acompañará en su
itinerario catecumenal un padrino que le conozca, le ayude y sea testigo de sus
costumbres, de su fe y de su voluntad;
-
pueden y aún deben participar en
la actividad apostólica de la Iglesia
-
si contraen matrimonio, la
comunidad cristiana les acompañará con una peculiar celebración religiosa,
cumplidas las condiciones que determine el ordinario del lugar;
-
están equiparados a los fieles
en materia de exequias. (cf.
CIC 1183/1).
6. COMPETENCIAS Y RESPONSABILIDADES.
1) El Obispo
35.
Al Obispo, como “maestro auténtico de la fe” (LG 25), “principal
dispensador de los misterios de Dios, responsable de toda la vida litúrgica”
(CD 15; Ceremonial de los obispos 404) le corresponde instaurar el catecumenado,
regular su ejercicio y disponer la pastoral de iniciación cristiana de la
diócesis. El Ritual de la Iniciación cristiana de adultos
señala como competencias propias del Obispo las siguientes: la instauración
del catecumenado bautismal y la regulación de su duración y organización,
indicando y guiando el crecimiento y las etapas; fijar las normas para la
admisión de los candidatos; la aprobación del programa catequético, junto a
los diferentes aspectos de la formación de los catecúmenos; presidir el rito
de la elección; conferir los sacramentos de la iniciación cristiana (cf. RICA
obs prv 20,44,66).
36.
Los presbíteros, por el sacramento del Orden que les hace cooperadores del
Orden Episcopal, reciben la misión de construir y edificar, como ministros de
Cristo cabeza, todo su Cuerpo que es la Iglesia, y por esto, son así mismo,
educadores de la fe. En concreto, y particularmente aquellos presbíteros que
tienen encomendada la cura pastoral, tienen una responsabilidad directa en el
catecumenado atendiendo al cuidado pastoral y personal de los catecúmenos (cf.
RICA obs prv. 45 obs. gerls 13, PO
12; CIC 528-30; DGC 225).
37.
El Obispo, responsable primero y directo de la pastoral de iniciación
cristiana, organizará de la forma más oportuna su desarrollo. En este sentido
puede encontrar una eficaz ayuda en un “Servicio Diocesano para el
Catecumenado” como
organismo encargado de promover y coordinar en la diócesis la pastoral
catecumenal. En cualquier caso es
muy conveniente que el Obispo nombre un
delegado diocesano del catecumenado encargado de promover y coordinar las
distintas acciones que integran la pastoral catecumenal.
4)
Padrinos y catequistas
38.
Junto al Obispo y sus presbíteros se ha de señalar la función importante que
todo el Pueblo de Dios tiene en el catecumenado: los padrinos, los catequistas,
la familia cristiana, los movimientos eclesiales, la escuela católica. La
iniciación cristiana de los catecúmenos se hace en íntima conexión con toda
la comunidad de los fieles (cf. AG 14d; RICA 41).
La
Iglesia siempre ha otorgado gran importancia en el catecumenado a la figura del
padrino o garante del catecúmeno, y a la de los catequistas. “Según una
antiquísima tradición la Iglesia no admite a un adulto al Bautismo, sin un
padrino, tomado de entre los miembros de la comunidad cristiana. Este padrino le
habrá ayudado, al menos, en la última fase de preparación al sacramento, y,
después, contribuirá a su
perseverancia en la fe y la vida cristiana” (RICA obs.grles 8-10). Igualmente
la misión de los catequistas en el itinerario catecumenal, tiene verdadera
importancia para el progreso de los catecúmenos y el aumento de la comunidad. (cf.
RICA obs prv 48).
Por su vinculación con el Obispo, la Santa Iglesia
catedral es el lugar originario y propio del catecumenado. A su vez, en
atención a las circunstancias de cada Iglesia particular, la parroquia
individual o agrupadamente, podrá ser el lugar donde se realiza el
itinerario catecumenal.
El catecumenado debe estar
siempre abierto a la realidad de la Iglesia diocesana; por ello
algunas de las celebraciones (el rito de la elección, los sacramentos de
iniciación cristiana, entregas, encuentros de catequistas y catecúmenos de
la diócesis) es oportuno que tengan lugar en la Iglesia Catedral.
En cualquier caso hay que asegurar, por un parte, el
acompañamiento eclesial de los catecúmenos a cargo de cada comunidad y su
progresiva inserción en ella y servirá a los mismos fieles para su
renovación espiritual pastoral, y por otra parte se favorecerá la
dimensión diocesana de los nuevos creyentes, contribuyendo a acrecentar la
conciencia misionera y maternal de toda la Iglesia particular.
[1]
Según el Código de Derecho Canónico “la
persona que ha cumplido dieciocho años es mayor; antes de esa edad es
menor. El menor, antes de cumplir siete años se llama infante, y se le
considera sin uso de razón; cumplido los siete años, se presupone que
tiene uso de razón” (CIC 97/1 y 2). A su vez el Código señala que “las
disposiciones de los cánones sobre el bautismo de adultos se aplican a
todos aquellos que han salido de la infancia y tienen uso de razón. (CIC 852)
[2] El proyecto marco de iniciación cristiana desarrollará los distintos itinerarios posibles y en especial el catecumenado bautismal de niños y adolescentes.