CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

29-31  -  32-36  -  37-39


01-04

Entonces Jesús habló a la multitud y a sus discípulos diciendo: "Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los fariseos. Guardad, pues, y haced todo lo que os dijeren; mas no hagáis según las obras de ellos, porque dicen y no hacen. Pues atan cargas pesadas e insoportables, y las ponen sobre los hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las quieren mover". (vv. 1-4)
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Después que el Señor había humillado a los sacerdotes con su contestación dio a conocer la incorregible condición de ellos como sucede a los sacerdotes, que si obran mal ya no se enmiendan. Así como los seglares cuando faltan, se enmiendan fácilmente. Por esto se dirige a sus apóstoles y al pueblo. Prosigue: "Entonces Jesús habló a la multitud y a sus discípulos". Es infructuosa la palabra, cuando por medio de ella, unos son confundidos para que otros no sean enseñados.
 
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Hay unos discípulos de Jesús que son mejores que los que componen las turbas, y encontrarás en las iglesias algunos que se acercan con más afecto al Verbo divino, y que son discípulos de Jesucristo, mientras que los otros solamente pueden llamarse su pueblo; y a veces, dice ciertas cosas sólo a sus discípulos; otras veces dice algunas cosas a las turbas y a los discípulos a la vez, como son las que siguen: "Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los fariseos". Los que creen que pueden gloriarse de interpretar bien la ley de Moisés, son los que se sientan sobre su cátedra, y los que no se separan de la letra de la ley, se llaman escribas; los que, dando a entender que saben algo más, se distinguen a sí mismos, como mejores que los demás, se llaman fariseos, que quiere decir, divididos. Los que comprenden y exponen los escritos de Moisés en sentido espiritual, se sientan, en verdad, sobre la cátedra de Moisés. Pero no son escribas ni fariseos, sino que son mejores que éstos, y discípulos amados de Jesucristo. Por lo tanto, después de la venida de Jesucristo, se sientan sobre la cátedra de la Iglesia, que es la cátedra de Jesucristo.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Debe observarse cómo se sienta cada uno de estos sobre la cátedra, porque la cátedra no es la que hace al sacerdote, sino el sacerdote a la cátedra. El lugar no santifica al hombre, sino el hombre al lugar. Por lo tanto, un mal sacerdote, del sacerdocio sacará deshonra, no dignidad.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 72,1
Para que algunos no digan, soy peor para obrar, porque, quien me ha enseñado es malo, rechaza esta razón cuando añade: "Guardad, pues, y haced todo lo que os dijeren", etc. Porque no dicen cosa alguna de sí mismos, sino que hablan cosas de Dios, que publicó su ley por medio de Moisés. Y observa con cuánto honor habla de Moisés, manifestando la unidad que hay entre lo que se dice y el Antiguo Testamento.
 
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Si los escribas y los fariseos que se sientan sobre la cátedra de Moisés son los doctores de los judíos, que enseñan según la letra los preceptos de la ley, ¿cómo es que el Señor nos manda hacer lo que éstos nos ordenan; siendo así que los apóstoles prohiben a los fieles, en el libro de los Hechos (cap. 15), que vivan, según la letra de la ley? Pero aquéllos la enseñan según la letra porque no conocen su espíritu; lo que nos dicen pues acerca de la ley, lo hacemos y observamos, conociendo su sentido, pero no obrando como ellos obran; porque ellos no obran como la ley enseña, ni comprenden que hay un velo sobre la letra de la ley. Y cuando se oyen estas cosas, no vayamos a creer que todas ellas son preceptos de la ley, porque hay muchas que tratan de las comidas, de los sacrificios, y otras cosas por el estilo; sino únicamente las que corrigen las costumbres. ¿Y cómo es que no mandó esto mismo acerca de la ley de gracia, sino únicamente acerca de la ley de Moisés? Porque todavía no era tiempo de dar a conocer los preceptos de la nueva ley, antes de su pasión. También a mí me parece que dijo esto, previendo algo más: como había de vituperar a los escribas y a los fariseos en sus palabras siguientes, para que no pareciera que deseaba la jefatura entre los necios, o que hacía esto por enemistad, primeramente retira toda sospecha; y entonces empieza a reprender, con objeto de que las turbas no caigan en los mismos defectos, pero comprendan que aunque deben oírlos, no deben imitarlos en sus acciones; por esto añade: "Mas no hagáis según las obras de ellos". ¿Qué cosa hay más miserable que un doctor, cuyos discípulos se salvan no siguiendo su ejemplo, y se condenan cuando le imitan?
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Así como el oro se saca de la tierra, despreciando a ésta, así también reciban la enseñanza los que la oyen, y no hagan caso de las costumbres de los que la predican. Frecuentemente suelen enseñar buena doctrina los hombres malos. Y así como los sacerdotes juzgan preferible enseñar junto con los buenos a los malos, y no despreciar por éstos a los buenos, así también los súbditos honren también a los malos sacerdotes en vistas a los buenos, para que no sean despreciados también los buenos junto con los malos. Pues mejor es favorecer, aunque injustamente, a los malos, que quitar lo que sea justo a los buenos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 72,1
Considera también cómo empieza a vituperarlos, pues sigue: "Porque dicen y no hacen". Especialmente, es digno de censura, aquel que teniendo obligación de enseñar, quebranta la ley. En primer lugar, porque falta cuando debe corregir a otro; en segundo lugar, porque el que peca es digno de mayor castigo, cuanto mayor es su dignidad; y en tercer lugar, porque hace más daño, en atención a que peca siendo doctor. Además, reprende también a aquéllos, porque son duros para los que les están subordinados. Por esto prosigue: "Pues atan cargas pesadas e insoportables", etc. En esto da a conocer la malicia doble de éstos: lo uno, porque exigen una vida perfecta a los que les están subordinados, sin dispensarles lo más mínimo; y lo otro, porque son altamente condescendientes consigo mismos. Pero conviene que el jefe proceda como juez inexorable en las cosas que a él afectan; y que sea bueno y pacífico en las que afectan a sus subordinados. Obsérvese, pues, cómo agrava su reprensión: no dijo que no pueden, sino que no quieren; ni dijo llevar, sino mover; esto es, ni aun acercarse, ni tocar.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Indudablemente llama a esas observancias de la ley cargas pesadas e insoportables, a propósito de los fariseos y de los escribas, de quienes está hablando. De estas cargas dice el apóstol San Pedro dice en los Hechos de los Apóstoles: "¿A qué fin queréis colocar sobre los cuellos de los discípulos un yugo que no hemos podido llevar ni nosotros ni nuestros padres?" ( Hch 15,10). Porque algunos, al recomendar con falsas razones a sus oyentes las cargas de la ley, ataban como con ciertos lazos sus corazones, a fin de que, creyéndose obligados por la razón, no se atreviesen a arrojar lejos de sí semejantes ligaduras. Mas éstos no cumplían ninguna de sus obligaciones, no sólo por completo, sino ni siquiera ligeramente, es decir, ni aun tocando con los dedos.
 
Glosa
O también: atan las cargas, esto es, recogen de todas partes esas tradiciones, que lejos de elevar la conciencia, la rebajan y la abaten.
 
San Jerónimo
Los hombros, los dedos, las cargas y los lazos con que son atadas las cargas de los que se ven oprimidos deben tomarse en sentido espiritual. Aquí también habla el Señor en general contra todos los maestros, que mandan lo más pesado y ellos no hacen ni aun lo menor.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Tales son los que imponen un gran peso sobre los que vienen a hacer penitencia, y así, mientras se huye de la pena presente, se menosprecia el castigo de la otra vida. Por lo tanto, si colocas un gran peso sobre los hombros de un joven que no pueda llevarlo, tendrá necesidad o de arrojar la carga, o de sucumbir debajo de ella. Y al hombre a quien se le imponga una penitencia grave le sucederá que: o la despreciará o, si la acepta, cuando no pueda llevarla, escandalizado, pecará más. Por lo tanto, aunque no obremos bien imponiendo poca penitencia ¿no será mejor errar a causa de la caridad que de la crueldad? Cuando el padre de familia es condescendiente, el que dispensa sus gracias, debe serlo también. Si Dios es bueno, ¿por qué su sacerdote ha de ser austero? ¿Quieres aparecer como santo? En toda tu vida no dejes de ser austero contigo, y benigno respecto de los demás; que los hombres te oigan exigiendo poco y que te vean haciendo cosas grandes. El sacerdote que es condescendiente consigo, pero que exige cosas graves de los demás, es como un mal repartidor de contribuciones en una ciudad, que se dispensa de pagar y carga a los demás.

05-12

"Y hacen todas sus obras por ser vistos de los hombres, y así ensanchan sus filacterías, y extienden sus franjas. Y aman los primeros lugares en las cenas y las primeras sillas en las Sinagogas. Y ser saludados en la plaza y que los hombres los llamen Rabbí. Mas vosotros no queráis ser llamados Rabbí, porque uno sólo es vuestro Maestro y vosotros todos sois hermanos. Y a nadie llaméis padre vuestro sobre la tierra: porque uno es vuestro Padre, que está en los cielos. Ni os llaméis maestros, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es mayor entre vosotros, será vuestro siervo. Porque el que se ensalzare, será humillado, y el que se humillare, será ensalzado". (vv. 5-12)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 72,2
Había reprendido el Señor a los escribas y a los fariseos por crueles y perezosos, y ahora les reprende su vanagloria, que los separa de Dios. Por esto dice: "Todo lo hacen por ser vistos de los hombres", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
En todas las cosas hay siempre un algo que las perjudica; así está el gusano para el tronco, y la polilla para el vestido. Por esto el demonio se esfuerza en corromper el ministerio de los sacerdotes, que ha sido establecido para fomentar la santidad, procurando que esto que es tan bueno, se convierta en malo en cuanto depende de los hombres. Quitemos el mal proceder del clero y todo saldrá perfectamente; de aquí se desprende que es difícil el arrepentimiento de los sacerdotes que pecan. Y el Señor quiere manifestar en esto la causa de por qué no podían creer en Jesucristo, esto es, porque todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Es imposible, pues, que crean en Jesucristo cuando quien predica las cosas del cielo únicamente desea la gloria terrena de los hombres. He leído que algunos interpretan este lugar de este modo: "Sobre la cátedra", esto es, según el honor y grado en que estuvo Moisés, fueron constituidos los escribas y los fariseos. Predicaban a otros la doctrina que anunciaba al Cristo que había de venir, pero ellos no le recibían cuando estaba presente. Por esto exhorta al pueblo a que oiga la ley que predicaban, esto es, a creer en Jesucristo anunciado por la ley, y no a imitar a los escribas y a los fariseos que eran incrédulos. Y explicó la causa de por qué predicaban que Jesucristo había de venir según la ley, y no creían en él, esto es, porque hacían todas sus obras con el fin de ser vistos por los hombres. No predicaban que Jesucristo vendría, por deseo de su venida, sino para que como doctores de la ley fuesen vistos por los hombres.
 
Orígenes, homilia 24 in Matthaeum
Hacen sus buenas obras con el fin de ser vistos por los hombres, aceptando visiblemente la circuncisión, pero ocultando las riquezas de sus casas, y haciéndolo todo por el mismo estilo. Los discípulos de Jesucristo cumplen la ley en secreto, porque -como dice el Apóstol- están constituidos judíos en secreto ( Rom 4).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 72,2
Observa que los reprende con cierta intención, porque no dice sencillamente que hacen sus obras para ser vistos por los hombres, sino que añade "todas". Y después demuestra que no se glorían tampoco de grandes cosas, sino de algunas de poca importancia. Por esto añade: "Y así ensanchan sus pergaminos", etc.
 
San Jerónimo
Por lo tanto, como el Señor había dado los mandatos de la ley por medio de Moisés, los cumplió hasta el extremo como decía el Deuteronomio: "Llevarás los preceptos en tu mano, y los tendrás siempre a la vista" ( Dt 6,8). Lo que quiere decir: que estén mis preceptos en tu mano, y los cumplirás con las obras; estén ante tus ojos, para que medites en ellos de día y de noche. Los fariseos interpretando esto en mal sentido, escribían en pergamino el Decálogo de Moisés, esto es, los diez preceptos de la ley, llevándolos plegados y atados sobre la frente, formando con ellos una especie de corona, de modo que siempre los tenían delante de sus ojos. También había mandado Moisés, que llevasen en las cuatro puntas de sus mantos cenefas de jacintos, como distintivo del pueblo de Israel, para que, así como se distinguían en sus cuerpos de los gentiles por medio de la circuncisión -que era un signo judaico, así el vestido llevase también alguna diferencia (ver Núm 15,38). Pero los maestros, como supersticiosos, deseando captar la atención de los demás, y apeteciendo las ganancias que podrían obtener de las mujeres, hacían sus cenefas más grandes, y ataban en ellas espinas agudísimas, para que al andar y al sentarse se punzasen, y con esta advertencia pudiesen consagrarse mejor al ministerio del servicio divino. Llamaban a aquella especie de distintivo, filacterías del Decálogo; tablas en que están escritos los nombres de los jueces, esto es, conservadurías, porque todos los que las tenían las conservaban para defenderse y protegerse a sí mismos. No entendían los fariseos que debían llevar estos preceptos más bien en su corazón que en sus cuerpos. De otro modo, quedaban reducidos a ser armarios o cajas que tienen libros, pero que no conocen a Dios.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Imitando el ejemplo de éstos, hay muchos ahora que inventan nombres hebreos de ángeles, los escriben y se los colocan, para que sirvan de admiración a los que no entienden. Otros llevan colgado al cuello algún trozo escrito del Evangelio. Pero ¿no se lee todos los días el Evangelio en la iglesia para que lo oigan los hombres? ¿Cómo pueden salvar los Evangelios colgados al cuello a aquel a quien nada aprovechan cuando los tiene puestos en sus oídos? Además, ¿dónde estará la virtud del Evangelio: en las figuras de las letras, o en el conocimiento de su sentido? Si está en las figuras, obrarán bien llevándolo colgado al cuello; pero si está en el entendimiento, más aprovecharán si se lleva en el corazón, que si se suspende del cuello. Otros exponen este mismo pasaje fijándose en que dilataban sus discursos ocupándose del modo como ellos observaban la ley como filacterios, esto es, como conservadores de la salvación. Y así, en este sentido era como predicaban al pueblo con asiduidad. Las cenefas hermoseadas de sus mantos, significan las excelencias de los mandamientos de la ley de Dios.
 
San Jerónimo
Como dilataban en vano las filacterías, y hacían mayores sus orlas, se captaban la admiración de los hombres, pero les vituperaban en las demás cosas. Por esto prosigue: "Y aman los primeros lugares en las cenas; y ser saludados en las plazas", etc.
 
Rábano
Debe advertirse que no prohibe el que sean saludados en la plaza, ocupen o se sienten en los primeros puestos aquellos a quienes se deben estos respetos por razón de sus cargos o dignidades. Pero sí nos enseña, que nos guardemos como de unos malvados de aquellos que exigen injustamente de los fieles todas estas cosas, ya tengan o no derecho a ellas.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
No vitupera a aquéllos que ocupan los primeros lugares, sino a los que los desean; refiriendo su reprensión al deseo y no al hecho. Se humilla, pues, sin motivo respecto del lugar, aquel que da a sí mismo la preferencia en su corazón. Alguno hay que se jacta oyendo que es laudable el colocarse en el último lugar, y por esto se sienta después que todos. Y no sólo no abandona la arrogancia de su corazón, sino que además adquiere la vanagloria de la humildad, como el que quiere aparecer como justo, y se presenta como humilde. Hay muchos que siendo soberbios se colocan en los últimos sitios, y por el orgullo de su corazón, les parece que se sientan a la cabeza de los demás, y también hay muchos humildes, que aun cuando se sientan en los primeros puestos, están convencidos en sus conciencias que deben ocupar los últimos puestos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 72,2
Véase dónde se encuentra la vanagloria que los dominaba: en las sinagogas, en donde entraban a dirigir a otros. Que se condujesen de este modo en las cenas, era todavía tolerable, aun cuando conviene que el doctor llamase la atención, no sólo en la iglesia, sino en todas partes. Si el desear ocupar estos sitios merece reprensión, ¿cuánto peor será que otro los ocupe sin deber?
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
También desean los primeros saludos, no sólo según el tiempo, sino también según la palabra para que les saludemos primero, levantando la voz y diciendo: que Dios te guarde, Maestro. Y en cuanto al cuerpo, para que les inclinemos la cabeza, y en cuanto al lugar, para que les saludemos en público. Por esto dice: "Y las salutaciones en la plaza".
 
Rábano
Aun cuando no están exentos de culpabilidad en este punto todos aquellos que se mezclan en las disputas del foro y ambicionan sentarse en la cátedra de Moisés y el que los hombres les llamen maestros de la sinagoga.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Esto es, quieren ser llamados aunque no lo son; apetecen el nombre, pero desprecian el oficio.
 
Orígenes, homilia 24 in Matthaeum
En la Iglesia de Jesucristo también se encuentran algunos que desean los primeros puestos de las mesas, para ser parecidos a los diáconos; por lo tanto ambicionan ocupar los primeros puestos de aquellos que se llaman presbíteros; y otros trabajan porque los hombres les llamen obispos, esto es, maestros. Pero el verdadero discípulo de Jesucristo, desea los primeros puestos en las cenas espirituales, para comer lo mejor de los manjares espirituales. Desea también cuando los apóstoles se sienten sobre doce tronos, ocupar los primeros puestos; es muy justo que se hagan acreedores por sus buenas acciones a ocupar estos sitios. Desea también las salutaciones que tienen lugar en las alegrías de la gloria, esto es, en las reuniones celestiales de los hombres nacidos primitivamente para el cielo, y no desean llamarse maestros ni por los hombres ni por ninguna otra criatura cuando son buenos, porque sólo hay uno que es el maestro de todos. Por esto sigue: "Mas vosotros no queráis ser llamados Rabbí".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 72,3
O dicho de otra manera: vituperaba a los fariseos por todo aquello, sin embargo pasaba en silencio algunas cosas pequeñas y de poca importancia dando a entender que sus discípulos no necesitaban ser instruidos acerca de ellas. Pero lo que era la causa de todos los males era el apetecer la cátedra de maestro. Toca esta cuestión para enseñar a los discípulos cómo deben portarse respecto de ellas. Por esto añade: "Mas vosotros no queráis ser llamados Rabbí", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
No queráis ser llamados Rabbí, no sea que os atribuyáis lo que se debe a Dios: ni tampoco llaméis a otros maestros, para que no concedáis a los hombres lo que se debe a Dios. Unicamente hay un maestro de todos, y que enseña a todos los hombres naturalmente. Por lo tanto, si un hombre enseñase a otro, todos los hombres sabrían que tienen doctores. Pero ahora, como no es un hombre quien enseña sino Dios, son muchos los que son enseñados pero pocos los que aprenden. Porque no es el hombre quien da el entendimiento a los demás hombres cuando se les enseña, sino que ejercita por medio de la enseñanza el que Dios les ha concedido.
 
San Hilario, in Matthaeum, 24
Y para que los discípulos tengan presente que son hijos de un solo padre, y que por efecto de un nuevo nacimiento han pasado los umbrales de su origen terrenal, añade: "Y vosotros, todos sois hermanos".
 
San Jerónimo
Todos los hombres pueden llamarse hermanos por afecto, y éste puede ser de dos maneras, especial y general. Especial, porque todos los cristianos se llaman hermanos; general, porque todos los hombres proceden de un solo padre y viven unidos a nosotros como hermanos.
 
Prosigue: "Y a nadie llaméis vuestro padre sobre la tierra", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Aunque en el mundo un hombre engendra a otro hombre, sin embargo únicamente hay un Padre que nos ha criado a todos. No tenemos, pues, el principio de nuestra vida en nuestros padres, sino que únicamente recibimos de ellos el poder de transmitir esta vida.
 
Orígenes, homilia 24 in Matthaeum
¿Y quién es el que no dice padre en el mundo? Aquel que en todos los actos practicados según Dios, dice: "Padre nuestro que estás en los cielos" ( Mt 6,9).
 
Glosa
Y como daba a entender que Dios era Padre de todos, porque había dicho: "Que estás en los cielos", quiere dar a conocer quién sea este maestro universal. Por esto repite otra vez lo mandado acerca del maestro: "No os llaméis maestros, porque uno solo es vuestro maestro, Jesucristo".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 72,3
Cuando se dice que Jesucristo es maestro, no se prescinde del Padre, como tampoco se prescinde de Jesucristo, cuando se dice que Dios Padre es el Padre de todos los hombres.
 
San Jerónimo
Se pregunta por qué se llama el Apóstol doctor de las gentes, en contraposición de lo que aquí se ordena (ver 1Tim 2), y por qué en los monasterios se usa con tanta facilidad de la palabra padre. A esto se contesta, que una cosa es ser padre o maestro por naturaleza, y otra cosa es serlo por gracia. Si nosotros llamamos padre a un hombre, le dispensamos este honor en razón a su edad, y con ello no confesamos que sea el autor de nuestra vida. También se le llama maestro a aquel que en cierto sentido está unido con el verdadero maestro. Y (para no repetir esto muchas veces), del mismo modo que habiendo un solo Dios por naturaleza y un solo Hijo, esto no obsta para que haya muchos que se llamen abusivamente dioses, o que otros se llamen hijos por adopción; así, el que haya un padre o un maestro, no obsta para que haya otros muchos que por abuso puedan llamarse padres y maestros.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 72,3
No sólo prohibe el Señor ocupar los primeros puestos, sino que por el contrario, quiere excitar a que se deseen los últimos. Por esto añade: "El que es mayor entre vosotros, será vuestro siervo".
 
Orígenes, homilia 24 in Matthaeum
Y si alguno predica la palabra divina, sabiendo que Jesucristo es quien la hace fructificar, que no quiera llamarse maestro, sino ministro. Por esto sigue: "El que es mayor entre vosotros, será vuestro siervo". El mismo Jesucristo, siendo verdaderamente maestro, se presentó como ministro, cuando decía: "Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve" ( Lc 22). Después de todo añadió para aquellos a quienes prohibió el deseo de la vanagloria: "Porque el que se ensalzare será humillado, y el que se humillare, será ensalzado".
 
Remigio
Lo cual debe entenderse de este modo: todo el que se ensalza por sus propios méritos, será humillado delante de Dios, pero el que se ensalza en virtud de los beneficios recibidos de Dios, será ensalzado delante de Dios.

13

"¡Mas ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que cerráis el reino de los cielos delante de los hombres. Pues ni vosotros entráis ni a los que entrarían dejáis entrar". (v. 13)
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Jesucristo, como Hijo verdadero de Aquel que dio la ley, según la semejanza de las bendiciones que se conceden por la ley, explicó las felicidades de los que se salvan; y según la semejanza de las maldiciones expuestas en la ley, dice ¡ay! contra los pecadores, cuando añade: "¡Mas ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!" Los que creen que es bueno decir esto contra los pecadores, comprendan que el propósito de Dios es semejante cuando maldice por medio de su ley; aquella maldición de la ley como el "ay" del Señor recaen sobre el pecador, no por causa del que los pronuncia, sino por causa de sus pecados, por los cuales se vuelve digno de escuchar estas cosas que Dios pronunció para corregir, a fin de que los hombres se conviertan al bien. Así como el padre cuando reprende al hijo pronuncia algunas veces palabras de maldición, aunque no desea que el hijo sea digno de ellas, sino más bien que le sirva para separarle de lo malo, así el Señor explica la causa de esta amenaza cuando dice: "Que cerráis el reino de los cielos", etc. Estos dos preceptos son naturalmente inseparables, porque el hecho de que alguno no permita que entren los demás es causa suficiente para que él mismo quede excluido.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
Las Sagradas Escrituras también se llaman el reino de los cielos, porque su adquisición está basada en ellas; la puerta es la inteligencia de las Escrituras. También es el reino de los cielos la felicidad de los bienaventurados, y la puerta por donde se entra a esa felicidad es Jesucristo; los guardianes de las llaves son los sacerdotes a quienes se ha confiado el deber de enseñar y explicar las Sagradas Escrituras; la llave es la palabra que explica el conocimiento de las Escrituras, por medio de la que se abre a los hombres la puerta de la verdad; su apertura es la verdadera interpretación. Obsérvese que no dijo: Ay de vosotros, que no abrís, sino que cerráis; luego las Escrituras no están cerradas, aunque son oscuras.
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Por lo tanto, los fariseos y los escribas, ni entraban ni querían oír las palabras del Salvador, que dijo: "Si alguno entra por medio de mí, se salvará" ( Jn 10,9); y ni aun a los que entrarían, esto es, aquellos que podían creer por medio de las Escrituras que habían sido ya explicadas por la Ley y por los Profetas, hablando de Jesucristo dejaban entrar. Cerrando la puerta a todos por medio del terror, les prohibían la entrada; éstos, no satisfechos porque no creían en Jesucristo, interpretaban mal sus enseñanzas y trastornaban todo lo que la Escritura profética decía de El, y blasfemaban de todo lo que hacía, como milagros falsos hechos por obra del demonio. Pero todos los que con su mala conversación dan ejemplo de pecar al pueblo, y ofenden, escandalizando a los pequeños, parece que cierran ante los ojos de los hombres el reino de los cielos. Este pecado se encuentra en los hombres públicos, especialmente en los doctores, que enseñan lo que debe hacerse según lo que prescribe el Evangelio a los hombres; pero no hacen lo que enseña. Pero viviendo y enseñando bien, abren a los hombres el reino de los cielos, y mientras ellos entran, animan a otros a entrar. Pero muchos no permiten entrar en el reino de los cielos, a los que quieren entrar; cuando excomulgan sin razón alguna, únicamente por algún celo, a los que son mejores que ellos, y ellos mismos no les permiten entrar. Aquellos que son prudentes venciendo la tiranía con su paciencia, aun cuando se les haya prohibido, entran y heredan el reino. Pero los que con mucha temeridad se ofrecieron a enseñar antes que aprendieran, e imitando las fábulas judaicas, dicen mal de quienes buscan en las Sagradas Escrituras las cosas del cielo, cierran cuanto pueden el reino de los cielos a los hombres.

14

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Que devoráis las casas de las viudas, haciendo largas oraciones. Por esto llevaréis un juicio más riguroso". (v. 14)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
En cuanto a lo demás, el Señor les reprende por su gula, y lo que es peor, porque llenaban su vientre no a costa de los ricos, sino de las viudas, y de este modo agravaban más su pobreza cuando lo que debían hacer era aliviarla. Por esto dice Jesucristo: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que devoráis las casas de las viudas", etc.
 
Glosa
Esto es, que con vuestra superstición no os proponéis más que esquilmar a la plebe que os está confiada.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
Las mujeres son generalmente incautas, porque no pesan en su razón lo que ven o lo que oyen. También son demasiado suaves, porque fácilmente se doblegan ya de lo malo a lo bueno, o ya de lo bueno a lo malo. El sexo viril es más precavido y fuerte. Por lo tanto, los que aparentan santidad comercian especialmente con las mujeres, porque no pueden entender sus engaños y fácilmente se dejan guiar por ellos en asuntos de religión. Pero principalmente con quien más negocian es con las viudas. En primer lugar porque a la mujer no se le puede engañar fácilmente cuando tiene un hombre que le aconseje. En segundo lugar, porque no dan con tanta facilidad de su propio peculio, cuando viven bajo la potestad del marido. Por lo tanto, cuando el Señor confunde a los sacerdotes de los judíos, aconseja a los cristianos que se detengan menos con las mujeres viudas que con las demás, porque aun cuando la voluntad no sea mala, sin embargo, lo es la sospecha.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Además, esta especie de estafa es más grave, porque añade: "Haciendo largas oraciones". Todo el que obra mal es digno de castigo, pero el que toma de la religión motivo para obrar mal, es digno de mayor pena. Así pues, sigue: "Por esto sufriréis un juicio más riguroso".
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
En primer lugar, porque sois malvados; en segundo lugar, porque os encubrís con la capa de santidad. Aparentáis cubrir vuestra avaricia con el aspecto de la religiosidad y casi entregáis al diablo las armas de Dios, para que la iniquidad sea estimada cuando es considerada como piedad.
 
San Hilario, in Matthaeum, 24
De aquí procede que por saciar la ambición visitando las casas de las viudas cierran con llave el reino de los cielos. Por lo tanto, serán castigados con más severidad, porque deberán el reato de su propia culpa y el de la ignorancia ajena.
 
Glosa
O porque el criado que sabe y no cumple, será castigado con mucha razón.

15

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, porque rodeáis la mar y la tierra por hacer un prosélito; y después de haberle hecho, le hacéis dos veces más digno del infierno que vosotros". (v. 15)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Después de lo que se lleva dicho, otra vez el Señor vuelve a vituperar a los fariseos, ya que siendo ineficaces para salvar a muchos y necesitándose de mucho trabajo para convertir a uno a la fe no solamente son negligentes respecto a los que convierten sino que son también sus destructores. Porque los corrompen con los ejemplos de su mala vida: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque rodeáis el mar y la tierra", etc.

San Hilario, in Matthaeum, 24
Rodear el mar y la tierra quiere decir que habían de ser juzgados por causa del Evangelio de Cristo en todos los extremos del orbe y que, en contra la fe que salva, someterían algún prosélito al yugo de su ley. Todos los que han pasado de la idolatría a la Sinagoga, cuyo pequeño número se designa en este pasaje con la palabra uno solo, son prosélitos, y éstos no abandonan la fe en su doctrina aun después de la predicación de Cristo. Pero cualquiera que aceptare la de los judíos, es hijo del infierno.
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Porque todos los que judaízan después de la Pasión del Salvador, dan a entender en esto mismo que participan del sentimiento de aquellos que exclamaron en otro tiempo: "Crucifícale" ( Jn 19,6). Por esto sigue: "Y después de haberle hecho (judío), le hacéis dos veces más digno del infierno que vosotros", etc.
 
San Hilario, in Matthaeum, 24
Por lo tanto, será digno del infierno dos veces, porque ni podrá conseguir el perdón de sus pecados cometidos entre los gentiles, y se habrá asociado a aquellos que persiguieron a Jesucristo.
 
San Jerónimo
Los escribas y los fariseos recorriendo todo el orbe, hacían esfuerzos por conseguir un prosélito de entre los gentiles, esto es, mezclar con el pueblo de Dios un forastero incircunciso.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
No querían salvar por caridad a aquel a quien enseñaban, sino por avaricia, para que aumentado el número de los judíos pertenecientes a la Sinagoga, aumentase también el número de oblaciones; también hacían esto por vanagloria. El que se sumerge en el lodazal de los pecados, ¿cómo querrá librar a otros de los suyos? ¿Acaso podrá ser más caritativo con otro que consigo mismo? Demuéstrase por las mismas acciones quién desea convertir a otro por Dios, o por vanidad.
 
San Gregorio Magno, Moralia, 31,7
Como los hipócritas, aun cuando hagan acciones malas, no dejan de hablar bien, hablando bien producen hijos para la fe por medio de su conversación, pero no pueden sustentarlos para que vivan bien. Cuanto más se mezclan en las cosas del mundo, con tanta más negligencia permiten que traten las cosas de la vida aquellos a quienes han engendrado. Como viven con sus corazones endurecidos, no reconocen a los mismos hijos a quienes engendraron con la caridad del amor debido.
Por lo tanto, aquí se dice de los hipócritas: "Y después de haberle hecho, le hacéis digno del infierno", etc.
 
San Agustín, contra Faustum, 18, 29
Dijo esto, no porque eran circuncidados, sino porque imitaban sus costumbres, cuando se les había prohibido diciendo: "Sobre la Cátedra de Moisés", etc. En estas palabras deben advertirse dos cosas: la gran deferencia que debía concederse a la doctrina de Moisés, en cuya cátedra estaban obligados a enseñar buenas doctrinas aun los malos que en ella se sentaban; y de donde resultaba que salían hijos de perdición, no porque oían las palabras de la ley, sino porque imitaban sus acciones. Por lo tanto, eran dos veces más dignos que ellos, hijos de condenación, porque dejaban de hacer aquello a que se habían comprometido por voluntad propia no habiendo nacido judíos, sino habiéndose hecho judíos espontáneamente.
 
San Jerónimo
Porque como antes, cuando era gentil pecaba sencillamente, era sólo hijo de condenación una vez. Y viendo además los defectos de sus maestros, y comprendiendo que destruían con sus obras lo que enseñaban con sus palabras, se vuelve a su antigua vida. Y ahora volviéndose a hacer gentil, es digno de mayor castigo, como prevaricador.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
También, o porque cuando adoraba a los ídolos, practicaba la virtud al menos por agradar a otros hombres, una vez convertido en judío provocado por el ejemplo de sus malos maestros, era peor que los que le habían enseñado.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Cuando el maestro es bueno, el discípulo le imita, pero cuando es malo, el discípulo le aventaja.
 
San Jerónimo
Se llama hijo de condenación, como se llama hijo de perdición ( Jn 17) al hijo de este siglo ( Lc 16 y 17). Porque cada uno es llamado hijo de aquél, cuyas obras ejecuta.
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
En esto podemos comprender que aun entre aquellos que irán al infierno, habrá diferencias de tormentos. Unos serán hijos de condenación, pero otros los serán doblemente. Pero es necesario tener presente que generalmente el que se condena, sea judío, sea pagano o de cualquier otra confesión, queda hecho hijo del infierno por cada una de las especies de pecados que ha cometido y que así como el justo tendrá aumento de gloria según sus méritos, así el pecador tendrá una pena en el infierno proporcionada según el número de sus pecados.

16-22

"¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Todo el que jurare por el templo, nada es; mas el que jurare por el oro del templo, deudor es. ¡Necios y ciegos! ¿Qué es mayor, el oro, o el templo, que santifica el oro? Y todo el que jurare por el altar, nada es; mas cualquiera que jurare por la ofrenda que está sobre él, deudor es. ¡Ciegos! ¿Cuál es mayor, la ofrenda o el altar que santifica la ofrenda! Aquél, pues, que jura por el altar, jura por él, y por todo cuanto sobre él está. Y todo el que jurare por el templo, jura por él y por el que mora en él. Y el que jura por los cielos, jura por el trono de Dios, y por Aquél que está sentado sobre él". (vv. 16-22)
 
San Jerónimo
Así como en las filacterías y en las orlas anchas de sus vestidos y en la buena opinión de los demás buscaban la vanagloria y por medio de la vanagloria el lucro, así, una vez descubierto el engaño, acusan de impiedad a los transgresores. Si alguno juraba por el templo en una cuestión o en alguna riña y después se le probaba la mentira, no se le consideraba como culpable. Y esto es lo que Jesucristo manifiesta cuando dice: "Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: el jurar por el templo nada es", etc. Como diciendo: nada debe. Pero si jura sobre el oro y el dinero que ofrecían a los sacerdotes en el templo, se veía obligado inmediatamente a pagar. Por esto sigue: "Mas el que jurare por el templo", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
El templo, ciertamente pertenece a la gloria de Dios y a la salvación espiritual de los hombres; mas el oro del templo, aun cuando pertenece a la gloria de Dios, sin embargo, más afecta a la satisfacción de los hombres y a la utilidad de los sacerdotes. Pero los fariseos decían que el oro con que se complacían y las ofrendas con que se alimentaban eran más santas que el mismo templo. Así excitaban más a los hombres a que las ofrecieran, mejor que las oraciones. Por esto los reprende el Señor muy oportunamente, diciendo: "¡Necios y ciegos! ¿Qué es en verdad mayor?", etc. Los cristianos, ahora comprenden muchas cosas neciamente, porque si hubiere alguna causa, se estima cosa leve el jurar por Dios; pero el que jura por el Evangelio, parece que ha hecho algo más. A quienes debe decirse igualmente: ¡Necios y ciegos!, porque las Escrituras han sido escritas para servicio de Dios, pero Dios no ha sido hecho para las Escrituras. Por lo tanto, más es Dios que santifica al Evangelio, que el Evangelio que es santificado por El.
 
San Jerónimo
Además, si alguno jurase por el altar, ninguno lo tenía como reo de perjurio; pero si juraba sobre algún don, o sobre las oblaciones, esto es, sobre la hostia, sobre las víctimas, o sobre otras cosas semejantes que se ofrecen a Dios sobre el altar, se le exigía rigurosa cuenta. Y todo esto lo hacían no por temor de Dios, sino por ambición de las riquezas. Por esto sigue: "Y todo el que jurare por el altar, nada es", etc. El Señor los reprende como necios y embaucadores, porque vale mucho más el altar que las víctimas que se sacrifican en él.
Por esto sigue: "¡Ciegos! ¿Cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?"
 
Glosa
Y para que no cometiesen semejante infamia, diciendo que el oro era mejor que el templo, y que la ofrenda era mayor que el altar, los vence por otra razón, a saber, porque en el juramento que se hace sobre el templo y sobre el altar se contiene el juramento que se hace por el oro y por la ofrenda. Y esto es lo que quiere decir cuando añade: "Aquel, pues, que jura sobre el altar, jura por él y por todo cuanto sobre él está".
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Como también los judíos tenían costumbre de jurar por el cielo, para reprenderlos, añade: "El que jura por el cielo jura por el trono de Dios, etc." Por lo tanto, no evitan el peligro, como creen, por aquello de que no juran por Dios, sino por el trono de Dios, que es el cielo.
 
Glosa
El que jura por la criatura que le está sometida, jura también por la divinidad que rige a la creatura.
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
El juramento es la confirmación de aquello que se jura. Debe entenderse el juramento como testimonio de las Escrituras, el cual se profiere para confirmar lo que decimos. Porque el templo de Dios es la Sagrada Escritura, y el oro es el sentido que en ella se encierra. Así como el oro que está fuera del templo no está santificado, así todo el sentido que está fuera de la Sagrada Escritura, aunque parezca admirable, no es santo. Por lo tanto, no debemos usar nuestras inteligencias para confirmar la doctrina, a no ser que demostremos que es santa porque está fundada en las Sagradas Escrituras. El altar es el corazón del hombre, que es lo más esencial en el hombre, los votos y las ofrendas que se ponen sobre el altar, son todo lo que se sobrepone al corazón, como orar, cantar, dar limosnas, ayunar. El corazón del hombre santifica toda ofrenda, desde el mismo momento en que se ofrece. Por lo tanto, no puede haber otra ofrenda mejor que el corazón del hombre, por medio del cual se trasmite la ofrenda. Por lo tanto, si la conciencia del hombre no punza, tiene confianza en Dios, no por sus dones, sino porque -si así puede decirse- construye perfectamente el altar de su corazón. En tercer lugar, para que aprendamos que sobre el templo, esto es, sobre toda Escritura, y sobre el altar, esto es, sobre todo corazón, haya cierto entendimiento que se llama cielo y trono de Dios mismo, en el cual puede verse con toda evidencia el aspecto de la verdad, cuando viniere lo que es perfecto.
 
San Hilario, in Matthaeum, 24
Habiendo venido Jesucristo, enseña que es inútil la confianza de la ley, porque Jesucristo no es santificado por la ley, sino la ley por Jesucristo, en la cual está sentado como en un trono. Y así, son necios y ciegos los que, prescindiendo de lo que santifica, veneran lo santificado.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 1,34
También entendemos por el templo y el altar al mismo Jesucristo, por oro y ofrenda las alabanzas, sacrificios y súplicas que en él y por medio de él, le ofrecemos; y no es, por lo tanto El quien se santifica por medio de estas cosas, sino ellas que son santificadas por El.

23-24

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que diezmáis la yerba buena, y el eneldo, y el comino, y habéis dejado las cosas que son más importantes de la ley, la justicia y la misericordia y la fe. Esto era menester hacer, y no dejar lo otro. Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello". (vv. 23-24)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Había dicho el Señor que ataban las cargas más pesadas, y las imponían sobre otros, huyendo ellos aun el tocarlas. Y ahora manifiesta, otra vez, que los que andan diligentes en las cosas pequeñas menosprecian las grandes; y por esto dice: "¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas! que diezmáis", etc.
 
San Jerónimo
Los fariseos, pues, como el Señor había mandado que se ofreciesen diezmos de todas las cosas en el templo, para alimento de los sacerdotes y de los levitas, cuya parte es el Señor, y para que prescindamos de interpretaciones espirituales, únicamente cuidaban de que llevasen lo mandado, menospreciando lo mayor. Por esto sigue: "Y habéis dejado las cosas que son más importantes", etc. Con estas palabras vitupera la avaricia de aquellos, porque exigían con el mayor interés las décimas, hasta de las más humildes legumbres, sin ocuparse de discutir los asuntos, de tener caridad con los pobres, y fe para con Dios, todo lo que es de la mayor importancia.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
Como los sacerdotes estaban poseídos de la avaricia, si alguno no ofrecía décimas, aun de la cosa más pequeña, lo castigaban como si hubiese cometido algún crimen grande. Pero si alguno perjudicaba a otro, o pecaba contra Dios, no se cuidaban de reprenderlo, andando solícitos únicamente de su ganancia, y cuidándose poco de la gloria de Dios y de la salvación de los hombres. Obrar en justicia, hacer caridad y tener fe, era lo que Dios había mandado para su gloria. Pero ofrecer los diezmos, únicamente era para utilidad de los sacerdotes, para que los sacerdotes cuiden del pueblo en los asuntos espirituales y los pueblos suministren el alimento material a los sacerdotes. Así sucede ahora que todos se cuidan de sus honores, y ninguno se cuida del honor de Dios. Defienden con celo lo que les corresponde, pero no se fijan en cuidar como deben del servicio de la Iglesia. Si el pueblo no ofrece décimas, todos murmuran, pero si ven que el pueblo peca, nadie lo reprende. Pero como algunos de los escribas y los fariseos a quienes se dirigía eran populares, no es inoportuno hacer otra exposición acerca de los que pagaban los diezmos. Porque tanto el que los da, como el que los recibe, se llaman diezmeros. Los escribas y los fariseos ofrecían diezmos de las cosas más pequeñas, en ostentación de su religiosidad. Pero en los juicios eran injustos, sin caridad con sus hermanos, e incrédulos.
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Y como era probable que los que oían estas palabras del Señor llegaran a despreciar las décimas de las cosas pequeñas, añade el Señor con toda previsión: Es conveniente hacer todas estas cosas, esto es, juicio, caridad y fe, y no omitir aquellas otras prácticas, esto es, "los diezmos de la yerba buena, y el eneldo y el comino".
 
Remigio
También manifiesta el Señor, por medio de estas palabras, que deben cumplirse todos los preceptos de la ley, lo mismo los mayores que los menores. Son reprendidos aquéllos que dan limosna de los frutos de la tierra, creyendo que así se libran del pecado. A éstos nada aprovechan las limosnas, si no procuran apartarse de sus pecados.
 
San Hilario, in Matthaeum, 24
Y como es de menor importancia la decimación de la verdura que los oficios de caridad, el Señor los pone en evidencia diciendo: "Guías ciegos, que coláis el mosquito", etc.
 
San Jerónimo
Yo creo que se debe entender por camello los grandes preceptos: la justicia, la caridad y la fe. Por mosquito, las décimas de la yerba buena, del eneldo, del comino y de las demás hortalizas despreciables. Nosotros nos tragamos y despreciamos estos preceptos grandes de Dios, y bajo el pretexto de religión desplegamos un gran celo por las cosas pequeñas, que nos reportan alguna utilidad.
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Por un lado se preocupan por el mosquito, esto es de los pecados de menor importancia, a los que llama mosquito. Pero por otro lado, se traga al camello, esto es, comete delitos más graves, a los que llama camellos, y que son animales grandes y tortuosos. Son escribas, moralmente hablando, aquéllos que nada creen que hay en las Sagradas Escrituras, sino lo que demuestra sencillamente la palabra. Son fariseos todos los que se justifican a sí mismos, y se distinguen de los demás diciendo: "no te acerques a mí, porque estoy limpio". La yerba buena, el eneldo y el comino, que aprovecha para condimentar las comidas, no son, en verdad, los alimentos más esenciales. Así, también en nuestro trato, hay algunas cosas que son necesarias para salvarse, como son la justicia, la caridad y la fe. Otras también contribuyen a sazonar nuestros actos, haciéndolos más llevaderos: como son la abstinencia de la risa, el ayuno, el doblar la rodilla, y otras cosas por el estilo. ¿Y cómo no considerar como ciegos a aquéllos que no ven? Porque de nada aprovecha que ande con cautela en la observancia de las cosas pequeñas, el que menosprecia las principales. Las palabras citadas confunden a éstos. No porque les prohibe la observancia de lo que es sencillo, sino porque les manda cumplir con más cuidado lo que es esencial.
 
San Gregorio Magno, Moralia, 1,14
De otro modo: el mosquito hiere ya cuando va zumbando; pero el camello se inclina voluntariamente para recibir la carga. Pues bien, los judíos colaron el mosquito pidiendo que fuese puesto en libertad el sedicioso ladrón, y se tragaron al camello porque se empeñaron en dar muerte a aquel que había bajado espontáneamente a llevar el peso de nuestra mortalidad.

25-26

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, y por dentro estáis llenos de rapiña y de inmundicia. Fariseo ciego, limpia primero lo interior del vaso y del plato, para que sea limpio lo que está fuera". (vv. 25-26)
 
San Jerónimo
Aunque con diversas palabras reprende en el mismo sentido el Salvador a los fariseos porque engañaban y mentían, y porque manifestaban a los hombres exteriormente una cosa y en sus casas obraban de diferente modo. Por esto dice: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!", etc. No dice esto porque hubiese superstición en su copa o plato de comer 1, sino porque manifestaban exteriormente a los hombres cierta santidad, lo cual se da a conocer por lo que añade cuando dice: "Y por dentro estáis llenos de rapiña y de inmundicia".
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
También dice esto porque los judíos se lavaban, y lavaban sus vestidos y las cosas de su uso, cuando iban a entrar en el templo u ofrecían sacrificios en los días festivos. Y ninguno se purificaba a sí mismo de sus pecados, siendo así que Dios ni alaba la limpieza del cuerpo, ni condena sus inmundicias. A esto puede añadirse que si el Señor detesta las inmundicias de los cuerpos y de los vasos que por necesidad tienen que ensuciarse con el mismo uso, ¿cuánto más aborrecerá las inmundicias de la conciencia que si queremos podemos conservar siempre limpia?
 
San Hilario, in Matthaeum, 24
Los reprende también, porque teniendo cierta jactancia de afectación inútil, abandonan el ministerio de las cosas más útiles. El uso de la copa es interior, la cual, si está sucia por dentro, de nada aprovechará que esté limpia por fuera. Por lo tanto, de lo primero que debe cuidarse es del brillo de la conciencia interior, porque las cosas que afectan al cuerpo, se limpian exteriormente. Y por esto añade: "Fariseo ciego, limpia primero lo interior del vaso", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
No dice esto refiriéndose a la copa ni al plato material, sino a la inteligencia, la cual, aun cuando nunca toca al agua, puede estar limpia delante de Dios. Porque si peca, aunque se lave con todas las aguas del mar y de los ríos, estará sucia y será despreciable delante de Dios.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Observa que cuando hablaba de los diezmos el Salvador, dijo muy oportunamente: convino hacer esto, y no omitir lo otro (v. 23): el diezmo es una especie de limosna. ¿Cómo podrá decirse que la limosna dañe? Sin embargo, no dijo esto, induciendo a la observancia legal. Aquí, cuando trata de las limpiezas o de las inmundicias, no añade esto, sino que manifiesta la necesidad que hay de que la limpieza exterior acompañe a la interior, lo cual equivale a tener el cuerpo limpio, como se demuestra por medio del vaso y del plato, pero que debe ir unido a lo interior, que es el alma.
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Estas palabras nos dan a conocer que debemos esforzarnos por ser santos, pero no por aparentarlo. El que desea parecer ser justo, limpia lo exterior, y cuida de lo que se ve, pero no se ocupa de su corazón y de su conciencia. El que se fija en la limpieza de las cosas interiores, esto es, en los pensamientos, se deduce que limpia también el exterior. Pero todos los que profesan falsas enseñanzas son exteriormente como cálices limpiados por una especie de religiosidad que aparentan, pero interiormente están llenos de rapiña y afectación, llevando a los hombres al error. La copa es también un vaso para beber y el plato para comer. Por lo tanto toda palabra, por medio de la que bebemos espiritualmente, o toda narración, por medio de la que nos alimentamos, son vasos de comida y de bebida. Por lo tanto, el que desea decir un discurso rodeado de aparato, más bien que lleno de saludables pensamientos, es la copa limpia por fuera, pero llena de las inmundicias de la vanidad por dentro; y las palabras de la Ley y de los Profetas, son las copas de la bebida espiritual y los platos de las comidas necesarias. Los escribas y los fariseos desean demostrar el sentido exterior de estas palabras limpias; pero los discípulos de Jesucristo se esfuerzan por purificar su sentido moral.
 
Notas
1. (Reboli) Los fariseos tenían escrupulosas reglas para limpiar la vajilla. Estas ocupan un tratado completo de la Mishna, recopilación ulterior de normas rabino-fariseas.

27-28

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que sois semejantes a los sepulcros blanqueados, que parecen de fuera hermosos a los hombres, y dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad. Así también vosotros de fuera os mostráis en verdad justos a los hombres, mas de dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad". (vv. 27-28)
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Como se ha dicho anteriormente, los fariseos estaban llenos interiormente de rapiña y de intemperancia. Del mismo modo aquí aparecen llenos de hipocresía y de iniquidad, comparados a los huesos de los muertos y a toda clase de inmundicia. Por esto dice el Salvador: "Ay de vosotros, escribas y fariseos que sois semejantes a los sepulcros", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Con mucha razón se llaman los cuerpos de los justos templos, porque el alma domina en el cuerpo del justo; así como el Señor domina en el templo y como el mismo Dios habita en los cuerpos de los justos. Los cuerpos de los pecadores se llaman sepulcros de muertos, porque el alma está muerta dentro del cuerpo del pecador y no puede creerse que viva, porque nada hace sobre el cuerpo que pueda llamarse vivo y espiritual.
 
San Jerónimo
Los sepulcros están pintados por fuera con cal y adornados con mármoles, y se distinguen por el oro y por los colores, pero interiormente llenos de huesos de muertos. Por esto dice: "Que aparecen de fuera hermosos a los ojos de los hombres, pero que interiormente están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad". Así también, los malos sacerdotes que enseñan una cosa y hacen otra, demuestran la limpieza en el hábito del vestido y en la humildad de las palabras, pero interiormente están llenos de inmundicia, de avaricia y de lujuria. Y esto es lo que el Señor demuestra claramente diciendo: "Así también vosotros, de fuera os mostráis en verdad", etc.
 
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Toda santidad fingida es muerta, porque no obra impulsada por Dios, sino que más bien no debiera llamarse santidad. Así como un hombre muerto no es hombre, así como los farsantes que fingen y simulan ser otras personas y no son las mismas que aparentan. Y hay en ellos tantos huesos y tanta inmundicia, cuantos bienes aparentan con mal fin. Parecen exteriormente justos delante de los demás hombres. No en presencia de aquéllos a quienes la Escritura llama dioses, sino en presencia de aquéllos que mueren como hombres.
 
San Gregorio Magno, Moralia 26, 28
Y no pueden tener excusa de ignorancia ante el juez sabio que todo lo escudriña, porque cuando manifiestan ante los ojos de los hombres todas las formas de santidad, ellos mismos se sirven de testimonio porque no desconocen que no viven bien.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Di, pues, hipócrita: Si es bueno ser malo, ¿por qué no quieres aparecer lo que quieres ser? Pues es malo parecer ser depravado, pero peor es serlo, así como también está bien parecer bueno pero mejor es serlo.

29-31

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos. Y decís: Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus compañeros en la sangre de los profetas. Y así dais testimonio a vosotros mismos, de que sois hijos de aquéllos que mataron a los profetas". (vv. 29-31)
 
San Jerónimo
Con este silogismo tan oportuno los reprende como hijos de homicidas, mientras ellos, viviendo en opinión de bondad y de gloria, edifican en el pueblo sepulcros para los profetas, a quienes mataron sus mayores. Y esto es lo que dice: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que edificáis los sepulcros de los profetas", etc.
 
Orígenes, homilia 26 in Matthaeum
No parece que reprende con bastante oportunidad a aquellos que levantan sepulcros a los profetas, porque hacían esto, sin duda, con algún fin laudable: ¿cómo es que se hicieron dignos de aquella repulsa?
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,1
No los reprende porque edifican sepulcros, sino que vitupera la intención con que los edificaban, porque no los levantaban para honrar la memoria de aquéllos que fueron muertos, sino arrogándose la vanagloria de las muertes de aquéllos, y temiendo no sea que andando el tiempo, una vez destruidos aquellos sepulcros, desaparezca la memoria de tanto atrevimiento.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Y como decían entre sí: si obramos bien con los pobres, no serán muchos los que los vean y sólo podrán ver esto por un corto tiempo, ¿no será mejor levantar mausoleos que todos puedan ver, no sólo en la época actual, sino también en el porvenir? Oh, necedad humana, ¿de qué te aprovecha este recuerdo después de tu muerte, si eres atormentado donde estás y alabado donde no estás? Cuando Dios castiga a los judíos enseña a los cristianos, porque si hubiese hablado sólo para aquéllos, únicamente hubiese hablado y no se hubiese escrito. Pero todo esto se dijo para aquéllos y se escribió para éstos. Por lo tanto, si se levantan edificios santos con buenos fines, podrá decirse que se aumenta el número de las buenas obras. Pero si se hace con otros fines, habrá espíritu de vanagloria. No se alegran los mártires cuando son honrados por el dinero, de cuya privación lloran los pobres. Siempre los judíos fueron imitadores de las costumbres de sus antepasados y desdeñosos; y aun más, perseguidores de sus contemporáneos. Y no pudiendo resistir las increpaciones de sus profetas, los perseguían y los mataban. Y después, cuando les nacían hijos, los hacían partícipes de los pecados de sus padres. Y luego, como arrepintiéndose de la muerte de los inocentes profetas, levantaban mausoleos a su memoria. Pero a la vez perseguían y mataban a los profetas de sus tiempos que reprendían sus pecados. Y por eso añade: "Y decís: si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas".
 
San Jerónimo
Esto, si no lo decían con las palabras, lo decían con las obras, en el mero hecho de edificar mausoleos a la memoria de los muertos, con lujo y ostentación.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Lo que pensaban en su corazón, demostraban con sus obras. El Señor expone aquí las costumbres de todos los hombres malos, porque uno comprende en seguida la culpa de otro, pero con dificultad comprende la suya. Un hombre es imparcial en causa ajena pero se perturba en la propia. Todos podemos ser fácilmente jueces rectos en causa de otro, pero siempre es verdaderamente juez y sabio el que puede juzgarse a sí mismo.
Prosigue: "Y así dais testimonio a vosotros mismos de que sois hijos de aquéllos que mataron a los profetas".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,1
¿Cómo puede llamarse hijo de un homicida a aquél que no participa del modo de pensar de su padre? Desde luego se comprende que de ninguna manera. Con lo que se da a conocer que el que insinúa esto, aunque de una manera embozada, se asemeja en la malicia.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Las costumbres de los padres son un indicio de lo que serán los hijos, porque si el padre es bueno y la madre mala, o al contrario, los hijos imitarán ya al padre ya a la madre. Pero si los dos fuesen iguales, puede suceder alguna vez que salgan malos hijos de buenos padres, o lo contrario, aunque rara vez. Así sucede esto, como cuando nace un hombre fuera de la ley de la naturaleza, o teniendo seis dedos, o careciendo de ojos.
 
Orígenes, homilia 26 in Matthaeum
En los dichos de los profetas la narración que está conforme con la historia es el cuerpo y su sentido espiritual es el alma. Además, las letras y los libros de las Sagradas Escrituras, son los sepulcros. Los que únicamente cultivan la historia cuidan de los cuerpos de los profetas, porque son venerados en sus escritos a manera de un cadáver en su sepulcro. Y se llaman fariseos, esto es, cortados, porque separaban el alma del cuerpo de los profetas.

32-36

"Y llenad vosotros la medida de vuestros padres. Serpientes, raza de víboras, ¿cómo huiréis del juicio de la Gehenna? Por esto he aquí, yo envío a vosotros profetas, y sabios, y doctores; y de ellos mataréis y crucificaréis, y de ellos azotaréis en vuestras Sinagogas, y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que venga sobre vosotros toda la sangre inocente que se ha vertido sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, al cual matasteis entre el templo y el altar. En verdad os digo, que todas estas cosas vendrán sobre esta generación". (vv. 32-36)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,1
Como había dicho el Salvador contra los fariseos y los escribas, que eran hijos de aquellos que mataron a los profetas, ahora manifiesta que les imitan en la malicia. Y como lo que decían era pura ficción, no podía admitirse que hubiesen dejado de tomar parte en los pecados de aquéllos, si hubiesen vivido en aquel tiempo. Y por esto dice: "Y llenad vosotros la medida de vuestros padres". No les dice esto como por mandato, sino prediciéndoles lo que habría de suceder.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Les profetiza lo que habrá de suceder, porque así como sus padres mataron a los profetas, ellos matarían también a Jesucristo, a los apóstoles y a los demás santos, porque así les compara con aquel que peleando con alguien le dice: haz conmigo lo que has de hacer. No le manda que lo haga, sino que le da a entender que conoce lo que piensa. Y en realidad aventajaron a sus padres, ya que aquéllos mataron a hombres, pero éstos crucificaron al Señor. Mas como aceptó la muerte por su propia voluntad, no les imputaba la culpa de su propio sacrificio; pero sí la muerte de los apóstoles y de los demás santos. Es por esto que les dice: "llenad vosotros", y no sobrellenad, porque es propio de un juez benigno y justo despreciar las injurias que a él se le hacen y castigar las que se hacen a otros.
 
Orígenes, homilia 26 in Matthaeum
Llenan también la medida de la iniquidad paterna cuando no creen en Jesucristo. La causa de la incredulidad fue porque encadenaron su fe a los hechos materiales, y no quisieron ver en ellos cosa alguna espiritual.
 
San Hilario, in Matthaeum, 24
Los que llenarán la medida de la voluntad paterna llegarán a ser una generación viperina y de serpientes. Por esto sigue: "Serpientes, raza de víboras, ¿cómo huiréis del castigo eterno?"
 
San Jerónimo
Esto mismo dijo San Juan el Bautista ( Lc 3 y Jn 3). Así como las víboras nacen de las víboras, así vosotros habéis nacido homicidas de padres homicidas.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Se llaman raza de víboras, porque tal es la naturaleza de las víboras, que sus hijos, al nacer, rompen el vientre de su madre. Así también los judíos, al reprender las acciones de sus padres, los condenan. Dice, pues: ¿cómo huís del juicio del infierno? ¿Por ventura edificando sepulcros a los santos? El primer grado de piedad consiste en amar la virtud, y después a los santos. Honran sin razón a los justos aquellos que menosprecian la justicia, y los santos no pueden ser amigos de aquellos de quienes Dios es enemigo. ¿Acaso os librará algún nombre hueco, porque parecerá que pertenecéis al pueblo de Dios? Creo que mejor es un enemigo declarado, que un amigo falso. Así, delante de Dios es más aborrecible quien se llama siervo de Dios y practica las obras del diablo. Para Dios, el que se dispone a cometer un homicidio ya es homicida antes que lo ejecute. La voluntad es la que recibe el premio por lo bueno o el castigo por lo malo y las acciones son el testimonio de la voluntad. No examina Dios las obras porque necesite saber cómo las ha de juzgar, sino por causa de otros, para que todos sepan que Dios es justo. El Señor presenta ocasión de pecar a los malos, no para hacerlos que pequen, sino para manifestar que son pecadores, y ofrece ocasión a los buenos para que manifiesten su firme propósito de no pecar. Así, también dio ocasión a los escribas y a los fariseos para que manifestasen su propósito. Por esto concluye: "Por esto, he aquí, yo envío a vosotros profetas y sabios y doctores".
 
San Hilario, in Matthaeum, 24
Esto es, apóstoles, que como profetas os digan lo que ha de suceder; como sabios, que os den a conocer quién es Jesucristo; y como escribas, que os expliquen la Ley.
 
San Jerónimo
Y obsérvese, según lo que escribe el Apóstol a los fieles de Corinto ( 1Cor 12,28), que los discípulos de Jesucristo habían obtenido varios dones. A unos los había hecho profetas para que vaticinasen lo futuro; a los otros sabios que conocían cuándo debían predicar; a otros escribas, o sea sapientísimos respecto de la ley, de entre los que fue apedreado San Esteban, muerto San Pablo, crucificado San Pedro y azotados los discípulos, según refieren los Hechos de los apóstoles. Y los persiguieron de ciudad en ciudad, arrojándoles de la Judea, obligándoles a pasar a tierras de los gentiles.
 
Orígenes, homilia 26 in Matthaeum
También son escribas enviados por Jesucristo aquellos a quienes, según el Evangelio, el espíritu vivifica y la letra no mata, como la letra de la Ley, la que siguiendo algunos, caen en vanas supersticiones. La exposición simple del Evangelio, es suficiente para salvarse. Los escribas de la ley azotan a los escribas del Nuevo Testamento después de haberles calumniado en sus sinagogas. También los herejes, que son los fariseos espirituales, azotan a los cristianos con sus lenguas y los persiguen de ciudad en ciudad, unas veces de una manera material y otras espiritualmente, arrojándolos como de su propia ciudad de la Ley y de los Profetas, y aun del Evangelio, llevándoles a otro evangelio.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
Después, para manifestar que no hacen esto impunemente, les hace temer de una manera indudable cuando añade: "Para que venga sobre vosotros toda sangre inocente", etc.
 
Rábano
Esto es, todo castigo merecido por haber derramado la sangre de los justos.
 
San Jerónimo
No hay duda alguna de que fue Caín quien mató a su hermano Abel. Era justo, no sólo porque ahora lo dice el Señor, sino porque está comprobado por medio del Génesis, en donde se refiere que sus ofrendas agradaban al Señor. Si preguntamos quién fue este Zacarías hijo de Baraquías, porque leemos en la Escritura que hubo muchos Zacarías, para que no tuviéramos duda alguna, se añadió: a quien matasteis entre el templo y el altar. Otros dicen que este Zacarías, hijo de Baraquías, es el undécimo de los doce profetas, y que llevaba el mismo nombre. Pero la Escritura no dice que fuese muerto entre el templo y el altar; además, en sus tiempos apenas quedaban ruinas del templo. Otros dicen que fue Zacarías el padre de San Juan.
 
Orígenes, homilia 26 in Matthaeum
La tradición nos refiere que había un lugar en el templo en donde podían las vírgenes adorar al Señor y que las casadas que ya tenían su marido, no podían entrar allí. Pero María, después que engendró al Salvador, cuando entraba a orar, se colocaba entre las vírgenes. Y como se lo estorbasen aquéllas que sabían que había engendrado, Zacarías dijo que era digna de habitar entre las vírgenes, porque aún lo era. Luego se comprende que los que vivían entonces lo mataron entre el templo y el altar, porque creían que quebrantaba la ley de una manera evidente. Y así es verdad lo que dice Jesucristo a los que estaban presentes: "Al cual matasteis", etc.
 
San Jerónimo
Como esto no se puede demostrar por medio de las Sagradas Escrituras, se desprecia con la misma facilidad con que se prueba. Otros creen que este Zacarías fue el muerto por Joás, rey de Judá, entre el templo y el altar, esto es, en el atrio del templo. Pero debe tenerse en cuenta que este Zacarías no fue hijo de Baraquías, sino del sacerdote Joiada. Baraquías en nuestra lengua quiere decir bendito del Señor y el nombre del sacerdote Joiada quiere decir -en el idioma hebreo- justicia. En el Evangelio que tienen los nazarenos, encontramos escrito hijo de Joiada en vez de hijo de Baraquías.
 
Remigio
Debe examinarse por qué dijo el Salvador hasta la sangre de Zacarías, siendo así que después fue derramada la sangre de tantos santos. Se resuelve esta cuestión de la manera siguiente. Abel fue pastor de ovejas, y fue muerto en medio del campo; Zacarías fue sacerdote muerto en el atrio del templo. Por lo tanto, el Señor hace mención de estos dos porque con ellos hace mención de los santos mártires, tanto de los seglares, cuanto del orden sacerdotal.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
Hizo mención de Abel para manifestar que, así como aquél fue muerto por envidia, Jesucristo y sus discípulos también serían muertos por la misma causa. Hizo mención de Zacarías, porque en su muerte se cometieron dos crímenes: no solamente mataron un hombre justo, sino que también lo mataron en un lugar santo.
 
Orígenes, homilia 26 in Matthaeum
Zacarías también quiere decir memoria de Dios, por lo que todo el que se afana en borrar la memoria de Dios en aquellos a quienes escandaliza, parece como que derrama la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías. Por medio de la bendición de Dios, nos acordamos de El. También los impíos se olvidan de Dios, bien cuando profanan su templo con malas acciones, y cuando manchan su altar por la pereza en la oración. Abel quiere decir también luto. Y el que no acepta lo que dice la Escritura: "Bienaventurados los que lloran" ( Mt 5,4), derrama la sangre de Abel, esto es, la verdad del luto saludable. Algunos derraman también la verdad de las Escrituras, como si fuera la sangre de ellas, porque toda Escritura, si no se entiende según su verdadero espíritu, puede decirse que está muerta.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
Y para que no tuviesen ninguna clase de excusa, con el fin de que no pudieran decir "porque has enviado tus discípulos a los gentiles, por esto nos hemos escandalizado", les predijo que sus discípulos habrían de ser enviados a ellos. Y por lo tanto, añade acerca de su castigo: "Os digo, en verdad, que todas estas cosas vendrán sobre esta generación".
 
Glosa
No se refería únicamente a los que estaban delante, sino también a toda generación de hombres malos que había precedido, o que debería suceder, porque todos formaban una misma sociedad, y eran como el cuerpo del diablo.
 
San Jerónimo
Es costumbre en las Sagradas Escrituras dar a conocer dos generaciones: de buenos y de malos ( Sal 111,2). La generación de los buenos es bendecida, pero la generación de los malos se llama en este lugar generación de víboras. Por lo tanto, todos aquéllos que obraban del mismo modo contra los apóstoles, como Caín y Joas, pertenecen a una misma generación.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
O de otro modo: como se tardaba el castigo del infierno con que les había amenazado, les vuelve a amenazar con castigos en la vida presente, cuando dice: "Vendrán todas estas cosas sobre esta generación" 1.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 46
Así como todos los bienes que en todas las generaciones, desde la constitución del mundo, habían sido merecidos por los santos, se concedieron especialmente a aquellos pueblos modernos que recibieron a Jesucristo. Así, todos los males que en todas las generaciones merecieron sufrir los malos desde la constitución del mundo, vinieron sobre los modernos judíos porque rechazaron al Salvador. O de otro modo: así como toda la justicia de los santos que habían precedido, y aun de todos los demás santos, no pudo merecer tan grande gracia, cual fue concedida a los hombres en Jesucristo. Los pecados de todos los impíos, no pudieron merecer tanto castigo como vino sobre los judíos, hasta el punto de que sufrieran tales aflicciones, como las que les causaron los romanos. Y así, después, todas sus generaciones serán arrojadas hasta el fin del mundo por Dios, y servirán para escarnio a todas las gentes. ¿Qué cosa peor les podría suceder que no recibir al Hijo de Dios, cuando vino con tanta caridad y humildad, matándolo de aquella manera tan ignominiosa? Además, toda gente o toda sociedad no es castigada por Dios inmediatamente después que peca, sino que espera que pasen muchas generaciones y cuando agrada a Dios castigar a aquella sociedad o a aquella gente, parece como que trae sobre ella los pecados de todos los que habían precedido, porque castiga en ellas todo lo que merecían las demás. Así sucedió a la generación de los judíos, que viene siendo castigada por los delitos de sus padres; condenados en verdad, no por aquéllos, sino por sí mismos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
Por lo tanto, el que vio que muchos pecaban ya, y no se corregían, obrando del mismo modo o peor, se hizo digno de mayor castigo.
 
Notas
1. El Señor Jesús profetiza un evento futuro. El pasaje aparece también en Mc 13,30-31 y Lc 21,32-33. (Reicke) Sólo un dogmatismo acrítico que prescinde a priori de la existencia de los profetas y de la profecía, puede usar este pasaje para datar el Evangelio posterior a la caída de Jerusalén. Quienes niegan la existencia de las profecías y los milagros, los racionalistas, plantean una fecha tardía o una inclusión tardía. Como es evidente los argumentos de tal naturaleza no son científicos.

37-39

"Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a aquéllos que a ti son enviados, ¡cuántas veces quise allegar tus hijos, como la gallina allega sus pollos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí que os quedará desierta vuestra casa. Porque os digo que desde ahora no me veréis hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor". (vv. 37-39)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,3
Después de lo ya dicho, el Señor dirigió su palabra a la ciudad, queriendo a la vez instruir a los que le oían diciendo: "Jerusalén, Jerusalén". Esta doble exclamación es propia del que se compadece y del que ama mucho.
 
San Jerónimo
Llama Jerusalén, no a las piedras y a los edificios de la ciudad, sino a los habitantes de quienes se lamenta con el acento de padre.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 46.
Previendo la ruina de aquella ciudad y el gran castigo que había de venirle de parte de los romanos, les recordaba, en verdad, la sangre de sus santos, que había sido derramada hasta entonces y que aún debía serlo. Por esto añade: "Que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados". Te envíe a Isaías y lo aserraste, has apedreado a mi siervo Jeremías, arrastraste por las piedras a Ezequiel, hasta derramarle los sesos. ¿Cómo te salvarás, si no recibes médico alguno? Y no dijo: mataste o apedreaste, sino que matas y apedreas, esto es, que tienes esto por costumbre natural, el matar y apedrear a los santos. Esto mismo hicieron con los apóstoles, como habían hecho antes con los profetas.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,3
Además, habiéndola llamado y expuesto sus matanzas abominables, queriendo excusarse en cierto modo, le dice: "¿Cuántas veces quise allegar tus hijos?" Como diciendo: no me han separado de mi benevolencia hacia ti, ni aun las anteriores matanzas, sino que te he querido unir a mí, no una vez ni dos, sino muchas. Y da a conocer la magnitud de su amor con la semejanza de la gallina.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,36
Esta clase de animales tiene un grande afecto hacia sus hijos, hasta el punto de que si ellos enferman, también enferma la madre. Y en ella encontrarás lo que es difícil encontrar en los otros animales, porque con sus alas defiende a sus hijos y pelea contra el milano. Así también nuestra madre, la sabiduría de Dios, después de haber tomado nuestra carne, ha enfermado, como dice el Apóstol: "Que lo que parece flaco en Dios, es más fuerte que los hombres" ( 1Cor 1,25), protege nuestra debilidad y resiste al diablo, para que no nos arrebate.
 
Orígenes, homilia 26 in Matthaeum
Llama hijos de Jerusalén, según lo que llevamos dicho, a los sucesores de aquellos ciudadanos e hijos de los que habían precedido. Dice, pues: "Cuántas veces he querido", siendo así que había enseñado a los judíos corporalmente. Pero Jesucristo siempre estuvo presente en Moisés y en los profetas y en los ángeles, que cuidan de la salvación humana en todas las generaciones. Y si alguno no estaba reunido, se entendía que no había querido reunirse.
 
Rábano
Cesen, pues, los herejes de creer que Jesucristo tuvo principio únicamente de la Virgen. Callen, y no sigan diciendo que el Dios de la ley y de los profetas es otro.
 
San Agustín, Enchiridion, 97
¿Dónde está, pues, aquella omnipotencia con que fabricó los cielos y la tierra, y todas las demás cosas que quiso hacer, si queriendo reunir a los hijos de Jerusalén no pudo? ¿Acaso no fue más reunir a los que quiso aun no queriendo ella?
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,3
Además, amenaza con la pena que siempre habían temido, a saber, con la destrucción de la ciudad y del templo, diciendo: "He aquí que os quedará desierta vuestra casa".
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 46
Así como el cuerpo, cuando el alma se separa de él, primero se enfría, después se pudre, y por último se disuelve, así nuestro templo, cuando se separa de él el espíritu de Dios, primero se encuentra muy rebelde e indisciplinado, y después viene a su ruina.
 
Orígenes, homilia 26 in Matthaeum
También amenaza siempre Jesucristo a aquellos que no quisieron reunirse bajo sus alas. "He aquí que os quedará desierta vuestra casa", esto es, vuestra alma y vuestro cuerpo. Pero si alguno de vosotros no quiere reunirse bajo las alas de Jesucristo, desde el momento que huye de encontrarse con El (más bien por sus acciones que con su cuerpo), no verá la hermosura del Verbo hasta que se arrepienta de su mal propósito y diga: "Bendito el que viene en el nombre del Señor". Porque entonces viene el Verbo bendito de Dios sobre el corazón del hombre cuando se convierte al Señor. Por esto sigue: "Os digo que desde ahora no me veréis hasta que digáis: bendito el que viene en el nombre del Señor".
 
San Jerónimo
Como diciendo: si no hacéis penitencia y confesáis que soy el mismo de quien han hablado los profetas, llamándole Hijo del omnipotente Padre, no veráis mi rostro. Tienen también los judíos su tiempo de penitencia. Confiesen que es bendito el que viene en el nombre del Señor y entonces verán la cara de Jesucristo.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,3
Por esto dio a conocer, su venida -aunque en secreto-, porque entonces todos le adorarán. Y cuando dice: "Desde ahora", se refiere al tiempo de su pasión.