CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

 

01-04

Y despedida la gente, entró en un barco, y pasó a los términos de Magedán. Y se llegaron a El los fariseos y los saduceos para tentarle: y le rogaron que les mostrase alguna señal del cielo. Y El les respondió, y les dijo: "Cuando va llegando la noche decís: Sereno hará, porque rojo está el cielo. Y por la mañana: Tempestad habrá hoy, porque el cielo triste tiene arreboles: pues la faz del cielo sabéis distinguir, ¿y las señales de los tiempos no podéis saber? Generación perversa y adúltera señal pide, y señal no le será dada, sino la señal de Jonás, el profeta"; y los dejó, y se fue. (15,39; 16,1-4)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,2
El Señor despachó la gente después del milagro de los cinco panes. Lo mismo hace ahora, pero no se marchó a pie, sino en un barco, a fin de que no lo siguiese la gente. Por eso se dice: "Y despachada la gente se entró en un barco y pasó a los términos de Magedán".

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,51
San Marcos dice ( Mc 8) a Dalmanuta, pero no da lugar a ninguna duda, porque se conocía con los dos nombres la población y en muchos códices, según el mismo San Marcos, no se encuentra más que la palabra Magedán.

Rábano
Magedán es una región situada frente a Gerasán. Significa frutas o noticias y es figura del jardín, de quien se dice ( Cant 4,12): "Huerto cerrado, fuente sellada", en donde crecen los frutos de las virtudes y es dado a conocer el nombre del Señor. Esto nos enseña que los predicadores, después de haber distribuido al pueblo la palabra, deben renovar el interior de sus corazones con los frutos de las virtudes.
Sigue: "Y se llegaron a El los fariseos y los saduceos", etc.

Remigio
Ciertamente llama la atención la ceguera de los fariseos y de los saduceos. Pedían un milagro del cielo, como si no fuesen milagros las obras que habían presenciado. San Juan da la razón de por qué pedían un milagro, cuando refiere ( Jn 6,31) que la gente, después de la comida de los cinco panes, se aproximó al Señor y le dijo: "¿Qué milagro haces Tú para que veamos y creamos en Ti? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito ( Sal 77): "Les dio a comer el pan del cielo". Manifiéstanos Tú un milagro del cielo, esto es, haz que llueva por espacio de uno o dos días el maná, a fin de que se harte todo el pueblo, como sucedió en el desierto durante tan largo tiempo". Mas El, como Dios, penetrando sus pensamientos y sabiendo positivamente que, aunque les hiciese el milagro que pedían, no creerían, se negó a concederles lo que le pedían. Por eso sigue: "Y El respondió y les dijo: Cuando va llegando la noche decís: Sereno hará", etc.
 
San Jerónimo
La mayor parte de los códices griegos no contienen esto, pero el sentido es bien claro, es decir, que por la sucesión y regularidad de los elementos podemos calcular los días serenos y los lluviosos, mientras que los escribas y los fariseos, que eran reputados como doctores de la Ley, no podían por los vaticinios de los profetas conocer la venida del Señor.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,20
Las palabras del Señor: "Cuando va llegando la noche, decís: Sereno hará, porque el cielo está rojo", pueden entenderse en el sentido de que se concede el perdón a los pecadores en la primera venida de Cristo por la sangre que vertió el Señor en su pasión. "Y por la mañana: Tempestad habrá hoy, porque el cielo triste tiene arreboles". Es decir, que la segunda venida del Señor será precedida de fuego.
 
Glosa
O de otro modo: el cielo está de un rojo triste, esto es, sufrirán los apóstoles después de mi resurrección y después de ellos podéis estar seguros que vendré Yo a juzgar en el tiempo venidero. Y si ahora no perdono a los míos, que son buenos, el que sufran, menos perdonaré después a otros.
Sigue: "Pues la faz del cielo sabéis distinguir y las señales de los tiempos no podéis saber".
 
Rábano
Por las señales de los tiempos quiso dar a entender su venida y su pasión, parecida al color rosáceo del cielo en la tarde, y las tribulaciones que precederán a su venida están representadas por un cielo que tiene por la mañana un color rosáceo y triste.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,2
Así como las señales del buen tiempo son distintas de las del tiempo lluvioso, así sucede en mí. Porque ahora en mi primera venida tengo necesidad de esas señales que brillan sobre la tierra, pero las que brillarán en el cielo están reservadas para mi segunda venida. Ahora he venido como médico, entonces me presentaré como juez. Por esta razón he venido ahora como cubierto por un velo, mas luego, cuando se conmovieren todas las potestades del cielo, me presentaré con gran claridad. No es éste el tiempo de las señales, porque he venido a morir y a sufrir todo género de afrentas. Y por eso sigue: "Generación mala y adúltera señal pide y señal no le será dada".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,51
San Mateo repite esto mismo en otro lugar ( Mt 12), lo que nos debe recordar que muchas veces dice el Señor las mismas cosas, a fin de que cuando no podamos resolver una dificultad originada por dos palabras diferentes, deduzcamos, que un mismo hecho ha sido repetido dos veces.
 
Glosa
Dice generación mala y adúltera, esto es, incrédula, porque tenía un entendimiento carnal en lugar de espiritual.
 
Rábano
No dará el Señor a esta generación, a quien tantas señales dio en la tierra, la señal celestial que le pedían, sino que se las dará a la generación que lo busca, es decir, a los apóstoles que lo vieron subir al cielo y a quienes envió el Espíritu Santo.
 
San Jerónimo
Ya se ha dicho arriba lo que significa la señal de Jonás ( Mt 12).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
Convenía que los fariseos, que habían oído por segunda vez estas palabras, le preguntaran y le dijeran: "¿Qué es lo que tú dices?" Ellos no hacían esta pregunta llevados del deseo de instruirse y por eso el Señor los abandonó, de aquí sigue: "Y los dejó y se fue", etc.
 
Rábano
Esto es, se fue al otro lado del estrecho, abandonando a la generación mala de los judíos y siguiéndolo el pueblo de las naciones. Observad que no se fue, como en otras ocasiones, después de despachar la gente, sino que se dice que los dejó, porque sus espíritus insolentes estaban empapados en el error de infidelidad.

05-12

Y pasando sus discípulos a la otra ribera, se habían olvidado de tomar panes. Jesús les dijo: "Mirad, y guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos". Mas ellos pensaban y decían dentro de sí: "¿Porque no hemos tomado panes?" Y Jesús, conociéndolo, les dijo: "Hombres de poca fe: "¿por qué estáis pensando dentro de vosotros, que no tenéis panes? ¿No comprendéis aun, ni os acordáis de los cinco panes para cinco mil hombres, y cuántos cestos alzasteis? ¿Ni de los siete panes para cuatro mil hombres, y cuántas espuertas recogisteis? ¿Cómo no comprendéis que no por el pan os dije: guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos?". Entonces entendieron que no había dicho que se guardasen de la levadura de los panes, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. (vv. 5-12)
 
Glosa
Como el Señor abandonó a los fariseos a causa de su infidelidad, se desprende naturalmente el que mandara a sus discípulos se guardasen de la doctrina de ellos. Por eso sigue: "Y pasando sus discípulos a la otra ribera, se habían olvidado de tomar panes".
 
Remigio
Amaban tanto a su maestro, que no querían separarse de El un instante. Es de advertir cuán distantes estaban los discípulos de desear los placeres, cuando hacían tan poco caso de lo necesario para la vida, que hasta se olvidaron de tomar panes, tan indispensables para poder subsistir.
Sigue: "Mirad y guardaos de la levadura de los fariseos".
 
San Hilario, in Matthaeum, 16
Aconseja el Señor en estas palabras a sus apóstoles que no se mezclen con la doctrina de los judíos, porque las obras de la ley fueron establecidas para ser realizadas en la fe y como figura de las cosas futuras. Y habiendo venido la verdad en su tiempo y edad, en adelante no consideren nada como figura de la verdad, a fin de que semejante doctrina farisaica, que no conoce a Cristo, no corrompa los efectos de la verdad del Evangelio.
 
San Jerónimo
Porque todo el que se guarda de la levadura de los fariseos y saduceos, no observa los preceptos de la ley y de la letra, y desprecia las tradiciones humanas, a fin de practicar los mandamientos de Dios. Esta es la levadura de que dice el apóstol ( 1Cor 5,6; Gál 5): "Una pequeña levadura corrompe toda la masa". Bajo todos conceptos debemos guardarnos de semejante levadura, que tuvieron Marción, Valentín y todos los demás herejes. Porque es de tal fuerza esta levadura, que si una parte, al parecer pequeña, se mezcla con la harina, aumenta cada vez más y derrama su sabor sobre toda la masa. Lo mismo sucede con la doctrina de los herejes. Si arroja ella una pequeña chispa en vuestro pecho, pronto se convertirá en una gran llama y consumirá todo lo que hay en el interior del hombre.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
¿Y por qué no dice sin rodeos: guardaos de la doctrina de los fariseos? Porque quería recordarles lo que había pasado en la multiplicación de los panes, cosa que ellos habían olvidado. Pero como no habían motivos directos para hacerlo y aprovechando la ocasión que ellos mismos le presentaban, les dio una reprensión que les fue más sensible. Por eso el evangelista nos pone delante los pensamientos de los discípulos en estas palabras: "Mas ellos pensaban y decían entre sí. Porque no hemos tomado panes".
 
San Jerónimo
¿Cómo es que no tenían panes aquellos que después de haber dejado llenar siete espuertas, subieron en un barco y llegaron a los confines de Magedán, donde les dijo el Señor que se abstuvieran de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Es indudable, según este pasaje de la Escritura, que ellos se olvidaron de llevar nada consigo.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
El Señor reprende con energía para provecho de todos a los apóstoles, por el apego que aún tenían a las observancias judaicas. Por eso sigue: "Y Jesús, conociéndolo, les dijo: Hombres de poca fe: ¿Por qué estáis pensando dentro de vosotros que no tenéis panes?"
 
Glosa
Como si dijera: ¿por qué estáis pensando que yo he querido hablar de los panes terrenales, sobre cuyo punto no debéis dudar, habiéndolos multiplicado de tal manera, que de unos pocos panes he hecho que sobraran porciones tan considerables?
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
El Señor hace esto con los discípulos con el objeto de que no se preocupen de lo que han de comer. Pero, por qué no los reprendió cuando dijeron: ¿De dónde vamos a tomar en este desierto tantos panes? ( Mt 15,33) Porque le pareció más oportuno, y además para que no creyesen que lo hacía con el objeto de entrometerse para hacer milagros, y porque no quería reprenderlos delante de la gente. Y esta acusación fue tanto más razonable, cuanto que a pesar del doble milagro de los panes, aún dudaban los apóstoles sobre su alimento. Mirad cómo el Señor acompaña a la reprensión, la mansedumbre. Responde El mismo por los que reprende y lo hace como excusándolos con estas palabras: "¿No comprendéis aún ni os acordáis de los cinco panes para los cinco mil hombres y cuántos cestos alzasteis? ¿Ni los siete panes y cuatro mil hombres?"
 
Glosa
Como si dijera: ¿No comprendéis el misterio, ni recordáis mi poder?
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
De esta manera les recuerda lo pasado y les avisa para el porvenir.
 
San Jerónimo
El Señor enseña a los discípulos por las palabras: "¿Por qué no comprendéis?" el significado de los cinco panes y de los siete; el de los cinco mil hombres y el de los cuatro mil, que fueron alimentados en el desierto. Y si la levadura de los fariseos y los saduceos no significa el pan corporal, sino las malas tradiciones y los dogmas heréticos, ¿por qué los alimentos con que fue alimentado el pueblo de Dios, no han de significar las doctrinas verdaderas íntegras?
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
Si queréis saber cuánto pudo en el corazón de los discípulos la reprensión de Cristo y cómo levantó sus adormecidas almas, escuchad las palabras del evangelista: "Entonces entendieron que no había dicho que se guardasen de la levadura de los panes, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos". Y lo entendieron sin necesidad de interpretación. La reprensión, pues, del Señor, los retrajo de las observancias judaicas, hizo más diligentes a los perezosos, aumentó su poca fe, les dio valor para que no se apurasen cuando les faltara pan, para que no se preocuparan del alimento y para que consideraran todas esas cosas como dignas de desprecio.

13-19

Y vino Jesús a las partes de Cesárea de Filipo: y preguntaba a sus discípulos, diciendo: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" Y ellos respondieron: "Los unos, que Juan el Bautista; los otros, que Elías; y los otros, que Jeremías, o uno de los Profetas". Y Jesús les dice: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Respondió Simón Pedro y dijo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Y respondiendo Jesús, le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan: porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré la llave del reino de los cielos. Y todo lo que ligares sobre la tierra, ligado será en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos". (vv. 13-19)
 
Glosa
El Señor, después de haber separado a sus discípulos de la doctrina de los fariseos, escoge el momento oportuno para echar en ellos los fundamentos profundos de la doctrina del Evangelio. Y para hacerlo con más solemnidad, el evangelista designa el lugar con estas palabras: "Y vino Jesús a las partes de Cesarea de Filipo".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,1
Dice Cesarea de Filipo y no simplemente Cesarea, porque hay otra Cesarea que es la de Straton. No es en esta última, sino en la primera, donde el Señor, alejándolos de los judíos, preguntó a sus discípulos, quienes dijeron sin temor y con toda libertad lo que pensaban.
 
Rábano
Este Filipo era hermano de Herodes y Tetrarca de Ituria y de Traconítides y dio el nombre de Cesarea a la ciudad que hoy se llama Paneas, en honor de Tiberio César.
 
Glosa
El Señor, queriendo afirmar en la fe a sus discípulos, comienza por alejar de sus espíritus las opiniones y los errores de otros. Por eso lo que sigue: "Y preguntaba a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?"
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 15
Pregunta Cristo a los discípulos para que sepamos nosotros por las respuestas de los apóstoles las diversas opiniones que había entonces sobre Cristo entre los judíos y para que investiguemos siempre la opinión que sobre nosotros tienen formada los hombres, a fin de que si hablan mal, evitemos las ocasiones de que puedan hablar así y si bien, las aumentemos. También el ejemplo de los apóstoles enseña a los discípulos de los Obispos la obligación que tienen de informar a sus Obispos de las opiniones que sobre ellos se tenga por fuera.
 
San Jerónimo
La pregunta del Señor: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" es admirable. Porque los que hablan del Hijo del hombre, son hombres y los que comprenden su divinidad no se llaman hombres, sino dioses 1.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,1
Mas no dice: ¿qué dicen los escribas y los fariseos de mí?, sino: ¿qué dicen los hombres de mí? Investiga la opinión del pueblo, porque no estaba inclinada hacia el mal. Y aunque su opinión sobre Cristo era inferior a la realidad, estaba, sin embargo, pura de toda malicia. No así la opinión de los fariseos, que era sumamente maliciosa.
 
San Hilario, in Matthaeum, 16
Al decir el Señor: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" dio a entender que debían tenerle por otra cosa distinta de lo que veían en El. El era, efectivamente, Hijo del hombre: ¿qué deseaba, pues, que opinaran sobre El? No queremos opinar sobre lo que El mismo confesó de sí, sino de lo que está oculto en El, que es el objeto de la pregunta y la materia de nuestra fe. Nuestra confesión debe estar basada en la creencia de que Cristo no solamente es Hijo de Dios, sino también Hijo del hombre y en que sin las dos cosas no podemos abrigar esperanza alguna de salvación. Por eso dijo Cristo de una manera significativa: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?"
 
San Jerónimo
No dijo: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? sino: ¿Quién dicen que es el Hijo del hombre? Preguntó así a fin de que no creyesen que hacía esta pregunta por vanidad. Es de observar que siempre que en el Antiguo Testamento se dice el Hijo del Hombre, en el hebreo se dice el hijo de Adán.
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 15
Los discípulos refieren al Señor las diferentes opiniones que sobre El tenían los judíos. Por eso dice: "Y ellos respondieron: Los unos que Juan el Bautista", es decir, los que pensaban como Herodes; "los otros que Elías", esto es, los que creían o bien que era el mismo Elías que había vuelto a nacer, o bien el mismo Elías que aun vivía y se manifestaba en El; "y los otros que Jeremías", a quien el Señor había constituido profeta de las naciones, no entendiendo que era figura de Cristo; "o uno de los profetas", por una razón semejante, a causa de las cosas que Dios dijo a los profetas, pero que no tuvieron su cumplimiento en ellos, sino en Cristo.
 
San Jerónimo
Pudo equivocarse el pueblo sobre Elías y sobre Jeremías, como se equivocó Herodes sobre Juan, de aquí mi admiración al ver a los intérpretes indagando las causas de cada uno de los errores.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,1
Después de haber referido los discípulos las opiniones del pueblo, el Señor vuelve a preguntarles por segunda vez, a fin de que formen una opinión más elevada sobre El. Por eso sigue: "Y Jesús les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Vosotros, repito, que estáis siempre conmigo y que habéis presenciado milagros más grandes que los que ha visto el pueblo, bajo ningún concepto debéis tener sobre mí la misma opinión que éste. En estas palabras vemos la razón que tuvo el Señor para no haberles hecho esa pregunta al principio de su predicación y sí después de haber hecho tantos milagros y de haberles hablado de su divinidad.
 
San Jerónimo
Observad por el contexto de las palabras, cómo los apóstoles no son llamados hombres, sino dioses. Porque al preguntarles el Señor: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?", añade: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Que equivale a decir: aquellos que son hombres, tienen una opinión mundana, pero vosotros que sois dioses 2, ¿quién decís que soy yo?
 
Rábano
Mas no indaga el Señor -como por ignorancia- la opinión de los discípulos y de los extraños, sino que pregunta a los discípulos qué pensaban de El para premiar dignamente su confesión de la fe verdadera. Pregunta la opinión de los extraños para que quede demostrado para los discípulos por la exposición de los errores que la verdad de su confesión no depende de la opinión de los demás, sino de haber percibido el misterio mismo de la revelación del Señor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,1
Cuando pregunta el Señor sobre la opinión del pueblo, contestan todos los apóstoles y cuando pregunta a los apóstoles, sólo contesta Pedro, boca y cabeza de todos ellos. Por eso sigue: "Respondió Simón Pedro y dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo".
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 15
Pedro negó algunas de las cosas que los judíos juzgaban acerca de cómo debía ser el Cristo, pero confesó: "Tú eres el Cristo", cosa que ignoraban los judíos. Y lo que es aun más: "El Hijo de Dios vivo", que dijo por los profetas: "Yo vivo, dice el Señor" ( Is 49,18; Ez 5,11) y se llamaba vivo, pero de una manera sobresaliente, elevándose por encima de todos los seres que tienen vida, porque sólo El tiene la inmortalidad y es la fuente de la vida, lo que propiamente se dice de Dios Padre. Es la vida que procede de la Fuente que dijo: "Yo soy la vida" ( Jn 14,6).
 
San Jerónimo
Le llama también Dios vivo para distinguirle de aquellos dioses que llevan el nombre de dioses, pero que están muertos como Saturno, Júpiter, Venus, Hércules y las demás ficciones de los idólatras.
 
San Hilario, in Matthaeum, 16
La fe verdadera e inviolable consiste en creer que el Hijo de Dios fue engendrado por Dios y que tiene la eternidad del Padre. Y la confesión perfecta consiste en decir que este Hijo tomó cuerpo y fue hecho hombre. Comprendió pues en sí todo lo que expresa su naturaleza y su nombre, en lo que está la perfección de las virtudes.
 
Rábano
Por un admirable contraste, el Señor confiesa la humildad de la humanidad de que se halla revestido y el apóstol declara la excelencia de su divina eternidad.
 
San Hilario, in Matthaeum, 16
La confesión de Pedro mereció una gran recompensa, porque supo ver en aquel hombre al Hijo de Dios. Por eso sigue: "Y respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan. Porque no te lo reveló la carne ni la sangre".
 
San Jerónimo
Devolvió el Señor la palabra al apóstol por el testimonio que dio de El: dijo Pedro: "Tú eres el Cristo, Hijo de Dios vivo" y el Señor le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan". ¿Por qué? "porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos". Reveló el Espíritu Santo lo que no pudo revelar ni la carne ni la sangre. Luego mereció Pedro por su confesión ser llamado hijo del Espíritu Santo, que le hizo esta revelación, puesto que Bar Iona en nuestro idioma significa hijo de la paloma. Opinan algunos que Simón era hijo de Juan según aquel pasaje ( Jn 21,15) "Simón, hijo de Juan, me amas" y que los copistas suprimieron una sílaba y escribieron Bar Iona en lugar de Bar Ioanna, esto es, hijo de Juan. Ioanna quiere decir gracia de Dios y ambos nombres pueden tomarse en sentido místico, tomando la palabra paloma por Espíritu Santo y la gracia de Dios por un don espiritual.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,2
Sería cosa inútil el decir: Tú eres hijo de Juan o de Joanna, si no fuese para manifestar que Cristo es tan naturalmente Hijo de Dios, como lo es Pedro de Juan, es decir, que es de la misma substancia de aquel que le engendró.
 
San Jerónimo
Las palabras "porque no te lo reveló carne ni sangre" tienen su semejanza con aquellas otras del apóstol ( Gál 1,16): "Yo no he tenido descanso ni en la carne, ni en la sangre". En el primer pasaje las palabras carne y sangre significan los judíos y en este último, aunque en otros términos, dice San Pablo, que Cristo Hijo de Dios, fue revelado, no por la doctrina de los fariseos, sino por la gracia de Dios.
 
San Hilario, in Matthaeum, 16
O de otra manera, bienaventurado Pedro porque fue bendecido con la gracia de poder ver y comprender más allá de lo ojos humanos, no quedándose en lo que es de carne y sangre, sino contemplando al Hijo de Dios gracias a la revelación del Padre Celestial. Pedro fue juzgado digno de conocer el primero la divinidad de Cristo.
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Debemos preguntar en este lugar, si los apóstoles conocían antes de ser enviados que Jesús era el Cristo. El pasaje de arriba da a entender que ésta es la primera vez en que Pedro ha confesado a Cristo Hijo de Dios vivo y debéis tener presente, si os es posible, que es menos creer que Jesús es el Cristo, que el de reconocerle como tal. De ahí es que podéis decir desde luego, que cuando los apóstoles fueron enviados a predicar, creían que Jesús era el Cristo y después, cuando ya estaban más adelantados, le reconocieron. O también podéis contestar que los apóstoles al principio tenían un conocimiento como en embrión de Cristo y conocían muy pocas cosas de El, pero después adelantaron de tal manera en el conocimiento de Cristo, que ya se encontraron en disposición de comprender la revelación del Padre sobre Cristo. Así vemos cómo la comprendió Pedro, que fue llamado bienaventurado no sólo por las palabras: "Tú eres el Cristo", sino principalmente por las que añadió: "El Hijo de Dios vivo".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,1-2
Ciertamente si Pedro no hubiese confesado que Cristo fue engendrado realmente por el Padre, esta revelación no hubiese sido necesaria ni hubiese sido llamado bienaventurado por haber juzgado que Cristo era un hijo predilecto de tantos hijos adoptivos de Dios. Porque antes que Pedro, los que iban en el barco con Cristo, le dijeron: "Verdaderamente tú eres Hijo de Dios" ( Mt 14,33). También Nathanael había ya dicho: "Maestro, tú eres Hijo de Dios" ( Jn 1,43), y sin embargo, no se llamaron bienaventurados, porque no confesaron la misma filiación que Pedro. Lo juzgaban como uno de tantos hijos, pero no verdaderamente como Hijo. Y aunque lo tenían como el principal de todos, no lo miraban, sin embargo, como de la misma substancia que el Padre. Ved, pues, cómo el Padre revela al Hijo y el Hijo al Padre y cómo no podemos conocer al Hijo sino por el Padre, ni al Padre más que por el Hijo, de donde resulta, que el Hijo es consustancial al Padre y debe ser adorado con el Padre. Partiendo de esta confesión, el Señor demuestra que muchos creerán lo mismo que ha confesado Pedro. De donde añade: "Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia".
 
San Jerónimo
Que equivale a decir: puesto que tú has dicho: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo, yo también te digo a ti -no con vanas palabras y que no han de ser cumplidas, sino que te lo digo a ti (y en mí el decir es obrar)- que tú eres Pedro. Antes el Señor llamó a sus apóstoles luz del mundo y otros diversos nombres y ahora a Simón, que creía en la piedra Cristo, le da el nombre de Pedro.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,53
No se crea, sin embargo, que es en este pasaje donde recibió Pedro su nombre, lo recibió en el pasaje que tiene San Juan ( Jn 1,42): "Tú serás llamado Cefas, que quiere decir Pedro".
 
San Jerónimo
Y siguiendo la metáfora de la piedra, le dice con oportunidad: Sobre ti edificaré mi Iglesia, que es lo que sigue: "Y sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,2
Es decir, sobre esta fe y sobre esta confesión edificaré mi Iglesia. Palabras que dan a entender, que muchos creerán en lo mismo que ha confesado Pedro. El Señor bendice las palabras de Pedro y le hace pastor.
 
San Agustín, retractationes, 1,21
Dije en cierto lugar hablando del apóstol San Pedro, que en él, como en una piedra, fue edificada la Iglesia. Pero no ignoro que después he expuesto en muchas ocasiones las palabras del Señor: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" en el sentido de que la Iglesia está edificada sobre aquel a quien confesó Pedro diciendo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Pues Pedro, llamado por esta piedra, representa la persona de la Iglesia que está edificada sobre esta piedra. El Señor no le dijo: Tú eres la piedra, sino tú eres Pedro y la piedra era Cristo ( 1Cor 10,4), a quien confesó Simón, así como a éste le confiesa toda la Iglesia y por esta confesión ha sido llamado Pedro. De estas dos opiniones puede elegir el lector la que le parezca más probable.
 
San Hilario, in Matthaeum, 16
En este nuevo nombre se encuentra un fundamento admirable de la solidez de la Iglesia, digna de ser edificada sobre esta piedra, que hará desaparecer las leyes del infierno, las puertas del Tártaro y todos los cerrojos de la muerte. Por eso añade para manifestar la solidez de la Iglesia fundada sobre esta piedra: "Y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de ella".
 
Glosa
Esto es, no la separarán de mi caridad y de mi fe.
 
San Jerónimo
Yo tengo por puertas del infierno a los pecados y a los vicios o también a las doctrinas heréticas, que seducen a los hombres y los llevan al abismo.
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Son puertas del infierno todos los vicios espirituales en el orden sobrenatural y que son opuestos a las puertas de la justicia.
 
Rábano
También son puertas del infierno los tormentos y seducciones de los perseguidores y las obras malas y las palabras necias de los incrédulos, porque sólo sirven para enseñar el camino de la perdición.
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Mas no expresa el Señor si prevalecerá la piedra sobre que está edificada la Iglesia, o si será la Iglesia edificada sobre la piedra; sin embargo, es indudable que ni contra la piedra, ni contra la Iglesia prevalecen las puertas del infierno.
 
Cirilo, thesaurus de sancta et consubstantiali Trinitate
Según la promesa de Cristo, la Iglesia apostólica de Pedro permanece pura de toda seducción y a cubierto de todo ataque herético, por encima de todos los gobernadores, obispos y sobre todo los primados de las iglesias, en sus pontífices, en su completísima fe y en la autoridad de Pedro. Y cuando algunas iglesias han sido tildadas por los errores de alguno de sus individuos, sólo ella reina sostenida de un modo inquebrantable, impone silencio y cierra la boca a los herejes. Y nosotros, a no ser que estemos engañados por una falsa presunción de nuestra salvación, o tomados del vino de la soberbia, confesamos y predicamos juntamente con ella la verdad y la santa tradición apostólica en su verdadera forma.
 
San Jerónimo
No se crea que por estas palabras promete el Señor a los apóstoles librarlos de la muerte. Abrid los ojos y veréis, por el contrario, cuánto brillaron los apóstoles en su martirio.
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
También a nosotros -por una revelación del Padre que está en los cielos ( Ef 3), revelación que tendrá lugar si nuestra conversión está en los cielos- se nos dirá: "Tu eres Pedro, etc.", si confesáremos que Jesucristo es el Hijo de Dios vivo. Porque todo el que imita a Cristo es piedra y aquel, contra el que prevalecieren las puertas del infierno, ni es la piedra sobre que edificó Cristo su Iglesia, ni es la Iglesia, ni es la parte de la Iglesia que el Señor edifica sobre la piedra.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,2
El Señor da otro nuevo honor a Pedro cuando le añade: "Y te daré a ti las llaves del Reino de los Cielos", que vale tanto como decir: Así como el Padre te concedió el que me conocieras, así también te doy yo alguna cosa, esto es, las llaves del Reino de los Cielos.
 
Rábano
Con razón se dio las llaves del Reino de los Cielos a aquel, que confesó con más devoción que los demás, al Rey de los cielos. De esta manera se hizo saber a todos, que sin esta fe y sin esta confesión, no entraría nadie en el Reino de los Cielos. Se entiende por llaves el poder y el derecho de discernir. El poder para que ate y desate y el derecho de discernir, para que distinga a los dignos de aquellos que no lo son.
 
Glosa
De donde sigue: "Y cuanto atares, etc.", esto es, todo el que juzgares indigno de perdón mientras vive, indigno será juzgado delante de Dios. Y todo lo que desatares, esto es, a quien juzgares digno de ser perdonado mientras vive, alcanzará consiguientemente de Dios el perdón de sus pecados.
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Ved cuán grande es el poder de esta piedra sobre la cual está edificada la Iglesia. Permanecen inquebrantables sus juicios, como si fuera el mismo Dios el que los diera por ella.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,2
Ved también cómo Cristo conduce a Pedro hasta las ideas más elevadas sobre su persona. Porque le promete dar lo que a sólo Dios compete, es decir, el perdonar los pecados y hacer inmutable a la Iglesia en medio de tantas tempestades, de persecuciones y de tentaciones.
 
Rábano
Aunque parece que sólo a Pedro fue dado este poder de atar y desatar, sin embargo, también es concedido a los demás apóstoles y ahora en los Obispos y en los presbíteros a toda la Iglesia. Y si Pedro recibió con especialidad las llaves del Reino de los Cielos y el principado de la potestad judiciaria, fue para que todos los fieles del mundo comprendan, que todos los que se separan, bajo cualquier concepto, de la unidad de fe o dejan de estar unidos a él, no pueden ser desatados de las cadenas de los pecados, ni entrar por las puertas del Reino de los Cielos.
 
Glosa
De una manera especial concedió a Pedro el poder para invitarnos a la unidad, y le hizo cabeza de los apóstoles, para que la Iglesia tuviese un solo vicario principal, al que todos los miembros de la Iglesia debían acudir en caso de disidencia. Y si en la Iglesia hubiese muchas cabezas, ya no habría unidad. Añaden algunos que las palabras "sobre la tierra" el Señor las dijo para indicar que el poder de atar y desatar se refería a los vivos y no a los muertos y el que atare o desatare a los muertos, no ejercía ese poder sobre la tierra.
 
Ex sententiis Constantin. Concilii, syn. 5
¿Y cómo algunos se atreven a decir que este poder ha sido dado sólo con respecto a los vivos? ¿Por ventura ignoran que el juicio de anatema no es más que una separación? Es preciso separarse de todos aquellos, ya sean vivos o no, que son esclavos de faltas pésimas y alejarse siempre del que es perjudicial. El mismo San Agustín, de piadosa memoria y que tantísimo brilló entre los obispos africanos, ha escrito en diversas cartas, que es útil anatematizar a los herejes aun después de muertos. La misma tradición eclesiástica observaron otros obispos africanos y la Santa Iglesia Romana anatematizó a algunos obispos después de muertos, aun cuando no fueron acusados en vida.
 
San Jerónimo
Algunos obispos y presbíteros, que no entienden este pasaje, participan en alguna medida del orgullo de los fariseos, llegando al punto de condenar a algunos que son inocentes y de absolver a otros que son culpables, como si el Señor tuviera en cuenta solamente la sentencia de los sacerdotes y no la conducta de los culpables. Leemos en el Levítico (caps. 13 y 14) que a los leprosos estaba mandado presentarse a los sacerdotes para que si efectivamente tenían lepra, los sacerdotes los declararan impuros y esto se mandaba, no porque los sacerdotes causasen la lepra o la inmundicia, sino porque podían distinguir ellos entre el leproso y el que no lo es, entre el que está puro y el que no lo está. Así, pues, como allí el sacerdote declara impuro al leproso, así también aquí en la Iglesia, el Obispo o presbítero ata o desata, no a los que están inocentes o sin culpa, sino a aquellos de quienes por su ministerio ha tenido necesidad de oír variedad de pecados y distinguir cuáles son dignos de ser atados y cuáles de ser desatados.
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Sea, pues, irreprensible el que ata o desata a otro, a fin de que sea también digno de atar y desatar en el cielo. Las llaves del Reino de los Cielos sólo se dan como recompensa a aquel que por su virtud puede cerrar las puertas del infierno. Y todo el que comenzare a practicar toda clase de virtudes, se abre a sí mismo la puerta del Reino de los Cielos, esto es, se la abre el Señor con su gracia, de suerte que la misma virtud es a un mismo tiempo puerta y llave de la puerta. Pueda ser que cada virtud sea el Reino de los Cielos.
 
Notas
1. La palabra dioses no significa aquí divinidades, sino más bien alude a la participación de los hombres en la vida divina.
2. La palabra dioses no significa aquí divinidades, sino más bien alude a la participación de los hombres en la vida divina.

20-21

Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a ninguno que El era Jesús el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos, que convenía ir El a Jerusalén, y padecer muchas cosas de los ancianos y de los escribas, y de los príncipes de los sacerdotes, y ser muerto, y resucitar al tercer día. (vv. 20-21)
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Después de haber confesado Pedro a Cristo Hijo de Dios, a fin de que no fuesen a contarlo a otros, añadió el Señor: "Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a ninguno, etc."

San Jerónimo
Cuando el Señor envió a sus discípulos a predicar, les mandó que anunciasen su venida, cosa al parecer contraria a lo que en este pasaje les encarga, esto es, que no digan a nadie que El es Jesucristo. A mí me parece que una cosa es predicar a Cristo y otra predicar a Jesucristo. Porque Cristo es un nombre común de dignidad y Jesús significa propiamente Salvador.

Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Quizás le anunciaran los apóstoles de una manera vaga y como un hombre grande y admirable y no como a Jesucristo. Y si alguno pretende, que ya entonces los apóstoles lo anunciaron como Cristo, tendrá que decir que el Señor quiso que en adelante ellos hicieran una ligera mención de su nombre, a fin de que, permaneciendo su nombre en el silencio durante algún tiempo, pudieran los oyentes digerir aquello que tan ligeramente habían oído de Cristo. O también, esta cuestión se debe resolver de tal manera, que parezca que todo lo que se ha dicho antes sobre la predicación de Cristo no se refiere al tiempo anterior a la resurrección de Cristo, sino a tiempos futuros después de la resurrección. Y lo que manda el Señor: "Que no lo digan a nadie" convenía entonces a los apóstoles. Porque era inútil que lo predicasen y callasen su cruz.
Les manda que no digan a nadie que El es el Cristo y sin embargo los prepara a que después digan que El es el Cristo, el que fue crucificado y resucitó de entre los muertos.
 
San Jerónimo
A fin de que nadie pueda suponer que no hemos hecho más que exponer nuestra opinión, en estas palabras el Señor dice la causa de haber prohibido el que se lo predicara: "Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que convenía ir El a Jerusalén y padecer, etc." El sentido es el siguiente: cuando hubiera padecido todos estos tormentos vosotros empezaréis a predicarme, porque no conviene predicar a Cristo en público y anunciar su majestad en medio de los pueblos, que lo han de ver después azotado y crucificado.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,3
Difícilmente permanecerá en el corazón de muchos lo que una vez ha echado raíces y se arranca después, ya que llega a su crecimiento lo que una vez se ha plantado y después permanece inmóvil. Por esto el Señor se detiene en estas tristes predicciones y a propósito multiplica sus palabras para abrir la inteligencia de sus discípulos.
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Y mirad cómo no dice: y comenzó a decirles o a enseñarles, sino a manifestarles. Porque así como se dice, que las cosas visibles se manifiestan, así se dice, que Cristo manifestaba lo que hablaba. Mas yo no opino que a los que vieron a Cristo padecer tantos tormentos corporales, les fueron manifestados esos tormentos que presenciaban, como a los discípulos, que comprendieron las palabras del Señor acerca del misterio de su pasión y resurrección. Entonces fue cuando les empezó a explicar este misterio que después, cuando los discípulos tuvieron más capacidad,, desarrolló cumplidamente. Porque todo lo que Jesús comienza, lo lleva a su término. Y convenía que Jesús fuese a Jerusalén, para que fuese inmolado en la Jerusalén de abajo, en la Jerusalén terrestre, antes que por su resurrección reinara en la Jerusalén celestial, en la que está arriba ( Gál 4). Después que resucitó Jesús y otros resucitaron con El, no se habla ya de la Jerusalén de aquí abajo o de la casa de oración que ella encierra, sino de la Jerusalén de arriba. El Señor sufre muchas cosas de parte de los ancianos de la Jerusalén terrestre, para ser glorificado de parte de aquellos ancianos celestiales que gozan de sus beneficios. Y al tercer día resucitó de entre los muertos, y para aquellos que arrebata del mal, adquiere la gracia de ser bautizados en su espíritu, en su alma y en su cuerpo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que son los tres días, siempre presentes para aquellos, que mediante esos días fueron hechos hijos de la luz.

22-23

Y tomándole Pedro aparte, comenzó a increparle diciendo: "Lejos esto de ti, Señor, no será esto contigo". Y vuelto hacia Pedro, le dijo: "Quítateme de delante, Satanás, estorbo me eres; porque no entiendes las cosas que son de Dios, sino las de los hombres". (vv. 22-23)
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Cristo comienza a explicar el principio de sus misterios y ya Pedro los mira como indignos del Hijo de Dios vivo y olvidado de que nada de lo que el Hijo de Dios vivo hace merece reprensión, él se pone a reprenderlo en estos términos: "Y tomándole Pedro aparte, comenzó a increparle, etc."
 
San Jerónimo
Hemos dicho muchas veces que Pedro tuvo para con el Señor un ardor vehemente y un amor grandísimo; no queriendo pues, después de su confesión y de la promesa que el Señor le había hecho, que quedara destruido el efecto de su confesión, y creyendo imposible que muriese el Hijo de Dios, lo toma con afecto o lo lleva aparte -a fin de no parecer que reprendía a su maestro en presencia de los demás condiscípulos- y llevado del amor empieza a reprenderlo y a decirle oponiéndosele: "Lejos de ti, Señor". O mejor como se lee en el griego: "Ten compasión de ti, Señor, no será esto contigo".
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Como si tuviera necesidad de esa compasión. Al mismo tiempo que el Señor acepta ese cariño reprende a Pedro por su ignorancia. Por eso sigue: "Y vuelto hacia Pedro, le dijo: Ve en pos de mí, Satanás, etc."
 
San Hilario, in Matthaeum, 16
El Señor, conociendo el origen de las intrigas del diablo, dice a Pedro: "Ve en pos de mí", queriendo decir con estas palabras que siguiera el ejemplo de su pasión. Y volviéndose hacia a aquel que había inspirado a Pedro esas palabras, añade: "Satanás, estorbo me eres". No conviene después de tantas promesas de dicha y de poder como se han hecho a Pedro, el aplicarle el nombre de Satanás y juzgarlo como un estorbo.
 
San Jerónimo
Para mí el error de este apóstol es resultado de su gran amor y bajo ningún concepto de la inspiración del diablo. El lector, pues, tenga presente en su prudencia, que esta dicha y poder fueron prometidos a Pedro, no para el presente, sino para el porvenir y por consiguiente, si los hubiera recibido en seguida, jamás hubiera tenido lugar en él una confesión tan miserable.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.54,3
¿Y qué hay de admirable en que esto le haya ocurrido a Pedro, quien no había recibido revelación acerca de estas cosas? A fin de que sepáis, cómo las cosas que confesó de Cristo no fueron de Pedro, mirad la turbación que experimenta en las cosas que no le fueron reveladas. Porque él, midiendo lo que concierne a Cristo con su pensamiento humano y terrenal, cree infame e indigno del Hijo de Dios todo sufrimiento, por eso le dice el Señor: "Porque no entiendes las cosas que son de Dios, sino las de los hombres".
 
San Jerónimo
Que vale tanto como decir: es la voluntad de mi Padre y mía el que yo muera por la salvación de los hombres. Tú, mirando sólo a tu voluntad, no quieres que el grano de trigo caiga en la tierra, a fin de que lleve muchos frutos y por consiguiente, puesto que hablas cosas contrarias a mi voluntad, mereces el nombre de enemigo. Porque la palabra Satanás significa adversario o enemigo, no se crea, sin embargo (como opinan muchos), que Pedro fue condenado de la misma manera que Satanás. Porque a Pedro se le dice: "Ve en pos de mí, Satanás" (esto es, tú que eres contrario a mi voluntad, sígueme) y al diablo se le dijo: "Vete, Satanás" ( Jn 4,10) y no se le dijo en pos de mí, para indicarle que se fuese al fuego eterno.
 
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Dijo, pues, el Señor a Pedro: "Marcha detrás de mí"; como si por su ignorancia hubiese dejado de ir detrás de Cristo y le llama Satanás a causa de esta misma ignorancia, que le había hecho decir cosas contrarias a Dios: bienaventurado aquel a quien Cristo se vuelve, aunque se vuelva para corregirle. Pero ¿por qué dice el Señor a Pedro: "Estorbo me eres", leyéndose ( Sal 118,165): "Mucha paz para los que aman tu ley y no hay escándalo para ellos?" Pero debemos responder, que no sólo Jesús no se escandaliza, sino tampoco ningún hombre que tiene caridad perfecta, pero puede ser escándalo a otro haciendo o diciendo ciertas cosas, aunque él no pueda ser escandalizado.
El llama escándalo para El a todo discípulo que peca, como decía San Pablo ( 2Cor 11,29.) "¿Quién es escandalizado, sin que yo sufra?".

24-25

Entonces dijo Jesús a sus discípulos, "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá. Mas el que perdiere su alma por mí, la hallará". (vv. 24-25)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 55,1
Después de haber dicho Pedro: "Ten compasión de ti, Señor, de ninguna manera será esto contigo" ( Mt 16,22) y el Señor le contestó: "Ve en pos de mí, Satanás" ( Mt 16,23), el Señor no se contentó con esta sola reprensión, sino que quiso hacerle ver de una manera sobreabundante la inconveniencia de sus palabras y manifestarle el fruto de su pasión. Por eso se dice: "Entonces dijo a sus discípulos: si alguno quiere venir en pos de mí", que equivale a decir: Tú me dices: Ten compasión de ti. Pues yo te digo, que no sólo te será perjudicial el que yo evite mi pasión, sino que tú no te podrás salvar si no padeces, si no mueres y si no renuncias para siempre a tu vida. Y mirad cómo sus palabras no imponen violencia alguna. Porque no dijo: aunque no quierais debéis sufrir, sino el que quiera, de esta manera atrae más. Porque el que deja en libertad para elegir a quienes lo escuchan, los atrae mejor y la violencia sirve las más de las veces de obstáculo. Mas no propone esta verdad sólo a los apóstoles, sino a todo el universo, cuando dice: "Si alguno quiere", esto es, si el varón, si la mujer, si el rey, si el hombre libre, si el esclavo, etc. Tres son las cosas que dice el Señor que debe hacer. El negarse a sí mismo, el tomar su cruz y el seguirlo.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 32,2
Porque el que no se niega a sí mismo no puede aproximarse a aquel que está sobre él. Pero si nos abandonamos a nosotros mismos, ¿adónde iremos fuera de nosotros? ¿O quién es el que se va, si se abandona a sí mismo? Nosotros somos una cosa caídos por el pecado y otra por nuestra naturaleza original. Nosotros nos abandonamos y nos negamos a nosotros mismos, cuando evitamos lo que fuimos por el hombre viejo y nos dirigimos hacia donde nos llama nuestra naturaleza regenerada.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Hiezechihelem prophetam, hom. 10
Se niega a sí mismo aquel que reforma su mala vida y comienza a ser lo que no era y a dejar de ser lo que era.
 
San Gregorio Magno, Moralia, 23
Se niega también a sí mismo aquel que pisoteando su vano orgullo se presenta delante de los ojos de Dios, extraño a sí mismo.
 
Orígenes
Aunque parezca que alguno se abstiene de pecar, sin embargo, si no ha tomado la cruz de Cristo, no se puede decir, que está crucificado con Cristo o que está abrazado a su cruz. Por eso sigue: "Y toma su cruz".
 
San Juan Crisóstom, homiliae in Matthaeum, hom. 55,1
O de otro modo, el que niega a otro o a un hermano, o a un criado, o a otro cualquiera y no le asiste cuando le viere azotado o sufriendo cualquier otro tormento, éste no le ayuda. De tal manera quiere El que desconozcamos nosotros a nuestro cuerpo, que aun cuando fuere azotado, o sufriere cualquier otro tormento, es su voluntad el que no lo perdonemos. Porque esto en realidad es perdonarlo, al modo con que un padre perdona a sus hijos, cuando los entrega al maestro y manda que no los perdone. Y a fin de que nadie pueda pensar que es necesario negarse a sí mismo, tan solamente en cuanto a las palabras injuriosas y en cuanto a las afrentas, el Señor manifiesta hasta dónde debe uno negarse a sí mismo, es decir, hasta la muerte más afrentosa (esto es, de cruz) y esto es lo que da a entender por las palabras: "Y tome su cruz y sígame".
 
San Hilario, in Matthaeum, 16
Debemos, pues, seguir al Señor, tomando la cruz de su pasión si no en la realidad, al menos con la voluntad.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 55,2
Como que los ladrones sufren también mucho, el Señor, a fin de que nadie tenga por suficientes esa clase de sufrimientos de los malos, expone el motivo del verdadero sufrimiento, cuando dice: "Y me siga". Todo lo debemos sufrir por El y de El debemos aprender sus virtudes. Porque el seguir a Cristo consiste en ser celoso por la virtud y sufrirlo todo por El.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 32,3
Podemos tomar la cruz de dos maneras. O dominando nuestro cuerpo con la abstinencia, o cargando nuestro espíritu con la compasión que inspiran las miserias del prójimo. Pero como muchas veces se mezclan algunos vicios con la virtud, debemos tomar en consideración que algunas veces la vanagloria acompaña a la mortificación de la carne y la virtud se hace visible y digna de alabanza, porque aparece la sequedad en el cuerpo y la palidez en el rostro. Y casi siempre se une una falsa piedad a la compasión del alma que nos arrastra con frecuencia a condescender con los vicios. El Señor a fin de evitar todo esto dice: "Y sígame".
 
San Jerónimo
O de otra manera, toma su cruz el que es crucificado para el mundo y sigue al Señor crucificado aquel, para quien el mundo está crucificado.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.55,2
En seguida el Señor suaviza cuanto acaba de decir, a fin de que no pareciera duro, prometiendo grandísimas recompensas a los trabajos y aflicciones a la malicia, por eso sigue: "Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá".
 
Orígenes, homilia 2 in Matthaeum
De dos modos puede entenderse este pasaje; primero: si alguno ama la vida presente y teme morir creyendo que por la muerte perece su alma, la perdona; pero éste queriendo salvarla de esta manera la perderá, porque se aleja de la vida eterna. Si alguno lucha por la verdad hasta la muerte con desprecio de la vida presente, perderá ciertamente su alma en cuanto a la vida presente, pero como la perderá por Cristo, la salvará en cuanto a la vida eterna. Segundo modo: si alguno comprendiendo en qué consiste la verdadera salvación y deseando obtenerla para su alma, se niega a sí mismo y pierde su alma por Cristo en cuanto a los placeres carnales, éste, perdiendo su alma de esta manera, la salva mediante las obras piadosas. Y como el Señor dice: "El que quisiera", resulta que las dos maneras de entender este pasaje son exactamente iguales y una sola. Si pues las palabras: "Niéguese a sí mismo", se refieren a la muerte del cuerpo, claro está que sólo deben entenderse en cuanto a la muerte. Si negarse a sí mismo es renunciar a la vida terrenal, el perder su alma significa despojarse de todos los placeres de la carne.

26-28

"Porque ¿qué aprovecha al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué cambio dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles; y entonces dará a cada uno según sus obras. En verdad os digo, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean al Hijo del Hombre venir en su reino". (vv. 26-28)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 55,3
Porque dijo el Señor: "El que quiere salvar, perderá y el que perderá, salvará" (poniendo en una y otra parte la salvación y la perdición), añade: a fin de que nadie crea que en ambos casos lo mismo es la salvación que la perdición. Porque ¿qué aprovecha al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? Como si dijera: a fin de que no digáis, que el que evitare todos los peligros que le amenazan por causa de Cristo, salva su alma; pero pon con tu alma todo el universo. ¿Qué hay para el hombre más terrible que el perder su alma para siempre? Porque si veis a vuestros criados alegres y vosotros sufrís la última enfermedad ¿de qué os sirve el mandar sobre ellos? Aplicad a vuestra alma esta consideración, teniendo presente que a los placeres lascivos debe seguir su perdición futura.
 
Orígenes, homilia 2 in Matthaeum
Yo soy de opinión, que aquel que no se niega a sí mismo ni pierde su alma en cuanto a los placeres carnales gana el mundo, pero pierde su alma para siempre. Entre estas dos cosas debemos preferir el perder el mundo, para de esta manera ganar nuestras almas.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 55,3
Aun cuando reinares sobre todo el mundo, no podrás comprar tu alma, por eso sigue: "Y ¿qué cosa dará el hombre por su alma?" Que vale tanto como decir: si perdieres las riquezas, podrás dar otras riquezas para comprarlas; pero si perdieres tu alma, no podrás dar otra alma, ni ninguna otra cosa cualquiera. ¿Por qué maravillarse de que acontezca esto al alma, cuando parece que también sucede al cuerpo? Porque aun cuando a un cuerpo enfermo de una manera incurable pusierais diez mil diademas, no por eso se pone bueno.
 
Orígenes, homilia 2 in Matthaeum
La primera cosa que se puede dar en cambio del alma, son los bienes temporales que puede dar el hombre a los pobres para salvar su alma. Pero no creo que tenga el hombre alguna otra cosa, que una vez dada, como en cambio de su alma, libre a ésta de la muerte; mas Dios dio en cambio de las almas de los hombres la preciosa sangre de su Hijo.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 32,4
O de otro modo puede continuarse. La Iglesia santa tiene dos épocas, la de la persecución y la de la paz; y el Redentor dejó distintos preceptos para estas dos épocas. En tiempo de persecución debemos presentar el alma y en tiempo de paz debemos quebrantar todo lo que nos pueden dar los deseos terrenales, por eso se dice: "Porque ¿qué aprovecha al hombre, etc?"
 
San Jerónimo
Al invitar el Señor a sus discípulos a que se negaran a sí mismos y tomaran su cruz, todos los que lo escuchaban se llenaron de terror; pero a estos pensamientos tristes sucede la alegría con las palabras del Señor: "Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, etc." ¿Teméis la muerte? Oíd la gloria de su triunfo. ¿Tenéis miedo de la cruz? Escuchad a quién sirven los ángeles.
 
Orígenes, homilia 2 in Matthaeum
Que vale tanto como decir: Ahora vino el Hijo del hombre, pero no en su gloria, porque no era oportuno que viniese en su gloria cargado de nuestros pecados; pero vendrá en su gloria cuando hubiere preparado a sus discípulos y los hubiere hecho semejantes a El y participantes de su gloria.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 55,4
Mas no dijo El: en tal o cual gloria del Padre, a fin de evitar el que se sospechara que había dos glorias, sino en la gloria del Padre, para manifestar que hablaba de una misma gloria. Y si la gloria es una sola, claro es que también la sustancia es una sola. ¿Por qué tienes, oh Pedro, miedo a la palabra muerte? Entonces me verás en la gloria, mas si yo estoy en la gloria, también lo estaréis vosotros; pero al hablar de la gloria, insinúa cosas terribles, poniéndonos delante el juicio por las palabras: "Y entonces dará a cada uno según sus obras".
 
San Jerónimo
Porque donde no se atiende a las personas sino a las obras, no hay distinción entre el judío y el gentil, entre el hombre y la mujer, entre el pobre y el rico.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 55,4
Y dijo el Señor esto, no sólo para recordar a los pecadores los males, consecuencia de sus pecados, sino también las recompensas y las coronas a los justos.
 
San Jerónimo
Podía haber tenido lugar el escándalo que experimentaron los apóstoles en su interior de esta manera: nos anuncias los tormentos y la muerte para un tiempo venidero y dejas el cumplir tu promesa de venir en tu gloria para largo tiempo; mas el que penetra las cosas ocultas, previendo esta objeción, compensa el temor presente con una recompensa presente, diciendo: "En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su reino, etc."
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 56,1
El Señor queriendo manifestar lo que es la gloria en la que vendrá después, se la reveló a los apóstoles en la vida presente (en cuanto les era posible comprenderla), a fin de que no se abatieran con el pensamiento de la muerte del Señor.
 
Remigio
Esto que aquí se dice, fue cumplido a aquellos tres discípulos delante de quienes se transfiguró el Señor en la montaña, mostrándoles los goces de la recompensa eterna: ellos lo vieron cuando venía en su reino, esto es, brillando con la claridad, en la que lo verán, terminado el juicio, todos los santos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 56,1
Mas el Señor, a fin de que los demás discípulos no desearan seguirle para ver la muestra de aquella gloria y no llevaran a mal el verse como despreciados, no dice de antemano los nombres de aquellos que debían subir a la montaña.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 32,4
O también la Iglesia actual es el reino de Dios y como muchos de los discípulos del Señor debían vivir hasta que vieran construída esta Iglesia, levantada contra la gloria del mundo, el Señor los consuela con la siguiente esperanza: "Hay algunos de los que están aquí, etc.".
 
Orígenes, homilia 2 in Matthaeum
En sentido moral se puede decir, que el Verbo de Dios tiene, para los que han sido llamados recientemente a la fe, la apariencia de un esclavo, mas para los perfectos viene en la gloria de su Padre. Sus ángeles son las palabras de los profetas, cuyo sentido espiritual no es posible entender antes de haber entendido espiritualmente la palabra de Cristo, a fin de que se vean aparecer al mismo tiempo las dos verdades en su Majestad. Entonces dará a cada uno la gloria según sus actos porque cuanto mejor obrare cada uno, tanto más espiritualmente comprende a Cristo y a sus profetas.
 
Orígenes, homilia 3 in Matthaeum
Los que están donde está Jesús son los que han puesto las bases sólidas de su alma en Jesús y de los más notables de éstos, son de los que se dice: "No gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su reino". Ven la eminencia de Dios, que no pueden ver los que están envueltos en diferentes pecados; estos últimos son los que gustan la muerte porque el alma, cuando peca, muere. Porque así como El es la vida y el pan vivo que bajó del cielo ( Jn 6), así la muerte, su enemiga, es el pan muerto. De este pan comen algunos un poco y no hacen más que probarlo; otros, por el contrario, lo comen en abundancia. Los que pecan raras veces y levemente, no hacen más que gustar la muerte. Por el contrario, los que recibieron de un modo más perfecto la virtud espiritual, no gustan la muerte, sino que comen siempre del pan vivo. En las palabras: "Hasta que vean", no fija el tiempo, después del cual sucederá lo que no se verificó antes; esto no es más que la expresión de una cosa necesaria. Porque el que lo ve una vez en su gloria, jamás gustará la muerte.
 
Rábano
Los santos no hacen más que gustar la muerte del cuerpo y la aceptan con gusto un momento, pero están en plena posesión de la vida del alma.