CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

21-22  - 23-28  -  29-31  -  32-34  -  35-39  -  40-45


Prefacio

Glosa, super Formans me
El profeta Isaías predice de manera bien clara la vocación de los gentiles y la causa de su salvación con estas palabras: Mi Dios se ha hecho mi fortaleza y me ha dicho: Poco es que seas mi siervo para despertar a las tribus de Jacob y convertir los desperdicios de Israel. Te he dado por luz de las gentes, para que seas salud mía hasta los confines del mundo ( Is 49).
 
San Jerónimo, sobre Isaías, lib. 13
En sus palabras también se manifiesta que Cristo se llama siervo por cuanto nació de mujer, pues estas palabras van precedidas de las siguientes: "Esto dice el Señor, formándome siervo suyo desde las entrañas de mi madre". La voluntad del Padre fue ciertamente que los perversos vendimiadores recibieran al hijo enviado. Por esto dice de ellos Cristo a sus discípulos: "No vayáis ahora a tierra de gentiles, sino id antes en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel" ( Mt 10,5-6). Y porque Israel no se ha humillado ante Dios, el Hijo de Dios habla a los judíos incrédulos, diciendo: "Mi Dios se ha hecho mi fortaleza", el cual ha consolado mi tristeza por la abyección de mi pueblo, y me ha dicho: "No basta que me sirvas despertando a las tribus de Jacob", que cayeron por su vicio, "y convirtiendo a los desperdicios", o despojos, "de Israel". Por ellos te he dado como luz de todas las gentes, para que ilumines al mundo, y hagas llegar mi salud, por la cual se salven los hombres, hasta los confines del mundo.
 
Glosa
De las anteriores palabras podemos derivar dos cosas, de las cuales la primera es el poder divino que hubo en Cristo, y que fue eficaz para iluminar a las gentes, porque se dice: "Mi Dios se ha hecho mi fortaleza". "Por tanto Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo", como dice el Apóstol a los Corintios ( 2Cor 5,19). De donde el Evangelio que salva a los creyentes "es el poder de Dios para la salvación de todo creyente", como dice el mismo Apóstol a los Romanos (1,16). La segunda es dar luz y salvación al mundo, según la disposición del Padre cumplida por Cristo, porque se dice: "Te di por luz de las gentes"; por ello, después de la resurrección del Señor, y para cumplir con la disposición del Padre, envió a los discípulos a predicar diciéndoles: "Enseñad a todas las gentes" (Mt 28,18). De ellos, unos recibieron el ministerio de predicar a los judíos, y otros a los gentiles. Y porque convenía no sólo predicar el Evangelio a las generaciones presentes, sino escribirlo para las futuras, se observa igual distinción entre los escritores del Evangelio escribiendo San Mateo en hebreo para los judíos y San Marcos el primero para los gentiles.
 
Euseb., Hist. eccl., lib. 2, cap. 15
Cuando la clara luz del Verbo de Dios se anunció a la ciudad de Roma, la palabra de verdad y luz predicada por Pedro llenó la mente de todos con plácido sonido y en tal manera que, oyéndole todos los días, jamás llegó a saciarlos. Antes por el contrario, no satisfechos con oírle, rogaban encarecidamente a su discípulo Marcos que, aquellas cosas que Pedro les decía de palabra, las escribiese él para recordarlas perpetuamente, y para meditar sin cesar en ellas dentro y fuera de casa. No dejaron de rogarle hasta que lograron lo que pedían, y ésta fue la causa del Evangelio según San Marcos. Pedro, reconociendo en sí la acción del Espíritu Santo, quien le había arrebatado piadosamente, se lleno de júbilo, considerando la devoción y la fe de aquel pueblo en esto; confirmó el hecho, y dio la Escritura a la Iglesia para que sea siempre leída.
 
San Jerónimo, super Marcum in praefat
Da principio por la predicación de Cristo en la edad más perfecta, pues el que habla de la perfección del Hijo de Dios no se detiene en la natividad del niño.
 
San Crisóstomo, hom. in Mat
Hace una compendiosa y breve narración, en lo cual imita la brevedad de su maestro San Pedro.
 
San Agustín, De Cons. Evang., lib. 1, cap. 3
San Mateo, que se propuso hablar de la persona real de Cristo, tuvo a San Marcos como imitador y compilador adjunto, que en cierto modo ha seguido sus pasos, puesto que es propio de reyes no estar sin séquito. Y como el sacerdote entraba solo en el Sancta Sanctorum, San Lucas, que se propuso ofrecer a nuestra consideración el sacerdocio de Cristo, no tuvo un socio igual y reverente que abreviase de cierto modo su narración.
 
Beda, quasi in princ. Comm. in Marc
Es de notar también que los santos Evangelistas han comenzado de diverso modo su narración, y de diverso modo la han concluido. Empezando San Mateo desde la Natividad del Señor, lleva su historia hasta su Resurrección; San Marcos comienza desde el principio de la predicación del Evangelio, y llega hasta la Ascensión del Señor y la predicación de sus discípulos a todas las naciones del orbe; San Lucas termina en la Ascensión, partiendo de la Natividad del Precursor; y San Juan, tomando el principio en la eternidad del Verbo de Dios, anuncia la Buena Nueva hasta el tiempo de la Resurrección.
 
San Ambrosio, super Lucam in praefat
San Marcos, pues, está representado bajo la figura de un león, porque empezó por la expresión del poder divino.
 
San Remigio, super Marcum
También se le representa por un león, porque así como éste hace resonar su terrible voz en el desierto, así San Marcos empieza clamando en el desierto: "Voz que clama en el desierto" ( Mc 1,6).
 
San Agustín, De cons. Evang., lib. 1, cap. 6
Aunque también podría interpretarse esta figura de otro modo. Marcos, pues, que no quiso narrar la estirpe real de Cristo como Mateo =figurado por tanto en el león=, ni la sacerdotal como Lucas =señalado por el toro=, ni el parentesco ni la consagración, y sin embargo se muestra versado en lo que hizo Cristo hombre, se ve representado bajo la figura del hombre en los cuatro seres.
 
Teofilacto, In Evang. Marci
O es el águila la que simboliza el Evangelio según San Marcos, pues empieza por la profecía de San Juan, la cual con la perspicacia del águila, ve las cosas que están lejos.

01

Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. (v. 1)
 
San Jerónimo, en el prólogo
Marcos evangelista, levita según su linaje, siendo sacerdote en Israel, convertido al Señor, escribió el Evangelio en Italia 1. En él mostraba lo que Cristo debía a su linaje. Señalaba el principio del orden de la elección levítica, al decir: "Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". Y comenzaba el Evangelio con una exclamación profética sobre Juan, hijo de Zacarías.
San Jerónimo, en el principio del comentario
 
Se llama Evangelio ( euaggelion ), en griego, lo que en latín significa buena nueva. Porque se refiere propiamente al reino de Dios y a la remisión de los pecados, y porque es por el Evangelio por donde viene la redención de los fieles y la bienaventuranza de los santos. Los cuatro Evangelios, en realidad, no forman más que uno, ya que en cada uno se contienen los cuatro. En hebreo se dice Jesús, en griego Soter (swthr ), y en latín Salvador. Cristo se dice en griego cristoV , que en hebreo es Mesías y en latín Ungido, esto es, Rey Sacerdote.
 
Beda
Se ha de comparar, pues, el principio de este Evangelio con el principio del de San Mateo, que dice: "Libro de la generación de Jesucristo, Hijo de David, Hijo de Abraham". El es llamado en San Marcos: "Hijo de Dios". Pero debemos entender que Nuestro Señor Jesucristo es llamado indistintamente Hijo de Dios e Hijo del hombre. Y con razón lo llama Hijo del hombre el primer evangelista, y el segundo Hijo de Dios, a fin de que nuestro pensamiento se eleve poco a poco de lo menor a lo mayor y llegue por la fe y los sacramentos de la humanidad al conocimiento de la eternidad divina. Con razón también el que había de describir la generación humana empezó por el Hijo del hombre, esto es, David o Abraham. Igualmente, el que empezaba su libro desde el principio de la predicación evangélica quiso mejor llamar Hijo de Dios a Jesucristo, porque era de naturaleza humana el tomar verdaderamente la carne de la descendencia de los patriarcas, y fue de potencia divina predicar el Evangelio al mundo.
 
Hilar., De la Trin., lib. 2 ante medium.
No confirmó, pues, a Cristo Hijo de Dios sólo en el nombre, sino también en su naturaleza. Nosotros somos hijos de Dios, pero no lo somos como El, ya que El lo era por principio, en sentido propio y verdadero, y no por adopción. Lo era por verdad, no por promesa; por origen, no por creación.
 
Notas
1. Según la más antigua tradición sobre el origen del Evangelio según San Marcos, que viene de los tiempos apostólicos, éste habría sido escrito en Roma, dependiente de la catequesis de San Pedro. Son muchas las razones para respaldar este antiguo testimonio, que llega a través de Eusebio de Cesarea, citando fuentes primitivas. Ya por lo circunstancial de las catequesis, ya porque San Pedro se une al Señor siendo adulto, es posible que en su predicación no se refiriese a los años previos de la vida de Jesús. En tal sentido Marcos también los omite.

02-03

Como está escrito en Isaías profeta: He aquí que mando a mi ángel ante tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti: Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor; haced rectas sus sendas. (vv. 2-3)
 
Beda.
Habiendo de escribir San Marcos el Evangelio, cita ante todo oportunamente el testimonio de los profetas, a fin de que mostrando lo que había sido predicho por éstos, admitieran todos sin escrúpulo ni duda alguna lo que él escribiese. Comenzando así su Evangelio, movió a los judíos, que habían recibido la Ley y los Profetas, a recibir la gracia del Evangelio y los sacramentos que habían sido predichos en las profecías. Juntamente lleva a los gentiles, que por las nuevas del Evangelio vinieron al Señor, también a recibir y venerar la autoridad de la Ley y los Profetas. Por lo que dice: "Como está escrito en Isaías profeta: He aquí", etc.
 
San Jerónimo, Del mejor modo de interpretar, a Pammach., epist. 101, cap. 3
Esto no se halla en Isaías, sino en Malaquías, último de los doce profetas.
 
San Crisóstomo, homil. 1 sobre San Marcos
O de otro modo: se dice que reunió en una dos profecías anunciadas por los dos profetas en distintos lugares; pues en Isaías profeta, después de la historia de Ezequías, se lee ( Is 40,3): "Voz que clama en el desierto"; y en Malaquías ( Mal 3,1): "He aquí que envío a mi ángel". Cortando, pues, el evangelista, puso las dos profecías como de Isaías 1, y las refiere a una lectura, no expresando quién dice: "He aquí que envío al ángel".
 
San Agustín, de quaest. novi et veteri testamentorum, 57
Sabiendo que ha de referirse al autor todo lo que sea suyo, atribuyó estas palabras a Isaías, que fue el primero que les dio este sentido. Finalmente, después de las palabras de Malaquías, añade en seguida: "Voz que clama en el desierto", para unir las palabras de uno y otro profeta, que tienen el mismo sentido, en la persona del primero.
 
Beda
O se ha de entender de otro modo, porque, aunque no se encuentren estas primeras palabras en Isaías, su sentido, sin embargo, se halla en otros muchos lugares, y más claramente en el que se añade: "Voz que clama en el desierto". Pues lo que dijo Malaquías, que se ha de enviar el ángel delante de la faz del Señor, el cual ha de preparar su camino, es lo mismo que dijo Isaías con las palabras: "Voz que ha de oírse clamando en el desierto", la cual debe decir: "Preparad el camino del Señor". En una y otra sentencia, pues, se anuncia igualmente que ha de prepararse el camino del Señor. Pudo suceder también que al escribir el Evangelio se ofreciese Isaías por Malaquías a la memoria de San Marcos, como suele acontecer. Lo que con todo hubiera enmendado, sin ninguna duda, advertido al menos por algunos de los que pudieron leerlo en su tiempo. Salvo que hubiera pensado que a su memoria, que era regida por el Espíritu Santo, no en vano salía el nombre de un profeta por el de otro, pues así se insinúa que las cosas que dijo el Espíritu Santo por los profetas, cada una de ellas es de todos y todas de cada uno 2.
 
San Jerónimo
Así que por Malaquías suena la voz del Padre para el Hijo, que es la faz del Padre, por lo que es reconocido.
 
Beda
Juan, pues, es llamado Angel, no por participación de naturaleza, según la herejía (error) de Orígenes, sino por la dignidad del oficio, puesto que en griego se dice ángel y en latín mensajero, con cuyo nombre pudo llamarse muy acertadamente el hombre que fue enviado por Dios para que diese testimonio cierto de la luz ( Jn 1), y anunciase que el Señor había de venir en carne mortal al mundo; siendo constante que todos los que ejercen el sacerdocio pueden ser llamados ángeles por el cargo de evangelizar, según dice el profeta Malaquías (cap. 2): "Los labios del sacerdote guardan la ciencia, y se pedirá de su boca la ley, porque él es el ángel del Señor de los ejércitos".
 
Teof
Así que el precursor de Cristo se llama ángel a causa de su vida angélica y de su excelsa honra. Por eso cuando se dice: "ante tu faz", es como si se dijera: "junto a ti está tu mensajero", por lo que se manifiesta lo cercano que está el precursor de Cristo. Pues los que andan alrededor de los reyes son los que están más cerca de ellos. Y sigue: "El cual preparará tu camino ante ti, pues preparó por el bautismo las almas de los judíos para que recibiesen a Cristo".
 
San Jerónimo
O el camino por el que el Señor viene hasta los hombres es la penitencia, por la cual Dios baja a nosotros, y nosotros subimos a El. De aquí el principio de la predicación de San Juan: "Haced penitencia".
 
Beda
Así como San Juan pudo ser llamado "ángel", porque precedió al Señor evangelizando, así también pudo ser llamado "voz", porque iba delante haciendo oír la palabra de Dios, por ello dice: "Voz que clama", etc. Consta, también, que el Hijo unigénito se llama Verbo del Padre. Así, por nuestro mismo hablar conocemos que la voz suena antes y que no puede oírse la palabra sino después.
 
San Jerónimo
Se dice voz que clama, porque el clamor llega hasta los sordos y los que están lejos, y porque suele hacerse con furor. Voz que ciertamente llegó al pueblo judío, aunque la salvación no fue recibida por los pecadores ( Sal 118): "y cerraron éstos sus oídos como áspides, que se hacen los sordos" ( Sal 57,5), por lo que merecieron oír de Cristo indignación, enfado y tribulación.
 
San Crisóstomo
Por esto se dice "en el desierto". Manifiestamente significa en la profecía que la doctrina divina no ha de predicarse en Jerusalén, sino en el desierto. Juan Bautista lo cumplía a la letra anunciando en el desierto del Jordán la saludable aparición del Verbo de Dios. Enseña también el pasaje profético que, además del desierto que mostró Moisés, en donde abría sus senderos, había otro desierto, en el cual se halla la salvación de Cristo.
 
San Jerónimo
O suena la voz y el clamor en el desierto, porque estaban desamparados del Espíritu de Dios, como casa desocupada y barrida; desamparados también del profeta, rey y sacerdote.
 
Beda
Qué clamaría, pues, se anuncia cuando dice: "Preparad el camino del Señor, haced rectos sus senderos". Pues todo el que predica la recta fe y las buenas obras, ¿qué otra cosa prepara sino el camino del Señor, que va a los corazones de sus oyentes, para penetrarlos verdaderamente con la fuerza de su gracia e ilustrarlos con la luz de la verdad? Hace rectos los senderos, formando por la palabra de la predicación pensamientos puros en el alma.
 
San Jerónimo
O de otro modo: "Preparad el camino del Señor", esto es, haced penitencia y predicad. "Haced rectos sus senderos", para que, andando solemnemente el camino real, amemos a nuestros prójimos como a nosotros, y a nosotros mismos como a nuestros prójimos. Pues el que se ama a sí mismo y no ama al prójimo, se aparta del camino por la derecha, porque muchos obran bien y no corrigen bien, como fue Heli. Y aquel que ama al prójimo pero tiene aversión de sí mismo, se sale del camino hacia la izquierda, pues muchos corrigen bien, pero no obran bien, como fueron los escribas y fariseos. Mas los senderos siguen después del camino, porque los mandatos morales se explanan después de la penitencia.
 
Teofilacto
O el camino es el Nuevo Testamento, estando ya como allanados los del Antiguo. Era, pues, necesario prepararse para el camino, es decir, para el Nuevo Testamento, porque convenía que se hiciesen rectos los senderos del Antiguo Testamento.
 
Notas
1. La referencia de San Marcos, bajo el nombre de Isaías se puede desdoblar en dos partes. La primera estaría tomada del Exodo 23,20, en paralelo de precisión con Malaquías 3,1. La segunda parte efectivamente viene de Isaías 40,3. Esta forma de citar puede bien responder a una costumbre de la época en que un texto de la ley era esclarecido a modo de comentario por uno de los profetas (Farrer; Camacho).
2. Estas disquisiciones, que muchos aún hoy hacen, aunque en otro sentido, se podían haber comprendido mejor si se toma en cuenta que probablemente la primera parte del pasaje es del Exodo 23,20 en conjunción de Malaquía 3,1, y la segunda lo es de Isaías. La yuxtaposición de los dos textos sigue la costumbre judía del tiempo: citar un pasaje profético como comentario de la ley (Farrer; Camacho).

04-08

San Juan estuvo en el desierto bautizando y predicando el bautismo de penitencia para la remisión de los pecados. E iban a encontrarle todas las gentes de Jerusalén y de toda la Judea, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Y Juan andaba vestido de pelos de camello y un ceñidor de cuero a la cintura, y su comida era langostas y miel silvestre, y predicaba diciendo: "En pos de mí viene el que es más fuerte que yo: ante el cual no soy yo digno de postrarme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado en agua; mas El os bautizará en el Espíritu Santo". (vv. 4-8)
 
San Jerónimo
Según la anterior profecía de Isaías, San Juan prepara el camino del Señor por la fe, el bautismo y la penitencia. Los senderos rectos se hacen por los austeros indicios del vestido de cilicio y de la correa de cuero, y de la comida de langostas y de la miel silvestre, y de la voz muy humilde. Por esto se dice: "Juan estuvo en el desierto". Juan y Jesús buscan, pues, lo que se ha perdido en el desierto. Donde venció el diablo, allí se vence; donde cayó el hombre, allí se levanta. Juan se interpreta gracia de Dios. Así, pues, la narración empieza por la gracia. Sigue luego bautizando. Por el bautismo se da la gracia, porque los pecados se perdonan por la gracia. Así los catecúmenos empiezan a ser instruidos por el sacerdote y son ungidos por el Obispo. Para señalar esto se añade: "Y predicando el bautismo de la penitencia", etc.
 
Beda
Sabido es que San Juan no sólo predicó el bautismo de la penitencia, sino que también bautizó a algunos. Sin embargo, no pudo aplicarles dicho bautismo en remisión de los pecados, porque la remisión de los pecados sólo nos es dada por el bautismo de Jesucristo. Así, pues, se dice: "Predicando el bautismo de la penitencia en remisión de los pecados", puesto que predicaba, porque no podía dar aquel bautismo que perdona los pecados. Esto era así para que, como con la palabra de la predicación precedía al Verbo encarnado del Padre, por el bautismo que daba, por el cual no podían perdonarse los pecados, así también precediese al bautismo de la penitencia, por el cual sí se perdonan.
 
Teofilacto
O bien, aunque el bautismo de San Juan no llevara en sí la remisión de los pecados, inducía, sin embargo, a los hombres a la penitencia. "Pues yo soy, predicaba, el bautismo de la penitencia". Esta predicación de la penitencia conducía a la remisión de los pecados, así como los penitentes que recibieran a Cristo, recibirían con El la remisión de sus pecados.
 
San Jerónimo
Por San Juan, pues, como por el amigo del esposo, es conducida la esposa a Cristo, así como Rebeca a Isaac por su criado ( Gén 24). Y continúa: "E iban a encontrarle todas las gentes", etc. Confesión y belleza en su presencia ( Sal 95,6), esto es en presencia del esposo. La esposa baja del camello así como ahora se humilla la Iglesia al ver a su esposo Isaac, esto es, a Jesucristo. La bajada al Jordán, donde se lavan los pecados, se interpreta ajena. Enajenados nosotros de Dios en otro tiempo por la soberbia, y ahora humillados por el símbolo del bautismo, nos levantamos a lo alto.
 
Beda
Para los que desean el bautismo se toma ejemplo de confesar los pecados y prometer una mejor vida. De ahí las siguientes palabras: "Los que confiesan sus pecados".
 
San Crisóstomo, In Matth. hom., 10
Porque San Juan predicaba penitencia, daba ejemplo de ella en el vestido y la comida. Así se dice: "Y traía Juan un vestido de pelos de camello".
 
Beda
Vestido, dice, de pelo, no de lana, pues el primero es indicio de vestido austero, y el último lo es de molicie. La correa de cuero con que se ceñía, como Elías ( 2Re 1), es indicio de mortificación. Lo que sigue después: "Y su comida eran langostas y miel silvestre", como conviene al habitante del desierto, que no atiende al gusto de los manjares, sino a la necesidad de la naturaleza humana.
 
San Jerónimo
El vestido de San Juan, la comida y todas sus obras, significan la vida austera de los que han de predicar, y significan también a las futuras gentes han de unirse dentro y fuera en la gracia de Dios, que es San Juan. Porque los ricos entre los hombres están representados por los pelos de camello; los pobres, muertos al mundo, por la correa de cuero; y los sabios del siglo, por las langostas errantes, las cuales, dejando las pajas secas a los judíos, se arrastran hacia los carros del trigo místico y en el calor de la fe se elevan dando saltos. Y por la miel silvestre, inspirados los fieles se ceban en inculta selva.
 
Teof
O de otro modo, el vestido de pelos de camellos era una señal del dolor que por indicación de San Juan conviene que sienta el penitente; pues el saco significa dolor, pero la correa de cuero significa la mortificación del pueblo judío. La comida de San Juan señala, no sólo la abstinencia, sino que es también significado del alimento del alma, con el que se alimentaba entonces el pueblo, que, aunque no entendiendo las cosas superiores, sin embargo se elevaba a lo alto y se abatía de nuevo al igual que la langosta que se eleva a saltos para luego caer otra vez. Así el pueblo ciertamente se alimentaba de la miel, que es obra de las abejas, esto es, de los profetas: miel no trabajada, sino silvestre. Los hebreos tenían las Escrituras como esta miel, pero no las entendían bien.
 
San Gregorio, 31 Mor., cap. 19, super Job 39, 20
O por la misma especie de alimentos designó su precursor al Señor. El, que en verdad vino para nuestra redención, comió la miel silvestre, porque tomó la dulzura del infructuoso gentilismo. Y, porque verdaderamente convirtió en parte a muchos judíos, tomó por alimento langostas, las cuales dando súbitos saltos caen al punto en tierra. Y, como ellas, los judíos daban saltos cuando prometían llenar los preceptos de Dios y caían en tierra cuando por sus malas obras negaban haberlo oído. Así, pues, se levantaban por las palabras y caían por los hechos.
 
Beda
El vestido y el alimento de San Juan pueden también expresar la naturaleza de sus inclinaciones. Usaba vestidos austeros, porque no fomentaba la vida de los pecadores con halagos, sino que los increpaba con el vigor de un áspero enojo. Ceñía su cintura con una correa de cuero, porque crucificaba su carne con sus vicios y concupiscencias. Comía langostas y miel silvestre, porque su predicación tenía para el pueblo cierto sabor dulce, por lo que juzgaron las gentes que El era el Cristo. Sin embargo, pronto entendieron sus oyentes que no era él el Cristo, sino su precursor y profeta, porque la dulzura, en verdad, es propia de la miel, y el vuelo rápido lo es de las langostas. Y continúa: "Y predicaba diciendo: El que ha de venir después de mí, es más poderoso que yo".
 
Glosa
Decía esto para hacer cambiar de opinión a la muchedumbre que creía que él era el Cristo. Anunciaba que Cristo era más fuerte. Este había de perdonar los pecados, cosa que él no podía hacer.
 
San Jerónimo
¿Quién es más fuerte que la gracia -representada por San Juan Bautista- por la que se perdonan los pecados, sino Aquél que los perdona setenta veces siete? Ciertamente que la gracia antecede, pero perdona por el bautismo una sola vez los pecados, en tanto que la misericordia alcanza a los desdichados pecadores desde Adán a Jesucristo por setenta y siete generaciones, y llega hasta ciento cuarenta y cuatro mil.
 
San Crisóstomo, In Matth. hom., 11
Para que no se piense que se compara con Cristo al decir esto, añade: "Y no soy yo digno", etc. Ahora bien, no es lo mismo desatar la correa de sus sandalias (esto es lo que dice San Marcos) que descalzar las sandalias (esto es lo que dice San Mateo). Y ciertamente, siguiendo el orden de la narración y no engañándose por esto en nada, dicen los evangelistas que, de acuerdo al significado de la afirmación, San Juan Bautista dijo lo uno y lo otro. En cuanto a los comentadores, cada uno lo expone de diferente modo, teniendo en cuenta que se llama correa a la ligadura de las sandalias. Así, pues, San Juan dice esto para ensalzar la excelencia del poder de Cristo y la grandeza de su divinidad. Es como si dijera: ni siquiera soy digno de figurar en el orden de sus ministros. Así, pues, es asunto de la mayor importancia el considerar las cosas que pertenecen al Cuerpo de Cristo como inclinándose en tierra, desde donde hay que mirar la imagen de las cosas superiores para descifrar cada uno de los inexplicables tesoros que se refieren al misterio de la encarnación.
 
San Jerónimo
La sandalia está en la parte extrema del cuerpo, el Salvador en su Encarnación ha tenido como fin extremo la justicia. Por esto dice el profeta ( Sal 59,10 y 107): "Sujetaré la Idumea a mi imperio, o por la Idumea extenderé mis plantas".
 
San Gregorio, hom. 7, sobre el Evang
Las sandalias se hacen también de los animales muertos. Al encarnarse apareció como calzado el Señor, Aquel que en su divinidad tomó para sí lo mortal de nuestra corrupción. O de otro modo: Era costumbre entre los antiguos el que, si alguno no quería recibir por esposa a la que se pretendiera para él por derecho de parentesco, desatase su calzado el que debía ser su esposo. Por esta razón anuncia que él es indigno de desatar la correa de sus sandalias, como diciendo abiertamente: "Yo no soy digno de descalzar al Redentor, porque no usurpo el nombre de esposo, que no merezco".
 
Teofilacto
Se entiende también así: Todos los que se acercaban y eran bautizados por San Juan, creyendo en Cristo eran librados de la ligadura de los pecados por la penitencia. De este modo desataba San Juan la correa de todos los demás, es decir, la ligadura de los pecados. Pero esto no valió para Jesús, porque no encontró pecado en El.
 
Beda
San Juan no llama aún al Señor manifiestamente Dios o Hijo de Dios, sino tan solamente varón más fuerte que él, porque sus oyentes, aún ignorantes, no comprendían lo insondable de tan gran misterio. ¿Cómo era que el Hijo Eterno de Dios hubiese nacido de nuevo, tomando forma humana de la Virgen? Por ello, poco a poco habían de ser introducidos en la fe de la divinidad eterna por el conocimiento de la humildad glorificada. Sin embargo, aunque ocultamente, les declaraba que éste era el Dios verdadero al decir: "Yo os bautizo en el agua, pero El os bautizará en el Espíritu Santo". ¿Quién puede dudar, pues, que nadie además de Dios puede dar la gracia del Espíritu Santo?
 
San Jerónimo
¿Qué cosa hay diferente entre el agua y el Espíritu Santo, que era llevado sobre las aguas? El agua es misterio del hombre, pero el Espíritu es misterio de Dios.
 
Beda
Somos bautizados por el Señor en el Espíritu Santo, no sólo cuando el día del bautismo fuimos lavados en la fuente de la vida para remisión de los pecados, sino también cada día cuando la gracia del mismo Espíritu nos inflama para hacer lo que agrada a Dios.

09-11

Y sucedió en aquellos días que vino Jesús de Nazaret a Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y subiendo luego del agua, se le abrieron los cielos y vio bajar al Espíritu de Dios en forma de paloma y posar sobre El. Y se oyó una voz del cielo que dijo: "Tú eres mi Hijo querido, en quien tengo puesta mi complacencia". (vv. 9-11)
 
San Jerónimo
Marcos evangelista, así como el ciervo que deseoso de las fuentes de agua salta por las llanuras y por las empinadas cuestas, y así como la abeja que destila miel gusta de paso las flores, relata la venida de Jesús de Nazaret diciendo: "Y sucedió en aquellos días", etc.
 
San Crisóstomo
Puesto que preparaba otro bautismo, viene al bautismo de San Juan, que era incompleto respecto al suyo. Y sin embargo era también distinto del de los judíos, como si fuera un término medio entre ambos. Así, pues, por la naturaleza del bautismo, manifiesta que no se bautiza para obtener el perdón del pecado ni por la necesidad de recibir al Espíritu Santo. De ambas cosas carecía el bautismo de San Juan. Fue bautizado para que se hiciera manifiesto a todos, para que creyeran en El, y para que toda justicia hallase su plenitud por la observancia de los mandamientos, ya que se había mandado a los hombres que recibiesen el bautismo del profeta.
 
Beda
Fue bautizado para que se confirmase con su bautismo el de San Juan y para que, santificando el agua del Jordán, se mostrase por la bajada de la paloma la venida del Espíritu Santo en el baño de los creyentes. Y continúa: "Y luego que salió del agua se le abrieron los cielos, y vio bajar al Espíritu de Dios en forma de paloma y posar sobre El".
Se abren los cielos no porque se abran los elementos naturales, sino porque se abren a los ojos espirituales. De este modo estaban abiertos también para Ezequiel, como lo recuerda en el principio de su libro. Fue para nuestro beneficio que viese abiertos los cielos después del bautismo, dando a entender que por el baño de la regeneración se nos abre la puerta del reino celestial.
 
San Crisóstomo, In Matth. hom., 12
Se abren para que de los cielos se conceda la santificación a los hombres, y para que lo terreno se una a lo celestial. Se dice también que el Espíritu Santo bajó sobre El, no como si viniese a El por primera vez ya que jamás lo abandonó, sino para manifestar que éste era el Cristo que predicaba San Juan, señalado a todos como con el dedo de la fe.
 
Beda
El ver bajar al Espíritu Santo en el bautismo, era señal de la gracia espiritual que en el bautismo se nos confiere.
 
San Jerónimo
Esta es la unción de Cristo según la carne (a saber, la unción con el Espíritu Santo), de la cual se dice ( Sal 44,8): "Te ungió, oh Dios, el Dios tuyo con óleo de alegría, con preferencia a tus compañeros".
 
Beda
Con mucha razón desciende el Espíritu Santo en forma de paloma, porque es animal de gran sencillez y no tiene la malicia de la hiel. De este modo nos insinúa figuradamente que busca los corazones sencillos y que no se digna habitar en la mente de los impíos.
 
San Jerónimo
Desciende el Espíritu Santo en forma de paloma, porque en el Cántico se dice de la Iglesia ( Cant 2,10; 5,2): "Esposa mía, amiga mía, prójimo o compañero mío, amada mía, paloma mía". Esposa de los patriarcas, amiga de los profetas, prójimo en José y María, amada en Juan Bautista, paloma en Cristo y los apóstoles, a quienes se dice ( Mt 10,16): "Sed prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas".
 
Beda
Se posó la paloma sobre la cabeza de Jesús, para que ninguno juzgase que la voz del Padre se dirigía a San Juan y no al Señor. Con razón, pues, añadió: "Y se posó sobre El", esto es en Cristo particularmente, que llenándolo una vez el Espíritu Santo, nunca lo abandonó. De otro modo es con sus fieles, a quienes la gracia del Espíritu se confiere a veces para hacer muestras de virtudes y milagros, aunque otras veces se les quita. No obstante, nunca les falta esta gracia para obrar la piedad y la justicia, y para conservar el amor a Dios y al prójimo. Al mismo que vino a San Juan para ser bautizado con otros, señaló la voz del Padre como verdadero Hijo de Dios, para bautizar al que quisiera en el Espíritu Santo. Y continúa: "Y se oyó una voz del cielo que dijo: Tú eres mi querido Hijo, en quien tengo puesta toda mi complacencia". Con esto no se enseña al Hijo de Dios lo que no sabía, sino que se nos muestra a nosotros lo que debemos creer.
 
San Agustín, De Cons. Evang., lib.2, cap. 14
San Mateo refiere que dijo: "Mi Hijo querido" ( Mt 3,17), porque quiso mostrar que tales palabras equivalían a estas otras: "Este es mi Hijo querido". Con ello se indicaba a los que las oían que era el mismo Hijo de Dios. El que vacile entre estas dos frases puede aceptar cualquiera de ellas, con tal que entienda que los que no usaron la misma expresión admitieron el mismo sentido. La complacencia que parecía tener Dios en su Hijo se nos indica con estas palabras: "En quien tengo puesta toda mi complacencia".
 
Beda
La misma voz enseña también que podemos hacernos hijos de Dios por el agua de ablución y el Espíritu de santificación. El misterio de la Trinidad se demuestra del mismo modo en el bautismo: el Hijo es bautizado, el Espíritu baja en figura de paloma, la voz del Padre al Hijo se oye como testimonio de confirmación.
 
San Jerónimo
En sentido místico, huyendo nosotros de la veleidad del mundo y atraídos por la fragancia y pureza de las virtudes, corremos con los santos detrás del esposo. Por la gracia del perdón somos purificados con el sacramento del bautismo en las fuentes del amor a Dios y al prójimo. Ascendiendo por la esperanza contemplamos los secretos celestiales con los ojos de un corazón puro. Recibimos después al Espíritu Santo, que baja hasta aquéllos en quienes reina la mansedumbre, la contrición, la humildad y la sencillez de corazón, y permanece en ellos con la caridad que nunca se debilita. Y la voz del Señor desde los cielos se dirige a nosotros, amados por Dios ( Mt 5,9): "Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios", y entonces se complace en nosotros el Padre con el Hijo y el Espíritu Santo, esto es, cuando formamos un espíritu con Dios.

12-13

Y en seguida el espíritu le arrojó al desierto. Y estuvo en el desierto cuarenta días y cuarenta noches, y fue tentado por Satanás. Y estaba con las fieras, y los ángeles le servían. (vv. 12-13)
 
San Crisóstomo, hom. 13 sobre San Mat
Porque Cristo lo hacía y soportaba todo para enseñanza nuestra, empezó, después del bautismo, por habitar en el desierto. Allí luchó contra el diablo para que cada uno de los bautizados resistiese pacientemente las mayores tentaciones después del bautismo, y para que permaneciese vencedor resistiéndolo todo, no turbándose si algo sucedía fuera de lo que esperaba. Pues aunque Dios permita que las tentaciones sean de muchas y variadas maneras, las permite también para que sepamos que el hombre tentado se constituye en el mayor honor, pues no se dirige el diablo sino a los que ve en grande elevación. Se dice: "Y en seguida el Espíritu le arrojó al desierto". De este modo el evangelista no nos lo muestra simplemente yendo al desierto, sino arrojado a él, para que entendamos que así se hace explícita la disposición divina. También nos enseña de este modo que no debe el hombre arrojarse por sí mismo a la tentación, sino que ha de vencerla cuando de otra parte fuera como arrojado a ella.
 
Beda
Para que nadie dude quién fue el Espíritu que lo arrojó al desierto, San Lucas (4,1) puso en primer lugar, con buen consejo, que Jesús volvió del Jordán lleno del Espíritu Santo, para luego concluir: "Y era llevado al desierto por el Espíritu". Con esto nadie debe juzgar que el espíritu inmundo prevalecería contra El, quien lleno del Espíritu Santo iba donde quería y hacía lo que quería.
 
San Crisóstomo, ut sup
Lo arrojó el Espíritu al desierto, para ofrecer ocasión al diablo para que le tentase no sólo por el hambre, sino por el lugar, ya que el diablo se acerca con preferencia a los que ve que permanecen solitarios.
 
Beda
Se retira también al desierto para enseñarnos a abandonar los halagos del mundo y las malas amistades, y a guardar en todo los preceptos divinos. Fue tentado por el diablo, para indicarnos que todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo sufren persecuciones ( 2Tim 3,12). Y continúa: "Y estuvo en el desierto cuarenta días y cuarenta noches, y era tentado por Satanás". Fue tentado cuarenta días y cuarenta noches para mostrarnos que por todo el tiempo que servimos al Señor en esta vida, sea que nos halague la prosperidad (lo que pertenece al día) o que la adversidad nos hiera (lo que conviene al aspecto de la noche), en todo tiempo se halla presente el adversario que con la tentación no cesa de poner obstáculos a nuestro camino. Los cuarenta días y noches representan todo el tiempo de este siglo, porque el mundo, en el cual servimos al Señor, tiene cuatro partes; diez son los preceptos, por cuya observancia combatimos contra el enemigo; y cuatro veces diez hacen cuarenta.
"Y estaba, prosigue, entre las fieras".
 
San Crisóstomo
Dice esto para mostrar qué clase de desierto era. No había en él camino para los hombres, y estaba lleno de animales feroces. Y añade: "Y los ángeles le servían". Porque después de la tentación y de la victoria contra el diablo, obró la salvación de los hombres. Y como dice la Escritura ( Heb 1,14): "Los Angeles son enviados para servir a aquellos que toman la herencia de salvación". Es de notar que los ángeles servidores asisten a los que han vencido la tentación.
 
Beda
Debemos considerar también que Cristo mora entre las fieras como hombre, y que es servido por ministerio angélico como Dios. Del mismo modo nosotros, cuando en el yermo de un trato santo toleramos las bárbaras costumbres de los hombres sin manchar nuestra alma, merecemos el ministerio de los ángeles, con los cuales, libres del cuerpo, nos trasladamos a la eterna felicidad.
 
San Jerónimo
Es cuando la carne no desea contra el espíritu cuando están pacíficas con nosotros las fieras, como en el arca de Noé los animales puros con los impuros ( Gén 7). Después de esto nos son enviados los ángeles ministros, para que den respuestas y consuelos a nuestros corazones vigilantes.

14-15

Después que fue entregado Juan, llegó Jesús a Galilea predicando el Evangelio del reino de Dios, y diciendo: "Puesto que el tiempo se ha cumplido, y se ha aproximado el reino de Dios, haced penitencia y creed en el Evangelio". (vv. 14-15)
 
San Crisóstomo
San Marcos evangelista sigue en el orden a San Mateo. Es así que, después que dijo que los ángeles lo servían, añadió: "Después que fue entregado Juan llegó Jesús", etc. Después de las tentaciones y de ser servido por los ángeles, partió a Galilea. De este modo nos enseña a no resistir a las violencias de los malvados.
 
Teof
Es así como nos muestra que en las persecuciones conviene huir y no esperar, más cuando cayéremos, conviene resistir.
 
San Crisóstomo
El se retiró también con el fin de conservarse para las enseñanzas y curaciones antes de su Pasión y, una vez cumplidas todas estas cosas, hacerse obediente hasta la muerte.
 
Beda
Apresado San Juan, empezó el Señor a predicar oportunamente, por lo que continúa: "Predicando el Evangelio", etc., porque donde tiene fin la ley es consiguiente que tenga origen el Evangelio.
 
San Jerónimo
Desapareciendo la sombra, aparece la verdad. San Juan en la cárcel, la ley en Judea; Jesús en Galilea, San Pablo predicando a las gentes el Evangelio del reino. La pobreza sucede al reino terreno, el reino sempiterno se da a la pobreza de los cristianos. La honra terrena se compara a la espuma, al agua helada, al humo o al sueño.
 
Beda
No piense ninguno que el confinamiento de San Juan en la cárcel fue inmediatamente después de la tentación de los cuarenta días y del ayuno del Señor. Cualquiera que leyere el Evangelio de San Juan encontrará que el Señor enseñó muchas cosas antes que San Juan fuese entregado, obrando asimismo muchos milagros. Por eso dice su Evangelio: "Este fue el principio de los milagros de Jesús" ( Jn 2,11), y después: "Todavía Juan no había sido enviado a la cárcel" ( Jn 3,22). Se dice que cuando San Juan leyó los libros de San Mateo, San Marcos y San Lucas, los aprobó ciertamente como textos de la historia y afirmó que decían la verdad, refiriéndose a lo acaecido en el año que transcurrió después de la prisión de San Juan el Bautista. Por tanto, omitiendo él el año cuyas actas fueron suficientemente expuestas por los tres, narró los hechos del tiempo anterior al día en que fue encerrado San Juan en la cárcel. Habiendo dicho San Marcos que Jesús llegó a Galilea predicando el Evangelio del reino, añadió: "Puesto que el tiempo se ha cumplido", etc.
 
San Crisóstomo
Cumplido ya el tiempo, es decir, cuando verdaderamente llegó la plenitud de los tiempos y envió Dios a su Hijo ( Gál 4), fue conveniente que el género humano obtuviera la última gracia de Dios. Por esto dice que el reino de Dios se había aproximado. Pero el reino de Dios es, en cuanto a la sustancia, el mismo que el reino de los Cielos, aunque difiera por la razón. Se entiende por reino de Dios aquél en que Dios reina; esto es en las regiones de los vivos, cuando se vive en las buenas promesas de ver a Dios cara a cara. Aquella región se puede entender ya sea por el amor, ya sea por alguna otra prueba de aquellos que llevan la imagen divina. Esto se entiende por cielos. Es, pues, bien claro que el reino de Dios no se encierra en ningún lugar ni tiempo.
 
Teof
Dice el Señor que el tiempo de la ley se ha cumplido. Es como si dijese: Hasta el tiempo presente ha imperado la ley; en adelante será renovado el reino de Dios que, según el Evangelio, es la vida. Esta se identifica convenientemente con el reino de los cielos. Cuando veis que algún mortal vive según el Evangelio, ¿no decís acaso que tiene el reino de los cielos? Este no es alimento, ni bebida, sino justicia y paz, y gozo en el Espíritu Santo.
Y continúa: "Haced penitencia".
 
San Jerónimo
Hace penitencia el que quiere unirse al eterno Bien, esto es, al reino de Dios. El que desea la almendra de la nuez, rompe la cáscara. La dulzura de la fruta compensa la amargura de la raíz. La esperanza del enriquecimiento hace agradables los peligros del mar, la esperanza de la salud mitiga el dolor que causa la curación. Así, pues, los que merecieron llegar a la palma de la indulgencia son los que pueden anunciar dignamente las enseñanzas de Cristo. Y por esto, después que dijo: "Haced penitencia", añadió: "Y creed en el Evangelio, porque si no creyereis, no le entenderéis". Haced penitencia y creed, esto es, renunciad a las obras de muerte. Porque, de ¿qué aprovecha creer sin buenas obras? Porque no lleva a la fe el mérito de las buenas obras, sino que empieza la fe para que sigan las buenas obras.

16-20

Y pasando por la ribera del mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano suyo, que estaban echando las redes en el mar, pues eran pescadores, y Jesús les dijo: "Venid en pos de mí, y yo haré que vosotros seáis pescadores de hombres". Y dejando en seguida las redes, le siguieron. Y habiendo pasado un poco adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo y a su hermano Juan, remendando sus redes en la barca, y al punto les llamó. Ellos dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron. (vv. 16-20)
 
Glosa
Expuesta la predicación de Cristo a las gentes, trata el evangelista de la vocación de los discípulos, a aquellos que hizo ministros de su predicación. Dice: "Y pasando adelante cerca del mar de Galilea, vio a Simón", etc.
 
Teof
Como refiere San Juan evangelista, Pedro y Andrés eran discípulos del precursor, y viendo el testimonio que San Juan había dado de Jesús, se unieron a El. Condolidos después por haber sido apresado San Juan, volvieron a trabajar en su oficio de pescadores. Por lo que sigue: "Echando las redes en el mar, pues eran pescadores". Ved, pues, que ellos viven de su propio trabajo y no de la iniquidad. Eran por tanto dignos de ser los primeros discípulos de Cristo. Y Jesús les dijo: "Seguidme a mí". Los llama ahora por segunda vez, siendo ésta la segunda vocación con respecto a aquélla que se lee en San Juan. Les manifiesta para qué son llamados con las siguientes palabras: "Haré que vengáis a ser pescadores de hombres".
 
San Remigio
Porque por la red de la santa predicación sacaron a los hombres del mar profundo de la infidelidad a la luz de la fe. Y es muy admirable esta pesca, porque los peces cogidos mueren lentamente, mientras que los hombres prendidos por la palabra de la predicación son vivificados.
 
Beda
Pescadores e ignorantes, son enviados a predicar, para que se comprenda que la fe de los creyentes está en el poder de Dios y no en la elocuencia ni en la doctrina.
"Y, dejando en seguida las redes, le siguieron".
 
Teof
Así pues, no conviene tardarse, sino seguir a Dios inmediatamente. Después de éstos aparecen los pescadores Santiago y Juan, quienes, aunque eran pobres, sostenían a su anciano padre. "Y habiendo pasado un poco adelante, prosigue, vio a Santiago, hijo del Zebedeo, y a Juan", etc. Dejaron, pues, a su padre, porque les hubiera servido de impedimento para seguir a Cristo. Así vosotros, cuando para seguir al Señor encontréis algún impedimento en vuestros padres, dejadlos y acercaos a Dios. Con esto se manifiesta que Zebedeo no creyó, aunque creyó la madre de estos dos apóstoles. Ella, una vez muerto Zebedeo, siguió a Cristo.
 
Beda
Pero se preguntará alguno: ¿Cómo llamó de sus barcas de dos en dos a los pescadores, primeramente a Pedro y Andrés, después, avanzando un poco más, a los dos hijos de Zebedeo, cuando San Lucas dice ( Lc 5,1-11) que Santiago y Juan fueron llamados para ayudar a Pedro y a Andrés, y que Cristo sólo a Pedro dijo: "No temas; ya desde este momento serás pescador de hombres", y que sin embargo, conducidas las barcas a tierra, ambos lo siguieron? Por lo que entendemos, ocurrió primero lo que dice San Lucas, y después, cuando regresaron a la pesca según su costumbre, lo que refiere San Marcos. Entonces siguieron al Señor conduciendo las barcas a tierra, no ya con el pensamiento de volver a ellas, sino de seguir al que los llamaba y mandaba que lo siguiesen.
 
San Jerónimo
Místicamente: somos conducidos al cielo, como Elías, en esta carroza de los cuatro pescadores. La primera Iglesia se construye sobre estos cuatro vértices. Por las cuatro letras hebreas conocidas como tetragrammaton 1, reconocemos el nombre del Señor. A nosotros se nos aconseja con este ejemplo a que oigamos la voz de Dios que nos llama, y que olvidemos al pueblo de los vicios y la casa del trato paterno. Todo esto es necedad para Dios, y es como una red de telas de araña en la que -como a los mosquitos apenas caídos en ella- nos sostenía el aire, que está suspendido sobre la nada. De este modo debemos rechazar la barca del antiguo trato del mundo. Adán, que es nuestro padre según la carne, se cubría con pieles de animales muertos. Ahora, habiendo depuesto al hombre viejo con sus obras, y siguiendo al nuevo, nos cubrimos con las pieles de Salomón, con las cuales se vanagloriaba la esposa de parecer hermosa. Simón significa obediente, Andrés viril, Santiago suplidor, Juan gracia. Por estos cuatro nombres nos convertimos en imagen de Dios. La obediencia para que oigamos; la virilidad para que luchemos; el suplemento para que perseveremos; la gracia para que nos conservemos. Estas cuatro virtudes son llamadas cardinales, pues por la prudencia obedecemos, por la justicia obramos virilmente, por la templanza pisamos a la serpiente, y por la fortaleza merecemos la gracia de Dios.
 
Teof
Es de saber también que primeramente es llamada la acción, después la contemplación. El que en verdad está cerca de Pedro significa acción; el que está cerca de Juan, contemplación; Pedro es fervorosísimo y más solícito que los otros, pero Juan fue excelentísimo teólogo.
 
Notas
1. Del griego: tetra, cuatro, y gramma, letra: denominación técnica, entre los israelitas, del nombre propio de Dios, que consta de cuatro letras (yhwh). La verdadera pronunciación del tetragrama es yahvéh. La falsa pronunciación Jehová es de origen cristiano. (Haag-Van den Born-Ausejo, Diccionario de la Biblia)

21-22

Y entran en Cafarnaúm; y luego entrando los sábados en la Sinagoga, los enseñaba. Y se pasmaban de su doctrina, porque los enseñaba como teniendo potestad, y no como los escribas. (vv. 21-22)
 
San Jerónimo
Al redactar San Marcos el texto de su Evangelio, no siguió el orden de la historia, pero guardó el de los misterios. De aquí que refiera como primero la santificación de los sábados diciendo: "Y entran en Cafarnaúm".
 
Teof
Cuando se reunían el sábado los escribas, entró a enseñar en la sinagoga. Por lo cual sigue: "Y entrando los sábados en la sinagoga les enseñaba". La ley mandaba celebrar el sábado reuniéndose todos para consagrarse a la lectura. Cristo enseñaba argumentando, no adulando como los fariseos. Y continúa: "Y se admiraban de su doctrina, porque los enseñaba como teniendo potestad, y no como los escribas". Enseñaba con potestad, convirtiendo a los hombres al bien y advirtiendo con penas a los que no creían.
 
Beda
Los escribas enseñaban también a los pueblos lo que está escrito en Moisés y los Profetas. Pero Jesús, como Dios y Señor del mismo Moisés, con la libertad de su voluntad añadía a la ley lo que le parecía que le faltaba, o variándola predicaba al pueblo, según leemos en San Mateo ( Mt 5,21-44): "Se dijo a los antiguos; pero yo os digo".

23-28

Y estaba en su Sinagoga un hombre poseído del espíritu impuro y exclamó diciendo: "¿Qué hay entre nosotros y tú, Jesús Nazareno? ¿Viniste a perdernos? Sé quién eres, el Santo de Dios". Y Jesús le amenazó diciendo: "Enmudece, y sal de ese hombre". Y agitándole extraordinariamente el espíritu inmundo, y dando una gran voz, salió de él. Y todos se admiraron de tal modo, que unos a otros se preguntaban diciendo: "¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? ¿Por qué manda con imperio a los espíritus impuros y le obedecen?" Y su fama se difundió rápidamente por toda la región de Galilea. (vv. 23-28)
 
Beda
Puesto que por envidia del diablo entró la muerte en el mundo (cap. 2), debió obrar la medicina de salvación contra el mismo autor de la muerte. Por eso dice: "Y había en su Sinagoga un hombre poseído del espíritu impuro".
 
San Crisóstomo
Se llama espíritu al ángel, al aire y al alma, y también al Espíritu Santo. Así, para que no caigamos en error por ser uno mismo el nombre, añade impuro, porque es impuro a causa de la impiedad y de su alejamiento de Dios, y porque se mezcla en todas las obras impuras y malas.
 
San Agustín, De la ciudad de Dios, lib. 9, cap. 20-21
Cuánta fuerza tiene verdaderamente contra la soberbia de los demonios la humildad de Dios, quien ha venido entre nosotros como siervo. Esto lo saben también los demonios, quienes se lo han expresado al mismo Señor revestido de la debilidad de la carne: "Y exclamó diciendo: ¿Qué hay entre nosotros y Tú Jesús Nazareno?", etc. En estas palabras se ve claramente que había en ellos ciencia, más no caridad.
 
Beda
Viendo al Señor en la tierra, creían los demonios que habían de ser juzgados al momento.
 
San Crisóstomo
Habló así como si dijera (el espíritu inmundo): Arrojando la impureza de los corazones de los hombres y depositando en ellos tu pensamiento divino, no nos das lugar en ellos.
 
Teof
El demonio decía que era su perdición salir del hombre, porque los demonios carecen de caridad y juzgan que sufren algún mal cuando no dañan a los hombres.
Y sigue: "Sé quién eres, el Santo de Dios".
 
San Crisóstomo
Es como si dijese: Tengo puesta la atención en tu venida, pues no tenía noticia segura y cierta de la venida de Dios. Le dice Santo, no como a uno de tantos, porque santo era también cada uno de los profetas. Le dice que es el único Santo (así lo expresa el artículo que se pone en griego), y verdaderamente por temor lo reconoce Señor de todo.
 
San Agustín, ut sup. De la ciudad de Dios, lib. 9, 21
Se dio a conocer a ellos según quiso, y quiso cuanto convino. No se dio a conocer como a los santos ángeles que, participando de su eternidad, gozan de El como Verbo que es. Se dio a conocer como debía para aterrarlos y librar de su tiránico poder a los predestinados. No se dio a conocer a los demonios como Vida eterna, sino por ciertos efectos temporales de su poder que, más que a la debilidad de los hombres, eran sensibles a los ángeles y aún a los espíritus malignos.
 
San Crisóstomo
La Verdad no quería el testimonio de los espíritus impuros, y por esto dice: "Y Jesús le amenazó diciendo", etc. Con esto se nos da la saludable enseñanza de que no creamos a los demonios aunque anuncien la verdad. Y sigue: "Y agitándole extraordinariamente el espíritu", etc. Y para que no se juzgase que las palabras de aquel hombre que hablaba discreta y sabiamente nacían de su corazón sino del demonio, permitió a éste que agitase extraordinariamente al hombre. De este modo se demostraba que era el demonio quien hablaba.
 
Teof
Para que los que lo presenciaban considerasen el mal de que se libraba el hombre, y creyesen a causa del milagro.
 
Beda
Puede parecer que las palabras de San Marcos, agitándole extraordinariamente, o, como dicen algunos códices, atormentándole, se oponen a las de San Lucas, aunque no le hizo daño. Pero el mismo San Lucas dice ( Lc 4,25): "Habiéndole arrojado al suelo en medio de todos, salió de él, sin hacerle daño alguno". De donde se deduce que dijo lo mismo San Marcos con la frase: "Agitándole extraordinariamente o atormentándole", que San Lucas con esta otra: "Habiéndole arrojado al suelo en medio de todos". En cuanto a las palabras que siguen: "Sin hacerle daño alguno", dan a entender que aquel fuerte estremecimiento y maltrato corporal no lo debilitó ni le hizo perder ningún miembro, como suele suceder a aquéllos de quienes sale el demonio. Vista, pues, la fuerza del milagro, y admirando la novedad de la doctrina del Señor, se apresuran a indagar las cosas que oían por las que veían. Y continúa: "Y todos se admiraron", etc. Este era el objeto de los milagros: que se creyese con más certidumbre lo que se anunciaba en el Evangelio del reino de Dios, viendo que los que prometían goces celestiales a los hijos de la tierra, hacían ver en ella obras celestiales y divinas. Antes, según el evangelista, estaba enseñando a éstos como quien tiene potestad. Ahora, según el testimonio de la gente, manda con poder sobre los espíritus inmundos, quienes lo obedecen. Luego dice: "Y su fama pasó", etc.
 
Glosa
Lo que admiran mucho los hombres lo divulgan inmediatamente, porque de la abundancia del corazón habla la boca ( Mt 12,34).
 
San Jerónimo
Cafarnaúm en sentido místico significa granja de consuelo, y sábado descanso. Así, pues, el hombre con el espíritu inmundo sana con el descanso y el consuelo, de modo que el lugar y el tiempo convienen a la salvación. El hombre con el espíritu impuro es el género humano, en el cual reinó la impureza desde Adán hasta Moisés, porque sin ley pecaron, y sin ley perecieron ( Rom 2). Se manda callar al que conoce al Santo de Dios, porque los que conocieron verdaderamente a Dios no lo glorificaron como a Dios, sino que sirvieron más bien a la creatura que al Creador ( Rom 1). El espíritu que atormentaba al hombre salió de él. Acercándose la salvación, se acercó también la tentación. El faraón, que habría de dejar ir a Israel, persigue a Israel ( Ex 14). El diablo menospreciado se alza para hacer caer.

29-31

Y luego que salieron de la sinagoga fueron a casa de Simón y Andrés con Santiago y Juan. Hallábase en la cama con calentura la suegra de Simón, y al punto le hablan de ella. Y acercándose la levantó tomándola de la mano, y en el momento se le quitó la calentura, y se puso a servirlos. (vv. 29-31)
 
Beda
Primeramente debió cerrar aquella boca de serpiente para que no esparciese más veneno. Después curó a la mujer, que fue seducida antes, de la fiebre de la concupiscencia carnal. Por esto dice: "Y luego que salieron de la sinagoga fueron", etc.
 
Teof
Se retiró cerca del anochecer del sábado, como era costumbre, para ir a casa de sus discípulos. Pero la mujer que debía servirles estaba con fiebre. Y sigue: "Hallábase con calentura la suegra de Simón".
 
San Crisóstomo
Como esperaban que habían de obtener por ello alguna utilidad, le rogaban los discípulos, sin esperar a la noche, que curase a la suegra de Pedro. Y continúa: "Y al punto le hablan de ella".
 
Beda
En el Evangelio de San Lucas se lee que le rogaron por ella ( Lc 4,38). Tan pronto como ruegan al Salvador, cura El espontáneamente a los enfermos. De este modo muestra que las pasiones y los vicios se mitigan siempre con los ruegos de los fieles, y que a veces da a entender a los mismos lo que no entienden absolutamente. O perdona también lo no entendido a los que piadosamente le ruegan con insistencia, como pide el salmista ( Sal 18,13): "Purifícame, Señor, de mis yerros ocultos". Por esto cura cuando se le ruega. Continúa, pues: "Y acercándose la levantó tomándola de la mano".
 
Teof
Esto quiere significar que si alguno enferma, será curado por Dios si sirviere a los santos por amor de Cristo.
 
Bed, super Lucam, cap. 4
La frecuencia con que reparte sus dones de medicina y doctrina, principalmente los sábados, enseña que El no está bajo la ley, sino sobre ella, y que no ha elegido el sábado judío, sino el verdadero sábado. El descanso es querido por el Señor, si atendiendo a la salvación de las almas nos abstenemos de obras serviles, esto es, de todas las ilícitas. "Y en el momento, prosigue, se le quitó la calentura". La salud que se da por mandato del Señor vuelve toda a la vez y acompañada de tanta fuerza, que basta para que pueda ponerse a servir a los que la asistían. Si dijéremos que el varón librado del demonio significa el ánimo purificado moralmente de todo pensamiento inmundo, habremos de decir que la mujer curada de la fiebre a la voz del Señor significa la carne preservada del fuego de la concupiscencia por los preceptos de la continencia.
 
San Jerónimo
La fiebre significa incontinencia, de la cual sanamos los que no somos hijos de la sinagoga por mano de la templanza con la elevación del deseo, sirviendo a la voluntad del que nos sana.
 
Teof
Tiene fiebre el que se irrita, puesto que por la ira muestra desenfrenadamente las manos. Pero si detiene la razón su mano, se levanta y de este modo le sirve.

32-34

Por la tarde, puesto ya el sol, le traían todos los enfermos y endemoniados, y toda la ciudad se había juntado delante de la puerta. Y curó a muchas personas afligidas por varias dolencias, y lanzó a muchos demonios, sin permitirles decir que sabían quién era. (vv. 32-34)
 
Teof
Como las gentes consideraban que a nadie era permitido curar en sábado, esperaban el ocaso del sol para llevar a Jesús a los que había de curar. Así dice: "Por la tarde, puesto ya el sol, le traían todos los enfermos", etc. Y después: "Y curó a muchas personas afligidas por varias dolencias".
 
San Crisóstomo
En donde dice muchas debe entenderse todas, según la costumbre de la Escritura.
 
Teof
O dice muchas, porque hubo algunos que no fueron curados a causa de su incredulidad. Pero curó a todos aquellos que de entre los presentados tenían fe. "Y lanzó, continúa, a muchos demonios".
 
San Agustín, De cuest. sobre el antiguo y nuevo Testamento, cap. 66
Los demonios sabían que El era el Cristo que había sido prometido por la ley, pues veían en El todas las señales que habían anunciado los profetas. Aún así, tanto ellos como sus príncipes, desconocían el misterio de su divinidad, ya que si lo hubieran conocido, nunca hubiesen crucificado al Señor de la majestad ( 1Cor 2,8).
 
Beda
El diablo comprendió (o más bien sospechó) que era el Hijo de Dios por las señales tan portentosas que realizaba aquel hombre, a quien había visto en el pesado ayuno de cuarenta días, pero que ni aun en medio de la tentación le permitió experimentar que era el Hijo de Dios. Por tanto, indujo a los judíos a que lo crucificaran, no porque no juzgara que era el Hijo de Dios, sino porque no previó que con su muerte había de ser él condenado.
 
Teof
El Señor no dejaba hablar a los demonios porque así nos enseñaba a no creerles aunque digan la verdad, pues la mezclarán con la mentira cuando encuentren alguno que les crea.
 
San Crisóstomo
No se opone lo que se consigna aquí a lo que dice San Lucas ( Lc 4,41) en cuanto a que salían los demonios de muchos clamando y diciendo: "Tú eres Cristo, Hijo de Dios", porque añade: "Y reprendiéndolos no les dejaba hablar". Omitiendo muchos detalles para mantener la brevedad, habla San Marcos acerca de la finalidad de dichas palabras.
 
Beda
El ocaso del sol significa místicamente la pasión y muerte de Aquel que dijo ( Jn 9,4): "En tanto que estoy en el mundo, soy la luz del mundo". Es al ocaso del sol cuando es curada la mayor parte de los enfermos y poseídos, porque Aquel que durante su estancia en este mundo enseñó a unos cuantos judíos, les transmitió los dones de la fe y de la salvación a todos los pueblos de la tierra.
 
San Jerónimo
En sentido moral, la puerta del reino es la penitencia con la fe, que da la salud en diversas enfermedades, porque son varios los vicios que enferman la ciudad del mundo.

35-39

Y levantándose muy de mañana, salió y fue a un lugar solitario, y hacía allí oración. Y le siguieron Simón y los que con él estaban. Y cuando llegaron a El, le dijeron: "Todos te andan buscando"; y El les dijo: "Vamos a las aldeas y ciudades próximas, para que predique allí, porque para esto he venido". Y predicaba en las sinagogas de ellos y por toda la Galilea, y lanzaba los demonios. (vv. 35-39)
 
Teof
El Señor, después de curar a los enfermos, se retiró a un sitio apartado: "Por la mañana muy de madrugada salió fuera a un lugar solitario". Con lo cual nos enseñó a no hacer nada por ostentación y a no publicar lo bueno que hagamos. Y continúa: "Y hacía allí oración".
 
San Crisóstomo
Porque obrando de este modo se nos ofrece verdaderamente como modelo con el que debemos configurarnos por nuestras buenas obras.
 
Teof
También nos muestra que es a Dios a quien debemos atribuir todo lo bueno que hagamos, y a quien debemos decir: Todo el bien de que gozamos nos viene de Ti desde el cielo ( Stgo 1). "Y le siguieron Simón y los que con él estaban".
 
San Crisóstomo
San Lucas dice que las muchedumbres se acercaron a Cristo y le dijeron lo que San Marcos pone en boca de los apóstoles en los siguientes términos: "Y cuando llegaron a El, le dijeron: todos te andan buscando". Pero no hay contradicción entre ambos evangelistas, pues permitió el Señor que la muchedumbre, anhelante por llegar a los pies de Cristo, se juntase a El después de los apóstoles. Y aunque la recibió con gozo, quiso despedirla como si no hubiera de permanecer mucho tiempo en este mundo, para que también otros fuesen partícipes de su doctrina. Así continúa: "Y El les dijo: Vamos a las aldeas y ciudades próximas para que predique allí".
 
Teof
Se dirige a aquellos que más lo necesitan, porque conviene extender por todas partes sus rayos y no circunscribir su doctrina a un solo lugar. Y prosigue: "Porque para esto he venido".
 
San Crisóstomo
En lo cual manifiesta el misterio de la encarnación y el señorío de su divinidad confirmando que había venido al mundo por su voluntad. Y San Lucas dice ( Lc 4,43): "Para esto soy enviado", manifestando la buena voluntad de Dios Padre sobre la disposición de la encarnación del Hijo.
"Y predicaba en sus sinagogas por toda la Galilea".
 
San Agustín, De cons. Evang., lib. 2, cap. 19
En esta predicación que tuvo lugar en toda la Galilea está comprendido también el sermón que pronunció el Señor en el monte, como lo refiere San Mateo. Ni de éste ni de alguno semejante hace mención San Marcos, si se exceptúan algunas sentencias sueltas que dijo el Señor en otros lugares y que él consignó aunque no consecutivamente.
 
Teof
Juntó la obra a la palabra, porque después de predicar ahuyentó los demonios conforme a estas palabras: "Y echaba a los demonios". Si Cristo no hubiese hecho milagros, no se hubiera creído su doctrina. Del mismo modo, el que enseña debe obrar en consonancia con lo que enseña, a fin de que no se pierdan sus palabras.
 
Beda
Si la muerte del Salvador se expresa místicamente por el ocaso del sol, ¿por qué no ha de expresar la vuelta de la aurora su resurrección? Y así, al rayar la aurora fue al desierto de las gentes donde oraba en sus fieles, porque por la gracia del Espíritu Santo excitaba sus corazones a la virtud de la oración.

40-45

Y vino también a El un leproso rogándole, e hincándose de rodillas, le dijo: "Si Tú quieres, puedes limpiarme". Jesús, compadeciéndose de él, extendió la mano, y tocándole, le dice: "Quiero; sé limpio". Y acabando de decir esto, al instante desapareció de él la lepra y quedó limpio. Y Jesús le despachó luego, conminándole y diciéndole: "Mira que no lo digas a nadie; pero ve, y preséntate al príncipe de los Sacerdotes, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para que esto les sirva de testimonio". Mas aquel hombre, así que salió, comenzó a publicar su curación, y a divulgarla por todas partes; de modo que ya no podía Jesús entrar manifiestamente en la ciudad, sino que andaba fuera por lugares solitarios, y acudían a El de todas partes. (vv. 40-45)

Beda
Después de ser reducida a silencio la lengua de serpiente de los demonios, y después de ser curada de la fiebre la mujer primeramente seducida, fue curado de la lepra de su error aquel hombre que por las palabras de su mujer se dejó llevar al mal, a fin de que existiese el mismo orden en la restauración del Señor y en la caída de los dos primeros seres formados de barro. "Vino también a El, continúa, un leproso a pedirle favor".
 
San Agustín, De cons. Evang., lib. 2, cap. 19
Lo que dice San Marcos de este leproso curado, hace que por sus muchas coincidencias deba considerársele el mismo de quien San Mateo dice ( Mt 5,17) que fue curado después de que bajó el Señor de predicar en el monte.
 
Beda
Dice el Señor: "No he venido a destruir la ley, sino a darle cumplimiento". De este modo, al haber curado por el poder de Dios a aquel que como leproso estaba excluido de la ley, anunció que la gracia, que pudo lavar la mancha del leproso, no estaba en la ley, sino sobre ella. Y en verdad que así como se declara en el Señor la autoridad de la potestad, así también se declara en aquél la constancia de la fe. "E hincándose de rodillas, le dijo: Señor, si Tú quieres, puedes limpiarme". El se arrodilla cayendo sobre su faz, lo que es señal de humildad y vergüenza, para que cada cual se avergüence de las manchas de su vida. Pero esta vergüenza no impide su confesión; muestra la llaga y pide el remedio. Ya la misma confesión está llena de piedad y de fe. Si quieres, dice, puedes. Esto es, puso la potestad en la voluntad del Señor.
 
Teof
No dijo: Si rogares a Dios, sino: Si quieres, como creyéndolo Dios mismo.
 
Beda
No dudó de la voluntad de Dios como cualquier impío, sino como aquel que sabe lo indigno que es por las manchas que lo afean.
"Jesús, compadecido de él, extendió la mano, y tocándole, le dice: Quiero: sé limpiado".
 
San Jerónimo
No se debe entender y leer: quiero curar, como lo entiende la mayor parte de los latinos, sino separadamente, esto es, diciendo primero quiero, y mandando después sé curado.
 
San Crisóstomo, hom. 26, sobre San Mateo, y en la obra incompleta, hom. 21
Aunque podía curar al leproso sólo con la palabra, lo toca, porque la ley de Moisés decía ( Lev 22,4-6): "El que tocase al leproso quedará impuro hasta la noche". Con esto quería mostrar que esta impureza era según la naturaleza. Y como no se había dictado la ley para El, sino sólo para los hombres, y como era El mismo propiamente el Señor de la ley, y curaba como Señor y no como siervo, tocó con razón al leproso, aunque no era necesario el tacto para que se operase la cura.
 
Beda
Lo tocó también para probar que no podía contaminarse el que libraba a los otros. Es de admirar, al mismo tiempo, que lo curó del mismo modo como éste le había rogado: "Si tú quieres, dijo el leproso, puedes curarme". "Quiero", contestó Cristo, he aquí la voluntad. "Sé curado", he aquí el efecto de la piedad.
 
San Crisóstomo
No sólo no destruye la creencia del leproso, sino más bien la confirma, puesto que la enfermedad huye de la palabra, y lo que dijo el leproso de palabra, El lo cumplió con la obra. Por esto dice: "Y acabando de decir esto, al instante desapareció de él la lepra", etc.
 
Beda
No hay mediación, pues, entre la obra de Dios y el mandato, porque en el mandato está la obra ( Sal 148,4): dijo, pues, y todo fue hecho.
"Y Jesús le despachó luego conminándole y diciéndole: Mira que no lo digas a nadie".
 
San Crisóstomo
Como si dijera: No es tiempo ahora de publicar mi obra, ni necesito que tú la divulgues. De este modo nos enseña a no buscar la honra entre los hombres como retribución por nuestras obras. "Pero ve, prosigue, y preséntate al príncipe de los sacerdotes". El Salvador lo manda al sacerdote para que testifique la curación y para que no estuviera más fuera del templo, pudiendo orar en él con los demás. Lo mandó también para cumplir con lo prescrito por la ley, y para acallar la maledicencia de los judíos. Así pues, completó la obra mandándoles la prueba de ella.
 
Beda
Para que viera con toda evidencia el sacerdote que había sido curado no por orden de la ley, sino por gracia de Dios que está sobre ella.
"Y ofrece por tu curación lo que tiene Moisés ordenado, para que esto les sirva de testimonio".
 
Teof
Le manda que dé lo que tenían costumbre de dar los que eran purificados. Con ello demuestra que, en vez de oponerse a la ley, la confirma más, puesto que El mismo guarda sus preceptos.
 
Beda
Pero si alguno se admira de que el Señor aprobase el sacrificio judío, no recibido por la Iglesia, tenga presente que aún no había ofrecido su holocausto en la pasión. Pues no convenía mostrar la fuerza significativa de los sacrificios antes que aquel que había sido anunciado fuese confirmado por el testimonio de la predicación apostólica y de la fe de los pueblos creyentes.
 
Teof
Aunque el Señor se lo prohibió, el leproso divulgó el beneficio. "Mas aquel hombre, dice, así que se fue, comenzó a hablar de su curación y a publicarla por todas partes". Conviene que el favorecido sea agradecido y dé las gracias, aunque no necesite de ello el bienhechor.
 
San Gregorio, 19 Moral., cap. 18
Pero se pregunta uno con razón cómo no pudo permanecer en secreto ni por una hora lo que mandó el Señor que no se dijera a nadie. Es de notar que se divulgó el milagro que había hecho y que mandó no decir a nadie, para que sus elegidos sigan el ejemplo dado en esta doctrina, ocultando voluntariamente las grandes cosas que hagan, pero para que sean divulgadas, aunque contra su voluntad, en provecho de los demás. No es que habiendo querido hacer una cosa no pudiese hacerla, sino que como maestro dio un ejemplo de su doctrina sobre lo que deben querer sus discípulos, y de lo que aun contra su voluntad debe hacerse.
 
Beda
La perfecta salud de uno solo conduce a multitud de gentes hacia el Señor. "De modo que, prosigue, ya no podía Jesús entrar manifiestamente en la ciudad, sino que andaba fuera por lugares solitarios".
 
San Crisóstomo
El leproso, pues, publicaba por todas partes la admirable cura, de modo que todos corrían para ver al que lo había curado y para creer en El. Esto hizo imposible que el Señor predicase en las ciudades, teniendo que hacerlo en los desiertos.
 
San Jerónimo
En sentido místico, nuestra lepra es el pecado del primer hombre, en quien empezó cuando deseó los reinos del mundo. Porque la raíz de todos los males es la codicia ( 1Tim 6,10) siendo un ejemplo de ello Giezi, quien se vio cubierto de lepra por haberse dejado dominar de la avaricia ( 2Re 5,27).
 
Bed, cap.9
Extendida verdaderamente la mano del Salvador, esto es, encarnado el Verbo de Dios y tocando a la naturaleza humana, purifica a ésta de los diversos y antiguos errores.
 
San Jerónimo
La lepra manifestada al verdadero sacerdote, según el orden de Melquisedec, se limpia con la limosna. Dad limosna, y todo lo bueno será para vosotros ( Lc 11,41). Que Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, etc., significa que Jesús no se manifiesta a todos los que buscan alabanzas en las plazas públicas y que sirven a sus propias voluntades. Se manifiesta a los que salen fuera con Pedro y están en lugares desérticos, como los que eligió el Señor para orar y alimentar al pueblo. Se manifiesta a los que abandonan verdaderamente los placeres del mundo y todo lo que poseen, diciendo: Mi porción es el Señor. La gloria del Señor se manifiesta verdaderamente a los que vienen de todas partes, por las llanuras y montañas, y a quienes nada puede separar de la caridad de Cristo.
 
Beda
Después de realizado el milagro en la ciudad, el Señor se retira al desierto para manifestar que prefiere la vida tranquila y separada de las preocupaciones del mundo, y que por esta preferencia se consagra al cuidado de sanar los cuerpos.