Ester.

 

Nombre y Texto.

El libro de Ester ha ido errante de un lugar a otro en el catálogo de libros sagrados, dándosele a veces un carácter poético, otras considerándolo como profetico y no pocas colocándolo al final de la lista de los libros históricos. En el canon judío ocupa un lugar entre los libros de la tercera colección (Ketubim), asignándosele el quinto puesto en la subdivisión conocida con el nombre de megilloth = rollos. En un tiempo gozó el libro de tanta estima entre los judíos, que se le llamaba la megillah por excelencia. Corrientemente es conocido por megillath Ester, rollo de Ester, que se leía en la fiesta de Purim.

Gran parte del libro se ha conservado en hebreo (1:1-10:4), y otra en griego (10:5-16:24). Estas dos partes reciben el nombre de proto y deuterocanónicas respectivamente.

A) Texto Hebreo. — Se ha conservado en buen estado y en él se reflejan las modalidades propias del hebreo posterior a la cautividad, con influencias aramaicas. A este texto se le llama también masorético. Una edición del mismo, al alcance de todos, es la de R. Kittel, Biblia Hebraica (Stuttgart 1949).

B) Texto Griego De Las Adiciones. — Damos este nombre a las secciones griegas que siguen al texto hebraico a partir de 10:4. No es el texto una traducción de algún original hebraico, como lo demuestra su estilo depurado helenista. Los pocos semitismos con que se tropieza en la lectura provienen del alma judía del autor, probablemente judío helenista. Este texto griego se conserva en dos formas, una abreviada y otra amplia,

 

Versiones.

A) Griegas. — La traducción griega del texto original hebraico se ha conservado en tres formas: 1) Texto común, que se encuentra en los códices unciales Β S A y en otros menos importantes de la misma familia. Hizo esta versión Lisímaco, hijo de Tolomeo, que moraba en Jerusalén. En tiempos de Tolomeo y Cleopatra, cierto Dositeo, que se decía sacerdote y levita, y su hijo Tolomeo, la introdujeron en Egipto (v.1). Se reproduce en las principales ediciones griegas del Antiguo Testamento, tales como Tischendorf (1850-55), Vigouroux (1902), Swete (1887-1894), Rahlfs (Septuaginta I, Stuttgart 1935). Es el texto breve. 2) Texto amplio: Es una revisión de Luciano conservada en los códices 19, 93, 108. La publicó O. F. Fritzche 1. 3) Un tercer texto, del que nació la Vetus Latina, es acaso el más antiguo de todos. Schildenberger lo llama Ea.

B) Latinas. — 1) Vetus Latina. — Es la que mejor retransmite el texto griego original. Cree Schildenberger, siguiendo las huellas de D. de Bruyne, que es el testimonio más caracterizado del texto griego primitivo. Esta hipótesis, añade Lefévre 2, aunque no resuelva todas las dificultades, parece, sin embargo, la más probable.

2) Vulgata. — San Jerónimo tradujo el texto hebraico cuidadosamente, "verbum e verbo" (Praef. in libr. ludt: PL 28:1433). Como apéndice de esta versión coloca las partes adicionales, que dice haber encontrado en la edición vulgata de la Biblia griega, reuniéndolas al final del libro y anotándolas con un obelo (l.c.). No puso en su traducción el mismo esmero que en la del texto hebraico.

 

Cuestiones textuales.

No es fácil determinar la interdependencia existente entre los textos que acabamos de mencionar. ¿Cómo se explican las diferencias existentes entre los mismos? ¿Cuál es el origen del texto de las adiciones? El concilio de Trento decretó que el libro era sagrado y canónico en sus partes proto y deuterocanónicas. Sobre la cuestión textual se han propuesto las siguientes y principales hipótesis:

1) En un principio existieron dos textos hebraicos: uno corto, que corresponde al masorético actual, y otro más amplio, que utilizó Lisímaco en su traducción griega. Las partes deutero-canónicas no figuraban en el texto breve, pero sí en el segundo, que, al igual que las partes proto-canónicas, fueron traducidas al griego.

2) El texto masorético reproduce exactamente el original hebraico primitivo. autor sagrado compuso su libro sirviéndose de las memorias de Mardoqueo y Ester (9:20-23) y de los anales de los reyes de Persia (2:23; 6:1). El traductor griego, que tuvo a su disposición las mismas fuentes de consulta, quiso completar lo que le parecía manco y dar al libro un carácter religioso más palmario. De ahí el origen de las famosas adiciones griegas 3.

3) El texto griego de las partes proto y deutero-canónicas es una versión del texto original hebraico o aramaico. Más tarde, por motivos de la lectura del libro en la fiesta de Purim, se hizo una edición abreviada, que se ajusta al actual texto masorético. Dado que la fiesta había degenerado de su pureza primitiva, convirtiéndose en una bacanal, por respeto al nombre de Dios se suprimieron aquellas partes del libro de carácter religioso más acentuado. A esta opinión, que en su tiempo defendió J. B. de Rossi, se adhiere en parte B. Mariani4.

4) El texto hebraico masorético es el original; las partes deutero-canónicas griegas son amplificaciones, adiciones, suplementos hechos por el primer traductor griego u otro posterior. Hoy prevalece la opinión de que las adiciones fueron escritas originariamente en griego, no vislumbrándose en ellas vestigios de una traducción.

 

Partes deuterocanónicas.

Hemos dicho que San Jerónimo las puso como apéndice de su traducción del original hebraico. En las ediciones modernas se intercalan en el texto de la obra. Esta última costumbre ha puesto más al descubierto que su contenido no encaja perfectamente con lo que se dice en la primera parte o proto-canónica (3:2-6 y 12:6; 2:9 y 11:3; 6:3 y 12:5; 9:20-28 y 16:22). En las partes proto-canónicas no se menciona a Dios; en las otras, sí.

A pesar de las aparentes contradicciones, no hay inconveniente mayor en intercalar en el texto las partes que San Jerónimo reunió al final. Sus autores no tuvieron la intención de escribir una historia objetiva en todos sus pormenores, sino más bien componer, a base de una amplia libertad, un relato cuya finalidad primaria era didáctica. De las partes deutero-canónicas decía San Jerónimo que eran improvisaciones del autor, al igual que se hace en un ejercicio escolar, con el fin de manifestar los sentimientos del que sufre una injusticia o del que la infiere a otro (PL 28:1433). Con estas adiciones se facilitaba la lectura del libro en los ambientes helenistas; se humanizaba la obra con la supresión de pasajes demasiado hostiles a los paganos (9:5-19) y se daba al conjunto un carácter más religioso. El autor que compuso estas partes adicionales vióse asistido por el carisma de la inspiración, por el cual era infalible y exento de error formal en todo lo que él afirmaba y en el sentido que daba a su afirmación. Por ser de origen divino, estas partes fueron incluidas en el canon eclesiástico de los libros sagrados.

 

Ester, ¿libro histórico?

Muchos exegetas independientes zanjan la cuestión con decir que se trata de una leyenda etiológica inventada para explicar el origen y naturaleza de la fiesta de Purim. Por razón de la analogía sorprendente que existe entre los dos primeros capítulos del texto hebraico y la leyenda de Las mil y una noches, lanzó Goeije la hipótesis según la cual el libro de Ester procede de una leyenda persa que dio también origen a la famosa leyenda árabe 5.

Los panbabilonistas encuentran su origen en una leyenda babilónica. Ester corresponde al nombre de Istar; Aman es una palabra derivada de Humman, dios de Elam; Vasti es el Masti de Babilonia. En el libro se ensalza la victoria de los dioses de Babilonia sobre los de Elam (Wildeboer, Haupt, M. Maller). Otros, en fin, vuelven sus miradas hacia Egipto. Todas estas actitudes extremas carecen de fundamento histórico, por lo que caen cada día más vertiginosamente en el descrédito.

Al extremo opuesto se colocan muchos católicos y no pocos independientes, que consideran el libro como eminentemente histórico, tanto en sus líneas generales como en sus pormenores.

Contra los argumentos en favor de la total historicidad del libro se oponen los siguientes: 1) La expulsión de Vasti da la impresión de que es un episodio creado para facilitar el advenimiento de Ester al trono real de Persia. 2) Es inexplicable que tanto Asuero como Aman ignoraran la ascendencia judía de Ester, conociendo, por otra parte, los vínculos que le unían al judío Mardoqueo. 3) Según los historiadores paganos 6, la esposa de Jerjes y reina de Persia se llamaba Amestris; desconocen los nombres de Vasti y de Ester. 4) No se explica que el rey concediera tan alegremente la muerte masiva de sus subditos persas (8:11-12). La actitud tolerante de los monarcas persas es incompatible con el decreto de exterminio total de los judíos del imperio (3:7-15; 13:1-7).

Todas estas dificultades tienden a crear una atmósfera desfavorable al carácter estrictamente histórico del libro. La técnica con que se conduce la narración, el dramatismo que se observa en cada página, confirman aquella impresión. En efecto, aunque el autor sagrado no mencione explícitamente el nombre de Dios, da a entender que Yahvé dispone los acontecimientos históricos en beneficio del pueblo judío. Para nosotros la llave para la recta interpretación del libro está en las palabras de Zeres a Aman: "Si el Mardoqueo ese delante del cual has comenzado a caer es de la raza de los judíos, no le vencerás; antes de cierto sucumbirás ante él" (6:13). Toda la narración está salpicada con notas pintorescas encaminadas a intrigar al lector; se retrasa voluntariamente el desenlace y se acumulan detalles que contribuyen a poner de manifiesto la providencia divina para con su pueblo escogido. En el libro de Ester, como en el de Judit, se enfrentan el judaísmo y el paganismo, el Dios de Israel y la astucia y malicia humanas. Las dos fuerzas antagónicas están personificadas en dos personajes: el judío Mardoqueo y el agagita Aman. Aquél se niega a doblar su rodilla ante un ministro pagano (3:5), y Dios premia este acto de religión o de orgullo patriótico con el triunfo sobre el orgulloso Aman. De lo dicho cabe concluir que no deben tomarse al pie de la letra todos los pormenores de la narración. Más que en los archivos de Persia, el autor en la composición de su obra se inspiró en escenas de la antigua historia de Israel, tales como la exaltación de José al trono del Faraón, y, sobre todo, en el libro de Judit, en el que una mujer salva a su pueblo en unos momentos desesperados. El texto del libro recuerda la ideología imperante en la literatura sapiencial.

 

Autor y fecha de composición.

Debe distinguirse entre el autor del texto hebraico y el de las adiciones griegas; ambos son posteriores al exilio. El autor de la primera parte es judío. Modernamente prevalece el criterio de ver en estas páginas la pluma de un escritor de Palestina que vivió en tiempo de los Macabeos (Soubicou, Vaccari, Stummer) o hacia finales del mismo (Schildenberger). En esta última sentencia se explica el hecho de que sistemáticamente, por respeto quizá, no se mencione el nombre de Dios, como hace también el autor del 2 Mac. En una nota de 10:3 se dice que Dositeo introdujo la versión griega en Egipto durante el reinado de Tolomeo y Cleopatra. De los cuatro Tolomeos casados con una Cleopatra, parece que el texto se refiere, o bien al Tolomeo VIII Latiré (116-80), o a Tolomeo Neos Dionisios (51-44). Sólo el primero vivió cuatro años con una mujer llamada Cleopatra. Según el 2 Mac 15:37, celébrase en Palestina el "Día de Mardoqueo."

 

Canonicidad.

La Mishna y el Talmud de Jerusalén dan instrucciones para la lectura de Judit en la fiesta de Purim. El libro y la mencionada solemnidad eran conocidos antes de los tiempos neotestamentarios. Flavio Josefo cita ampliamente el libro de Ester en sus Antiquitates ludaicae (1.2), y utiliza asimismo las secciones griegas, que posteriormente fueron eliminadas del canon judío.

La Iglesia recibió el libro en el canon según su versión griega. Orígenes no duda de la canonicidad aun de las partes deutero-canónicas, pero sus anotaciones críticas dieron pie a que lo hicieran San Atanasio y San Jerónimo. En cuanto a este santo, cabe decir que, por el hecho de relegar las adiciones al final del libro, dudaba de su canonicidad. Las dudas para estas partes griegas continuaron hasta el concilio Tridentino, que las declaró sagradas y canónicas.

 

Contenido doctrinal.

En conjunto, la obra quiere hacer ver que los judíos prevalecen siempre y en todas partes de sus enemigos. Otra de las finalidades es explicar los orígenes de la fiesta de Purim, que debe ser un día de alegría y acción de gracias por haberles salvado Dios del exterminio. La doctrina de la providencia divina para con su pueblo aparece en todo el libro. Lo que el autor no declara, no sabemos por qué exigencias literarias o ambientales, lo proclaman a los cuatro vientos las secciones propias del texto griego. La doctrina de la alianza es menos visible en Ester que en Judit, pero no está ausente del texto.

Por otra parte, hallamos en el libro pasajes que recuerdan la imperfección de la moral antigua en comparación con la del Evangelio (Mt 5:44). El espíritu de venganza de los judíos y la complacencia de la joven reina en la matanza de los enemigos de su pueblo no reza con la doctrina del amor a los enemigos y el perdón de los que nos persiguen y calumnian. Pero estas y otras circunstancias han sido introducidas en el texto por el autor sagrado por exigencias de la tesis doctrinal que intentó desarrollar. En el libro se aplica la ley del talión. Escribe el autor para alentar a sus hermanos de raza, tan a menudo envueltos en cuestiones raciales, y para dar un toque de atención a sus enemigos. Es natural que la puesta en práctica de los principios fundamentales del judaísmo llamen la atención de los que conviven con ellos y que les tilden de separatistas, de conspiradores contra la completa unidad del Estado. De ahí las reacciones antijudías de los pueblos de ayer y de hoy. El autor quiere advertir a los de su pueblo que su seguridad y permanencia en medio de las gentes depende exclusivamente del apoyo que Dios les preste 7.

 

La fiesta de Purim.

Flavio Josefo 8 habla de la fiesta que se celebraba durante los días 14 y 15 de Adar (febrero-marzo) para conmemorar la salvación de sus hermanos de Persia en tiempos de Mardoqueo. El 2 Mac 15:37 conmemora la fiesta de Nicanor, que se celebraba el día 13 de Adar, "un día antes del día de Mardoqueo." El ceremonial de la festividad es indicado en el tratado Megillah del Talmud de Jerusalén. La fiesta tenía un doble aspecto, profano y religioso. Cabe a las manifestaciones ruidosas de regocijo, al estilo de nuestros carnavales, vistiéndose las mujeres con trajes de hombre y éstos con vestidos de mujeres, suculentos banquetes y excesos en las bebidas, intercambios de presentes entre parientes y amigos, se leía el libro de Ester. Modernamente prevalece la opinión de que la fiesta de Purim en parte es copia de una fiesta de primavera que se celebraba en Persia y Babilonia. Hacia el mes de marzo celebraban los persas la festividad llamada nauroz, con carácter de fiesta de primavera, durante la cual se intercambiaban presentes y se distribuían limosnas a los pobres, detalle que imitaron los judíos en la fiesta de Purim. Entre los años 160-114 antes de Cristo, la comunidad judaica dio a la fiesta un carácter político-religioso, relacionándola con la liberación de la colonia judía de Persia en tiempos de Jerjes I.

 

Mardoqueo en escena (1:1-3).

1 El año segundo del reinado del gran Artajerjes, el primero de Nisán, tuvo un sueño Mardoqueo, hijo de Jaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, 2 judío que moraba en la ciudad de Susa, varón ilustre, que servía en la corte del rey. 3 Era de los cautivos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado en cautiverio de Jerusalén con Jeconías, rey de Judá.

 

Estos versículos pertenecen a la parte deuterocanónica del libro (10:4-16:26). En ellos presenta el autor al verdadero héroe del libro, Mardoqueo. Se habla del año segundo del reinado de Artajerjes. San Jerónimo y Eusebio lo identifican con Artajerjes II (405-362); pero modernamente prevalece la opinión de los que consideran el nombre de Artajerjes como una traducción falsa del nombre Asuero, que corresponde a Jerjes I (486-465). De ahí que algunos exegetas, en vez de hablar de Artajerjes, emplean constantemente los nombres de Asuero (Barucq.) o de Jerjes (Vaccar1). Fue Jerjes hijo de Darío I Hystaspes, conocido principalmente por su campaña contra Egipto (485) y por su derrota por las tropas griegas en Eurimedón (470 a.C.). Más cortesano que guerrero, entregóse a una vida de molicie y de placeres, como atestiguan el libro de Ester y el historiador Heródoto. Muerto en una conspiración (465), le sucedió su hijo Artajerjes I Longímanos.

El sueño de Mardoqueo tuvo lugar el primero de Nisán (Neh 2:1; Est 3:7), en cuyo mes empezaba el año (marzo-abril). Como a José (Gen 37:5-11; 40,8; 41:1), el porvenir se manifiesta a Mardoqueo por medio de los sueños. Con esta noticia se llama la atención de los lectores sobre la intervención palpable de Dios en los hechos que narra a continuación. Todo el libro, incluso el texto hebraico, demuestra un sentimiento religioso profundo y una confianza sin límites en los destinos de la Providencia. El nombre de Mardoqueo deriva del babilónico Marduk. El simple hecho de que este judío auténtico (2:5) escogiera el nombre de Mardoqueo, no autoriza la conclusión de que en un tiempo rindiera culto al dios Marduk. Toda la historia del libro demuestra lo contrario. Entre los deportados a Babilonia había algunos que llevaban este mismo nombre (Esdr 2:2; Neh 7:7).

La genealogía de Mardoqueo se repite en 2:5. Por 1 Sam 15:7-9 sabemos que Saúl, hijo de Quis y del linaje de Benjamín, triunfó sobre Agag, rey de Amalee. Esta coincidencia sugiere la sospecha de que el autor sagrado no pretende fijar la ascendencia inmediata de Mardoqueo, sino hacer ver cómo un benjaminita que encarna el alma judía se impone y triunfa de un enemigo de Israel. Este varón ilustre moraba en Susa, que antiguamente fue capital de Elam 2 y que se convirtió en residencia invernal de los reyes de Persia (Neh 1:1). Conquistada en 596 por los persas, fue fortificada y embellecida por Darío I 3.

Mardoqueo fue llevado cautivo por Nabucodonosor a Babilonia, junto con Jeconías (Jer 24:1; 27:20; 28:4), llamado también Joaquín (2 Re 24:8.15), el año 597. Con el fin de concordar el hecho de la presencia de Mardoqueo en la corte de Asuero o Herejes (hacia los años 484-482) y la fecha de su deportación por Nabucodonosor, algunos exegetas interpretan el texto en el sentido de que era descendiente de alguno que fue deportado en aquel tiempo. Tales anomalías textuales las hemos visto también en el comentario al libro de Judit, lo que nos invita asimismo a preguntarnos si el autor sagrado busca la máxima precisión en los datos cronológicos que refiere.

 

Sueño de Mardoqueo (1:4-10).

4 He aquí su sueño: 5 Soñó que oía voces y tumultos, truenos, terremotos y gran alboroto en la tierra, cuando dos grandes dragones, prestos a acometerse uno a otro, dieron fuertes rugidos, 6 y a su voz se prepararon para la guerra todas las naciones de la tierra, a fin de combatir contra la nación de los justos. 7 Fue aquel día día de tinieblas, de obscuridad, de tribulación y de angustia, de oprobio y de turbación grande sobre la tierra. 8 Toda la nación justa se turbó ante el temor de sus males, y se disponía a perecer. 9 Pero clamaron a Dios, y a su clamor, una fuentecilla se hizo un río caudaloso 10 de muchas aguas, y apareció una lumbrerita que se hizo sol, y fueron ensalzados los humildes y devoraron a los gloriosos.

 

Mardoqueo oye en la lejanía voces y tumultos acompañados de truenos (bronta1) y terremotos (seísmos), que presagiaban algo trágico que se avecinaba. En efecto, aparecen dos dragones en actitud de acometerse uno a otro. A un rugido suyo, todas las naciones de la tierra (paseznós) acometieron a la nación de los justos (dikaion eznós). Los primeros síntomas anunciadores de este combate recuerdan la escena del Sinaí (Ex 16:18; 20:18) o la descripción que los profetas hacen del juicio (Is 22:5; Jer 30:5). Según interpretación del mismo Mardoqueo, los dos dragones simbolizaban a él y a Aman (10:7).

 

Conatos para descifrar el sueño (1:11).

11 Mardoqueo, levantándose, luego de haber visto el sueño sobre lo que Dios se proponía ejecutar, lo guardó en su corazón, y a toda costa quería penetrar su sentido, hasta que llegó la noche.

 

Mardoqueo se levanta intrigado por la significación de su sueño (Gen 41:8) y pasa todo el día esforzándose para encontrarle una explicación. Otros videntes, en casos análogos, acudían a un intérprete (Gen 41:16; Dan 2:28), pero Mardoqueo prefirió conservar el secreto en su corazón (Lc 2:19.51), esperando a que Dios se lo revelara.

 

Mardoqueo denuncia una conjura (12:1-8).

1 Moraba Mardoqueo en el palacio con Gabata y Tarra, eunucos del rey, guardas del palacio, 2 y se enteró de sus planes y penetró sus proyectos, averiguando que trataban de apoderarse del rey Artajerjes, y los denunció al rey. 3 Mandó éste interrogar a los eunucos, que, habiendo confesado, fueron condenados a muerte. 4 Para conservar la memoria de estos sucesos, mandó el rey ponerlos por escrito, y el mismo Mardoqueo escribió un relato sobre ellos. 5 Por el servicio prestado, ordenó el rey dar a Mardoqueo un cargo en el palacio y le otorgó otras mercedes. 6 Pero Aman, hijo de Amasata, agagita, que gozaba de gran crédito ante el monarca, buscaba cómo perder a Mardoqueo y a su pueblo por la delación de los eunucos del rey.

 

Este relato se refiere a los mismos hechos de que se habla en 2:21-23; 6:1-3; pero el redactor griego quiso completarlos con nuevos datos, que explican el porqué llegó Mardoqueo a ocupar un puesto privilegiado en la corte a pesar de su condición de judío.

 

1 Libri Apocryphi V. T. graece (Leipzig 1871) p.30-72.

2 Introduction á la Bible I (París 1957) 778.

3 Véase F. X. Roiron, Les parties déuterocanoniques du live . d'Esther: "Recherches de Science Religieuse," 6 (1916) 1-16.

4 Introductio in libros sacros V. T. 284.

5 E. Cosquin, Le Prologue-Cadre des Mulé et une Nuits, Les légendes et le Uvre d'Esther: RB, 16 (1909) 7-49; 161-197.

6 Heródoto, 7:61,

7 J. Straubinger, Ester y el misterio del pueblo judío (Buenos Aires 1943) 78

8 Ant. Jucí. h A13.

1 Las porciones deuterocanónicas las señalamos con un asterisco,

1* Hirt. IX Τ08-ΠΟ,

2 Heród., III 30,65:70; Jen., Cyr. VIII 6:22; Estrab., XV 3:2.

3 Mémoires de la Mission Archéoiogique en Irán (París 1900-1943).

 

 

El Gran Banquete Real y Sus Incidencias (c.1:1-22).

 

Poderío del rey Asuero (1:1-3).

 

1 En tiempo de Asuero, el Asuero que reinó desde la India hasta la Etiopía, sobre ciento veintisiete provincias, 2 mientras se sentaba sobre su trono real en Susa, la capital, 3 el año tercero de su reinado dio un festín a todos sus príncipes y servidores,

 

El imperio de Asuero se dividía en 127 provincias (medinoth), de que se habla en 8:9 y en Esdr 3:2. En Dan 6:2 se dice que "resolvió Darío constituir en su reino 120 sátrapas (ahaschdarpenaia) que gobernasen el reino." El autor del libro de Ester (3:2) distingue entre sátrapas, jefes de provincias y gobernadores. Según Heródoto (III 89), Darío dividió el imperio en veinte satrapías. La quinta (Neh 5:14) comprendía, según el cómputo de Heródoto (III 89-91), el territorio de Mesopotamia septentrional, Siria, Fenicia y Palestina. Algunos intérpretes dan un valor simbólico al número 127. Doce eran las tribus de Israel. Ahora bien, multiplicando este número por diez, número de plenitud, y añadiendo siete, el número de perfección, se obtiene la cantidad mencionada, con lo cual se quería significar que todas las naciones estaban sujetas a Asuero.

En el tercer año de su reinado (483 a.C.), una vez consolidado su trono, pensó Asuero en celebrar un gran festín en Susa, la capital. Hállase esta ciudad al pie del actual Luristán. El antiguo río Coaspes, el actual Kerka, dividía la ciudad propiamente dicha de la ciudadela (habbirah). El palacio real se levantaba en la parte de la ciudad conocida por la Apadana. El autor coloca la parte principal de los acontecimientos en el palacio real, que distingue de la ciudadela (3:15; 8:14; 9:11).

 

Los invitados al festín real (1:3-9).

3 Los comandantes del ejército de los persas y de los medos, los grandes y los jefes de las provincias, se reunieron en su presencia, 4 y él hizo muestras de la espléndida riqueza de su reino y de la brillante magnificencia de su grandeza durante muchos días, 5 durante ciento ochenta días. Pasados éstos, el rey dio a todo el pueblo de Susa, la capital, desde el más grande hasta el más pequeño, un festín, que duró siete días, en los jardines del palacio real. 6 Cortinajes blancos, verdes y azules pendían de columnas de mármol, sujetos con cordones de lino y de púrpura a anillos de plata. Lechos de oro y de plata estaban sobre un pavimento de pórfido, alabastro, mármoles de varios colores y nácar. 7 Servíase el vino en vasos de oro de diversas configuraciones, y se servía con real abundancia, gracias a la generosidad del rey; pero a nadie se le obligaba a beber, 8 pues había mandado el rey a todas las gentes de su casa que se hiciese conforme a la voluntad de cada cual. 9 También la reina Vasti dio un festín a las mujeres en el palacio real del rey Asuero.

 

Quiso Asuero que todas las clases sociales de sus dominios tomaran parte en los festejos organizados con motivo de su consolidación en el trono persiano después de la victoria sobre Egipto. Invitó al festín a los grandes (v.1-4), al pueblo (v.5-8) y a las mujeres (v.9), que lo celebraron aparte, presidiéndolo la reina.

 

Banquete para los oficiales.

Entre los invitados al festín (mishte) se citan los altos empleados (sarim) del reino y los funcionarios de rango inferior. Asistió el estado mayor que había apoyado al rey en las luchas que tuvo que sostener contra Egipto y Babilonia. Del ejército fue invitada la oficialidad de las tropas escogidas y la de la guardia personal del rey. También los nobles (partemim, 6:9; Dan 1:3) y los jefes de las provincias (sarey hamedinoth) acudieron al llamamiento.

 

Banquete popular.

Los habitantes de la ciudadela tomaron parte en este banquete de siete días de duración, en un recinto contiguo al palacio real. Recostados sobre divanes (Am 6:4), con incrustaciones de oro y plata, comía el pueblo de los manjares reales y alegrábase con sendos vasos de vino. Entraba en el protocolo de los persas la costumbre de que los invitados debían vaciar un determinado número de copas; pero esta vez, con el fin de evitar abusos l, había dado el rey un decreto por el cual cada uno era libre de ingerir la cantidad de vino que le pluguiera. Esta descripción de la munificencia de la corte persa concuerda con los datos retransmitidos por Heródoto (IX 80-82) y Jenofonte 2.

 

El convite de la reina.

No prohibían las leyes persas la presencia de mujeres en los banquetes públicos 3; muchas veces los invitados acudían a los mismos acompañados de sus esposas o concubinas. Por el libro aparece natural que la reina convocara en un salón aparte a las mujeres de los grandes del reino. El texto hebraico dice "que organizó el banquete la reina Vasti" (v.5:1 1:16-17). En cambio, Heródoto (7:61; 9:108-113) no menciona otra reina y esposa de Jerjes que Amestris, hija de O tañes.

 

Propuesta del rey y negativa de Vasti (1:10-12).

10 El día séptimo, alegre por el vino el corazón del rey, mandó éste a Mahuman, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, los siete eunucos que servían ante el rey Asuero, 11 que trajeran a su presencia a la reina Vasti, con su real corona, para mostrar a los pueblos y a los grandes su belleza, pues era de hermosa figura; 12 pero la reina se negó a venir con los eunucos, y el rey se irritó mucho y se encendió en cólera.

 

El día del banquete ocurriósele a Asuero exhibir a Vasti delante del pueblo y de los grandes. Esta noticia parece indicar que los tres banquetes se celebraban simultáneamente en lugares distintos, ya que el rey quiere mostrar a los representantes del pueblo y a los nobles la belleza de la reina, acto con el cual se pondría término al suntuoso festín. ¿Por qué Asuero determinóse a exhibir a Vasti? El texto griego supone que el rey en esta ocasión quería coronarla; lo más probable es que, siguiendo una costumbre persa (5:18), quisiera presentar a los comensales, a petición de éstos, a la reina, que gozaba de gran reputación por su belleza. Puede ser que en la frase "mostrar la belleza" haya un eufemismo (Ez 16:25)4. Según Plutarco5, al finalizar el banquete retirábanse las esposas y entraban las concubinas y danzarinas. A consecuencia de la negativa de Vasti, el rey "se irritó mucho y se encendió en cólera" (Jdt 1:12; Dan 3:13; 6:15), porque, además de una desobediencia a sus órdenes, su negativa le ridiculizaba ante los comensales, los cuales podían llevarse la impresión de que las mujeres eran las que mandaban en palacio.

 

A suero se aconseja (1:13-15).

13 Y preguntó el rey a los sabios conocedores de las leyes, pues era costumbre que los negocios del rey se trataran con los sabios, legistas y juristas. 14 E hizo entrar a Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucan, siete príncipes persas y rnedos que asistían al rey y ocupaban el primer rango en su reino, 15 a los cuales dijo: "¿Qué debe hacerse, según la ley, a la reina Vasti por no haber hecho lo que el rey le había intimado por medio de los eunucos?"

 

Asuero no consultó a los astrólogos propiamente dichos, sino a los que saben dar un consejo en el tiempo oportuno, por razón de que la experiencia diaria les ha familiarizado con la ley de la justicia (1 Crón 12:33). En Esdras se alude a los siete consejeros del rey persa (7:14). Su posición en el reino era preeminente; formaban parte de su séquito, "veían la faz del rey" (2 Re 25:19) y tenían precedencia. Según Heródoto, se les permitía entrada franca al rey, excepto el caso en que éste se hallara en compañía de sus mujeres. El número siete se usa con profusión (1:10).

 

Consejo de los sabios (1:16-20).

16 Memucan respondió ante el rey y los príncipes: "No es sólo al rey a quien ha ofendido la reina Vasti; es también a todos los príncipes y a todos los pueblos de todas las provincias del rey Asuero. 17 Porque lo hecho por la reina llegará a conocimiento de todas las mujeres y será causa de que menosprecien a sus maridos, pues dirán: El rey Asuero mandó que llevasen a su presencia a la reina Vasti, y ella no fue; 18 y desde hoy las princesas de Persia y de Media que sepan lo que ha hecho la reina se lo dirán a todos los príncipes del rey, y de aquí vendrán muchos desprecios y mucha cólera. 19 Si al rey le parece bien, haga publicar e inscribir entre las leyes de los persas y de los medos, con prohibición de traspasarlo, un real decreto mandando que la reina Vasti no parezca más delante del rey Asuero, y dé el rey la dignidad de reina a otra que sea mejor que ella. 20 El edicto del rey será conocido en todo su reino, por grande que es, y todas las mujeres honrarán a sus maridos, desde el más grande hasta el más pequeño."

 

En nombre de los siete sabios habló Memucan, presentando la cuestión de Vasti como de interés nacional. Teme un avance del feminismo en caso de quedar impune la conducta de Vasti. Por ser del dominio público la desobediencia, recomienda Memucan que el castigo tenga amplia difusión. A este fin sugiere al rey que publique un decreto irrevocable (Dan 6:8-10) prohibiendo a Vasti presentarse en adelante delante del rey Asuero, despojándola de la dignidad de reina.

 

Orden real (1:21-22).

21 Agradó al rey y a los príncipes este discurso, y mandó el rey que se siguiera el parecer de Memucan. 22 Y mandó cartas a todas las provincias del reino, a cada uno según su escritura y a cada pueblo según su lengua, ordenando que todo hombre había de ser amo en su casa y que todas sus mujeres le estuvieran sujetas.

 

El consejo de Memucan fue aprobado en toda su línea: Vasti fue repudiada y sustituida por otra.

 

En busca de una reina (2:1-4).

1 Después de esto, cuando ya se calmó la cólera del rey, pensó en Vasti y en lo que ésta había hecho y en la decisión que respecto de ella se había tomado. 2 Los servidores del rey le dijeron: "Búsquense para el rey jóvenes vírgenes y bellas, 3 poniendo el rey en todas las provincias de su reino comisarios que hagan reunir todas las jóvenes vírgenes y de bella presencia en Susa, la capital, en la casa de las mujeres, bajo la vigilancia de Hegue, eunuco del rey y guarda de las mujeres, que les dará lo necesario para ataviarse, 4 y que la joven que más agrade al rey sea la reina en lugar de Vasti." Aprobó el rey ese parecer y se hizo así.

 

Memucan hizo hincapié en que el decreto fuera irrevocable, acaso porque conocía el afecto que el monarca profesaba a Vasti. El hecho de que el rey estuviera intrigado por estos recuerdos prueba el cariño que sentía hacia la reina, a la cual hubiera devuelto su rango a no mediar la solemne decisión tomada contra ella y las nefastas consecuencias que de semejante proceder se originarían. En la literatura bíblica de inspiración persiana es frecuente el tema de "un decreto irrevocable" (Dan 6:8-10; 6:12.16). Sus servidores le propusieron (3:2-3; 6:3.5) Que se buscara dentro de los límites del imperio jóvenes "vírgenes y bellas" que pudieran suplir la ausencia de Vasti. Asuero aceptó el consejo.

 

Mardoqueo y Ester (2:5-7).

5 Había en Susa, la capital, un judío llamado Mardoqueo, hijo de Jaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, del linaje de Benjamín, 6 que había sido deportado de Jerusalén entre los cautivos llevados con Jeconías, rey de Judá, por Nabucodonosor, rey de Babilonia, 7 y había criado a Hedisa, que es Ester, hija de su tío, pues no tenía padre ni madre. La joven era bella de talle y de hermosa presencia y había sido adoptada por Mardoqueo cuando se quedó sin padre y sin madre.

 

Hemos visto la presentación de Mardoqueo por el autor del texto griego. El texto hebraico sólo ha hablado hasta ahora de personajes paganos; con estos versículos introduce al personaje central del relato, Mardoqueo el judío, que, en lucha contra el enemigo del pueblo hebraico, Aman, sale victorioso y salva a su pueblo de una catástrofe. En la mente del autor sagrado es Mardoqueo un judío íntegro, recto, patriota, y toda su grandeza radica y deriva del siguiente título honorífico: "El judío Mardoqueo" (5:13; 6:10; 8:7; 9:29; 10:3). El término judío debe tomarse aquí en sentido racial, y no en el sentido limitado de hombre perteneciente a la tribu de Judá. Aunque judío, era descendiente del linaje de Benjamín. A su cuidado corría una joven judía, huérfana de padre y madre. Hija de Abigaíl (2:15), la adoptó Mardoqueo como hija a la muerte de los padres, tomándola bajo su tutela y protección. La joven era llamada Hedisa, del hebreo hadassah, mirto, y Ester, que puede derivar del babilónico Ischtar o del persa stareh, estrella. Dice el texto griego que la "había educado con la finalidad de que fuera mujer suya," lo que debe rechazarse.

 

Ester en el harén real (2:8-11).

8 Cuando se publicó la orden del rey y su edicto, al ser reunidas en Susa, la capital, jóvenes en gran número, bajo la vigilancia de Hegue, fue también tomada Ester y llevada a la casa del rey bajo la vigilancia de Hegue, guarda de las mujeres. 9 La joven le agradó y halló gracia a sus ojos, y él se apresuró a proveerla de todo lo necesario para su adorno y su subsistencia, y le dio siete doncellas escogidas de la casa del rey, y la aposentó con éstas en el mejor departamento de la casa de las mujeres. 10 Ester no dio a conocer ni su pueblo ni su nacimiento, pues Mardoqueo le había prohibido que lo declarase, u Todos los días iba y venía Mardoqueo al vestíbulo de la casa de las mujeres para saber cómo estaba Ester y cómo la trataban.

 

El edicto real pronto surgió efecto. Entre las jóvenes "vírgenes y bellas" se encontró a Ester, que desde el primer momento granjeóse la estima de Hegue, siendo objeto de todas sus atenciones. Del hecho de ocultar a Hegue su nacionalidad se deduce que Ester se sometió al mismo régimen dietético que las otras jóvenes reunidas en la casa del rey. Con el fin de disculpar a Ester, el texto griego ha hecho notar que detestaba el lecho de un incircunciso (14:15) y los banquetes del rey (14:17). Para que su ascendencia judía no le creara dificultad para llegar a ser esposa del rey, el astuto Mardoqueo le prohibió revelar a nadie "ni su pueblo ni su condición." Razones políticas (3:4) aconsejaban este silencio. En el reclutamiento de jóvenes no se tenía en cuenta su nacionalidad; únicamente se exigía que fueran jóvenes, vírgenes y bellas. A Mardoqueo, como a cualquier otro hombre, estaba prohibida la entrada en la casa de las mujeres, pero se le autorizaba "ir y venir al vestíbulo" de la misma. Acaso por su misma juventud y por el hecho de ser huérfana, autorizó Hegue la visita diaria de Mardoqueo a su protegida.

 

Régimen de vida en el harén (2:12-14).

12 Después de haber estado ya doce meses, conforme a la ley de las mujeres, ungiéndose seis meses con óleo y mirra y otros seis con los aromas y perfumes de uso entre las mujeres, cuando le llegaba el turno era llevada cada joven a la presencia del rey. 13 Así iba cada una a la presencia del rey, y cuando pasaba de la casa de las mujeres a la casa del rey, se le dejaba llevar cuanto ella quería; 14 iba allá por la tarde, y a la mañana siguiente pasaba a la segunda casa de las mujeres, bajo la vigilancia de Saasgaz, eunuco del rey y guarda de las concubinas. No volvía ya más a la presencia del rey, a menos que éste la desease y fuese nominalmente llamada.

 

Es probable que se hacía la ficha de cada joven a medida que entraban en el harén, anotándose el día de su ingreso. Al cabo de un año, luego de haberse sometido a un régimen especial de belleza, con el empleo de cosmético, la joven era llevada, por turno riguroso, a la presencia del rey. El mismo ceremonial debían observar las mujeres del usurpador Smerdis al acercarse a él 1.

 

Llega el turno a Ester (2:15-16).

15 Al llegar el turno a Ester, hija de Abigaíl, tío de Mardoqueo, el que la había adoptado por hija, de presentarse al rey, no pidió nada más que aquello que le había indicado el eunuco real, Hegue, encargado de guardar las mujeres. Halló Ester gracia a los ojos de cuantos la miraban. 16 Fue conducida Ester a la presencia del rey Asuero, a la casa real, el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado.

 

Hegue percatóse de que Ester descollaba entre todas las mujeres por sus encantos femeninos y barruntó que agradaría al rey. Por lo mismo, ya desde el principio la rodeó de atenciones, preocupóse por sus adornos y alimentación, puso a su disposición siete (1:10) doncellas escogidas y la aposentó en la mejor habitación de la casa. .Las otras mujeres, al acercárseles el turno de ser presentadas al rey, multiplicaban sus atavíos para realzar su belleza; Ester, en cambio, tenía plena confianza en su hermosura. Pese a lo que dice el texto griego (14:15), Ester no siente repugnancia por el lecho de un incircunciso, ni manifiesta esta aversión ni a Hegue ni al rey. El autor sagrado refiere escuetamente los hechos, sin pronunciarse por la moralidad de los acontecimientos. Por la importancia política del hecho, el autor especifica el año y el mes en que Ester fue conducida por primera vez a la presencia del rey. Habían transcurrido cuatro años (1:3) desde el banquete en que se repudió a Vasti.

 

Ester, elegida reina (2:17-20).

17 El rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ésta gracia y favor ante él más que ninguna otra de las jóvenes. Puso la corona real sobre su cabeza y la hizo reina en lugar de Vasti.18 El rey dio un festín a todos sus príncipes y a sus servidores, un festín en honor de Ester, y dio alivio a las provincias e hizo mercedes con real liberalidad.19 Cuando por segunda vez reunieron a las jóvenes, estaba Mardoqueo sentado a la puerta del rey. 20 Ester no había dado a conocer su nacimiento ni su pueblo, porque se lo había prohibido Mardoqueo, y seguía cumpliendo las órdenes de Mardoqueo tan fielmente como cuando estaba bajo su tutela.

 

Con palabras que recuerdan el saludo del ángel a María (Le i, 30.42), se dice que amó Asuero a Ester más que a todas las mujeres que tenía, y que halló ella gracia y favor más que todas las otras jóvenes que habían estado con el rey. Ester superaba a todas; incluso era mejor que Vasti (1:19). Para celebrar el acontecimiento dio el rey un festín, que el autor sagrado llama "festín de Ester" por efectuarse en su honor. Según los LXX, el banquete duró siete días. Fueron invitados los príncipes y los servidores de la casa real.

 

Aborta un complot contra el rey (2:21-23).

21 En aquellos días, cuando Mardoqueo se sentaba en la puerta del rey, Birgan y Teres, dos eunucos del monarca, de la guardia del umbral, quisieron poner su mano sobre el rey Asuero, 22 Mardoqueo tuvo conocimiento de ellos e informó a la reina Ester, que se lo comunicó al rey de parte de Mardoqueo. 23 Averiguada la cosa y hallada cierta, los dos eunucos fueron colgados de un madero, escribiéndose el caso en el libro de las crónicas delante del rey.

 

Mientras se desarrollaban las fiestas en honor de la nueva reina, dos eunucos del rey preparaban un complot contra él. Este episodio coincide con el que se refiere en 12:1-6 del texto griego. Los nombres de los dos eunucos difieren en uno y otro texto; en el griego se llaman Gabata y Tarra; en el hebreo, Birgan y Teres. Ambos estaban de guardia en las puertas del palacio real. También Mardoqueo ocupaba un lugar destacado en la real puerta, siéndole fácil descubrir el atentado contra el rey. En el texto griego se dice que el complot estaba motivado por haber confiado el monarca un puesto de responsabilidad y categoría a un judío. Es muy probable que los dos eunucos, de nacionalidad persa, se sintieran humillados por estar sujetos a las órdenes de un judío. Mardoqueo comunicó confidencialmente la noticia a Ester y ésta la retransmitió al rey. Aun en este caso no manifestó la reina el parentesco que le unía con Mardoqueo, lo que hizo más tarde (8:1). Los dos eunucos fueron ahorcados (Patón) o empalados, suplicio este último muy usado por los antiguos persas 2. Por sus servicios mereció Mardoqueo que se inscribiera su nombre y lo que había hecho en la crónica real (Esdr 4:15) 3. En prueba de la importancia que el rey concedía al hecho, quiso que se anotara estando él presente, cubriendo con su autoridad la veracidad del relato.

 

Mardoqueo y Aman en conflicto (3:1-6).

1Después de esto, el rey Asuero elevó al poder a Aman, hijo de Hamedata, agagita, ensalzándole y poniendo su silla sobre la de todos los príncipes que estaban con él. 2 Todos los servidores del rey que estaban a la puerta del palacio doblaban ante Aman la rodilla y se prosternaban ante él, pues tal era la orden del rey; pero Mardoqueo no doblaba sus rodillas ni se prosternaba, 3 y los servidores del rey que estaban a la puerta dijeron a Mardoqueo: "¿Por qué traspasas la orden del rey?" 4 Y como se lo repitiesen todos los días y él no les hiciese caso, se lo comunicaron a Aman, para ver si Mardoqueo persistía en su resolución, pues les había dicho que era judío. 5 Viendo Aman que Mardoqueo no doblaba la rodilla y no se prosternaba ante él, se llenó de furor; 6 pero, teniendo en poco poner su mano sobre Mardoqueo solamente, pues ya le habían dicho a qué pueblo pertenecía, quiso destruir al pueblo de Mardoqueo, a todos los judíos que habitaban en el reino de Asuero.

 

Con la noticia de la elevación de Ester al rango de reina se explica la alegría de los judíos y su pretensión de medir sus fuerzas y aun vencer a sus enemigos. Él final del capítulo anterior hacía presentir que el rey, agradecido a Mardoqueo por haberle salvado la vida, le recompensaría pródigamente. Pero, en vez de la exaltación del judío Mardoqueo, habla el texto de la elevación de Aman, enemigo encarnizado del pueblo judío. De este hecho insólito arrancan las raíces del conflicto. El honor y la religión inducían a Mardoqueo a negar a su enemigo los honores que exigía. Aman quiere castigar la insolencia de Mardoqueo con el exterminio de todos los judíos residentes en Persia. Aman, descendiente de la familia Hamedata, extraño a la sangre de los persas (12:10), es llamado el agagita (haagagi: 3:10; 8:3.5; 9:24), mientras que Mardoqueo es conocido por el judío (hayyehudi: 2:5; 5:13; 6:10; 8:7; 9:29-31; 10:3). Estos dos personajes, el agagita y el judío, representan dos mundos religiosa y políticamente antagónicos, que se odian y persiguen hasta que el más fuerte, según la apreciación de los hombres, cae víctima del odiado judío. El agagita recuerda el rey Agag (Núm 24:7; 1 Sam 15:9).

La actitud de Mardoqueo, al negarse a rendir a Aman las muestras exteriores de respeto que le correspondían por su dignidad, se explica únicamente por un acto de orgullo de raza. ¿Cómo él, el judío, podía doblar la rodilla y postrarse ante un pagano enemigo declarado de su pueblo? El ceremonial persa exigía, según Heródoto (7:134) Que los subditos doblaran la rodilla y se postraran delante del rey. A este ceremonial se acomodaba Mardoqueo todas cuantas veces se acercaba al monarca; pero rompe con él al tratarse de Aman, aunque lo hubiera mandado Asuero. Cuenta Heródoto (7:136) que los embajadores de Esparta, Espertíes y Bulis, se negaron, por motivos de dignidad, a rendir al rey Jerjes tales muestras de respeto. A los servidores del rey les manifestó Mardoqueo que su condición de judío no le permitía tales reverencias (3:4). Sin embargo, los judíos se postraban ante los reyes (1 Sam 24:9; 1 Re 1:23; 2:19; 2 Re 4:37) y otros superiores (Gen 23:7; 27:29; 33"3)· El texto griego (13:12-14) atribuye la actitud de Mardoqueo al hecho de que Aman reclamaba para sí honores divinos. Según algunos autores (Vaccari, Stummer), cuando los dos verbos doblar la rodilla y postrarse van unidos (2 Crón 7:3; 22:29; Sal 22:30; 95:6), denotan un acto de adoración a Dios. De Ester (8:3) se dice que, al presentarse ante el rey, "se echó a los pies de Asuero." Otros exegetas explican que Mardoqueo se negó a rendir homenaje a Aman por tratarse de un amalecita, pueblo odiado por Israel; opinión esta que concuerda con el espíritu del libro, pero que no está respaldada por los hechos históricos. Considerada la índole del libro, creemos que Mardoqueo negóse a doblar su rodilla y postrarse ante un enemigo de su pueblo por motivos políticos y religiosos, arrostrando valientemente todas las consecuencias desagradables que pudieran surgir de semejante acto de insubordinación.

 

Fecha memorable (3:7).

7El mes primero, que es el mes de Nisán, en el duodécimo año del rey Asuero, se echó el "pur," es decir, la suerte, ante Aman, de día en día y de mes en mes, hasta que salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar.

 

Aman ha decidido destruir al pueblo judío. Sólo le faltaba determinar el día y el mes. Nos hallamos en el año 12 del reinado de Asuero (474 a.C.), cinco años después de la exaltación de Ester (2:16). Es muy probable que ignorase Aman la ascendencia judía de la reina Ester. Bajo la mirada de los dioses, como dice Luciano, echó Aman el pur, palabra extranjera, acaso acádica: puru = suerte; o persa: para = pedazo, fragmento, que, según el autor hebraico, corresponde a goral 1. Es probable que la palabra pur sea una glosa introducida con el fin de señalar anticipadamente la etimología de la fiesta de Purim (9:24-26).

 

Aman delibera con Asuero (3:8-11).

8 Dijo entonces Aman al rey: "Hay en todas las provincias de tu reino un pueblo, disperso y separado de todos los otros pueblos, que tiene leyes diferentes de las de todos los otros y no guarda las leyes del rey. No conviene a los intereses del rey dejarlos en paz. 9 Si al rey le parece bien, escríbase orden de exterminarlos, y yo pesaré diez mil talentos de plata en manos de los superintendentes de la hacienda para que se ingresen en el tesoro real." 10 Entonces el rey se quitó de la mano su anillo y se lo entregó a Aman, hijo de Hamedata, agagita, enemigo de los judíos, u y le dijo: "La plata que ofreces sea para ti, y para ti también ese pueblo, para que hagas con él lo que bien te parezca."

 

Aman no puede por sí mismo desencadenar una persecución contra los judíos. Los reyes persas, en general, se mostraron tolerantes con las prácticas religiosas de los pueblos sometidos a su autoridad. Sólo en momentos de ira cometió Jerjes actos sacrílegos. Las acusaciones de Aman contra los judíos son lugares comunes que se manejan en todos los escritos de la época helenística: 1) viven segregados de los otros pueblos; 2) se rigen por leyes propias (Dan 1:8; Jdt 12:1); 3) no cumplen los decretos reales (Dan 3:8-12; Esdr 4:12-16). De ello concluye Aman que, por interés del rey y seguridad del imperio, no se les debe dejar en paz. De las acusaciones pasa Aman a solicitar del rey, empleando la fórmula habitual de cortesía (19), el exterminio del pueblo judío. Con el fin de compensar el erario real de la pérdida económica que acarrearía la matanza de los judíos, ofrece de su propio peculio la elevada cantidad de diez mil talentos de plata. En moneda moderna su oferta equivalía a dieciocho millones de dólares.

 

Publicación del edicto real (3:12-13).

12 Fueron entonces llamados los secretarios del rey, el día trece del mes primero, y se escribió todo lo que ordenaba Aman a los sátrapas del rey, a los gobernadores de todas las provincias y a los jefes de todos los pueblos, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua. Se escribió en nombre del rey Asuero y se sellaron las cartas con el anillo del rey. 13 Fueron mandadas las cartas, por medio de los correos, a todas las provincias del rey, ordenando destruir, hacer perecer y matar a todos los judíos, jóvenes y viejos, niños y mujeres, en un solo día, el día trece del duodécimo mes, que es el mes de Adar, y que sus bienes fuesen dados al pillaje.

 

Para el día 13 de Nisán, día nefasto, que coincidía con la fiesta judía de Pascua (Ex 12:6), convocó Aman a los escribas reales (2:23; 8:9) para que copiaran el edicto contra los judíos que él les dictaría. El decreto real, sin embargo, surtiría su efecto el 13 del duocécimo mes. Las cartas dirigidas a las autoridades mencionadas fueron repartidas por los harasim, "los corredores." Fueron los persas los que crearon un servicio perfecto de correos con el fin de comunicar el palacio real con los pueblos del inmenso imperio. Los empleados utilizaban caballos veloces para cubrir enormes distancias. Nada ni nadie podía detener al correo en el cumplimiento de su deber, ni los fenómenos atmosféricos ni la oscuridad de la noche. Para asegurar el servicio existían fortalezas y puestos militares junto a los puentes y las zonas fronterizas 2. Calcula Heródoto que un correo cubre la etapa ("camino real") de Sardes a Susa en noventa días (5:53). La mención de un correo rápido en 8:10 parece indicar que Aman tenía mucho interés en que la orden llegara rápidamente a conocimiento de los que debían ejecutarla. Dios concedió a los judíos un largo lapso de tiempo para salvar sus vidas y poner sus bienes en lugar seguro.

 

Contenido de la carta (3:1-7).

l He aquí el texto de la carta: "El gran rey Artajerjes, a los gobernadores y a sus subordinados de las ciento veintisiete provincias, desde la India hasta la Etiopía, ordena lo que sigue: 2 Aun cuando tenga el imperio de muchas naciones y haya subyugado toda la tierra, jamás he querido engreírme con la confianza del poder, sino gobernar con justicia y moderación, asegurando a mis vasallos una vida perpetuamente tranquila y procurando la quietud y seguridad del reino hasta los extremos confines, para que florezca la paz tan deseada de los hombres. 3 Consultando con mis consejeros cómo podría llevarse esto a cabo, uno de ellos, de nombre Aman, distinguido por su discreción acerca de mí, de lealtad bien probada, de firme fidelidad, que en el palacio real ocupa la segunda dignidad, 4 me ha dado a conocer la existencia de un pueblo que vive mezclado con todas las tribus de la tierra, odioso por sus leyes, opuesto a todas las naciones, que continuamente traspasa los mandatos de los reyes e impide que tengan efecto las medidas de gobierno por mí intachablemente ordenadas. 5 He averiguado también que esta nación vive totalmente aislada, siempre en abierta oposición con todo el género humano, y que al tenor de sus leyes observa un género de vida extraño, hostil a nuestros intereses, y comete los más perversos excesos para impedir el buen orden del reino. 6 En virtud de esto, os ordeno que todos los por mí señalados en las cartas de Aman, a quien he encomendado este negocio, siendo como es mi segundo padre, todos, con sus mujeres e hijos, sean de raíz exterminados por la espada de sus enemigos, sin misericordia ni piedad, el día catorce del mes duodécimo de Adar del presente año; 7 de suerte que los enemigos de ayer y de hoy en un solo día desciendan al infierno por muerte violenta, y para el tiempo venidero sea. nuestro gobierno estable y perfectamente tranquilo."

 

La carta se ha conservado en griego mar, aliñado, con períodos más amplios y vocabulario más rico que el que figura en otras partes del libro. ¿Contribuye esta circunstancia a poner en duda su autenticidad? El contenido concuerda muy de cerca con la letra de Tolomeo IV, que aparece en 3 Mac 5:12-30. Salvo una palabra, el proemio es idéntico. Esta semejanza se explica, o bien porque ambos documentos proceden de la cancillería real, en que predominaba el estilo helénico, o porque el autor del libro la copió de 3 Mac 3:12-30. Al pueblo judío se lo manda eis ton Aide, al Hades, al sheol de los judíos (Gen 37:35), lugar en donde habitan los muertos y de donde no se sale jamás. Por su conducta merece que perezca de muerte violenta, considerada como un castigo de Dios. Si la carta no es auténtica críticamente, forma, sin embargo, parte del canon bíblico. Como el texto hebraico hablaba de cartas (3:12.14), que no se reproducían, quiso el autor suplir aquella laguna con la inserción de una cuyo contenido debía corresponder fundamentalmente con la que mandó Aman a los sátrapas y gobernadores.

 

Promulgación del decreto (3:14-15).

14 Las cartas encerraban una copia del edicto, que debía publicarse en cada provincia, invitando a los pueblos a estar apercibidos para aquel día.15 Los correos partieron apresuradamente, según la orden del rey. El edicto se publicó en Susa, en la ciudadela; y mientras el rey y Aman bebían, estaba la ciudad de Susa consternada.

 

A la carta dirigida a las autoridades provinciales acompañaba una copia (patsegen) del decreto real, que debía colocarse en lugar público, para que la población estuviera apercibida para el día de la matanza. Puede entenderse el texto en el sentido de que debían las autoridades sacar copias del decreto real y divulgarlo entre la población. La primera copia se fijó en la ciudadela de Susa, de modo que la noticia llegó pronto a la capital, sembrando el pánico entre la población judía. Entretanto, invitaba el rey a su fiel ministro a celebrar conjuntamente con sendas copas de vino el exterminio del pueblo judío.

 

Consternación de los judíos (4:1-3).

1Cuando supo Mardoqueo lo que pasaba, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y se cubrió de ceniza, y se fue por medio de la ciudad, dando fuertes, dolorosos gemidos, 2 y llegó hasta la puerta del rey, pues no era a nadie lícito entrar vestido de saco. 3 En todas las provincias, dondequiera que llegó la orden del rey y su edicto, hubo entre los judíos gran desolación, y ayunaron y lloraron y clamaron, acostándose muchos sobre la ceniza y vestidos de saco.

 

Los judíos de Susa leyeron el decreto real que decidía su suerte, pero ignoraban otros detalles. En cambio, un secreto servicio de información había contado detalladamente a Mardoqueo la manera como Aman había arrancado al rey aquel decreto, la cantidad en metálico que había ofrecido al tesoro (4:7) y otros pormenores. Ya que Mardoqueo había provocado con su conducta arrogante la catástrofe que se avecinaba, justo era que tomara él la iniciativa para contrarrestar el golpe. Primeramente quiso asegurarse el apoyo de Ester. Para ello, en señal de profundo duelo, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco, puso ceniza sobre su cabeza y, a grandes gritos lanzóse a la calle, caminando en dirección al palacio real. Por el hecho de andar Mardoqueo con hábitos de penitencia exteriorizando su dolor por la orden real, podía correr peligro su vida. Pero Aman, seguro de la presa, toleró que Mardoqueo continuase en su actitud (5:9-15)· Los dioses, además, habían ya fijado el día y mes en que debía actuar, y no era posible contravenir su voluntad (3:7) adelantando los acontecimientos.

 

La noticia en palacio (4:4-8).

4 Las doncellas de Ester y sus eunucos vinieron a decírselo. La reina se quedó muy atemorizada y mandó vestidos a Mardoqueo para que se los pusiese, quitándose el saco; pero él se negó a aceptarlos. 5 Entonces llamó Ester a Hatac, uno de los eunucos que había puesto cerca de ella el rey, y le mandó que fuera a preguntar a Mardoqueo qué era aquello y de dónde venía. 6 Fue Hatac a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, delante de la puerta del rey; 7 y Mardoqueo le contó lo que pasaba y le dio noticia de la suma que Aman había ofrecido entregar al tesoro del rey en pago del exterminio de los judíos. 8 Dio le también copia del edicto que se había publicado en Susa para exterminarlos, a fin de que se la enseñase a Ester y le diese cuenta de todo, y mandó a Ester presentarse al rey para pedirle gracia y pedirle por su pueblo.

 

Mardoqueo consiguió lo que se propuso: llegar a las puertas del palacio e interesar a la reina en el asunto. La extraña indumentaria y los gritos de dolor despertaron la curiosidad de los servidores de palacio, los cuales, al reconocer a Mardoqueo, y conociendo su parentesco con Ester, lo anunciaron a la reina. Esta, tras de ofrecer a Mardoqueo otros vestidos, trató de introducirlo en palacio, pues a nadie estaba permitido traspasar el umbral del palacio vestido de saco. Mardoqueo rehusó el ofrecimiento. No pudiendo convencerle, Ester dispuso que el eunuco Hatac se entrevistara con Mardoqueo para que éste le explicara lo que ocurría. Mardoqueo se lo contó al detalle, entregándole además una copia del edicto para que se lo diera a la reina. Terminó su entrevista con el eunuco exigiendo a la reina Ester que se presentara al rey e intercediera por el pueblo judío.

 

Mardoqueo exige obediencia (5:1-3).

1 Le dijo que la mandaba que entrase al rey y le pidiese gracia para el pueblo: 2 "Acuérdate de los días de tu abatimiento, cuan-4o eras criada por mi mano; porque Aman, el primero despues del rey, ha hablado contra nosotros para hacernos morir. 3 Invoca al Señor y habla al rey por nosotros; líbranos de la muerte."

 

Razones de conveniencia aconsejaban a Ester a tener en secreto su ascendencia judía (2:10.20); pero, ante el peligro que se cierne sobre su pueblo, debe posponer sus intereses propios al bien de la nación. Mardoqueo es el portavoz de los intereses de su nación. Al revés de la reina, que se siente desligada de la comunidad judía y busca preferentemente su comodidad.

 

Reparos de Ester (4:9-11).

9 Fue Hatac y comunicó a Ester lo que le había dicho Mardoqueo. 10 Ester encargó a Hatac que fuera a decir a Mardoqueo: 11 "Todos los servidores del rey y todo el pueblo de las provincias del rey saben que hay una ley que castiga con pena de muerte a cualquiera, hombre o mujer, que entre al rey, al atrio interior, sin haber sido llamado; sólo se libra de la muerte aquel a quien el rey tiende su cetro de oro, y yo no he sido llamada por el rey desde hace treinta días."

 

Ester invocó una ley conocida en Susa y provincias. En efecto, Dioces el Meda, según Heródoto (1:99), ordenó que nadie se presentara al rey si no había sido convocado previa y nominalmente. Esta ley fue confirmada por los monarcas de Persia 1, que autorizaban a los particulares y corporaciones solicitar audiencia real. Tales medidas se dieron para mantener la figura real envuelta en un nimbo misterioso y para asegurar su vida contra los conspiradores ambiciosos. Era libre Ester de solicitar audiencia real; pero existía el temor de que el rey montara en cólera y tomara ocasión de ellos para repudiarla. El texto deja vislumbrar que su reputación había disminuido notablemente. Es probable que la verdadera reina fuera Amestris 2, y que Ester ocupara un puesto secundario.

 

Sería amenaza de Mardoqueo (4:12-14).

12 Cuando recibió Mardoqueo la contestación de Ester, 13 mandó que le respondieran: "No vayas a creer tú que serás la única en escapar entre los judíos todos por estar en la casa del rey, 14 porque, si ahora callas y el socorro y la liberación viniera a los judíos de otra parte, tú y la casa de tu padre pereceríais. ¿Y quién sabe si no es precisamente para un tiempo como éste para lo que tú has llegado a la realeza?"

 

Del verbo, en plural, "le respondieron," se deduce que en esta ocasión intervinieron varios mensajeros. Se recrudece el forcejeo entre Ester, que trata de inhibirse, y Mardoqueo, que defiende y se identifica con la causa del pueblo. Mardoqueo le da a entender que, si cree peligroso presentarse ante el rey, no lo es menos cruzarse de brazos y dejar que la historia siga su curso. Porque, tarde o temprano, conocerá Aman la nacionalidad de Ester, y entonces es posible que se vea envuelta en el exterminio general. No vaya tampoco a pensar que recibirá del rey un trato de favor, porque los monarcas persas repudiaban por cualquier motivo aun las mismas esposas que fueron en un tiempo las favoritas. La marea antijudía podría penetrar incluso en el mismo palacio real. Por otra parte, sabe Mardoqueo que el pueblo judío no puede perecer, porque Dios no permitirá que su pueblo desaparezca de la faz de la tierra. Si Ester se niega a actuar, la salvación surgirá de otra parte. No piensa Mardoqueo en una ayuda militar de otra nación, sino en la providencia de Dios, que vela por su pueblo predilecto. En la literatura rabínica aparece el término rnaqom, lugar, para designar a Dios. De esta manera, al decir el autor que la salvación vendrá de otro lugar, quiere expresar que, en todo caso, se encargará Dios de proteger a su pueblo. Finalmente, está convencido Mardoqueo que la elevación de Ester a la categoría de reina la dispuso Dios en previsión de la situación actual. La forma interrogativa equivale aquí a una afirmación. Si Ester no sabe leer en el curso providencial de la historia, demuestra que la vida muelle de palacio le ha hecho olvidar la verdad de que Dios levanta y humilla las personas a su antojo y de que todos los hilos de los acontecimientos están en sus

 

Ester en acción (4:15-17).

15 Ester mandó decir a Mardoqueo: 16 "Ve y reúne a los judíos todos de Susa y ayunad por mí, sin comer ni beber por tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré igualmente con mis doncellas, y después iré al rey, a pesar de la ley, y si he de morir, moriré." 17 Mardoqueo se fue e hizo lo que Ester le había mandado.

 

Los argumentos de Mardoqueo la convencen, y Ester decide presentarse ante el rey. Pero, como la misión es difícil y pone en peligro su vida, necesita de la ayuda espiritual de los judíos residentes en Susa, de los cuales era Mardoqueo el elemento más destacado. Con el ayuno quería Ester que Dios se acordara de su pueblo (2 Sam 12:16; 2 Re 21:27); que tuviera compasión de él y alejara el peligro que se cernía sobre la nación judía (Jdt 4:13; 1 Crón 20:3). Ester ayunará también tres días (Ex 19:10-16; Jos 1:11), en compañía de sus doncellas, que o bien eran de origen judío o se habían convertido al judaísmo.

Tomadas estas medidas de orden espiritual, decide Ester presentarse al rey, resignándose a morir en el caso de que su misión fracasara. No espera ella triunfar por su belleza y encantos femeniles, sino con la ayuda del cielo. En la historia que refiere Heródoto (3:68-78) sobre el descubrimiento del fraude del falso Smerdis y la matanza de magos que siguió, Otanes pide a su hija Fedima, concubina de Smerdis, que lleve a cabo una misión parecida a la de Ester. Con peligro de su vida, Fedima decidió informar a su padre sobre la personalidad del usurpador, asegurando de esta manera el restablecimiento de la dinastía persa.

 

Oración de Mardoqueo (13:8-18).

8 Y oró al Señor, haciendo memoria de todas sus obras, 9 diciendo: "Señor, Señor, Rey omnipotente, en cuyo poder se hallan todas las cosas, a quien nadie podrá oponerse si quisieres salvar a Israel: 10 Tú, que has hecho el cielo y la tierra y todas las maravillas que hay bajo los cielos, n tú eres dueño de todo, y nada hay, Señor, que pueda resistirte. 12 Tú lo sabes todo; tú sabes, Señor, que no por orgullo, ni por altivez, ni por vanagloria hice yo esto de no adorar al orgullo Aman; 13 que de buena gana besaría las huellas de sus pies por la salud de Israel; 14 que yo hice esto por no poner la gloria del hombre por encima de la gloria de Dios; que no adoraré a nadie fuera de ti, mi Señor, y que obrando así no lo hago por altivez. 15 Ahora, pues, Señor, mi Dios y mi Rey, Dios de Abraham, perdona a tu pueblo cuando ponen en nosotros los ojos para nuestra perdición, con el ansia de destruir tu antigua heredad. 16 No eches en olvido esta tu porción, que para ti rescataste de la tierra de Egipto. 17 Escucha mi plegaria y muéstrate propicio a tu heredad; vuelve nuestro duelo en alegría para que viviendo cantemos, Señor, himnos a tu gloria, y no cierres, Señor, la boca de los que te alaban." 18 Y todo Israel clamó con toda su fuerza, porque tenían la muerte a la vista.

 

Una vez llegados a un acuerdo, Ester y Mardoqueo pusieron manos a la obra. El texto griego recoge las oraciones que pronunciaron ambos antes de emprender la difícil tarea de desvirtuar el decreto real. Una vez terminado el himno de alabanza y habiendo justificado su conducta, pide Mardoqueo clemencia para su pueblo. El ayuno colectivo de Susa demuestra que, si hasta el presente han sido infieles a su Dios, quieren ahora expiar su pecado con la penitencia. Si Israel desaparece bajo la espada de Aman, no habrá nadie en adelante que cante himnos a Yahvé, "pues en la muerte no se hace ya memoria de ti; en el sepulcro, ¿quién te alabará?" (Sal 6:6). Los otros pueblos tienen sus propios dioses y, por lo mismo, no se acordarán de Yahvé.

 

Ester en traje de penitencia (14:1-2).

1 La reina Ester, presa dé mortal angustia, acudió al Señor, 2 y, despojándose de sus vestidos de corte, se vistió de angustia y duelo, y, en vez de los ricos perfumes, se cubrió la cabeza de polvo y ceniza, mortificando duramente su cuerpo, dejando caer en desorden las trenzas de su cabellera sobre aquellas partes que cubría antes con graciosos atavíos.

 

A tono con la gravedad de las circunstancias, pone Ester en juego las muestras de dolor en uso entre los antiguos. Como señal de duelo, hombres y mujeres cortaban su cabellera (Am 8:10; 3:17. 24; 15:2; 22:12, etc.); pero no recurrió Ester a este medio, en vistas de que debía presentarse ante el rey dentro de día y medio. Sin embargo, sacrificó el orgullo de su cabellera, dejándola caer en desorden sobre su rostro y busto, tapando con ello lo que antes fue trono de su hermosura.

 

1 heródoto, 1:33.

2 Cyrop. VIII 8:18.

3 Heródoto, 5:18; 29:110.

4 Heródoto, 1:8-12.

5 Coniugalia praecepta 16.

1 Heródoto, 3:69.

2 Heróüoto, 3:159; Est 4:43; 5J4! 6:4; 7:9-10; 8,7; 9:13.14-25; Esdr 6,ti.

3 Heródoto, 7:100; 8:85.

1 A. Βεα, De origine vocis "pur"; Β q (1930) 198-199.

2 Herodoto, 8:98; Jenofonte, Cyr. 8,6.17.

1 Heródoto, 3:72.77.84-

2 Heródoto, 7:61.114.

 

 

Plegaria de Ester.

En esta larga oración podemos distinguir los siguientes elementos: 1) exordio (v.3-4); 2) pasado y presente de Israel (v.5-7); 3) designios de los enemigos (v.8-10); 4) peticiones: castigar a los enemigos (v.11); salvar al pueblo (v. 13-14), alegando sus buenas intenciones (v.15-18); conclusión (v.19).

 

Exordio (14:3-4).

3 Y oró al Señor, Dios de Israel, diciendo: "Señor mío, tú, que eres nuestro único Rey, socórreme a mí, desolada, que no tengo ayuda sino en ti, 4 porque se acerca el peligro.

 

Confiesa Ester que Yahvé es el único Rey de Israel, el único Dios que merece tal nombre. Cualquier hombre o mujer que osare entrar al atrio interior del palacio sin haber sido llamado, incurría en la pena de muerte. Ester estaba decidida a hacerlo, y sabe que, si Dios no está con ella, morirá dentro de unas horas.

 

Pasado y presente de Israel (14:5-7).

"5 Desde que nací he oído en la tribu de mi familia que tú, Señor, escogiste a Israel entre todas las naciones y a nuestros padres entre todos sus progenitores por heredad perpetua, y que les cumpliste cuanto les habías prometido. 6 Ahora nosotros hemos pecado delante de ti y tú nos entregaste en poder de nuestros enemigos 7 en castigo de haber adorado a sus dioses. Justo eres, Señor.

 

Era Ester de la tribu de Benjamín. Se inculcaba a los niños de Israel la idea de que pertenecían a un pueblo que Dios había elegido para sí (Jos 24:2-3; Ez 20:5).

 

Designios de los gentiles (14:8-10).

"8 Mas ellos no se contentan con imponernos dura servidumbre, y han puesto sus manos sobre las manos de sus ídolos, 9 jurando anular las promesas de tu boca, borrar tu heredad, cerrar la boca de los que te alaban, extinguir la gloria de tu casa y de tu altar, 10 abrir la boca de los gentiles para celebrar las proezas de sus ídolos y hacer que un rey de carne sea por esto ensalzado para siempre.

 

Este estado de pecado en que se encuentra Israel ha envalentonado a los gentiles, que han decidido borrar definitivamente su memoria y anular las promesas que un tiempo le hizo Yahvé. A ello se han obligado con juramento, "colocando sus manos sobre sus ídolos," como actualmente se jura con las manos sobre los santos Evangelios. Es más, pretenden que, al exterminar a Israel, acabarán también con su Dios, celebrando ellos las proezas de sus ídolos y concediendo honores divinos "a un rey de carne." Así, pues, la ruina de Israel significa el término del reinado de Yahvé sobre el mundo.

 

Peticiones (14:11-19).

11 No entregues, Señor, tu cetro a los que nada son, ni se rían de nuestra caída; antes bien, haz que sus consejos se vuelvan contra ellos; haz para todos escarmiento al autor de esta guerra contra nosotros; 12 acuérdate de nosotros, Señor; date a conocer en el día de nuestra tribulación y fortaléceme, Rey de los dioses, Dominador de todo poder. 13 Pon en mis labios palabras apropiadas en presencia del león y muda su corazón en odio al que nos hace la guerra para ruina suya y de sus parciales. 14 Líbrame con tu mano y ayúdame a mí, que estoy sola y no tengo sino a ti, Señor. 15 Tú lo sabes todo y sabes, por tanto, cómo aborrezco la gloria de los inicuos y detesto el lecho de los incircuncisos y de todos los extraños. 16 Tú conoces que sólo por necesidad estoy donde estoy, que detesto las señales de mi gloria que llevo sobre la cabeza en los días de mi pública presentación; que las abomino como paño de menstruación; que no las llevo en mis días de retiro; 17 que no ha participado tu sierva de la mesa de Aman, ni aprecio los banquetes del rey, ni bebo el vino de las libaciones; 18 que no ha tenido tu sierva día alegre, desde el día de su encumbramiento hasta hoy, sino en ti, Señor, Dios de Abraham.19 i Oh Dios sobre todos fuerte! oye la voz de los desamparados y líbranos del poder de los perversos, líbrame a mí de todo mal."

 

Pide Ester a Dios castigue la insolencia de los que pretenden quitarle el cetro para entregárselo a los ídolos, a los que "nada son" (Sal 96:5; 1 Cor 8:4-10). No permita Dios que los paganos se rían de El y de su pueblo (Sal 70:2-4; 71:10-13), ni que Aman, su enemigo encarnizado, lleve a término sus planes. Esta oración de Ester no se encuentra en el texto hebraico. La ardiente devoción que demuestra en ella no se armoniza con su resistencia a intervenir en favor del pueblo (c.4), más interesada en conservar su puesto que en ayudar a sus hermanos los judíos. La intervención decidida de Mardoqueo logró despertar los sentimientos religiosos, que yacían, acaso aletargados, en su corazón; es de creer que durante los años que estuvo bajo la tutela de Mardoqueo recibió una educación religiosa y patriótica muy sólida, que reaparece en este trance definitivo.

 

En la guarida del león (15:4-9a).

4 El día tercero, así que acabó su oración, se despojó de sus hábitos de penitencia y se vistió de gala. 5 Y así, espléndidamente aderezada e invocando a su Dios y Salvador, testigo de todas las cosas humanas, tomó a dos de sus siervas, 6 apoyándose en una de ellas, como quien no puede, de puro delicada, sostenerse, 7 mientras la otra la seguía, llevando la cola de su manto. 8 Aparecía enteramente hermosa, el rostro sonrosado, alegre y como encendido de amor, mas el corazón oprimido por el miedo. 9a Y, atravesando todas las puertas, se detuvo delante del rey."

 

El autor griego dramatiza la escena, que refiere escueta y sobriamente el texto hebreo (5:1ss). El día tercero determinó presentarse al rey. Su confianza en Dios era ilimitada, pero no pudo impedir que le asaltase el miedo. La oveja se iba a enfrentar con el lobo.

 

Ante el rey (15:9-19).

9b Hallábase éste sentado en su trono, vestido con todo el aparato de su majestad, cubierto de oro y piedras preciosas, y aparecía en gran manera terrible. 10 Levantando el rostro radiante de su majestad, en el colmo de su ira, dirigió su mirada, y al punto la reina se desmayó, y, demudado el rostro, se dejó caer sobre la sierva que la acompañaba. n Pero mudó Dios el espíritu del rey en mansedumbre, y, asustado, se levantó de su trono y la puso sobre sus rodillas hasta que ella volvió en sí. La consolaba con blandas palabras,12 diciendo: "¿Qué es esto, Ester? Yo soy tu hermano, cobra ánimo. 13 No, no morirás, que mi mandato es para el común de las gentes. 14 Acércate." 15 Y, tomando el cetro de oro, la tocó en el cuello y la besó, diciendo: "Habíame." 16 Y ella le dijo: "Te vi, señor, como a un ángel de Dios, y mi corazón quedó turbado ante el temor de tu majestad, 17 pues eres, señor, admirable y tu rostro está lleno de dignidad." 18 Y mientras hablaba, volvió a caer desmayada. 19 Turbóse el rey, y toda la servidumbre la atendía.

 

La belleza encantadora de Ester no pudo impedir que a su aparición le lanzara el rey una mirada "en el colmo de su ira"; pero la feminidad de la reina, que tiembla y se desvanece a tiempo ante la actitud viril del monarca, triunfó plenamente. El texto atribuye a Dios el cambio radical operado en el ánimo del rey. Ester compara a Asuero a un ángel de Dios (1 Sam 29:9; 2 Sam 14:17-20), ante cuya vista tiemblan los hombres (Dan 8:17-18; 10:5-10). Otro desmayo de la reina turbó al rey, que pidió auxilio a la servidumbre. El texto que acabamos de comentar es una paráfrasis del siguiente pasaje del original hebraico,

 

Petición de Ester (5:1-5).

1 Al tercer día, Ester se vistió sus vestiduras reales y se presentó en el atrio interior de la casa, delante del aposento del rey. Estaba éste sentado en su real trono, en el palacio real, enfrente de la entrada; 2 y cuando vio a la reina Ester en pie, en el atrio, halló ésta gracia a sus ojos y tendió sobre ella el rey el cetro de oro que tenía en su mano, 3 y le dijo: "¿Qué tienes, reina Ester, y qué es lo que quieres? Aunque fuera la mitad de mi reino, te sería otorgada." 4 Ester respondió: "Si al rey le place, venga hoy el rey con Aman a un festín que yo le he preparado." 5a El rey dijo: "Id a llamar a Aman, como lo desea Ester."

 

Se dice que tres días después presentóse Ester ante el rey. El día tercero tiene un valor simbólico en la Biblia (Gen 22:4; Ex 19:16; Jos 1:11; Os 6:2). La reina avanzó majestuosa hacia el atrio interior, desde donde se divisaba el trono, deteniéndose ante el departamento real. Del texto puede deducirse que Ester, desde allí, pidió audiencia a Asuero, que se la concedió. La petición de Ester podía parecer al rey de escasa trascendencia e interpretarla como un capricho de la soberana, pero, en realidad, tenía un alcance capaz de cambiar totalmente la escena. Así lo comprendió la sagacidad del rey, como aparece por 5:6, intuyendo que la proposición de Ester ocultaba algo que rebasaba el significado de sus palabras.

 

El primer festín (5:5-8).

5b Fue el rey con Aman al festín que había preparado Ester, y durante él 6 dijo el rey a Ester: "¿Qué es lo que pides? Todo te será concedido. ¿Qué deceas? Aunque fuera la mitad de mi reino, la tendrías." 7 Ester respondió: "He aquí lo que pido y lo que deseo: 8 Si he hallado gracia a los ojos del rey y si place al rey concederme mi petición y satisfacer mi deseo, que vuelva el rey con Aman al banquete que yo les prepararé, y mañana yo daré la respuesta al rey según su mandato."

 

El rey invita a Ester a que abra su corazón. Espera que con ocasión del festín abra Ester su boca y vacíe todo cuanto le acongoja. Dice el texto hebraico que preguntó Asuero a la reina "en el festín del vino," a saber, hacia finales del banquete, en que el vino alegraba a los invitados y soltaba su lengua 1. La respuesta de Ester está encaminada a diferir el desenlace del drama. En el caso de denunciar a Aman, en esta ocasión no tendría lugar el encubrimiento de Mardoqueo y la humillación de Aman.

 

Contrariedad y alborozo de Aman (5:9-14).

9 Aman salió aquel día gozoso y lleno de contento su corazón; pero, cuando vio a la puerta del rey a Mardoqueo, que no se levantó ni se movió a su paso, se llenó de ira contra Mardoqueo. 10 Supo, sin embargo, contenerse, y se fue a su casa. Luego mandó a buscar a sus amigos y a Zeres, su mujer; 11 y Aman les habló de la grandeza de sus riquezas, del número de sus hijos, de todo cuanto había hecho el rey para engrandecerle dándole el primer lugar, por encima de los jefes y los servidores del rey. 12 Y añadió: "Sólo a mí ha invitado la reina Ester al banquete que ha dado al rey, y me ha invitado además para mañana en su casa con el rey. 13 Pero todo esto no es nada para mí mientras vea a Mardoqueo el judío sentado a la puerta del rey." 14 Zeres, su mujer, y todos sus amigos le dijeron: "Prepara una horca de cincuenta codos de alta, y mañana por la mañana pide al rey que sea colgado en ella Mardoqueo, y luego te irás satisfecho al festín con el rey." Agradó a Aman el consejo y mandó preparar la horca.

 

Salía Aman del banquete alegre y con buen humor (tob leb, 1 Sam 25:36), cuando divisó a Mardoqueo ocupando de nuevo su puesto junto a la puerta real (2:19-21; 3:2; 5:13; 6:10-12). También él había acabado los días de penitencia y, como tenía de costumbre, no se levantó ni se movió al pasar el primer ministro (3:1-5). Zeres y los consejeros recomiendan a Aman cuelgue de una horca (2:23; 6:4; 7:9; 8:7; 9:13) a Mardoqueo. Parece exagerada la altura de cincuenta codos, que corresponde a veinticinco metros. Una muerte inminente amenaza a Mardoqueo, por cuanto puede Aman pedir al rey que se anticipe la fecha señalada para la ejecución de Mardoqueo, reservando para el día y mes señalado por la suerte el exterminio del pueblo judío. El término Zeres es de origen iraniano, y significa la dorada, la de los cabellos de oro 2.

 

El insomnio del rey (6:1-5).

1 Aquella noche, no pudiendo el rey conciliar bien el sueño, hizo que le llevaran el libro de los anales, las crónicas; y leyéndolas ante el rey, 2 hallóse escrito lo que había revelado Mardoqueo, descubriendo que Bigtán y Teres, los dos eunucos del rey, guardias del atrio, habían querido llevar su mano sobre el rey Asuero. 3 El rey preguntó: "¿Qué honores y distinciones se han concedido por esto a Mardoqueo?" "Ninguna ha recibido," respondieron los servidores. 4 Entonces dijo el rey: "¿Quién está en el atrio?" Aman había venido al atrio exterior de la casa para pedir al rey que mandara colgar a Mardoqueo de la horca que le había preparado. 5 Los servidores le respondieron: "Ahí está Aman en el atrio." Y dijo el rey: "Que entre."

 

No es probable que los sucesos del día narrados en el capítulo anterior quitaran el sueño a un monarca acostumbrado a resolver negocios mucho más trascendentales. El texto griego expresa claramente lo que aparece de manera velada en el original hebraico. No es de extrañar que al rey se le antojara llenar las horas de insomnio con la lectura de las crónicas de su reinado (2:23; 10:2; Esdr 4:15), aunque tuviera al alcance otros pasatiempos. Del atentado de los dos eunucos se habla en 2:21-23. El texto hebreo ignora, o al menos no menciona, la recompensa que recibió Mardoqueo por sus servicios (12:5).

 

Asuero se aconseja con Aman (6:6-11).

6 Entró Aman, y el rey le dijo: "¿Qué ha de hacerse con aquel a quien el rey quiere honrar?" Aman se dijo a sí mismo: "¿A quién otro ha de querer honrar el rey?" 7 Y contestó: "Para honrar a quien el rey quiere honrar, 8 habrán de tomarse las vestiduras reales que se viste el rey, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que ciñe su cabeza, 9 y dar el vestido, el caballo y la corona a uno de los más nobles príncipes del rey, para que vistan a aquel a quien el rey quiere honrar, y, llevándole en el caballo por la plaza de la ciudad, vayan pregonando ante él: Así se hace con el hombre a quien el rey quiere honrar." 10 El rey dijo a Aman: "Coge luego el vestido y el caballo, como has dicho, y haz eso con Mardoqueo el judío que se sienta a la puerta del rey. No omitas nada de cuanto has dicho." 11 Cogió Aman el vestido, vistió a Mardoqueo y le paseó a caballo por la plaza de la ciudad gritando delante de él: "Así se hace con el hombre a quien el rey quiere honrar."

 

Solían los reyes persas recompensar espléndidamente a sus bienhechores. Según Herodoto (8:85), había en Persia unos hombres llamados orosangai, bienhechores del rey. Aman gozaba de la confianza real, y por lo mismo le admite en su presencia sin necesidad de pedir audiencia. Ni que decir cabe que su ida a palacio en aquellas primeras horas del día fue por disposición providencial de Dios. Nótese que el rey no nombra a Mardoqueo al pedir su parecer a Aman. El autor del libro cuenta los hechos con reticencias y palabras equívocas para hacer más apasionante la narración. Es difícil creer que Aman propusiera al rey se concedieran honores reales a aquel a quien el rey quería honrar. No puede concebirse que el orgullo llevara a Aman a proponer tales honores a un ministro de la corona. Aman cumple la orden de Asuero (v.10-11). En la respuesta hace el rey hincapié en que no se omita ningún detalle del ceremonial que le ha propuesto. Sabe el rey que Mardoqueo se hallaba habitualmente en la puerta del palacio real (2:19; 3:2; 5:9).

 

Aman, corrido (6:12-14).

12 Volvióse Mardoqueo a la puerta del rey, y Aman se fue corriendo a su casa, desolado y cubierta la cabeza. 13 Contó Aman a Zeres y a todos sus amigos todo lo que le había sucedido, y sus amigos y Zeres, su mujer, le dijeron: "Si el Mardoqueo ese, delante del cual has comenzado a caer, es de la raza de los judíos, no le vencerás; antes de cierto sucumbirás ante él." 14 Y cuando todavía estaba ella hablando, vinieron los eunucos del rey y se lo llevaron apresuradamente a Aman al festín que Ester había preparado.

 

El autor ama los contrastes. Mardoqueo vuelve a la puerta real, confiado más que nunca en el éxito de las gestiones que ha emprendido Ester; Aman, corrido, marcha a su casa a ocultar la humillación que ha sufrido, i Qué diferencia entre ayer y hoy! Sus amigos y aun su mujer le predicen la derrota. El presagio de Zeres iba a cumplirse fatalmente y más pronto de cuanto podía sospechar. La presencia de los eunucos en casa, llevándose apresuradamente a Aman, indica que el desenlace final se aproxima. El banquete que antes esperaba con ansia (5:14), será el anzuelo en el que quedará prendido. Entre el primer banquete y el segundo corre el espacio de veinticuatro horas. Por lo cual vemos difícil que en tan poco tiempo se hayan podido desarrollar los acontecimientos que se narran en el capítulo 6.

 

Petición de la reina (7:1-4).

1 Fueron el rey y Aman al banquete a casa de Ester. 2 El segundo día dijo el rey a Ester otra vez durante el festín: "¿Cuál es tu petición, reina Ester? Te será concedida. ¿Qué es lo que deseas? Aunque fuera la mitad de mi reino, la tendrías." 3 La reina Ester respondió: "Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey! y si el rey lo cree bueno, concédeme la vida mía: he ahí mi petición, y salva a mi pueblo: he ahí mi deseo. 4Porque estamos vendidos yo y mi pueblo para ser exterminados, degollados, aniquilados. Si siquiera fuéramos vendidos por esclavos y siervos, me callaría, aunque no compensaría el enemigo al rey el perjuicio que le haría."

 

Corría el segundo día del banquete. Una vez servida la comida, empezóse a escanciar el vino (5:6). Barruntaba el rey que Ester ocultaba algo muy interesante en su corazón, que no se atrevía a manifestar. Conforme a la pregunta del rey (v.2), Ester pide que se le conceda la vida y manifiesta el deseo de que viva también su pueblo. La noticia de que su vida estaba en peligro debió de impresionar al rey. ¿Es posible que perezca la reina que Asuero ama, y a la cual permitió el acceso espontáneo a sus aposentos sin que le aplicara la ley? Ester resume el contenido del decreto, que conocía a través de Mardoqueo (4:8). Ella y su pueblo están vendidos por el precio de diez mil talentos (4:7); corren peligro de ser exterminados, degollados, aniquilados; tres verbos que se empleaban en el mencionado decreto (3:13). Aman había invocado motivos de Estado para matar a los judíos. Ester, en respuesta a las sugerencias de Aman (3:8), hace ver en primer lugar las desventajas políticas y económicas que supone tal medida.

 

Ester delata al traidor.

5 Tomó el rey Asuero la palabra y dijo a Ester: "¿Quién es y dónde está el que eso se propone hacer?" 6Y Ester le respondió: "El opresor, el enemigo, es Aman, ese malvado." Aman se sobrecogió de terror ante el rey y la reina. 7 El rey, en su ira, se levantó y se salió del banquete para ir al jardín del palacio, y Aman se quedó para pedir la gracia de la vida a la reina Ester, porque veía bien que su pérdida estaba resuelta en el ánimo del rey.

 

Asuero montó en cólera y quiso saber quién se había atrevido a proponer semejante despropósito. Es imposible que el rey no recordara la existencia del decreto contra los judíos y su contenido, al menos en líneas generales. El autor sagrado no describe la escena tal como sucedió realmente, sino de una manera dramática, buscando para ello el procedimiento literario que más impresionara al lector. No revela Ester el nombre del conspirador ni da a entender que se trata de una persona concreta, individual. Pero el rey, en su respuesta, se interesa inmediatamente por el nombre del traidor, queriendo averiguar su paradero. La pregunta del rey está formulada en relación al contexto siguiente. ¿Quiere saber quién es el opresor de los judíos y el que atenta contra los intereses económicos de la nación? Ahí lo tiene; a su lado está, banqueteando con él y gozando de su amplia confianza. Podía el rey repetir: "Si un enemigo me agraviara, de buena gana le sufriría. Si quien me odia se me alzara, de él me pondría a cubierto; pero eres tú, un otro yo, mi amigo, mi íntimo (Sal 55:15), quien acecha contra mí." El episodio recuerda el momento en que Cristo desenmascara al traidor (Mt 26:23). No pudiendo el rey soportar la presencia de Aman, salióse al jardín. Aman se sobrecogió de temor: Ester le había señalado con su nombre. Ante ella aparecía como opresor y enemigo de su raza; ante el rey, como enemigo de la prosperidad del imperio. Si Aman hubiera conocido la ascendencia de Ester, ¿se hubiera atrevido a implorar del rey el exterminio de los judíos? El autor ha logrado dramatizar la escena, aunque deja en el aire algunas cuestiones. Por la actitud del rey comprendió Aman que su suerte estaba echada; sólo la intervención de la reina podía salvarlo. Pero ¿cómo atreverse a pedir perdón a Ester, cuya perdición tramaba?

 

Fin de Aman (7:8-10).

8 Cuando volvió el rey del jardín del palacio a la sala del banquete, vio a Aman, que se había precipitado hacia el lecho sobre el cual estaba Ester, y dijo: "¡Qué! ¿Será que pretende también hacer violencia a la reina en mi casa, en el palacio?" En cuanto salieron estas palabras de la boca del rey, cubrieron el rostro de Aman; 9 y Harbona, uno de los eunucos, dijo en presencia del rey: "En casa de Aman hay una horca, alta de cincuenta codos, que Aman ha preparado para Mardoqueo,el que habló para bien del rey." El rey dijo: "Que cuelguen de ella a Aman." 10 Y fue colgado Aman de la horca que él había preparado para Mardoqueo, y se aplacó la ira del rey.

 

Recuperada la serenidad, entró de nuevo Asuero en la sala. Al ver a Aman postrado a los pies de la reina, montó en cólera. El texto hebreo supone que la reina estaba tumbada sobre el diván; Aman, a sus pies, imploraba clemencia. El texto griego añade: "Suplicaba perdón cogido a las rodillas de la reina." No es que Aman tuviera intenciones menos rectas; no era el momento más apropiado para ello; pero la gravedad de la situación le hizo olvidar las reglas de la etiqueta. Puede darse también que el autor sagrado haya consignado esta circunstancia insólita para amontonar nuevos delitos sobre el odiado Aman. A este crimen se añadió otro: el de haber preparado una horca para colgar de ella a Mardoqueo, a quien el rey acababa de honrar. Harbona (1:10) conocía el hecho y lo delata al rey, quien, avaro en palabras, ordena "que cuelguen de ella a Aman." Cambio total de escena: el rey se apacigua, Ester celebra su triunfo, Mardoqueo ve desaparecer a su enemigo. A la tempestad sucede la calma; al temor, la confianza. Una vez más reaparece en este texto el tema bíblico de la rehabilitación del justo y oprimido (Prov 11:8; 26:27; 28:10; Ece 10:8; Eci 27:26; Sal 7:16, etc.)1

 

Exaltación de Mardoqueo (8:1-2).

1 Aquel mismo día, el rey Asuero dio a Ester la casa de Aman, el enemigo de los judíos; y Mardoqueo fue presentado al rey, pues le había dado a conocer Ester el parentesco que a él le unía. 2 Quitóse el rey el anillo que había retirado a Aman y se lo dio a Mardoqueo. Ester, por su parte, estableció a Mardoqueo en la casa de Aman.

 

Los acontecimientos se precipitan de manera asombrosa. El rey, voluble, brusco y expeditivo en sus negocios, se deja fácilmente llevar por el último que le habla, aunque sean sus cortesanos (1:21; 5:5; 6:10; 7:5). En un día cambia de favorito, dando muerte al que ocupaba el segundo lugar en el reino y elevando al mismo rango a un empleado de la puerta real. A Asuero le duele la traición de Aman. A más de condenarle a muerte, dispone que Mardoqueo administre en adelante los bienes de la casa de Aman (Gen 39:4; 44:1-4; 1 Re 13:8) y vigile los movimientos de sus familiares hasta que la justicia disponga de otra cosa. Aman era rico (5:11) y tenía muchos hijos (9:10). Según las leyes i, la propiedad de los ajusticiados pasaba al Estado. El rey entrega la casa de Aman a Ester como prueba de confianza, y ésta la traspasa a Mardoqueo. Empiezan los judíos a enriquecerse a costa de su enemigo.

 

Ester intercede por su pueblo (8:3-6).

3 Volvió después Ester a hablar al rey y, echándose a sus pies llorando, le suplicó impidiera los efectos de la maldad de Aman, agagita, y la realización de sus proyectos contra los judíos. 4 El rey tendió a Ester el cetro de oro, y ésta se levantó, quedándose en pie delante del rey, 5 y le dijo: "Si al rey le place y si le parece justo mi ruego, y si soy grata a sus ojos, escriba revocando las cartas inspiradas por Aman, hijo de Hamedata, agagita, y escritas por él para exterminar a los judíos que hay en todas las provincias del rey, 6 porque ¿cómo podría yo ver que el infortunio alcanzara a mi pueblo? ¿Cómo podría ver el exterminio de mi raza?"

 

Ester y Mardoqueo estaban a salvo, pero era menester revocar el edicto de exterminio que pesaba sobre el pueblo judío desparramado por todo el imperio. El patriotismo de Ester se manifiesta de nuevo al presentarse por segunda vez al monarca sin haber sido llamada previamente. Por un artificio literario manifiesto, todo el capítulo 8 es una repetición, casi palabra por palabra, de lo dicho en 3:8-4:4, pero a la inversa. El paralelismo es perfecto entre la conducta de Aman en sus relaciones con el rey, la intervención de Ester para liberar al pueblo y las gestiones hechas por Mardoqueo. Señalamos las siguientes equivalencias: 8,5b-8 = 3:8-11; 8:9-12 = 3:12-13; 8:13-14 = 3:14-15; 8:15-17; 4:1-4.

 

El rey, bien dispuesto (8:7-8).

1 El rey Asuero dijo a la reina Ester y al judío Mardoqueo: "Yo he dado a Ester la casa de Aman y él ha sido colgado de la horca por haber extendido la mano contra los judíos. 8 Escribid, pues, en favor de los judíos lo que bien os parezca en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey, porque edicto escrito en nombre del rey y sellado con el anillo del rey, no puede ser revocado."

 

Asuero se encuentra en situación embarazosa. Se ha puesto incondicionalmente de parte de Ester y Mardoqueo. Pero, como el edicto era irrevocable por llevar el sello real (Dan 6:9; 13; 16), sugiere que se busque una solución para neutralizar con otro lo que se prescribía en el primero. La solución consistió en otorgar a los judíos autorización y medios no sólo para repeler la agresión, contando con el apoyo de los órganos gubernativos, sino para vengarse de sus enemigos.

 

Manos a la obra (8:9-10).

9 Fueron entonces llamados los secretarios del rey el día veintitrés del mes tercero, que es el mes de Siyán; y se escribió, conforme a lo que fue ordenado por Mardoqueo, a los judíos, a los sátrapas, a los gobernadores y a los jefes de las ciento veintisiete provincias, desde la India a la Etiopía, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua, y a los judíos según su escritura y su lengua. 10 Se escribió en nombre del rey Asuero y se selló con el anillo del rey. Enviáronse las cartas por correos montados en ligeros caballos procedentes de los potreros reales.

 

Esta sección corresponde exactamente a 3:12-15. La diferencia principal está en que el remitente es Mardoqueo; entre los destinatarios se mencionan los judíos. Antes eran ellos las víctimas. Estamos en el mes de Si van (nombre de origen babilónico), por lo cual han transcurrido dos meses y diez días desde el edicto de Aman (3:12). Durante este tiempo se desarrollaron los hechos narrados en 4:1-8:2. El uso que hace el autor de los números prueba que maneja libremente la narración.

 

Privilegios a los judíos (8:11-13).

11 Se daba a los judíos, en cualquier ciudad en que estuviesen, permiso para reunirse y defender su vida, y para destruir, matar y exterminar a todos aquellos, con sus niños y mujeres, de cada pueblo y de cada provincia, que tomaran las armas para atacarlos, y para dar sus bienes al pillaje; 12 y esto en un solo día, en todas las provincias del rey Asuero, el día trece del duodécimo mes, que es el mes de Adar. 13 Estas cartas contenían una copia del edicto que había de publicarse en cada provincia, e informaban a todos los pueblos de que los judíos estarían aquel día prestos a vengarse de sus enemigos.

 

En el edicto anterior (3:13) se amenazaba a los judíos con el exterminio total; ahora se les autoriza a reunirse para defenderse, matar, destruir, exterminar a cuantos les ataquen (Dan 6:25). Se les autoriza asimismo para incautarse de los bienes de sus perseguidores. Otros textos permiten a los judíos no sólo defenderse, sino pasar al ataque (8:13; 9:1-16). Esta matanza tendrá lugar el 13 del mes de Adar, coincidiendo con el día señalado por Aman para acabar con los judíos (3:13).

 

Renace la alegría (8:14-17).

14 Los correos partieron en seguida con toda prisa por la posta según la orden del rey. El edicto fue publicado también en Susa, la ciudadela. 15 Mardoqueo salió de la casa del rey vestido con un vestido real color violeta y lino blanco, con una gran corona y un manto de lino y de púrpura. 16 Hubo para los judíos luz y alegría, gozo y honra. La ciudad de Susa lanzaba gritos de regocijo, 17 y en cada provincia y en cada ciudad, por dondequiera que llegaron la orden del rey y su edicto, hubo entre los judíos gozo y regocijo, banquetes y fiestas; y muchas de las gentes de los pueblos de las regiones se hicieron judíos, porque se había apoderado de ellos el temor a los judíos.

 

Una vez hubo Aman arrancado del rey el edicto de exterminio de los judíos, púsose a banquetear con Asuero (3:15)· Mardoqueo, en paridad de circunstancias, abandonó el palacio y marchó a su casa. Anteriormente, con ocasión de su exaltación por Asuero (6:11), había vestido Mardoqueo vestiduras reales; pero en la actualidad lleva los vestidos que corresponden a su posición de gran visir. Entre los persas tenían éxito los vestidos amplios y multicolores 2. No son motivos nobles los que impulsan a los paganos a abrazar el judaísmo; pero el temor puede ser el principio de una conversión total. Nótese cómo el autor establece la antítesis entre el pueblo judío próximo a desaparecer (4:13) y la situación privilegiada de que goza en la actualidad. El autor ha probado suficientemente que Dios, tarde o temprano, se acuerda de su pueblo; que castiga a sus opresores y da su gracia a los que viven según el pacto de la alianza. A pesar de su apariencia laica, el texto original hebraico se muestra en el fondo extraordinariamente religioso y adicto a la mentalidad tradicional hebraica.

 

1 Heródoto, 1:133. L,a Biblia comen. 9,29

2 Rb (1909) 186-137.

1 Heródoto, 3:129.

 

 

Carta de asuero (16:1-22).

En el texto hebraico se habla de la carta y del contenido del decreto que en nombre del rey enviaba Mardoqueo a las autoridades del reino. El texto griego reproduce íntegramente su contenido, que llama la atención por su ampulosidad y sus consideraciones de matiz filosófico. Su mismo texto demuestra que no es una traducción del hebreo. Presenta analogías con los escritos reales que figuran en 3 Mac 7:1-9.

 

Destinatarios (16:1).

1 La copia de la carta es como sigue: "Artajerjes, rey grande,, a los gobernadores de las regiones de las ciento veintisiete satrapías desde la India hasta la Etiopía, y cuantos entiendan en nuestros negocios, salud.

 

En contra de lo dicho en 1:2, el autor griego confunde provincias con satrapías; acaso, por extensión, toma el término satrapía como sinónimo de provincia. Esta confusión puede provenir de la época relativamente reciente en que fue escrito el libro.

 

Conducta de los soberbios (16:2-4).

"2 Muchos, después de haber recibido honores singulares de la extremada bondad de sus bienhechores, aspiran a cosas más altas, 3 y no sólo tratan de oprimir a nuestros subditos, sino que, incapaces de sostener el peso de su dignidad, conspiran hasta contra el que se la confirió. 4 Y no sólo destierran de entre los hombres la gratitud, sino que, hinchados por el fausto de su inesperada prosperidad, procuran escapar a la justicia vengadora de Dios, perpetuo testigo de todas las cosas.

 

El autor quiere aludir a Aman, que, elevado a la más alta gloria por la extraordinaria bondad del monarca, se dejó arrastrar por el orgullo, oprimiendo no sólo a los humildes y subditos, sino conspirando incluso contra su bienhechor.

 

Peligro que acecha a las autoridades (16:5-6).

"5 Con frecuencia, a muchos de los constituidos en la suprema autoridad, la falaz adulación de aquellos a quienes encomendaron la dirección de los negocios los hace cómplices de sangre inocente y les causa irremediables males, 6 engañando con la mentirosa astucia de su malignidad la noble sencillez de los soberanos.

 

El autor se refiere veladamente al caso de Aman, que, fingiéndose amigo del rey, tutelando aparentemente sus derechos, lo engañó miserablemente hasta hacerle cómplice de sangre inocente. Se trata de disculpar al soberano y cargar la culpabilidad sobre Aman. No obstante, no sale Asuero bien parado, a pesar de las tentativas para disculparle, porque no debía confiar la suerte de una nación al capricho de un individuo. Es cómplice, por lo mismo, del crimen que rubricó con su firma.

 

Ejemplo actual (16:7-9).

"7 Esto podemos comprobarlo, no tanto por las historias antiguas, según dejamos indicado, cuanto por el examen de sucesos que tenéis a la vista, hechos impíamente consumados por la peste de los indignos gobernantes. 8 Por eso es preciso proveer para lo futuro, procurando con la paz un reino tranquilo a todos los hombres, 9 realizando los cambios necesarios y juzgando siempre con equidad los negocios que se ofrecieren.

 

Por las palabras anteriores podían barruntar los lectores que la carta, aunque en términos generales, tenía en vista la situación presente; ahora es el mismo rey quien descubre el misterio.

 

Se desenmascara al traidor (16:10-14).

"10 Vosotros sabéis cómo Aman, hijo de Hamedata, macedonio, enteramente extraño a la sangre de los persas y sobremanera desconocedor de nuestra bondad, por mí acogido hospitalariamente, 11 alcanzó la benevolencia que usamos con todas la naciones, en tanto grado, que fue apellidado nuestro padre y por todos venerado hasta postrarse a sus pies, dándole un poder correspondiente a la dignidad del trono real. 12 E incapaz de llevar el peso de tanta grandeza, intentó privarme del reino y de la vida, 13 y con toda suerte de maliciosos engaños trató de perder a mi salvador y bienhechor constante Mardoqueo y a la irreprochable compañera del reino, Ester, con toda su nación. 14 Así pensaba él aislarnos y pasar a los macedonios el imperio de los persas.

 

El autor de tantos males es un extranjero, "extraño a la sangre de los persas." Se le llama el "Macedonio." Es difícil explicar el porqué el calificativo de agagita (3:1; 8:3) ha sido substituido por el de macedonio. Acaso el contexto histórico de la narración alude a los conflictos en torno a la hegemonía entre medos y persas 1. Según Stummer, en tiempos de Alejandro Magno aparecen los macedonios como enemigos de los persas. Nuestro texto, añade, es originario del tiempo helenístico. Con estas maquinaciones trataba Aman de entregar a los macedonios el imperio de los persas. Las acusaciones contra el antiguo ministro son graves y aconsejan que se proceda contra él con el máximo rigor. La acusación de Aman contra los judíos, culpándoles de falta de patriotismo, es explotada ahora por los mismos para presentarlo ante la nación como favorecedor de las aspiraciones colonialistas de los odiados macedonios.

 

Elogio del pueblo judío (16:15-16).

15 Pero hemos averiguado que los judíos, entregados a la muerte por este consumado criminal, no son malhechores, antes se gobiernan por leyes santísimas, 16 que son hijos del Altísimo, sumo y viviente Dios, que conserva el reino en el mejor estado en favor nuestro, como de nuestros predecesores.

 

En la presente carta se desmienten las acusaciones contra los judíos. No son ellos malhechores ni enemigos del género humano. Se rigen por leyes santísimas, que en nada se oponen a la legislación estatal persiana. Por su fidelidad al Dios suyo son llamados "hijos de Dios" (Ex 4:22; Sab 9:7). Además, rindiendo ellos culto al "altísimo, sumo y viviente Dios," muestran su patriotismo por cuanto conserva Dios el reino en el mejor estado.

 

Ordenes concretas (16:17-24).

17 Por esto haréis bien en no prestar atención a las cartas remitidas por Aman, hijo de Hamedata, 18 por cuanto el autor de ellas ha sido crucificado a las puertas de Susa con toda su casa, habiéndole dado sin tardanza su merecido castigo el Dios omnipontente. 19 La copia de esta carta haréis publicarla en todas partes, para que sea permitido a los judíos vivir según sus leyes, 20 y les prestaréis apoyo para que puedan rechazar a los que en el día de la tribulación los ataquen, el día trece del mes duodécimo, de Adar; 21 pues el Dios que todo lo domina, ha convertido en día de alegría el que estaba señalado para ruina de la nación escogida. 22 Vosotros, pues, celebraréis con todo regocijo, como una de vuestras festividades, el día señalado, 23 para que ahora y en lo futuro sea día de salud para vosotros y para todos los leales a los persas, y para los que maquinaban contra vosotros sea de infausta memoria. 24 Y toda ciudad o región en general que esto no cumpliere* sea inexorablemente destruida por el hierro y el fuego y hecha inaccesible no sólo a los hombres, sino también a las fieras y a las aves, y por siempre odiosa."

 

De lo dicho anteriormente se saca la conclusión de que el primer edicto real no tiene fuerza de ley (13:6-7); por eso se recomienda a las autoridades que no presten atención a su contenido. Los términos con que está concebida la carta hacen dudar de su autenticidad. Es muy difícil creer que un rey persa convierta en fiesta oficial el día señalado para la destrucción del pueblo judío y ordene destruir las ciudades y arrasar las regiones que se opusieren a este edicto real. Además de su tono hiperbólico, la carta quiere ser una apología del pueblo judío, que demuestra los peligros a que se exponen los enemigos del mismo y aviva la confianza de aquellos judíos que habitan en territorio extranjero.

 

1 Heródoto, 3:65.

2 Heródoto, 9:109.

 

 

 

Venganza de los judíos (9:1-19).

 

Los judíos, en situación ventajosa (9:1-4).

1 Al duodécimo mes, que es el mes de Adar, el día trece del mes, el día en que debía cumplirse el edicto del rey y en que los enemigos de los judíos habían pensado dominarlos, fue lo contrario lo que sucedió, y los judíos dominaron a sus enemigos. 2 Reuniéronse los judíos en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para poner la mano sobre todos aquellos que buscaban su perdición; y nadie pudo resistirlos, porque el temor de ellos se había apoderado de todos los pueblos. 3 Y todos los jefes de las provincias, los sátrapas, los gobernadores y los funcionarios del rey, apoyaron a los judíos, por el temor que les inspiraba Mardoqueo; 4 pues era Mardoqueo poderoso en la casa del rey, y su fama se esparció por todas las provincias, porque se hacía de día en día más poderoso.

 

A consecuencia de la carta de Mardoqueo cambió totalmente el cariz de los acontecimientos señalados para el 13 del mes de Adar (3:12). Desde el edicto de Mardoqueo hasta el citado día transcurrieron, según 8:9, nueve meses, durante los cuales pudieron los judíos reunirse (8:11), organizarse para mejor repeler la agresión, ¿Atreviéronse los persas a molestar a los judíos? Conociendo el contenido del decreto real y sabiendo que Mardoqueo era "poderoso en palacio," que su fama iba en aumento, no es probable que los persas atacaran a los judíos, salvo pocas excepciones.

 

Matanzas en Susa (9:5-10).

5 Los judíos hirieron a espada a todos sus enemigos, los mataron y los hicieron perecer, y trataron como quisieron a los que les eran hostiles. 6 En Susa, la ciudadela, mataron los judíos, haciéndolos perecer, a quinientos hombres, 7 y degollaron a Parsandata, Dalfón, Asfata, 8 Porata, Adalía, Arudata, 9 Par-masta, Arisai, Aridai y Baizata, 10 los diez hijos de Aman, hijo de Hamedata, el enemigo de los judíos; pero éstos no se dieron al pillaje.

 

Los términos del texto sugieren claramente que había algo más que una defensa. Todos los que se habían mostrado contrarios a los judíos eran víctimas de los mismos. Aquellos que les resistieron fueron objeto de malos tratos: "trataron como quisieron a los que les eran hostiles." ¿Hubo víctimas de parte de los judíos? Sin duda (9:16), porque no todos se resignaron a morir pasivamente.

 

Ansiedad del rey (9:11-16).

11 Llegó aquel día a conocimiento del rey el número de los muertos en la ciudadela de Susa, 12 y el rey dijo a Ester: "Los judíos han matado y hecho perecer en Susa, la ciudadela, a quinientos hombres y a diez hijos de Aman. ¿Qué habrán hecho en el resto de las provincias del rey? ¿Qué más pides? ¿Qué más quieres? Se te concederá, lo tendrás." 13 Ester respondió: "Si al rey le parece bien, que les sea permitido a los judíos de Susa obrar también mañana conforme al edicto de hoy, Y Que se cuelgue en la horca a los diez hijos de Aman." 14 El rey mandó que así se hiciera, y se publicó el edicto en Susa. 15 Los judíos de Susa se reunieron de nuevo el día catorce del mes de Adar, y mataron en Susa a trescientos hombres; pero tampoco se dieron al pillaje. 16 Los otros judíos que había en las provincias del rey se reunieron y defendieron su vida, y se procuraron reposo librándose de sus enemigos, y mataron a setenta y cinco mil, pero no se dieron al pillaje.

 

Llegó la noticia de la hecatombe a oídos del rey, quien se alarmó por las proporciones que tomaba la reacción judía. Llevado por dos sentimientos, de ansiedad uno y de satisfacción el otro, se dirigió a la reina, diciéndole: "¿Qué más pides?" esperando que Ester le manifestara su gratitud y satisfacción por haber escuchado su ruego. Pero ¡cuál no fue su asombro al escuchar de labios de Ester la petición de prórroga de la matanza por espacio de otro día! Pero no quiso contrariarla y accedió a su ruego. La ansiedad del rey estaba muy justificada por las noticias alarmantes sobre la gran cantidad de víctimas. El texto hebraico habla de setenta y cinco mil muertos; los LXX los reducen a quince mil, y Luciano a diez mil ciento siete. Como hemos anotado, se exageran extraordinariamente las cifras con el fin de demostrar a los pueblos e individuos que, en caso de molestar a los judíos, se exponen a sufrir un castigo ejemplar.

 

Día conmemorativo (9:17-19).

17 Esto sucedió el día trece del mes de Adar. Los judíos se aquietaron el catorce, haciendo de él un día de banquetes y regocijo. 18 Los que había en Susa, que se habían reunido el trece y el catorce, se aquietaron el quince, haciendo de él un día de banquetes y regocijo. 19 Por eso los judíos del campo, que habitan ciudades no amuralladas, hacen del día catorce del mes de Adar un día de banquete y de fiesta, en que se mandan presentes los unos a los otros.

 

Señala el autor las razones históricas que dieron origen a la fiesta de Purim. Los judíos cumplieron matemáticamente la orden contenida en la carta de Mardoqueo. El 13 de Adar, los judíos de las provincias se vengaron a placer de sus enemigos, apoyados por las autoridades, exterminando a cuantos se habían mostrado contrarios a ellos. La petición de Ester hizo que se prorrogara otro día la matanza en Susa, destinando uno a los antijudíos de la ciudadela y otro a los de la población de Susa. Con ello se explica el porqué, en tiempos del autor, las gentes de provincia anticipaban en un día la fiesta de la liberación. Acaso se trata de una explicación popular de un hecho que no tiene justificación histórica.

 

Institución de la fiesta de Purim (9:20-22).

20 Mardoqueo escribió estas cosas y envió cartas a los judíos de todas las provincias del rey Asuero, cercanas y lejanas, 21 mandándoles celebrar todos los años el día catorce y el quince del mes de Adar, 22 como días en que habían obtenido el reposo, librándose de sus enemigos, y celebrar el mes en que su tristeza habíase convertido en alegría, y su desolación en regocijo; y de hacer de estos días días de festín y de alegría, en que se mandan presentes los unos a los otros y se distribuyen dones a los indigentes.

 

Nos hallamos en la parte jurídica del libro de Ester. Algunos creen que la sección 9:20-32 procede de una fuente distinta de la del resto del libro, presentando un estilo propio, que se caracteriza por las repeticiones e insistencia en los mismos temas. Según Patón, pudo el autor encontrar esta sección en una antigua historia judía.

Mardoqueo, en su calidad de jefe religioso, se dirige a todos los judíos de cerca y de lejos (Is 57:19; Jer 25:26; Dan 9:7), encareciéndoles la celebración de la fiesta de la liberación. El día del triunfo de los judíos se celebrará con ruidosos banquetes (16:22; 9:17), en los cuales se beberá vino en abundancia, permitiéndose la bebida hasta el límite de no poder distinguir entre las palabras "maldito sea Aman" y "bendito sea Mardoqueo." La fiesta tuvo siempre un carácter profano, alcanzando proporciones comparables a la de los carnavales, vistiendo las mujeres trajes de hombre y adoptando éstos la indumentaria femenina. En un principio prescribía el Talmud (Meg. 2a) que en los pueblos se leyera el libro de Ester el día 14 de Adar, y en ningún caso antes del 11 ni después del 14. La lectura en las sinagogas era interrumpida con imprecaciones contra los enemigos del pueblo judaico. En conmemoración del ayuno de Ester (4:3-16) se observó un día de ayuno.

 

Adopción oficial de la fiesta (9:23-28).

23 Los judíos se comprometieron a hacer lo que ya habían comenzado y les mandaba Mardoqueo; 24 porque Aman, hijo de Hamedata, agagita, enemigo de todos los judíos, había concebido el proyecto de exterminarlos y había echado el "pur," es decir, la suerte, para matarlos y exterminarlos; 25 pero, habiéndose presentado Ester al rey, mandó el rey por escrito hacer recaer sobre la cabeza de Aman el maligno proyecto que él había hecho contra los judíos, y le colgó de la horca a él y a sus hijos.26 Por eso se llaman estos días "purim," del nombre de "pur." Conforme al contenido de esta carta, según lo que ellos mismos habían visto y les había sucedido, 27 los judíos tomaron por ellos, por su descendencia y por todos aquellos que a ellos se unieron, la resolución y el compromiso irrevocable de celebrar cada año estos dos días al modo y al tiempo prescritos. 28 Estos días habían de ser celebrados y recordados de generación en generación, en cada familia, en cada provincia y en cada ciudad, y estos días de "purim" no habían de ser jamás abolidos entre los judíos, ni borrado su recuerdo entre sus descendientes.

 

Los judíos se habían adelantado a los deseos de Mardoqueo, ya que celebraban la fiesta con anterioridad y conforme a lo que se les dijo en la carta (16:22). Pero, al recibir el nuevo escrito de Mardoqueo, determinaron prorrogar la fiesta un día más,

 

Intervención de Ester en favor de la fiesta (9:29-32).

29 La reina Ester, hija de Abigaíl, y el judío Mardoqueo escribieron con instancia a los judíos por segunda vez para confirmar su carta acerca de los "purim," 30 y se mandaron cartas a todos los judíos, a las ciento veintisiete provincias del rey Asuero. Contenían palabras de paz y fidelidad, prescribiendo los días de "purim" al tiempo fijado, 31 como el judío Mardoqueo y la reina Ester los habían establecido, para ellos y para toda su posteridad, y añadiendo prescripciones de ayunos y lamentaciones. 32 Así, la orden de Ester confirmó la institución de los "purim," y esto fue escrito en el libro.

 

La carta escrita por Mardoqueo (v.23-24) iba refrendada por Ester con el fin de asegurar más su cumplimiento. ¿Supone esto que la primera carta de Mardoqueo (v.20-22) no consiguió la finalidad que pretendía? Como el lector puede observar, presenta el texto gran número de repeticiones, que engendran confusión. A partir de 9:19 se habla de la doble manera de celebrar la fiesta de purim. En g.26b se la considera como de origen tradicional, y en 9:20.26a.29 como institucional. Tres cartas se mencionan: dos de Mardoqueo (9:20-22; 9:24-26) y una de Ester (9:29-32). En esta última aparece la noticia inesperada de que los judíos deben prepararse a esta fiesta con ayunos y abstinencias. La fiesta de Purim celebróse desde muy antiguo. La recuerdan el 2 Mac 15:36-37, con el nombre de "día de Mardoqueo," y Flavio Josefo (11:6:11-13). Según el Talmud, el día 13 había reunión en la sinagoga y se distribuían limosnas a los pobres.

 

Interpretación del sueño (10:5-13).

5 Y dijo Mardoqueo: "Del Señor viene esto. Recuerdo, en efecto, el sueño que acerca de estos sucesos tuve, de los cuales ninguno ha quedado sin cumplimiento: 6 la fuentecilla que se convirtió en río de muchas aguas y la lucecita convertida en sol. El río es Ester, a quien el rey tomó por esposa, haciéndola reina. 7 Los dos dragones éramos yo y Aman, 8 y las naciones son las que se juntaron para acabar con el nombre judío. 9 Mi pueblo es este mismo Israel, los que clamaron a Dios y fueron salvos. Salvó el Señor a su pueblo y nos sacó de todos estos males, haciendo señales y prodigios grandes, cuales no se vieron entre las naciones. 10 Por esto estableció dos suertes: una para el pueblo de Dios y otra para todas las otras naciones. n Y estas dos suertes han llegado a su hora y tiempo, es decir, en el día del juicio delante de Dios. 12 Y se acordó el Señor de su pueblo y salió por la causa de su heredad. 13 Por esto serán celebrados por ellos estos días en el mes de Adar, los días catorce y quince del mes, con grande concurso, alegría y exaltación, delante de Dios, de generación en generación para siempre, en el pueblo de Israel."

 

El redactor griego empezó el libro narrando un sueño que tuvo Mardoqueo, con lo cual quería poner de relieve la intervención providencial de Dios en la trama de esta historia. Transcurridos aproximadamente once años, vuelve Mardoqueo su mirada hacia atrás y, después de un examen ponderado de los hechos, reconoce que todo cuanto ha acaecido fue predicho y anunciado de antemano por Dios.

 

Epístola sobre los "Purim."

 

El año cuarto del reinado de Tolomeo y Cleopatra, Dositeo, que se decía sacerdote y levita, y Tolomeo, su hijo, trajeron la presente epístola sobre los "purim," que dicen ser auténtica y haber sido traducida por Lisímaco el de Tolomeo, vecino de Jerusalén.

 

El autor del texto griego fue, probablemente, algún jefe de la comunidad judaica. Dice haber recibido "la presente epístola sobre los purim," a saber, el libro de Ester, de la comunidad de Palestina (2 Mac 2:14-16). Defiende su autenticidad, afirmando que es una traducción hecha por Lisímaco, hijo de cierto Tolomeo, perteneciente a la comunidad de Jerusalén. Una vez conocido el origen del texto, se añade que Dositeo, "que se decía sacerdote y levita," lo introdujo en Egipto. Ambos, Dositeo y su hijo Tolomeo, tienen interés en hacer constar que esta traducción de Ester es la mejor y que, por lo mismo, debe recibirse. Además debe notarse la noticia de que el libro procedía de Palestina, lo cual prueba la dependencia de los judíos de la Diáspora de las autoridades de Jerusalén en cuestiones disciplinares y cultuales. ¿Cuándo el libro fue introducido en Egipto? No es posible dar una respuesta definitiva, por ser muchos los Tolomeos que reinaron en Egipto, unos trece, y ser muy común el nombre de Gleopatra. Los pareceres se inclinan preferentemente entre las dos siguientes parejas reales: 1) Tolomeo VIII, Soter II, llamado Latiré (116-80), casado sucesivamente con Cleopatra IV y V; 2) Tolomeo XIV (51-44 a.C.), que asoció al imperio a su hermana Cleopatra. Fue ésta derrotada por Octavio Augusto en la batalla de Accio el año 30.

 

Colofón (10:1-4).

 

1 El rey Asuero impuso un tributo a la tierra y a las islas del mar. 2 Todos los hechos concernientes a su poderío y sus hazañas y los pormenores de la grandeza a que elevó a Mardoqueo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de los medos y de los persas? 3 Pues el judío Mardoqueo era el primero después del rey Asuero, muy considerado entre los judíos y amado de la muchedumbre de sus hermanos; 4 buscó el bien de su pueblo y habló para el bien de su raza.

 

La mención del tributo tiene como finalidad poner de relieve la grandeza del imperio persa, que se extendía desde la India hasta Etiopía, abarcando también las islas costeras del Asia Menor. De todo este inmenso poderío y de los hechos más salientes del rey queda una relación pormenorizada en los anales de los reyes medos y persas. En aquellas crónicas se han consignado los hechos de Mardoqueo, y allí se inspiró nuestro autor para componer el libro. Acaso esta noticia tenga sólo un valor literario, llevado su autor por el afán de imitar el estilo empleado en los libros de los Reyes (1 Re 11, 41; 14:19-29, etc.).

El libro de Ester quiere ser una apología del pueblo judío. La raza judía no morirá, por encarnizados que sean sus enemigos. Al contrario, quien se atreva a maquinar su ruina recibirá un justo castigo. Porque, aunque Israel sea una nación despreciable a los ojos de los hombres, es en realidad invencible, porque cuenta con la protección de su Dios. Sean o no históricos muchos de los pormenores del libro, no podrá negarse que el libro de Ester encierra una lección provechosa, tanto para el pueblo judío como para sus enemigos. Israel no debe perder nunca sus esperanzas ni temer su aniquilamiento; sus enemigos deben escarmentar en la cabeza de Aman, porque todo el que tocare a Israel será barrido, como lo fue aquél. Aunque parezca lo contrario, Dios vela siempre por su pueblo, al cual defiende y protege tan pronto como implora su auxilio. Como la madre no puede olvidar a su hijo, tampoco Yahvé olvidará a Israel.