Epístola 2ª a Timoteo.

 

Introduccion.

Ocasión de la carta. Estructura o plan general. Saludo epistolar, 1:1-2. Acción de gracias a Dios por la fe de Timoteo, 1:3-5. Motivos que deben animar a Timoteo, 1:6-18. Total entrega al ministerio, 2:1-13. Lucha contra el peligro de los falsos doctores, 2:14-26. Puesta en guardia contra los seudoprofetas, 3:1-17, Solemne exhortación final a Timoteo, 4:1-8. Noticias personales, 4:9-18. Saludos y bendición final, 4:19-22.
 


Introducción.

 

Ocasión de la carta.

Hay algunos datos claros que nos sirven de orientación. Primeramente, el hecho de que Pablo se halle preso, y preso en Roma (cf. 1:8, 16-17; 2:9; 4:16); además, se encuentra desamparado de todos y sin esperanzas de liberación (cf. 1:15; 4:10.16-18). Añadamos que, según comunica a Timoteo, a Trófimo lo había dejado enfermo en Mileto (cf. 4:20). Pues bien, la situación que reflejan estos datos no es ciertamente la de la cautividad romana conocida por los Hechos y epístolas de la cautividad, cuando sabemos que se encontraban con Pablo gran número de fieles colaboradores y él mostraba esperanza de próxima liberación (cf. Act 28:30-31; Flp 1:12.25: 2:23-24; Col 4, 7-14; Flm 22:24). Además, a Trófimo no había podido dejarle enfermo en Mileto, pues nos consta que éste había acompañado a Pablo hasta Jerusalén (cf. Act 21:29), y allí el Apóstol fue hecho ya prisionero, desde donde fue conducido a Cesárea y luego a Roma.

De todo esto se deduce que, después del viaje a Oriente, en que escribió la primera carta a Timoteo y la de Tito, Pablo fue de nuevo hecho prisionero. Estando cautivo en Roma, desamparado de los suyos y sin esperanzas de liberación, escribe esta carta a Timoteo, mandándole que "se dé prisa" a ir a él junto con Marcos (cf. 4:9-11), y que le lleve algunas cosas que había dejado en Tróade (cf. 4:13). Sucedía esto hacia el año 67, muy poco antes de su muerte. Quería tener junto a sí, a la hora de la partida de este mundo, a su fiel y querido Timoteo.

 

Estructura o plan general.

Esta carta es como el testamento espiritual de Pablo. El Apóstol aprovecha la ocasión de la carta para hacer a Timoteo sus últimas recomendaciones, exhortándole a permanecer firme en la doctrina recibida y trayéndole a la memoria cuanto de palabra o por escrito le había venido inculcando sobre los deberes de un buen pastor de la grey de Cristo.

Damos el esquema de la carta:

 

Introducción:

Saludo (1:1-2) y acción de gracias (1:3-5).

Cuerpo de la carta: Instrucciones varias a Timoteo (1:6-4:8).

1) Exhortación a que sea valiente en el ejercicio de su ministerio (i, 6-2:13).

2) Conducta que debe observar con los falsos doctores (2:14-4:8).

Epílogo:

Noticias personales (4:9-18) y saludos (4:19-22).

 

Saludo epistolar, 1:1-2.

1 Pablo, por voluntad de Dios apóstol de Cristo Jesús según la promesa de vida en Cristo Jesús, 2 a Timoteo, mi amado hijo: Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Este saludo, salvo ligeras variantes, coincide con el de la carta anterior a Timoteo.

La variante más característica es el añadido "según la promesa (κατ' έπαγγελίαν) de vida en Cristo Jesϊs." Esa "vida" no es otra que la vida divina, la que llamamos vida de gracia para la época de la tierra y vida de gloria para la época del cielo (cf. Rom 5:1-5). San Pablo fue elegido apóstol "según la promesa de vida," es decir, en orden a anunciar a los seres humanos la promesa divina de comunicarles esa vida (cf. Rom 6:4-5; Gal 2:20; 1 Tim 1:16; 6:12.19; Tit 1:2).

 

Acción de gracias a Dios por la fe de Timoteo, 1:3-5.

3 Doy gracias a Dios, a quien sirvo, a ejemplo de mis mayores, con pura conciencia, y sin cesar hago memoria de ti en mis oraciones noche y día, 4 deseoso de verte, acordándome de tus lágrimas, para llenarme de gozo, 5 avivando el recuerdo de tu sincera fe, que fue también la de tu abuela, Loide, y la de tu madre, Eunice, y que no dudo es la tuya.

 

Esta acción de gracias que, como es normal en las cartas paulinas, sigue al saludo, aquí tiene un matiz totalmente especial de intimidad. Son toda una serie de recuerdos, alegres y tristes, que se agolpan en la mente de Pablo, y que constituyen para él motivo de acción de gracias a Dios, pues le recuerdan la sincera fe de su fiel discípulo.

Notemos primeramente la alusión o recuerdo de sus "mayores" (ν·3)· Jamαs Pablo ocultó o renegó de su origen hebreo (cf. Act 24:14; Rom 9:3; 2 Cor 11:22), a pesar de la guerra a muerte que le tenían declarada los judíos (cf. Act 17:13; 20:3; 21:28). El verbo "servir" (λατρεύειν) tiene cierta resonancia litúrgica, como en Rom 15:16 y Fil 2:17. De origen hebreo era también la madre y la abuela de Timoteo, cuyos nombres Pablo le recuerda con cariño (v.5; cf. Act 16:1). No es claro a qué momento de la vida de Timoteo aluda San Pablo cuando dice que se acuerda de "sus lágrimas" (v"4). Parece que es alusión a una circunstancia concreta y bien precisa, quizás la del momento del arresto de Pablo, si Timoteo estaba presente (cf. 4:13), o quizás simplemente la despedida cuando le dejó al frente de la iglesia de Efeso (cf. 1 Tim 1:3). Le dice que está deseoso de verle (v.4), y luego le dirá concretamente que venga a encontrarse con él (4:9·21).

 

Motivos que deben animar a Timoteo, 1:6-18.

6 Por esto te amonesto que hagas revivir la gracia de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos. 7 Que no nos ha dado Dios espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de templanza. 8 No te avergüences, pues, del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; antes soporta con fortaleza los trabajos por la causa del Evangelio, fiado en el poder de Dios, 9 que nos salvó y nos llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino de su propósito y de la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos eternos, 10 y manifestada al presente por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que aniquiló la muerte y sacó a luz la vida y la incorrupción por medio del Evangelio, 11 del cual yo he sido hecho heraldo, apóstol y doctor. 12 Por esta causa sufro, perov no me avergüenzo, porque sé a quién me he confiado, y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 13 Retén la forma de los sanos discursos que de mí oíste, inspirados en la fe y en la caridad en Cristo Jesús.14 Guarda el buen depósito por la virtud del Espíritu Santo, que mora en nosotros. 15 Ya sabes cómo me han vuelto la espalda todos los de Asia, entre ellos Figelo y Hermógenes. 16 Haga el Señor misericordia a la familia de Onesiforo, porque muchas veces me ha aliviado y no se avergonzó de mis cadenas, 17 antes, estando en Roma, me buscó solícito hasta hallarme. 18 El Señor le dé hallar misericordia en aquel día cerca del Señor. Cuántos servicios me prestó en Efeso, tú bien lo sabes.

 

Uno de los mayores peligros para el apóstol cristiano es la tentación de desaliento cuando se encuentra con la incomprensión y las persecuciones. Pablo trata de precaver a Timoteo contra ese peligro.

Le recuerda primeramente "la gracia de Dios" (το χάρισμα του Θεού) que hay en ιl "por la imposición de sus manos" y que debe esforzarse por "reavivar" (v.6). Esto, en sustancia, es repetición de lo que ya le había dicho en la primera carta (cf. 1 Tim 4:14), con la diferencia de que allí le hablaba de "imposición de manos" del colegio de presbíteros, mientras que aquí le habla de "imposición de mis manos." Evidentemente, Pablo se está refiriendo al rito de la ordenación de Timoteo, como entonces explicamos. El verbo "hacer revivir" (άναζωπυρεΐν), evocando la imagen de un fuego que languidece y hay que reanimar, es sumamente expresiva; pues el Espíritu Santo, autor de los carismas, es semejante a un fuego (cf. Act 2:3; 1 Tes 5:19). Lo que se añade en el v.7 parece ser una alusión a los principales efectos de la "gracia" de la ordenación: fortaleza, caridad, prudencia, tres virtudes que necesita de modo especial el ministro del Evangelio. Adornado de esas virtudes, a buen seguro que Timoteo no se avergonzará del Evangelio ni de sus relaciones con un prisionero, como Pablo (v.8; cf. Rom 1:16; 1 Cor 1:23).

Otro motivo que debe animar a Timoteo a ser esforzado en el ejercicio de su ministerio es el pensamiento de la elección divina (v.8). Esto da pie a Pablo para hacer (v.9-10) una síntesis apretada de la obra de la salud o mensaje evangélico, apuntando conceptos conocidos ya por otras cartas: vocación a la fe (cf. Ef 4:1), no en virtud de nuestras obras (cf. Rom 3:20; Tit 3:5), sino según propósito divino (cf. Rom 8:28; Ef i, n), manifestado ahora (cf. Rom 16:26), con abolición del dominio de la muerte (cf. Rom 6:23; 1 Cor 15:54). Notemos la expresión "por la aparición" (δια τηβ επιφανείας) de nuestro Salvador" (v.10), con referencia a la venida de Cristo mortal en la encarnación (cf. Tit 2:11; 3:4), no a la de Cristo glorioso en la parusia, sentido que esta expresión suele tener ordinariamente en San Pablo (cf. 1 Tim 6:14; 2 Tim 4:1.8; Tit 2:13). Hay autores que, dado su estilo hierático e incluso rítmico, creen que en estos v.9-10 Pablo utiliza fórmulas preexistentes de la catequesis cristiana. Es difícil llegar a nada concreto.

Finalmente, San Pablo apunta otro motivo a Timoteo: su propio ejemplo (v.11-18). Después de aludir a su elección para apóstol y heraldo del Evangelio (v.11; cf. 1 Tim 2:7), hace memoria de las penalidades que tal misión ha llevado consigo, sin que por eso haya desfallecido, pues sabe a quién "se ha confiado," y está seguro de que guardará su "depósito" (την παρα3ήκην) para el gran dνa de la retribución final en la parusia (v.12; cf. 4:8; 1 Tim 6:14; Tit 2:13). No es del todo claro qué entienda aquí San Pablo por la palabra "depósito." Lo más obvio, atendido el contexto, parece ser referirlo al "depósito" de buenas obras y méritos que Pablo ha ido acumulando durante su vida y cuya recompensa espera (cf. 4:7-8); sin embargo, algunos autores prefieren retener el mismo sentido que en 1 Tim 6:20 y aquí mismo en el v.14, es decir, el "depósito" del evangelio confiado a Pablo, del que diría que permanecerá intacto y victorioso hasta el final. Estas palabras, encargando a Timoteo que guarde como precioso "depósito" el mensaje evangélico que oyó de Pablo, están indicando que Pablo lo ha previsto como sucesor suyo de alguna manera.

No tenemos más datos sobre esos cristianos de la provincia de Asia, entre los cuales Figelo y Hermógenes, que dice San Pablo que le han abandonado (v.15). Tampoco sabemos nada más sobre Onesiforo, del que teje tan magnífico elogio (v.16-18; cf. 4:19). En cuanto al término "Señor," que aparece dos veces en el v.18, probablemente el primero se refiere al Padre, principio primero de la obra de la salud (cf. Ef 1:3; Col 1:13), y el segundo se refiere a Cristo, cabe el cual los cristianos esperan su recompensa (cf. 2 Cor 5:10; 1 Tes 4:17).

 

Total entrega al ministerio, 2:1-13.

1 Tú, pues, hijo mío, ten buen cuidado, confiado en la gracia de Cristo Jesús; 2 y lo que de mí oíste ante muchos testigos, encomiéndalo a hombres fieles, capaces de enseñar a otros. 3 Soporta las fatigas, como buen soldado de Cristo Jesús. 4 Ningún soldado, al emprender una campaña, se embaraza con los negocios de la vida, para complacer al que le alistó. 5 Y quienquiera que compite en el estadio, no es coronado, si no compite legítimamente. 6 El labrador que se fatiga, debe ser el primero en participar de los frutos. 7 Entiende bien lo que quiero decir, porque el Señor te dará la inteligencia de todo. 8 Acuérdate de que Jesucristo, del linaje de David, resucitó de entre los muertos, según mi evangelio, 9 por el cual sufro hasta las cadenas como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.10 Todo lo soporto por amor de los elegidos, para que éstos alcancen la salud en Cristo Jesús y la gloría eterna. 11 Verdadero es el dicho: "Si padecemos con El, también con El viviremos; 12 si sufrimos con El, con El remaremos; si le negamos, también El nos negará; 13 si le fuéremos infieles, El permanecerá fiel, que no puede negarse a sí mismo."

 

Pablo sigue insistiendo sobre Timoteo para que se entregue de lleno y con toda fidelidad al desempeño de su ministerio. Su fuerza le vendrá de la "gracia" divina, que a él y a todos se comunica mediante la unión a Cristo (v.1; cf. 2 Cor 3:5-6; Ef 6:10; Fil 4:13).

Apoyado en esa gracia divina, debe Timoteo preocuparse (v.2) por transmitir a otros lo que de Pablo "ha oído ante muchos testigos” (ά ήκουσαβ παρ3 έμοΰ δια πολλών μαρτύρων). Evidentemente, Pablo estα refiriéndose al "depósito," de que habló antes (cf. 1:14; 1 Tim 6:20), conjunto de verdades que constituyen el mensaje evangélico. No es clara la expresión "ante muchos testigos." Quizá Pablo se refiera a que el mensaje evangélico no es algo transmitido en secreto y entre particulares, sino algo que se hace a la luz pública (cf. Jn 18:20). Bastantes autores, sin embargo, apoyados en el significado que tiene corrientemente la preposición δια, ven ahν una alusión al testimonio de los demás apóstoles y otras personas que vieron personalmente a Cristo (cf. 1 Cor 15:5-7). Pero, en este contexto, ¿cómo armonizar ese sentido con la expresión "lo que de mí oíste"? Más bien parece que hemos de dar a δια el sentido de acompaρamiento o ambiente circundante, como en 1 Cor 16:3 y 2 Cor 2:4.

Pablo insiste en que ese depósito sea confiado a "hombres fieles" (v.2). Dentro de su vaguedad, sin especificar nombres ni funciones, es éste un texto sumamente importante en orden a fundamentar bíblicamente la doctrina de la sucesión apostólica.

A continuación San Pablo, valiéndose de tres expresivas imágenes (soldado-atleta-agricultor), exhorta a Timoteo a entregarse totalmente a su ministerio (v.2-6; cf. 1 Cor 9:6-7.24-27). No quiere que otras preocupaciones le distraigan del apostolado. No es buen soldado, ni buen atleta, ni buen agricultor quien se dedica a otros menesteres fuera de su oficio. Así también el apóstol cristiano. Es posible, como suponen algunos autores, que haya ahí una alusión al trabajo manual con que Timoteo, a imitación de Pablo (cf. 1 Cor 9:6; 1 Tes 2:9), procuraba ganarse el sustento. Sin embargo, eso era una excepción; y Pablo sabía que, como norma, no era conveniente, pues distraería demasiado al apóstol de sus cuidados pastorales. Pero, sea de eso lo que fuere, lo que ciertamente trata de inculcar Pablo es que el apóstol debe renunciar a todo lo que pudiera ser un obstáculo a su misión.

En los v.8-13, a fin de animar más y más a Timoteo, Pablo le recuerda el ejemplo de Cristo, que, si antes hubo de padecer, luego resucitó glorioso, y es tipo y modelo de nuestra futura resurrección. Idea fecunda, que Pablo recuerda muchas veces (cf. Rom 6:5; 8:17; 2 Cor 4:10). Para la expresión "mi evangelio" (v.8), véase lo dicho al comentar Gal 1:11. Las últimas frases (v. 11-13), introducidas con la fórmula ya conocida (cf. 1 Tim 1:15): "verdadero es el dicho," están probablemente tomadas de algún himno cristiano primitivo (cf. 1 Tim 3:16), y, en el fondo, no hacen sino repetir lo dicho en Rom 6:1-22.

La insistencia sobre la filiación "davídica" de Jesús (v.8), de que en muchos otros textos bíblicos (cf. Rom 1:3; Act 2:25-33; Mt 12:23; Jn 7:42), es debida probablemente al deseo de combatir cierto docetismo que ya apuntaba.

 

Lucha contra el peligro de los falsos doctores, 2:14-26.

14 Esto has de enseñar, protestando ante Dios no ocuparte en disputas vanas, que para nada sirven, si no es para perdición de los oyentes. 15 Mira bien cómo presentarte ante Dios, probado como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que distribuye sabiamente la palabra de la verdad. 16 Evita las profanas y vanas parlerías, que fácilmente llevan a la impiedad, 17 y su palabra cunde como gangrena. De ellos son Himeneo y Fileto, 18 que, extraviándose de la verdad, dicen que la resurrección se ha realizado ya, pervirtiendo con esto la fe de algunos.19 Pero el sólido fundamento de Dios se mantiene firme con este sello: "El Señor conoce a los que son suyos" y "Apártese de la iniquidad quien tome en sus labios el nombre del Señor." 2° En una casa grande no hay sólo vasos de oro y plata, sino también de madera y de barro; y los unos para usos de honra, los otros para usos viles. 21 Quien se mantenga puro de estos errores, será vaso de honor, santificado, idóneo para uso del Señor, dispuesto para toda obra buena. 22 Huye las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con todos los que invocan al Señor con puro corazón. 23 Evita también las cuestiones necias y tontas, pues siempre engendran altercados, 24 y al siervo del Señor no le conviene altercar, sino mostrarse manso con todos, pronto para enseñar, sufrido, 25 y con mansedumbre corregir a los adversarios, por si Dios les concede el arrepentimiento, y reconocer la verdad 26 y librarse del lazo del diablo, a cuya voluntad están sujetos.

 

Timoteo se encuentra frente a una situación muy delicada: la que provocaban las predicaciones de los falsos doctores. A ese peligro aludió ya San Pablo varias veces en su anterior carta a Timoteo (cf. 1 Tim 1:4; 4:7; 6:4). Ahora insiste de nuevo en el mismo tema, exhortando a Timoteo a que se esfuerce por evitar las disputas vanas, a las que esos falsos doctores eran tan aficionados, acompañando su predicación de la verdadera doctrina con el ejemplo de una vida intachable.

Le pide que sea firme en enseñar la doctrina recibida y que cuide de presentarse ante Dios como obrero "probado," que no tiene de qué avergonzarse ni en cuanto al trabajo ni en cuanto al modo de llevarlo a cabo (v.15). Nada de "profanas y vanas parlerías," mezclando lo sagrado y lo profano, que es camino para la impiedad (ν. 16), como le ha sucedido a Himeneo y a Fileto, que se han extraviado de la verdad y arrastrado consigo también a otros (v. 17-18; cf. 1 Tim 1:20). San Pablo cita una verdad concreta, la de la resurrección, que esos falsos predicadores negaban, diciendo que "ya se ha realizado" (v.18). Sabemos que el dogma de la resurrección era particularmente difícil de aceptar al espíritu griego (cf. Act 17:32; 1 Cor 15:12). Probablemente los dos cristianos citados aquí por San Pablo suponían una resurrección puramente espiritual, la resurrección mística operada en el bautismo (cf. Rom 6:4; Ef 2:6; Col 3:1), al modo como lo harán luego ciertos autores gnósticos del siglo II.

No obstante esas desviaciones, la Iglesia permanecerá firme, manteniendo incólume su doctrina (v. 19-21). Pablo contempla primeramente a la Iglesia (v.1q; cf 1 Tim 3:15) como un edificio que lleva, sobre su sólido fundamento, una doble inscripción-sello: "El Señor conoce a los que son suyos" (Núm 16:5) y "Apártese de la iniquidad quien tome en sus labios el nombre del Señor" (cf. Núm 16:26; Is 52:11; Sal 6:9). La imagen está tomada de la costumbre antigua de ins-culpir en los edificios, particularmente en los templos, alguna inscripción indicando su destino y su carácter. Las dos inscripciones -sellos que lleva el edificio de la Iglesia indican que ésta no desviará jamás de la recta doctrina (primera inscripción) y que es santa por naturaleza (segunda inscripción). Verdad y santidad, dos notas de la Iglesia que nadie le podrá quitar, aunque algunos de sus miembros, por debilidad o por malicia, se aparten de la verdad y de la santidad. Pablo está apuntando de modo especial a la comunidad de Efeso, pero contempla a esa comunidad dentro de la Iglesia universal, realizada y hecha presente allí en Efeso. Los v.20-21 continúan la metáfora de la Iglesia-edificio, aunque cambiando un poco la perspectiva, comparando a los fieles con las diversas vasijas usadas en una casa (cf. Rom 9:21). La aplicación es clara: en la Iglesia hay cristianos buenos y hay cristianos malos, en mayor o menor grado. Nadie, pues, se escandalice de la presencia en ella de falsos doctores y de pecadores.

Pablo torna a hablar directamente a Timoteo, exhortándole a huir las "pasiones juveniles" (νεοοτερικάς έτπαευμίαβ) y a evitar las “cuestiones necias y tontas,” que “engendran altercados,” al mismo tiempo que le recomienda practicar las virtudes cristianas (v.22-26). Esas "pasiones juveniles," en este contexto, parecen ser cierta ligereza y vanidad, un poco por afán de novedades, más corrientes en los jóvenes que en las personas maduras. A la "juventud" de Timoteo ya aludió Pablo en 1 Tim 4:12.

Son de notar las expresiones "los que invocan al Señor" (v.22), para designar a los cristianos en general (cf. Rom 10:9; 1 Cor 12:3; Act 9:14-21; 11:20-24), y "siervo del Señor" (v.24), para designar a un responsable de la comunidad (cf. Tit 1:1; Rom 1:1; Col 4:12), más bien que a los cristianos en general (cf. 1 Cor 7:22; Ef 6:6). Lo que sobre todo resalta en esta perícopa es la insistencia de Pablo, con unas u otras palabras, a que no hagamos un apostolado agresivo como tratando de triunfar sobre quien nos contradice, sino que tratemos de llevarle a Dios y que se adhiera libremente a la verdad.

 

Puesta en guardia contra los seudoprofetas, 3:1-17,

1 Has de saber que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles, 2 porque habrá hombres egoístas, avaros, altivos, orgullosos, maldicientes, rebeldes a los padres, ingratos, impíos, 3 desnaturalizados, desleales, calumniadores, disolutos, inhumanos, enemigos de todo lo bueno, 4 traidores, protervos, hinchados, amadores de los placeres más que de Dios, 5 que con una apariencia de piedad están en realidad lejos de ella" Guárdate de ésos, 6 pues hay entre ellos quienes se introducen en las casas y se captan el ánimo de mujerzuelas cargadas de pecados, que se dejan arrastrar de diversas concupiscencias, 7 que siempre están aprendiendo, sin lograr jamás llegar al conocimiento de la verdad. 8 Y a la manera que Jannes y Mambres se opusieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad, como hombres de entendimiento corrompido, reprobados en la fe. 9 Mas no saldrán con sus intentos, porque su insensatez es a todos manifiesta, como lo fue la de aquéllos. 10 Pero tú has seguido de cerca mis enseñanzas, mi conducta, mis planes, mi fe, mi longanimidad, mi caridad, mi paciencia, 11 mis persecuciones y aflicciones, las que hube de soportar en Antioquía, Iconio y Listra, donde tantas persecuciones sufrí, de las cuales, sin embargo, me libró el Señor. 12 Y todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones. 13 Los hombres malos y seductores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados; 14 pero tú permanece en lo que has aprendido y te ha sido confiado, considerando de quiénes lo aprendiste,15 y porque desde la infancia conoces las Escrituras Sagradas, que pueden instruirte en orden a la salud por la fe en Jesucristo. 16 Pues toda la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté equiparado para toda obra buena.

 

Habla aquí San Pablo de hombres perversos (v.2-4), que surgirán "en los últimos días" (v.1) y que tendrán "apariencia de piedad," aunque en realidad estarán "muy lejos de ella" (v.5). ¿A quiénes se refiere aquí San Pablo? Pues, de una parte, parece anunciar la aparición de esos hombres como algo futuro (cf. v.1); de otra, parece presentarlos como algo ya presente (cf. v.6).

Creemos que es exactamente el mismo caso que en 2 Tes 2:3-7, hablando del "hombre del pecado" (anticristo) en futuro y del "misterio de iniquidad" actuando ya en presente. Esos "últimos días," conforme al significado corriente de la expresión (cf. Is 2:2; Act 2:17; 1 Tim 4:1), es la era mesiánica en que vivimos, último período de la historia humana. Pablo no sabe si ese período será largo o corto (cf. 1 Tes 5:1-11); lo que sí sabe, pues ya lo había anunciado Jesucristo (cf. Mt 24:11-12.24; Lc 18:8), es que antes de la parusía o final de ese período surgirán hombres perversos, seudoprofetas con apariencia de piedad, con peligro de seducir incluso a los elegidos, si ello fuese posible. Conviene, pues, vivir vigilantes. Es lo que encarga a Timoteo 357. El catálogo de vicios de los v.2-4 recuerda otras enumeraciones parecidas, como ya hicimos notar al comentar 1 Tim 1:9-10.

A partir del v.10, Pablo propone una vez más a Timoteo su propio ejemplo. Muchas persecuciones, pero de todas le "libró el Señor" (v.11; cf. Act 13:50-51; 14:5.19). No sabemos por qué Pablo, entre tantas penalidades y persecuciones como sufrió, mencione precisamente esas de Antioquía, Iconio y Listra. Quizá porque eran las primeras de su recién estrenado apostolado, y todo lo del principio suele quedar más grabado; o quizá también porque tocaban más de cerca a Timoteo, habiendo tenido lugar en su país natal. Entre las cosas que Timoteo ha podido apreciar en Pablo (v.10), se alude expresamente a la “fe,” “caridad” y “paciencia” (υπομονή), virtud esta ϊltima que constituye como una forma privilegiada de la "esperanza" (cf. 2:10; 2 Cor 6:4), formando así la trilogía de las virtudes teologales, mención que es frecuente en Pablo, como ya hicimos notar al comentar 1 Tes 1:2-3.

Lo que el Apóstol añade en los v.14-15 es de suma importancia doctrinal. Ahí tenemos indicado el cauce como llega a nosotros la verdad revelada o mensaje evangélico: tradición, Sagrada Escritura. Entre los maestros de la fe de Timoteo hay que contar, sin duda, a su abuela y a su madre (cf. 1:5), pero sobre todo a Pablo (cf. 2:2; 3, 10). De la Escritura dice el Apóstol (v.16) que es "divinamente inspirada" (3εόπνευστος), afirmaciσn básica, en virtud de cuya realidad los Libros Sagrados están por encima de cualquier otro libro, por profundo y bien compuesto que lo supongamos. De esa realidad que la hace estar exenta de todo error, fluye como consecuencia necesaria su utilidad para enseñar la verdadera doctrina, para combatir los errores, para corregir los vicios y para hacer progresar en la vida moral. Bien pertrechado con su conocimiento, el "hombre de Dios" o ministro del Evangelio (v.17) estará en condiciones de desempeñar debidamente su ministerio. Directamente Pablo está refiriéndose al Antiguo Testamento, que era el que Timoteo había aprendido desde su infancia (v.14-15); pero su afirmación del v.16 vale igualmente para el Nuevo, una vez que el catálogo de libros veterotestamentarios haya sido ampliado con los neotestamentarios.

 

Solemne exhortación final a Timoteo, 4:1-8.

1 Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, por su aparición y por su reino: 2 Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, enseña, exhorta con toda longanimidad y doctrina; 3 pues vendrá un tiempo en que no sufrirán la sana doctrina, antes, deseosos de novedades, se rodearán de maestros conforme a sus pasiones, 4 y apartarán los oídos de la verdad para volverlos a las fábulas. 5 Pero tú vela en todo, soporta los trabajos, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. 6 Cuanto a mí, a punto estoy de derramarme en libación, siendo ya inminente el tiempo de mi partida. 7 He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe. 8 Ya me está preparada la corona de la justicia, que me otorgará aquel día el Señor, justo Juez, y no sólo a mí, sino a todos los que aman su venida.

 

Este final de la carta es de lo más dramático y solemne que salió de la pluma del Apóstol. Pablo, que prevé próximo su fin, insiste con redoblada energía sobre su predilecto discípulo Timoteo para que cumpla con valentía y decisión su deber de ministro de Cristo. Es como su testamento.

Primeramente le pone ante la vista el gran día del juicio final, cuando aparecerá Cristo para juzgar a "vivos y muertos" e inaugurar su reino (v.1; cf. Act 10:42; 1 Cor 15:24; 2 Cor 5:10; 1 Tim 6:14). La expresión "vivos y muertos," que ha entrado en nuestros símbolos de fe, refleja la doctrina expuesta en varios lugares por San Pablo de que los que se hallen con vida en el momento de la parusía no pasarán por la muerte (cf. 1 Cor 15:51; 2 Cor 5:3; 1 Tes 4:17).

Después de esta como introducción, con cinco vibrantes imperativos (v.2), seguidos luego de otros cuatro (v.5), Pablo conjura a Timoteo a que se entregue de lleno a su ministerio, pues se acercan tiempos difíciles y adversarios muchos (v.3-4; cf. 3:1; 1 Tim 4:1-2).

Cerrando la exhortación, presenta el cuadro o balance de su vida, a punto de "derramarse en libación" (v.6-8). Evidentemente, Pablo prevé ya casi como seguro un resultado adverso en su proceso. El lenguaje es muy distinto del empleado cuando la primera cautividad romana, no obstante aludir también entonces a posible "libación" (cf. Flp 2:17). La imagen de "libación" es muy significativa. Pablo no quiere decir solamente que ha llegado al término de su vida, sino que deja entender, además, que su muerte es en cierto modo una ofrenda "sacrificial," unida a la de Cristo (cf. Col 1:24; Rom 12:1).

Las imágenes de "combate" y "carrera," tomadas de las competiciones atléticas, nos son ya conocidas (cf. 2:5; 1 Tim 4:7-8). Feliz el apóstol del Evangelio que al final de sus años de apostolado pueda exclamar con San Pablo: "He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe” (v.7), esa “fe” (πίστις) que, en este contexto, parece estar equivaliendo a fidelidad a la fe, no omitiendo ninguna de sus exigencias, como no debe omitir las suyas el atleta en el combate, si quiere recibir la corona de la victoria (cf. 2:5; Tit 2, i o; 2 Tes 1:4).

 

Noticias personales, 4:9-18.

9 Date prisa a venir a mí, 10 porque Demás me ha abandonado por amor de este siglo, y se marchó a Tesalónica; Crescente a Galacia y Tito a Dalmacia. 11 Sólo Lucas está conmigo. A Marcos tómale y tráele contigo, que me es muy útil para el ministerio. 12 A Tíquico lo mandé a Efeso. 13 El capote que dejé en Tróade, en casa de Carpió, tráelo al venir, y asimismo los libros, sobre todo los pergaminos. 14 Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. El Señor le dará la paga según sus obras. 15 Tú guárdate de él, porque ha mostrado gran resistencia a nuestras palabras. 16 En primera defensa nadie me asistió, antes me desampararon todos. No les sea tomado en cuenta. 17 El Señor me asistió y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación y todas las naciones la oigan. Así fui librado de la boca del león. 18 El Señor me librará de todo mal y me guardará para su reino celestial. A El sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

En la rigurosa cárcel de Roma, Pablo se encuentra aislado. De los que le acompañaban, unos, como Crescente y Tito, han tenido que partir para diversas misiones (v.10b); otros, como Demás, le han abandonado "por amor de este siglo" (v.10a). Sólo Lucas está con él (v.11). Por eso, encarga a su fiel y querido Timoteo que se dé prisa a ir a él (v.9), y que lleve también a Marcos (v.11). Para sustituirle mientras tanto en Efeso, le envía a Tíquico (v.12). De estos nombres, la mayoría nos son ya conocidos (cf. Gal 2:1; Col 4, 7.10.14); únicamente de Crescente no tenemos ningún otro dato.

Pablo encarga también a Timoteo que le lleve el "capote" (φε-λόνην) que dejσ en Tróade, en casa de Carpió, así como los "libros" (escritos en papiro) y los "pergaminos" (v.13). Este dato, desde el punto de vista histórico, creemos que reviste gran importancia. En efecto, esa precipitada salida de una casa amiga, como la de Carpió, hasta el punto de no recoger siquiera el capote y los libros, permite conjeturar que Pablo fuera arrestado precisamente ahí por las autoridades romanas, siendo luego conducido a Efeso, al tribunal del procónsul de la provincia, y, finalmente, a Roma, por su condición de ciudadano romano. El Alejandro tan duramente aludido en los v.14-15 es probable que sea uno de los testigos que depusieron contra Pablo, sea en Efeso, sea también en Roma, adonde habría acudido prosiguiendo su tarea de acusador.

La “primera defensa” (τη πρώτη μου απολογία) a que el Apσstol alude (v.15) parece que se refiere a la comparecencia o prima ac-tio ante el tribunal romano. Dice que todos le abandonaron, sin que se presentase nadie como testigo en su ayuda. Pero el Señor le "dio fuerzas," y en su autodefensa, que ya en tiempos anteriores había tenido que hacer varias veces (cf. Act 23:1-10; 24:10-23; 25:8-12; 26:1-32), aprovechó la ocasión para dar a conocer el Evangelio (v.17a). No obstante las circunstancias adversas, esa primera defensa resultó bien, y de momento no tuvo lugar la condena. Eso parece significar la expresión "fui librado de la boca del león" (v.17b; cf. Sal 22:22). Seguramente el tribunal terminó su sesión con el ritual non liquet, pidiendo más información (amplius), y dejando la resolución definitiva para la secunda actio.

La situación no tardaría en cambiar, cosa que a Pablo no cogía de sorpresa (cf. v.6). Lo importante no era la vida material, sino la consecución del "reino celeste" (v.18).

 

Saludos y bendición final, 4:19-22.

19 Saluda a Frisca y a Aquila y a la casa de Onesiforo. 20 Erasto quedó en Corinto. A Trófimo le dejé enfermo en Mileto. 21 Date prisa a venir antes del invierno. Te saludan Eubulo, Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos. 22 El Señor sea con tu espíritu. La gracia sea con vosotros.

 

Tampoco en esta carta se olvida Pablo de mandar saludos para personas conocidas y dar noticias sobre otras.

Frisca y Aquila (v.16) es un matrimonio, muy viajero, que ya nos es conocido (cf. Act 18:2.18; Rom 16:3; 1 Cor 16:19). También nos es conocido Onesiforo (v.19; cf. 1:16-18). Erasto (v.20) probablemente es el mismo mencionado en Rom 16:23; Y quizá se haya de identificar con el de Act 19:22. De Τϊόβπιο (ν.20) se ha hablado ya en Act 20:4 y 21:29. En cuanto a Eubulo, Pudente, Lino y Claudia (v.21) no hay nada seguro. Según San Ireneo y Eusebio, este Lino habría sido obispo en Roma. Es de notar la insistencia de Pablo en que Timoteo "se dé prisa" a ir a él (v.21; cf. v.9), diciéndole que vaya "antes del invierno," cuando la navegación era peligrosa y casi imposible (cf. Act 27:9). Probablemente teme que, si no se pone pronto en camino, llegue demasiado tarde, dado como se iban presentando las cosas de su proceso.

La bendición final (v.22) es semejante a la de otras cartas (cf. Gal 6:18; Flp 4:23), y va dirigida a Timoteo y a todos los demás de la comunidad de Efeso.

 

339 Cf. Hist. eccl 3:4. — 340 L. gerfaux, art. gnose: Dict. Bibl.-SuppL, col. 659-701. — 341 Cf. J. daniélou, La communauté de Qumran et l'organization de l'Église ancienne: La Bible et l'Orient (París 1955) p.noss; J. colson, Les fonctions ecclésiales aux deux pre-miers siecles (París 1956); P. benoit, Les origines de l'épiscopat dans le N.T.: Exégese et théologie, II, (París 1961) p.23? 46; J. dauvil ier, Les temps apostoliques. i.er siécle: Hist. du Droit et des Institutions de l'Église en Occident, II (París 1970); A. lemaire, Les minis-téres aux orí gines de l'Église (París 1971); A. descamps, Aux origines du ministére. La pen-sée de Jesús: Rev. theol. de Louv. 2 (1971) 3-45 y (1972) 121-159. — 342 Sobre el uso de estos títulos: apóstoles-profetas-doctores-evangelistas, cf. L. turrado, Carisma y ministerio en San Pablo: Salmant. 19 (1972) 336-340. Es de notar que en las Pastorales no aparecen estos títulos, sino de modo muy indirecto (cf. 1 Tim 1:3; 2:7; 2 Tim ifii; 4:5); quizás se deba a que esas categorías ministeriales comenzaban ya a desaparecer. Además, tengamos en cuenta que en gran parte esas funciones son las asignadas a Tito y Timoteo, posiblemente incluidas terminológicamente en alguna o varias de dichas categorías. — 343 Cf. ign. ant., Eph. 6:1; Magn. 2; 6:1; Trall 1:1; Philard. 4. — 344 Cf. A. javierre, Orientación en la doctrina clasica sobre la sucesión apostólica: Concil. (1968), II, p.ig-30. — 345 Gf. vatic. II, Const. Lumen gentium, n.° 20. — 346 Creemos muy acertado lo que escribe S. Dix: "Es evidente que el episcopado, tal como es conocido en el siglo n, es un ministerio de origen complejo, cuyas funciones derivan de más de una fuente del primer siglo, y el apostolado es una de ellas. Tito en Creta y Timoteo en Asia Menor, llámense apóstoles ρ no, realizan ciertas funciones específicamente apostólicas. Su autoridad cuasi-monárquica, lo mismo que el territorio delimitado en el cual ellos la ejercen, anuncian ya al obispo del siglo u" (G. Dix, Le ministére dans l'Eglise ancienne [París 1955] p.20 y 73). — 347 Si Pablo habla de "reyes" en plural, ello no significa que suponga reinando entonces en Roma varios emperadores asociados; pues, más que de personas concretas, habla de categorías. Además, el término "reyes" puede también designar otros personajes fuera del emperador; v.gr., todos aquellos monarcas que, estando sujetos al emperador, ejercían un poder real en las provincias. — 348.Cf. J. murphy O'CoNNOR, La "verité" chez S. Paul et Qumran: Rev. Bibl. 72 (1965) 29-76. — 349 La frase paulina "Dios quiere que todos los hombres se salven" (v.4) es el texto, como con razón se ha escrito, más claramente anticalvinista de todo el Nuevo Testamento. A nadie absolutamente se excluye, sin que haya lugar para esa predestinación al infierno, anteriormente a la previsión de los deméritos, de que hablaba Calvino. — 350 El término que hemos traducido por “rescate” es en griego άντίλυτρον, y sσlo se encuentra en este pasaje del Nuevo Testamento. La idea es prácticamente la misma que la de "redención" (άπολτύρωσιβ), y ya la explicamos ampliamente al comentar Rom 3:24. — 351 Cf. tertul., De orat. 14 y 17. — 352 Comentando este pasaje, dice San Juan Crisóstomo: "Ella (la mujer) enseñó una vez al hombre, y todo se perdió. Por esto Dios la sujetó, porque había usado mal de su autoridad, o por mejor decir, de su igualdad" (Hom. 9:1: PG 62:542). — 353 El texto griego no tiene "permaneciere," en singular (v. 15), sino "permanecieren" (μεί-νωσιν), por lo que algunos autores ponen como sujeto a los “hijos,” de cuya conducta dependerνa la salvaciσn de la madre. Sin embargo, no parece probable esa interpretaciσn, condicionando la salvaciσn de la madre a la perseverancia de los hijos. Lo más sencillo es considerar como colectivo el nombre "mujer," con lo que no ofrece ya dificultad alguna el verbo en plural, — 353* Hay autores, como C. Lattey y S. Lyonnet, que interpretan de modo distinto la frase marido de una sola mujer. Pablo no estaría refiriéndose a las segundas nupcias, sino más bien a que el "obispo," y lo mismo los "diáconos," deben vivir castamente en el matrimonio, evitando todo lo que pueda manchar la vida conyugal. De hecho, las otras cualidades exigidas por Pablo al "obispo" no sobrepasan el nivel medio de la moral común, ¿a qué vendría, pues, esa condición que no exige al resto de los fieles? La interpretación tradicional, más que tener en cuenta las condiciones de vida de las comunidades cristianas del siglo i, estaría influenciada por la legislación eclesiástica posterior. Así piensa Lyonnet (cf. S. lyonnet, Uniux uxoris vir: Verb. Dom. 45, 1967, p.3-10). — Sin embargo, sigo creyendo más fundada la interpretación tradicional. Si a lo que en realidad apuntaba Pablo era a la infidelidad conyugal o al divorcio ¿por qué no emplea pa labras más claras, como vemos que hace en otras ocasiones al tocar estos temas? Y en cuanto a la legislación eclesiástica, ¿no será más bien al revés, es decir, que la legislación eclesiástica está influenciada por los textos y pensamiento de Pablo? — 354 Seguimos aquí la interpretación más generalizada entre los exegetas. Hay algunos autores, capitaneados por el P. Galtier, que interpretan esa "imposición de manos" del v.22, no con referencia a la ordenación de presbíteros, sino con referencia a la reconciliación de pecadores arrepentidos. A estos pecadores en general, no ya precisamente a los presbíteros', aludiría San Pablo a partir ya del v.20. Creemos, sin embargo, que está más en conformidad con todo el contexto la interpretación tradicional, pedida también por el paralelismo con 3:10 y 5:9. Además, en el resto de las pastorales, el rito de la "imposición de manos," que ciertamente puede tener otros sentidos (cf. Mt 19:15; Act 8:17; 13:3), va siempre ligado al sacramento del orden (cf. 1 Tim 4:14; 2 Tim 1:6). — 355 Cf. hipocr., Vet. medie. 13. — 357 Los nombres de "Jannes" y "Mambres" (v.8), a los que Pablo compara esos hombres perversos que se oponen al Evangelio, son desconocidos de la Biblia, que simplemente habla de "magos" (cf. Ex 7:11.22). Sin embargo, así son nombrados en multitud de escritos rabí-nicos. Probablemente Pablo no depende de ningún determinado texto rabínico, sino de la tradición judía oral, aprendida por él en la escuela de Gamaliel (cf. Act 22:3). Tenemos aquí un caso parecido a otras muchas alusiones, relacionadas con el judaismo tardío: ley dada por ángeles (Gal 3:10), piedra que acompañaba a los israelitas (1 Cor 10:4) disputa sobre el cuerpo de Moisés (Jds 9).