Josué.

 

Introducción. 1. Conquista de la Tierra Prometida (1-12). Sujeción de los Cananeos (9-12). 2. Distribución de la Tierra de Canaán (c.13-22). Segunda Distribución en Silo (c.18-19). Apéndices.

 

Introducción.

 

Título.

En el texto masorético lleva el título de Yehoshua, que la versión de los LXX conserva, adoptando, sin embargo, la forma nominal más reciente de Yesua (Neh 8:17). San Jerónimo reproduce el encabezamiento hebraico y griego del libro al escribir: "Josué Bennun, id est lesus Nave."

En el canon judío el libro de Josué ocupa el primer lugar entre los de la segunda clase, llamada "Profetas anteriores," e inicia en el canon eclesiástico la serie de los libros históricos del Antiguo Testamento. Este lugar destacado en el canon se ha mantenido constantemente a través de los siglos y en todos los manuscritos por razón del prestigio que alcanzó Josué entre los hebreos por estar íntimamente unido a Moisés, del cual fue asiduo colaborador y fiel ministro (mesharet) envida (Ex 17:8-16; 24:13; 33:11; Núm 14:30-38) e inmediato sucesor suyo al morir sobre el monte Nebo, en los umbrales de la tierra prometida.

 

Argumento y División.

El argumento desarrollado en el libro de Josué es claro y directo. Antes de morir transmite Moisés toda su autoridad a Josué (Núm 27:18-23), Que pasa a ser el caudillo indiscutible de Israel en la empresa de la conquista de la tierra prometida y de su distribución entre las doce tribus. Estaba lleno del espíritu de sabiduría, pues había puesto Moisés sus manos sobre él (Deut 34:9). Moisés le confió la misión de velar por la estricta observancia de la Ley, conducir al pueblo en la conquista de Canaán y distribuir su territorio entre las tribus.

El libro se divide en dos grandes partes: conquista de la tierra de Canaán (c.1-12) y distribución de la misma entre las tribus (c. 13-21). Siguen al final del libro (c.22-24) algunos apéndices.

 

Texto.

El libro de Josué fue escrito originariamente en hebreo. Al cotejar el texto hebraico con el texto griego de los LXX se encuentran diferencias sensibles. De ahí que haya surgido entre los críticos cierta discrepancia tocante a la valoración de ambos textos. Unos se declaran abiertamente en favor del texto griego (Humme-lauer, Clamer, Schulz), otros por el hebraico (Noth, Dillmann, Cales). La posición más aceptable es la de aquellos que rehuyen los apasionamientos y proceden en cada caso de un modo ecléctico, de conformidad con las reglas de crítica textual, interna y externa. El texto griego está muy lejos de presentarse uniforme, y las variantes se acentúan a propósito de los nombres geográficos. Es tanta a veces la diferencia entre los diversos códices que A. Rahlfs2 ha publicado en un cuadro sinóptico los capítulos 15 y 19 de los códices B, A. Algunos críticos han contribuido eficazmente a dilucidar los problemas que ofrece el texto griego de Josué3. Después de los estudios de Margolis, los autores más recientes se inclinan por el texto masorético.

 

Autor.

El título del libro y el texto de Eccli 46:1 "Josué, hijo de Nun, sucesor de Moisés en la dignidad profética" dieron ocasión de atribuir a Josué el libro que lleva su nombre. Sin embargo, el título se refiere al contenido del mismo, no a su autor. El mencionado texto de Eccli 46:1 dice solamente que Josué sucedió a Moisés en la misión profética (Ex 24:13; 33:11; Núm 11:28; Jos 1:1). Una antigua tradición talmúdica (Baba Bathra 140), según la cual "Josué escribió su libro y los últimos ocho versos de la Ley," tuvo poco eco en la tradición cristiana primitiva, rechazándola Teodoreto 4, el seudo Atanasio5, y San Jerónimo6. La sentencia de que Josué escribió su libro es rechazada unánimemente por los autores modernos, y los argumentos aducidos en su favor carecen de sólido fundamento 7.

A falta de argumentos externos que decidan la cuestión de autor, vale la pena recurrir a argumentos de índole interna. Del examen del libro aparece que en su redacción actual se refieren hechos sucedidos después de la muerte de Josué (15:13-19; 19:47; 13:30). La observación de 4:14: Y éstos (los israelitas) le respetaron como habían respetado a Moisés todos los días de su vida, y la frase tantas veces repetida: hasta el día de hoy, sugieren que hubo un intervalo de tiempo entre los hechos que se refieren y su redacción por escrito. Decisivo es el siguiente testimonio de 24:31: Israel sirvió a Yahvé durante toda la vida de Josué y durante toda la vida de los ancianos que le sobrevivieron y conocían cuanto había hecho Yahvé en favor de Israel.

Cada pueblo conserva tenazmente los hechos más salientes de su historia nacional, que se recuerdan y comentan con orgullo. Aparte de la inspiración de los poetas y profetas, que los exaltan y revisten con detalles pintorescos, existe la consignación desapasionada de los mismos encaminada a servir de lección y estímulo para las generaciones posteriores. No puede determinarse el tiempo preciso en que las tradiciones orales se fijaron por escrito. Algunos quieren que parte del libro fue escrita antes de Salomón (16:10, comparado con 1 Re 9:16) y aun antes de David (15:63, comparado con 2 Sam 5:6-8).

En el exilio, Israel se reconcentró en sí mismo y reflexionó acerca de las causas que lo motivaron. Un examen filosófico-teológico de la historia demostraría a Israel que era él mismo el que se había ganado su ruina a causa de su infidelidad al Pacto de la alianza. El libro de Josué es un capítulo de esta historia, en la cual se prueba que Dios cumplió todas sus promesas hechas a los patriarcas (Gen 12:7) de dar a su descendencia la tierra de Canaán, venciendo a todos los pueblos que en ella habitaban (24:18). Para el autor sagrado, la conquista de Canaán por los israelitas no es un acontecimiento profano, sino teológico.

 

La Fecha del Éxodo.

Dos son las sentencias sobre esta cuestión: i) unos colocan el Éxodo en tiempos de Amenofis II (c.1450-1425); 2) otros en el reinado de Mernefta (1234-1224). Los argumentos que aportan los patrocinadores de la primera sentencia se basan en la cronología bíblica (1 Re 6:1), en los resultados arqueológicos de las excavaciones practicadas en Jericó y Hai, en la presencia de los Khapiru en la carta de Abdikhiba a Amenofis III y en la mención de Israel en la estela de Mernefta. Pero todos estos argumentos no tienen valor, según ha demostrado Drioton 11.

La historia de Moisés y del Éxodo debe colocarse en un tiempo en que los faraones residían en la zona del Delta, donde llevaron a cabo grandes construcciones. Ahora bien, estas circunstancias solamente se dieron en tiempos de la 19 dinastía. La ciudad donde trabajaban los hebreos llamábase Ramsés (Gen 47:11; Ex 1:11), del ríombre del faraón Ramsés II (1298-1232), ciudad que estuvo emplazada o bien en Tanis, como quiere M. Montet, o en Qantir, a 25 kilómetros al sur de Tanis. El resultado de las excavaciones arqueológicas de Montet son favorables completamente a la fecha del Éxodo bajo el Ramsés que creó la ciudad que lleva su nombre 12.

Un argumento decisivo se encuentra en el panorama político de Siria y Palestina desde 1500-1200. Únicamente en un período de debilidad política y militar de Egipto pudo producirse la conquista de Canaán por Josué. Ahora bien, esta decadencia egipcia se acentuó al fin de la XIX dinastía y se mantuvo bajo la XX, coincidiendo con la ruina del imperio hitita. Ni Josué ni los Jueces fueron nunca molestados por los faraones de Egipto, replegados en su territorio, lo que no sucedía en tiempos de Tell el-Amarna. Además, los reinos de Moab y Edom, que encontraron los israelitas en su viaje a Palestina, se fundaron en el siglo XIII. Terminamos diciendo que la entrada en Canaán se produjo en un momento en que Egipto, dividido interiormente, perdió su influencia sobre Palestina. Este momento fue o durante los últimos años de Mernefta o durante el reinado de Ramsés III (1 198-1166)13.

Los israelitas salieron de Egipto camino de Palestina. Intentaron penetrar en el territorio por la región de Cades, pero los rechazaron los cananeos de Tell Arad (Núm 14:45; 21:1). Algunos grupos de calebitas y quenitas penetraron por el sur directamente 14. No está fuera de lugar suponer, dicen Lemaire-Baldi, que los motivos que aconsejaron a los israelitas renunciar a su plan primitivo de penetrar en Palestina por el sur se basaban en la acción de Mernefta y Ramsés III en Palestina, ocupados en atajar la marcha de "los pueblos del mar" hacia Egipto. Al entrar los israelitas en Palestina, el territorio estaba habitado por varios pueblos y razas. Quedaban restos de los antiguos cananeos, amorreos, jebuseos, fereceos. En cuanto a los hititas, bajo la presión de Salmanasar I (c. 1266-1236) caminaban hacia su ruina. Después de la muerte de su rey Hattusil perdieron todo el territorio de Mitanni y poco después las regiones del alto y medio Eufrates. En Palestina quedaron algunos islotes de hititas; los de Gabaón y otras tres ciudades inventaron una estratagema para evitar el ataque militar de Josué y de su ejército.

La conquista fue lenta y duró muchos años. En la llanura fueron inferiores a sus enemigos, equipados con carros de combate tirados por caballos; en las montañas, y al amparo de los bosques, se creían más fuertes y seguros. Si la campaña no fue tan brillante como da a entender una lectura superficial del libro de Josué; si muchas ciudades resistieron a su empuje, más que a su inferioridad técnica debe achacarse a la infidelidad del pueblo para con Dios. Ahí debe buscarse la raíz más honda de los fracasos de que se habla en el libro de los Jueces (c.1). Yahvé es ciertamente un Dios poderoso, es Yahvé Sebaot (Sal 24:8-10), que combatía por Israel (Jos 10:14); pero su intervención efectiva en la campaña era mayor o menor según la conducta del pueblo para con El.

 

Ambiente Cultural y Religioso.

Los exploradores enviados por Josué a la tierra prometida quedaron atónitos al contemplar sus riquezas naturales, el grado de cultura y la altura de sus habitantes (Núm 13:28-34). A estas riquezas naturales se juntaba un grado de cultura muy desarrollado, que se manifestaba en la construcción de las ciudades "grandes y amuralladas." El fondo de esta cultura era cananea, hitita, con influencia egipcia y egea. Palestina ocupaba un punto neurálgico en la confluencia de tres continentes y era lugar obligado de tránsito de los mercaderes egipcios y de los otros pueblos del Próximo Oriente. Las modernas excavaciones han puesto al descubierto la civilización de Canaán en tiempos de la conquista, desenterrando plazas fuertes con magníficos servicios hidráulicos para resistir largo tiempo en caso de sitio; ricos santuarios, cerámica trabajada al torno y decorada, así como objetos y utensilios caseros que deslumbraban al pueblo israelita proveniente del desierto (c.7).

La religión cananea contrastaba fuertemente con la severidad del culto yahvístico. Baal y Astarté eran las divinidades máximas del panteón cananeo. En los santuarios construidos en lugares altos (bamoth) o entre la frondosidad de los bosques había altares para el sacrificio y emblemas masculinos y femeninos que simbolizaban la presencia de la divinidad. El culto iba acompañado con orgías, danzas frenéticas, incisiones, sacrificios humanos y prácticas obscenas. A pesar de las exhortaciones de Josué, no pudo evitarse completamente que el culto cananeo fascinara a los israelitas,y se convirtiera en fuente de desventuras para el pueblo escogido15.

 

Género Literario-Histórico del Libro.

No es el libro de Josué una historia científica escrita de conformidad con las reglas de la historiografía moderna, sino una colección de datos que el autor sagrado, bajo el influjo de la divina inspiración, ha recogido y seleccionado con el fin de poner de relieve el profundo significado religioso de la fidelidad de Dios en cumplir su promesa de entregar la tierra de Canaán a su pueblo escogido. El autor no sacrifica la historia de los hechos a su tesis, sino que basa ésta sobre la veracidad de aquéllos. Todo el libro, incluso las áridas y frías listas de nombres geográficos, deben considerarse desde el punto de vista religioso.

Yahvé, que tan severo se muestra frente a los pueblos paganos de Palestina, se reviste de entrañas de misericordia para con Israel. Dios habla a Moisés y le dicta el modo como debe comportarse en los trances difíciles. Símbolo de su presencia en medio de su pueblo es el arca de la alianza. Otro concepto religioso que se desenvuelve en el libro es la santidad de Dios, que reclama adoradores santos, puros, prontos a poner en práctica todo cuanto prescribe la Ley, fuente de prosperidad y bienestar (1:7-9; c.22), mientras que su inobservancia acarrea desórdenes y calamidades.

Los Santos Padres han visto en la lucha por la conquista de la tierra prometida una figura del combate para la conquista del reino de los cielos. También ven ellos en Josué una figura de Cristo. Así como Josué destruyó a los enemigos de Yahvé e introdujo a su pueblo en la tierra prometida, de la misma manera, Jesucristo, después de librarnos del yugo del pecado, nos introduce en el reino de los cielos (Baldi).

 

1 M. Lambert, Les premiers et les derniers prophétes: "Revue des Etudes Juives," 66 (1913) 136-138.

2 Septuaginta (Stuttgart 1935).

3 Véanse A. Margolis, Specimen of a new Edition of the Greek Yeshua: "Jewish Studies in memory of Israel Abrahams. The Álexander Kohut Memorial Foundation" (New York 1927) 307-323; Ídem, The Book of Joshua in Greek (New York 1931-1938; incompleto, ed. crítica del texto de Josué 0.1-19.31); Ídem, Corrections in the Apparatus of the Book of Joshua in Cambridge Septuagint: "Journal of Biblical Literature," 49 (1930) 234-264; O. Pretzl, Die griechischen Handschriftengruppen im Buche Josué untersucht nach ihrer Eigenart una ihrem Verhditnis zueinander B 9 (1928) 377-427-; Ídem, Der hexaplarische und tetraplarische Sep-tuagintatext des Orígenes in den Büchern Josué und Richter: "Byzantinische Zeitschrift," 30 (1929-1930) 262-268. Para un estudio comparativo entre el texto hebraico y griego, véanse: S. Holmes, Joshua. The Hebrew and Greek text (Cambridge 1914); ch. D. Benjamín, The variations between the Hebrew and Greek text of Joshua c.i-9 (Philadelphia 1921). Después de los estudios de Margolis, los autores más recientes se inclinan por el texto masorético.

4 Quaest. in los. 14: PG 80,473.

5 Synopsis 10: PG 28,309.

6 Epist. 53: PL 22:546.

7 H. Hopfl-Miller-Metzinger, Introductio specialis in Vctus Testamentum (Roma 1946) 124-125; B. Mariani, Introductio in libros sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 123-124.

8 M.-J. Lagrange, Le livre des Juges (París 1903) 26.

9 Das Sysíem der Zwolf Stamme Israels (Stuttgart 1930); Studien zu den historisch-geographischen Dokumenten des Josuabuches: "Zeitschrift des deutschen Palástina Vereins," 58 (i935) 185-255; Das Buch Josua (Tübingen 1938),

10 R. De Vaux: RB 47 d938) 462-463-

11 E. Drioton, La date de l'Exode: "Revue d'Histoire et de Philosophie religieuse," 35 (1955) 36-49.

12 P. Montet, Les nouvelles fouilles de Tanis (1929-1932; París 1933); Ídem, Le árame de Aavaris (París 1940); B. Couroyer, La résidence ramesside de Delta et la Ramsés biblique: RB 53 (1946) 75-98.

13 Véase R. De Vaux, La Palestine et la Transjordanie au LTe millénaire et les origines israélites: Zaw 38 (1938) 225-237; W. F. Albright, The Israelite conquest of Canaán in the Light of Archeology: Basor 74 (1939) 11-23; E. Drioton, La date de l'Exode l.c.; H. Cazelles, Données géographiques sur l'Exode: Rhphr 35 (i955^ 51-58; Ídem, Les locali-sations de l'Exode et la critique littéraire: RB 62 (1955) 321-364: Lemaire-Éaldi, l.c.

14 Jue 1:16-17, comparado con Núm 21:3; Jue 1:9-15, comparado con Jos 15:13-19. (Véase Delorme, 399.)

15 H, Vincent, Canaán d'aprés l'exploration récente (París 1907) 152-205.

 

 

1. Conquista de la Tierra Prometida (1-12).

 

Josué, Caudillo de Israel (1:1-9).

1Después de la muerte de Moisés, siervo de Yahvé, habló Yahvé a Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés, diciendo: 2"Moisés, mi siervo, ha muerto. Álzate ya, pues, y pasa ese Jordán, tú y tu pueblo, a la tierra que yo doy a los hijos de Israel. 3Cuantos lugares pise la planta de vuestros pies, os los doy, como prometí a Moisés. 4Desde el desierto hasta el Líbano y el río grande, el Eufrates, y hasta el mar grande, a occidente, será vuestro territorio. 5Nadie podrá resistir ante ti por todos los días de tu vida; yo seré contigo como fui con Moisés; no te dejaré ni te abandonaré. 6 Esfuérzate y ten ánimo, porque tú has de introducir a este pueblo a posesionarse de la tierra que a sus padres juré darles. 7Esfuérzate, pues, y ten gran valor para cumplir cuidadosamente cuanto Moisés, mi siervo, te ha prescrito. No te apartes ni a la derecha ni a la izquierda, para que triunfes en todas tus empresas. 8Que ese libro de la Ley no se aparte nunca de tu boca; tenlo presente día y noche, para procurar hacer cuanto en él está escrito, y así prosperarás en todos tus caminos y tendrás buen suceso. 9¿No te mando yo? Esfuérzate, pues, y ten valor; nada te asuste, nada temas, porque Yahvé, tu Dios, irá contigo adondequiera que tú vayas."

 

Desde la cumbre del monte Nebo (Deut 3:17-27; 4:49), Moisés contempla ante sus ojos la tierra de promisión. A tu descendencia se la daré, le dice Dios; te la hago ver con tus ojos, pero no entrarás en ella. Moisés, el siervo de Dios, murió allí, en la tierra de Moab, conforme a la voluntad de Yahvé (Deut 34:4-5). Su muerte dejaba un vacío que debía llenarse para que la muchedumbre de Yahvé no fuera como un rebaño de ovejas sin pastor (Núm 27:18). Por voluntad divina fue elegido Josué, hombre sobre quien residía el espíritu (Núm 27-18), y sobre el cual había Moisés impuesto sus manos en señal de que le retransmitía el liderazgo del pueblo (Núm 27:15-23; Deut 34:9). Desde su juventud había sido colaborador íntimo de Moisés (Ex 34:11; Núm 11:28), quien le cambió el nombre de Oseas por el de Josué = salud de Yahvé (Núm 13:17), nombrándole su lugarteniente en las empresas bélicas (Ex 17:9).

La misión confiada a Josué era ardua y peligrosa, por estar ocupado el territorio por pueblos de raza mixta que se habían establecido desde hacía tiempo en el país. Todos ellos gozaban de un grado de civilización y técnica superiores a las de los hebreos. Los exploradores que en otros tiempos habían recorrido la tierra pudieron comprobar que el territorio que iban a expugnar estaba habitado por pueblos fuertes, con ciudades muy grandes y amuralladas (Núm 13:29) y con guarniciones bien provistas de armas y carros de combate. En cambio, el pueblo de Israel, que sólo disponía de armas rudimentarias, experto en la técnica de las guerrillas, de la razzia y golpes de mano, era humanamente incapaz de medir sus fuerzas con un enemigo aguerrido y atrincherado detrás de las murallas de sus ciudades. Para el autor sagrado, la toma de Canaán no es un suceso profano, sino un acontecimiento teológico.

Se señalan los límites ideales de la Tierra Prometida, que se trazan conforme a Deut 11:24-25. El Líbano se encuentra al norte (Deut 1:7; 3:25); el gran río es el Eufrates (Gen 15:19). Como límite occidental se señala el mar Mediterráneo, lugar donde se pone el sol (Deut 11:24). Estos límites fueron un ideal, nunca una realidad concreta. Creen algunos que la mención aquí y en otros lugares (Gen 15:18) del río Eufrates débese a una glosa interpretativa fundada en la universalidad del reino mesiánico, según posteriores profecías.

Josué será el instrumento de que se valdrá Dios para cumplir la promesa hecha anteriormente a los patriarcas (Gen 15:18) y a Moisés (Deut 1:7) de introducir a su pueblo escogido en la tierra que mana leche y miel. Para salir airoso de la misión debe cumplir escrupulosamente todo cuanto le mandó Moisés sobre la manera de comportarse con los enemigos del pueblo israelita (Deut 2:15). Si guarda fidelidad a la Torah o Ley (Deut 1:5; 4:8; 5:29), meditándola (Sal 1:2; Deut 17:18-19), Dios estará con él, no le abandonará; porque Yahvé es Dios arriba en los cielos y abajo sobre la tierra.

 

Primeras Medidas (1:10-11).

10Dio, pues, Josué a los oficiales del pueblo esta orden: 11"Recorred el campamento y dad esta orden al pueblo: Preparaos y proveeos, porque dentro de tres días pasaréis ese Jordán para ir a ocupar la tierra que Yahvé, vuestro Dios, os da en posesión."

 

A pesar de contar Josué con el auxilio de Dios, toma las precauciones humanas necesarias para asegurar el éxito de la misión que le había sido confiada. Llama a los escribas (soferim), u oficiales encargados de ejecutar las órdenes del jefe (Deut 20:5-9; 29:9), y les encarga retransmitan al pueblo la orden de que estén preparados todos y se provean de víveres, porque dentro de tres días pasarían el Jordán. Quizá, atendiendo a lo que se dice en 3:2, esta frase equivalía a decir: dentro de tres días partiréis para la empresa de pasar el río Jordán. Es lógico que el pueblo hiciera acopio de provisiones, porque, además del maná, que seguiría cayendo regularmente todas las mañanas hasta que entrara en Palestina (5:10-12), consumía otros manjares, que sacaba de la tierra o compraba con su dinero (Deut 2:6-28).

 

Llamamiento a la Solidaridad entre las Tribus (1:12-18).

12A los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manases les dijo: 13"Acordaos de lo que os mandó Moisés, siervo de Yahvé, diciéndoos: Yahvé, vuestro Dios, os ha concedido el reposo, dándoos esta tierra. 14Vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados quedarán en la tierra que Moisés os dio de este lado del Jordán; pero vosotros, armados, iréis delante de vuestros hermanos, todos vuestros hombres fuertes y valientes, y los auxiliaréis, 15hasta que Yahvé haya dado a vuestros hermanos el reposo, como a vosotros, tomando también ellos posesión de la tierra que Yahvé, vuestro Dios, les da. Después volveréis a la tierra que Moisés, siervo de Yahvé, os dio al lado de acá del Jordán, a oriente." 16Ellos respondieron a Josué, diciendo: "Cuanto nos mandas lo haremos, y adondequiera que nos envíes iremos. 17Como en todo obedecimos a Moisés, así te obedeceremos a ti. Que quiera Yahvé, tu Dios, estar contigo, como estuvo con Moisés. 18Quien rebelándose contra tus órdenes te desobedezca, morirá. Esfuérzate y ten valor."

 

Las tribus de Rubén y Gad y media tribu de Manases habíanse establecido en la TransJordania (Deut 3:12-17; 29:7). Rubén ocupaba la parte meridional, desde el torrente Arnón, al sur, hasta el valle de Hesbán, al norte, que coincidía con el límite meridional de Gad, que llegaba hasta el torrente Yaboc. La media tribu de Manases habitaba las regiones de Galaad o del Ashlun. Conforme ha probado A. Bergmann, no hay dificultad en admitir que Manases se estableciera en Galaad ya en este tiempo1.

Las tribus transjordánicas mantuvieron su palabra ayudando a sus hermanos en la conquista de Canaán, poniéndose bajo las órdenes de Josué. En el verso 14 del texto original se lee la expresión: Al otro lado del Jordán, que corresponde a la perspectiva del que escribe, que se encontraba en Palestina propiamente dicha, o sea, en la Cisjordania. En boca de Josué, la indicación correcta era: de este lado del Jordán (Deut 1:1-5; 3:8). La misma observación vale para el verso 15.

 

Espías a Jericó (2:1).

1Josué, hijo de Nun, mandó en secreto dos espías desde Setim, diciéndoles: "Id a explorar la tierra y Jericó." Puestos en camino, llegaron los dos hombres a Jericó y entraron en la casa de una cortesana de nombre Rahab y pararon allí.

 

Los exploradores parten de Setim (Shittim — acacias), lugar que se identifica comúnmente con Abelsatim (Núm 33:49), a once kilómetros y medio al este del Jordán 9. Desde los contrafuertes de las montañas de Abarim pudieron los israelitas contemplar la extensa llanura, pero no precisar su configuración exacta. Importaba, además, tener noticias concretas sobre Jericó, de sus fortificaciones y de las posibilidades de expugnarla. Situada en la llanura del Ghor, a unos pocos kilómetros de la montaña de la Cuarentena o Qarantal, a veintiocho de Jerusalén, a diez clelmar Muerto y a ocho del río Jordán, estaba protegida por una muralla difícil de forzar. Jericó deriva de la palabra yareah, luna, llamada así porque en la antigüedad se rendía allí culto al dios Luna. En el curso de los siglos, la ciudad ha conocido tres emplazamientos distintos, muy próximos entre sí: la actual Jericó (Er-Riha), la del tiempo de Herodes y la Jericó cananea, que se alzaba en el lugar conocido por tell el-Sultán.

 

Rahab Acoge a los Espías (2:2-3).

2Al rey de Jericó le dieron noticia, diciendo: "Hombres de entre los hijos de Israel han llegado aquí durante la noche para explorar la tierra." 3El rey mandó decir a Rahab: "Saca a esos hombres que han venido a ti y han entrado en tu casa, porque han venido para explorar toda la tierra."

 

Los dos exploradores entraron en la ciudad y se hospedaron en casa de una cortesana (zonah, de zanah, fornicar) de nombre Rahab. Flavio Josefo supuso que Rahab era hostelera de profesión. Sin embargo, el texto y el contexto no permiten ningún eufemismo en este punto. Meretriz (pórne) la llama San Pablo (Hebr 11:31). Quiso Dios valerse de esta mujer para facilitar el ingreso de Israel en Canaán y, al mismo tiempo, regenerarla espiritualmente, incorporándola al pueblo escogido. Sus buenos servicios a Israel fueron muy elogiados posteriormente por los autores inspirados. Rahab, tipo de las naciones paganas que se convierten, merece figurar en la genealogía de Cristo (Mt 1:5). San Pablo alaba su fe (Hebr 11:31); Santiago afirma que sus obras la justificaron al recibir a los espías y enviarles por otro camino (Sant 2:25). La Iglesia primitiva la coloca en el grupo de los pecadores arrepentidos 3.

 

Alarma en la ciudad (2:4-7).

4 Ella tomo a los dos hombres y los escondió en el terrado, y dijo: "Cierto que han venido hombres a mí, pero yo no sabía de dónde eran, 5y cuando esta tarde se iban a cerrar las puertas, han salido y no sé adonde han ido; daos prisa a perseguirlos y de seguro los alcanzaréis." 6Pero ella los había subido al terrado y los había escondido debajo de tascos de lino que para ello dispuso en el terrado. 7Aquellos hombres fueron en su persecución por el camino que va a los vados del Jordán, y, una vez que salieron, se cerraron las puertas.

 

El rey de Jericó tuvo noticia de la llegada a la ciudad de dos espías israelitas que se habían hospedado en casa de Rahab. Los dos llamaron la atención, o bien por su indumentaria o por su manera de hablar. Rahab mantuvo un diálogo con los enviados del rey, a los que desorientó con sus mentiras. Un registro minucioso en su reducida casa hubiera sido de fatales consecuencias para los dos espías israelitas. Siendo muy reducido el perímetro de la ciudad, las casas se amontonaban unas sobre otras. Su interior constaba de una sala única, en la planta baja, acaso un piso y una azotea, en donde, en épocas de calor, solían sus moradores pasar la noche. La noticia de que los espías fueron escondidos debajo de tascos de lino dispuestos en la azotea para secarse al sol demuestra que la entrada de Israel en tierras de Palestina se efectuó a últimos de abril. En el calendario de Gezer4 se dice que la cosecha del lino en la región mediterránea tenía lugar en el mes séptimo (marzo-abril). En Jericó, situada a 250 metros bajo el nivel del mar, la cosecha era antes. Los exploradores llegaron a casa de Rahab a principios del mes séptimo.

 

Evasión de los espías (2:8-21).

8Antes de que los espías se acostasen, subió Rahab al terrado y les dijo: 9"Yo sé que Yahvé os ha entregado esta tierra; el terror de vuestro nombre se ha apoderado de nosotros, 10pues hemos sabido cómo Yahvé, a vuestra salida de Egipto, secó las aguas del mar Rojo y cómo habéis tratado a los dos reyes de los amorreos del lado de allá del Jordán, Seón y Og, que disteis al anatema. 11Al saberlo, nuestro corazón ha desmayado, y todos se han acobardado ante vosotros; porque Yahvé, vuestro Dios, es Dios arriba, en los cielos, y abajo, sobre la tierra. 12Ahora, pues, os pido que me juréis por Yahvé que, como yo he tenido misericordia de vosotros, la tendréis vosotros también de la casa de mi padre 13y dejaréis la vida a mi padre, a mi madre, a mis hermanos y hermanas y a todos los suyos, y que nos libraréis de la muerte." 14Los hombres le dijeron: "Te juramos por nuestra vida que, si no nos denuncias, cuando Yahvé nos entregue esta tierra, haremos contigo misericordia y fidelidad." 15Ella los bajó con una cuerda por la ventana, pues su casa estaba adosada a la muralla. Antes les dijo: 16"Idos al monte, no sea que los que os persiguen den con vosotros; estad allí escondidos durante tres días, hasta que aquéllos estén de vuelta, y luego id vuestro camino." 17Los hombres le dijeron: "Mira cómo habrás de hacer para que cumplamos el juramento que te hemos hecho: 18Cuando entremos en esta tierra, ata este cordón de hilo de púrpura a la ventana por la cual nos has descolgado y reúne contigo en tu casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda la casa de tu padre. 19Si alguno sale fuera de la puerta de tu casa, su sangre será sobre su cabeza y nosotros seremos inocentes; pero si alguien pone la mano sobre alguno de los que contigo estén en tu casa, su sangre sea sobre nuestra cabeza. 20Si nos denuncias, seremos libres del juramento que nos has pedido." 21Ella respondió: "Sea como decís." Luego los despidió y se fueron, y ella ató el cordón de púrpura a la ventana.

 

Siguiendo las indicaciones de Rahab, los emisarios del rey, a la luz de la luna, se dirigieron hacia el Jordán en busca de los exploradores, con el fin de alcanzarles antes de que llegaran a los vados del río Que 3:28; 12:5). Entre tanto, la mujer subió a la terraza y mantuvo un largo diálogo con los espías. Parece que éstos se disponían a pasar la noche en la azotea; pero Rahab les hizo comprender la necesidad de ausentarse de su casa inmediatamente por temor a un registro. Por haberse cerrado las puertas de la ciudad, el único medio para huir era descolgarse por el muro (Act 9:25), al cual estaba adosada la casa de Rahab. Antes de despedirlos quiso arrancarles la promesa con juramento de que, al adueñarse de la ciudad, conservaran su vida y la de sus familiares. La mujer no habla de su marido. La profusión de expresiones bíblicas en boca de la mujer da a entender que el autor sagrado no intenta reproducir literalmente las mismas palabras de la meretriz. A través del desierto corren las noticias de manera sorprendente. En Jericó ha llegado la noticia de los hechos principales referentes a la vida de Israel en el desierto. Como ni la mujer ni los dos espías sospechaban de que los muros de la ciudad se derrumbaran, como sucedió más tarde, concertaron de común acuerdo colocar en la ventana un cordón de hilo, propiedad de los espías, para que les sirviera de señal. Aunque el texto diga que Rahab ató el hilo en la ventana, no se debe deducir de que lo hiciera inmediatamente. Como en otros pasajes, el autor consigna el hecho con anticipación. La narración sobre la llegada y estancía de los espías en casa de Rahab adolece de orden lógico y cronológico.

 

Regreso al Campamento (2:22-24).

22Los espías se fueron al monte y se estuvieron escondidos allí tres días. Los que los perseguían los estuvieron buscando por el camino, sin hallarlos. 23Los dos espías, bajando del monte, repasaron el Jordán, se fueron a Josué, hijo de Nun, y le contaron todo lo sucedido, diciendo: 24"Cierto es que Yahvé ha entregado en nuestras manos toda esa tierra, pues los habitantes de ella están acobardados de nosotros."

 

A un kilómetro y medio de Jericó y al oeste de la ciudad comienzan las estribaciones de las montañas de Judea, formando en algunas partes una muralla infranqueable. Las cuevas abundan en la ladera del monte de la Cuarentena y allí podían esconderse fácilmente los espías. Desde aquellas alturas dominaban la llanura que se extiende alrededor de Jericó, pudiendo observar los movimientos de sus perseguidores. Transcurridos tres días y cerciorados de que los comisionados por el rey habían regresado a la ciudad, los dos espías bajaron del monte, vadearon el Jordán y llegaron sanos y salvos al campo israelita. Su informe movió a Josué a ejecutar inmediatamente sus planes de la conquista de Canaán.

 

Paso del Jordán y entrada en Palestina (3:3-4).

El texto de 3:1-5:1, al menos aparentemente, presenta cierto desorden cronológico, digresiones, repeticiones, incongruencias. B. Alfrink cree solucionar todas las dificultades apelando a la psicología de los antiguos historiadores orientales, que adoptan peculiares modos de decir y narrar5. En primer lugar, dice él, no debe olvidarse que esta historia es una narración popular, en la que abundan las repeticiones y en donde se sigue un orden lógico más que cronológico. Teniendo en cuenta las características de la historiografía oriental, las dificultades de estos capítulos se atenúan. Los principales inconvenientes del texto son: 1) Resulta muy difícil conciliar los datos de 3:17; 4:1 con 4:45, referentes al tiempo en que los israelitas pasaron el Jordán. En los primeros parece que el pueblo ha pasado ya el río; en el último sigue todavía en la ribera oriental. 2) Comparando 4:9 con 4:1-3; 20-24, no se sabe cuántos fueron los monumentos erigidos: uno en el Jordán y otro en Galgala, o si las piedras del primero fueron utilizadas para levantar el segundo. 3) En 4:11 y 4:17 se habla del arca de la alianza, que transportaban los sacerdotes; en el primero de los mencionados textos, los sacerdotes aparecen en la orilla occidental; en el segundo se hallan todavía en el lecho del río.

Estas anomalías sugieren a muchos exegetas y críticos la sospecha de que aquí, como en otros pasajes del libro, existen vestigios de fuentes distintas o de diversas etapas de composición literaria. Wellhausen habló de Hexateuco, considerando el libro de Josué como continuación del Pentateuco, con los consiguientes documentos yahvista, elohista, etc. Rudolph admite el documento I, con adiciones deuteronomistas (3:2-4; 4:6-8a.21-24) o simples glosas (4:1a. 19a). Noth rechaza la teoría del Hexateuco y distingue una narración principal a la que se han añadido glosas (3:2-3; 6-10; 15; 17) y la fusión de dos leyendas etiológicas sobre la erección de los monuentos. En cuanto a los autores católicos, existe diversidad de pareceres, desde las interpolaciones de carácter midrásico (3:5; 7-13; 449-14; 20-24) hasta los insignificantes retoques del texto de que habla A. Fernández (eliminación de 3:12; un documento paralelo en 4:15-I7, mas detallado que 4:11), pasando por la hipótesis de Η Wiesmann de una supuesta trituración del folio que contenía el relato del paso del Jordán. Conocidas las diversas tentativas para solucionar las dificultades, y teniendo en cuenta los detalles que entorpecen la concatenación cronológica de los hechos, no ofrece dificultad el contenido de los capítulos 3-46.

 

Preparación Espiritual del Pueblo (3:1-13).

1Josué, levantándose bien de mañana, partió de Setim, él y todos los hijos de Israel, y, llegados al Jordán, hicieron allí alto y pasaron allí la noche antes de atravesarlo. 2Al cabo de tres días, los oficiales recorrieron el campamento 3y dieron al pueblo esta orden: "Cuando veáis el arca de la alianza de Yahvé, vuestro Dios, llevada por los sacerdotes, hijos de Leví, partiréis de este lugar donde estáis acampados y os pondréis en marcha tras ella; 4 pero, dejando entre vosotros y ella una distancia de dos mil codos, sin acercaros a ella, para que podáis ver el camino que habéis de seguir, pues no habéis pasado nunca por él." 5Y Josué dijo al pueblo: "Santifícaos, porque mañana Yahvé hará prodigios en medio de vosotros." 6Después habló Josué a los sacerdotes, diciendo: "Llevad el arca de la alianza e id delante del pueblo." Ellos llevaron el arca de la alianza, adelantándose al pueblo. 7Yahvé dijo a Josué: "Hoy voy a comenzar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que yo estoy contigo, como estuve con Moisés. 8Tú da esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: Cuando lleguéis al borde de las aguas del Jordán, os paráis en el Jordán." 9Josué dijo a los hijos de Israel: "Acercaos y oíd las palabras de Yahvé, vuestro Dios." 10 Y dijo Josué: "En esto vais a conocer que el Dios vivo está en medio de vosotros y que no dejará de arrojar delante de vosotros a los cananeos, los jéteos, los jeveos, los fereceos, los guergueseos, los amorreos y los jebuseos. 11 El arca de la alianza del dueño de toda la tierra va a entrar delante de vosotros en el Jordán. 12 Tomad doce hombres de entre las tribus de Israel, uno por cada tribu; 13 y cuando los sacerdotes que llevan el arca de la alianza del dueño de toda la tierra pongan la planta de sus pies en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se partirán, y las que bajan de arriba se pararán en montón."

 

Las sospechas levantadas por la presencia de espías en Jericó indujeron a Josué a obrar rápidamente, adelantándose a una posible coalición de reyezuelos de Canaán. La empresa era relativamente fácil, porque, según informes de los dos espías, los de la ciudad vivían confiados en que el Jordán llevaba mucha agua, por ser la época del deshielo, y no les sería posible a los israelitas vadearlo. Josué dio las órdenes de movilización de todo el campamento. La mención de los tres días en 1:11 y 32 da lugar a un pequeño conflicto cronológico. Dijimos en 1:11 que la frase dentro de tres días pasarían el Jordán puede interpretarse en el sentido de "dentro de tres días partiréis para la empresa de pasar el Jordán." En efecto, según la Vulgata, el orden de los acontecimientos pudo ser el siguiente: Tan pronto como los escribas dieron la orden al pueblo (1:11) de prepararse, enviaba Josué en secreto a dos espías a Jericó (2:2), adonde llegaron el mismo día al atardecer. Tres días permanecieron escondidos en la montaña (2:16-22), regresando al quinto día al campamento. En la mañana del sexto día dio Josué orden al pueblo de ponerse en marcha hacia el Jordán, en cuya ribera oriental permanecieron tres días. Según la Vulgata, los israelitas vadearon el río a los diez días del envío de los exploradores a Jericó. Otra ordenación cronológica de los acontecimientos es la siguiente: la fecha del envío de los espías y el anuncio de los escribas al pueblo de estar preparados coinciden. Los espías llegan a Jericó el mismo día por la noche, 7 de Nisán; durante la misma huyen al monte vecino (2:16), en donde moran todo el día siguiente, 8 de Nisán. Al oscurecer regresaron al campamento, en el que entraron al amanecer del tercer día, 9 de Nisán.

A la orden de Josué, el pueblo se puso en marcha, llegando al atardecer a orillas del Jordán, donde acampó aquella noche. La preparación espiritual incluía la limpieza de los vestidos y la abstención de todo comercio carnal (Ex 19:10-14). Quizá el verso 4a sea una glosa inspirada en 1 Sam 6:19-20; 2 Sam 6:7. Por lo regular era incumbencia de los levitas llevar el arca (Núm 4:15; 10:21), pero en casos extraordinarios se confiaba a los sacerdotes.

Dios habla a Josué y promete engrandecerlo a los ojos del pueblo con un hecho extraordinario para que se le obedezca como a Moisés y sepa el pueblo que Dios está con él (1:5-7). La arenga o conjunto de alocuciones de Josué tuvieron lugar antes del tránsito del río. Schulz considera los versos 7-13 como midrásicos, porque, además de romper la ilación existente entre el v.6 y 14, no es de suponer que Josué hablara tan largo tiempo a un pueblo en marcha. El éxito del paso del Jordán está asegurado por ir en vanguardia el arca de la alianza del Dios de toda la tierra (Miq 4:13; Zac 4:14; 6:5). Se eligen diez hombres de entre el pueblo a los que el texto no asigna misión especial. Trátase evidentemente de un anticipo del v.2 del c.4. Al poner los sacerdotes el pie en las aguas del Jordán, éstas se cortaron (yikkaterun), formando un dique o bloque compacto, como si un monte o una colina (ned) interceptaran la corriente.

 

El milagro de las aguas (3:14-17).

14Cuando hubo salido el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, precedidos por los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza, 15 en el momento en que los que llevaban el arca llegaron al Jordán y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca se mojaron en la orilla de las aguas — pues el Jordán se desborda por todas sus orillas al tiempo de la siega —, 16las aguas que bajaban de arriba se pararon, se amontonaron a mucha distancia, desde la ciudad de Adam, que está cerca de Sartán, y las que bajaban hacia el mar del Araba, el mar de la Sal, quedaron enteramente partidas de las otras, y el pueblo pasó frente a Jericó. 17Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahvé se estuvieron en seco a pie firme en medio del Jordán, mientras todo Israel pasaba en seco, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán.

 

Destaca el hagiógrafo la magnitud del milagro anotando que era la época de la siega de la cebada (marzo-abril), en cuya estación el río Jordán va crecido por la licuefacción de las nieves que cubren el monte Hermón. Las aguas interrumpieron su curso a unos veinticinco kilómetros al norte de Jericó, formando una barrera sólida hasta que todo Israel hubo pasado el Jordán. Las aguas descendentes siguieron su curso hasta el mar Muerto.

Los israelitas no vieron el dique o muro de aguas que se formó "a mucha distancia" al norte, en "Adam, la ciudad que está junto a Sartán," dice el texto masorético. La ciudad de Adam (1 Re 7:46) se identifica con tell el-Damíyeh, a unos veinticinco kilómetros al norte de Jericó, y a dos kilómetros de la ribera oriental del Jordán, en la confluencia del Yaboc, donde se encuentra hoy el puente ed-Damiyeh, en la carretera de Naplusa a es-Salt. Sartán (1 Re 4:12; 7:46) se identifica corrientemente con Qarn Sartabeh, promontorio de la parte oriental de la montaña de Efraím, que en forma de cuña se adentra en la cuenca jordánica, frente a ed-Damiyeh. En tiempos talmúdicos era este promontorio uno de los lugares preferidos para anunciar el novilunio. Esta sentencia tradicional ha recibido un contratiempo principalmente por los estudios de N. Glueck7, que corrige el texto masorético como sigue: "Desde Adam hasta la fortaleza (mesad, en vez de missad, lado) de Sartán." Este último lugar, según él, debe buscarse en tell es-Saidiyeh, a dieciocho kilómetros al norte de ed-Damiyeh. La historia recuerda otras dos ocasiones en que el desprendimiento de un inmenso bloque de un espolón oriental de la montaña de Efraím cayó sobre el lecho del río, interceptando el curso de las aguas. Tal fenómeno se produjo, según el historiador árabe Nuwairi, la noche del 6 al 7 de diciembre de 1267, en la región de ed-Damiyeh. Mientras éste se produjo a consecuencia del reblandecimiento de la montaña por las lluvias torrenciales de invierno, el del año 1927 debióse a un terremoto. Que igual fenómeno se produjera en el preciso momento en que los israelitas se disponían a pasar el río Jordán, no lo afirma ni lo niega el texto sagrado. Aunque así fuera, no es menos cierto que todo fue previsto, querido y provocado por Dios con el concurso de los agentes naturales dóciles a su palabra.

 

Monumento Conmemorativo (4:1-9).

1Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán, Yahvé dijo a Josué: 2"Tomad de entre el pueblo doce hombres, uno por cada tribu, 3y dadles esta orden: De ahí, del lecho del Jordán, donde los sacerdotes han estado a pie firme, coged doce piedras, traedlas y depositadlas en el lugar donde acampéis esta noche." 4Josué llamó doce hombres, que eligió entre los hijos de Israel, uno por tribu; 5les dijo: "Id al medio del Jordán, ante el arca de Yahvé, vuestro Dios, y echaos al hombro una piedra cada uno, según el número de las tribus de los hijos de Israel, 6para que sea señal en medio de vosotros. Cuando un día os pregunten vuestros hijos: "¿Qué significan para vosotros estas piedras?" 7les responderéis: "Las aguas del Jordán se partieron ante el arca de la alianza de Yahvé; cuando ella pasó el Jordán, las aguas del río se dividieron; y esas piedras serán para siempre jamás un memorial para los hijos de Israel." 8Los hijos de Israel cumplieron la orden de Josué. Tomaron del medio del Jordán doce piedras, como se lo mandó Yahvé a Josué, según el número de las tribus de los hijos de Israel, y, llevándolas consigo al lugar donde pasaron la noche, las depositaron allí. 9Josué alzó doce piedras en el lecho del Jordán, en el lugar donde habían estado a pie firme los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza, y allí han estado hasta hoy.

 

Quiere Josué que se conserve una memoria del paso del Jordán, como en Ex 12:26; 13:9.14; Deut 6:20. El texto del v.9 puede interpretarse en el sentido de que fueron dos los monumentos levantados en recuerdo del hecho, uno en Caígala y otro en el lecho del río. Así lo creen Hummelauer, Ubach y Fernández. En favor de la unidad se pronuncian Wiesmann y Alfrink, por no citar más que autores católicos. Según Wiesmann, en el v.9 se dice que se colocaron doce piedras en el cauce del río para impedir que los pies de los sacerdotes se hundieran en el lodo del río. Tales piedras más tarde fueron sacadas del Jordán y colocadas en Caígala, donde permanecen hasta el día de hoy. Con esta interpretación, dice Baldi, se quita la posibilidad de un monumento en medio del Jordán, que, salvo en tiempos de mucha sequía, no sería visible, no sirviendo, por lo mismo, para el fin al que se le destinaba.

 

Orden de Marcha (4:10-18).

10Los sacerdotes que llevaban el arca se estuvieron a pie quieto en medio del Jordán, hasta que se hizo todo cuanto Yahvé había mandado a Josué decir al pueblo,, conforme a todo cuanto Moisés había ordenado a Josué, y el pueblo se; apresuró a pasar. 11Cuando el pueblo hubo acabado de pasar, el arca de Yahvé y los sacerdotes se pusieron al frente del pueblo. 12Los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manases, armados, iban en vanguardia delante de los hijos de Israel, como se lo había mandado Moisés. 13Unos cuarenta mil hombres de ellos, armados en guerra, pasaron ante Yahvé a los llanos de Jericó. 14Aquel día engrandeció Yahvé a Josué a los ojos de todo Israel, y éstos le respetaron, como habían respetado a Moisés, todos los días de su vida. 15Yahvé habló a Josué, diciendo: 16"Manda a los sacerdotes que llevan el arca del testimonio que salgan del Jordán"; 17y Josué dio a los sacerdotes esta orden: "Salid del Jordán"; 18y en cuanto los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahvé salieron del medio del Jordán y asentaron la planta de su pie en la tierra seca, las aguas del río volvieron a su lugar y se desbordaron, como antes estaban, por todas las orillas.

 

No dio Moisés ninguna disposición tocante al paso del río Jordán, pero el autor refuerza la autoridad de Josué con la de Moisés (1:17; 3:7). En la narracion se habla del paso del río por el pueblo, lo que realizó ya antes (3:16-17; 4:1). Según el v.11, el arca y los sacerdotes se pusieron al frente del pueblo estando ya en la ribera derecha del Jordán; en cambio, los v. 15-18 suponen que permanecían todavía en el río. Schulz considera los v.9-14 como una adición. Para Ubach, los v. 15-18 son residuos de una documentación que el autor sagrado tuvo ante sus ojos y que puso en el lugar que ocupan por creer que contenían detalles nuevos. Parece que el ν. 11 se refiere a 3:7; 4:1. Una vez hubo pasado el pueblo, el arca y los sacerdotes se colocaron de nuevo delante de la comitiva. Pero a la misma precedía, conforme a lo prescrito en Núm 32:28-30; Deut 3:18, un destacamento militar para defender el arca. La cifra de cuarenta mil guerreros es una hipérbole manifiesta, como en otros pasajes análogos (Ex 12:37; Núm 1:46).

Tan pronto como los sacerdotes abandonaron el cauce, las aguas volvieron a afluir "como ayer y anteayer," es decir, como antes. No determina el texto el lugar exacto por donde pasaron el río los israelitas. Una tradición judío-cristiana lo fija en el vado de Bethabara, frente a Qars el-Yehud, donde se encuentra el monasterio del Pródromos, construido en memoria del ministerio de San Juan Bautista y del bautismo de Jesús.

 

En la Tierra Prometida (4:19-25).

19El pueblo salió del Jordán el día diez del mes primero y acampó en Gálgala, al límite oriental de Jericó. 20Josué alzó en Gálgala las doce piedras que habían cogido del Jordán, 21y dijo a los hijos de Israel: "Cuando un día os pregunten vuestros hijos: "¿Qué significan esas piedras?" 22instruid a vuestros hijos, diciendo: "Israel pasó este Jordán a pie enjuto; 23porque Yahvé, vuestro Dios, secó delante de vosotros las aguas del Jordán, como lo había hecho Yahvé, vuestro Dios, 24con las aguas del mar Rojo, que secó delante de nosotros hasta que hubimos pasado, 25(24)para que todos los pueblos de la tierra sepan que es poderosa la mano de Yahvé y vosotros conservéis siempre el temor de Yahvé, vuestro Dios.

 

El sueño dorado de los israelitas se había realizado y Dios había cumplido su promesa. Israel había entrado en tierras de Palestina el día 10 de Nisán (marzo-abril), coincidiendo con el principio de la Pascua (Ex 12:3), a los cuarenta años de haber salido de Egipto. Los israelitas acamparon en Caígala, que los autores identifican o bien con Jirbet en-Netele, a unos cinco kilómetros al sur de la antigua Jericó, o con Jirbet Mefshir, a dos kilómetros al noreste de la misma. Sobre la antigua Caígala, nombre que se deriva de la palabra hebrea galgal = rueda, rueda de piedras, se edificó una iglesia bizantina llamada Dodekalithori, en recuerdo del sitio donde hizo colocar Josué las doce piedras en forma de rueda o cromlech 8. Para la posteridad israelita, Caígala o Guilgal fue considerado como lugar sagrado muy concurrido (1 Sam 7:16; 10:8; 11:14; 13:4-15; Os 4:15; Am 4:4)9.

 

Pánico en Palestina (5:9-1).

1Cuando todos los reyes de los amórteos, a occidente del Jordán, y todos los reyes de los cananeos de cerca del mar supieron que Yahvé había secado las aguas del Jordán hasta que ellos pasaron, desmayó su corazón, y perdieron todo su valor ante los hijos de Israel.

 

El hagiógrafo empieza el capítulo 5 de su libro con una noticia sobre el pánico que se apoderó de los cananeos y de los amorreos al enterarse del milagro que había obrado Yahvé. Para el autor sagrado y para los enemigos de Israel es Yahvé quien mueve todos los resortes y determina los hechos que deben conducir a los israelitas al corazón de Palestina. La noticia del paso del Jordán corrió como reguero de pólvora por todo el territorio; sus habitantes temieron una invasión inminente de los israelitas.

 

La circuncisión (5:2-9).

2Entonces dijo Yahvé a Josué: "Hazte cuchillos de piedra y circuncida a los hijos de Israel. 3Hízose Josué cuchillos de piedra y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot (collado de los Prepucios). 4He aquí por qué los circuncidó Josué: Todos los salidos de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, durante el camino, después de la salida de Egipto. 5El pueblo que salió estaba circuncidado; pero los nacidos en el desierto durante el camino después de la salida de Egipto no habían sido circuncidados; 6pues los hijos de Israel anduvieron durante cuarenta años por el desierto, hasta que perecieron todos los hombres de guerra salidos de Egipto, por no haber escuchado la voz de Yahvé. Yahvé les había jurado que no les dejaría ver la tierra que conjuramento había prometido a sus padres darles, la tierra que mana leche y miel. 7Los hijos de aquéllos les sucedieron en su lugar; y éstos son los que circuncidó Josué, porque estaban sin circuncidar, pues no habían sido circuncidados durante el camino. 8Cuando todos se circuncidaron, quedáronse en el campamento hasta curarse; 9y Yahvé dijo a Josué: "Hoy he quitado de sobre vosotros el oprobio de Egipto." Y aquel lugar fue llamado Caígala hasta hoy.

 

No era éste un rito propio de los hebreos, sino que se practicaba en el antiguo Egipto, en Fenicia y, probablemente, en Canaán. La operación debía ejecutarse con cuchillos de piedra, como lo hizo Séfora con su hijo (Ex 4:24-26). La circuncisión tenía en Israel un carácter marcadamente religioso, siendo el signo distintivo de la alianza de Dios con Abraham y de la pertenencia a la comunidad religiosa de Israel (Gen 17:12-14:25:27). Según el texto griego, gran parte del pueblo judío había descuidado la práctica de la circuncisión durante su permanencia en Egipto; pero, según el texto hebraico, el abandono de esta práctica empezó durante los años de peregrinación por el desierto. El autor sagrado no considera, al parecer, como culpa grave esta negligencia, que recaía sobre los dirigentes de la comunidad judaica. ¿Quiere con ello atenuar la culpabilidad de Moisés? ¿No fue acaso ésta una de las razones por las cuales se le denegó la entrada en la Tierra de Promisión ? Que el gran caudillo de Israel fuera remiso en este punto, aparece de Ex 4:24.

A primera vista choca que Josué pensara en la circuncisión de todos los varones del pueblo inmediatamente después de haber pasado el Jordán, cuando era de temer un ataque por sorpresa de los habitantes del país. Sabido es que la circuncisión es una operación dolorosa que va acompañada de un estado febril que llega a su punto álgido al tercer día (Gen 34:25). Josué impuso la obligación de circuncidar el prepucio de los varones con el fin de preparar la celebración de la Pascua, o para recordar que la circuncisión era el signo de la alianza (Gen 17:10; Ex 12:48)10. Con la circuncisión se quitó la dependencia de Egipto, por haber dejado de ser esclavos de los egipcios para convertirse en servidores de Yahvé y propiedad suya. 11

 

La Pascua (5:10-12).

10Los hijos de Israel acamparon en Caígala; y allí, el día catorce del mes, celebraron la Pascua, a la tarde, en los llanos de Jericó. 11Comieron de los frutos de la tierra, desde el día después de la Pascua, panes ácimos y trigo tostado ya aquel mismo día; 12y el día siguiente de comer de los frutos de la tierra, no tuvieron ya el maná, y comieron ya aquel año de los frutos de la tierra de Canaán.

 

Era la segunda vez que los judíos salidos de Egipto celebraban solemnemente la Pascua (Núm 9,iss). El pan ácimo y el trigo tostado que comió el pueblo el día de la Pascua podían ser en parte productos de la tierra de Canaán. Al día siguiente cesó el maná.

 

Aparición Misteriosa (5:13-16).

13Estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y vio que estaba un hombre delante de él, en pie, con la espada desnuda en la mano; y Josué se fue hacia él y le dijo: "¿Eres de los nuestros o de los enemigos?" 14Y él le respondió: "No; soy un príncipe del ejército de Yahvé, que vengo ahora." 15Entonces Josué se prosternó rostro a tierra y, adorando, dijo: "¿Qué es lo que manda mi señor a su siervo?" 16(15)El príncipe del ejército de Yahvé dijo a Josué: "Descalza tus pies, pues el lugar que pisas es santo." Hízolo así Josué.

 

Parece que este episodio está desplazado de su lugar primitivo. La actitud del príncipe del ejército de Yahvé que aparece con una espada desenvainada en su mano es de amenaza, no especificando el texto el motivo que la provocó. Supone Dhorme que el paso de un río requiere la autorización de la potencia celestial que guarda el acceso del territorio situado al otro lado. Por de pronto, la aparición obedecía a consignas más graves y trascendentales que a la de intimar a Josué a que se quitara el calzado (Gen 32:25-33). Lo más probable es que el personaje misterioso quiso urgir el rito de la circuncisión, que se había descuidado en el desierto. Quizá en un principio la perícopa precedía al v.2 de este capítulo. En Ex 4:24 se dice que Yahvé salió al encuentro de Moisés, queriéndole matar. Séfora aplacó su ira circuncidando a su hijo. Con la narración de este episodio, sin terminar, sin duda, se destaca la relevante personalidad de Josué, que por su reverencia y humildad puede parangonarse con Abrahám (Gen 15:12) y Moisés (Ex 3:3-6). Todo en el contexto invita a reconocer en el jefe de los ejércitos de Yahvé a un ser sobrenatural, a un ángel de Yahvé que debía convertirse en guía de los israelitas en la penetración y conquista de Canaán (Ex 23:20; 32:34; 33:2). El v.16 es copia de Ex 3:512.

 

Primeros Combates (cap. 6-8).

Se narra en el capítulo 6 la toma de Jericó. El texto de la versión de los LXX difiere mucho del texto hebreo; los exegetas, o bien se esfuerzan por combinar ambos textos, o se pronuncian por uno o por otro. Aun en el supuesto de adoptar el texto más corto de los LXX, no se eliminan todas las incoherencias de la narración. La solución más obvia consiste en distinguir entre el texto que se cree primitivo y las adiciones posteriores. Con ello la narración fluye ¿e manera lógica y desaparecen o se atenúan las dificultades. Es imposible, por ejemplo, armonizar los v.4; 5; 16a.20a con 8; 9; 13. Schulz, seguido en parte por Gelin, considera como texto primitivo los v.1-2a.3-7; 11; 14-15ª; 16ª; 20b; 21; 24-27. El P. Fernández admite dos recensiones, una larga y otra breve, de las cuales considera como auténtica la última. Según Ubach, dos escribas testigos de los hechos escribieron cada uno independientemente sus impresiones, haciendo uno hincapié en unas circunstancias y otro en otras. El relato es una combinación de una doble táctica: una marcha en silencio alrededor de la ciudad durante siete días hasta el estentóreo grito de guerra, y una procesión con el arca, al son de las trompetas sagradas, símbolo de la cooperación divina en la empresa 13. Defiende Abel que el redactor final ha querido unificar dos situaciones sucesivas. Baldi opta por la fusión de dos relatos o tradiciones paralelas dispuestas psicológicamente de manera distinta. En una tradición se dio más importancia al valor del ejército judío; en otra, de origen sacerdotal, se puso de relieve la cooperación religiosa. El redactor último trató de conservar estos dos aspectos de la misma tradición fundiéndolos en un solo relato. Expliqúese como se quiera, lo cierto es que el texto se presenta con todas las características de una composición literaria heterogénea.

 

Toma de Jericó (6:1-14).

1Tenía Jericó cerradas las puertas y bien echados sus cerrojos por miedo a los hijos de Israel, y nadie salía ni entraba en ella. 2 Yahvé dijo a Josué: "Mira, he puesto en tus manos a Jericó, a su rey y a todos sus hombres de guerra. 3 Marchad vosotros, todos los hombres de guerra, en torno a la ciudad, dando una vuelta en derredor suyo. Así haréis por seis días. 4Siete sacerdotes llevarán delante del arca siete trompetas resonantes. Al séptimo día daréis siete vueltas en derredor de la ciudad, yendo los sacerdotes tocando sus trompetas. 5Cuando ellos toquen repetidamente el cuerno potente y oigáis el sonar de las trompetas, todo el pueblo se pondrá a gritar fuertemente, y las murallas de la ciudad se derrumbarán. Entonces subirá el pueblo, cada uno enfrente de sí." 6Josué, hijo de Nun, llamó a los sacerdotes y les dijo: "Llevad el arca de la alianza, y que siete sacerdotes vayan con siete trompetas resonantes delante del arca de Yahvé." 7Dijo también al pueblo: "Marchad y dad también una vuelta a la ciudad, yendo los armados delante del arca de Yahvé." 8 Así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes con las siete trompetas resonantes iban tocando las trompetas delante de Yahvé, y el arca de la alianza de Yahvé iba en pos de ellos. 9Los hombres de guerra iban delante de los sacerdotes que tocaban las trompetas, y la retaguardia, detrás del arca. Durante la marcha se tocaban las trompetas. 10Josué había dado al pueblo esta orden: "No gritéis ni hagáis oír vuestra voz, ni salga de vuestra boca una palabra hasta el día en que yo os diga: Gritad. Entonces gritaréis." 11El arca de Yahvé dio una vuelta en derredor de la ciudad, una vuelta sola, y se volvieron al campamento, donde pasaron la noche. 12Al día siguiente se levantó Josué bien de mañana, y los sacerdotes llevaron el arca de Yahvé. 13 Los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas resonantes delante del arca de Yahvé se pusieron en marcha tocando las trompetas. Los hombres de guerra iban delante de ellos, y detrás la retaguardia seguía al arca de Yahvé; y durante la marcha iban tocando las trompetas 14Dieron el segundo día la vuelta en derredor de la ciudad y se volvieron al campamento; esto mismo hicieron por siete días.

 

Por miedo a los hijos de Israel, la ciudad de Jericó tenía las puertas cerradas; pero Yahvé prometió ponerla en manos de Josué (Núm 21:34; Deut 2:24; 3:2). Era Jericó una plaza fuerte cana-nea edificada sobre un altozano elíptico de 307 por 161 metros, dominando la llanura de su nombre. La descripción del ataque de la ciudad por los israelitas es bien conocida. Pero, como hemos apuntado más arriba, cabe distinguir entre el relato primitivo y las adiciones posteriores de carácter religioso referentes a los sacerdotes, arca de la alianza y trompetas sagradas. Los soldados de Josué combatieron contra Jericó y la tomaron. En ciertos ambientes pareció que el relato primitivo era demasiado pagano, por darse excesiva importancia a las causas puramente humanas que contribuyeron a la conquista de la ciudad, por lo cual se le añadieron elementos procedentes de ambientes sacerdotales. El relato primitivo, según Noth, era más o menos el siguiente: (v.2): . Yahvé dijo a Josué: "Mira, he puesto en tus manos a Jericó. Todos los hombres de guerra (3) rodearán la ciudad, dando una vuelta en derredor suyo. Así haréis por seis días. (4) Al séptimo día daréis siete vueltas en derredor de la ciudad. (5) Cuando toque el cuerno., todo el pueblo se pondrá a gritar fuertemente, y las murallas de la ciudad se derrumbarán. Entonces subirá el pueblo, cada uno enfrente de sí." (6) . (7) Dijo Josué al pueblo: "Marchad y dad la vuelta a la ciudad." (8) y se hizo conforme a la orden dada por Josué al pueblo. (10) Josué dio al pueblo la siguiente orden: "No gritéis ni hagáis oír vuestra voz, ni salga de vuestra boca una palabra hasta el día en que yo os diga: "Gritad. Entonces gritaréis." (12) Al día siguiente se levantó Josué bien de mañana. (14) y se hizo el giro de la ciudad ., regresando al campamento. Esto mismo hicieron por seis días. (15) Al día séptimo se levantaron al alba, dieron siete vueltas en torno a la ciudad. (16) A la séptima. dijo Josué al pueblo: "Gritad, porque Yahvé os entrega la ciudad." (20) Entonces todo el pueblo se puso a gritar clamorosamente, y las murallas de la ciudad se derrumbaron y cada uno subió a la ciudad frente de sí.

 

Suerte de Jericó (6:15-24).

15Al día siguiente se levantaron con el alba, y dieron del mismo modo siete vueltas alrededor de la ciudad. 16A la séptima, mientras los sacerdotes tocaban las trompetas, Josué dijo al pueblo: "Gritad, porque Yahvé os entrega la ciudad. 17La ciudad será dada a Yahvé en anatema, con todo cuanto en ella hay. Sólo Rahab, la cortesana, vivirá, ella y cuantos con ella estén en su casa, por haber escondido a los exploradores que habíamos mandado. 18Guardaos bien de lo dado al anatema, no sea que, tomando algo de lo que así habéis consagrado, hagáis anatema el campamento de Israel y traigáis sobre él la confusión. 19Toda la plata, todo el oro y todos los objetos de bronce y de hierro serán consagrados a Yahvé y entrarán en su tesoro." 20Los sacerdotes tocaron las trompetas, y cuando el pueblo, oído el sonido de las trompetas, se puso a gritar clamorosamente, las murallas de la ciudad se derrumbaron, y cada uno subió a la ciudad frente de sí. 21Apoderándose de la ciudad, dieron al anatema todo cuanto en ella había, y al filo de la espada a hombres y mujeres, niños y viejos, bueyes, ovejas y asnos. 22Pero Josué dijo a los dos exploradores: "Entrad en la casa de Rahab, la cortesana, y sacad a esa mujer con todos los suyos, como se lo habéis jurado." 23Los jóvenes, los espías, entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a todos los suyos, y los pusieron en lugar seguro, fuera del campamento de Israel. 24Los hijos de Israel quemaron la ciudad con todo cuanto en ella había, salvo la plata y el oro y todos los objetos de bronce y de hierro, que pusieron en el tesoro de la casa de Yahvé.

 

¿Cuál fue la causa que provocó el desmoronamiento de las murallas de Jericó? ¿Se produjo este fenómeno, o el texto sugiere o permite otra interpretación? No es de creer que el griterío (teruah) de la multitud (Ex 32:17; 1 Sam 4:5; 2 Sam 6:15) y el sonido de las trompetas fueran tan ensordecedores que derribaran las murallas. Algunos suponen que ayudó Dios a los sitiadores provocando a su debido tiempo un terremoto que derribó las murallas. Hizo Dios lo que no pudieron lograr los israelitas con su griterío y sus trompetas. Es muy posible que el autor sagrado, llevado totalmente de la idea de poner de relieve la intervención de Dios en la expugnación de la tierra de Canaán, no haya dicho todo lo que aconteció junto a los muros de la ciudad clave para entrar en Palestina. Es sintomático a este respecto lo que dice Josué en su discurso de despedida de que las gentes de Jericó combatieron contra vosotros (24:11), lo que debe interpretarse en el sentido de que fueron necesarios varios combates para conquistar la ciudad, y de que, de no intervenir Dios abiertamente en favor de los israelitas, nunca hubieran éstos penetrado en ella.

El ensañamiento de los israelitas al exterminar todo ser viviente de la ciudad se rige por las leyes del herem o del anatema, comunes a los pueblos del antiguo Próximo Oriente. Con el anatema (herem) de destrucción (Lev 27:29; Deut 2:35; 7:25; 20:16; 25:17-19), Jericó debía ser arrasada completamente. Dios manda que las ciudades idolátricas sean destruidas con todos sus habitantes, animales domésticos y bienes (Deut 13:16). La misma suerte debían seguir los pueblos enemigos de Israel (1 Sam c.15; Is 34:3; 43:28; Jer 26:9). Únicamente se exceptúan de este anatema en nuestro texto el oro y la plata y todos los objetos de bronce y de hierro (v.24), que se destinaban al tesoro de Yahvé, siendo estos objetos conceptuados como anatema de oblación (Lev 27:28; Núm 18:14). Habla el texto del tesoro de la casa de Yahvé porque el autor del relato tiene en su mente la idea del templo 14.

 

Rahab a Salvo (6:25-27).

25Josué dejó la vida a Rahab, la cortesana, y a la casa de su padre, que habitó en medio de Israel hasta hoy, por haber ocultado a los enviados por Jesué a explorar a Jericó. 26Entonces juró Josué, diciendo: "Maldito de Yahvé quien se ponga a reedificar esta ciudad de Jericó. Al precio de la vida de su primogénito ponga los cimientos; al precio de la de su hijo menor ponga las puertas." 27Yahvé fue con Josué, y su fama se extendió por toda la tierra.

 

Los espías cumplieron la promesa hecha a Rahab, salvando a ella y a toda la familia. En un principio la mujer ocupó un lugar "fuera del campamento de Israel" (v.23), pero más tarde "habitó en medio de Israel hasta hoy," figurando en la genealogía de Jesucristo. Josué maldice al que intente reedificar de nuevo la ciudad de Jericó. La imprecación de Josué cumplióse con Hiél, en el siglo IX (1 Re 16:34). Parece que el texto alude a la costumbre cana-nea de sacrificar un niño en la fundación de una ciudad, costumbre que imitaron algunos israelitas. Dios condenaba este infanticidio.

 

Las Excavaciones de Jericó.

Grandes esperanzas pusieron exegetas e historiadores en las excavaciones de Tell el-Sultán para conocer las modalidades de la toma de Jericó por parte de los israelitas, aportando con ello luz al texto oscuro, enigmático y complejo de la Biblia. Las primeras fueron llevadas a cabo por los alemanes E. Sellin, E. Langenegger y G. Watzinger, durante los años 1907-1913, cuyos resultados fueron publicados en 1913. Algunas de las conclusiones de los citados excavadores fueron censuradas, por lo que se pensó en reanudar las excavaciones con mejor base científica. La tarea fue confiada a J. Garstang, bajo los auspicios de Palestíne Exploration Fund, siendo excavado el Tell desde 1930-1936. El mérito principal de Garstang consiste en haber trazado la evolución histórica de la ciudad. La primera ciudad (precananea), fundada hacia el año 3000 antes de Cristo, se hallaba en la parte septentrional de Tell. La primera ciudad cananea fue edificada sobre las ruinas de la anterior hacia los años 2100 ocupando la parte mas alta del Tell en una extensión aproximada de dos hectáreas. Sus murallas eran de ladrillo con bloques ¿e piedra en los fundamentos. La segunda ciudad cananea surgió entre 1900 y 1600, y puede considerarse como ampliación de la limera; ocupa una extensión de dos a cinco hectáreas. Una sólida muralla protegida con una rampa o glacis envolvía la ciudad. Es ésta la ciudad más próspera de todas por coincidir con la época de los hicsos, a juzgar por un escarabajo egipcio de la XIII dinastía encontrado en el lugar. Por circunstancias desconocidas, la ciudad fue destruida y abatidas sus murallas hacia el año 1580. Otra vez fue reedificada, protegiéndola con un muro hacia el año 1500. Las nuevas edificaciones desaparecieron por efectos de un cataclismo, sobre cuya fecha discuten los arqueólogos. Garstang lo fija entre los años 1400 y 1385; W. F. Albright, entre 1360 y 1320. El gran arqueólogo H. Vincent, basándose en algunos restos, vajilla y cerámica ilustrada, señala la fecha de la destrucción de esta ciudad en la segunda mitad del siglo xm, y más concretamente en 125015. Esta última hipótesis tiene en su favor el registro de las ciudades conquistadas por Ramsés II, encontrado en los muros de un templo de Amarah, en la orilla izquierda del Nilo. Entre los nombres de las ciudades asiáticas conquistadas por el monarca figura la de Jericó16. Estas divergencias profundas entre arqueólogos tocante a la fecha de la destrucción de Jericó movieron a la British School of Archaeology y a la American Schools of Oriental Research a emprender nuevas excavaciones, que dirigió la señorita K. Kenyon. Su finalidad principal era zanjar definitivamente las discusiones en torno a la fecha de la destrucción de Jericó (ciudad D). Las excavaciones empezaron en 1952. ¡Cuál no fue la sorpresa al comprobar que la. ciudad de Jericó de Josué se volatilizaba bajo los golpes de los picos de los obreros especializados! ¡Ningún resto de la ciudad bíblica se encontró en Tell el-Sultán! El doble muro (muro D) atribuido por Garstang al Bronce reciente, y, por lo mismo, identificado con el que fue destruido en tiempos de Josué, no es más que una parte del complejo sistema defensivo, reconstruido y retocado varias veces durante el tercer milenio (Bronce antiguo y medio). Ningún rastro de cerámica en toda el área excavada del Bronce reciente, o sea, de los tiempos de Josué. Los excavadores de Tell el-Sultán han perdido toda esperanza de encontrar la Jericó de Josué a causa de haber desaparecido las edificaciones de la superficie o por la erosión o por obra de los hombres. A tenor de los resultados de las exploraciones arqueológicas, hacia el año 1200, fecha de la conquista de Canaán, no existía Jericó, o al menos no quedan vestigios arqueológicos de la misma17.

 

La Arqueología y el texto Sagrado.

La comprobación de que la ciudad del Bronce reciente (ciudad D) fue destruida por un cataclismo o por el fuego produjo en el ánimo de J. Garstang la más grande satisfacción. Para concordar los resultados arqueológicos con el texto bíblico, colocó Garstang la fecha del éxodo en tiempos de Amenofis II (1447-1442), y la conquista de Jericó hacia el año 1400. Pero, como vimos en la introducción, la sentencia más corriente hoy día fija la penetración de Josué en Palestina hacia el año 1200. Por lo mismo, las cenizas encontradas por Garstang corresponden a una destrucción de la ciudad en tiempos anteriores al incendio provocado por los soldados israelitas (6:24). Con el fin de solventar estas dificultades se recurrió a la hipótesis de varios éxodos de israelitas de Egipto. Cabe otra, que ha señalado la señorita Kenyon, según la cual, sobre los restos de la ciudad de 1900-1600 a.C. pudo levantarse otra más reciente, que ha desaparecido, víctima de la erosión, sin dejar huellas sobre el Tell18.

Puestos a enjuiciar toda la cuestión, cabe admitir que el v.20 puede interpretarse en el sentido de que las varias vueltas del ejército israelita en torno a Jericó, con las consiguientes amenazas para los que se negaran a entregarla, impresionaron y descorazonaron a los defensores de tal manera, que la resistencia de la guarnición se derrumbó (wattippol hahomah), entrando los israelitas en la ciudad. El término homah significa muro, pero se emplea también en el sentido de guarnición, protección, como en 1 Sam 25:16: Nos protegían de día y de noche todo el tiempo. En este texto, un criado de Abigail confiesa que las gentes de David eran para ellos un valladar, una protección. Con esta explicación se comprende que la casa de Rahab quedara en pie, lo que no habría sucedido en el caso de haberse derrumbado los muros. Con ella se armonizan los datos de la arqueología con los de la Biblia. Al presentarse Josué ante Jericó, encontró a los cananeos atrincherados detrás de las imponentes ruinas de una ciudad que fue destruida antes por causas desconocidas hasta el presente. El ejército israelita luchó, venciendo la resistencia cananea. Según 24:11, ante Jericó hubo fuertes combates, hasta que la suerte se inclinó por los israelitas.

Algunos autores ven en el relato de la conquista de Jericó huellas de un estilo épico. Escribe Delorme que toda la narración tiende a destacar la importancia de esta victoria y atribuirla a Yahvé. En el relato se hace uso del énfasis, se recorta la participación de los valores humanos en el éxito de la empresa, se citan cosas insólitas y maravillosas19. Nunca sabremos ciertamente cuáles fueron los pormenores de la toma de Jericó ni cuál fue la mente del autor sagrado respecto de los mismos. Pero, si los pormenores son oscuros, está patente, en cambio, que la toma de la ciudad abrió a los judíos las puertas de Canaán. Si Dios no hubiera luchado junto a los israelitas, difícilmente hubieran cedido las defensas de la ciudad, ni su guarnición se hubiese rendido20.

 

Prevaricación de Acón (7:1).

1Los hijos de Israel cometieron una prevaricación en lo del anatema. Acán, hijo de Jarmi, hijo de Zabdi, hijo de Zare, de la tribu de Judá, se apropió objetos de los dados al anatema, y la cólera de Yahvé se encendió contra los hijos de Israel.

 

En virtud de la ley de la solidaridad, el pecado de Acán recae sobre todo el pueblo. A este episodio y a sus consecuencias aludía implícitamente el texto en 6:18-19. El autor sagrado, en una breve introducción, hace referencia al precepto divino sobre el herem y anticipa la razón del desastre de Hai. Josué había conminado al pueblo a no tomar nada de lo que debía ser consagrado al exterminio ni de lo que debía reservarse para el tesoro de Yahvé. El pueblo obedeció a su palabra, pero la codicia cegó a Acán. Era Acán hijo de Judá por Zarac (Gen 38:30; 46:12).

 

Desastre en Hai (7:2-5).

2Josué mandó desde Jericó hombres hacia Hai, que está al oriente de Betel, y les dijo: "Id a explorar la tierra." Llegaron y reconocieron Hai. 3De vuelta a Josué, le dijeron: "No se necesita que el pueblo todo se ponga en marcha contra la ciudad. Dos o tres mil hombres que suban bastarían para tomar Hai, pues sus habitantes son pocos en número; no es preciso que todo el pueblo se fatigue." 4Pusiéronse, pues, en marcha unos tres mil hombres, que emprendieron la fuga ante los hombres de Hai. 5Las gentes de Hai les mataron unos treinta y seis hombres y los persiguieron desde la puerta hasta Sebarim, batiéndolos en la bajada. El corazón del pueblo desmayó y perdió todo valor.

 

Yahvé es un Dios celoso que castiga las infidelidades de su pueblo. Como represalia por el pecado de Acán le abandona a sus propias fuerzas en el ataque a Hai y es derrotado, a pesar del exiguo número de sus defensores. El autor sagrado conoce la ciudad y sus alrededores, pero usa de la aproximación al señalar el número de guerreros que atacaron la ciudad y las bajas que tuvieron. El número de atacantes parece excesivo en relación con las pérdidas sufridas. Hai, que significa la Ruina, se identifica con el actual et-Tell, a tres kilómetros al sudeste de Betel (Gen 12:8; 13:3). Estaba edificada sobre uno de los promontorios que se adelantan hacia la depresión jordánica, con una posición excepcional desde el punto de vista estratégico. Hai era la llave para penetrar en el macizo central de Palestina.

 

Consternación de Josué (7:6-15).

6Josué rasgó sus vestiduras, y se postró rostro en tierra ante el arca de Yahvé, hasta por la tarde, él y los ancianos de Israel, y echaron polvo sobre sus cabezas. 7Josué dijo: "¡Oh Señor, Yahvé! ¿por qué has hecho pasar el Jordán a este pueblo, para entregarnos en manos de los amorreos, que nos destruyan? ¿Por qué no hemos sabido quedarnos al otro lado del Jordán? 8 Por favor, Yahvé, ¿qué voy a poder decir yo después de haber vuelto Israel las espaldas ante los enemigos? 9Lo sabrán los cananeos y todos los habitantes de la tierra, y nos envolverán y harán desaparecer de la tierra nuestro nombre. Y ¿qué harás tú por la gloria de tu nombre?" 10Yahvé dijo a Josué: "Levántate; ¿por qué te echas sobre tu rostro? 11Israel ha pecado y ha llegado a traspasar mi alianza, la que yo le he mandado guardar, hasta tomar cosas de las dadas al anatema, robarlas, mentir y guardarlas entre sus enseres. 12Por eso los hijos de Israel no han podido resistir ante sus enemigos y les dieron las espaldas, porque han venido a ser anatema. Ya no estaré yo en adelante en medio de ellos, si no quitáis de en medio de vosotros el anatema. 13Levántate, santifica al pueblo, y diles: "Santifícaos para mañana, porque así dice Yahvé, Dios de Israel: Hay en medio de ti, ¡oh Israel! un anatema, y no podrás resistir ante el enemigo mientras no hayas quitado el anatema de en medio de vosotros. 14Os acercaréis mañana por tribus; y la tribu que Yahvé señale, se acercará por familias; y la familia que señale Yahvé, se acercará por casas; y la casa señalada por Yahvé, se acercará por cabezas. 15El que fuere cogido en el anatema, será consumido por el fuego, por haber traspasado la alianza de Yahvé y haber cometido en Israel una maldad."

 

El revés sufrido en Hai desconcierta a Josué y a sus íntimos colaboradores por lo que significaba y por las repercusiones que la derrota tendría en el futuro. Yahvé en esta ocasión no había combatido al lado de su pueblo, lo que debía interpretarse como señal de que estaba resentido por alguna infidelidad cometida contra El. Como muestras externas de dolor, rasga Josué sus vestiduras (Gen 37:29; 44:13; Núm 14:6), echa polvo sobre su cabeza (Job 2:12; Lam 2:10, etc.), y, postrado en tierra, se queja a Yahvé, casi reprochándole su conducta (Jer 1:6; 4:10; 14:13)" haciéndole ver el porvenir de su pueblo y el menoscabo de su gloria ante los otros pueblos de Palestina. La conducta de Yahvé en momentos tan críticos es desconcertante. ¿No cobrarán ánimo los pueblos de toda Palestina al enterarse de que un puñado de hombres de Hai ha infligido una gran derrota a los israelitas, considerados por algunos como invencibles?

Dios señala a Josué la causa del revés sufrido en Hai (v. 10-12); en 13-15 se señalan los procedimientos para aplacar su ira. Como sujeto de este pecado, seis veces se dice que es una colectividad; una vez el pecador es Israel (hata Yisrael, Israel pecó); cinco veces se dice que ellos, es decir, los israelitas, han pecado. De todo el contexto aparece que el pecador es Acán, quien con su pecado trajo la confusión sobre el campamento de Israel (6:18). Para que entre Dios y el pueblo se reanuden las relaciones de amistad, es preciso que desaparezca la infamia de en medio del pueblo (Gen 34:14; Deut 22:21) y de que sea quemado (Gen 38:24; Lev 21:9) el que faltó a la alianza. Dios mismo sugiere a Josué el método que debe seguirse para individualizar al culpable (1 Sam 14:40-42; 10:19-21).

 

Señalamiento del culpable (7:16-26).

16Al día siguiente de mañana, Josué hizo que se acercara Israel por tribus, y fue señalada la tribu de Judá. 17Hizo acercarse a las familias de Judá, y fue señalada la familia de Zare. Hizo acercarse a la familia de Zare, por casas, y fue señalada la casa de Zabdi. 18 Hizo acercarse a la casa de Zabdi, por cabezas, y fue señalado Acán, hijo de Jazmi, hijo de Labdi, hijo de Zare, de la tribu de Judá. 19Josué dijo a Acán: "Hijo mío, anda, da gloria a Yahvé, Dios de Israel, y ríndele honor. Confiésame lo que has hecho, no me lo ocultes." 20Acán respondió a Josué, diciendo: "Es cierto, soy yo el que ha pecado contra Yahvé, Dios de Israel. He aquí lo que he hecho: 21Vi entre los despojos un hermoso manto de Senaar, doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso, y, codicioso, los tome, y los enterré en medio de mi tienda, poniendo debajo el dinero." 22Josué mandó entonces comisionados, que fueron corriendo a la tienda y vieron los objetos enterrados en la tienda de Acán, y debajo el dinero. 23Tomáronlo de en medio de la tienda y se lo llevaron a Josué y a los hijos de Israel, y lo depositaron ante Yahvé. 24Josué tomo a Acán, hijo de Zare, y le condujeron al valle de Acor. 25Josué dijo: "¿Por qué nos has puesto en perturbación? Pertúrbete a ti hoy Yahvé." Y todo Israel le lapidó. Después de lapidado, fue quemado en el fuego, 26y echaron sobre Acán un gran montón de piedras, que todavía hoy subsiste. Yahvé aplacó el ardor de su cólera. Por eso se llamó a aquel lugar valle de Acor, hasta el día de hoy.

 

Según lo que había mandado Dios, echáronse suertes para descubrir al culpable empleando el sistema de eliminación, empezando por las tribus y terminando por los individuos. Con el efod en la mano, un sacerdote interpretaba las respuestas dadas por las dos suertes sagradas, el urim y el tummim, dos piedras preciosas que, convencionalmente, significaban sí o no. Acán resultó ser el culpable. Reconoció su falta y confesó haber sustraído un hermoso manto de Senaar, es decir, de Babilonia (Gen 10:10; 11:2; 14:1-9), y una cantidad de plata y oro en lingotes, cuya estimación en medidas actuales era de tres kilos y 800 gramos respectivamente. El texto masorético actual extiende el castigo a los familiares y a la hacienda del sacrílego, pero el texto griego reduce la lapidación al culpable, lo que está conforme con Deut 24:16. Como en otras partes del libro de Josué, se ha amplificado el texto primitivo de este pasaje con glosas redaccionales con el fin de acentuar las penas en que incurren los transgresores de la alianza. Como glosa debe también considerarse la noticia de que Acán fuera quemado en el fuego 21.

 

Emboscada en Hai y toma de la ciudad (8:1-23).

1Yahvé dijo a Josué: "No temas ni te acobardes. Toma contigo a todos los hombres de guerra, levántate y sube contra Hai. Mira, pongo en tus manos al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su territorio. 2Trata a Hai y a su rey como trataste a Jericó y a su rey; pero el botín y el ganado, tomadlo para vosotros. Pon una emboscada detrás de la ciudad." 3Josué se dispuso a subir con todos los hombres de guerra contra Hai. Escogió treinta mil, todos ellos hombres valerosos, y los hizo partir de noche, dándoles esta orden: 4"Estad sobre aviso; poneos en emboscada detrás de la ciudad, sin alejaros mucho, y estad todos prontos. 5Yo, con la gente que llevo conmigo, nos acercaremos a la ciudad, y cuando salgan a nuestro encuentro como la primera vez, huiremos ante ellos. 6Ellos saldrán en persecución nuestra; y cuando los hayamos atraído lejos de la ciudad, porque se dirán: Huyen delante de nosotros, como la primera vez; 7entonces, saliendo vosotros de la emboscada, os apoderáis de la ciudad. Yahvé, vuestro Dios, la entregará en vuestras manos. 8Cuando la hayáis tomado, la incendiaréis. Haced según lo que ha dicho Yahvé. Ved, ésas son mis órdenes." 9Josué los hizo partir; y ellos fueron a ponerse en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de Hai. Josué pasó la noche en medio del pueblo. 10Levantóse Josué bien de mañana, y, después de revisar al pueblo, avanzó a la cabeza de él, él y los ancianos de Israel, contra Hai. 11Todos los hombres de guerra que estaban con él subieron y se acercaron; llegados frente a Hai, se detuvieron al norte de la ciudad, teniendo el valle entre ellos y Hai. 12Tomó Josué unos cinco mil hombres, y los puso en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de la ciudad. 13Luego que todo el pueblo hubo tomado posiciones al norte de la ciudad, y la emboscada al occidente de ella, avanzó Josué durante la noche al medio del valle. 14Cuando el rey de Hai vio esto, se levantó de prisa, bien de mañana, para combatir a los hijos de Israel. Y sin saber que detrás de la ciudad había una emboscada contra ella, el rey, con todo su pueblo, se dirigió a un cierto lugar del llano. 15 Josué y todo Israel, fingiéndose derrotados por ellos, huyeron por el camino del desierto; 16 se reunió toda la gente que había en la ciudad, para perseguirlos con gran griterío, y persiguieron a Josué, que los alejó así de la ciudad. 17No hubo ni uno de Hai que no saliera tras de Israel y le persiguiera, dejando abierta la ciudad. 18 Yahvé dijo a Josué: "Tiende hacia Hai el dardo que llevas en la mano, porque voy a poner en tu poder la ciudad." Josué tendió hacia la ciudad el dardo que tenía en la mano, 19y las gentes de la emboscada se levantaron prestamente del lugar donde estaban, y, corriendo, entraron en la ciudad, se apoderaron de ella y le pusieron fuego. 20Cuando los de Hai miraron atrás y vieron el humo que de la ciudad subía al cielo, ya no pudieron ponerse en salvo por ningún lado; pues el pueblo, que huía camino del desierto, se volvió contra los que le perseguían. 21Josué y todo Israel, viendo que la ciudad había sido tomada por los emboscados y cómo subía el humo de la ciudad, se volvieron y derrotaron a los de Hai; 22los otros salieron de la ciudad a su encuentro; los de Hai se vieron envueltos por los de Israel, de un lado por unos, del otro por otros; y los de Israel los batieron, sin dejar ni un superviviente ni un fugitivo; 23 tomaron vivo al rey de Hai y se lo llevaron a Josué.

 

Con el castigo de Acán se normalizaron las relaciones entre Dios y el pueblo, estando seguro Josué del éxito de una futura operación contra Hai. Es probable que los exploradores enviados a Hai (7.2-3) subestimaran su capacidad defensiva y los efectivos de su ejército. Ante la dolorosa experiencia, Josué se dispuso a atacar la ciudad con todos sus hombres de guerra. De noche mandó un grueso cuerpo de tropa con la consigna de colocarse en emboscada entre Betel y Hai. El número de treinta mil es una hipérbole manifiesta; algunos exegetas22 lo reducen a tres mil y les parece todavía excesivo, por la razón de que difícilmente pasaría inadvertido a las gentes de Hai un número tan crecido de soldados apostados detrás de la ciudad. Hablando H. Vincent del relato de la conquista de Hai, nota en el texto "un formulario enfático, cifras incoherentes y desmesuradas, insistencia sobre cosas maravillosas cuya inverosimilitud nos es notoria, pero que no desconciertan a un espíritu oriental."23

A la mañana siguiente, muy de madrugada (6:12), subió Josué con el resto del ejército y se acercó a la ciudad. La disposición de los combatientes con respecto a la ciudad era la siguiente: la emboscada enviada durante la noche subió de Jericó por Ain ed-Duq, siguió por el valle Zeitún, dejando Hai a la izquierda, escondiéndose detrás del cerro llamado hoy día Burdjmus, entre Betel y Hai. Josué, al llegar a la altura de Jirbet Haijan, se dirigió hacia Hai por la llanura que se encuentra al sudeste de la misma, con el fin de hacerse visible a los habitantes de la ciudad. Hai quedaba entre dos fuerzas. La estratagema de Josué surtió el efecto deseado. Los versículos 12-13 faltan en el texto griego; deben considerarse como una glosa narrativa.

 

Castigo infligido a Hai (8:24-29).

24Cuando Israel hubo acabado de exterminar en el campo a todos los habitantes de Hai, camino del desierto, por donde los habían perseguido, y todos hasta el último hubieron sido pasados a filo de espada, todo Israel se volvió a la ciudad y la pasaron también a filo de espada. 25El número de muertos aquel día fue de doce mil hombres y mujeres, todas las gentes de Hai. 26Josué no retiró la mano que tenía tendida con el dardo hasta que no hubo dado el anatema a todos los habitantes de Hai 27Los de Israel sólo reservaron para ellos el ganado y el botín de esta ciudad, como Yahvé se lo había mandado a Josué. 28Josué quemó a Hai, convirtiéndola en un montón de ruinas, que todavía hoy subsiste. 29Hizo colgar de un árbol al rey de Hai y le dejó allí hasta la tarde; a la puesta del sol dio orden de tomar el cadáver y arrojarlo a la puerta de la ciudad, echando sobre él un gran montón de piedras, que todavía subsiste hoy.

 

El anatema de Hai fue más benigno que el de Jericó, autorizándose al pueblo se quedara con el ganado y el botín de la ciudad. La práctica de la destrucción total de todos los seres vivientes hacíase cada día más difícil por privarse a los soldados del botín de guerra. Por este motivo se introdujo paulatinamente cierta mitigación de las leyes del herem. Los israelitas se ensañaron con los habitantes de Hai, como hicieron antes con los de Jericó. Tanto los que habían salido de la ciudad como los que habían quedado en ella fueron devorados por la espada. Dios permitía estos excesos, muy propios, como dejamos anotado más arriba, de todos los otros pueblos antiguos del Próximo Oriente, para impedir que sus habitantes contagiaran a los israelitas con sus ritos idolátricos.

 

Hai a la Luz de las Excavaciones.

Las excavaciones arqueológicas en et-Tell, la antigua Hai, en una área de cerca de diez hectáreas, practicadas por Judit Marquet Krause durante los años 1933-1935, han arrojado datos desconcertantes y contrarios, al parecer, al relato contenido en este capítulo. R. Dussaud ha escrito: "Las excavaciones de Hai llevan a la conclusión de que el relato del paso del Jordán y la caída de Jericó y de Hai no son históricos. No existe razón alguna para salvar la historicidad de los capítulos 7-8 de Josué, por pertenecer a un conjunto manifiestamente legendario."24

Por la muerte prematura de la señora Judit Krause no se llevó a cabo una exploración exhaustiva del Tell, pero los datos suministrados demuestran que Hai fue completamente destruida por el fuego hacia el año 2000 antes de Cristo, con mucha anterioridad a la llegada de los israelitas. De la destrucción se salvaron en parte los muros y fortificaciones. El lugar fue abandonado durante ocho siglos. A la llegada de los israelitas delante de Hai habíase incluso ‘perdido el nombre de la ciudad, que el texto masorético llama simplemente Hai = la Ruina. ¿Cómo pueden armonizarse estos datos d las excavaciones arqueológicas de Hai con las afirmaciones del 1ibro de Josué al hablar de Hai y de que el caudillo judío la tomó redujo a un montón de escombros? Algunos autores resuelven la cuestión, como Dussaud, ya citado, diciendo que el relato es legendario, teniendo la finalidad etiológica de explicar la existencia del montón impresionante de Hai y atribuirlo a una destrucción de la ciudad por parte de Josué. Noth25 afirma que la explicación etiológica fue creada hacia la mitad del siglo X por los benjaminitas al ocupar aquel lugar. Según Albright26, el relato bíblico describía originariamente la destrucción de Betel, acontecida en el siglo xui; pero después, por motivos etiológicos, se localizó en las imponentes ruinas de et-Tell.

El P. Vincent ha intentado armonizar los datos de la arqueología con los de la Biblia recurriendo a la siguiente hipótesis. La ciudad de Hai fue destruida hacia el año 2000. De su antiguo esplendor quedaban en pie gran parte de las murallas y el esqueleto de sus santuarios y otros edificios públicos. Al amparo de aquellos viejos escombros se reunieron los cananeos para impedir la penetración de los israelitas en sus ciudades habitadas. Aquellas vetustas ruinas, reanimadas circunstancialmente por hombres de guerra y otras personas acompañantes, dieron la impresión a los israelitas de encontrarse ante una ciudad cananea de vida normal. El autor del libro de Josué habla de Hai como si se tratara de una ciudad en pie, y se complace en usar este apelativo para destacar más la magnitud del triunfo. Hasta aquí Vincent. Esta ingeniosa hipótesis encuentra alguna dificultad en aquellos pasajes (7:5; 8:29) en que se habla de la puerta de la ciudad y del número de hombres y mujeres que mataron los israelitas. Ésta misma dificultad se opone a los que interpretan la expresión "cayeron los muros" de Jericó en el sentido de "se derrumbó la guarnición."27

 

Confirmación de la alianza (8:30-35).

30Entonces Josué edificó un altar a Yahvé sobre el monte Ebal, 31según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado a los hijos de Israel, corno está escrito en el libro de la Ley de Moisés; un altar de piedras brutas a las cuales no había tocado el hierro. Ofrecieron en él holocaustos a Yahvé y sacrificios eucarísticos. 32Allí, sobre las piedras, escribió Josué una copia de la ley que Moisés había escrito delante de los hijos de Israel. 33Todo Israel, sus ancianos, sus oficiales y sus jueces, estaban a los dos lados del arca, ante los sacerdotes hijos de Leví que llevaban el arca de la alianza de Yahvé; los extranjeros, lo mismo que los hijos de Israel, una mitad del lado del monte Garizim, otra mitad del lado del monte Ebal, según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado antes, para comenzar a bendecir al pueblo de Israel. 34Leyó después Josué todas las palabras de la Ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la Ley. 35Ni una palabra de cuanto había prescrito Moisés se omitió en la lectura que hizo Josué, en presencia de toda la asamblea, de los hijos de Israel, de mujeres y niños y de los extranjeros que iban en medio de ellos.

 

Señala el autor inspirado el hecho de la magna concentración de Israel en los montes de Garizim y Ebal, conforme a lo que mandó Moisés en Deut 11:29-30 y 27:2-27. Causa extrañeza que después de la toma de Hai se desplace todo el pueblo, hombres, mujeres y niños, a una región que todavía no había sido conquistada, distante unos cincuenta kilómetros de Caígala. Para obviar la dificultad, algunos autores, siguiendo a San Jerónimo, creen que Garizim y Ebal eran dos colinas situadas entre Jericó y Caígala. Sin embargo, el texto es explícito, y los mencionados montes deben buscarse cerca de Siquem, en la Palestina central. Es muy posible que esta perícopa esté desplazada del lugar que le correspondía en el texto primitivo. Schulz y otros la trasladan al capítulo quinto; otros, en cambio, como Hummelauer, la retrasan a fines de la vida de Josué. Acaso sea éste el sitio que mejor le cuadre; su desplazamiento al lugar que hoy ocupa se explica por el interés del hagiógrafo de presentar a Josué como fiel ejecutor de las órdenes de Moisés (Deut 27:2-3). Antes de la conquista del territorio que conducía a Siquem no era posible realizar semejante mandato. No se trata solamente de la marcha de hombres armados, sino de todo el pueblo, con los sacerdotes y el arca de la alianza. No puede admitirse tampoco la hipótesis de que los israelitas pasaran el Jordán a las alturas de Siquem, sino frente a Jericó.

Conforme a la orden de Moisés, se levantó un altar de piedras sin pulir sobre el monte Ebal. En él se ofrecieron holocaustos y sacrificios eucarísticos. No se escribió la Ley sobre las piedras del altar, sino sobre aquellas "piedras grandes que revocarás con cal" (Deut 27:2). Bajo el nombre de Ley debe entenderse el Decálogo. Josué leyó la ley grabada en la piedra, y los sacerdotes proferían las bendiciones y las maldiciones. Entre los asistentes figuraban extranjeros, o sea, gentes del país que simpatizaban con el pueblo escogido y que debían entrar a formar parte del pueblo de Israel. En el grandioso escenario de Siquem se renovó y rubricó la alianza de Dios con Israel. Desde este momento, las tribus forman una unidad religiosa, Israel, cuyo único Dios es Yahvé.

 

1 Journal ofthe Palestine Oriental Society 16 (1936) 224-225

2 Abel, Géographie I 234. N. Glueck

(The River Jordan [Philadelphia 1946] 168-198)señala su emplazamiento en tell el-Hammam, a unos tres kilómetros al sur de tell el-Kefrein.

3 J. Daniélou, Rahab, .figure de VEglise: "Irénikon," 22 (1949) 26-45; H. Windish, Zur Rahab-Geschichte: Zaw 37 (1917) 188-198.

4 D. Diringer, Le iscrizioni antico-ebraiche palestinesi (Firenze IQ34) 4.

5 De litteraire compositie van Jos 3 en 4: "Studia católica," 18 (1942) 185-202

6 .M. Noth, Das Buch Josua (Tübingen 1938); H. Wiesmann, hraels Einzug in Kanaan B, 11 (1930) 216-230; 12 (1931) 90-92; A. Fernández, Crítica histérico-literaria de Jos. 3, 1-5:1 B. 12 (1931) 93-98; Baldi, l.c.

7 Three Israelite Towns in the Jordán Valley: Zareíhan. Succoth, Zaphon: Basor 9 (1943) 2-43

8 F. M. Abel, Caígala qui est aussí le Dodécalithon: "Memorial J. Chaine" (Lyón 1950)..

9 Hans Joachim Kraus, Gilgal. Ein Beitrag zur Kultusgeschichte: VT 1 (1951) 181-199.

10 A. George, Les récits de Gilgal en Jos 5:2-15: "Memorial Chaine" (Lyón 1950) 171. 103-184.

11 E. Powder, Josué 5:9 and the Institution of Circuncisión: "Irish Theological Quarterly," (1951) 368-372 (interpreta el texto del oprobio del pueblo por no poseer un territorio propio antes de entrar en Canaán) ; Figueras, A. Μ., El concepto de pecado en las diversas ases redaccionales de Josuι: "XVIII Semana Bíblica Española" (Madrid 1959) 145-167

12 F. M. Abel, L'apparition du chef de l'armée de Yahvéh á Josué: "Studia Anselmiana," 27-28 (Roma 1951) 109-113. José 6

13 F, M. Abel, Les stratagémes dans le livre de Josué; RB 56 (1949) 321-339,

14 Sobre el herem: A. Fernández, Eí herem bíblico: Β 5 (1924) 3-24; H. Stieglecker, Harte and Grausamkeit im Alten Testament: "Theologisch-praktische Quartalschrift," 130 (1950) 9-30; 105-128; 131 (1951) 103-118; 210-225; C. Brekelmans, Le Heiem chez les Prophétes du Royaume du Nord et dans le Deutéronome: «Sacra Pagina» (Miscellanea bíblica congressus internationalis catholici de re bíblica; París-Gembloux 1959) 377-383; L. Del-Porte, L'Anathéme de Yahvé. Recherches sur le herem préexilien en Israel: RSR 5(1914) 297-300.

15 Jericho et sa Chronoloeie: RB 44 (1935) 602.

16 Q. H. W. Fairman, Preliminary report on the excavation ai Amarah West, Anglo-Egyp-tian Sudan 1938-1939: "The Journal of Egyptian Archaeology," 25 (i939) 1 39-144·

17 A. Rolla, La Bibbia di fronte alie ultime scoperte (Roma 1959) 37; ídem, Le mura di Cérico eg'ii scavi archeologici del 1952-1953: "Rivista Bíblica," 2 (i954) 173-178)· En las excavaciones de los años 1957-1958 se ha llegado a la fase protoneolítica y mesolítica de la antigua Jericó.

18 V. Vilar, Crónica arqueológica de Palestina: EB 14 (1955) 329-332.

19 Introduction a la Bible (Desclée, 195?) vol.1:392

20 A. Van Hoonacker, Das Wunder Josuas: "Theologie und Glaube," 5 (1913) 454-461; R Tournay, Λ propos des murailles de Jιricho: "Vivre et Penser," 3 ser. (1945) 304-306. Sobre las excavaciones de Jericó, véase J. B. F. Garstang, The Story of Jéricho (Londres 1948); K· M. Kenyon, Excavations at Jéricho 1952: PE 984 (1952) 62-82; 85 (1953) 81-95; 86 (1954) 45-63; 87 (1955) 108-117; 88 (1956) 67-82; Digging up Jéricho (Londres 1957); R. North, The 1952 Jericho-Sultan Excavation: Β 34 (1953) i-12; R. Savignac, La conquéte de Jéricho: Rb 49 (1940) 336-53etc

21 B. J. Aifrink, Die Achan-Erzahlung (Jos 7): "Studia Anselmiana," 27-28 (Roma 1951) 114-129.

22 "Bíblica," 3 (1922) 284.

23 "Revue Biblique," 46 (1937) 264; A. Tricot, La prise d'Ai (los 7:1-8,29): Β 3 (1922) 273-299.

24 Note additionnelle: "Syria," 16 (1935) 351.

25 "Palástinajahrbuch," 31 (1935) 20.

26 Basor 55 (1934) 2; 56 (iQ34) 2-15; 57 Ü935) 27-30; 74 (1939) 15-18.

27 J. Marquet-Krause, La deuxiéme campagne de Fouilles a Ay (1934): Rapport sommaire: Siria," 16 (1935) 325-345; R. Dussaud, Note additionnelle: ibid., 346-352; J. Marquet-Krause, Lesfouüles de Ai (et Teli) 1933-1935 (París 1949); H. Vincent, Lesfouilles d'et-Tell: Rb 46 (1937) 231-266; A. Lods, LesfouLies d'Ay et l'épuque de l'entrée des Israélites en Pales-tine "Mélanges F. Cumont" (Bruselas 1936) 847-857,

 

 

Sujeción de los Cananeos (9-12).

 

Estrategia de los gabaonitas (9:1-15).

1Cuando supieron estos sucesos todos los reyes del lado de acá del Jordán, los de la montaña y los del llano y los de las costas del mar Grande, frente al Líbano; los jéteos, los amorreos, los cananeos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos, 2se unieron todos para combatir a Josué y a Israel de común acuerdo. 3Los habitantes de Gabaón, al saber cómo había tratado Josué a Jericó y a Hai, 4 recurrieron a la astucia y se pusieron en camino, llevando provisiones para el viaje. Tomaron sacos viejos sobre sus asnos, cueros viejos de vino, rotos y remendados; 5 zapatos viejos y recosidos para sus pies, y se pusieron vestidos viejos; todo el pan que traían para el camino estaba duro y hecho migas. 6 Llegaron a Josué, al campamento de Caígala, y le dijeron a él y a los de Israel: "Venimos de muy lejanas tierras para hacer alianza con vosotros; hagámosla, pues." 7Y los de Israel respondieron a aquellos jeveos: "Quizá vosotros habitáis en medio nuestro; ¿cómo vamos a poder hacer alianza con vosotros?" 8Ellos respondieron a Josué: "Somos siervos tuyos." Y Josué les dijo: "¿Quiénes sois y de dónde venís?" 9Respondieron ellos: "Tus siervos vienen de muy lejanas tierras, por fama de Yahvé, tu Dios, pues hemos oído hablar de cuanto hizo en Egipto 10y de lo que ha hecho a los reyes de los amorreos de la otra parte del Jordán, Seón, rey de Hesebón, y Og, rey de Basan, que habitaba en Astarot. 11Por eso nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra nos han dicho: "Tomad con vosotros provisiones para el camino e id a su encuentro y decidles: Somos siervos vuestros, haced alianza con nosotros. 12Aquí tienes nuestro pan; estaba caliente cuando lo cogimos en nuestras casas para el camino, el día en que partimos para venir a vosotros; y ahora, como veis, está seco y en migajas; 13estos odres de vino eran nuevos cuando los llenamos; y ya los veis, rotos; nuestros vestidos y nuestros zapatos se han hecho viejos por lo largo del camino." 14Los de Israel tomaron de sus provisiones, y sin consultar a Yahvé, 15Josué les otorgó la paz y concertó con ellos que les dejaría la vida, y también los príncipes de la asamblea les juraron.

 

Los éxitos militares de los israelitas produjeron efectos dispares entre los habitantes de la montaña (bahar), de la Sefela, del litoral mediterráneo (hof hayiam hagadol), pues mientras la mayoría acordó una coalición para enfrentarse contra el enemigo común, otros, los gabaonitas, idearon una estratagema para concertar una alianza con los israelitas a fin de salvar sus vidas y haciendas. ¿Conocían los gabaonitas la ley deuteronómica (Deut 20:11-18) que mandaba tratar con dureza a las naciones y ciudades vecinas y con más suavidad a las que estaban lejos? Referente a las primeras, di cese en el Deuteronomio que "las darás al anatema, no harás pactos con ellas ni les harás gracia" (7:2); en cambio, a las ciudades lejanas "les brindarás la paz. Si la aceptan y te abren, la gente de ella será hecha tributaria y te servirá" (Deut 20:10). Gabaón, que se identifica con el actual Ed-Djib, hallábase a ocho kilómetros al noroeste de Jerusalén y a diez de Hai. Sus habitantes temían para sí idéntico trato que los de esta última. Partieron de su ciudad y se dirigieron a Caígala para entablar negociaciones con Josué, sorprendiendo a éste y a sus oficiales, los cuales, sin consultar a Yahvé, les dieron crédito, celebrando juntos un banquete de alianza, hospitalidad y protección, intercambiándose las provisiones. Con juramento se les otorgó la paz, concertándose un pacto para asegurarles la vida. Los gabaonitas mencionan al rey Seón, que lo era de Hesebón, ciudad emplazada a unos diez kilómetros al norte de Mádaba, en Transjordania. Recibía el nombre de Basan el territorio transjordánico septentrional, desde Galaad, al sur, hasta el monte Hermón, al norte. Astarot se identifica con Astarot Carnaim (Gen 14:5), al norte del Yarmuc, a unos treinta y seis kilómetros al oriente del lago de Genesaret.

El género literario del relato ha llamado la atención. Refiriéndose al mismo, anota Schildenberger que la forma figurada es en ciertas circunstancias más eficaz para hacer comprender a uno el carácter y la importancia de un hecho, como nos lo demuestran las parábolas, por cuyo medio el profeta Natán, por ejemplo, hace ver a David en un momento toda la maldad de su adulterio y de su asesinato (2 Sam 12:1ss). Por la misma razón, tampoco fue menester, para satisfacer las exigencias de la historiografía sagrada, que la anecdótica narración del engaño de los gabaonitas (Jos 9) relatara literalmente los sucesos que han sido la causa de que ellos pudieran quedarse en su tierra y subir hasta el servicio del altar de Yahvé. Bastaba contarlos en la forma figurada que gustaba al pueblo — piénsese en las tradiciones coleccionadas por Herodoto —, que representaba los hechos esenciales que le servían de fundamento según la importancia que ellos tenían para la historia soteriológica. El pacto que los israelitas habían celebrado con estas cuatro ciudades en el curso de su ocupación (9:17) había sido un hecho político y puramente humano, estipulado sin haberlo preguntado a Yahvé, y puesto que el territorio de las ciudades objeto de la alianza, junto con Jerusalén, que no había sido conquistada, separaba a la tribu de Judá de las restantes tribus, han sido los israelitas los que fueron engañados, porque este territorio perjudicaba la unidad de las doce tribus del pueblo2.

 

Josué cae en la trampa (9:16-27).

16Tres días después de concertada la alianza supieron que eran vecinos suyos y que habitaban en medio de ellos. 17Los hijos de Israel partieron y llegaron a sus ciudades al tercer día. Eran sus ciudades Gabaón, Cafirá, Beriot y Quiriat-Jearim. 18No los destruyeron, por el juramento que los príncipes de la asamblea les habían hecho por el nombre de Yahvé, Dios de Israel; pero toda la asamblea murmuraba contra los príncipes. 19 Los príncipes dijeron a la asamblea: "Nosotros les hemos jurado por Yahvé, Dios de Israel; no podemos, pues, tocarlos; pero he aquí cómo los trataremos: les dejaremos la vida, por no atraer sobre nosotros la cólera de Yahvé, por el juramento que les hemos hecho"; 21y añadieron los príncipes: "Que vivan, pues, pero que sirvan de leñadores y aguadores para toda la congregación"; y se hizo como los príncipes dijeron. 22Josué hizo llamar a los gabaonitas, y les habló así: "¿Por qué nos habéis engañado, diciendo: Estamos muy alejados de vosotros, cuando habitáis en medio de nosotros? 23 Ahora, pues, malditos sois, y no dejaréis de ser esclavos, para cortar la leña y sacar el agua para la casa de mi Dios." 24Ellos respondieron a Josué, diciendo: "Es que supimos la orden que Yahvé, tu Dios, había dado a Moisés, su siervo, de que toda la tierra se os entregara y de que todos sus habitantes fueran exterminados delante de vosotros. Por eso tuvimos gran miedo por nuestras vidas, y por eso hemos hecho esto. 25 Estamos en tus manos; trátanos como te parezca bueno y justo tratarnos." 26 Josué hizo de ellos lo que había dicho, y los libró de la mano de los hijos de Israel, para que no los matasen; 27pero los destinó desde entonces a cortar la leña y a sacar el agua para la asamblea y para el altar de Yahvé, en el lugar que Yahvé eligiese, lo que hacen todavía hoy.

 

A los tres días se descubrió el engaño; pero habiéndose Israel obligado con juramento a respetar sus vidas, no pudieron exterminarlos. Con gran contrariedad supieron los israelitas no sólo que Gabaón estaba cerca, sino que era la ciudad principal de una confederación jetea de cuatro ciudades, regida por un colegio de ancianos. La solución propuesta fue la de convertir a los gabaonitas y a los habitantes de las otras tres ciudades confederadas en esclavos de la comunidad de Israel, destinándolos especialmente al servicio del santuario (2 Sam 21:2-14; 1 Re 9:20). Las ciudades de Cafirá, Beriot y Quiriat-Jearim se identifican, respectivamente, con Jirbet Kefire, a siete kilómetros al sudoeste de Gabaón; el-Bireh, al norte de la misma, y Quiriat-el-Enab, llamado también Abugosch, a doce kilómetros al noroeste de Jerusalén. Las tres ciudades se mencionan en 15:9.60; 18:14-15; 24-28. El significado de toda la narración es mostrar que los jéteos quedaron en Israel en virtud de un tratado con los israelitas, que les destinaron al servicio del templo 3.

 

Coalición de cinco reyes amorreos (10:1-7).

1Al saber Adonisedec, rey de Jerusalén, que Josué se había apoderado de Hai y que la había dado al anatema — como había hecho con Jericó y su rey, así hizo con Hai y su rey — y que los habitantes de Gabaón habían hecho paces con los de Israel y moraban entre ellos, 2 temieron mucho, porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, más grande todavía que Hai, y sus hombres eran valientes. 3 Adonisedec, rey de Jerusalén, mandó decir a Oham, rey de Hebrón; a Faram, rey de Jerimot; a Jafia, rey de Laquis, y a Davir, rey de Eglón: 4"Subid a mí y prestadme vuestra ayuda para combatir a Gabaón, que ha hecho paces con Josué y con los hijos de Israel." 5Cinco reyes de los amorreos: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron con todos sus ejércitos, y acamparon cerca de Gabaón, asediándola. 6Los de Gabaón mandaron a decir a Josué, al campamento de Galgala: "No dejes de socorrer a tus siervos; sube prestamente a nosotros y socórrenos, porque se han unido contra nosotros todos los reyes de los amorreos que habitan en la montaña." 7Josué subió a Gálgala, él y todos los hombres de guerra con él, todos los valientes guerreros.

 

Del rey de Jerusalén — es la primera vez que se hace mención de esta ciudad en la Biblia — partió la iniciativa de una coalición, acaso por ser él el más poderoso de todos o porque se veía más amenazado directamente, por encontrarse Gabaón a diez kilómetros y medio al norte. La ciudad de Jerusalén es conocida en los textos de proscripción con el nombre de Urasalim1. La ciudad fue consagrada a Salem o Salim, nombre de una divinidad que aparece en los documentos acádicos del segundo milenio. Llamóse también Bit Sulman, por el templo al dios Sulman, forma dialectal de Salem 2. Su rey es conocido por Adonisec ("mi Señor es justicia"), que en Jue 1:5 aparece transformado en Adonibézec. En tiempos de Abraham, el rey y sacerdote de Jerusalén era Melquisedec (Gen 14:18). En un principio la ciudad ocupó la cima de la colina del Ofel, al sur del área del templo, entre el torrente Cedrón y el valle del Tiropeón.

Las otras ciudades aliadas de Adonisedec fueron Hebrón, célebre en la vida de los patriarcas (Gen 13:18; 23:2) y de David, a treinta y dos kilómetros al sur de Jerusalén. Jerimot se identifica con la actual Jirbet Yarmuc, en la región entre Hebrón y Gaza. La ciudad de Laquis, hoy Tell Duweir, explorado en los años 1933-1938 por Starkey, alcanzó su período más próspero en la época del Bronce reciente, caracterizada por la dominación egipcia. Según datos de la arqueología, fue destruida entre los años 1230-1200 a.C., es decir, en tiempos de la conquista de Canaán por Josué. Su emplazamiento era estratégico, al pie de la montaña y al comenzar la llanura ondulada que se extiende entre el monte y el litoral mediterráneo 3. La ciudad de Eglón se coloca en tell es-Hesi, a veinticinco kilómetros al nordeste de Gaza. Los cinco reyes sitiaron a Gabaón.

 

 

Josué corre en ayuda de Gabaón (10:8-11).

8Yahvé había dicho a Josué: "No los ternas, porque te los entregaré en tus manos y ninguno de ellos podrá resistir ante ti." 9Josué se echó sobre ellos de improviso; habían hecho la marcha desde Gálgala, andando toda la noche. 10Yahvé arrojó en medio de ellos la turbación ante Israel, e Israel los derrotó junto a Gabaón; y persiguiéndolos por el camino que va a Betorón, los batió hasta Azeca y Maceda. 11Cuando iban huyendo delante de los hijos de Israel en la bajada de Betorón, Yahvé hizo caer sobre ellos grandes piedras del cielo hasta Azeca, y murieron muchos, siendo más los muertos por las piedras de granizo que los muertos por la espada de los hijos de Israel.

 

A la angustiosa llamada de los gabaonitas acudió Josué con todo su ejército. Antes de emprender la marcha desde Gálgala, consultó a Yahvé, que le aseguró el éxito de la empresa. Después de una marcha nocturna de unos treinta kilómetros, sorprendió al enemigo de madrugada, derrotándole. En la huida, una furiosa tempestad de piedras y granizo diezmó al ejército enemigo. Se distinguen dos Betorón en el libro, el alto (16:5) y el bajo (16:3; 18:13-14), que corresponden, respectivamente, con los actuales Beitur la alta y Beitur la baja, al noroeste de Gabaón. En 1 Mac 3:16 se hace mención de Betorón alto.

Hace ver el autor sagrado que la victoria se debe en primer término a Dios, por haber sembrado el pánico entre los confederados, que huyen despavoridos. En la bajada de Betorón sorprendió al enemigo una furiosa tempestad, que presagiaba la derrota; según los antiguos, era la tempestad la manifestación de la ira de Dios (1 Sam 7:10-12; Sal 18:11-16; Hab 3:8-10). En los cuatro kilómetros de la cuesta o descensus de Betorón, torrentes de agua bajaban del monte arrastrando tierra y rocas en gran cantidad, mientras el granizo caía abundantemente. Dios luchaba desde el cielo en favor de los israelitas; contra El no había resistencia posible. La intervención del cielo era tanto más manifiesta cuanto que, habiendo pasado la época de las lluvias, no era de esperar que se produjeran precipitaciones, y menos aún grandes tempestades.

 

Versión épica de la batalla (10:12-15).

12Aquel día, el día en que Yahvé entregó a los amorreos en las manos de los hijos de Israel, habló Josué a Yahvé, y a la vista de Israel, dijo: "Sol, detente sobre Gabaón; y tú, luna, sobre el valle de Ayalón. 13 Y el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos." ¿No está esto escrito en el libro de Jaser? El sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse, casi un día entero. 14 No hubo, ni antes ni después, día como aquel en que obedeció Yahvé a la voz de un hombre, porque Yahvé combatía por Israel. 15 Josué, con todo Israel, se tornó al campamento, a Caígala.

 

La espantosa tempestad de granizo que aniquiló al ejército amorreo en la bajada de Betorón era una confirmación manifiesta de que Dios combatía al lado de Israel. Josué persiguió a los reyes confederados hasta Azeca, el actual tell-Zacaría, al nordeste de Laquis (15:39; 1 Sam 17-1; Jer 34:7) y Maceda, de cuya identificación discuten los autores. Quizá deba emplazarse enjirbet el-Heisum, a tres kilómetros al norte de tell-Zacaría.

El recuerdo de la batalla de Gabaón se conservó entre el pueblo, y los poetas desplegaron en torno a este hecho milagroso su inspiración poética. A este folklore popular y a esta versión épica de la batalla hace referencia el autor sagrado cuando, a continuación del versículo 11, intercala el texto de un cántico antiguo triunfal conservado en el libro de Jaser (2 Sam 2:18). No comprendía el pueblo cómo pudo Josué llevar a cabo en el espacio de un solo día tantas hazañas. De ahí que, teniendo en cuenta su condición de profeta y la amistad que le unía a Yahvé, creyera que a su voz se detuvo el sol en su carrera. Con esta inserción, dos cosas ha logrado el autor sagrado: 1) poner de relieve la gran personalidad de Josué, que, como otro Moisés, domina los elementos; 2) recoger en su libro la memoria de una versión poética de un hecho diversas veces celebrado por los vates de Israel. Conforme al texto de esta exaltación poética de la victoria, anota el hagiógrafo, no hubo jamás un día como aquél. Y en verdad que la victoria de Betorón merecía ocupar un lugar destacado en los anales de la historia de Israel, ya que a partir de la misma quedaba abierto al ejército de Israel todo el mediodía de Palestina. Según lo que acabamos de exponer, no caben las objeciones que contra este pasaje han amontonado los críticos independientes, creyendo abrir una brecha en la absoluta inerrancia de los autores sagrados. El autor de nuestro pasaje se ha limitado a registrar en su libro una versión popular y poética de la victoria, sin comprometer su propio juicio acerca de los pormenores de la misma. Como todos sus contemporáneos, creía el autor sagrado en la inmovilidad de la tierra y admitía que el sol daba vueltas alrededor de la misma; pero en este caso concreto no era su intención dar lecciones de orden astronómico, sino simplemente referir una antigua versión épica de la batalla de Gabaón.

Conocido de todos es el incidente de Galileo Galilei (1564-1643) con las congregaciones romanas referentes a este pasaje del libro de Josué, que se produjo por un falso planteamiento del problema de la inerrancia bíblica y por haberse entrometido Galileo en cuestiones teológicas y bíblicas en vez de mantenerse en el terreno científico. En las discusiones con los teólogos romanos declararon éstos que el sistema de Galileo era falso y absurdo en filosofía y formalmente herético, por contradecir a textos bíblicos según su sentido propio y la interpretación unánime de los Padres y doctores de la iglesia. Por el decreto del Santo Oficio de 5 de marzo de 1633 se juzga a Galileo sospechoso de herejía "por creer y retener una doctrina falsa y contraria a las Sagradas Escrituras." Este decreto no tenía carácter doctrinal, sino disciplinar; no se dictó con el fin de proponer una doctrina, sino como documento en el proceso criminal contra una persona4.

En el caso concreto de Josué no existe ninguna dificultad contra la total inmunidad de error del autor sagrado, quien, como hemos hecho notar, se limita a reproducir, copiar, citar y retransmitir a los lectores la manera como poetas y vulgo representábanse la victoria de Gabaón. Por su parte, el hagiógrafo no emite ningún juicio formal sobre la verdad o error contenidos en esta descripción poética que halló en una colección de himnos patrióticos. En otros lugares bíblicos encontramos también inserciones en el texto de cantos épicos (Ex 15:1; 1 Re 8:12), que comienzan exactamente con las mismas frases empleadas en el v.12: "Entonces (en aquel día), el día en que Yahvé." Esta manera poética de narrar un hecho es corriente en la Biblia y en la literatura del Próximo Oriente, por lo que podemos deducir que se trata de un género literario admitido corrientemente en aquel tiempo Que 5:2ss). De ahí que podamos concluir la presente cuestión con las palabras: "En vez de ir a la caza de explicaciones de orden físico para explicar este pasaje del libro de Josué, mejor sería ver en él un problema literario y admitir, con muchos autores católicos modernos, que se trata de una citación poética que hay que interpretar conforme a las leyes de la poesía."5

 

Persecución del enemigo y fin de los cinco reyes (10:16-27).

16Los cinco reyes huyeron y se refugiaron en la caverna de Maceda. 17Se lo comunicaron a Josué, diciendo: "Han sido hallados los cinco reyes, escondidos en la caverna de Maceda." 18Josué dijo: "Rodad grandes piedras a la boca de la caverna y poned a unos cuantos hombres que la guarden; 19 pero vosotros no os paréis: perseguid al enemigo y picadle la retaguardia; no los dejéis entrar en sus ciudades, porque Yahvé, vuestro Dios, los ha entregado en vuestras manos." 20Cuando Josué y los hijos de Israel los hubieron enteramente derrotado y batido, hasta exterminarlos, y se refugiaron en las ciudades fuertes los que pudieron escapar, 21se vino todo el pueblo tranquilamente al campamento, a Josué en Maceda, sin que hubiera quien moviese la lengua contra los hijos de Israel. 22Josué dijo: "Abrid la boca de la caverna, sacad a los cinco reyes y traédmelos." 23Lo hicieron así, llevando a los cinco reyes, que sacaron de la caverna: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón. 24Una vez delante de Josué, llamó éste a todos los hombres de Israel y dijo a los jefes de los hombres de guerra que le habían acompañado: "Acercaos y poned vuestro pie sobre el cuello." Ellos se acercaron y pusieron su pie sobre su cuello, 25y Josué dijo: "No temáis y no os acobardéis; sed firmes y valientes, pues así tratará Yahvé a todos vuestros enemigos, contra los cuales combatís." 26Después Josué hizo darles muerte y los mandó colgar de cinco árboles, y allí estuvieron colgados hasta la tarde. 27Al ponerse del sol los hizo bajar de los árboles y echarlos en la caverna donde se habían escondido, y pusieron a la boca de la caverna grandes piedras, que todavía se ven hoy allí.

 

Después de la interrupción del relato con la inserción de una tradición poético-popular de la batalla de Gabaón, reanuda el autor sagrado en el v.16 el curso de la historia. Los cinco reyes coligados llegaron a Maceda y se escondieron en una de las cuevas de la región. Derrotado el enemigo, reunióse en Maceda el ejército de Israel con Josué al frente para ajusticiar a los cinco reyes. Siguiendo una antigua costumbre, mandó Josué a los oficiales (qasin), personajes revestidos de dignidad civil y militar (Is 1:10; Jue 11:6-11), que pusieran su pie sobre el cuello de los reyes derrotados como símbolo de dominio absoluto sobre ellos y en señal de desprecio (Sal 110:1; Is 51:23; Sal 66:12). Al ponerse el sol debía darse sepultura a los cadáveres, conforme al Deuteronomio (21:22-23). Las piedras que obturaron la caverna donde fueron arrojados los cinco reyes eran visibles todavía en los tiempos en que se escribió este relato.

 

Conquista del mediodía de Palestina (10:28-43).

28Aquel mismo día se apoderó Josué de Maceda y la destruyó con todos los vivientes que en ella había y su rey, pasándola a filo de espada. Dio al anatema la ciudad y a todos los vivientes que en ella había, sin dejar uno solo, y trató a su rey como había tratado al de Jericó. 29Pasó Josué con todo Israel de Maceda a Libna y la atacó. 30 Yahvé la entregó también a las manos de Israel, con su rey, y la pasó a filo de espada a ella y a cuantos en ella había, sin dejar escapar uno, y a su rey le trató como había tratado al de Jericó. 31Pasó luego Josué, y con él todo Israel, de Libna a Laquis, y la atacó, acampando ante ella. 32Yahvé entregó a Laquis en las manos de Israel, que la tomó al segundo día y la pasó a filo de espada, con todos los vivientes que en ella había, como había hecho en Libna. 33Entonces Horam, rey de Gazer, subió para socorrer a Laquis; pero Josué le derrotó a él y a su pueblo, sin dejar escapar a nadie. 34Josué, y con él todo Israel, pasó de Laquis a Eglón; pusieron su campo junto a la ciudad y la atacaron. 35Aquel mismo día la tomaron y pasaron a filo de espada a todos los vivientes que había en ella, y la dieron al anatema, como habían hecho con Laquis. 36Josué, con todo Israel, subió de Eglón a Hebrón y atacaron la ciudad; 37tomada, la pasaron a filo de espada a ella y a su rey, a todas las ciudades de ella dependientes y a todos los vivientes que en ellas se hallaban, sin dejar a nadie, como lo había hecho Josué en Eglón, y la dio al anatema con todos los vivientes que en ella había. 38Josué, y todo Israel con él, se volvió contra Dabir y la atacó; 39tomada, con su rey y todas las ciudades de ella dependientes, las pasaron a filo de espada, y dieron al anatema a todos los vivientes que allí había, sin dejar escapar a nadie. Josué trató a Dabir y a su rey corno había tratado a Hebrón. 40Josué batió toda la tierra, la montaña, el mediodía, los llanos y las pendientes, con todos sus reyes, sin dejar escapar a nadie y dando al anatema a todo viviente, como lo había mandado Yahvé, Dios de Israel. 41Batiólos Josué desde Cadesbarne hasta Gaza y todo el territorio de GosénhastaGabaón.42 Josué tomo a todos sus reyes y toda su tierra en una sola expedición, porque Yahvé, Dios de Israel, combatió por Israel. 43Después Josué, y todo Israel con él, tornó al campamento, a Gálgala.

 

El escritor sagrado se limita a una descripción esquemática, estereotipada y con profusión de hipérboles de la campaña del mediodía de Palestina. Sin descender a detalles, da un concepto breve de la campaña relámpago de Josué, a quien asistía Dios para asegurar el éxito. No es probable que Josué sometiera en dos días a todos los enemigos del sur y expugnara todos sus ciudades, muchas de las cuales estaban sólidamente fortificadas. Es muy posible que éstas resistieran a los asaltantes y no se entregaran sino después de feroz resistencia. El género literario histórico empleado en este relato puede fácilmente inducir a error si no se tienen en cuenta los modos peculiares de narrar y decir en uso en aquello tiempos de la antigüedad oriental. Sin preocuparse de los pormenores, ha resumido el hagiógrafo la conquista de las ciudades del mediodía de Palestina, que fue rápida, decisiva para el porvenir y victoriosa frente a un enemigo superior en número y en armas. La razón de este éxito radica en la intervención directa de Dios, que nunca faltaba mientras Israel permanecía fiel a las leyes de la alianza. En breves pinceladas se resume una campaña larga y penosa. El método histórico adoptado lleva al hagiógrafo a repetir la conquista de Maceda, que en los versículos anteriores (16-19) se supone ya subyugada. El rey de Hebrón de que se habla en el v.37 era el sucesor del que fue ajusticiado en Maceda. A la gran figura de Josué se atribuyen victorias logradas por otros, a la manera como a la acción y actividades de Moisés se atribuye toda la legislación israelita. El método esquemático empleado se basa en una visión profética de la historia considerada en su unidad. Los comienzos humildes, desde el punto de vista de los designios de Dios, son ya realizaciones futuras. Al principio de la conquista de Canaán, el autor sagrado contempla el descanso de Israel en la tierra que Dios le da 6.

Quien siga la campaña de Josué en el mediodía de Palestina sobre un mapa verá los desplazamientos en forma de S del jefe israelita. De Maceda (Jirbet el-Heisum) pasa a Libna, en la Sefela, en la desembocadura del valle de Elah (15:42; 21:13), cuyo lugar ocupa hoy Tell Bornat, a nueve kilómetros al sur de tell es-Safi. De Libna desciende a Laquis. A su ayuda corrió el rey de Gazer o Gezer, ciudad a veintiocho kilómetros al sudoeste de Jafa. La ciudad de Dabir se encontraba en la montaña de Judá, al sudoeste de Hebrón, hacia el Negueb (12:13; 15:49; Jue 1:11). Actualmente prevalece la sentencia de identificar su emplazamiento con tell Beit Mirsim7. Del examen de las ruinas de la ciudad se deduce que en la misma se produjo una gran devastación hacia el año 1225 a C., contemporáneamente a la campaña bélica de Josué por el mediodía de Palestina. Las excavaciones arqueológicas de Laquis y Dabir confirman el relato histórico de la conquista de Canaán en los alrededores del año 1200 a.C. 8

 

Campaña contra el norte de Palestina (11:1-15).

1Al tener noticia de estos sucesos Jabín, rey de Jasor, mandó una embajada a Jobab, rey de Madón; al rey de Simerón, al rey de Acsaf, 2 y a los reyes que estaban al norte de la montaña, y en el Araba, al sur de Queneret, en la llanura, y en las alturas de Dor, al occidente, 3 y a los cananeos de oriente y de occidente, a los amorreos, a los jéteos, a los fereceos, a los jebuseos de la montaña y a los jeveos del pie del Hermón, en el territorio de Masfa. 4 Salieron con ellos todos sus ejércitos, gente Innumerable, como las arenas que hay a las orillas del mar, con una gran muchedumbre de caballos y carros. 5 Reuniéronse todos y vinieron a acampar concentrados junto a las aguas de Merom para combatir a Israel. 6 Yahvé dijo a Josué: "No los temas, porque mañana, a esta misma hora, yo te los daré traspasados delante de Israel: desjarretarás sus caballos y quemarás sus carros." 7Josué y todos los hombres de guerra llegaron de improviso cerca de las aguas de Merom y se precipitaron sobre ellos. 8Yahvé los dio enteramente en manos de Israel, que los batió y persiguió hasta Sidón la grande, hasta las aguas de Misrefot y hasta el valle de Masfa, a oriente. Los batió sin dejar escapar uno solo. 9Josué los trató como Yahvé se lo había dicho; solto sus caballos y dio al fuego sus carros. 10 Entonces se volvió Josué y tomó y pasó a su rey al filo de la espada. Jasor era antes la capital de todos estos reinos. Pasaron a filo de la espada a todos los vivientes que en ella se hallaban, dándolos todos al anatema; nada quedó de cuanto vivía, y Jasor fue dado a las llamas, 12Josué tomó todas las ciudades de estos reyes, y tomo a todos sus reyes y los pasó a filo de la espada, dándolos al anatema, como se lo había mandado Moisés, siervo de Yahvé. 13Israel no quemó ninguna de las ciudades de la montaña, fuera de Jasor, que incendió Josué. 14 Todo el botín de estas ciudades y sus ganados los tomaron los hijos de Israel para ellos; pero pasaron a filo de espada a todos los hombres, hasta exterminarlos, sin dejar uno. 15Lo que había mandado Yahvé a Moisés, su siervo, lo mandó éste a Josué, que lo ejecutó sin quitar palabra de cuanto Yahvé había mandado a Moisés.

 

Es desconcertante la noticia del v.43 del capítulo anterior de que una vez terminada la conquista de los territorios del mediodía de Palestina, "Josué, y todo Israel con él, tornó al campamento, a Caígala." En el presente capítulo describe el autor a grandes rasgos la campaña del norte de Palestina. La iniciativa de formar una coalición para oponerse al avance de los israelitas parte del rey de Jasor (v.1-5). Dios promete a Josué la victoria sobre estos nuevos enemigos (v.6) y, confiado en el auxilio divino, los ataca de improviso y los desbarata (v.7-8), expugnando sus ciudades y devastando toda la región.

Se observa en la redacción de este capítulo una sorprendente analogía con la del capítulo anterior. En ambos se habla de una confederación de reyes, de la derrota de sus ejércitos, de la devastación del territorio y de un balance de la campaña. Como en el capítulo anterior, Dios promete a Josué la victoria sobre los enemigos; Josué parte también de Caígala para ir en busca del enemigo; una y otra vez Josué cae de improviso sobre el ejército contrario. En el v.6 promete Yahvé a Josué que "mañana, a esta misma hora, yo te los daré traspasados delante de Israel," lo que no puede tomarse al pie de la letra, por mediar entre Caígala y Jasor una distancia de más de cien kilómetros, que no puede salvarse en un día.

Al llamamiento de Jabín, rey de Jasor (Tell el-Qedah, o Tell Waqqas, a seis kilómetros al sudoeste del lago Hule, 12:19; 19:36), acudieron los reyes de Madón (Jirbet Madin, a nueve kilómetros al oeste de Tiberíades, Deut 3:17), de Simerón (Semuriya, a doce kilómetros al oeste de Nazaret) y de Acsaf (Kefr Yasif, a diez kilómetros al nordeste de Acre). Secundaron el movimiento los reyes que ocupaban la parte septentrional de la región montañosa de Judea, los de la planicie al sur del lago de Genesaret, los de la Sefela (9:1) y los de la región de Dor, hoy Tantura, entre el monte Carmelo y Cesárea (12:23; 17-11)· En estos territorios habitaban diversos pueblos, tales como los cananeos, establecidos en las llanuras del Jordán y de la costa mediterránea; los amorreos, jéteos, fereceos, jebu-seos, en la montaña; los jeveos, al pie del Hermón (9:7). El v.3 parece una adición redaccional para indicar que la región del norte de Palestina estaba poblada por idénticos pueblos y razas que la del sur. No se tiene noticia de que los jebuseos ocuparan otro territorio que el de Jerusalén y alrededores. Usando una expresión familiar en la Biblia (Gen 22:17), dícese que estos pueblos acudieron al llamamiento de Jabín tan numerosos "como las arenas que hay en las orillas del mar." Todos acamparon junto a las aguas de Meforn (Meirum) o del lago Hule. Únicamente Jasor fue entregada al anatema; de ella "nada quedó de cuanto vivía, y Jasor fue dada a las llamas," tratando a las otras ciudades con más benevolencia. Con el aniquilamiento de los reyes coligados no se adueñó Josué de toda la tierra del norte de Palestina ni la ocupó. Tomados los puntos estratégicos, las ciudades fueron cayendo después, una tras otra, en manos de los israelitas. Josué persiguió al enemigo hasta Sidón, la ciudad fenicia que con Tiro fue una de las capitales del reino (Gen 10:15); se conoce la Sidón marítima y la ciudad alta.

El lugar que ocupaba la ciudad de Jasor (Tell el-Qedah) ha sido explorado sistemáticamente durante los años 1955-1957 por Y. Yadin, de la Universidad hebraica de Jerusalén. De entre los valiosos resultados de las excavaciones merece destacarse el hecho de la destrucción de la ciudad cananea del Bronce reciente en el siglo XIII antes de Cristo, coincidiendo con la destrucción de Laquis y de Dabir. Este dato confirma una vez más la fecha de la entrada de los israelitas en Palestina hacia el año 1200 a.C.1

 

Sumario (11:16-20).

16Así se apoderó Josué de todo este territorio, de la montaña, de todo el mediodía, de todo el distrito de Gosen, de la llanura, del Araba, de la montaña de Israel y de sus llanos, 17desde la montaña desnuda que se alza hacia Seír, hasta Baal Gad, en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón. Tomo a todos sus reyes y les dio muerte, 18La guerra que hizo Josué contra todos estos reyes duró largo tiempo; 19no hubo ciudad que hiciese paces con los hijos de Israel, fuera de los jeveos, que habitaban en Gabaón; todas las tomaron por la fuerza de las armas; 20porque era designio de Yahvé que estos pueblos endureciesen su corazón en hacer la guerra a Israel, para que Israel los diese al anatema, sin tener para ellos misericordia, y los destruyera, como Yahvé se lo había mandado a Moisés.

 

Este sumario es muy parecido al que se da en 10:40. Conquistó Israel el macizo central (hahar) en torno a Jerusalén (9:1; 10:40); el Negueb (de nagab, ser seco, árido), o sea, la extremidad meridional de Palestina, desde Bersabé hasta el desierto de Sin; la Sefela, territorio comprendido entre el macizo central y la costa mediterránea, y la Araba, nombre con que se designa la cuenca del Jordán, desde el lago de Genesaret hasta el mar Muerto. El término Gosen designa un territorio o ciudad del sur de la montaña de Judá (10:41; 15:51). Como límites meridional y septentrional de todo el territorio conquistado se señalan la montaña desnuda (hehalaq), que corresponde al actual Gebel Halaq, al nordeste de Abdeh, en el extremo sur de Palestina en dirección a Cadesbarne (Deut 1:2; 9:23) y Baal Gad, en el valle del Líbano, a los pies del Hermón (12:7; 13:5)·

Se dice que ninguna ciudad hizo las paces con los hijos de Israel, no porque no la pidieran, sino por ser designio de Dios entregarlas al anatema y destruirlas. Pero no endureció Dios el corazón de los enemigos, como pudiera dar a entender el texto masorético, perdiendo únicamente su endurecimiento con vistas al bien religioso Moral de los israelitas. Como se indica en el v.18, la conquista del norte de Palestina exigió largo tiempo.

 

Exterminio de los enaquím (11:21-22).

21En este tiempo se puso Josué en marcha y exterminó a los enaquim de la montaña de Hebrón, de Dabir y de Anab, de toda la montaña de Judá y de toda la montaña de Israel. Josué los dio al anatema con todas sus ciudades. 22No quedó un enaquim en todo el territorio de los hijos de Israel; sólo quedaron en Gaza, en Gat y en Azoto."

 

Se introduce con indicaciones cronológicas muy vagas la noticia de la campaña contra los enaquim. Es posible que en la conquista del sur de Palestina les atacara Josué, pero supervivieron largo tiempo, batiéndolos Caleb (Jos 15:13-19; 14:13-15). Pertenecían los enaquim a una raza de grande estatura que había impresionado fuertemente a los exploradores israelitas, ante los cuales se consideraban como langostas (Núm 13:25; 29-34; Deut 2:10). La imaginación popular exageró sus facultades físicas para explicar con ello la construcción de los monumentos megalíticos esparcidos por toda la región. Habitaban en Hebrón (10:36), Dabir (10:38-39) y Anab; (15:50) es decir, en el sudoeste de Hebrón. Gaza, Azoto y Gat pasaron a Israel bajo David (1 Sam 6:17).

 

Conclusión y transición (11:23).

23 Se apoderó Josué de todo el territorio, conforme a todo lo que Yahvé había dicho a Moisés, y se lo dio en heredad a Israel por partes, según sus tribus, y la tierra descansó de la guerra.

 

En el v.23 termina el autor sagrado la primera parte de su libro. A base de un número determinado de hechos reales presentados de un modo épico, ha probado suficientemente la tesis de que Dios cumplió su promesa de entregar a su pueblo el territorio de Canaán, ocupado por pueblos idólatras. La invasion en Palestina, lejos de ser pacífica, exigió un grande esfuerzo bélico, que tuvo éxito gracias a la intervención constante de Dios. Esta providencia divina, que tan desinteresadamente combatió al lado de Israel, obligaba a éste a corresponder a sus beneficios con una fidelidad ciega a los preceptos divinos y una conducta ajustada a las leyes de la alianza. Además de haber limpiado Dios el territorio de enemigos, había facilitado a los israelitas el cumplimiento de sus deberes religiosos y morales, con la orden de exterminar a los habitantes de Canaán para que no fueran motivo de tropiezo y escándalo. Con ello se justifica el rigor con que se trató a los pueblos paganos, aniquilando a sus hombres, mujeres y niños.

 

Reyes vencidos: 1) de Transjordania (12:1-6).

1He aquí los reyes de la tierra que batió Israel, apoderándose de sus territorios, al otro lado del Jordán, a oriente, desde el torrente del Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Araba, a oriente: 2Seón, rey de los amorreos, residente en Hesebón; su dominio se extendía desde Aroer, a orillas del torrente del Arnón, y desde el medio de este valle, sobre la mitad de Galaad, hasta el torrente de Jacob, en la frontera de los hijos de Amón; 3sobre el Araba hasta el mar de Queneret, a oriente, y sobre el mar del Araba, el mar de la Sal, a oriente, hacia Betjesimot, y del lado del mediodía, al pie de las pendientes del Pasga. 4El territorio de Og, rey de Basan, de los restos de los refaím, residentes en Astarot y en Edraí. 5Su dominio se extendía sobre la montaña de Hermón, sobre Saleja, sobre todo Basan, hasta la frontera de Garur y de Macat y hasta la mitad de Galaad, territorio de Seón, rey de Hesebón. 6Moisés, siervo de Dios, y los hijos de Israel los batieron; y Moisés, siervo de Yahvé, dio sus territorios en heredad a los rubenitas y gaditas y a media tribu de Manases.

 

Antes de entrar en la segunda parte de su libro añade el autor sagrado un apéndice sobre los reyes vencidos de TransJordania y de Cisjordania. En la primera parte resume el relato del Pentateuco acerca de los dos poderosos reyes de Transjordania batidos por Moisés (Deut 1:4; 3:8-11-13; 16-17), Seón y Og. Su territorio se extendía desde el torrente Arnón (Núm 21:13), al sur, hasta la montaña de Hermón, al norte. No se señalan sus fronteras orientales, que se pierden en la inmensidad del desierto; pero se señala, en cambio, el Araba (8:15; 11:2) como frontera occidental. El territorio de ambos reyes fue entregado por Moisés a los rubenitas, gaditas y a media tribu de Manases (Deut 3:12-17; 29:7).

 

2) De Cisjordania (12:7-24).

7Reyes de la tierra que batió Josué y los hijos de Israel de este lado del Jordán, a occidente, desde Baal Gad, en el valle del Líbano, hasta la montaña desnuda que se alza hacia Seír, cuyos territorios dio Josué en heredad a las tribus de Israel, según sus familias, 8en la montaña, en la llanura, en el Araba, en las vertientes, en el desierto, en el Negueb; de los jéteos, de los amorreos, de los cananeos, de los fereceos, de los jeveos y de los jebuseos; 9el rey de Jericó, el rey de Hai, cerca de Betel; 10 el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, 11 el rey de Jerimot, el rey de Laquis, 12el rey de Eglón, el rey de Guezer, 13el rey de Dabir, el rey de Gueder, 14el rey de Jorma, el rey de Arad, 15el rey de Libna, el rey de Odulam, 16el rey de Maceda, el rey de Betel, 17el rey de Tafuaj, el rey de Ofer, 18el rey de Afeg, el rey de Lasaron; 19el rey de Madón, el rey de Jasor, 20el rey de Simerón, el rey de Acsaf, 21el rey de Tanac, el rey de Mageddo, 22el rey de Cades, el rey de Janeam, en el Carmelo; 23el rey de Dor, en las alturas de Dor; el rey de Goyim, junto a Guilgal; 24 el rey de Tirsa. En todo, treinta y un reyes.

 

Las fronteras norte y sur de Palestina iban, respectivamente, desde Baal Gad (11.16) a la "montaña pelada" (Gebel Halaq), de que habló el texto (11:17). En otras ocasiones, para señalar los límites de Palestina se emplea la fórmula clásica "desde Dan hasta Bersabé"(1 Sam 3:20). Todos los reyes comprendidos dentro de estos límites habitaban, o bien en la montaña (hahar), o en el Araba en la Sefela y a lo largo de la costa del Mediterráneo.Todos ellos fueron vencidos y entregado su territorio a los israelitas. El balance de la campaña era espléndido, por cuanto quedaban los israelitas dueños virtualmente de todo el territorio de acá del Jordán. No se había realizado el vasto programa previsto en 1:4, pero el resultado de la campaña era tal que podía pensarse en la distribución del territorio entre las tribus. Esta lista de reyes es una prueba del esquematismo histórico del libro de Josué, en el que se consignan los hechos más salientes sucedidos en los largos años (yamim rabbim) que duró la entrada de Israel en Canaán1.

 

1 Y·Yadin, Excavations at Hazor: "Biblical Archaeologist," 19 (1956) 2-12; Further Light on Biblical Hazor: ibid., 20 (1957) 34-47; The third Season of Excavation at Hazor 1957: ibid., 21 (1958) 30-47; S. Yeivin, The Israelite Settlement in Galilee and the Wars with Jabín of Hazor: "Mélanges Robert" (París 1951) 95-104.

2 Los géneros literarios en los libros del Antiguo Testamento llamados históricos, fuera del Pentateuco: en "Los, géneros literarios de la Sagrada Escritura" (Barcelona 1957) 146.

3 F. M Abel, La question gabaonite et l'onomasticon: RB 43 (1936) 346-373; A. Mala-Mat, Doctrines of Causality in Hittite and biblical Historiography: a paraUell: VT 5 (1955) 1-12.

1 J. A. Knudtson, Die el-Amarna Tafeln II (Leipzig 1915) 287-289.290.

2 J. Lewy, The Sulman Temple in Jerusalem: JBL 49 (1940) 510-522.

3 A. Vanden Oudenpijn, Les fouilles de Lakis et Vétude de VAnden Testament (Friburgo de Suiza 1942); O. Tufnell M. A. Murray-d. Diringer, Lachis III (Tell ed-Duweir). The Iron Age (Oxford 1953); O. Tufnell, Lachis IV, The Bronze Age (Oxford 1958).

Josué 10

4 P. De Vregille, GaWée: "Dictionnaire Arolopétíque de la Foi Catholique," II 147-102.

5 H. Lefétre, Josué et fe so eií: "Revue Pratioue d'Arologétique." 4 (1007) 351-356; G. lambert Josué á la bataWede Cabaon: "NoOvelleFevueThéologique," 76 (1954) 374-391; M. J. Gruenthaner, Two Sun Miracles ofthe Bible: CB 910 (1948) 271-290; A. Van Hoonacker, Das Wunder ostias: "Theologie und Glaube," 5 (1913) 454-46i; Veronnet, L'arret du soleil: "Revue du Clergé Frangais," 41 (1905) 585-609.

6 Delorme, l.c., 393; Sghildenberger, l.c., 140.

7 Albright, Archaeology of Palestine and the Bible: Basor 17 (1938) 78-79; The Excavations of the Beit Mirsim: "Annual of the American Schools of Oriental Research" (New Haven 1932-1938).

8 Véase K. Elliger, Josua in Judea: PJB 33 (1934) 47-71

 

 

2. Distribución de la Tierra de Canaán (c.13-22).

 

Advertencia de Dios a Josué (13:1-6).

1Josué era ya viejo, entrado en años, y Yahvé le dijo: "Eres ya viejo, de edad avanzada, y queda todavía mucha tierra por conquistar. 2 Mira lo que queda: todos los distritos de los filisteos y todo el territorio de Gesur; 3 desde el Sijor, que corre al oriente de Egipto, hasta la frontera de Acarón, hacia el norte, que se reputa como de los cananeos; los cinco príncipes de los filisteos: el de Gaza, el de Azoto, el de Ascalón, el de Gat y el de Acarón; los jeveos al mediodía; 4toda la tierra de los cananeos, y Ara, que es de los sidonios, hasta Afee, hasta la frontera de los amorreos; 5 la tierra de los gueblitas y todo el Líbano a oriente, desde Baal Gad, al pie del monte Hermón, hasta la entrada de Hamat; 6 todos los habitantes de la montaña, desde el Líbano hasta las aguas de Misrefot; todos los sidonios. Yo los arrojaré de delante de los hijos de Israel. Pero distribuye por suertes esta tierra en heredad a los hijos de Israel, como yo lo he mandado.

 

La conquista de muchos lugares estratégicos de Palestina había requerido el espacio de muchos años; "quedaba todavía mucha tierra por conquistar," pero Josué era ya de edad avanzada. En la imposibilidad de apoderarse de toda la tierra prometida antes de su muerte, le manda Dios que la distribuya por suertes, aun aquella que ocupaba el enemigo, a los hijos de Israel. Josué puede reunirse tranquilo con sus padres, confiado en la promesa de que Dios arrojará de sus territorios a los pueblos enemigos para entregárselos a su pueblo escogido. Las campañas de Josué habían abierto las puertas de Palestina a los israelitas. Quedaban por conquistar los distritos de los filisteos, la Fenicia, el Líbano. Los gesuritas habitaban al sur de Palestina, cabe a los filisteos (1 Sam 27:8). El Sijor es uno. de los canales de la frontera de Egipto. Se mencionan los cinco príncipes (seranim) de la pentarquía filistea Que 3:3; 16:5; 1 Sam 5:6). Los gueblitas son los habitantes de Gebal, la antigua Byblos, al norte de Beirut. En Jue 3:1-6 se da la razón de por qué Dios no entregó estos pueblos en manos de los israelitas, que fue para que las generaciones futuras se acostumbraran a la guerra y apreciaran el esfuerzo llevado a cabo por sus antepasados. Otra razón apuntada en Jue 3:4 es de que "estos pueblos habían de servir para por ellos probar a Israel y saber si obedecería a los mandatos que Yahvé había dado a sus padres por medio de Moisés." La mejor prueba, en efecto, de su fidelidad a la alianza era la de mantenerse fiel a Dios en medio de un mundo idólatra 1.

 

Repartición de las tierras de Trans Jordania (13:7-14)

7Ahora, pues, distribuye esta tierra entre las nueve tribus y la media de Manases. 8Con la otra mitad, los rubenitas y gaditas recibieron ya su heredad, que les dio Moisés al otro lado del Jordán, a oriente, como se la distribuyó Moisés, siervo de Yahvé: 9desde Aroer, a orillas del torrante del Arnón, y desde la ciudad que está en medio del valle, toda la llanura de Madaba hasta Dibón; 10todas las ciudades de Seón, rey de los amorreos" que reinaba en Hesebón, hasta la frontera de los hijos de Am-món; n Galaad, el territorio de Gesur y de Macat, toda la montaña de Hermón y todo el Basan, hasta Saleca; 12todo el reino de Og, en Basan, que remaba en Astarot, y en Edraí, y eran los últimos restos de los refaím. Moisés batió a estos reyes y los desposeyó; 13pero los hijos de Israel no desposeyeron a los guesuritas y a los macatitas, y Gesur y Macat habitan en medio de ellos hasta hoy. 14La tribu de Levi fue la sola a que Moisés no dio heredad, porque las combustiones de Yahvé, Dios de Israel, son su heredad, como él se lo dijo.

 

Como se ha hablado ya otras veces (1:12-15; 12:1-6), las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manases habían recibido su heredad en Transjordania. Moisés se la había dado; a Josué quedaba la tarea de hacer la distribución de las tierras de Cisjordania entre las nueve restantes y la media de Manases. Pero así como las tribus del lado de acá del Jordán debían convivir con los naturales del país, del mismo modo "los hijos de Israel no desposeyeron a los guesuritas y a los macatitas" (12:5; Deut 3:14), que convivían con los tribus transjordánicas aun en los días en que se escribía este elato. A los hijos de Leví no se les concedió heredad entre el pueb\o porque las combustiones por el fuego eran su heredad (Núm 18:2oss; Deut 10:8-9; 18:2).

 

Herencia de Rubén (13:15-23).

15Moisés había dado a los hijos de la tribu de Rubén una parte según las familias. 16Tuvieron por territorio, a partir de Aroer, a orillas del torrente del Arnón y de la ciudad situada en medio del valle, toda la llanura hasta Madaba; 17Hesebón y todas las ciudades del llano, Dibón, Bamot Baal, Bet Baal, Maón, 18Jahsa, Quedamot, Mefat, 19Quiryataím Sabama, Sa-rat Asar, en el monte del valle; 20Bet Fogor, las pendientes del Pasga, Bet Jesimot, 21todas las ciudades del llano y todo el reino de Seón, rey de los amorreos, que remaba en Hesebón; Moisés le derrotó a él y a los príncipes de Madián, Eví, Requem, Sur, Jur y Rebe, tributarios de Seón, que habitaban la tierra. 22El adivino Balaam, hijo de Beor, fue también del número de los que los hijos de Israel pasaron a filo de espada. 23Así el territorio de los hijos de Rubén llegaba hasta el Jordán y sus riberas. Esta fue la heredad, las ciudades y sus pueblos, de los hijos de Rubén y sus familias.

 

Aunque Rubén se hubiera establecido antes en el territorio por condescendencia de Moisés (Núm 32:153), el hagiógrafo menciona de nuevo los límites de su territorio con las principales ciudades. Como hemos dicho, poseían los rubenitas numerosos rebaños, entregándose a la vida del pastoreo. Débora criticará más adelante su conducta porque su afición desmesurada por la vida beduína le retraía de la obligación de luchar juntamente con las otras tribus de Israel (Jue 5:15-16). En tiempos del rey David no figura Rubén como población sedentaria, terminando por fundirse con los gaditas (1 Sam 13:7; 2 Sam 24:5). En la Estela de Mesa solamente se hace mención de Gad como tribu israelítica al norte del torrente Arnón (12:2; Núm 21:13; Deut 2:24; Núm 23:24; Deut 2:36). Pereció Balaam en la guerra contra los madianitas (Núm 31:8).

 

Territorio de Gad (13:24-28).

24Moisés dio a la tribu de Gad una parte según sus familias. 25 Su territorio comprendía: Jaser, todas las ciudades de Galaad, la mitad de la tierra de los hijos de Ammón hasta Aroer, que está enfrente de Raba, 26 desde Hesebón hasta Ramat, Masfe y Betonim, y desde Majanaím hasta la frontera de Debir; 27y en el valle de Bet Aram, Bet Nimra, Sucot y Safón, parte del reino de Seón, rey de Hesebón, el Jordán y sus riberas, hasta el cabo del mar de Queneret, del otro lado del Jordán, a oriente. 28Esta fue la heredad, ciudades con sus pueblos, de los hijos de Gad según sus familias.

 

Gad se instaló en Transjordania, al norte del territorio de Rubén. A diferencia de sus hermanos del sur, los gaditas eran guerreros (Deut 33:20; 1 Crón 21:8s.). A Gad había dicho Jacob: "Gad: salteadores le asaltan, y él les pisa los talones" (Gen 49:19). De hecho, cuando los nómadas le asaltan, sabe defenderse. Y no solamente se defendía, sino que, de tendencia absorbente, acabó con anexionarse la tribu de Rubén, indolente para la guerra. Se recuerda a Gad en la Estela de Mesa, en donde se dice que habitaba en Atarot. Edificó esta tribu ciudades en Galaad (Núm 32:34).

 

Media tribu de Manases (13:29-33).

29Moisés dio a la media tribu de Manases una parte, según sus familias. 30 Tuvieron por territorio, a partir de Majanaím, todo Basan, todo el reino de Og, rey de Basan, y todos los burgos de Jair en Basan, sesenta ciudades; 31la mitad de Galaad, Astarot y Edraí, ciudades del reino de Og en Basan, fueron dadas a Maquir, hijo de Manases, a la mitad de los hijos de Maquir, según sus familias. 32Estas son las partes que distribuyó Moisés, cuando estaba en los llanos de Moab, del otro lado del Jordán, frente a Jericó, a oriente. 33Pero Moisés no dio parte a la tribu de Leví; Yahvé, Dios de Israel, es su parte, como él se lo ha dicho.

 

A la media tribu de Manases (Deut 3:13-15; Núm 32:41) se le dio el territorio al norte del río Yaboc, que comprendía todo Basan, el reino de Og y los burgos de Jair. Al norte de su heredad residían los macatitas y los guesuritas, que, según 13:13, resistieron a los israelitas. A Maquir (17:1-6), primogénito de Manases y padre de Galaad, se le asignó la región septentrional del Yaboc y Basan. De nuevo repite el autor sagrado el estribillo de que esta distribución de la región transjordánica fue ratificada solemnemente por Moisés en los llanos de Moab, frente a Jericó 2.

 

Primera Distribución en Gálgala (14-17).

Hasta el presente hemos visto a Josué obrar individualmente, pero a partir del v.1 del 0.14 le asisten Eleazar (Ex 6:23; Núm 20:22-29), sacerdote, y los jefes de familia de las tribus de Israel (Ex 6:25; Núm 32:28; 36:1). Ya en el libro de los Núm 34:16-29 se prevé la repartición del territorio bajo la dirección de dos jefes, uno de la casta sacerdotal y otro laico. En realidad, no eran los hombres ni la suerte ciega los que señalaban a cada tribu su heredad (Núm 26:55; 33:54; 34:13; 36:12), sino el oráculo divino, al que se consultaba por medio de los urim y tummim, de que hemos hablado. Anota el texto que la tribu de Jose formaban dos tribus distintas y repite que no se asignó territorio alguno a la de Leví. La distribución anterior entre las tribus de Rubén y de Gad y media de la de Manases fue determinada por Moisés; a Josué competía la distribución de la heredad entre las otras tribus. Parte de esta tarea la llevó a cabo Josué en Caígala.

 

Favor otorgado a Caleb (14:1-15).

lHe aquí lo que los hijos de Israel recibieron en heredad en la tierra de Canaán; lo que les distribuyeron Eleazar, sacerdote; Josué, hijo de Nun, y los jefes de familia de las tribus de los hijos de Israel. 2Fue la suerte la que asignó su heredad, corno Yahvé se lo había mandado a Moisés, a las nueve tribus y a la media tribu de Manases. 3Pues Moisés había ya dado su heredad a dos tribus y a media de la de Manases, al otro lado del Jordán. No dio nada de la herencia a los levitas en medio de ellos. 4Los hijos de José formaban dos tribus, Manases y Efraím, y no se dio a los levitas parte en el territorio, fuera de las ciudades de su habitación y los campos de pastos para sus ganados y rebaños. 5Los hijos de Israel cumplieron lo que Yahvé había mandado a Moisés, y distribuyeron la tierra. 6Algunos de los hijos de Judá se acercaron a Josué, en Gálgala, y Caleb, hijo de Jefoné, el quineceo, le dijo: "Ya sabes lo que a Moisés, siervo de Dios, dijo Yahvé respecto de mí y de ti en Cadesbarne. 7Cuarenta años tenía yo cuando Moisés, siervo de Yahvé, me mandó de Cadesbarne para explorar la tierra, y yo le hice relación según la sinceridad de mi corazón. 8Mientras que mis hermanos, los que conmigo habían subido, descorazonaron al pueblo, yo seguí enteramente a Yahvé, mi Dios. 9Aquel día hizo Moisés este juramento: La tierra que pisaren tus pies será tu herencia y la de tus hijos perpetuamente, porque tú has seguido enteramente a Yahvé. 10Ahora, pues, Yahvé me ha conservado la vida, como lo prometió durante los cuarenta y cinco años transcurridos desde que Yahvé dirigió a Moisés esta palabra, mientras caminaba Israel por el desierto, y tengo ahora ochenta y cinco años; 11 pero ya ves que estoy fisicamente bien hoy, como lo estaba al tiempo en que Moisés me mandó; mi fuerza es ahora la misma de entonces para luchar, para salir y para entrar. 12Dame, pues, este monte, de que habló Yahvé aquel día, pues allí están los enaquim, y tienen ciudades grandes y fuertes; quizá quiera Yahvé estar conmigo y logre arrojarlos, según la palabra de Yahvé." 13Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefoné, y le dio Hebrón en heredad. 14Por eso Hebrón pertenece en heredad a Caleb, hijo de Jefoné, el quineceo, hasta el día de hoy, porque siguió enteramente a Yahvé, Dios de Israel. 15 Hebrón se llamó antes Quiriat-Arbé.

Arbé fue el hombre más grande de los enaquim. La tierra descansó de la guerra.

 

Antes de efectuarse la repartición, Caleb (Núm 13:6-30; 14:6-24; 26:65, etc.), de origen edomita, acompañado por algunos hombres de la tribu de Judá, se presentó a Josué y le recordó el juramento que le hizo Moisés de entregarle en herencia perpetua la anota el texto que las tribus de José formaban dos tribus distintas, y repite tierra que pisaron sus pies durante la famosa exploración de la tierra de Canaán (Núm 13:22-24; Deut 1:20-40). Josué, al dar su bendición a Galeb, accedió a su petición, entregándole la región montañosa en la cual está enclavada la ciudad de Hebrón. Habitaban aquella región los enaquim (11:21), hombres fisicamente bien, con ciudades grandes y fuertes, que el clan calebita arrojará de las mismas con el auxilio de Dios. Según el cómputo de Caleb, la conquista de Palestina se efectuó en unos cinco años. Cuando Moisés le mandó desde Cadesbarne (Deut 2:14; 9:23; Núm 13:22-24) a explorar la tierra, contaba cuarenta años de edad; durante otros cuarenta peregrinó por el desierto. Aunque de edad avanzada, estaba robusto y fuerte tanto para luchar como para los trabajos cotidianos, cuya idea el autor sagrado expresa con la locución semítica de "entrar y salir" (Deut 28:6). El poderío de Hebrón había sido quebrantado por Josué durante la campaña del mediodía de Palestina (10:36-37), pero quedaban todavía enemigos en el territorio. Caleb era de familia edomita, agregada a la tribu de Judá (Núm 13:6). Arbé, que se lee en el v. 15, fue interpretada por la tradición judía como nombre de varón (ha hadam ha hadol), convirtiéndolo en el más famoso de los enaquim, de donde la traducción de la Vulgata: "Adam, el más grande de los hombres, se encuentra allí entre los enaquim." San Jerónimo se hace eco de una tradición rabínica según la cual Adán fue originario de Hebrón (Epist. Paulae: PL 22:886). La última frase del mismo verso: "la tierra descansó de la guerra," denota o que se trata de una glosa posterior o que este capítulo seguía inmediatamente a la conquista del mediodía de Palestina (10:25).

 

Herencia de la tribu de Judá (15:1-12).

1La parte que en suerte tocó a la tribu de los hijos de Judá, según sus familias, se extendía hasta la frontera de Edorn, en el desierto de Sin, al mediodía por el confín meridional. 2Su frontera meridional partía desde la extremidad del mar de la Sal, de la parte de este mar que se vuelve hacia el sur, 3y se prolongaba al mediodía de la subida de Acrabim; pasaba a Sin y subía al mediodía de Cadesbarne; pasaba a Esrón, subía hacia Adar y se volvía a Carcaá; 4pasaba luego a Asmón y continuaba hasta el torrente de Egipto, para morir en el mar. Esta os será la frontera meridional. 5La frontera oriental fue el mar de la Sal hasta la desembocadura del Jordán. La frontera septentrional partía de la parte del mar de la Sal donde desemboca el Jordán, 6 subía hacia Bet Agía, pasaba al norte de Bet Araba, subía hasta la peña de Boén, hijo de Rubén; 7seguía subiendo a Deberá, a partir del valle, a Ajor, y volvía hacia el norte del lado de Gálgala,que está al frente del monte de Adomim, al sur del torrente; pasaba a En Semes y llegaba a En Rogel; 8de allí subía por el valle de Ben Hinón, viniendo por el mediodía hasta tocar el límite de Jebús, que es Jerusalén, y subía luego por la cima del monte que está frente al valle de Hinón, a occidente, y al extremo del valle de Refaím, al norte. 9 Desde la cima del monte se inclinaba hacia los manantiales de agua de Neftoá, seguía hacia las ciudades de la montaña de Efrón y se volvía en dirección a Bala, que es Quiriat-Jearim. 10De Bala se volvía la frontera a occidente, hacia el monte Seir; pasaba por la vertiente septentrional del monte Jarim, que es Quesalón; bajaba a Betsemes y pasaba por Timna; 11continuaba al norte por la vertiente de Acarón y se dirigía hacia Secrona; pasaba por el monte de Bala y llegaba a Jabnel, para morir en el mar. 12La frontera occidental era el mar Grande; éste era el límite. Estas fueron las fronteras de los hijos de Judá según sus familias.

 

A Judá había prometido su padre Jacob la hegemonía sobre las otras tribus. (Gen 49:8-12). En la repartición del territorio hecha por Josué en Gálgala corresponde la primacía a Judá, que recibe una herencia superior a la de cualquiera otra tribu. Con una gran abundancia de detalles, que no se encuentran en la fijación de los límites de las otras tribus, se describen sus fronteras del sur y del norte, este y oeste. Sin embargo, no todo el territorio que se le asigna estaba pronto para la ocupación, ya que el establecimiento de los filisteos en las costas del Mediterráneo le impedía asomarse al mar. Por el sur confinaba con Edom (Núm 20:1455), desierto de Sin, en la región de Cadesbarne (Núm 20:1; Deut 32:51), Jasar Adar (Núm 34:4), en el actual Ain el-Qaderatt continuando por el wadí eí-Arísh, o torrente de Egipto, hasta el Mediterráneo. La frontera septentrional arrancaba de la orilla septentrional del mar Muerto, subía hacia Bet Agía (18:19), al noroeste de la desembocadura del Jordán. Pasaba al norte de Bet Araba (18:22), que puede identificarse quizá con Ain Gharba, al sur de Gálgala. La línea fronteriza pasaba por Deberá (el wadi Debr), al este de Neby Musa, valle de Ajor (7:24) y subida de Adumim, a veinte kilómetros al este de Jerusalén, en la actual carretera de Jerusalén a Jericó; pasaba por Ain Semes, hoy día llamada Ain el-Hod, al noreste de Betania, y llegaba a Ain Rogel (1 Re 1:9), situada al sur de Jerusalén. De allí, por el valle de Bene Hinón, tocaba el límite sudoeste de Jerusalén. Continuaba la frontera por el valle de Refaím, al sudeste de Jerusalén. Desde la cima del monte, la línea seguía hacia las aguas de Neftoá, actual Lifta, y Baala, Quiriat-Jearim (9:17). De allí se inclinaba un poco hacia el sur hasta Bet Semes y Timna, remontando de nuevo en dirección noroeste hasta alcanzar el mar Mediterráneo por el nahr-Rubín. La ciudad de Jerusalén pertenecía a la tribu de Benjamín. La proximidad de los límites entre ambas tribus hizo que la ciudad se atribuyera unas veces a Judá y otras a Benjamín Que 1:21).

 

Digresión sobre Caleb (15:13-20).

13Se había dado a Caleb, hijo de Jefoné, una parte en medio de los hijos de Judá, como Yahvé se lo había mandado a Josué; Quiriat-Arbé, del padre de Enac, que es Hebrón. 14Caleb arrojó de allí a los tres hijos de Enac: Sesai, Ajuman y Tolmar, descendientes de Enac. 15De allí subió contra los habitantes de Dabir, que se llamaba antes Quiriat Sefer. 16Caleb dijo: "Al que bata y tome Quiriat Sefer le daré por mujer a mi hija Acsa."17La tomó Otoniel, hijo de Quenaz, hermano de Caleb, y éste le dio su hija Acsa por mujer. 18Cuando iba ella a la casa de Otoniel, incitóla éste a que pidiera a su padre un campo; bajóse ella del asno, y Caleb le dijo: "¿Qué tienes?" 19Ella le respondió: "Hazme un don; pues que me has heredado en tierra de secano, dame también tierra de regadío." El le dio el Gulot (Fuentes) superior y el inferior.

 

El v.20 de este capítulo es continuación de lo dicho en el v.12. Entre los dos intercala el escritor sagrado el episodio de Caleb y Otoniel. Ya dejamos dicho que Caleb, edomita, en premio de su fidelidad, recibió una parte en medio de los hijos de Judá (14:9; Deut 1:36). Como había asegurado a Josué, Caleb tenía fuerzas suficientes para arrojar de Hebrón a los enaquim. En Dabir, conquistada por Josué (10:39; 11-21; 12:13; Jue 1:11-12), quedaban núcleos de enemigos; Caleb prometió su hija por esposa al que batiera y tomara la ciudad. Lo hizo Otoniel (Jue 3:7-11). Se dice que éste era hijo de Quenaz, hermano de Caleb; pero en otros lugares se le llama hijo de Sefoné (14:6; 15:13), por lo cual debe darse a la palabra hermano un sentido amplio de pariente; o acaso se llaman hermanos por representar dos clanes de quenecitas. Cuando Acsa se dirigía a casa de su esposo, pidió, a instancias de éste, "una bendición" a su padre, con lo cual se significaba una parcela de terreno de regadío (Gen 33:11). Caleb accedió, concediéndole dos manantiales de agua, ed-Dilbeh, a unos diez kilómetros al sudoeste de Hebrón.

 

Ciudades del territorio de Judá (15:20-63).

20Esta fue la heredad de la tribu de los hijos de Judá según sus familias. 21Las ciudades situadas al extremo de la tribu de los hijos de Judá, hacia la frontera de Edom, en el Negueb, son: Cabsel, Edel, Jagur, 22Quina, Dimona, Adada, 23Cades, Asor y Jetnán; 24Zif, Telem, Balot, 25Asor el nuevo y Cariot, Esrom, 26Aman, Sama, Molada, 27Asergada, Asemón, Bet Felet, 28Asarsual, Berseba y Baciotia; 29Bala, Jim, Esem, 30 Eltolad, Quesil, Jorma, 31Siceleg, Madmana, Sansana, 32Lebaot, Sel-jim, Ain y Remón; en todo, veintinueve ciudades con sus pueblos. 33En la Sefela (Llanura), Estaol, Sarea, Asena, 34Zanoe, Ain Ganim, Tafuaj, Enaim, 35Jerimot, Adulam, Socó, Azeca, 36Saraím, Aditaím, Guedera y Guederotaím; catorce ciudades con sus pueblos. 37Señan, Adasa, Migdal-Gad, 38 De-leam, Masefa, Jactel, 39Laquis, Bascat, Eglón, 40Cabón, Lejma, Cetlis, 41Guiderot, Bet Dagón, Nahama y Marceda; dieciséis ciudades con sus pueblos. 42Lebana, Éter, Asan, 43Jefta, Esna, Nesib, 44Queila, Ajzob, Maresa: nueve ciudades con sus pueblos. 45Acarón, con las ciudades de ella dependientes y sus pueblos. 46A partir de Acarón, del lado de occidente, todas las ciudades cercanas a Azoto, con sus pueblos; 47Azoto, las ciudades dependientes de ella y sus pueblos; Gaza, las ciudades de su dependencia y sus pueblos, hasta el torrente de Egipto y el mar Grande, que es la frontera. 48 En la montaña, Samir, Jeter, Socot, 49Dana, Quiriat Sana, que es Dabir; 50Anab, Istemo, Anim, 51 Gosem, Jalón y Güilo; once ciudades con sus pueblos. 52Arab, Duma, Esán, 53Janum, Bet Tafuaj, Afeca, 54Junta Quiriat Arbe, que es Hebrón, y Sior; nueve ciudades con sus pueblos. 55Maón, Carmel, Zif, Juta, 56Jezrael, Jocdam, Zanoe, 57Acaín, Gueba, Tamna; diez ciudades con sus pueblos. 58Jaljul, Besur, Guedor, 59Marat, Bet Anot y Eltecón; seis ciudades con sus pueblos. 60Quiriat Baal, que es Quiriat Jearim, y Harabá; dos ciudades con sus pueblos. 61En el desierto, Bet Araba, Mendín Secaca, 62Nebsán, Ir Armelaj y Engaddi; seis ciudades con sus pueblos. 63Los hijos de Judá no pudieron expulsar a los jebuseos; habitan en Jerusalén con los hijos de Judá, hasta hoy.

 

Se citan las ciudades del Negueb, de la costa, de la Sefela y de la región montañosa con sus anejos. Los hijos de Judá no entraron inmediatamente en posesión de todas las ciudades aquí citadas, teniendo que luchar largo tiempo para apoderarse de algunas de ellas. Se considera a Jerusalén como dependiente de Judá, conviviendo con los jebuseos, a los que no pudieron expulsar (Jue 1:21). En el v.59b inserta el texto griego una lista de once poblados cercanos a Jerusalén, que no figuran en el texto masorético (Baldi, Fernández, Ubagh).

 

Los hijos de José (16:1-4).

1La parte que tocó en suerte a los hijos de José comenzaba en el lado de oriente, en el Jordán de Jericó, en las aguas de Jericó, y por la montaña sube de Jericó al monte de Betel; 2seguía de Betel, Luz, y, pasando a lo largo del territorio de los arqueos, por Atorot, 3bajaba a occidente hacia la frontera de los jefletitas hasta la de Betorón de Abajo y hasta Gazer, para morir en el mar. 4 Esta es la heredad que recibieron los hijos de José, Manases y Efraím.

 

En los cuatro primeros versos del capítulo se habla conjuntamente de las tribus de Efraím y Manases (Gen 49:25-27; Deut 33:13-17), como si formaran una misma familia. Lo mismo da a entender el texto de 17:14-18. En cambio, en 16:5-9 Y 17:7-11 figuran por separado. De ahí se deduce que las dos narraciones corresponden a dos períodos distintos. Noth dispone ambas narraciones de la siguiente manera: 16:1-4; 17:1-13; 16:5-10. Esta sería la primera y genuina tradición favorable a Manases, dándose a Efraím una pequeña porción: 16:9 = 17:91.

 

Tribu de Efraím (16:5-10).

5He aquí la frontera de los hijos de Efraím según sus familias. El límite de su heredad era, a oriente, Atarot Adar hasta Betorón de Arriba; 6se dirigía por el lado de occidente hacia Micmetat, al norte; volvía luego a oriente hacia Tanat Silo y pasaba por delante de ella, al oriente, hasta Janoaj; 7de Janoaj bajaba a Atarot y Narata, tocaba en Jericó y llegaba hasta el Jordán; 8de Tafuaj iba a occidente al torrente de Cana, para morir en el mar. Esta era la heredad de los hijos de Efraím según sus familias. 9Los hijos de Efraím tuvieron también ciudades separadas en medio de la heredad de los hijos de Manases. 10No expulsaron a los cananeos que habitaban en Gazer, y los cananeos han habitado hasta hoy en medio de Efraím, pero sometidos a tributo.

 

En los v.5 y 6 se describe la frontera meridional de Efraím del lado occidental. Inmediatamente se señalan los límites septentrionales, tomando a Micmetat (17:7), hoy Jirbet Mahneh el-Fauqa, al sur de Siquem, como punto de partida. No pudieron los efraimitas expugnar la plaza fuerte de Gazer (10:33; 12:12), lo que les obligó a convivir con los cananeos.

 

Tribu de Manases (17:1-6).

1La tribu de Manases tuvo este territorio, pues era el primogénito de José. Maquir, primogénito de Manases y padre de Galaad, había recibido Galaad y Basan, pues era hombre de guerra. 2También fue atribuida una parte a los otros hijos de Manases, según sus familias: a los hijos de Abezier, a los hijos de Elec, a los hijos de Esriel, a los hijos de Siquem, a los hijos de Jefer y a los hijos de Semida; éstos eran los hijos varones de Manases, hijo de José, según sus familias. 3Salfad, hijo de Jefer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manases, no tuvo hijos, sino hijas, cuyos nombres son: Majla, Noa, Jogla, Milca y Tirsa. 4 Presentáronse a Eleazar, sacerdote, delante de Josué, hijo de Nun, y delante de los príncipes, y dijeron: "Yahvé mandó a Moisés que nos diera heredad en medio de nuestros hermanos." Se les dio, pues, según el mandato de Yahvé, heredad en medio de los hermanos de su padre. 5Tocaron a Manases diez suertes, además del territorio de Galaad y de Basan, que está al otro lado del Jordán, 6pues las hijas de Manases tuvieron su heredad entre los hijos; la tierra de Galaad fue para los otros hijos de Manases.

 

Era lógico que el autor sagrado, que antes (13:7-13; 29-31) había señalado el emplazamiento de media tribu de Manases en Trans-jordania, se circunscribiera a señalar la porción que le cupo en suerte a la otra mitad en la región cisjordánica; pero insiste sobre los clanes de Manases y su distribución en una y otra parte del Jordán. Los datos sobre la descendencia de Manases deben completarse con los que figuran en Núm 26:29-34; 27:1-4; 1 Crón 7:10 Maquir fue, o bien hijo único de Manases (Gen 50:23; fin 26:29), o el primogénito. A Galaad, hijo de Maquir, hombre errero, se le entregó Galaad y Basan; a los otros descendientes A Manases se les asignaron territorios en el lado de acá del Jordán. Sifad murió sin descendencia masculina, y sus hijas pidieron a Ivloisés una heredad entre sus hermanos. Moisés creyó justa su petición, y a este fin introdujo una excepción a la ley común entre los antiguos, y aun en el Oriente moderno, según la cual las hijas ocupan ante el derecho un lugar inferior al de los hijos, sin derecho a la herencia paterna. "Si uno muriere sin dejar hijos, haréis pasar su herencia a su hija" (Núm 27:8). Como en Núm 27:2 se nombra a Eleazar (14:1), que aparece al lado de Moisés; en nuestro texto se le asocia a Josué.

 

Límites de la porción cisjordánica de Manases (17:7-13).

7La frontera de Manases partía de Aser hacia Micmetat, que está junto a Siquem, e iba después a derecha hacia los habitantes de Em-Tafuaj; 8 el territorio de Tafuaj tocó a Manases; pero Tafuaj, en la frontera de Manases, fue para los hijos de Efraím; 9bajaba la frontera del torrente de Cana hasta el medio del torrente. Las ciudades de este territorio que tocaron a Efraím estaban en medio de las ciudades de Manases. La frontera de Manases pasaba al norte del torrente y terminaba en el mar; 10el territorio al mediodía era de Efraím, y el del norte de Manases, y su término era el mar; hacia el norte tocaban con Aser, hacia oriente con Isacar. 11Manases tuvo en los territorios de Isacar y de Aser: Betsán y las ciudades que de ella dependen; Jeblam y las ciudades de su dependencia; los habitantes de Dor y las ciudades de su dependencia; los habitantes de Endor y las ciudades de su dependencia; los habitantes de Tanac y las ciudades de su dependencia, y los habitantes de Megiddo y las ciudades de su dependencia. 12Los hijos de Manases no pudieron expulsar a los habitantes de estas ciudades, y continuó el cananeo habitando en aquella tierra; 13sometieron a los cananeos a tributo, pero no los expulsaron.

 

La frontera meridional de Manases se confundía con los límites septentrionales de Efraím, y algunas ciudades de esta tribu estaban enclavadas en el territorio de su hermano. La frontera septentrional confinaba con Aser, y la oriental con Isacar. Teóricamente, Manases ejercía su dominio sobre un número de ciudades fortificadas situadas en el territorio de las dos tribus mencionadas. El texto hebreo cita seis ciudades, con sus dependencias; Betsán Que 1:27), Jeblam, hoy Jirbet Belame, a dos kilómetros al norte de Genin; Endor, al sur del Tabor; Tanac y Megiddo (12:21); los LXX sólo citan tres ciudades: Betsán, Dor, Megiddo. Es muy probable que Jeblam Dor fueran introducidas en el texto por influencia de Jue 1:27 y Que posteriormente se añadiera Endor. Estas ciudades resistieron a Manases, y la convivencia con sus habitantes fue piedra de escándalo para los israelitas. Más tarde las redujeron a tributo, pero no expulsaron a sus habitantes. E. Sellin exploró Tell Taanac durante los años 1902-1904, encontrando gran cantidad de material a partir de los años 2000 antes de Jesucristo. Durante los años 1903-1905, G. Schumacher exploró la vecina ciudad de Megiddo (Telfel-Mu-tesselim), cuyas excavaciones reanudó el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago desde 1925-1939. Los tiempos áureos de la ciudad fueron los del Bronce medio. De tiempos del Bronce reciente apareció un palacio real con muchos objetos de marfil. El hallazgo de los establos de la caballería ilustra el período histórico de Salomón i. Tell Taanac hállase a diez kilómetros al norte de Genin, y Megiddo a dieciocho, en el límite meridional de la llanura de Esdrelón y al pie de la vertiente nordeste del Carmelo.

 

Queja de los hijos de José (17:14-18).

14Los hijos de José hablaron a Josué, diciendo: "¿Cómo nos has dado en heredad una sola suerte y una sola parte, a nosotros, que somos un pueblo numeroso, al que Yahvé ha bendecido hasta ahora?" 15 Josué les dijo: "Puesto que eres un pueblo numeroso, sube al monte y rotura una parte en la tierra de los fereceos y los refaím, ya que la montaña de Efraím te viene demasiado estrecha." 16 Los hijos de José dijeron: "La montaña no nos basta, y todos los cananeos que habitan en el valle disponen de carros de hierro, lo mismo que los de Betsán y las ciudades de su dependencia y los que habitan el valle de Jezrael." 17Josué respondió a la casa de José, a Efraím y Manases: "Eres un pueblo numeroso, tu fuerza es mucha, no puedes tener una sola suerte, 18pero la montaña será tuya; tú roturarás el bosque, y sus términos te pertenecerán; expulsarás a los cananeos, por carros de hierro que tengan y por fuertes que sean."

 

Esta perícopa refiere dos quejas presentadas a Josué en dos tiempos diferentes. La primera (v.16-18) tuvo lugar en un tiempo en que las dos tribus de Efraím y Manases formaban una unidad. La mención de las dos tribus en el v.17 es una glosa redaccional que falta en el texto griego. Los hijos de José no pueden desenvolverse en la herencia que les fue asignada, porque los cananeos ocupaban los valles, de donde no se les pudo arrojar por disponer ellos de carros de hierro Que 1:19; 4:3-13). Por lo mismo, se ven relegados a los montes, en donde faltaba tierra de cultivo. Josué les reconviene y les da a entender que no es cuestión de ensanchar los límites de su territorio, sino de explotar sus riquezas naturales, talar los bosques y convertirlos economicamente rentables.. Ya sea por indolencia o porque fracasaran en su empeño de arrojar a los cananeos, acuden de nuevo a Josué con sus lamentos (v.14-15), a los cuales responde Josué que, si la montaña de Efraím les viene dejado estrecha, vayan con sus hermanos de tribu al otro lado 4 Jordán, en la tierra de los fereceos (11:3) y de los refaím (12:4; 12 Gén 15:20), y que trabajen las tierras incultas de allí.

 

 

Segunda Distribución en Silo (c.18-19).

 

El tabernáculo en Silo (18:1-10).

1Se reunió en Silo toda la asamblea de los hijos de Israel y alzaron allí el tabernáculo de la reunión. El territorio estaba sometido. 2Quedaban siete tribus, de entre los hijos de Israel, que todavía no habían recibido su heredad. 3Josué dijo a los hijos de Israel: "¿Hasta cuándo vais a ser negligentes en apoderaros de la tierra que Yahvé, Dios de vuestros padres, os ha dado? 4Elegid tres hombres por cada tribu, y yo los enviaré para que vayan a recorrer la tierra y hagan de ella una descripción, con vistas a la distribución que hay que hacer, y me la traigan. 5La dividiréis en siete partes: Judá quedará dentro de sus fronteras, al mediodía, y la casa de José dentro de las suyas, al norte. 6Describid, pues, la tierra en siete partes, traedme la descripción, y yo haré el sorteo de ella para vosotros, aquí ante Yahvé, nuestro Dios; 7pues para los levitas no ha de haber parte en medio de vosotros, por ser el sacerdocio de Yahvé su heredad; Gad, Rubén y media tribu de Manases han recibido ya su heredad al otro lado del Jordán, a oriente, la que les dio Moisés, siervo de Yahvé." 8Levantáronse los hombres y se pusieron en camino, y al partirse para hacer la descripción de la tierra, les dio Josué sus órdenes, diciendo: "Id, recorred la tierra, describidla y volved a mí, y yo os haré el sorteo aquí ante Yahvé, en Silo." 9Partieron, pues; recorrieron la tierra, la describieron en un rollo según sus ciudades, dividiéndola en siete partes, y volvieron a Josué, al campo en Silo. 10 Josué les hizo el sorteo en Silo, en presencia de Yahvé, y distribuyó allí la tierra entre los hijos de Israel, según sus familias.

 

No nos dice el texto cuándo y cómo el tabernáculo de la reunión (Deut 31:14) fue trasladado de Caígala a Silo. A la sombra del tabernáculo se reunió toda la asamblea de los hijos de Israel. A falta de unidad política, Yahvé servía de lazo de unión entre todas las tribus. Josué había

repartido en Caígala la heredad a las tribus de Judá y de José; quedaban siete que no habían recibido terreno alguno. Josué les hizo el sorteo en Silo, en presencia de Yahvé, y, según la suerte, entregaba a cada uno su porción. Esta distribución tuvo lugar en un tiempo que el texto no señala. El cuartel general de los hijos de Israel trasladóse de Caígala a Silo, al norte de Betel Que 21:19), en el lugar llamado hoy Seilun, a unos diez kilómetros al sur de Siquem y a cuarenta al norte de Jerusalén. Excavó el lugar una misión danesa, a las órdenes de H. Kjaer, desde 1926-1929, y Schmidt (1932), dando como resultado el conocimiento de la vida próspera de la ciudad durante los siglos XII y X antes de Jesucristo.

Parece que el lugar fue abandonado durante los años 1000-300 a.C., lo que corresponde a los datos históricos sobre la destrucción de Silo por los filisteos (1 Sam 4:11-22; Jer 7:14) l.

Por el texto sabemos que las siete tribus que no habían recibido todavía su heredad se mostraban negligentes en apoderarse de la tierra que Josué les tenía reservada. Es el lider del pueblo quien les impulsa a obrar, señalándoles la suerte a cada uno. Manda que se elijan tres hombres por cada una de estas siete tribus con la misión de recorrer la tierra y describirla con vistas a una distribución equitativa. La dificultad para nosotros es saber cómo pudieron estos comisionados recorrer las tierras que todavía se encontraban en manos de los cananeos. Pero no debemos perder de vista el carácter marcadamente esquemático del libro. Quizá por encontrarse Silo en el centro de la tierra prometida, y por haberse efectuado en su recinto la distribución de las tierras, fue considerado más tarde como lugar de peregrinación (Jue 18:31); allí fue Samuel consagrado al servicio de Yahvé (1 Sam c.1-4).

 

Lote de Benjamín (18:11-28).

11La parte de la tribu de Benjamín fue sacada a suerte según sus familias, y el territorio que les tocó en suerte tenía sus fronteras entre los hijos de Judá y los hijos de José. 12Del lado del norte partía su frontera del Jordán, subía al norte sobre la vertiente de Jericó, se elevaba por la montaña a occidente y terminaba en el desierto de Bet Aven; 13de allí iba a Luz, al mediodía, que es Betel; luego bajaba a Atarot Adar por la montaña que hay al mediodía de Betorón de Abajo. 14Del lado de occidente se prolongaba la frontera, volviendo hacia el mediodía, desde la montaña situada frente a Betorón, al sur, y terminaba en Quiriat Baal, que es Quiriat-Jearim, ciudad de los hijos de Judá; esto por el lado de occidente. 15Por el lado del mediodía partía del extremo de Quiriat-Jearim hasta la fuente de aguas de Naftoaj; 16bajaba al extremo de la montaña que está frente al valle de Ben Hinón y al norte del valle de Refaím, y bajaba luego por el valle de Hinón hacia el límite meridional de los jebuseos, hasta la fuente de Rogel; 17volvíase al norte y pasaba luego por En Semes, seguía por Guelitot, que está frente a la subida de Adomim, y bajaba a la peña de Boén, hijo de Rubén; 18pasaba por la vertiente septentrional, frente al Araba; bajaba al Araba, 19y seguía por la vertiente septentrional de Bet Jogla, para morir en el extremo norte del mar de la Sal, hacia la desembocadura del Jordán, al mediodía. 20Esta era la frontera meridional. El Jordán era el límite de la frontera oriental. Esta fue la heredad de los hijos de Benjamín con todas sus fronteras, según sus familias. 21Las ciudades de la tribu de Benjamín, según sus familias, eran: Jericó, Bet Jogla, Emec Casis, 22Bet Araba, Semaraím, Betel, 23Avim, Afara, Ofra, 24Quefar Emora, Ofni y Gaba; doce ciudades con sus pueblos. 25Gabaón, Rama Berot, 26Misfe, Cafira, Amosa, 27Requem, Jirfel, Tárela, 28Sela, Eíef, Jebús, que es Jerusalén; Gabat y Quiriat; catorce ciudades con sus pueblos. Esta fue la heredad de los hijos de Benjamín según sus familias.

 

La porción que cupo en suerte a Benjamín estaba aprisionada entre Judá, al mediodía, y la tribu de Efraím, al norte; al oeste confinaba con la tribu de Dan y al oriente con el Jordán. La tribu de Benjamín era la más pequeña de todas, pero cobró celebridad a causa del ardor bélico de sus miembros, justificando con ello la comparación que empleó Jacob al decir: "Benjamín es lobo rapaz, que a la mañana devora la presa y a la tarde reparte los despojos" (Gen 49:27). Diezmados los benjaminitas por el acto brutal de Gueba, pronto tomaron nuevo vigor (Jue c.20-21). En los v.15-17 se traza la línea fronteriza meridional, que concuerda con la septentrional de Judá, omitiéndose algunos nombres.

 

Herencia de Simeón (19:1-9).

1La suerte atribuyó la segunda parte a Simeón, a la tribu de los hijos de Simeón, según sus familias; tuvieron su heredad en medio de la heredad de los hijos de Judá. 2Su heredad fue: Ber-seba, Sabe, Molada, 3Aser Sual, Bala, Asem, 4Eltolad Betul, Jarma, 5Siceleg, Bet Marcabot, Jasersusa, 6Bet Lebaot y Sarujen; trece ciudades con sus pueblos; 7Aín, Remón, Atar y Asan, cuatro ciudades con sus pueblos, 8así como todos los burgos de los alrededores de estas ciudades, hasta Baalat Beer, que es la Ramat del Sur. Esta fue la heredad de la tribu de los hijos de Simeón según sus familias. 9La heredad de los hijos de Simeón se tomó de la parte de los hijos de Judá, demasiado grande para ellos, y fue en medio de su territorio donde los hijos de Simeón recibieron su heredad.

 

Jacob maldijo a Leví y a Simeón, diciendo: "Yo los dividiré en Jacob y los dispersaré en Israel" (Gen 49:7). La realidad confirmó la profecía de Jacob, ya que Leví no ocupó un territorio fijo en Israel, y Simeón, que se estableció en medio de Judá, fue absorbido por éste. Cedió Judá a su hermano la parte más meridional de su territorio y, juntos, conquistaron las tierras del sur (Jue 1:17). Por lo mismo, no se indican sus límites, y las ciudades que se mencionan se consideran en 15:21-32 como pertenecientes a Judá.

 

Territorio de Zabulón (19:10-16).

10La tercera parte tocó en suerte a los hijos de Zabulón según sus familias; la frontera de su heredad se extendía hasta Sarid; 11subía al occidente hacia Marala y tocaba en Debaset, y luego ral torrente, ante Jocnam. 12De Sarid se volvía a oriente, al sol levante, hasta los confines de Queselet Tabor; se prolongaba hacia Daberet y subía a Jafia; 13de allí pasaba a oriente a Guita Jefer por Itacasín, y se dirigía a Remón, que confina con Noa; 14volvía del lado norte hacia Anatón y terminaba en el valle de Jeftael;15Catat, Nalal, Seremón, Jedala y Betlejem; doce ciudades con sus pueblos. 16Esta fue la heredad de los hijos de Zabulón según sus familias; las ciudades y los pueblos.

 

Este hijo de Jacob (Gen 30:19) sentía afición por los negocios (Deut 33:18-19). Su padre habíale dicho que habitaría la costa del mar; pero, a pesar de sus aficiones marítimas, debían sus descendientes desenvolverse en las vertientes meridionales del macizo galilaico, impidiéndole Aser el acceso al mar Mediterráneo. La posesión de la baja Galilea le permitía explotar su suelo fértil y exportar sus productos.

 

La suerte de Isacar (19:17-23).

17La cuarta parte tocó en suerte a Isacar, a los hijos de Isacar, según sus familias. 18Su territorio era: Jezrael, Quesulot, Sunem, 19Jafaraím, Sión, Anajerat, 20Rabot, Quesyón, Abes, 21Ramet, En Ganim, En Jadda y Bet Fases. 22La frontera tocaba en el Tabor, en Sejesima y en Betsames, y se extendía hasta el Jordán; dieciséis ciudades con sus pueblos. 23Esta fue la heredad de la tribu de los hijos de Isacar según sus familias; las ciudades y los pueblos.

 

La región más fértil de Palestina fue entregada a Isacar (Gen 30:18), quien, "viendo que su lugar de reposo era bueno y que era deleitosa la tierra" (Gen 49:15), se entregó a una vida relajada en vez de combatir para arrojar de su territorio a los cananeos. A causa de ello "hubo de servir como tributario" (Gen 49:15). De él había dicho Jacob que era "un robusto asno que descansa en sus establos" (Gen 49:14). El patrimonio de Isacar ocupaba la parte oriental de la llanura de Esdrelón, territorios muy fértiles, que fueron causa de la desidia religiosa y patriótica de Isacar. Muchas de sus ciudades reaparecen en el curso de la historia de Israel, tales como Jezrael (1 Re 18:45-55), que dio nombre a la llanura conocida más tarde por llanura de Esdrelón. Sunem (1 Sam 28:4) fue la patria de Abisag (1 Re 1:3) y lugar donde residió Elíseo (2 Re 4:8-36).

 

Porción asignada a Aser (19:24-31).

24La quinta parte tocó en suerte a la tribu de los hijos de Aser según sus familias. 25Su territorio fue Jelcat, Jalí, Beten, Acsaf, 26 Elmelec, Amad y Mesal; la frontera tocaba a occidente al Carmelo y a Sijor Lebanat; 27después se tornaba a oriente hacia Bet Dagón, tocaba a la de Zabulón y al valle de Jeftael, al norte de Bec Emec, y de Nejiel, y se prolongaba hacia Cabul, a la izquierda, 28y hacia Abrón, Rejob, Jamón y Cana, hasta Sidón la Grande; 29se dirigía luego hacia Rama, hasta la ciudad fuerte de Tiro, y hacia Josa, para morir en el mar, cerca del distrito de Ac-ziba; 30 además, Ama, Afee y Rejob; veintidós ciudades con sus pueblos. 31 Esta fue la heredad de la tribu de los hijos de Aser según sus familias; sus ciudades y sus pueblos.

 

La heredad asignada a esta tribu comprendía una franja de terreno junto al mar Mediterráneo, que limitaba al sur con el monte Garmelo y al norte con la ciudad fuerte de Tiro y, tal vez, con Sidón. territorio, sobre todo la región meridional, era muy feraz. En-rados sus habitantes a la agricultura y al comercio, no se sintieron muy solidarios con las empresas guerreras de sus hermanos, y en este sentido le achaca Débora que, mientras otras tribus se unían para combatir al enemigo, "Aser, a orillas del mar, descansaba en puertos" (Jue 5:17).

 

 

Herencia de Neftalí (19:32-39).

32La sexta parte tocó en suerte a los hijos de Neftalí según sus familias. 33Su frontera iba desde Jelef, a partir del encinar que hay en Senanim, hacia Adami; Negueb y Jabnel hasta Lecum, e iba hasta el Jordán; 34volvía hacia occidente a Azonot Tabor, y de allí seguía a Jucoca; tocaba a la de Zabulón, al mediodía; a la de Aser, a occidente, y al Jordán, a oriente. 35Las ciudades fuertes eran: Asedim, Ser, Jamat, Recat, Queneret Edema, 36Arama, Jasor, 37Cades, Edraí, En Jasor, 38Jerón, Migdael, Joren, Bet Anat y Bet Sames; diecinueve ciudades con sus pueblos. 39Esta fue la heredad de la tribu de los hijos de Neftalí según sus familias; sus ciudades y sus pueblos.

 

El hagiógrafo describe a grandes rasgos los límites fronterizos de Neftalí. Por el este limitaba con el Jordán superior, y al oeste con las tribus de Isacar, Zabulón y Aser. En el monte Tabor convergían las tribus de Neftalí, Zabulón e Isacar. Sus campos, en la orilla occidental del lago de Genesaret, eran famosos por su rara fertilidad. Sin embargo, esta riqueza natural no le sumió en la indolencia y haraganeria, como a Isacar, sino que acudió en ayuda de sus hermanos. Al igual que Zabulón, "ofrece su vida a la muerte. desde lo alto de sus campos" Que 5:18). Ha perdido actualidad la hipótesis de los que consideraban las tribus norteñas de Aser, Zabulón y Dan como de origen cananeo, de las que se hablaba, decían, en los textos de Rash Shamrah!

 

La suerte de Dan (19:40-49).

40La séptima parte tocó en suerte a la tribu de los hijos de Dan según sus familias. 41El territorio de su heredad comprendía Saraa, Estaol, Ir Semes, 42Selebín, Ayalón, Jétela, 43Elón, Temna, Acrón, 44Elteque, Guibetón, Balat, 45Jud, Bene Ba-rac, Gat Renón, 46Mejarcón y Racón, con el territorio frente a Jope. 47El territorio de los hijos de Dan se extendió más allá de sus límites, pues los hijos de Dan subieron a combatir contra Lesem, se apoderaron de ella y la pasaron a filo de espada; posesionándose de ella, se establecieron allí y la llamaron Dan, del nombre de su padre. 48Esta fue la heredad de la tribu de los hijos de Dan según sus familias; sus ciudades y sus pueblos. 49Terminada la distribución de la tierra, según sus límites, los hijos de Israel dieron a Josué, hijo de Nun, una heredad en medio de ellos.

 

La tribu de Dan, la última en el reparto, recibió un territorio en la llanura de Sarón, que en parte ocupaba Judá. De hecho, algunas ciudades que se mencionan como danitas (Sarac, Estaol, Tem-na, Acrón), pertenecían a la tribu de Judá (15:33-45-57); otras eran patrimonio de Efraím (Selebín, Ayalón), y algunas estuvieron mucho tiempo en manos de los filisteos. Aprisionado en su territorio y acosado por los filisteos, Dan, "como serpiente en el camino, como víbora en el sepulcro" (Gen 49:17), obra astutamente para hacerse con nuevas tierras. En el v.47 se contiene un breve resumen de la expedición bélica de Dan contra Lais (Tell el-Qadi), en las fuentes del Jordán, a cinco kilómetros de Banías, y cuya excursión se describe largamente en Jueces c.18. Como es fácil adivinar, se intercala en el texto un hecho acaecido en época posterior.

 

Dotación de Josué (19:50-51).

50Por mandato de Yahvé le dieron la ciudad que él pidió, Tamnat-Sara, en la montaña de Efraím; Josué reedificó la ciudad y habitó allí. 51Estas fueron las heredades que Eleazar, sacerdote; Josué, hijo de Nun, y los jefes de familias de las tribus de los hijos de Israel distribuyeron por suerte en Silo, en presencia de Yahvé, a la entrada del tabernáculo de la reunión, terminando la distribución de la tierra.

 

Los hijos de Israel quisieron corresponder a los servicios in-conmesurables que había prestado Josué a la causa nacional, entregándole una heredad en medio de ellos. Invitado a escoger, pidió la ciudad de Tamnat-Sara. Por mandato o insinuación de Yahvé se aceptó su petición. El emplazamiento de Tamnat-Sara corresponde a la actual Jirbet Tibne, a veinticinco kilómetros al noroeste de Jerusalén. Hecha la repartición de la tierra, la misión de Josué había terminado. También el autor sagrado podría poner término a su libro, por haber probado suficientemente la tesis que se propuso desarrollar; pero creyó conveniente añadir a su relato algunos apéndices.

 

1 R· De Lanche, Rash Shamrah ct VAnden Teslament (París 1945) vol.2:466.

2 Véase H. Kjaer, The Excavation of Siloh 1929: Jpos 10 (1930) 87-174.

 

 

Apéndices.

 

Las ciudades de refugio (20:1-9).

1Yahvé habló a Josué, diciendo: 2"Habla a los hijos de Israel y diles: Designad, como os lo mandó Moisés, las ciudades de asilo, 3donde pueda refugiarse el homicida que haya matado a alguno sin querer y le sirvan de refugio contra el vengador de la sangre. 4El homicida huirá a una de estas ciudades, se detendrá a la puerta de la ciudad y expondrá su caso a los ancianos de ella; éstos le recibirán entre ellos en la ciudad y le darán habitación donde more con ellos. 5Si el vengador de la sangre le persigue, no le entregarán en sus manos, porque sin querer mató a su prójimo, a quien de antes no odiaba. 6El homicida quedará en la ciudad hasta que comparezca ante la asamblea para ser juzgado y hasta la muerte del sumo sacerdote que entonces lo sea. Luego se volverá y entrará en su ciudad y en su casa, en la ciudad de donde huyó." 7Señalaron, pues, a Cades en Galilea, en la montaña de Neftalí; a Siquem, en la montaña de Efraím, y a Quiriat-Arbé, que es Hebrón, en la montaña de Judá. 8Del otro lado del Jordán, a oriente de Jericó, designaron Bosor, en el desierto, en la llanura, ciudad de la tribu de Rubén; Ramot, en Galaad, de la tribu de Gad, y Golán, en Basan, de la tribu de Manases. 9Estas fueron las ciudades señaladas a todos los hijos de Israel y a los extranjeros que habitan en medio de ellos para que cualquiera que matase a alguno impensadamente pudiera refugiarse en ellas y no muriera a manos del vengador de la sangre antes de comparecer ante la asamblea.

 

En la organización social primitiva hebraica existía entre los individuos de la comunidad entera solidaridad. Toda ofensa hecha a un individuo se consideraba como una afrenta hecha a toda la comunidad. La sangre se vengaba con sangre. El pariente más próximo de la víctima debía ser el goel, el vengador de la sangre. A esta ley de la venganza, común a todo el antiguo Oriente, se refiere el autor en esta perícopa. En los v.4-6, que faltan en el texto griego, se compendia la legislación sobre la venganza, expuesta largamente en el libro de los Números (35:9-34) y Deuteronomio (19:1-15). El altar de Yahvé aseguraba el derecho de asilo cuando el homicidio era involuntario; de lo contrario, "de mi altar mismo le arrancarás (al homicida) para darle muerte" (Ex 21:14). Adonías se amparo en este derecho y salvó su vida (1 Re 1:50-53); en cambio, Joab, que se refugió en el tabernáculo de Yahvé, encontró allí su muerte (1 Re 2:31). Para los homicidas involuntarios había creado Moisés tres ciudades de refugio en TransJordania (Bosor, Ramot y Golán), una para cada tribu allí estacionada (Deut 4:43), y había ordenado que, una vez exterminadas las naciones de Palestina, se señalaran otras tres ciudades para las tribus cisjordánicas (Deut 19:1-2). Según Abel (Géographie 2:264), Bosor estaba quizá emplazada en el actual Umm el-amad, a catorce kilómetros al nordeste de Madaba; Ramot, en el actual tell Ramit, en la región de Galaad, a diez kilómetros al sudoeste de Derah; Basan hallábase en Golán, a unos veinticinco kilómetros al noroeste de Derah. Las tres ciudades escogidas Para las tribus de Cisjordania son: Cades de Neftalí (12:22; 19:37), a dieciocho kilómetros al norte de Safed; Siquem, en el centro del País y ciudad santa (Gen 12:6; 33:18-20), y Hebrón, llamada también Quiriat Arbé (14:15; 15:13-54). Los v.4-6 se consideran como una glosa muy antigua. Con el advenimiento de un nuevo sumo sacerdote se concedía cierta amnistía a los homicidas acogidos a las C1udades de refugio 1.

 

Las ciudades levítícas (21:1-41).

1Los jefes de familia de los levitas se acercaron a Eleazar, sacerdote; a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de familia de las tribus de los hijos de Israel, 2y les hablaron en Silo, en tierra de Canaán, diciendo: "Yahvé mandó a Moisés que nos diese ciudades donde habitar, con sus campos para nuestros ganados." 3Los hijos de Israel dieron a los levitas, de sus heredades, según el mandato de Yahvé, estas ciudades, con sus campos. 4Salió la suerte para la familia de los caatitas, y los hijos del sacerdote Aarón, de entre los levitas, obtuvieron por suerte tres ciudades de la tribu de Judá, de la de Simeón y de la de Benjamín; 5los otros hijos de Caat obtuvieron por suerte diez ciudades de las familias de la tribu de Efraím, de la tribu de Dan y de la media tribu de Manases. 6Los hijos de Gersón obtuvieron por suerte trece ciudades, de las familias de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la media tribu de Manases, en Basan. 7Los hijos de Merarí, según sus familias, obtuvieron doce ciudades de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón. 8Los hijos de Israel dieron por suerte a los hijos de Leví esas ciudades y sus contornos, como Yahvé se lo había mandado a Moisés. 9Dieron de la tribu de los hijos de Judá y de la tribu de los hijos de Simeón estas ciudades; 10pues la suerte de los hijos de Aarón, de la familia de Caat, de los hijos de Leví, fue la primera. 11Diéronles, pues, en la montaña de Judá, la ciudad de Arbé, padre de Enac, que es Hebrón, con sus contornos; 12pero los campos de esta ciudad y las ciudades de ella dependientes se las dieron a Caleb, hijo de Jefoné, en heredad. 13Dieron a los hijos del sacerdote Aarón la ciudad de refugio para los homicidas, Hebrón y su contorno, así como Libna y su contorno, 14Jeter y su contorno, Estemo y su contorno, 15Jelón y su contorno, Dabir y su contorno, 16Asín, Juta, Bet-sames, con sus contornos; nueve ciudades de estas dos tribus. 17De la tribu de Benjamín, Gabaón y su contorno, Gueba y su contorno, 18Anatot y Almón y sus contornos; cuatro ciudades. 19 En todo, las ciudades de los sacerdotes, hijos de Aarón, trece ciudades y sus contornos; 20pero a las familias de los hijos de Caat, hijos de Leví, y a los otros hijos de Caat, les señaló la suerte ciudades de la tribu de Efraím. 21Se les dio la ciudad de refugio para los homicidas, Siquem y su contorno, en la montaña de Efraím, y Gazer con su contorno; 22 Quisaím y Betorón, con sus contornos; cuatro ciudades. 23De la tribu de Dan, El-teco, Guibetón, 24Ayalón y Gat Rimmón, con sus contornos; cuatro ciudades. 25De la media tribu de Manases, Tanac, con su contorno, y Gat Rimmón, con sus contornos; dos ciudades. 26En todo, diez ciudades con sus contornos para las familias de los otros hijos de Caat. 27Se dio a los hijos de Gersón, de entre las familias de los hijos de Leví, de la media tribu de Manases, la ciudad de refugio para los homicidas, Golán, en Basan, y su contorno, como también Bosra y su contorno; dos ciudades. 28De la tribu de Isacar, Quisyón, Daberet, 29Jaramut y En Ganim y sus contornos; cuatro ciudades. 30De la tribu de Aser, Masal, Abdón, 31Jelcat y Rejob, con sus contornos; cuatro ciudades. 32De la tribu de Neftalí, la ciudad de refugio para los homicidas, Cades, en Galilea, con su contorno, como también Jamot, Dor y Cartán, con sus contornos; tres ciudades. 33 En todo, las ciudades de los gersonitas, según sus familias, trece ciudades con sus contornos. 34A las familias de los hijos de Merarí, al resto de los hijos de Leví, en la tribu de Zabulón, Jocneam, Carta, 35Damna y Nalol, con sus contornos; cuatro ciudades; 36de la tribu de Rubén, Besor y Jasa, con sus contornos; 37Quedemot y Mefat, con sus contornos; cuatro ciudades; 37(38)y de la tribu de Gad, la ciudad de refugio para los homicidas, Ramot, en Galaad, y su contorno, así como Majanaím, (39)Jesebón y Jazer, con sus contornos; cuatro ciudades. 38(40)En todo, las ciudades señaladas por la suerte a los hijos de Merarí, según sus familias, el resto de las familias de los hijos de Leví, doce ciudades. 39(41)Todas las ciudades de los hijos de Leví, en medio de las posesiones de los hijos de Israel, cuarenta y ocho ciudades y sus contornos. 40(42)Cada una de estas ciudades tenía en torno suyo un campo, y así para todas las ciudades. 41(43)Yahvé dio a Israel toda la tierra que a sus padres había jurado darles, y se posesionaron de ella y se establecieron allí. 42(44)Yahvé les concedió el descanso en torno suyo, como se lo había jurado a sus padres; ninguno de sus enemigos pudo resistirles, y Yahvé los entregó a todos en sus manos. 43(45)Las buenas palabras que Yahvé había dicho a la casa de Israel, todas se cumplieron.

 

Según Gen 46:11 y Ex 6:16-20, los hijos inmediatos de Leví fueron Caat, Gersón y Merarí (Núm 3:1-39)·Caat, entre otros, engendró a Amram, que tomó por mujer a Jocabet, que dio vida a Aarón y Moisés. Aarón debe considerarse como padre de la casta sacerdotal. Los hijos de Gersón fueron Lobni y Semeí; los de Merarí, Majli y Musí (Ex 6:14; 16-19). No recibió Leví heredad en la distribución de la tierra; su herencia será Yahvé, es decir, la parte que corresponde a los sacerdotes de los sacrificios y ofrendas hechos a Yahvé. Pero a los levitas asignó Moisés algunas ciudades en las cuales podían habitar y lugares de pasto para sus rebaños. El total de ciudades asignadas a los levitas fueron cuarenta y ocho, seis de las cuales eran al mismo tiempo ciudades de refugio. Las tribus debían ceder estas ciudades en proporción de la extensión de su territorio (Núm 35:8).

Josué, a instancias de los levitas, cumplimentó esta orden de Moisés, en Silo, asistido por Eleazar, sacerdote, y por los jefes de familia de las tribus. Los aaronitas recibieron trece ciudades: en el territorio de Simeón y Judá (nueve) y de Benjamín (cuatro). A los otros caatitas (Núm 3:27; 4:18) se les entregaron diez ciudades: cuatro de la tribu de Efraím, cuatro de la de Dan y dos de la media tribu de Manases. Los hijos de Gersón (Núm 3:17-25; 4:22-28) recibie-ron trece ciudades: cuatro en Isacar, otras cuatro en Aser, tres en Neftalí y dos en la media tribu de Manases del territorio transjor-danico. Finalmente, se dieron a los hijos de Merarí doce ciudades, en la heredad de Zabulón (cuatro), Rubén (cuatro) y Gad (cuatro).

Esta narracion de la distribución de las cuarenta y ocho ciudades de la tribu de Leví, ¿se encontraba en el texto primitivo del libro de Josué o se agrego, en todo o en parte, al texto ya existente, a últimos del reinado de David y principios del de Salomón por la casta sacerdotal? No puede admitirse, con Wellhausen, Noth y otros, que la lista de ciudades sea obra del documento sacerdotal (P) y, por lo mismo, posterior a la cautividad. Puede ser que las listas fueran escritas en tiempos de David y de Salomón, dice Albright; pero la institución es de los tiempos de la conquista de Canaán l.

 

Vuelta de las tribus orientales a sus posesiones (22:1-8).

1Entonces llamó Josué a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manases, y les dijo: 2"Habéis guardado todo lo que os mandó Moisés, siervo de Yahvé; habéis obedecido a mi voz en todo cuanto os he mandado. 3No habéis abandonado a vuestros hermanos durante este largo espacio de tiempo hasta hoy, y habéis observado fielmente el mandato de Yahvé, vuestro Dios. 4Ahora, pues, que Yahvé, vuestro Dios, ha concedido a vuestros hermanos el descanso, como se lo había prometido, volveos y tornad a vuestras tiendas en la tierra que os pertenece, que Moisés, siervo de Yahvé, os dio al otro lado del Jordán. 5Pero tened gran cuidado de poner por obra los mandamientos y las leyes que Moisés, siervo de Dios, os ha prescrito, amando a Yahvé, vuestro Dios; marchando por todos sus caminos, guardando sus mandamientos, apegándoos a él y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma." 6Josué los bendijo y los despidió, y ellos se fueron a sus tiendas. 7Moisés había dado a una mitad de la tribu de Manases un territorio en Basan, y Josué dio a la otra mitad un territorio en medio de sus hermanos del lado de acá del Jordán, a occidente. Al mandarles a sus tiendas, Josué los bendijo, 8diciéndoles: "Volvéis a vuestras tiendas con grandes riquezas, rebaños muy numerosos y mucha plata, oro, bronce y hierro y vestidos; partid con vuestros hermanos los despojos de vuestros enemigos."

 

Josué despide y arenga a las tribus. Había él reclamado la ayuda de las tribus transjordánicas para que cooperaran con las otras en la conquista de Palestina. A su llamamiento acudieron presurosas, demostrando con ello fidelidad a la promesa hecha a Moisés (Núm 32:16-32). La posesión de las tierras de TransJordania estaba vinculada al cumplimiento de su promesa de ayuda a las otras tribus (Núm 32:29-30). Concedido el descanso a sus hermanos o habiéndoseles señalado el lote que les pertenecía, pueden regresar a sus tierras del otro lado del Jordán. Como padre del pueblo escogido, Josué bendice a las tribus antes de separarse y les inculca la observancia de todas las leyes de la alianza (Deut 8:6; 10:12; 11:13; 19:9; 28:9; 30:6). La media tribu de Manases regresaba a su territorio Basán (13:7; 14:2 17:6) con grandes riquezas, rebaños muy nu-rosos, mientras la otra mitad quedaba en los límites, ampliados con el tiempo, de la montaña de Efraím (17:14-15).

 

Erección de un monumento (22:9-12).

9Los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manases, dejando en Silo a los hijos de Israel, en la tierra de Canaán, se volvieron, para ir a la tierra de Galaad, que era la propiedad que habían recibido, como Yahvé se lo mandó a Moisés. 10Cuando llegaron a las regiones del Jordán que pertenecen a la tierra de Canaán, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manases edificaron allí un altar en la ribera del Jordán, un altar muy grande" 11Los hijos de Israel lo supieron cuando se les dijo: "Mirad que los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manases han edificado un altar en los confines de la tierra de Canaán, en los distritos del Jordán, del lado de los hijos de Israel." 12 Cuando los hijos de Israel lo supieron, se reunió en Silo toda la asamblea de los hijos de Israel para subir contra ellos y hacerles la guerra.

 

Desde Silo, las tribus transjordánicas regresaron a sus tierras. Al llegar a los contornos (guelitoth) del Jordán, decidieron levantar un altar muy alto, no con fines cultuales, sino como monumento conmemorativo de la unión nacional y religiosa con las tribus hermanas de la Cisjordania. En toda la narración se establece una antítesis entre la tierra prometida propiamente dicha, que por hallarse del lado de acá del Jordán se llama Cisjordania, y las tierras del lado de allá del río, o sea, la TransJordania. El límite divisorio de ambas era el río Jordán. ¿En cuál de las dos orillas se levantó el altar? En el v.10 se dice que fue edificado delante de la tierra de Canaán, y, por lo mismo, en TransJordania. Se admite que el v.11 es una adición al texto primitivo, como se desprende del cotejo de 11a con 12a; pero aun en este supuesto no se elimina del todo la dificultad, por cuanto en el v.13 se supone que la edificacion del altar se hizo en territorio transjordánico con la finalidad de ennoblecer una tierra que no estaba santificada por la presencia de Yahvé. Es muy posible que el autor sagrado haya querido registrar dos tradiciones que divergían en la cuestión del emplazamiento del altar. La unidad de altar aseguraba la unidad religiosa de Israel. El auténtico altar de Yahvé se encontraba en Silo; la erección de un rival significaba el cisma.

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Alarma en Silo (22:13-20).

13Los hijos de Israel mandaron a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manases, en tierra de Galaad, a Fines, hijo del sacerdote Eleazar, 14 y con él a diez príncipes, un príncipe de casa por cada una de las tribus de Israel, todos jefes de casa patriarcal en medio de los millares de Israel. 15Llegados a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la medía tribu de Manases, en tierra de Galaad, les hablaron, diciendo: 16"Así habla toda la asamblea de Yahvé: ¿Qué infidelidad es la que habéis cometido contra el Dios de Israel, apartándoos así de Yahvé y edificándoos un altar, volviéndoos contra Yahvé? 17¿No os basta la maldad de Fogor, de que no nos hemos purificado todavía hasta hoy, a pesar de la plaga que afligió a la asamblea de Yahvé, 18 para que os apartéis hoy vosotros de Yahvé? Si hoy os volvéis contra Yahvé, mañana se volverá la ira de Yahvé contra toda la asamblea de Israel, 19Si miráis como impuro el territorio que es vuestra propiedad, pasad a la tierra que es propiedad de Yahvé, donde Yahvé ha establecido su morada, y estableceos en medio de nosotros, pero no os volváis contra Yahvé y contra nosotros, edificándoos un altar distinto del altar de Yahvé, nuestro Dios. 20Acán, hijo de Zaré, cometió la infidelidad cuanto a las cosas dadas al anatema, y la cólera de Yahvé vino sobre toda la asamblea de Israel, y no fue él solo el que pereció por su crimen."

 

La noticia de la construcción de un altar en las orillas del Jordán conmovió a la comunidad israelita reunida en Silo, de tal manera que se habló de subir contra las tribus transjordánicas y declararles la guerra. Pero antes quisieron asesorarse de la verdad del hecho y de la finalidad del monumento. Tratándose de una cuestión religiosa, fue nombrado jefe de la delegación Fines (Núm 25:7-13), hijo del sacerdote Eleazar, a quien acompañaba un representante de cada tribu de Cisjordania. El primer encuentro fue duro por parte de los comisionados, que habían imaginado que las tribus transjordánicas habíanse apartado de Yahvé construyendo un altar rival al de Silo. Con la duplicidad de altares se rompía la unidad de culto, se resquebrajaba la unidad religiosa y se abría un posible cisma en Israel. Con estos proyectos se atraía la ira divina sobre la comunidad de Israel. Dos ejemplos candentes confirmaban sus temores: el de Fogor (Núm 25:1-9; 31:16) y la infidelidad de Acán (7:1-5). Mientras el pueblo estaba estacionado en Setim, se entregó a la idolatría, corrompido al contacto con las mujeres de Moab, y Yahvé le hubiera exterminado a no mediar la enérgica actuación de Fines (Núm 25:11).

 

Unanimidad de fe entre las tribus (22:21-34).

21Los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manases respondieron así a los jefes de los millares de Israel: 22"El Todopoderoso Dios, Yahvé, sabe; el Todopoderoso Dios, Yahvé, sabe, y sabrá toda la asamblea de los hijos de Israel: Si ha sido por rebelión y por infidelidad contra Yahvé, que no nos salve hoy. 23Si hemos edificado un altar para apartarnos de Yahvé, para ofrecer allí holocaustos y oblaciones y hacer sacrificios eucarísticos, que Yahvé nos pida cuenta de ello. 24Más bien hemos obrado por temor de que llegara algún día en que vuestros hijos dijeran a los nuestros: "¿Qué hay de común entre vosotros y Yahvé, el Dios de Israel? 25Yahvé ha puesto el Jordán como frontera entre vosotros y nosotros, hijos de Rubén y de Gad; no tenéis parte alguna con Yahvé." De este modo, vuestros hijos serían causa de que los nuestros no temieran ya a Yahvé. 26Y nos dijimos: Pongámonos a edificar un altar, no para ofrecer holocaustos y sacrificios, 27sino para que sea testimonio entre nosotros y vosotros, y nuestros descendientes después de nosotros, de que servimos a Yahvé en su presencia, con nuestros holocaustos, nuestros sacrificios y nuestras víctimas pacíficas, para que vuestros hijos no digan un día a los nuestros: No tenéis parte en Yahvé. 28Nos dijimos: Si algún día llegaran a decirnos eso a nosotros y a nuestros descendientes, les responderíamos: Mirad la forma del altar que nuestros padres edificaron, no con el fin de que sirviera para holocaustos y sacrificios, sino para ser testimonio entre nosotros y vosotros. 29Lejos de nosotros querer rebelarnos contra Yahvé y apartarnos hoy de El alzando un altar para holocaustos, oblaciones y sacrificios distintos del altar de Yahvé, nuestro Dios, que está ante su tabernáculo." 30El sacerdote Finés y los príncipes de la asamblea que le acompañaban, al oír las palabras de los hijos de Rubén, de los hijos de Gad y de la media tribu de Manases, se dieron por satisfechos; 31y Finés, hijo del sacerdote Eleazar, dijo a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de los hijos de Manases: "Reconocemos ahora que está Yahvé en medio de nosotros, puesto que no habéis cometido contra Yahvé esa infidelidad, librando así de la mano de Yahvé a los hijos de Israel." 32Finés, hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manases y se volvieron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, a los cuales hicieron relación. 33 La cosa agradó a los hijos de Israel; bendijeron a Dios y no hablaron más de subir armados contra ellos para devastar la tierra que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad. 34 Los hijos de Rubén y los hijos de Gad llamaron al altar Ed (Testigo), porque es testimonio para nosotros de que Yahvé es Dios.

 

El texto masorético del v.22 dice: "El Dios de los dioses, Yahvé; el Dios de los dioses, Yahvé, sabe bien, y lo sabe también Israel." La expresión "Dios de los dioses" se halla en Deut 10:17; Sal 136:2; Dan 2:47. Los LXX y la Vulgata consideran el Dios delante de Elo-him como independiente del complemento, de donde la traducción de la Vulgata: Fortissimus Deus Dominus. El superlativo Dios de los dioses puede designar al Dios supremo (Dhorme). El altar construido quería ser un monumento conmemorativo que recordara a la posteridad la unidad religiosa y nacional existente entre los hijos de Israel de una y otra parte del Jordán. Unos y otros reconocían la obligatoriedad de un solo altar en Israel. Por ello las tribus transjordánicas aseguran reiteradamente que el altar no tiene fines cultuales, sino un memorial que asegure el derecho de las tribus residentes al otro lado del Jordán de adorar a Yahvé en el único santuario nacional. Las razones alegadas convencieron a Finés y a sus acompañantes, que regresaron a Silo. En la comisión no figura Josué, porque, tratándose de cuestión puramente religiosa, era incumbencia exclusiva de los sacerdotes ver si se había o no infringido la ley de la unidad de culto. La encuesta de Finés se hace a base del contenido de Deut 12:10-11 l.

 

Exhortación de Josué al pueblo (23:1-16).

1Había pasado largo tiempo desde que Yahvé diera a los hijos de Israel el descanso, librándolos en derredor de todos sus enemigos; y Josué era ya viejo, de edad avanzada. 2Convocó entonces Josué a todo Israel, a sus ancianos, sus jefes, sus jueces y sus oficiales, y les dijo: "Yo soy ya viejo, de edad avanzada. 3Vosotros habéis visto todo cuanto Yahvé, vuestro Dios, ha hecho con todas las naciones que teníais ante vosotros; porque es Yahvé, nuestro Dios, el que por vosotros ha combatido. 4Ved: Yo os he distribuido por suertes, en heredad para vuestras tribus, esas gentes que han quedado y aquellas que yo exterminé, desde el Jordán hasta el mar Grande, a occidente. 5Yahvé, vuestro Dios, las rechazará y las expulsará ante vosotros y os dará en posesión su territorio, como Yahvé, vuestro Dios, os lo ha dicho. 6Esforzaos, pues, en guardar y poner por obra todo lo que está escrito en el libro de la Ley de Moisés, sin apartaros ni a la derecha ni a la izquierda. 7No os mezcléis con esas gentes que han quedado en medio de vosotros, no invoquéis el nombre de sus dioses, ni juréis por ellos, ni los sirváis, ni os prosternéis ante ellos, 8sino adherios a Yahvé, vuestro Dios, como hasta ahora lo habéis hecho. 9Yahvé ha arrojado de delante de vosotros naciones grandes y poderosas, y ninguna ha podido resistiros hasta hoy. 10Uno solo de vosotros perseguía a mil, porque Yahvé, vuestro Dios, combatía por vosotros, como os lo había dicho. 11Tened gran cuidado de vosotros mismos, amando a Yahvé, vuestro Dios; 12porque si os apartáis de El y os ligáis con los restos de esas gentes que han quedado entre vosotros; si contraéis matrimonios con ellas, mezclándoos con ellas y mezclándose ellas con vosotros, 13sabed bien que Yahvé, vuestro Dios, no seguirá arrojándolas delante de vosotros, sino que serán para vosotros un lazo y una trampa, aguijón en vuestros costados y espinas en vuestros ojos, hasta que desaparezcáis de sobre esta excelente tierra que os ha dado Yahvé, vuestro Dios. 14Yo estoy ya para irme por el camino de todos. Reconoced con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma que todas las buenas promesas que Yahvé, vuestro Dios, os ha hecho se han cumplido; ninguna ha quedado sin efecto, ninguna ha caído. 15Lo mismo, pues, que todas las buenas palabras que Yahvé, vuestro Dios, os ha dado se han cumplido, lo mismo también cumplirá Yahvé contra vosotros sus palabras de amenaza, hasta que os haga desaparecer de sobre esta excelente tierra que Yahvé, vuestro Dios, os ha dado; 16si traspasáis la alianza de Yahvé, vuestro Dios, la que El os ha prescrito, y os vais a servir a otros dioses y os prosternáis ante ellos, la cólera de Yahvé se encenderá contra vosotros y desapareceréis bien pronto de sobre la tierra buena que El os ha dado."

 

Con una indicación histórica vaga e indeterminada introduce e1 utor sagrado las palabras de exhortación de Josué al pueblo. Los israelitas gozaban ya desde largo tiempo de un descanso relativo y pronto debían resignarse a perder a su caudillo, que, de I d avanzada, estaba para irse por el camino de todos, es decir, 1 de la muerte. No se indica el sitio donde Josué convocó a los ancianos, a los jefes de las familias (14:1), a los jueces y oficiales, pero se presume que fue en Silo, a la sombra del santuario de Yahvé. Reconoce Josué que quedan en el territorio grupos de enemigos que no han sido desalojados de sus tierras. Si Israel se mantiene fiel a Yahvé, su aniquilamiento es mera cuestión de tiempo, y la tierra le será entregada totalmente, porque Dios estará con él. Pero si en vez de mantenerse alejado de los paganos en cuestiones religiosas y morales mantiene contacto con los mismos, contrae matrimonios (Deut 7:3) y, lo que es peor, invoca y ofrece sacrificios a sus dioses, entonces no serán los pueblos paganos los verdugos de Israel, sino que el mismo Dios se aliará con esos pueblos, luchará a su lado hasta que Israel desaparezca de sobre la tierra que Dios le había dado. Hubo un tiempo en que uno solo de Israel perseguía a mil (Deut 32:30) y los vencía, porque Dios combatía a su lado. Esto mismo sucederá en adelante si se mantienen fieles a la alianza de Yahvé. El redactor deuteronomista, escribe Delorme, pone mucho interés en destacar los temas de meditación que la historia de la conquista y distribución de Canaán sugiere, porque ilustran la doctrina de la alianza. Estas ideas las vemos esparcidas en todo el libro. Yahvé realiza sus promesas, dando a su pueblo en heredad la tierra de Canaán (1:3; 6-11; 23:5-14; 24:13 = Deut 4:1; 6:10; 11, 9-21.). Todo el libro manifiesta que Dios es fiel a su palabra (1:5; 9; 19; 23:3 = Deut 6:17-24; 11:22-25; 31:6-8). A este compromiso por parte de Dios debe corresponder la fidelidad de Josué y de su pueblo (1:6; 9; 18; 8:1; 10:8-25 = Deut 31:6-8:23). Deben cumplir exactamente la ley de Dios (1:6-9; 8:32-35; 11:15; c.23 = Deut 5:32; 31:9-13). Ante todo deben servir a Yahvé por ser "nuestro Dios" (24.18, etc. = Deut 6:13), manteniéndose apartados de los cultos paganos (23:6-13 = Deut 7:1-6).

 

Josué se despide del pueblo (24:1-15).

1Josué reunió en Siquern a todas las tribus de Israel y convocó a los ancianos, a los jefes, a los jueces y a los oficiales. Todos se presentaron ante Dios, 2y Josué dijo a todo el pueblo: "He aquí lo que dice Yahvé, Dios de Israel: Vuestros padres Taré, padre de Abraham y de Najor, habitaron al principio al otro lado del río y servían a otros dioses. 3Yo tomé a vuestro padre Abraham del lado allá del río, y le conduje a través de toda la tierra de Canaán, y multipliqué su prosperidad, dándole a Isaac. 4 A Isaac le di a Jacob y Esaú, y yo di a Esaú en posesión la montaña de Seír, y Jacob y su hijos bajaron a Egipto. 5Después envié a Moisés y Aarón y herí a Egipto con mi mano, como en medio de él lo hice, y os saqué de allí. 6Saqué de Egipto a vuestros padres, y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con carros y caballos hasta el mar Rojo. 7Clamaron ellos a Yahvé, y Yahvé puso tinieblas entre vosotros y los egipcios y redujo sobre éstos las aguas del mar, que los cubrió. Vuestros ojos han visto lo que yo hice en Egipto y habéis estado largo tiempo en el desierto. 8Yo os traje a la tierra de los amorreos, que habitaban del otro lado del Jordán, y ellos combatieron contra vosotros. Yo os los entregué en vuestras manos y os posesionasteis de su tierra, y yo los destruí delante de vosotros. 9Balac, hijo de Sefor, rey de Moab, se alzó para luchar contra Israel, e hizo llamar a Balaam, hijo de Beor, para que os maldijera. 10 Pero yo no quise dar oídos a Balaam, y él os bendijo repetidamente y yo os libré de las manos de Balac. 11Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Las gentes de Jericó combatieron contra vosotros, los amorreos, los fereceos, los cananeos, los jéteos, lor guergueseos, los jeveos y los jebuseos, y yo os los puse en vuestras manos.12Mandé delante de vosotros tábanos, que los echaron delante de vosotros. No ha sido vuestro arco ni vuestra espada. 13Yo os he dado una tierra que no habéis cultivado, ciudades que no habéis edificado, y en ellas habitáis, y coméis el fruto de viñas y olivares que no habéis plantado. 14Temed a Yahvé y servidle con integridad, y en verdad, quitad los dioses a quienes sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto y servid a Yahvé. 15Y si no os parece bien servirle, elegid hoy a quien queréis servir, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres al lado allá del río, si a los dioses de los amorreos, cuya tierra habéis ocupado. En cuanto a mí y a mi casa toca, nosotros serviremos a Yahvé."

 

El argumento de este último capítulo del libro de Josué abarca los siguientes puntos: 1) Josué convoca a Israel en Siquem; 2) habla al pueblo en nombre de Yahvé (v.2-1s); 3) diálogo entre Josué y el pueblo (v. 16-24); 4) renovación de la alianza (v.25-28).

La alocución que hemos visto en el capítulo anterior tuvo lugar en Silo, en donde se encontraba el tabernáculo con el arca de la alianza. Esta vez la asamblea se reúne en Siquem. Ningún otro lugar más a propósito que éste por estar la ciudad unida a los orígenes del pueblo israelita (Gen 12:8; 33:18-20; 35:4; Ex 13:19). La ciudad estaba emplazada en el lugar llamado hoy día Tell Balata, al pie del monte Ebal y a un kilómetro y medio de la actual ciudad de Naplusa. El lugar fue excavado durante los años 1913-1914, reanudando los trabajos E. Sellin en 1926 y G. Welter en 1928. Siquem era considerada como una ciudad santa; fue destruida por Juan Hircano el año 128 a.C.

No todo el pueblo reunióse en Siquem, sino los jefes, jueces, oficiales de la nación. "Todos —dice el texto— se presentaron ante Dios." La expresión da a entender que estaba allí presente el arca de la alianza, que habitualmente residía en Silo. ¿Fue trasladada a Siquem con motivo de la concentración? Puede ser, y tenemos análogos ejemplos en textos más tardíos (1 Sam 4:3; 2 Sam 15:24). Los LXX leen Silo en vez de Siquem, por creer que fue la asamblea un cultual delante del tabernáculo. Con la frase "ante Dios" puede autor sagrado aludir a la santidad del lugar en el que se desarrollo en escenas religiosas en tiempos de los patriarcas y del mismo (8:30). En este supuesto no sería necesario admitir la presencia del arca en la ceremonia.

Con un rápido bosquejo histórico describe Josué los designios de Dios sobre su pueblo elegido. No pudo Yahvé hacer más en favor de su pueblo a partir de aquel momento trascendental en que arrancó a Abraham del politeísmo (Gen 11:26-32; 12:1-6) hasta el presente, en que conquistó y entregó generosamente a su pueblo una tierra que Israel no había cultivado y unas ciudades que no había construido. Todas estas muestras de afecto y predilección obligan por sí solas a la justa correspondencia. Dice que Tare y su familia servían a los dioses falsos. Que Abraham antes de su vocación fuese idólatra, no se desprende claramente del texto. Josué deja vislumbrar que la campaña de Jericó fue dura, ganándose gracias a la ayuda divina. Otro dato nuevo es que los tábanos facilitaron a los israelitas la conquista del país. Existía la promesa de que Dios mandaría tábanos contra los enemigos del pueblo, hasta hacer perecer a los sobrevivientes o a los que se escondiesen (Ex 23:28; Deut 7:20). Pero la palabra sireah, tábano, puede interpretarse en el sentido de temor, pánico, que obligó a los enemigos a abandonar el combate (10:10). Esta es la interpretación de San Agustín (Quaest. in Hept.: PL 34:630).

 

Diálogo entre Josué y el pueblo (24:16-24).

16El pueblo respondió, diciendo: "Lejos de nosotros querer apartarnos de Yahvé para servir a otros dioses, 17porque Yahvé es nuestro Dios, el que nos sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre; el que ha hecho a nuestros ojos tan grandes prodigios; el que nos ha guardado durante todo el largo camino que hemos recorrido y entre todos los pueblos por en medio de los cuales hemos pasado. 18Yahvé ha arrojado delante de nosotros a todos los pueblos, a los amorreos, que habitaban en esta tierra. También nosotros serviremos a Yahvé, porque El es nuestro Dios." 19Josué dijo al pueblo: "Vosotros no seréis capaces de servir a Yahvé, que es un Dios santo, un Dios celoso; El no perdonará vuestras transgresiones y vuestros pecados; 20cuando os apartéis de Yahvé y sirváis a dioses extraños, El se volverá, y después de haberos hecho el bien, os dará el mal y os consumirá." 21El pueblo respondió: "No, no; queremos servir a Yahvé." 22Y Josué dijo al pueblo: "Testigos sois hoy contra vosotros mismos de que habéis elegido a Yahvé para servirle. 23Quitad, pues, los dioses ajenos que hay entre vosotros y volved vuestros corazones a Yahvé, Dios de Israel." 24Y el pueblo dijo a Josué: "Serviremos a Yahvé, nuestro Dios, y obedeceremos su voz."

 

De la simple enunciación de los hechos se deducía que Israel no podía reconocer ni adorar a otros dioses que a Yahvé. Todavía el culto a los dioses falsos existía en Israel en el momento en que Yahvé le acababa de entregar la tierra que manaba leche y miel. Cuáles fueran estos dioses, no lo especifica el texto; pero, aparte de algún contacto esporádico en este tiempo con el culto idolátrico de los cananeos, es probable que muchos conservaran los famosos terafim, o dioses lares, tutelares de las casas, a los que se rendía culto en secreto. Josué, como más tarde Elías (1 Re 18:21), conmina al pueblo para que se decida de una vez a favor o en contra de Yahvé. La comunidad se decide por Yahvé. Josué reconoce que nunca se podrá servir a Dios tal como se merece, porque es un Dios santísimo; es, además, un Dios celoso, que no admite competidor (Ex 20:5; 34:14; Deut 4:24; 5:9; 6:15) y que castiga duramente el pecado de idolatría.

 

Renovación de la alianza (24:25-28).

25Josué concluyó aquel día una alianza con el pueblo y le dio en Siquem leyes y mandatos; 26y escribió estas palabras en el libro de la Ley de Dios, y, tomando una gran piedra, la alzó allí debajo de la encina que hay en el lugar consagrado a Yahvé. 27Dijo a todo el pueblo: "Esta piedra servirá de testimonio contra vosotros, pues ella ha oído todas las palabras que Yahvé os ha dicho y será testimonio contra vosotros para que no neguéis a vuestro Dios." 28Y Josué mandó al pueblo que se fuese cada uno a su heredad.

 

En el c.8 se habló de una reunión en Siquem, junto al altar de Yahvé, edificado sobre el monte Ebal, en donde se concertó una alianza entre Dios y su pueblo. Al término de su reúne de nuevo Josué al pueblo en el mismo lugar. Quizá la renovación de la alianza de que se habla en el c.8 sea idéntica a la que se narra en el presente capítulo. A este pacto de la alianza sigue una nueva imposición de leyes y mandatos que se añadían a la legislación mosaica anterior. La primera parte del v.26: Y escribió estas palabras en el libro de la Ley de Dios, ha sido interpretada diversamente. En concreto, ¿qué escribió Josué? Muy probablemente las repetidas afirmaciones del pueblo de obligarse con juramento a servir a Dios y obedecerle y observar las leyes de la alianza. Este libro es distinto del "libro de la Ley de Moisés" (8:31; 23:6); se trata probablemente de un libro en que se anotaban los dichos y hechos de Josué.

Las promesas hechas de palabra fácilmente podían olvidarse y tergiversarse; escritas, en cambio, recordarían a la posteridad el solemne compromiso de sus padres para con Dios. Para perpetuar la memoria de aquel solemne acto, tomó Josué una gran piedra, que colocó debajo de la encina (Gen 12:6; 35:4; Deut 11:30) que había en aquel lugar sagrado. Era frecuente levantar una piedra para perpetuar la memoria de un hecho o de un pacto (Gen 31:46-48; Jos 22:34); Pero esta piedra, como se dice de manera retórica en el texto tiene oídos y ha escuchado todas las palabras del pueblo (Jue 9:6); de ahí que en el día de mañana dará ella testimonio contra el puéblo en el caso de que falte a su juramento.

 

Muerte de Josué (24:29-31).

29Después de esto, Josué, hijo de Nun, siervo de Yahvé, murió a la edad de ciento diez años. 30Fue sepultado en la tierra de su posesión, en Tamnat Saré, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gas. 31Israel sirvió a Yahvé durante toda a vida, de Josué y durante toda la vida de los ancianos que le Sobrevivieron y conocían cuanto había hecho Yahvé a favor de Israel.

 

Murió Josué a la edad de ciento diez años. Este número de años pasaba en Egipto por el tiempo perfecto e ideal de vida. El sabio Ptahhotpe dice de sí mismo: "No es poco lo que he cumplido en esta tierra; he vivido ciento diez años." Un agradecido discípulo augura a su maestro, como premio dado por la divinidad, ciento diez años de vida. Considerando, con relación a esto, la indicación sobre los años de la vida del José egipcio y tomándola, además, en relación con las indicaciones de edad de los patriarcas y sobre las genealogías de Gen 5 y 11, parece claro que los números de los años de José y de Josué no tienen valor cronológico, sino simbólico. Tocante a Josué, la cifra quiere significar que él había logrado la talla de su antepasado, pues ambos han cumplido con la importante tarea que Dios les había confiado1.

Josué fue sepultado en Tamnat Saré, lugar que se identifica generalmente con Jirbet Tibneh, a unos veinte kilómetros al nordeste de Lidda y a veintinueve de Jerusalén, correspondiendo al emplazamiento de la antigua Thamna o Thammatha (1 Mac 9:50).

 

Sepultura de los restos de José (24:32).

32Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traíc de Egipto, fueron enterrados en Siquern, en el trozo de tierra que Jacob había comprado por cien quesitas a los hijos de Jamor, padre de Siquern, y fueron propiedad de los hijos de José.

 

Quiso José que sus restos recibieran sepultura en Canaán (Gen 50:25). Moisés cuidó de cumplir el juramento que se le hizo en este sentido, al ordenar que los israelitas, al salir de Egipto, llevaran consigo sus huesos (Ex 13:19). Que recibieron sepultura en Siquem, en el trozo comprado por Jacob por el precio de cien que-sitas (Gen 33:18-19). La palabra hebraica quesita, moneda en curso en los tiempos patriarcales (Job 42:11), significa propiamente cordero, pecus, de donde se ha derivado el término pecunia (Dhorme). Según otros, quesita significaba un determinado peso de oro o plata. Al pie del monte Ebal, en Siquem, se enseña todavía hoy el sepulcro de José.

 

Muerte y sepultura de Eleazar (24:33).

33 Eleazar, hijo de Aarón, murió y fue sepultado en Gueba ciudad de Finés, su hijo, a quien había sido dada, en la montaña de Efraím.

 

Eleazar ocupa un lugar destacado en la distribución de Canaán, No indica el texto el tiempo y el lugar de su defunción. El autor sagrado, en fuerza del carácter esquemático del libro, consigna el hecho de su muerte para señalar el fin de un glorioso período en la historia del pueblo de Israel, cuyos protagonistas principales fueron Josué y Eleazar. Fue sepultado Eleazar en la colina de Finés, en la montaña de Efraím. El libro de Josué se acaba con la triple sepultura de José, Josué y Eleazar.

 

1 The List of Levitic Cities: "Louis Ginzberg Volume" (New York 1945) 49-73.

1 Sobre este capítulo véase J. De Fraine, De Alian Rubenitarum: VD 25 (1947) 301-313·

1 Schildenberger, Los Géneros Literarios l.c., 138-139.