Vigilia de Pentecostés 2012

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27 de Mayo

8-12 de la noche

Ven Espíritu Santo, enciende tu fuego de amor en nuestras familias

0. Algunas ideas para la Preparación:

Preparar bien el salón, adornar lo con flores, poner los bancos en forma circular, alrededor del Altar. Se prepara el Altar en el centro. Se pueden colocar 12 velones que simbolicen los apóstoles reunidos y un velón más grande que simbolice a la Virgen que estaba con ellos cuando vino el Espíritu Santo (Hechos 1, 14). Se coloca en un lugar destacado la imagen o cuadro de la Virgen.  Estos velones se mantienen apagados hasta que se anuncie el mo­mento de Pentecostés.

Pueden poner algunos letreros pidiendo el don del Espíritu Santo y algún dibujo del símbolo del Espíritu Santo: una paloma o rayos de luz que van hacia abajo, etc.

Preparar bien las moniciones, preparar los cantos adecuados, hacer la agenda con claridad y así saber lo que le toca a cada uno.

Cada momento tiene su signo. Por eso, deben estudiar el momento asignado y prever los signos y la cantidad que se necesitan de ese signo de acuerdo al  número de grupos que se formen. Por ejemplo, las antorchas, las llamaradas de color rojo con cada uno de los dones del Espíritu Santo, la canasta con las frutas.

Si es posible sería bueno tener un compartir en su comunidad para celebrar esta fiesta.

Les ponemos sólo las lecturas y algunas indicaciones de signos si­guiendo un orden. No se olvi­den de tener momentos de oración en silencio que ayuda mucho para penetrar en la Palabra y es una oportunidad para que el Espíritu Santo entre a nuestros corazones.


 

Inicio de la Vigilia 2012

 

1. Monición Ambiental:

Queridos hermanos y hermanas: El Señor nos ha reunido hoy para esta Vigilia de espera de la celebración del día de Pentecostés.

Pentecostés comenzó como una celebración judia de la cosecha de trigo a finales de la primavera, cuando la cosecha estaba lista para la recolección.

Gradualmente se convirtió en una costumbre de celebrar esta fiesta a los 50 días de Pascua y por eso se le dio el nombre de Pentecostés que quiere decir 50 días.

Esto ocurrió así porque los judíos calcularon que cuando sus padres salieron de Egipto llegaron cincuenta días después al Monte Sinaí donde Dios hizo la Alianza con su pueblo y el pueblo con su Dios. Asi, Pentocostés se convirtió en la fiesta de esta Alianza.

Para nosotros ahora esta fiesta tiene un sentido nuevo: celebrada 50 días después de la nue­va Pascua, la Pascua de Cristo - paso de la muerte a la Vida, inicio de la nueva y eterna Alianza - es la fiesta del regalo del Espíritu Santo que inaugura un tiempo nuevo, el tiempo de la nueva alian­za.

En la Iglesia esta celebración es muy importante, porque en ella siempre se ha visto el inicio público de la Iglesia que se lanza a cumplir su misión de continuadora de la misión de Jesús. Es el día de la iglesia, de la comunidad cristiana, porque en este día, y para siem­pre el Espíritu Santo la anima, la impulsa, la dirige, la fortalece, la conduce; la defiende, la vivifica, le recuerda todo lo que Jesús hizo y dijo, la ilumina y lo hace presente en ella.

Y es, por esto que, siguiendo una tradición muy antigua, la Iglesia ya desde la Víspera se reúne en oración para pedir con insistencia este don del Espíritu, para que se renueve en nuestro interior y en el interior de la Iglesia y el mundo.

Dado que estamos en el año dedicado a cultivar la fraternidad en la familia esta Vigilia 2012 está dirigida a orar para que el Espíritu Santo encienda el fuego de amor en cada familia y en todas las familias de nuestro pueblo.

Así con la fuerza del Espíritu Santo haremos vida el lema de este año: “En familia y fraternidad cambiemos la sociedad”.

Nos acompaña María, quien junto con los Apóstoles esperó y recibió el don del Espíritu Santo.

Iniciamos invocando la presencia del Espíritu Santo sobre nuestras familias cantando.

 

2. Canto de entrada: Vamos cantando hasta que ba­je su poder.

3. Saludo del que preside: Hermanos y hermanas que la gracia de  nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo, esté en todas nuestras familias.

4. Oremos: Padre santo, que nos reúnes esta noche en oración, te alabamos y te bendecimos por tu gran amor, al regalarnos a tu Hijo y enviarnos tu  mismo Espíritu Santo que nos permite amarte, invocarte, vivir la fraternidad en nuestras familias y ser promotores desde nuestros hogares de la transformación de nuestra sociedad. Realiza, Padre, en nosotros un nuevo Pentecostés en cada familia que reavive la presencia de tu Espíritu de amor que nos haga capaces de realizar la integración de nuestras familias  en las que reine la comprensión, la unidad, la honestidad y una relación permanente contigo. Por Jesucristo nuestro Señor.

5. El que preside:

Hermanos y hermanas: esta noche de vigilia la hacemos animados por la Palabra de Dios. Por eso durante esta noche la Palabra resonará abundante y con gran fuerza para mostrarnos cómo el Espíritu  enciende el  fuego de amor en nuestras familias, las reaviva con su presencia, la llena de sus siete dones, la capacita para dar sus frutos y la hace misionera para transformar nuestra sociedad. Dejemos que el Espíritu Santo descienda a  nosotros a través de esta Pala­bra.

Primer Momento

Ven Espíritu Santo, enciende el fuego de tu amor

en nuestras familias

6. Monición: En esta primera lectura tomada del Exodo se nos muestra cómo la presencia de Dios se manifiesta con poder ante Moisés y ante todo el pueblo de Israel. Ante el pueblo, se destacan los signos de su poder en forma de  truenos y relámpagos, una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el Sinaí humeaba porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego.

En el día de Pentecostés estos mismos signos: el Espíritu de Dios descendió sobre los apóstoles en forma de lenguas de fuego, se escuchó un gran estruendo y un viento como si fuera un huracán.

El signo del fuego es muy usado en las Sagradas Escrituras. Recordemos, por ejemplo, a Juan el Bautista quien hizo esta promesa: “El les bautizará con Espíritu Santo y fuego” (Mt 3,11).

Estas palabras tenían un profundo significado: mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo.
El fuego da calor frente al frío y así calienta la casa y la familia que en ella habita. En este sentido, descubrimos que el Espíritu Santo como fuego quita el miedo que es un frío que nos paraliza  y no nos deja amar  ni nos permite poner al servicio de nuestra familia todos los talentos que Dios nos ha regalado.

El fuego, permite preparar la comida, que nos reune en una misma mesa. Así, el Espíritu Santo como fuego actúa en nuestras familias para unirnos en el amor  y para juntarnos a celebrar la Eucaristía del Señor.

El fuego funde los metales, purifica los diferentes materiales que envuelve estos metales y los hace aparecer. Así mismo, el Espíritu Santo nos purifica en nuestras vidas  aprovechando las situaciones duras y terribles a nivel personal, familiar y social para llevarnos a brillar delante de Dios y de las demás personas y familias.

El fuego ilumina la oscuridad de la noche. Del mismo modo, viene a encender la luz de Cristo en la oscuridad de este mundo que busca ocultar a Dios, a su Reino y a sus valores. Esta luz de Cristo a través del Espíritu penetra las conciencias y las ilumina con la verdad que les permite caminar sin tropiezos ni desviaciones.
El fuego invita a reunión, a intimidad, a confidencia, a diálogo y a fiesta. Del mismo modo, el Espíritu Santo nos lleva  a la cercanía con el Señor y entre nosotros, crea comunión en las familias y en la sociedad, inspira el diálogo y anima la fiesta del amor en nuestras vidas y en nuestras familias.
Es verdad que hay también fuego que quema y que hiere. Hay fuegos de agresiones y armamentos. Y hay fuegos destructivos como bombas. Pero, el Espíritu Santo viene a crear el fuego intenso y sostenido del amor en las personas y en las familias. Es el fuego que arde en cada hombre y en cada mujer que siente, que lucha y que ama. Es un f uego permanente, activo y en movimiento.
Es el fuego que no cansa, que no reposa, que no se apaga. Es el amor. El fuego de la vida. El Dios del amor por el dolor de sus hijos. Mientras caminaban por el desierto el amor de Dios los protegía. El fuego y la nube: el Espíritu de Dios.
El Espíritu es un fuego que arde sin consumirse.  Necesitamos este fuego de Dios en cada una de nuestras familias. Por eso, en esta Vigilia lo invocamos con fuerza sobre ellas. Escuchemos ahora atentamente esta Palabra tomada del libro del  Exodo.


7. Proclamación de la Palabra: Exodo 19,3-8a.16-20b.

Silencio meditativo. Se puede leer de nuevo en silencio la Palabra.


8. Compartamos esta Palabra: El que quiera puede expresar lo que esta Palabra le sugiere. Se puede partir de estas preguntas: ¿Qué realiza en nosotros el Espíritu Santo como fuego de Dios en nuestras familias? ¿En qué se nota la presencia del Espíritu Santo como fuego de Dios en nuestras vidas? ¿En qué sientes este fuego del Espíritu Santo en tu familia y en qué no?

9. Recemos con el Signo: Se pasan en este momento antorchas de fuego por cada grupo. En el momento de tenerla en su mano se pide por el don del Espíritu Santo en sus familias, para que las encienda de amor.A cada petición se responde diciendo: “Espíritu Santo, enciende el fuego de tu amor en nuestras familias”

10. Canto: El fuego cae

Segundo Momento

Espíritu Santo, reaviva nuestras familias

con tu presencia

11. Monición: En este segundo momento escucharemos a Ezequiel a quien el Señor le hace descubrir la realidad de su pueblo que se había vuelto un valle lleno de huesos secos y muertos y lo que es peor sin esperanza ya que sólo se lamentaban diciendo: «Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados».

Pero, el Señor le promete que les enviará su Espíritu que hará que esos huesos tomen carne y vuelvan a la vida. El mismo abrirá sus sepulcros, les infundirá su Espíritu y vivirán.

Cuando miramos nuestras familias podemos descubrir que está llena de huesos secos: desintegración, división, pleitos, divorcios, separaciones, odios, violencia, muerte, irrespeto, indisciplina, pobreza, pocas oportunidades, antivalores y la lista se podría alargar más y más.

También, como le pasó al pueblo de Israel, muchas familias han perdido la esperanza de que su familia pueda levantarse de esas terribles situaciones. Muchas familias se dicen a sí mismas: “esto no tiene solución”; “ya no puedo más”; “esto hay que dejarlo así”.

Pero, en este día nos llega esta buena noticia llena de esperanza: tú, ustedes no podrán. Pero, el Espíritu del Señor puede llenar de vida a tu familia, llenarla de su amor, transformarla, levantarla de la muerte y hacer de ella una comunidad de vida y de amor.

Escuchemos llenos de esperanza esta Palabra.

 

12. Proclamación de la Palabra: Ezequiel 37,1-14.

Silencio meditativo. Se puede leer de nuevo en silencio la Palabra.


13. Compartamos esta Palabra: El que quiera puede expresar lo que esta Palabra le sugiere. Se puede partir de estas preguntas: ¿Cómo estaban esos huesos? ¿Qué hizo el Espíritu Santo en ellos? ¿Qué huesos secos hay en nuestra familia? ¿Qué esperas del Espíritu Santo para tu familia?


14. Recemos con el Signo: En este momento se traen unas ramas secas. En silencio se presenta al Señor los huesos secos presentes en nuestra familia. El que quiera en forma de oración le presenta la situación de su propia familia con sus huesos secos.

Luego, se traen unas ramas verdes o una planta viva que se va pasando de mano en mano y se va invocando al Espíritu Santo para que el Señor reavive a sus familias en esas situaciones de muerte que hay dentro de ellas con diferentes peticiones espontáneas a las que todos responden: Espíritu Santo, reaviva nuestras familias con tu presencia.

 

15. Canto: Que tu Espíritu, Señor, abrase todo mi ser.

- Hazme dócil a tu voz. Transforma mi vida entera. - (bis)

Tercer  Momento

Espíritu Santo, regala a nuestras familias

tus siete dones.

16. Monición: En la lectura del libro de Isaías que escucharemos en este tercer momento  resonará el anuncio de que sobre un hijo del tronco de Jesé, de la familia de David, se  posará el Espíritu de Dios con todos sus dones para qur pueda realizar el plan de Dios con su pueblo.

Está profecía sobre el Mesías futuro indica que su misión será implantar la justicia y la paz entre los hombres y mujeres y con la naturaleza, lo cual es un volver al estado inicial de armonía que existía en la creación. Y esto serña posible por la acción del Espíritu que actúa en El.

Este anuncio ya se ha cumplido en Cristo Jesús totalmente como Mesías verdadero y quien nos ha regalado los siete dones de su Espíritu para que podamos realizar su Reino en este mundo.

Estos dones del Espíritu son: la sabiduría, consejo, ciencia, temor del Señor, entendimiento, piedad y fortaleza. Con ellos el Espíritu Santo nos capacita para hacer lo bueno ante Dios y ante nuestra familia y nuestra sociedad.

Invoquemos con insistencia estos dones del Espíritu Santo para nuestras familias.

 

17. Cuarta Lectura: Isaias 11, 1- 9


18. Compartamos la Palabra: El que quiera puede expresar lo que esta Palabra le sugiere. Se puede partir de estas preguntas: ¿Cuáles son los dones  del Espíritu que el Señor concedió a su elegido? ¿Cuáles de estos dones necesito con mayor urgencia?

 

19. Oremos con el signo:

Animador: Ahora vamos a reflexionar y orar sobre los dones del Espíritu Santo, que son entregados gratuitamente por Dios para que quien los recibe, los ponga al servicio de los hermanos. Según se vaya anunciando uno de los dones se pasará una de las llamas de fuego que tiene el nombre de ese don.


a) Don de sabiduría:

Un papá: Es el don que ilumina nuestra inteligencia. Nos da un corazón y unos ojos para distinguir la verdad de la mentira y creer en ella.


Todos: Bendito seas Espíritu Santo, Luz de Dios. Ayúdanos hoy vivir con el don de la sabiduría para que como familias podamos distinguir claramente lo que viene de ti y rechazar lo que es del enemigo malo que nos quiere confundir, que en nuestra vida caminemos con valentía y confianza en medio de nuestras incertidumbres hacia la claridad de tu luz.


b) Don de consejo:

Una mamá: Es el don que conduce a elegir bien entre las distintas alternativas que la vida propone. Hace que en el momento de escoger, escojamos lo que más nos conviene: Inspira lo que se debe hacer y lo que se debe hacer o decir y cómo se debe hacer o decir. Lo que se debe evitar y lo que se debe callar. Nos llena de inspiraciones.


Todos: Bendito seas Espíritu Santo, nuestra fortaleza, concede a nuestras familias buscar siempre tu dulce consejo para que nuestro corazón siempre este inclinado hacia ti; y podamos encontrar la libertad en la verdad.


c) Don de temor de Dios:

Un papá: Es el don de respeto a Dios y a los hombres. El temor de Dios es la actitud que nos hace vivir de manera constante bajo la mirada del Señor, que es una mirada de Padre que te conoce y te ama como no te puedes imaginar… y quiere el verdadero bien para ti. Es pues un temor que nace del amor. Y lleva a actuar como a Dios le gusta, porque ese es el bien más grande.


Todos: Bendito seas Espíritu Santo, sopla sobre nuestras familias para que nos des este santo temor de Dios que nos lleve a respetarlo obedeciendo siempre sus mandatos de amor y así nos mantengamos en su amor.


d) Don de ciencia:

Una mamá: Es el don que nos hace penetrar en el sentido de la vida, en el conjunto del mundo y de la historia como lugar donde está presente Dios. A El no le vemos, pero podemos ver sus huellas y señales en todo lo creado. Es lo que se llaman los “signos de los tiempos”… Gracias a este don podemos evitar las ideologías que engañan, ser sensibles a las necesidades materiales y morales de las personas, trazar planes y proyectos para transformar la realidad, descubrir la belleza y la hondura del conocimiento humano, gustar del estudio y de la reflexión, saborear la belleza y el arte…


Todos: Bendito seas Espíritu de Verdad. Concede a todas las familias y a tu Iglesia ser infatigables buscadores de la verdad, para que todos amemos la verdad y restablezcamos entre nosotros relaciones saludables para vivir en paz.


e) Don de entendimiento:

Un papá: Es un don referido a la fe. La fe es una virtud por la cual nos confiamos con abandono total en las manos de Dios que se ha manifestado en Jesús el Señor que vive en su Iglesia. Es apoyarse en las palabras del Señor que no engaña y encontrar en ellas el apoyo para nuestra vida. Gracias a la fe, sentimos una llamada para reunirnos en comunidad, para comunicarnos, para sostenernos mutuamente. La fe nos hace Iglesia.


Todos: Bendito seas Espíritu Santo, derrama tu fuego para que nuestra fe sea purificada y podamos constantemente vivir como hijos renacidos en tu fuerza. Que nuestra fe nunca vacile, para que podamos dar testimonio como familias de la bondad de nuestro Dios.


f) Don de piedad:

Una mamá: El don de piedad puede considerarse como la orientación de todo el corazón a Dios. Es una especie de afecto entrañable y de ternura filial hacia Dios. Es como estar enamorados de El y desear darle gloria en todo. Es lo que nos hace sentir un cariño especial por todo lo que tenga relación con su Reino. Es el don que nos hace ver a Dios en el rostro del hermano. Es el don de la fraternidad universal.


Todos: Bendito seas Espíritu Santo, ven y llénanos de tu alegría, para que como familias nos esforcemos día a día para que nuestra vida corresponda a nuestra vocación de ser imagen de Dios y así, podamos nosotros ser testimonio del amor, del perdón, del cuidado amoroso de unos con otros.


g) Don de fortaleza:

Un papá: El don de la fortaleza nos ayuda a ser fieles y perseverantes en la fe, sin dejarnos llevar por la desgana o por el qué dirán. El Espíritu me hace superar las dificultades, eludir los peligros, afrontar las persecuciones. Me da la fuerza de Dios para vivir y anunciar el Evangelio sin miedos ni complejos, transformándome en testigo arriesgado y audaz.


Todos: Bendito seas Espíritu Santo, ven y renueva el rostro envejecido de la tierra. Danos fortaleza para que nuestras familias y nuestra comunidad se mantengan firmes en la construcción de la paz de tu Reino.

 

20. Canto: Ven, Espíritu de Dios, sobre mi, me abro a tu presencia, cambiarás mi corazón.

Cuarto Momento

Espíritu Santo, ayuda a nuestras familias

a dar tus frutos

21. Monición:

Cuando el Espíritu Santo “siembra” en nosotros sus dones, producimos los frutos que Él nos inspira. San Pablo, en la carta a los Gálatas nos dice que los frutos del Espíritu Santo son: el amor, la alegría, la paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad, dominio de sí mismo.

San Pablo considera a la persona, a las familias y a los pueblos como un campo de batalla donde dos fuerzas opuestas libran un combate. Ellas son la fuerza del instinto (la carne) y la fuerza del Espíritu.

El instinto mata la libertad y conduce a la esclavitud dramatizada en la lista de vicios que pisotean y destruyen la libertad del otro y en las pasiones que encadenan a la persona a la tiranía del sexo.

Al contrario, el Espíritu Santo produce  el fruto del amor, que encabeza la lista de dones, que son el despliegue y la consecuencia del amor, comenzando por la alegría hasta llegar al dominio de sí. Así puede ser una persona y una familia libre que forma parte de una comunidad libre y solidaria.

Lo importante es dejarse guiar por el Espíritu de Dios, que implica un compromiso activo de vivir según el Espíritu y siguiéndolo en todo y con todos.

Escuchemos con atención esta invitación de San Pablo.


22. Lectura: Gálatas 5, 22-26


23. Compartamos la Palabra: El que quiera puede dar testimonio de la presencia del Espíritu Santo en su vida y cómo le llena de esperanza y le da fuerza para dar sus frutos en su familia y en la sociedad.

 

24. Oremos con el signo: Se trae una canasta con 9  frutas que cada una tiene el nombre de uno de los dones. Se leen los nombres de los frutos. Se va pasando de mano la canasta y cada uno invoca al Espíritu Santo para que le fortalezca y le guíe para dar los frutos que necesita dar más.

 

25. Canto: Ilumíname Señor  con tu Espíritu o El Espíritu del Señor está sobre mí.

Quinto Momento

Espíritu Santo, haz que en familia y fraternidad cambiemos la sociedad.

26. Monición: La profecía de Joel que escucharemos en este momento es anuncio de lo que acontecería en Pentecostés cuando el Espíritu se derramó sobre todo el pueblo.

Desde ese día se cumplieron las palabras del Profeta de modo que ya el Espíritu Santo no desciende sólo sobre algunos elegidos, sino que se comunica a todos para liberarnos y capacitarnos para transformar nuestras vidas, nuestras familias y nuestra sociedad.

Invoquemos ese don del Espíritu Santo sobre cada una de nuestras familias para que como resto del Señor, que se deja guiar por el Espíritu Santo sepamos trabajar para cambiar nuestra sociedad dominicana afectada por el narcotráfico, las drogas, la violencia intrafamiliar y social, la corrupción pública y privada, la desintegración familiar.

Como se insiste siempre es bueno recordar que las familias son base y fundamento de la sociedad y de la Iglesia. Si las familias caminan según el Espíritu de Dios la sociedad caminará del mismo modo.

Escuchemos con atención esta Palabra.

 

27. Lectura: Joel 3,1-5


28. Compartamos esta Palabra: El que quiera puede expresar lo que esta Palabra le sugiere. Se puede partir de estas preguntas: ¿Sobre quien se derrama el Espíritu Santo? ¿A qué nos compromete la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, en nuestras familias y en nuestra sociedad?


29. Oremos con el signo: El Señor ha derramado ya su Espíritu sobre nosotros desde el Bautismo y la confirmación y nos hecho discípulos misioneros de Jesucristo. Hoy pidamos al Espíritu del Señor que se renueve en nuestro interior y produzca a través de nosotros los frutos del amor en medio de nuestras familias, de nuestro Sector y de nuestra sociedad. Ahora vamos a orar sobre cada uno por esta intención. El que quiera que oremos por él o por ella se coloca en el centro del círculo. Todos le imponen las manos y rezan por él o ella. También, pueden unirse los de la misma casa y orar por ellos.

 

30. Canto: Apodérate de todo mi ser.

Sexto Momento

Proclamación  de la venida del Espíritu Santo

El animador/a invita a todos a formar un gran círculo en todo el templo o capilla, aunque se queden los bancos vacíos, de modo que nadie quede detrás.

Se colocan en el altar 13 velones. Los 12 hombres simbolizando a los 12 apóstoles y a la Virgen se colocan alrededor del altar. Se tienen fósforos para encender las luces en el momento adecuado. Se puede preparar también  la tambora para que al hablar de ruido la toquen.


31. Animador/a: En este momento hacemos memoria del hecho del primer Pentecostés. Pidamos que se realice en nosotros y en nuestras familias aquella misma efusión del Espíritu Santo para ser verdaderos testigos de Cristo.

 

30. Proclamación de la Lectura: Hechos 2,1-11.

(Se hace despacio la proclamación de la lectura y haciendo lo que se indica entre paréntesis).

 

“Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo (se toca la tambora)

como de un viento recio (se sigue tocando la tambora)

resonó en toda la casa donde se encontraban (se sigue tocando la tambora)

Vieron aparecer como unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno (aquí se van prendiendo todas las velas y se les va dando a la Virgen y los Apóstoles que la colocan sobre sus cabezas)

se sigue leyendo el texto….


31. Hermanos y hermanas: invoquemos sobre nosotros el Espíritu Santo. Levantemos nuestras manos hacia El y repitan conmigo. (Mientras se hace la oración los Apóstoles y la Virgen van colocando sobre las cabezas de cada uno el velón, signo del fuego del Espíritu Santo)

 

Ven Espíritu Santo/ manda tu luz divina desde el cielo/

Padre amoroso del pobre/ don en tus dones esplendido.

 

Luz que penetras las almas/ fuente del mayor consuelo/ tregua en el duro trabajo/ brisa en las horas de fuego/ gozo que enjuga las lagrimas/ y reconforta en los duelos.

 

Entra hasta el fondo del alma/ divina luz/ y enriquécenos/ mira el vacío del hombre/ si tu le faltas por dentro/ mira el poder del pecado/ cuando no envías tu aliento.

 

Riega la tierra en sequía/ sana el corazón enfermo/ lava las manchas/ infunde calor de vida en el hielo/ doma el espíritu indómito/ guía al que tuerce el sendero.

 

Reparte tus siete dones/ según la fe de tus siervos/ por tu bondad y tu gracia/ dale al esfuerzo su merito/ salva al que busca salvarse / y danos tu gozo eterno. Amén.


32. Canto: A que tú  no sabes lo que en la Iglesia pasó….


33. Evangelio: Juan 7, 37-39.

 

34. Homilía

 

35. Eucaristía donde es posible. Donde no es posible se continúa en el punto 36 en adelante.


36. Antes de la oración del Padre Nuestro: El que preside invita a todos agarrarse las manos en señal de unidad y dice:

Celebremos con alegría este gran acontecimiento. Tenemos en nuestro interior y en medio de la comunidad el amor de Dios que se ha derramado sobre nosotros. El nos une como la gran familia de discípulos misioneros de Jesucristo. Por eso, animados por el Espíritu Santo, atrevámonos a decirle al Padre: Padre nuestro...


36.  Antes de la Bendición: Compartamos nuestra experiencia: Los que están cerca comparten unos con otros lo que han experimentado esta noche. Comuniquémonos mutuamente la alegría del Espíritu Santo. Luego, algunos dan su propia experiencia a toda la Asamblea.

 

37. Después de la Bendición: Oración Mariana.

Animador/a: Nuestra Madre María acompañó a los apóstoles en el primer Pentecostés. También nos acompañó esta noche a nosotros. Saludemos su presencia cantándole el Avemaría.


38. Conclusión: Se apaga el Cirio Pascual y se hace el Envío.

 

39. Momento festivo: Se proclama el lema del año: “En familia y fraternidad, cambiemos la sociedad”. Digamos también el lema del mes: “Hagan lo bueno delante de Dios y de los hombres”.

 

Se concluye con un compartir fraterno. Se come junto y se comparten cantos y danzas.