Fuente: archimadrid.com
Autores: Manuel Martín, Alfonso Sánchez-Rey,J.Javier Romera
Via Lucis
Estaciones según los relatos evangélicos de la Resurrección a Pentecostés.
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Via Lucis |
Hay una devoción popular con tradición desde la
edad media, que es el Via Crucis (el camino de la cruz). En él se
recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de
Cristo: desde la oración en el huerto hasta la sepultura de su cuerpo (cf.
"Via Crucis según los relatos evangélicos"). Pero ésta es la primera
parte de una historia que no acaba en un sepulcro, ni siquiera en la
mañana de la Resurrección, sino que se extiende hasta la efusión del
Espíritu Santo y su actuación maravillosa.
Desde el Domingo de Pascua hasta el de
Pentecostés hubo cincuenta días llenos de acontecimientos, inolvidables
y trascendentales, que los cercanos a Jesús vivieron intensamente, con
una gratitud y un gozo inimaginables.
De igual forma que las etapas de Jesús camino
del Calvario se han convertido en oración, queremos seguir también a
Jesús en su camino de gloria. Éste es el sentido último de esta
propuesta una invitación a meditar la etapa final del paso de Jesús por
la tierra.
El Via Lucis, "camino de la luz" es una devoción
reciente que puede complementar la del Via Crucis. En ella se recorren
catorce estaciones con Cristo triunfante desde la Resurrección a
Pentecostés, siguiendo los relatos evangélicos. Incluímos también la
venida del Espíritu Santo porque, como dice el Catecismo de la Iglesia
Católica: "El día de Pentecostés, al término de las siete semanas
pascuales, la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu
Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina" (n.731).
La devoción del Via Lucis se recomienda en el
Tiempo Pascual y todos los domingos del año que están muy estrechamente
vinculados a Cristo resucitado.
Cómo rezar el Via Lucis
Para rezar el Via Lucis, en que compartimos con
Jesús la alegría de su Resurrección, proponemos un esquema similar al
que utilizamos para rezar el Via Crucis:
· Enunciado de la estación;
· Presentación o monición que encuadra la escena;
· Texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos (en las dos últimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los Apóstoles);
·
Oración que pretende tener un tono de súplica
Si se desea, después del enunciado de cada una
de las estaciones, se puede decir:
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor.
Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Nuestra disposición inicial
Los acontecimientos del Via Crucis concluyen en
un sepulcro, y dejan quizá en nuestro interior una imagen de fracaso.
Pero ése no es el final. Jesús con su Resurrección triunfa sobre el
pecado y sobre la muerte.
Y, resucitado, dedicará nada menos que cuarenta
días en devolver la fe y la esperanza a los suyos. Después los dejará
diez días de reflexión - a modo de jornadas de retiro y oración - en
torno a María para que reciban la fuerza del Espíritu que les capacite
para cumplir la misión que El les ha confiado.
En los encuentros de Jesús con los suyos, llenos
de intimidad y de esperanza, el Señor parece jugar con ellos: aparece de
improviso, donde y como menos se esperan, les llena de alegría y fe, y
desaparece dejándoles de nuevo esperando. Pero después de su presencia
viene la confianza firme, la paz que ya nadie podrá arrebatarles. Todo
se ilumina de una luz nueva.
El Via Lucis es el camino de la luz, del gozo y
la alegría vividos con Cristo y gracias a Cristo resucitado. Vamos a
vivir con los discípulos su alegría desbordante que sabe contagiar a
todos. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y acción de Cristo
resucitado que vive ya para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos
llenar por el Espíritu Santo que vivifica el alma.
Oración Preparatoria
Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste
sobre la muerte y vives para siempre comunicándonos la vida, la alegría,
la esperanza firme.
Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles,
de las mujeres y de tus discípulos enseñándolos
a amar con obras, fortalece también nuestro espíritu vacilante,para que
nos entreguemos de lleno a Ti.
Queremos compartir contigo y con tu Madre
Santísima la alegría de tu Resurrección gloriosa.
Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre,
haz que, iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria
eterna.
PRIMERA ESTACIÓN.
¡CRISTO VIVE!: ¡HA RESUCITADO!
En la ciudad santa, Jerusalén, la noche va
dejando paso al Primer Día de la semana. Es un amanecer glorioso, de
alegría desbordante, porque Cristo ha vencido definitivamente a la
muerte. ¡Cristo vive! ¡Aleluya!
Del Evangelio según San Mateo 28, 1-7. (cf. Mc
16, 1-8; Lc, 24, 1-9; Jn 20, 1-2).
Comentario
En los sepulcros suele poner "aquí yace", en
cambio en el de Jesús el epitafio no estaba escrito sino que lo dijeron
los ángeles: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está
aquí, sino que ha resucitado" (Lc 24, 5-6).
Cuando todo parece que está acabado, cuando la
muerte parece haber dicho la última palabra, hay que proclamar llenos de
gozo que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa es la gran noticia, la
gran verdad que da consistencia a nuestra fe, que llena de una alegría
desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: "hasta a los muertos
ha sido anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jesús abrió las
puertas del cielo a los justos que murieron antes que Él.
Cristo, que ha querido redimirnos dejándose
clavar en un madero, entregándose plenamente por amor, ha vencido a la
muerte. Su muerte redentora nos ha liberado del pecado, y ahora su
resurrección gloriosa nos ha abierto el camino hacia el Padre.
Oración
Señor Jesús, hemos querido seguirte en los
momentos difíciles de tu Pasión y Muerte, sin avergonzarnos de tu cruz
redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegría, la alegría
que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la
resurrección. Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del
triunfo suele estar la tribulación. Y sólo tomando tu cruz podremos
llenarnos de ese gozo que nunca acaba.
SEGUNDA ESTACIÓN.
EL ENCUENTRO CON MARÍA MAGDALENA.
María Magdalena, va al frente de las mujeres que
se dirigen al sepulcro para terminar de embalsamar el cuerpo de Jesús.
Llora su ausencia porque ama, pero Jesús no se deja ganar en generosidad
y sale a su encuentro.
Del Evangelio según San Juan 20, 10-18 (cf. Mc
16, 9-11; Mt 28, 9-10).
Comentario
La Magdalena ama a Jesús, con un amor limpio y
grande. Su amor está hecho de fortaleza y eficacia, como el de tantas
mujeres que saben hacer de él entrega. María ha buscado al Maestro y la
respuesta no se ha hecho esperar: el Señor reconoce su cariño sin
fisuras, y pronuncia su nombre. Cristo nos llama por nuestros nombres,
personalmente, porque nos ama a cada uno. Y a veces se oculta bajo la
apariencia del hortelano, o de tantos hombres o mujeres que pasan, sin
que nos demos cuenta, a nuestro lado.
María Magdalena, una mujer, se va a convertir en
la primera mensajera de la Resurrección: recibe el dulce encargo de
anunciar a los apóstoles que Cristo ha resucitado.
Oración
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra,
la tradición cristiana nos dice que la primera visita de tu Hijo
resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en ningún momento
había decaído, sino para compartir contigo la alegría del triunfo.
Nosotros te queremos pedir que, como María Magdalena, seamos testigos y
mensajeros de la Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de
no separarnos nunca del Señor.
TERCERA ESTACIÓN.
JESÚS SE APARECE A LAS MUJERES
Las mujeres se ven desbordadas por los hechos:
el sepulcro está vacío y un ángel les anuncia que Cristo vive. Y les
hace un encargo: anunciadlo a los apóstoles. Pero la mayor alegría es
ver a Jesús, que sale a su encuentro.
Del Evangelio según San Mateo 28, 8-10.
Comentario
Las mujeres son las primeras en reaccionar ante
la muerte de Jesús. Y obran con diligencia: su cariño es tan auténtico
que no repara en respetos humanos, en el qué dirán. Cuando embalsamaron
el cuerpo de Jesús lo tuvieron que hacer tan rápidamente que no pudieron
terminar ese piadoso servicio al Maestro. Por eso, como han aprendido a
querer, a hacer las cosas hasta el final, van a acabar su trabajo. Son
valientes y generosas, porque aman con obras. Han echado fuera el sueño
y la pereza y, antes de despuntar el día, ya se encaminan hacia el
sepulcro. Hay dificultades objetivas: los soldados, la pesada piedra que
cubre la estancia donde está colocado el Señor. Pero ellas no se asustan
porque saben poner todo en manos de Dios.
Oración
Señor Jesús, danos la valentía de aquellas
mujeres, su fortaleza interior para hacer frente a cualquier obstáculo.
Que, a pesar de las dificultades, interiores o exteriores, sepamos
confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el desaliento, que
nuestro único móvil sea el amor, el ponernos a tu servicio porque, como
aquellas mujeres, y las buenas mujeres de todos los tiempos, queremos
estar, desde el silencio, al servicio de los demás.
CUARTA ESTACIÓN.
LOS SOLDADOS CUSTODIAN EL SEPULCRO DE CRISTO
Para ratificar la resurrección de Cristo, Dios
permitió que hubiera unos testigos especiales: los soldados puestos por
los príncipes de los sacerdotes, precisamente para evitar que hubiera un
engaño.
Del Evangelio según San Mateo 28, 11-15.
Comentario
Los enemigos de Cristo quisieron cerciorarse de
que su cuerpo no pudiera ser robado por sus discípulos y, para ello,
aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y montando la guardia. Y son
precisamente ellos quienes contaron lo ocurrido. Qué acertado es el
comentario de un Padre de la Iglesia cuando dice a los soldados: "Si
dormíais ¿por qué sabéis que lo han robado?, y si los habéis visto, ¿por
qué no se lo habéis impedido?". Pero no hay peor ciego que el que no
quiere ver.
En lugar de creer, los sumos sacerdotes y los
ancianos quieren ocultar el acontecimiento de la Resurrección y, con
dinero, compran a los soldados, porque la verdad no les interesa cuando
es contraria a lo que ellos piensan.
Oración
Señor Jesús, danos la limpieza de corazón y
la claridad de mente para reconocer la verdad. Que nunca negociemos con
la ella para ocultar nuestras flaquezas, nuestra falta de entrega, que
nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante nuestros intereses. Que
te reconozcamos, Señor, como la Verdad de nuestra vida.
QUINTA ESTACIÓN.
PEDRO Y JUAN CONTEMPLAN EL SEPULCRO VACÍO
Los apóstoles han recibido con desconfianza la
noticia que les han dado las mujeres. Están confusos, pero el amor puede
más. Por eso Pedro y Juan se acercan al sepulcro con la rapidez de su
esperanza.
Del Evangelio según San Juan 20, 3-10 (cf. Lc
24, 12).
Comentario
Pedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al
sepulcro. Han llegado corriendo, con el alma esperanzada y el corazón
latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han dicho las
mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba el sudario
quedan grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha
vencido a la muerte, y no es una vana ilusión: es un hecho de la
historia, que va a cambiar la historia. Después de este hecho, el Señor
saldría al encuentro de Pedro, como expresión de la delicadeza de su
amor; y así, el que llegaría a ser Cabeza de los Apóstoles, y tendría
que confirmarlos en la fe, recibió una visita personal de Jesús. Así nos
lo cuenta Pablo y Lucas: "[Cristo] se apareció a Cefas y luego a los
Doce" (1 Cor 15, 5; cf. Lc 24, 34).
Oración
Señor Jesús, también nosotros como Pedro y
Juan, necesitamos encaminarnos hacia Ti, sin dejarlo para después. Por
eso te pedimos ese impulso interior para responder con prontitud a lo
que puedas querer de nosotros. Que sepamos escuchar a los que nos hablan
en tu nombre para que corramos con esperanza a buscarte.
SEXTA ESTACIÓN.
JESÚS EN EL CENÁCULO MUESTRA SUS LLAGAS A LOS
APÓSTOLES
Los discípulos están en el Cenáculo, el lugar
donde fue la Última Cena. Temerosos y desesperanzados, comentan los
sucesos ocurridos. Es entonces cuando Jesús se presenta en medio de
ellos, y el miedo da paso a la paz.
Del Evangelio según San Lucas 24, 36-43 (cf. Mc
16, 14-18; Jn, 20, 19-23).
Comentario
Cristo resucitado es el mismo Jesús que nació en
Belén y trabajó durante años en Nazaret, el mismo que recorrió los
caminos de Palestina predicando y haciendo milagros, el mismo que lavó
los pies a sus discípulos y se entregó a sus enemigos para morir en la
Cruz. Jesucristo, el Señor que es verdadero Dios y hombre verdadero.
Pero los apóstoles apenas pueden creerlo: están asustados, temerosos de
correr su misma suerte. Es entonces cuando se presenta en medio de
ellos, y les muestra sus llagas como trofeo, la señal de su victoria
sobre la muerte y el pecado. Con ellas nos ha rescatado. Han sido el
precio de nuestra redención. No es un fantasma. Es verdaderamente el
mismo Jesús que los eligió como amigos, y ahora come con ellos. El
Señor, que se ha encarnado por nosotros, nos quiere mostrar, aún más
explícitamente, que la materia no es algo malo, sino que ha sido
transformada porque Jesús la ha asumido.
Oración
Señor Jesús, danos la fe y la confianza para
descubrirte en todo momento, incluso cuando no te esperamos. Que seas
para nosotros no una figura lejana que existió en la historia, sino que,
vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino en esta vida y,
después, transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el
tuyo.
SÉPTIMA ESTACIÓN.
EN EL CAMINO DE EMAÚS
Esa misma tarde dos discípulos vuelven
desilusionados a sus casas. Pero un caminante les devuelve esperanza.
Sus corazones vibran de gozo con su compañía, sin embargo sólo se les
abren los ojos al verlo partir el pan.
Del Evangelio según San Lucas 24, 13-32
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo
día a una aldea llamada Emaús (...). Mientras conversaban y discutían,
Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos
no eran capaces de reconocerlo (...) Y comenzando por Moisés y siguiendo
por los profetas, les explicó lo que se refería a Él en toda la
Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, Él les hizo ademán de seguir
adelante; pero ellos le apremiaron diciendo: "Quédate con nosotros
porque atardece y el día va de caída". Y entró para quedarse con ellos.
Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron
los ojos y lo reconocieron. Pero Él desapareció. Ellos comentaron: "¿No
ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba
las Escrituras?"
(cf. Mc 16, 12-13)
Comentario
Los de Emaús se iban tristes y desesperanzados:
como tantos hombres y mujeres que ven con perplejidad cómo las cosas no
salen según habían previsto. No acaban de confiar en el Señor. Sin
embargo Cristo "se viste de caminante" para iluminar sus pasos
decepcionados, para recuperar su esperanza. Y mientras les explica las
Escrituras, su corazón, sin terminar de entender, se llena de luz,
"arde" de fe, alegría y amor. Hasta que, puestos a la mesa, Jesús parte
el pan y se les abren la mente y el corazón. Y descubren que era el
Señor. Nosotros comprendemos con ellos que Jesús nos va acompañando en
nuestro camino diario para encaminarnos a la Eucaristía: para escuchar
su Palabra y compartir el Pan.
Oración
Señor Jesús, ¡cuántas veces estamos de vuelta
de todo y de todos! ¡tantas veces estamos desengañados y tristes!
Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu
Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a
nosotros como alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un
deseo ardiente de encontrarte también en los hermanos.
OCTAVA ESTACIÓN.
JESÚS DA A LOS APÓSTOLES EL PODER DE PERDONAR
LOS PECADOS.
Jesús se presenta ante sus discípulos. Y el
temor de un primer momento da paso a la alegría. Va a ser entonces
cuando el Señor les dará el poder de perdonar los pecados, de ofrecer a
los hombres la misericordia de Dios.
Del Evangelio según San Juan 20, 19-23 (cf. Mc
16, 14; Lc 24, 36-45).
Comentario
Los apóstoles no han terminado de entender lo
que ha ocurrido en estos días, pero eso no importa ahora, porque Cristo
está otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad del amor, la
cercanía del Maestro. Las puertas están cerradas por el miedo, y Él les
va a ayudar a abrir de par en par su corazón para acoger a todo hombre.
Durante la Última Cena les dio el poder de renovar su entrega por amor:
el poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía. En estos momentos,
les hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los
pecados. Los apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido
este regalo precioso que Dios otorga al hombre: la capacidad de volver a
la amistad con Dios después de haberlo abandonado por el pecado, la
reconciliación.
Oración
Señor Jesús, que sepamos descubrir en los
sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de ellos los dispensadores de
los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el pecado,
ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el
sacramento de la Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma,
devolviéndonos tu amistad, nos reconcilia con la Iglesia y nos ofrece la
paz y serenidad de conciencia para reemprender con fuerza el combate
cristiano.
NOVENA ESTACIÓN.
JESÚS FORTALECE LA FE DE TOMÁS.
Tomás no estaba con los demás apóstoles en el
primer encuentro con Jesús resucitado. Ellos le han contado su
experiencia gozosa, pero no se ha dejado convencer. Por eso el Señor,
ahora se dirige a él para confirmar su fe.
Del Evangelio según San Juan 20, 26-29
Comentario
Tomás no se deja convencer por las palabras, por
el testimonio de los demás apóstoles, y busca los hechos: ver y tocar.
Jesús, que conoce tan íntimamente nuestro corazón, busca recuperar esa
confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos lleva
reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre
los ojos del espíritu. La fe supera nuestras capacidades pero no es
irracional, ni algo que se imponga contra nuestra libertad: es más bien
una luz que ilumina nuestra existencia y nos ayuda y fortalece para
reconocer la verdad y aprender a amarla. ¡Qué importante es estar
pegados a Cristo, aunque no lo sintamos cerca, aunque no lo toquemos,
aunque no lo veamos!
Oración
Señor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y
el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te pedimos la
humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de amar
sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al apóstol Tomás,
queremos, aún sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a
tu palabra y al magisterio de la Iglesia que has instituido, para que tu
Pueblo permanezca en la verdad que libera.
DÉCIMA ESTACIÓN.
JESÚS RESUCITADO EN EL LAGO DE GALILEA
Los apóstoles han vuelto a su trabajo: a la
pesca. Durante toda la noche se han esforzado, sin conseguir nada. Desde
la orilla Jesús les invita a empezar de nuevo. Y la obediencia les
otorga una muchedumbre de peces.
Del Evangelio según San Juan 21, 1-6a
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a
los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta
manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael
el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón
Pedro les dice: "Me voy a pescar". Ellos contestan: "Vamos también
nosotros contigo". Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron
nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero
los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: "Muchachos,
¿tenéis pescado?". Ellos contestaron: "No". Él les dice: "Echad la rea a
la derecha de la barca y encontraréis". La echaron, y no tenían fuerzas
para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús
tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor".
Comentario
En los momentos de incertidumbre, los apóstoles
se unen en el trabajo con Pedro. La barca de Pedro, el pescador de
Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la
historia están llamados a poner por obra el mandato del Señor: "seréis
pescadores de hombres". Pero no vale únicamente el esfuerzo humano, hay
que contar con el Señor, fiándonos de su palabra, y echar las redes. En
las circunstancias difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto
todo por nuestra parte, es el momento de la confianza en Dios, de la
fidelidad a la Iglesia, a su doctrina. El apostolado, la extensión del
Reino, es fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y docilidad del
hombre. Pero hay que saber descubrir a Jesús en la orilla, con esa
mirada que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos abundantes.
Oración
Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos
de estar subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a
amarla y respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a apoyarnos no sólo en
nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que nunca
te perdamos de vista, y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos
parezcan difíciles o absurdas, porque sólo así recogeremos frutos
abundantes que serán tuyos, no nuestros.
UNDÉCIMA ESTACIÓN.
JESÚS CONFIRMA A PEDRO EN EL AMOR
Jesús ha cogido aparte a Pedro porque quiere
preguntarle por su amor. Quiere ponerlo al frente de la naciente
Iglesia. Pedro, pescador de Galilea, va a convertirse en el Pastor de
los que siguen al Señor.
Del Evangelio según San Juan 21, 15-19.
Comentario
Pedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas
con el Señor. Y se siente avergonzado porque le ha fallado cuando más lo
necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía: el amor es más grande
que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar el amor,
de recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las tres preguntas de
Jesús son la mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que
nunca abandona a los suyos: siempre está abierta, de par en par, la
puerta de la esperanza para quien sabe amar. La respuesta de Cristo,
Buen Pastor, es ponerle a él y a sus Sucesores al frente de la naciente
Iglesia, para pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre,
de un maestro, de un hermano, de un servidor. Así, Pedro, el primer
Papa, y luego sus sucesores son "el Siervo de los siervos de Dios".
Oración
Señor Jesús, que sepamos reaccionar antes
nuestros pecados, que son traiciones a tu amistad, y volvamos a Ti
respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos al sucesor de
Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia,
porque es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al
Evangelio.
DUODÉCIMA ESTACIÓN.
LA DESPEDIDA: JESÚS ENCARGA SU MISIÓN A LOS
APÓSTOLES
Antes de dejar a sus discípulos el Señor les
hace el encargo apostólico: la tarea de extender el Reino de Dios por
todo el mundo, de hacer llegar a todos los rincones la Buena Noticia.
Del Evangelio según San Mateo 28, 16-20. cf. Lc
24, 44-48.
Comentario
Los últimos días de Jesús en la tierra junto a
sus discípulos debieron quedar muy grabados en sus mentes y en sus
corazones. La intimidad de la amistad se ha ido concretando con la
cercanía del resucitado, que les ha ayudado a saborear estos últimos
instantes con Él. Pero el Señor pone en su horizonte toda la tarea que
tienen por delante: "Id al mundo entero...". Ese es su testamento: hay
que ponerse en camino para llevar a todos el mensaje que han visto y
oído. Están por delante las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo
cristiano: predicar, hablar de Dios para que la gente crea; bautizar,
hacer que las personas lleguen a ser hijos de Dios, que celebren los
sacramentos; y vivir según el Evangelio, para parecerse cada día más a
Jesús, el Maestro, el Señor.
Oración
Señor Jesús, que llenaste de esperanza a los
apóstoles con el dulce mandato de predicar la Buena Nueva, dilata
nuestro corazón para que crezca en nosotros el deseo de llevar al mundo,
a cada hombre, a todo hombre, la alegría de tu Resurrección, para que
así el mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen.
DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS ASCIENDE AL CIELO
Cumplida su misión entre los hombres, Jesús
asciende al cielo. Ha salido del Padre, ahora vuelve al Padre y está
sentado a su derecha. Cristo glorioso está en el cielo, y desde allí
habrá de venir como Juez de vivos y muertos.
De los Hechos de los Apóstoles 1, 9-11 (cf. Mc
16, 19-20; Lc 24, 50-53).
Comentario
Todos se han reunido para la despedida del
Maestro. Sienten el dolor de la separación, pero el Señor les ha llenado
de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estaré con vosotros todos los
días hasta el fin del mundo". Por eso los ángeles les sacan de esos
primeros instantes de desconcierto, de "mirar al cielo". Es el momento
de ponerse a trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de
alegría, la Buena Noticia, hasta los confines del mundo, porque contamos
con la compañía de Jesús, que no nos abandona. Y no podemos perder un
instante, porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios, para quemarlo en
su servicio.
Jesucristo ha querido ir por delante de
nosotros, para que vivamos con la ardiente esperanza de acompañarlo un
día en su Reino. Y está sentado a la derecha del Padre, hasta que vuelva
al final de los tiempos.
Oración
Señor Jesús, tu ascensión al cielo nos
anuncia la gloria futura que has destinado para los que te aman. Haz,
Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso aquí
en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados, sino que
hagamos de nuestra vida una siembra continua de paz y de alegría.
DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS
La promesa firme que Jesús ha hecho a sus
discípulos es la de enviarles un Consolador. Cincuenta días después de
la Resurrección, el Espíritu Santo se derrama sobre la Iglesia naciente
para fortalecerla, confirmarla, santificarla.
De los Hechos de los Apóstoles 2, 1-4
Comentario
Jesús, el Hijo de Dios, está ya en el cielo,
pero ha prometido a sus amigos que no quedarán solos. Y fiel a la
promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al Espíritu Santo, la
Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Muy pegados a la Virgen, Madre
de la Iglesia, reciben el Espíri tu Santo. Él es el que llena de luz la
mente y de fuego el corazón de los discípulos para darles la fuerza y el
impulso para predicar el Reino de Dios. Queda inaugurado el "tiempo de
la Iglesia". A partir de este momento la Iglesia, que somos todos los
bautizados, está en peregrinación por este mundo. El Espíritu Santo la
guía a lo largo de la historia de la humanidad, pero también a lo largo
de la propia historia personal de cada uno, hasta que un día
participemos del gozo junto a Dios en el cielo.
Oración
Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma,
Consolador y Santificador nuestro, inflama nuestro corazón, llena de luz
nuestra mente para que te tratemos cada vez más y te conozcamos mejor.
Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que, transformados por
tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser y de nuestro obrar,
y todo lo hagamos bajo tu impulso.
ORACIÓN FINAL
Señor y Dios nuestro,
fuente de alegría y de esperanza,
hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de
su Resurrección y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo;
haz que la contemplación de estos misterios nos
llene de tu gracia y nos capacite
para dar testimonio de Jesucristo
en medio del mundo.
Te pedimos por tu Santa Iglesia:
que sea fiel reflejo
de las huellas de Cristo en la historia y que,
llena del Espíritu Santo,
manifieste al mundo los tesoros de tu amor,
santifique a tus fieles con los sacramentos y
haga partícipes a todos los hombres
de la resurrección eterna.
Por Jesucristo nuestro
Señor.