El universo, la ciencia y Dios

 

Copernico: 1473 – 1543 Nació en Thorn (Polonia)

 

Descubrió que era la tierra la que giraba al rededor del sol, y no al contrario como se creía.

 

Galileo Galilei: 1564 – 1642 Nació en Pisa (Italia)

 

En 1609 desarrolla el telescopio astronómico.

 

Es condenado de herejía por dar respaldo a la teoría de Copernico

 

Johannes Kepler: 1571 – 1630 Nació en Wüttemberg (Alemania)

 

Astrónomo y matemático

 

Descubrió el movimiento de los planetas

 

René Descartes: 1596 – 1650 Nació en Giras

 

Matemático, creador de las  "coordenadas cartesianas" (x-y)

 

Sir Isaac Newton: 1643 – 1727 Nació Woolsthorpe - Inglaterra

 

Matemático, descubrió los elementos del cálculo diferencial.

 

La Teoría de la Gravitación.

 

La esfera de la óptica y la refracción de la luz

 

Towness, Salam, Monod, Eccles, Prigogine, Schrodinger, Plank, Einstein, Newton, Kepler, Descartes, Copernico

 

Nuestra vida está cada día más influenciada por las ciencias y la técnica.

 

Se ha generalizado el tráfico aéreo, el automóvil, el ordenador personal, el acceso a Internet, el microondas y otros muchos elementos que forman parte de nuestra vida cotidiana.

 

Y no digamos nada de los enormes progresos de la medicina moderna, que ha alargado la esperanza de vida hasta cotas nunca logradas.

 

Por otro lado, las ciencias intentan proporcionarnos el fundamento de lo que pensamos sobre el universo, la vida, nosotros mismos y sobre toda la realidad que nos rodea.

 

Términos que hace solo unos años nos eran desconocidos como: partículas elementales, fuerza nuclear, galaxias, bing-bang o genoma humano, se han hecho familiares y aparecen continuamente, entre otros muchos términos científicos en los medios de comunicación.

 

¿La explicación científica llegará a reemplazar a la fe religiosa?

 

Hay una idea bastante extendida que sostiene que la fe religiosa no es más que un enmascaramiento de nuestra ignorancia sobre los fenómenos naturales.

 

En esta concepción Dios aparece como un "tapa agujeros", un recurso ante nuestra incapacidad para encontrar una repuesta racional a problemas concretos.

 

Así concebida, la idea de Dios, va tapando los agujeros de nuestra ignorancia.

 

Más aún, desde posturas no creyentes, se afirma a veces, que la religión pertenece a una era del pasado, no científica y que hoy es algo anacrónico y solo explicable por la ignorancia del avance de las ciencias.

 

No es difícil encontrar en artículos de prensa esta opinión, formulada de diversas formas, manteniendo las tesis de que la ciencia irá arrinconando a la religión hasta el día en que la suplante del todo.

 

La historia del desarrollo de la ciencia y la cultura afirma lo contrario

 

Una reflexión más profunda, nos descubre frente a esta actitud que contrapone ciencia y  religión, que la ciencia actual es, en gran manera, un producto de la cultura cristiana de occidente.

 

Aunque, sin duda heredada también de las ciencias de la antigüedad griega y con una importante aportación del pensamiento árabe, la ciencia moderna se empieza a desarrollar en el contexto cristiano de la Edad Media, sobre todo, desde el siglo XIII y, en especial a partir del Renacimiento. Y este hecho está relacionado con la visión cristiana del universo creado por Dios y, por tanto, inteligible y solo comprensible a partir de la experiencia.

 

Esta idea fue expuesta por primera vez por el filósofo Arthur N. Whiteheas, para quien la fe en la posibilidad de la ciencia es en occidente una derivación implícita de la teología. Esta tesis ha sido desarrollada admirablemente por Staley L. Jaki en su libro "La senda de la ciencia y los caminos hacia Dios" (The road of science and the ways to Go). En él explica que la regularidad e inteligibilidad del universo, presupuestos de la creación por un Dios personal y trascendente. De esta forma la racionalidad del universo se basa últimamente en la de Dios. Así lo pensaba, por ejemplo Galileo, quien afirmaba una y otra vez, para justificar sus análisis matemáticos de la realidad, que Dios ha creado el universo de acuerdo con la geometría.

 

El premio Nóbel de Biología Jacques Monod, autor del conocido libro "El azar y la necesidad" y nada sospechoso de simpatías por la religión, reconoce que la separación de lo sagrado y lo profano, reconocida por la Iglesia, contribuyó al desarrollo de la ciencia en el occidente cristiano.

 

El también Nóbel de Química Ilias Prigogine al analizar el porqué la civilización china no llegó a desarrollar la ciencia moderna, lo atribuye a la ausencia en el pensamiento chino de la idea de un Dios creador y legislador, concepto profundamente impreso en el pensamiento europeo al final de la edad Media.

 

Los científicos y la fe

 

La mayoría de las grandes figuras del nacimiento de la ciencia moderna como Copérnico, Galileo, Kepler, Descartes y Newton, fueron personas sinceras y profundamente religiosas que consideraban como parte normal de su actividad la investigación de la acción de Dios en el mundo.

 

Galileo, a pesar de su condena, siempre se consideró un fiel hijo de la Iglesia y sólo lamentó que ésta no aceptase el nuevo sistema astronómico heliocéntrico y se abriese a la nueva concepción de la ciencia.

 

Copérnico elaboró su sistema heliocéntrico aislado dentro de unos muros de la catedral de Frauenburg, donde era canónigo.

 

Kepler era un místico que supo ver siempre la obra de Dios en la armonía del universo y de esta forma al final de su obra "Armonía del mundo" exclama lleno de fervor:

 

            "Dios, que por la luz de la naturaleza aumentas en nosotros el deseo por la luz de tu misericordia para se llevados por ella a tu gloria, a ti te doy gracias, Dios creador.

 

Newton, asombrado por la admirable belleza del sistema planetario regulado por la gravitación reconoce en su obra  "Principia Matemática”:

 

"Este admirable sistema del sol, los planetas y los cometas sólo puede originarse en el consejo y dominio de un ser inteligente y poderoso. Este rige todas las cosas como dueño de los universos y suele llamársele Señor Dios todopoderoso."

 

También entre los científicos modernos hay profundos creyentes

 

Muchos de los grandes físicos modernos, como Einstein, Schrödinger, Plank y Heisenberg, estuvieron abiertos a la experiencia del misterio y al sentimiento religioso.

 

Así Einstein afirma: 

 

"Estoy de acuerdo con la opinión de que en estos tiempos los únicos profundamente religiosos son los investigadores científicos serios"

 

"El sentimiento cósmico religioso constituye la más fuerte y noble motivación de la investigación científica."

 

"La ciencia sin religión está coja la religión sin ciencia está ciega."

 

"La luz es la sombra de Dios"

 

Plank, el creador de la física cuántica, en momentos difíciles de su vida, cuando su hijo había sido ajusticiado por los nazis, escribía a un amigo:

 

"Lo que me ayuda es que considero un favor del cielo que, desde mi infancia, hay una fe plantada en lo más profundo de mí, una fe en el Todopoderoso y Todobondadoso que nada podrá quebrantar.

Por supuesto, sus caminos no son los nuestros, pero la confianza en Él nos ayuda en las pruebas más duras."

 

Wolfgang Pauli es uno de los grandes de la teoría cuántica y está considerado, por algunos, como el científico más brillante de toda la historia. Una de sus ideas más importantes es que en la realidad hay elementos no racionales y por eso la ciencia debe complementarse con la mística, entendida como conocimiento directo en el que el sujeto y el objeto se unifican.

 

En este sentido afirma:

 

"La elaboración cristiana del misticismo platónico fue tan lúcido, que fue capaz de ver más allá de numerosas oscuridades, cosa que los modernos no podemos ni nos atrevemos a hacer".

 

Abdus Salam, premio Nóbel de fisica de 1979 manifiesta no sentir ninguna oposición entre ser hombre de ciencia y hombre de fe, por el contrario, "percibo profundamente la unidad de estos dos aspectos míos."

 

Sir John Eccles, neurofisiólogo australiano premio Nóbel de Medicina y Fisiología en 1963.

 

Afirma que los creyentes no debemos temer nada de los descubrimientos de la ciencia, aunque sí podemos sentirnos desconcertados por la técnicas inquisitoriales de los materialistas dogmáticos.

 

En uno de los últimos párrafos de su libro sobre la evolución del cerebro dice:

 

"Hay dos conceptos fundamentales: uno es Dios el creador del cosmos con sus leyes fundamentales, comenzando por el diseño cualitativamente exquisito del big bang y sus consecuencias, el Dios trascendente en el que creía Einstein; el otro es el Dios inmanente al que debemos nuestra existencia.

 

De algún modo misterioso, Dios es el creador de todas las formas vivientes en el proceso evolutivo y, particularmente, en la evolución homínida de personas humanas, cada una de ellas con su yo consciente de un alma inmortal."

 

Richar Freyman, norteamericano, una personalidad fascinante de la ciencia del siglo XX.

 

Premio Nóbel de Física en 1965.

 

La contemplación de la naturaleza desde las leyes que descubre la ciencia le produce tal emoción que llega a decir:

 

"Poca personas no científicas tienen ese tipo particular de experiencia religiosa."

 

Durante una visita a los Laboratorios Bell, le enseñaron una impresionante novedad: un microscopio de efecto túnel con el que estaban observando las primeras imágenes de átomos jamás conseguidas.

 

Un físico llamado Phil Platzmann estaba dando explicaciones. Feyman le interrumpió y dijo:

 

"¡Cállate, Platzmann! Esos son átomos; eso es religión.

 

No hables; ¡Tan sólo mira! ¡Eso es Dios: los átomos están ahí!"

 

La vista de los átomos en el microscopio significaba para él una auténtica experiencia religiosa.

 

Charles H. Townes, descubridor del máser y del láser y premio Nóbel de Física en 1964 afirma con rotundidad que cree en el concepto de Dios y en su existencia lo cual tiene un papel muy importante en su vida e incluso ratifica que le ayudó en su trabajo de laboratorio.

 

Termino con un texto suyo bastante significativo:

 

"No me parece que haya ninguna justificación para la opinión dogmática de que el notable fenómeno de la individualidad humana pueda expresarse, completa y únicamente, en términos de las leyes de los átomos y las moléculas."

 

Sirva este breve trabajo para romper un estereotipo muy difundido y como prueba de que muchos de los grandes científicos han sentido y sienten la seducción por el enigma de Dios y han reflexionado sobre él, fuertemente impregnados por la sensación de asombro que les produce la armonía de las leyes de la naturaleza, a cuyo estudio dedican sus vidas

 

M. Velázquez