Autor: P. Tomás Bravo
Satanismo
Cuando el demonio suplanta a Dios en la vida del hombre
Definición
Cuando hablamos de satanismo nos referimos a personas,
grupos o movimientos que, de manera aislada o estructurada en mayor o menor
grado, con una cierta organización, practican algún tipo de culto (por
ejemplo: adoración, veneración, evocación) al que se refiere la Biblia como
demonio, diablo o Satanás. Para los satanistas, este personaje real, es un ser
o fuerza metafísica; o como misterioso elemento innato en el ser humano; o
energía natural desconocida, a quien se le invoca bajo diversos nombres
propios (por ejemplo: Lucifer) a través de ritos muy particulares.
El satanismo hoy
Es un hecho que la sociedad actual presenta una
adhesión de dimensiones inesperadas a sectas satánicas, a la participación en
los ritos introducidos de éstas, a la invocación de seres demoníacos, el culto
personal y solitario al demonio, y la afirmación de ideas provenientes del
ambiente satanista.
En todos estos casos, resulta muy corriente encontrar
elementos de satanismo no sólo en grupos que confiesan abiertamente practicar
el culto a Satanás (iglesia de Satanás de La Veyne, sectas satanistas) sino
también en sectas que no lo afirman directamente pero en las que el papel del
Diablo está exento de la carga negativa o que ocultan sus influencias. Es,
desde luego, indiscutible en multitud de grupos esotéricos y ocultistas.
Resulta preocupante asimismo el auge que el satanismo
disfruta en algunos medios de enorme irradiación social como es el caso de los
intérpretes de música rock.
Tampoco pueden pasarse por alto las afirmaciones de
antiguos miembros de cultos como la santería, el vudú, la palería, etc., en el
sentido de que son formas de satanismo encubiertas.
Culto
Existen diferentes formas de culto y adoración a
Satanás. Este cu lto no es reciente, ni raro. Posee manifestaciones muy
diversas. En algunos casos, se lleva a cabo una inversión del orden sagrado
ortodoxo para injuriarlo (misas negras, profanaciones, etc.). En otros, se
recurre al mimetismo de ritos primitivos o de religiones precristianas
(Hermanas del Halo de Belcebú, brujería, druidismo, espiritismo, etc.). No es
raro tampoco el que, en ocasiones, se presente bajo capa de una enseñanza
esotérica en la que el diablo es mostrado como el elemento positivo del cosmos
frente al negativo, que es el Creador (Luciferismo, algunos gnosticismos,
etc.).
Los ritos, los símbolos y las prácticas satánicas
Los ritos de las diferentes sectas se basan en
modificaciones aportadas a ritos preexistentes. De todos modos, en líneas
generales se puede decir que los ritos satánicos sirven a los fines del
celebrante y son un conjunto de gestos y de palabras para provocar un cambio
de las situaciones o acontecimientos cuando se considera qu e no se pueden
obtener a través de medios o instrumentos comunes. Por medio de tales ritos se
pretende mandar una maldición o realizar algún hechizo a una persona concreta,
se piensa que el mejor momento será por la noche, en un particular período de
tiempo en el cual la persona está dormida (por ejemplo, dos horas antes de
despertar); de ahí que los ritos satánicos comienzan, en general, en las horas
nocturnas. Los lugares precisos donde se realizan son escogidos dependiendo de
la posibilidad de organizar todo con cierta reserva y, en algunos casos, de la
presencia en dicho lugar de cementerios o de iglesias desconsagradas. Durante
los ritos satánicos, algunos grupos llegan a profanar cadáveres, o cometen
actos de violencia física incluso sobre menores y hasta homicidios rituales.
La agrupación en la cual se inspiran algunas sectas
satánicas más recientes es la "Church of Satan", fundada en Estados Unidos en
1966 por Anton Szandor La Vey. El símbolo de esta secta es llama do sello de
Baphomet o sea, la cabeza de un chivo dentro de un pentáculo invertido
(estrella de cinco puntas boca abajo), inscrito en un círculo con cinco letras
hebreas en el extremo de cada punta y todo esto, a su vez encerrado en otro
círculo. La Vey es autor de tres libros, que constituyen un punto de
referencia para el mundo satánico contemporáneo: The Satanic Bible, Complete
Witch, Me Satanic Rituals. En este último se encuentran diversos ritos
oficiados en latín, inglés francés y alemán.
El rito principal de todo grupo satanista, es decir,
la misa negra, ha sido descrito por La Vey tanto en "The Satanic Bible" como
en "The Satanic Rituals". Los diversos grupos satánicos introducen
modificaciones respecto al rito aplicado por La Vey, quien lo ha establecido
siguiendo el modelo de las más antiguas misas negras europeas.
El rito es oficiado por un celebrante, un diácono y un
subdiácono; como instrumentos se usan algunos cirios un pentáculo invertido,
un cáli z lleno de vino o de licor, una campanilla, una espada, un aspersorio
o falo, y un crucifijo invertido; también se usa una Hostia auténticamente
consagrada. El altar de la misa negra es una mujer desnuda y los participantes
llevan vestidos negros con capucha. El rito imita, más o menos, el de la misa
católica con las oraciones recitadas en latín, inglés y francés. Naturalmente,
en lugar de invocar el nombre de Dios se invoca el de Satanás; se invocan
nombres de diversos demonios; se recita el Padre nuestro en sentido contrario
y negativo (padre nuestro que estás en el infierno); se lanzan invectivas
contra Jesucristo, y la Hostia es profanada de varias maneras (utilizándola en
prácticas sexuales, pisoteándola repetidamente con odio).
Las sectas satánicas
Los grupos y los movimientos satánicos son, sin duda,
muy diversos. Algunos se relacionan entre sí, otros no; ciertos grupos son
desconocidos hasta para las, mismas personas q ue frecuentan el ambiente
satanista. Hay sectas cuya existencia es efímera o casi virtual; otras, con el
tiempo, dejan de actuar o en algún caso continúan en forma oculta; algunas
actúan públicamente, otras de modo secreto. Por otra parte, casi todas sufren
divisiones, un grupo se divide en uno o más troncos, los cuales a su vez se
separan en otras ramas y así sucesivamente.
En Estados Unidos se encuentra, sin duda, la mayor
concentración de grupos satánicos que podríamos definir como conocidos, es
decir, que actúan más o menos abiertamente; y es también en ese país donde
podemos encontrar las mayores referencias bibliográficas sobre el satanismo
contemporáneo.
Existen también grupos que no se presentan como
satánicos, pero por otro lado, practican ritos paganos para entrar en armonía
con las fuerzas ocultas de la naturaleza, manifestando aspectos que permiten
su ubicación dentro del multiforme mundo del satanismo.
Creencias satánicas
Aunque es dudoso que pueda establecerse con exactitud
lo que constituye la ideología satanista más allá de la adoración del Diablo.
En términos generales su pensamiento se puede resumir en las Nueve
afirmaciones satánicas formuladas por la iglesia de Satanás:
Satanás representa la indulgencia en lugar de la abstinencia.
Satanás representa la existencia vital en lugar de los sueños espirituales.
Satanás representa la sabiduría sin contaminación en lugar del autoengaño hipócrita.
Satanás representa la gentileza hacia aquellos que la merecen, en lugar del amor desperdiciado en ingratos.
Satanás representa la venganza en lugar de poner la otra mejilla.
Satanás representa la responsabilidad por los responsables en lugar de la preocupación por los vampiros psíquicos.
Satanás representa al hombre sólo como otro animal, a veces mejor y más a menudo peor que los que caminan a cuatro patas, el cual, a causa de su "desarrollo divino e intelectual", se ha convertido en el animal más terrible de todos.
Satanás representa todos los denominados pecados que conducen a la gratificación física, mental o emocional.
Satanás ha sido el mejor amigo que ha tenido nunca la Iglesia ya que le ha mantenido el negocio todos estos años.
Las creencias satánicas pueden variar de uno a otro
grupo. Algunos ven en Satanás un ser más o menos simbólico como una expresión
de la transgresión y del racionalismo; y en los ritos, una especie de
psicodrama brutal que tiene por finalidad liberar al fiel de los
condicionamientos religiosos, morales y culturales que provienen de su
ambiente. Algunos satanistas que se reconocen en esta descripción afirman que
«el Satanismo es una religión de la carne. Para el satanista la felicidad se
debe encontrar aquí y ahora. No existe el cielo para ir después de la muerte y
tampoco el infierno de fuego como castigo para el pecador». En cambio, otros
ven en Satanás un ser real, príncipe de las tinieblas, al cual es posible
dirigirse mediante rituales mágicos para obtener favores de diverso género. Y
también quien ve en Satanás, particularmente en Lucifer, una figura positiva
que se opone a la acción del Dios de la tradición judeo-cristiana, considerada
negativa.
Conclusiones
Algunos de los caminos por los cuales es más fácil
entrar en contacto con un grupo satanista son: la asistencia a ambientes
esotéricos, mágicos y ocultistas hasta llegar a habituarse a las ideas y
prácticas de los mismos, y al deseo de ir más allá para experimentar nuevas
vías de conocimiento; la participación en reuniones espiritistas para la
evocación de seres particulares, en las cuales no es difícil que se llegue a
la invocación de espíritus demoníacos y donde se puede encontrar a quien
participa también en ritos satánicos; la llamada magia negra, la cual casi
siempre introduce al mundo de los ritos satánicos llevados a cabo por
individuos o grupos más o menos organizados; la atracción, la idolatría que se
manifiesta a ciertos cantantes y grupos de música rock, a los cuales se
permite -mediante el mensaje de sus canciones- blasfemar e invitar al
suicidio, al homicidio, a la violencia, a la perversión sexual, al uso de
droga, a la necrofilia y a la implicación en el satanismo.
Los motivos que llevan a la práctica de ritos
satánicos son muy diversos y entre éstos podemos encontrar: la convicción de
obtener ventajas materiales de diverso tipo, incluso con perjuicio para otras
personas; el deseo de ser distinto, excéntrico y transgresivo; una morbosa
atracción hacia lo que es pavoroso y horrendo, como respuesta violenta a
traumas, a veces sufridos en la infancia; desear adquirir poderes particulares
que se cree que pueden obtenerse por medio de conocimientos ocultos y por la
participación en determinados ritos; las desviaciones sexuales satisfechas a
través de experiencias inusuales, que tienen como base algo de oscuro y
ritual.
Diversos problemas de la sociedad contemporánea
contribuyen, ciertamente, a hacer que el terreno para la siembra satánica sea
más fértil, y entre éstos encontramos: la soledad del individuo, es decir, la
masificación de la persona; el impacto con ambientes que denigran al
cristianismo o que en su propia visión tratan de diluirlo; la disgregación de
la familia a causa del debilitamiento o de la pérdida de la fe en Dios, único
que puede darle amor, armonía y unidad.
Ciertas actitudes le «hacen el juego» al satanismo,
porque en mayor o menor grado le dan impulso a su difusión.. La primera
actitud es la de subestimar el satanismo, considerándolo como algo sin
importancia; una especie de juego de sociedad o de rol, cuya posible
perversidad puede ser socialmente tolerada.
Otra actitud, que podemos considerar como opuesta a la
primera, es la sobrevaloración lo considera excesivamente difundido, viendo en
los grupos satánicos organizaciones que siempre y en todas partes se dedican a
actividades criminales, lo que lleva a crear reacciones de fobia satanista o
de caza al satanista.
A estas afirmaci ones debe añadirse otra que no puede
resultar más reveladora: "La iglesia de Satanás se alza como el punto de
encuentro de todos aquellos que creen en aquello a lo que la Iglesia cristiana
se opone y los miembros son generalmente hostiles a sus enseñanzas y a los
patrones de conducta que resultan de ellas". En otras palabras, si el
satanismo tiene un enemigo principal y bien definido, no es otro que el
cristianismo.
Evidentemente, no es necesario refutar la ridiculez de
sus afirmaciones, por lo que nos limitamos a exponerlas. Lo que nos parece
importante recordar al lector, frente a las negativas que sólo aportan
confusión en mucho material de lectura impreso y a través de internet, es que
efectivamente, algunos de los grupos satanistas no dudan en llevar a cabo los
crímenes más atroces que un ser humano pueda perpetrar. Ese es el tipo de
adoración que el demonio les pide, y que pasa casi exclusivamente por elevarlo
a él a una categoría de dios que por supuesto no posee y por denigrar a Cristo
contraviniendo todas sus enseñanzas y ejemplos. Así, a la importancia de ser
humanos redimidos por la Divina Sangre se contrapone el ser animalescos, a la
Santa Misa se opone la misa negra, y así por delante, no dudan en profanar
templos y cementerios, asesinar y abusar para tener "contento" a su mentor y
futuro torturador.
Esto es cierto, aún cuando se niegue en determinados
lugares para provocar el desconcierto en quienes deberían saber a ciencia
cierta sobre la peligrosidad de estas creencias y apartarse de ellas lo más
que les sea posible.
Entre las diversas preguntas que muchos se hacen en
relación con el problema del satanismo, está la que tiene por objeto la
posibilidad de ver en él una acción del maligno mediante la posesión diabólica
de quien participa en ritos satánicos. Los posibles casos de posesión
diabólica que se pueden encontrar entre quienes participan deliberadamente en
actividades satánicas son producto del hecho de que son las mismas personas
las que voluntariamente se ofrecen al demonio.
De todos modos, el principal problema social, ético y
cultural de la aceptación de las ideas y prácticas satanistas consiste en que
con ello se llega a aprobar una completa inversión de los valores: lo que es
equivocado y moralmente desordenado. Para concluir, después, con la
constatación de que el hombre diviniza la materia, considerándose dios y
ocupando el lugar del Creador, inevitablemente va al encuentro de la amarga e
inevitable realidad de la propia finitud y de la impotencia humana, sufriendo
contragolpes que pueden arrastrarlo a serias consecuencias psicofísicas con
caídas de tipo depresivo.
El satanismo conlleva una fuerte carga emocional y de
evasión hacia lo irracional. El mal profundo que proviene de todo esto asume
aspectos y motivaciones personales y oscuras; se concreta en los pecados
personales y tiene como común denominador de los diversos ritos, símbolos,
prácticas y creenc ias, la negación de la recta razón y una herida profunda a
la integridad de la persona humana, cosa que se manifiesta en las aberraciones
sexuales, en la sed de poder, en la búsqueda desmedida de dinero o de éxito,
en un narcisismo exasperado; todos esos elementos alejan del amor a Dios y al
prójimo, y de la búsqueda del verdadero bien personal y común.
En este mundo, en donde se tiene la impresión de que
el mal -como quiera que se entienda- vence al bien, creo que es cada vez más
urgente dirigir a todos la exhortación del Santo Padre: "No tengáis miedo".
Esta tranquilidad sólo puede surgir de la convicción de que la liberación del
mal y la salvación pasan a través de la obra redentora de Jesucristo, único
Salvador del hombre.