REGULAE FIDEI

 

a) El origen de los primeros símbolos

b) La aparición de las regulae fidei

c) La formación del canon neotestamentario

d) El canon muratoriano

e) Importancia y significado de estos testimonios

 

 

a) El origen de los primeros símbolos

 

El Credo o Regula fidei de la Iglesia, considerado desde un punto de vista global, coincide con la Sagrada Escritura: toda la Palabra de Dios contenida en la Escrirtura pertenece al Credo de la Iglesia. Sin embargo, por exigencias catequéticas y bajo la presión de las primeras herejías la Iglesia advirtió la necesidad de resumir en fórmulas breves la Regula fidei, la Regla de fe.

Se suele afirmar que fue en el Concilio de Nicea (año 325) cuando, por primera vez, se presentó el conjunto de la verdad fundamental de la fe cristiana bajo la forma de un símbolo elevado a la categoría de Regla de fe. Sin embargo, el símbolo niceno, representa solamente el término de un largo desarrollo, en el cual los primeros inicios se pueden rastrear en las confesiones cristológicas de fe de San Pablo (y que en inglés se han denominado precredal elements).

El núcleo cristológico inicial fue sucesivamente ampliado con la premisa relativa a Dios Padre y creador, y con el añadido referente al Espíritu Santo y a la Iglesia.

La Primera redacción de la Regula fidei (formula antiquior) es la de la Iglesia romana. Hipólito la trasmitió fielmente en su Traditio apostolica y Tertuliano en su De praescriptione haereticorum. Esta fórmula omite los siguientes incisos: creatorem coeli et terrae; conceptus; passus et murtuus; descendit ad inferos; omnipotentis; catholicam; sanctorum communionem; vitam aeternam. Pero contiene todas las verdades fundamentales sobre Dios, la Trinidad, Cristo, el Espíritu Santo y la Iglesia.

La fórmula era usada principalmente como profesión de fe en el bautismo. Otras fórmulas análogas a la romana circulaban en Alejandría, Antioquía, Jerusalén, Cartago, Lyon y en otros lugares.

 

 

 

Bibliografía: Mondin I, 112-113.

 

b) La aparición de las regulae fidei

 

A través de testimonios de Ignacio, Ireneo, Hipólito, Justino y Tertuliano sabemos que en los primeros años del cristianismo (siglo I) no había fórmulas fijas en la liturgia y disciplina eclesiástica para manifestar la profesión de fe, pero muy pronto se elaboraron para precisar el contenido de la fe. Así surgieron los primeros Símbolos (symbolum = es la parte que necesita otra con qué unirse, creando así reconocimiento mutuo y unidad; p. ej., la mitad de una sortija, un bastón o una placa).

En Occidente (Símbolo de los Apóstoles)

En Oriente

  

 

El Símbolo de los Apóstoles

 

Aparece, tal como ahora lo conocemos, en Arles, durante el siglo VI. Aunque no parece que su origen se deba a que los Apóstoles hayan compuesto cada uno de sus doce artículos, sin embargo, hay que decir que todos sus elementos doctrinales ya se encuentran en los escritos apostólicos de finales del siglo I. El desarrollo de su contenido corre paralelo al progreso de la liturgia bautismal.

—En Occidente aparecen, originalmente, tres formas distintas

a) La fórmula cristológica

La más primitiva es la de Act 8,37 (bautismo del Etíope: "Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios").

Más tarde se añade la palabra "Salvador" y surge el acróstico ICTYS (pez): "Iesus Christus Dei Filius, Salvator" (en griego). S. Pablo presenta el mensaje del Evangelio centrado en el Hijo de Dios (Rom 1,3; 1 Cor 15,3). S. Ignacio de Antioquía, hacia el año 100 (Trall. 9) hace lo mismo.

b) La fórmula trinitaria

Surge desde los tiempos apostólicos, para el rito bautismal ("en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo). Así, S. Justino (año 150).

c) La fórmula combinada

Hacia el año 200, en Roma, surge una forma de Credo con 8 o 9 cláusulas (Traditio Hipoliti). Este Símbolo Romano era conocido por Tertuliano. Probablemente fue compuesto hacia la mitad del siglo II. Es el arquetipo de todos los Credos occidentales, en donde se da más importancia al nacimiento de Jesús de la Virgen María. En Oriente se resalta más el nacimiento eterno del Hijo (Símbolos de Jerusalén y de Cesaréa, utilizados desde antes del de Nicea).

En Oriente, antes del Símbolo niceno-constantinopolitano, había dos Credos principales: el de Jerusalen y el de Cesaréa. S. Cirilo nos dá una versión, del Símbolo de Jerusalén.

Bibliografía: Simonetti, p. 42 y ss., y Ratzinger, Introd. al cristianismo, p. 59 y ss, Quasten, Patrología, I, pp. 32 a 38.