REGLAS PARA UNAS RELACIONES CORRECTAS

 

    Comunicación-Sólida, no Superficial:
La comunicación es la llave a las relaciones correctas.  Si las personas quieren evitar el seguir viviendo juntas y al mismo tiempo separadas, tienen que aprender que el diálogo es absolutamente esencial para una unión correcta.  Ya que el estar geográficamente juntos no equivale a que haya unidad emocional, nuestra necesidad doble de amar y ser amados puede satisfacerse solamente hablando con franqueza en un profundo nivel de nuestro ser, el uno al otro.
 
La comunicación superficial no es suficiente.  La auto exhibición del yo (la auto-revelación) que se requiere para que una persona en realidad conozca, respete y ame a la otra, no puede obtenerse por la clase de conversación que caracteriza la mayoría de las relaciones superficiales.
 
Una mujer dijo a su consejero:
-    "Mi esposo no me oye con su corazón".  Tampoco me habla con su corazón.  Este estilo desinteresado de comunicación sólo sirve para separar a las parejas emocionalmente.
 
En la pared de una oficina de un consejero hay un letrero que dice:
-    "Las personas se sienten solas porque hacen paredes, no puentes".
 
El levantar paredes será la garantía de una relación sin significado.  El edificar puentes mutuamente será un poco difícil, pero promete la única esperanza de escape de la soledad y del aislamiento.
 
Samuel Shoemaker dijo:
-    "No estamos solos ni solitarios porque no seamos amados; estamos tristes y solitarios porque no amamos".

A veces la verdad nos hiere profundamente. Pero si se habla la verdad "en amor", se diseña solamente para ayudar, no para lastimar.  Si podemos hacer esto, nos garantizaremos dos cosas:
-    El contenido de nuestra comunicación será auténtica (verdad).
-    Nuestra comunicación se dará en una circunstancia correcta (en amor).
 
Ambas son necesarias para asegurar un encuentro saludable.

    Comunicaciones Positivas, No Negativas:
Cuando las relaciones han sufrido mucho deterioro, hay la tendencia de que las personas se involucren en una comunicación negativa.  Cuando esto pasa, el deterioro aumenta y la crisis se profundiza.  La comunicación negativa solamente sirve para revelar lo peor de cada uno.  Cada uno quiere decirle al otro exactamente lo que piensa y es una declaración que ninguno de los dos está en condiciones de hacer.

Se ha dicho que todos los argumentos tienen dos lados, pero algunos no tienen fin o extremos.  También se ha dicho que en las discusiones se usan las palabras más fuertes para los argumentos más débiles.  Es sorprendente la cantidad de faltas que encontramos en el otro, si nos acondicionamos para ver lo negativo.
 
Un hombre dijo de su esposa:
-    "A mí ni siquiera me gusta el modo como ella se corta las uñas".

Una mujer cuyo esposo continuamente la acosaba con negativas, le dijo a su consejero:
-    "Si al menos se sonriera".
 
Con esto quería decir que la atmósfera en el hogar era tan oscura y sombría, que un sólo gesto de sonrisa en el rostro de su esposo sería como un hermoso amanecer después de una noche oscura.
 
Un hombre casado con una mujer regañona dijo:
-    "Cuando voy llegando al hogar, me pregunto, "¿Por qué estoy regresando al hogar?" A muchas personas les da terror el estar en sus propios hogares por el clima tan negativo que hay allí.
 
Se ha contado la historia de un hombre quien se enlistó en el ejército sólo para estar lejos del constante regañar de su esposa.  Aún cuando estaba del otro lado del océano, recibía cartas de ella, ¡regañándolo!  Finalmente, él le escribió y le dijo:
-    "Deja de regañarme, para que pueda gozar esta guerra en paz".
 
Dios nos ha hecho para amar, no para odiar. Cuando intentamos operar nuestros organismos con combustible malo, los efectos se sentirán individualmente en nuestras relaciones.  Ningún individuo puede obtener un desarrollo máximo si envía o recibe un material negativo.  Esto no significa que en nuestras relaciones nunca experimentaremos tensiones y conflictos, porque no hay relación que escape todos los vestigios de negativismo. Sin embargo, esto es muy diferente de vivir continuamente en un ambiente plagado de negativismo.
 
No hay un sustituto para una comunicación positiva.  El sabio dijo que una palabra hablada apropiadamente es como una "manzana de oro con figuras de plata".  Hay un proverbio japonés que dice: "Una palabra de ternura puede calentar tres meses de invierno".  ¡Cuán cierto! Necesitamos desesperadamente la afirmación de nuestro valor que solamente nuestros seres íntimos pueden darnos.   Y cuando recibimos el don de una buena palabra apropiadamente hablada, nos satisface instantáneamente.  Pero más aún nos satisface continuamente al recordar la palabra de ternura que se nos ha dicho.
 
    Hablando Nuestras Sensaciones, no Actuándolas:
Algunas personas con frecuencia sustituyen la conducta de sentimientos por la declaración de los sentimientos.  La conducta de los sentimientos es un sustituto pobre porque las acciones que resultan de los sentimientos que no se hablan, quizás no tengan ninguna conexión reconocible con los sentimientos mismos.  Por ejemplo, una esposa quizás se ponga muy disgustada con su esposo por sus fallas en hacer cualquier tarea como ella quiere que él la haga.   Esta falla le traerá desilusión, pero en lugar de decirle lo que siente, ella quizás "actúe" sus sentimientos negativos siendo fría y silenciosa.  Su esposo notará que hay algo malo, pero no sabrá qué es.
 
Como un cliente dijo:
-    "Mi problema es que no sé cuál es mi problema".  Esto hace el asunto muy difícil, si no imposible de tratarlo, porque el problema no se puede localizar.
 
El esposo, sabiendo que algo anda mal, bien puede preguntar:
-    "¿Qué es lo que pasa?" y si ella no ha aprendido a expresar lo que siente, puede contestar "nada" (con su rostro viendo a otro lado y su nariz  respingada).  Cualquier esposo sabe que tal "nada" quiere decir algo.
 
Debemos aprender a tratar pronto y apropiadamente con nuestros sentimientos, ya que al hacerlo aclararemos la situación para que el problema se pueda ver en su perspectiva adecuada.
 
    Relacionando, no Reaccionando ni Retirándose:
Puede volverse muy difícil el relacionarse con personas en forma que tenga algún sentido o satisfacción.  Es más fácil el
reaccionar hacia ellos o el retirarse de ellos.
 
Cuando las personas reaccionan una a la otra, es una indicación de que han aprendido a entenderse mutuamente.  Schopenhauer contó una fábula de dos puercos espín que ilustra el estilo reaccionario que algunas personas han adoptado.  Dijo que dos puercos espín estaban con mucho frío a la intemperie, pero que, cuando querían acurrucarse para calentarse, con sus espinas dolorosamente se picaban el uno al otro.  Cuando se retiraban para huir del dolor, sentían el frío una vez más.
 
Muchas personas casadas pueden identificarse con Schopenhauer y su cuento de los puercos espín.  Conocen el dolor del aislamiento; y también saben el dolor que se produce con la proximidad.  Así que se pasan toda su vida en un proceso de tener frío, herirse con las espinas y tener frío por la inhabilidad de relacionarse correctamente la una con la otra.
 
Cuando las personas reaccionan una con la otra, dejan de distinguir entre la guerra y el campo de batalla.  Los campos de batalla en los que las personas pelean sus guerras son aparentemente ilimitados, pero las razones de la guerra son generalmente limitadas.   Tenemos que aprender el porqué de la guerra, no sea que uno de sus campos de batalla deje muertos a los dos que en verdad no querían pelear.
 
Un hombre hizo esta observación:
-    "El matrimonio puede ser hecho en el cielo, pero también los truenos y los relámpagos".
 
¡Qué revelación de su propio matrimonio!
 
Vance Havner nos recuerda que algunos pleitos se pierden aunque se ganen.  El dijo:
-    "Un perro buldog puede darle una golpiza a un zorrillo, pero no vale la pena".
 
El reaccionar en lugar de relacionarse, hace mal tanto al individuo como a la relación de la cual es parte.
 
Otro sustituto inferior que ofrecemos en vez de relacionarnos es el de retirarnos el uno del otro.  El retirarse se usa aquí en el sentido emocional no geográfico de la palabra.  El retirarse de la otra persona porque hay problemas en su relación se basa en la falacia de que corriendo de sus problemas, ellos se resolverán.  No solamente no sucede esto, sino que el problema tiende a agrandarse porque no se ha obtenido su solución.  Algunos, inocentemente creen que la ausencia de pelea quiere decir que hay paz.
 
Un hombre rico le confesó a su consejero que había comprado un negocio subsidiario en otro estado por $250,000 para tener una excusa legítima para estar lejos de su esposa una gran parte del tiempo.  No necesitaba el dinero de ese otro negocio; sólo necesitaba un descanso de sus muchos problemas.  Falló al no darse cuenta de que al correr de sus problemas sólo lograría que se profundizaran más.
 
Para formar relaciones significativas debemos persistir (trabajar duro) para mantener la unidad en un vínculo de paz.  Y esto no puede hacerse si las personas corren de sus problemas.  Por el contrario, tienen que estar dispuestas a acercarse a sus problemas y la una a la otra.
 
    Atacando los Problemas, no a la Persona:
Es más fácil el atacarse el uno al otro que atacar los problemas.   Pero la conducta de desquitarnos, o atacar a la otra persona nos garantiza dos cosas:
-    Los problemas se agrandan.
-    Las personas se hacen más pequeñas, así que hay menos recursos para tratar con los problemas.
 
Es cierto que a veces se suscitan problemas entre dos personas.  El error que hay que evitar es el de pasar por encima el problema y atacar a la otra persona.  Y con tan inapropiado estilo de relacionarse, se garantizará la mayor profundidad del conflicto.  El atacarse el uno al otro sólo sirve para causar una imagen falsa del problema al desviar la atención hacia el que se cree que es el causante del problema y así, alejarse del mismo problema.
 
En nuestras relaciones íntimas, fallamos al enfocar el problema, y hacemos que la otra persona sea el blanco.  Las energías psíquicas necesarias para tratar nuestras diferencias son mal dirigidas hacia maniobras defensivas para evitar el ser lastimados.  Cuando hemos sido atacados, no tenemos la disposición ni los medios para comprometernos en aventuras constructivas.
 
    Enfrentando el Conflicto con Franqueza, y no Indirectamente:
Algunas personas tienen gran dificultad en admitir que tienen alguna dificultad en sus relaciones.  Esta indisposición o incapacidad (cualquiera que sea) tiende a complicar las tensiones.  Cuando el conflicto llega, las personas con frecuencia dan cualquiera de dos desafortunadas respuestas.  Por un lado, pueden admitir el conflicto y apartarse por causa del conflicto.  Por el otro lado, pudieran negar la existencia del conflicto porque psicológica es una amenaza.
 
El problema no es que las personas tengan conflictos.  La cuestión es cómo manejar los conflictos que resultan.  Cuando no confrontamos el conflicto con franqueza, se le tiene que tratar indirectamente.  Esto es, el conflicto estará presente en forma de un temperamento fuerte, palabras hirientes, conducta guiada por los sentimientos, silencio, negativismo y muchas otras manifestaciones inapropiadas.  Cuando esto sucede, no podemos tratar con el conflicto mismo sino con las manifestaciones de actitud y de conducta que ello implica.  Así, la posibilidad de hallar la solución satisfactoria de la dificultad será remota.
 
    Perdonando, no Juzgando:
Desafortunadamente, con frecuencia hemos limitado el alcance de este maravilloso concepto.  De hecho, Jesús dijo que el perdón de Dios para nosotros se determinará por el perdón que nosotros demos a otros.   ¿Qué le dice todo esto a nuestras relaciones? Dice que el perdón que esperamos de Dios tiene que ser reflejado en nuestro perdón de otros.  El juicio o crítica no tiene lugar en nuestra vida.
 
Como dijo Samuel Shoemaker:
-    "El juicio congela; el amor derrite".
 
La forma más rápida para que una relación se infecte es que la crítica le sea inyectada.  El veneno de la crítica hace pronto su trabajo, amenazando la vida misma de la relación.
 
Alguien ha dicho:
-    "Cuando confieso las faltas de otros, declaro guerra.  Cuando confieso mis faltas, hago paz".
 
El juicio es la tarea de Dios; perdonar es la nuestra.  Millones de relaciones podrían cambiar de la noche a la mañana sí el juicio cesara y el perdón empezara.  El juicio es un asalto del carácter de otro.  Es evaluar el valor de uno basándose en la percepción del otro.  Es medir un motivo por un conocimiento limitado e inadecuado.  No podemos saber el intento en el corazón de la otra persona.  Y tampoco podemos correctamente tasar el significado de la conducta de otro.  Solamente Dios puede hacer esto.  Por el otro lado, el perdonar deja el juicio a Dios.  El perdón busca remendar las relaciones rotas.
 
Busca ver a la persona como Dios la ve, como una persona de un valor infinito.  Este es el secreto de la armonía para vivir en amor con los demás.