Recursos para reflexionar… sobre la finalización del año

 

por Jorge A. Blanco
Departamento de Audiovisuales Editorial SAN PABLO
audiovisuales@san-pablo.com.ar

 

 

La finalización del año suele llevarnos irremediablemente a evaluar y reflexionar acerca de aquello que hemos logrado, tanto en lo personal como en lo comunitario, a lo largo de este período que termina. A medida que nos autoevaluamos, aparecen los logros y resultados obtenidos, que nos motivan a brindar satisfechos y encarar el futuro inmediato con optimismo, y también se nos hacen presentes aquellos objetivos y propósitos no alcanzados, los cuales nos dejan un sabor amargo que no reconoce todo lo bueno que se hizo ―más allá de los errores cometidos― y nos plantea un mar de dudas y temores ante lo que vendrá.

 

Por lo tanto, ¿cómo vivir equilibradamente este momento de nuestra vida? ¿Se puede aprender de los éxitos y también de los fracasos? ¿Podremos avanzar y crecer a pesar de nuestras inseguridades y temores? ¿Cuál ha de ser la actitud que deberíamos adoptar para vivir intensamente el año nuevo que se aproxima?

 

Un bello relato titulado, “El navío y el puerto”, nos puede ayudar a responder a las preguntas que nos hacíamos:

 

 

La pregunta que no quería dejar de escuchar, en lo recóndito de mi corazón, era exactamente esta: la vida, ¿merece ser vivida?

Estábamos pasando por un puerto, cuando la pregunta salió rápidamente de mis labios. De inmediato, el maestro detuvo su marcha, y parado delante de aquél gran puerto, me preguntó:

 

―¿Puedes decirme dónde están los navíos de este puerto?

 

Al comienzo, no comprendía la razón de la pregunta y, mucho menos, por qué él había interrumpido nuestra peregrinación. Miré el puerto y noté que, en su inmensidad, señalaba la posibilidad de que allí atracara una cantidad apreciable de naves y embarcaciones de todos los tipos y tamaños. No obstante, pocos habían anclado allí. Giré hacia él y respondí con firmeza: 

 

―La mayoría de las naves se encuentra en alta mar, surcando las aguas y cumpliendo con su función.

 

El maestro esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción y dejó brotar su propio pensamiento:

 

―Estás en lo cierto. La mayoría de las naves se encuentra en alta mar, porque para eso fueron construidas. No se construyen naves para dejarlas eternamente en puerto seguro. La nave solamente cumple su misión cuando se halla en alta mar. En medio de las aguas profundas, pero también bellas, es donde las naves cumplen con su misión. A veces, ellas vienen a los puertos. Es más, el puerto seguro es nada más que temporáneo. Una pequeña escala que conduce, a la nave, a nuevas jornadas y nuevas perspectivas.

La voz del maestro resonaba dentro de mi alma y me reconfortaba. Finalmente, comprendí que no nacemos para vivir en puertos tranquilos indefinidamente. A semejanza de los navíos, necesitamos surcar el gran mar de la vida. Solamente cuando estamos en alta mar, nos realizamos como personas y comenzamos a comprender que somos insustituibles.

 

Mientras meditaba en ello, fui interrumpido por el maestro:

 

―Dos cosas son esenciales para salir del puerto y vivir en alta mar.

 

―¿Cuáles son ellas? ―pregunte más que deprisa. En definitiva, el miedo me paralizaba y reducía mi mundo al tamaño de un puerto.

 

Como una copiosa fuente fluyendo dentro de mi pecho, escuché dos palabras que, la mayoría de las veces, pasan inadvertidas para todos:

 

―Dos cosas son necesarias: audacia y creatividad. Voluntad para vivir con coraje y plenamente la vida que está por delante, más una gran dosis de creatividad que nos permitirá resolver, de manera diferente, los problemas que se presentan, cuando no estemos en puerto seguro.

 

Era la hora de continuar la peregrinación. Contemplé, por última vez, aquel puerto con la sensación de que una fuerte brisa marítima estaba recorriendo y refrescando mi alma.

 


Para la reflexión personal y grupal:

 

-Luego de releer el texto, señalemos aquellas frases que más nos hayan impactado, sorprendido, etc. y sus motivos.

 

-¿Cuáles han sido las “aguas profundas” y los “puertos seguros” que hemos transitado a lo largo de este año?

 

-¿Qué mensaje personal y/o grupal nos ha dejado el relato? ¿De qué manera relacionamos este mensaje con las sensaciones que nos provoca la finalización de este año y el comienzo de uno nuevo?

 

-¿Se han cumplido las expectativas y propósitos que nos planteamos este año, en nuestra vida personal y comunitaria? ¿Hemos aprendido algo de los resultados positivos logrados? ¿y de los errores cometidos? ¿Qué aspectos, actitudes deberíamos mejorar, profundizar, de cara al año que se inicia?

 

-¿En qué medida creemos que necesitamos más autoestima, audacia y creatividad en nuestra vida personal y comunitaria, para mejorar lo aspectos necesarios y alcanzar

las metas que nos propongamos en este inminente 2009?

 

Para profundizar la reflexión:

 

1. Te Deum laudamus! Así canta la Iglesia su gratitud a Dios, mientras se alegra por la Navidad del Señor. En la sugestiva celebración de esta tarde, nuestra atención se centra en el encuentro ideal del año solar con el litúrgico, dos ciclos temporales que implican dos dimensiones del tiempo.

En la primera dimensión, los días, los meses y los años se suceden según un ritmo cósmico, en el que la mente humana reconoce la huella de la Sabiduría creadora de Dios. Por eso, la Iglesia exclama:  Te Deum laudamus!

2. La segunda dimensión del tiempo que la celebración de esta tarde nos manifiesta es la de la historia de la salvación. En su centro y cumbre, está el misterio de Cristo. Nos lo acaba de recordar el apóstol san Pablo:  "Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo" (Gál 4, 4). Cristo es el centro de la historia y del cosmos; es el nuevo Sol que surgió en el mundo "de lo alto" (cf. Lc 1, 78), un Sol que lo orienta todo hacia el fin último de la historia.

En estos días, entre Navidad y fin de año, estas dos dimensiones del tiempo se entrelazan con particular elocuencia. Es como si la eternidad de Dios viniera a visitar el tiempo del hombre. De este modo, el Eterno se hace "instante" presente, para que la repetición cíclica de los días y los años no acabe en el vacío del sin sentido.

3. Te Deum laudamus! Sí, te alabamos, Padre, Señor del cielo y de la tierra. Te damos gracias porque has enviado a tu Hijo, hecho Niño pequeño, para dar plenitud al tiempo. Así te ha complacido a ti (cf. Mt 11, 25-26). En él, tu Hijo unigénito, has abierto a la humanidad el camino de la salvación eterna.

Te elevamos nuestra solemne acción de gracias por los innumerables beneficios que nos has concedido a lo largo de este año. Te alabamos y te damos gracias juntamente con María, "que dio al mundo al autor de la vida"
(Antífona de la liturgia).

 

(Homilía de Juan Pablo II, Primeras vísperas de Santa María, Madre de Dios, 31 de diciembre de 2003, en www.vatican.va).

 

Para rezar:

 

Oración por el fin de año:

 

Gracias, Señor, por todo cuanto me diste en el año que termina.

Gracias por los días de sol y los nublados tristes,

por las tardes tranquilas y las noches oscuras.

Gracias por la salud y la enfermedad,

por las penas y las alegrías.

Gracias por cuanto todo me prestaste

y luego me pediste.

Gracias Señor, por la sonrisa amable y la sonrisa amiga,

por el amor, por todo lo dulce y hermoso.

Por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños

y de las almas buenas.

Gracias por el trabajo, por las inquietudes,

por las dificultades y las lágrimas.

Por todo lo que me acercó a ti.

Gracias por haberme conservado la vida,

y por haberme dado techo, abrigo y sustento.

¿Qué me traerá el año que comienza?

Lo que tú quieras, Señor.

Pero te pido fe para encontrarte en todo.

Esperanza, para no desfallecer,

y caridad para amarte más y hacerte amar por quienes me rodean.

Dame paciencia y humildad, desprendimiento y generosidad.

Dame, Señor, lo que tú sabes que me conviene, y yo no sé pedir.

Que tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas,

y que me halle siempre dispuesto a hacer tu santa voluntad.

Derrama, Señor, tus gracias sobre todos los que amo,

y concede tu paz al mundo entero.

Amén

 
(Oración tomada de www.devociones.org)

 

Recursos para reflexionar… sobre el inicio de un nuevo año

por Jorge A. Blanco
Departamento de Audiovisuales Editorial SAN PABLO
audiovisuales@san-pablo.com.ar

 Recordemos que estamos ya en un nuevo año según el ciclo de la Iglesia

 

En la nota publicada el jueves pasado, señalábamos que la finalización de un año nos suele llevar a reflexionar sobre nuestra vida personal y grupal, a partir de los logros obtenidos o los proyectos pendientes. Pero también es cierto que los primeros días del año nuevo pueden resultar ideales para replantear nuestras actividades y hábitos cotidianos y, así, elegir y priorizar nuevos objetivos y desafíos. Las reuniones para recibir el año, los campamentos, retiros, jornadas y encuentros de recreación, días de campo, vacaciones, etc. que nuestros grupos, movimientos, comunidades llevan a cabo durante esta época, son ámbitos ideales para realizar este tipo de ejercicios de evaluación y de proyección.  

Para orientar una acción de estas características, hoy les propongo una dinámica breve y sencilla, que puede ser efectuada tanto personal como grupalmente Se trata de una adaptación de la dinámica titulada La vida de uno, perteneciente al querido Padre

José Marins y equipo (www.cebs.ws/spanish/), a quien saludo y agradezco desde estas páginas: 

-Desarrollo de la propuesta 

*Comenzar con una oración. Puede ser, por ejemplo, el Salmo 138: 

Señor, tú me sondeas y me conoces; 
tú sabes si me siento o me levanto, 
de lejos penetras mis pensamientos;
te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares. 
Antes que la palabra esté en mi lengua,
tú, Señor, la conoces plenamente,
me rodeas por detrás y por delante, 
y tienes puesta tu mano sobre mí;
una ciencia tan admirable me sobrepasa:
Es tan alta que no puedo alcanzarla.
¿Adónde iré para estar lejos de tu espíritu? 
¿Adónde huiré de tu presencia? 
Si subo al cielo, allí estás tú; 
si me tiendo en el abismo, allí estás presente;  
si tomara las alas de la aurora, 
y fuera a habitar en los confines del mar, 
también allí me llevaría tu mano 
y me sostendría tu derecha.  
Si dijera: "que me cubran las tinieblas, 
y la luz sea como la noche a mi alrededor",
las tinieblas no serían oscuras para ti,
y la noche sería clara como el día.  
Tú has creado mis entrañas, 
me plasmaste en el seno materno. 
Te doy gracias, porque fui formado 
de manera tan admirable. 
¡Qué maravillosas son tus obras!  
Tú conocías hasta el fondo de mi alma,
y nada de mi ser se te ocultaba,
cuando yo era formado en lo secreto,
cuando era tejido en lo profundo de la tierra.
Tus ojos ya veían mis acciones, 
todas ellas estaban en tu libro; 
mis días estaban escritos y calculados 
antes que uno solo de ellos existiera.  
¡Qué difíciles son para mí tus designios, 
y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos! 
Si me pongo a contarlos, son más que la arena; 
y si terminara de hacerlo,
aún entonces, seguiría a tu lado.
Sondéame, Dios mío, y penetra mi corazón, 
examíname y conoce lo que pienso;  
observa si estoy en un camino falso,
y llévame por el camino eterno.

*El ejercicio pretende cuestionar cómo uno está viviendo su vida y si está realmente consiguiendo de ella lo que se esperaba. Quien toma solamente las cosas como vienen, sin buscar metas personales, quizá no está viviendo una vida en su libre elección de valores. (Si el ejercicio se hace de manera grupal, será necesario que el animador o conductor del encuentro aclare estos conceptos). 

*La propuesta es que, de manera personal y en un momento de tranquilidad, nos tomemos el tiempo necesario (el autor propone entre 15 y 25 minutos) para reflexionar y escribir en una hoja en blanco, en la parte inferior, de 1 a 20 cosas que nos gustaría conseguir o realizar en la vida, durante este año.  

No importa si no alcanzamos a colocar veinte  cosas...  

*Luego de ese primer tiempo de reflexión, dedicamos otra media hora, aproximadamente, para colocar, en el lado izquierdo de cada propuesta y/o afirmación, las siguientes siglas evaluadoras: 

I = importantísimo para mí, tengo que realizar esto de cualquier modo.  

B = bueno para mí, pero sin máxima urgencia. 

E = puede esperar.

*Cada uno presenta al grupo su lista, y el grupo, sin saber las siglas que empleó, determina, por cada punto, una sigla que le resulte objetiva.  

*Luego, uno discute con el grupo los puntos en que discreparon sus observaciones y las del conjunto grupal. Este tramo del ejercicio puede insumir unos 30 minutos, aproximadamente. 

*Para finalizar, en veinte minutos, cada grupo aporta su evaluación del ejercicio y de todo lo aprendido, en un plenario, mencionando las consecuencias que creemos que acarreará para nuestras vidas, tanto en lo personal como en lo comunitario, durante este año. 

-Para la reflexión personal y grupal:  

Cuando uno tiene el valor de cuestionar sus “amores” y modo de ser, puede descubrir mejor cómo amar a los otros y así realizarse en la vida. Pues, de otro modo, su existencia será inútil o llena de tensiones, y uno se encontrará buscando siempre huir de sí mismo (por la acción, por las evasiones peligrosas, etc.), ser como aquel señor que vivía corriendo de su propia sombra. Corrió tanto hasta agotarse completamente y morir. Nunca había dejado de huir, nunca consiguió escapar de su sombra... y habría sido tan fácil librarse de ella; bastaría haber mirado a los otros y sus sombras, bastaría haber cuestionado su modo de actuar, haber dialogado con alguien, haber descubierto la sombra de un árbol y haberse sentado debajo de ella... Quien no dialoga, no se cuestiona, no se evalúa, se destruye (José Marins y equipo). 

-Para rezar juntos: 

ORACIÓN DE AÑO NUEVO

Al iniciar un nuevo año,
cuando una nueva página
se escribe en el libro de la vida,
yo te invoco, Señor y Padre mío,
y suplico, con espíritu
humilde y confiado, la gracia
de dedicar, silenciosamente,
mi vida al bien.

Concédeme, Señor,
la facultad de ver, oír y sentir,
y la libertad de pensar,
hablar y obrar correctamente.

Atiende las necesidades de cada día
y guía mis pasos
en los caminos de la vida.
 

Padre del universo,
te pido justicia para los hombres
de todas las regiones
de este mundo tan turbado
y un poco de paz y tranquilidad
para mí,
a fin de conservar la fe y la confianza
en mi corazón.
 

Tú, Rey eterno,
que creaste el cielo con las estrellas,
conduces los planetas
en su trayectoria
e iluminas a los sabios
y a los hombres de ciencia,
llena mis días de luz, vida y amor.
 

Al decidir, Padre Divino,
quién vivirá y morirá,
quién estará tranquillo
y luchará perturbado,
quién se empobrecerá y enriquecerá,
contémplame con la plenitud
de tu gracia y bendición.
 

Dios Padre nuestro
y Dios de nuestros padres,
Dios que reinas en el cielo 
y mandas en la tierra,
que mi arrepentimiento,
oración y súplica
atraviesen la distancia
y lleguen a tus oídos.
 

Que suban hasta tu presencia
estas palabras sinceras
para que bendigas este año nuevo
con tu gloria, justicia y paz
en tu reino eterno
que desconoce fronteras.

Amén

(Enviado por el P. Gabriel Rodríguez, OAR).