¿Qué es el amor conyugal?

 

El amor conyugal es un amor que va y viene, va de un cónyuge al otro con un impulso y un dinamismo que empuja a cada uno de los cónyuges a buscar la felicidad del otro con tanta fuerza como si fuera a buscar su propia felicidad.

Y esto sucede porque en la vida de matrimonio cuando el otro es feliz, uno también es feliz.

 

Como en todo amor, en el amor conyugal no se pone límite al bien y a la felicidad que uno busca para sí mismo y para su cónyuge.

El crecimiento mutuo que los esposos persiguen alcanza a todos los niveles de la vida.

 

Se desean mutuamente todos los bienes: los bienes físicos, como la salud y el bienestar; los bienes del corazón, que son los sentimientos y los afectos; los bienes del espíritu, como la instrucción y la cultura; los bienes morales y sobrenaturales, como el progreso en las virtudes.

Porque la unión de los esposos es total y se extiende a todo su ser: su cuerpo y su espíritu.

 

De una manera general, podemos decir que el amor conyugal pone a disposición de los esposos una felicidad y un crecimiento nuevos, que nunca antes habían conocido.

Una cosa es ser feliz a solas y otra tener una felicidad compartida.

 

La mujer está hecha para amar y darse totalmente.

La joven convertida en esposa encuentra en el amor conyugal la ocasión de amar y de darse totalmente al esposo.

Y la misma unión física contribuye al crecimiento de la mujer convertida en esposa y futura madre.

A aquella pequeña niña, a quien le gustaba acunar muñecas, el amor conyugal lo hace realidad acunando verdaderos hijos.

 

El amor conyugal va a servir también para hacer crecer al hombre.

En primer lugar descubrirá la inmensa capacidad de ternura femenina que hay en su esposa.

El amor conyugal lo vuelve responsable para proteger a la mujer y, además, para alimentar y educar a sus hijos.

 

El amor conyugal provee, pues, posibilidades particulares de crecimiento y de felicidad a los esposos.

Porque en el amor conyugal los esposos ponen todo en común, establecen una verdadera comunidad de destino y de vida.

 

El amor de los esposos debe ser algo estable, definitivo, durable.

No es posible el crecimiento sin que se le dé el tiempo para que ello suceda.

Se crece en la medida que le doy tiempo al tiempo a las cosas que van sucediendo.

 

Es frecuente que los novios pregunten si disminuye el amor con el paso del tiempo, con el paso de los años.  

El amor no disminuye, el amor se transforma y se profundiza.

 

Hay algunas personas que alardean de querer a su esposa como el primer día que la conocieron. ¿Cómo? ¿No crecieron? ¿Se quedaron allá?

Yo, hoy, quiero a mi esposa mucho más que el primer día que la conocí.

 

Hay montones de cosas, de actos de vida compartidos, de dolores superados, de alegrías vividas, que nos han hecho crecer en nuestra vida en común.

Hemos transformado aquel amor naciente en un amor vivido.

 

El amor no disminuye, el amor se transforma, tiene otro matiz.

Las cosas vividas lo transforman.

Para ello es necesario el amor estable, el amor duradero, el amor para siempre.

                                   Salvador Casadevall