Pentecostés 2004
30 de mayo.
Material de Oración y reflexión
La fiesta de Pentecostés es la tercera gran Pascua cristiana, la tercera gran celebración liberadora. La primera fue Navidad, cuando Dios se hace humano y amigo, pobre y pequeño, cuando nos abrimos a la esperanza, porque Dios viene a liberar a su pueblo. La segunda fue Resurrección, cuando Dios se hace espiga de primavera, vida y victoria, amor que vence toda esclavitud y toda muerte. La tercera, hoy, Pentecostés. Dios se hace aliento que da vida, fuerza, fuego de amores. Es el don del Espíritu Santo, que todo lo recrea.
Recita
"Ven, Espíritu Santo"
Ven,
Espíritu Santo:
Ven,
Espíritu Santo:
Ven,
Espíritu Santo:
Ven, Espíritu Santo, amigo. Ven. |
¿Qué nos dice la Palabra de Dios?
* Ver Hch. 2; 1-11
Pentecostés supone el final de aquel movimiento disgregador que empezó en Babel, cuando los hombres empezaron a hablar cada uno la lengua de su propio interés. Aquí empieza a hablar la lengua común del amor, la que todos entienden y la que a todos reúne.
En Pentecostés comienza la vida de la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios, que alentado por el Espíritu se llena de la vida de Cristo resucitado y se esforzará por llenarlo todo de esta misma vida.
* Ver Jn. 20; 19-23
Los discípulos se llenaron de vida nueva. Fue el primer día de la semana cuando Dios se puso a crear. Este sería el primer día de la nueva creación. Empezaba así la era del Espíritu. De tal manera que quien recibe este Espíritu no sólo se santifica, sino que es capaz de santificar, de perdonar pecados, de trabajar por un mundo nuevo. Hay que alentar sobre toda muerte y toda impureza. Hay que dejarlo todo lleno de limpieza y hermosura. Hay que llenarlo todo del Espíritu de Jesús.
Un rato de oración:
1. Hoy es un día importante, nos estamos solos, Jesús nos ha dejado su Espíritu. Vamos a tener un corazón agradecido a Jesucristo.
2. Piensa dónde hace falta más el Espíritu de Jesús.
3. Pide a Jesús para que envíe su espíritu allí donde hace falta.
Envía tu Espíritu
sobre joven y viejo,
niños y adultos,
sobre hombres y mujeres,
sobre alto y bajo,
sobre este y oeste.
Derrama tu fuego
en el corazón del hombre,
en la boca del hombre,
en los ojos del hombre,
en las manos del hombre.
Envía tu Espíritu
sobre los que creen,
sobre los que dudan,
sobre los que aman,
sobre los que están solos.
Derrama tu fuego
en las palabras de los hombres,
en el silencio de los hombres,
en el hablar de los hombres,
en las canciones de los hombres.
Envía tu aliento
sobre los que construyen el futuro,
sobre los que conservan los valores,
sobre los que protegen la vida,
sobre los que crean belleza.
Envía tu Espíritu
sobre las casas de los hombres,
sobre las ciudades de los hombres,
sobre el mundo de los hombres,
sobre todos los hombres
de buena voluntad.
Aquí y ahora,
sobre nosotros
derrama tu Espíritu
y que esté con nosotros para siempre.
Piensa en esta semana...
"La razón del compromiso con los demás está en los profundo de cada uno; allí donde el Espíritu nos hace decir: Abba, Padre"
(G. Gutiérrez)