Prof. Silvio Cajiao, Bogotà – 18 dic 2004

 

PARTICIPACIÓN DE LOS LAICOS EN LA REDENCIÓN

 

“Único es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre. El entregó su vida para rescatar a todos...” (1 Tim 2, 4 – 6) En nuestra confesión cristiana reconocemos esta única mediación salvadora pero reconocemos igualmente que para prolongar tal plenitud el mismo Señor quiso reunir en torno a sí un Pueblo mediante el cual prolongar en la historia dicha acción salvífica. Es así como el Vaticano II nos dice: «Este pueblo mesiánico, (...) es, sin embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y salvación. Cristo, que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como instrumento de la redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra.» (LG 9)

 

El Vaticano II señala, en este Pueblo, en particular a los laicos que «en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética, y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde.» (LG 31) Señalándoles su función eminentemente secular indica el mismo número que «A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento. Y así hagan manifiesto a Cristo ante los demás, primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiación de la fe, la esperanza y la caridad.»

 

Juan Pablo II en: Christifideles laici, profundizaba en lo que significa para los laicos ese triple oficio, miremos lo que dice: Del oficio sacerdotal: “Incorporados a Jesucristo, los bautizados están unidos a Él y a su sacrificio en el ofrecimiento de sí mismos y de todas sus actividades (cf. Rm 12, 1 – 2).

 

Dice el Concilio hablando de los fieles laicos: «Todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso espiritual y corporal, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales aceptables a Dios por Jesucristo (cf. 1P 2,5), que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen piadosamente al Padre junto con la oblación del Cuerpo del Señor. De este modo los laicos, como adoradores que en todo lugar actúan santamente, consagran a Dios el mundo mismo». (LG 34) (ChL 14)”

 

El oficio profético siguiendo a Cristo que proclamó el Reino del Padre con su testimonio de vida y de palabra «habilita y compromete a los fieles laicos a acoger con fe el Evangelio y anunciarlo con la palabra y con las obras, sin vacilar en denunciar el mal con valentía.», como a su vez son «llamados a hacer que resplandezca la novedad y la fuerza del Evangelio en su vida cotidiana, familiar y social...» (ChL 14)

 

Por el oficio real se colocan al servicio del Reino y de su difusión en la historia y antes que nada por la lucha espiritual de vencer en sí mismos el reino del pecado y particularmente sirviendo «en la justicia y en la caridad, al mismo Jesús presente en todos sus hermanos, especialmente en los más pequeños (cf. Mt 25,40).»

 

De la autoría de Juan Pablo II es también la Carta Sobre el Sentido Cristiano del Sufrimiento Humano en donde nos dice: «El Redentor ha sufrido en vez del hombre y por el hombre, Todo hombre tiene su participación en la redención. Cada uno está llamado también a participar en ese sufrimiento mediante el cual se ha llevado a cabo la redención. Está llamado a participar en ese sufrimiento por medio del cual todo sufrimiento humano ha sido también redimido. Llevando a efecto la redención mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redención. Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo.» (No. 19)

 

Fuente:

 

www.clerus.org