Por Luis
Fernández Cuervo (luchofcuervo@gmail.com)
Soy decididamente feminista y lo he demostrado en varios artículos, años atrás.
Valoro mucho las cualidades femeninas, en tantos puntos superiores a los
varones. En mis años de profesor universitario he tenido siempre, como mejores
alumnos, a ellas, con las mejores notas y con la mejor de las simpatías. Sin
embargo sé que después, al buscar trabajo, muchas veces son postergadas por
varones menos competentes en el desempeño de sus tareas. Por eso la
inauguración, a bombo y platillo, de Ciudad Mujer, tiene en principio mi apoyo y
mi aplauso.
Sin embargo quiero aportar elementos positivos de reflexión para orientar las
metas feministas con ejemplos de por donde va la vanguardia del feminismo
actual, tanto norteamericano como europeo, muy lejos del feminismo antivarón y
antimaternal, del pasado.
En 1981 Betty Friedan y Susan Brownmiller, anunciaban la crisis del viejo
feminismo y cambiaban sus propuestas. Friedan, en The Second Stage reconocía que
el feminismo tenía que preocuparse de la familia si no quería perder su
influencia y que la meta debía de ser “cómo hacer compatibles el trabajo, el
amor, el hogar y los hijos”. Brownmiller pasaba a acercarse a las posiciones,
antes odiadas de The Total Woman de Marabel Morgan, cuando descubría entonces
que la feminidad era “un sentimiento romántico y una estética exquisita” y que
el feminismo no había logrado compaginarse con la feminidad.»
En 2010 escribí: «Pero cuando las mujeres dejaron el hogar para lanzarse a las
profesiones reservadas anteriormente a los varones, el éxito, a veces
fulgurante, no fue acompañado por la felicidad. Así lo reveló muy claramente el
libro de los economistas Betsey Stevenson y Justin Wolfers, (mayo, de 2009),
“The Paradox of Declining Female Happiness”, que causó conmoción en los Estados
Unidos. Se afirma en este libro que la ausencia de la madre en el hogar ha
traído, como uno de sus frutos, la decadencia de la familia tradicional, pero
ello constituye uno los mayores factores de depresión e insatisfacción entre las
mujeres profesionales. El igualar o superar a los varones en la profesión
prometía el paraíso y trajo la desgracia».
Veamos otras famosas feministas. Helen Brook, líder de la anticoncepción,
fallecida en 1997, seis años antes declaraba: “Si tuviera que empezar de nuevo,
trabajaría a favor de las familias con padre y madre.” Evelyne Sullerot en Le
grand remue-ménage (1997) viene a decir lo mismo, aterrada por la descomposición
social que trajeron los anticonceptivos. Las italianas de la revista Noi Donne
confesaron “los científicos de todo el mundo concuerdan en confirmar hoy que los
porcentajes de eficacia de los métodos naturales son parejos a los de la
píldora” y pasan a apoyar los métodos naturales, no por ideas religiosas, sino
porque les ayuda a vivir con mayor respeto la relación con su cuerpo y con su
sexualidad, “elementos que desde siempre son patrimonio de la cultura femenina”.
Naomi Wolf, famosa escritora de The Beauty Mith, en su libro Fire with Fire
(1994) dice: “la muerte del feto es una muerte verdadera”(…)“en la decisión de
abortar hay grados de culpabilidad, conciencia y responsabilidad”(…)
“necesitamos tener la valentía de reconocer que la elevada tasa de abortos de
este país –más del 25% en relación con los embarazos- solo puede entenderse como
un fracaso”.
Jean Bethke Elshtain, de la Vanderbilt University, con varios libros sobre la
mujer y la familia, dice: “Creo que el movimiento feminista nunca ha prestado a
los niños la atención que se merecen”(...) “y ya estamos viendo las
consecuencias: los niños procedentes de hogares rotos, de madres solteras, etc.,
sufren muchos más problemas relacionados con las drogas, el alcoholismo, la
violencia, el fracaso escolar, los suicidios de adolescentes, las depresiones.
Una de las cosas más tristes que está sucediendo en Norteamérica, hoy en día, es
que cada vez hay más niños a los que les falta el amor, el cuidado y la atención
de sus padres, aunque en lo material no les falta nada.”
Elise Claeson, Licenciada en Ciencias Sociales, columnista del diario sueco
Svenska Dagbladet. En su exitoso libro, Mamma@home, (2006), propone un nuevo
feminismo que se centra en la maternidad y en la naturaleza femenina. “Yo creo
que es una tendencia que ha venido para quedarse. Hay signo de ello por todas
partes. El viejo feminismo ha perdido porque no ve a las mujeres como ellas son,
pretende convertirlas en hombres. Hay una idea feminista y socialista de que las
mujeres son libres solamente cuando actúan como hombres y se incorporan al
mercado laboral. Propongo que las mujeres no deberíamos intentar llegar a ser
hombres; estamos bien como somos y deberíamos seguir nuestros deseos femeninos y
nuestra naturaleza femenina”.