EL ORIGEN DEL AÑO LITURGICO

Tomado del libro “La navidad en Mexico” tomo I

P Jose Luis Fernandez, edit Paulinas

 

EL  ciclo litúrgico anual tiene como base la Pascua cristiana, para lo cual utiliza el calendario lunar, no el solar, es decir el que empieza con la primera luna llena después del equinoccio de primavera.

Significado etimológico de Liturgia.

Esta palabra viene de dos conceptos griegos: ergón, que significa obra, trabajo, servicio; y leitos, de laos que significa pueblo, popular. Entonces, liturgia significa: obra o servicio prestado al pueblo, o mejor dicho, servicio público popular.

En los tiempos clásicos griegos (s.V a.C.) el término liturgia tuvo el sentido de servicio público, ya fuera político, técnico o religioso.

Durante los primero siglos de la Iglesia, el pueblo utilizó este término para designar únicamente la celebración de la eucaristía.

A partir del siglo XVI d.C, el término liturgia empezó a significar el culto externo como estructura oficial de la Iglesia o las celebraciones rituales. Es desde entonces que se define a la liturgia como el conjunto de signos sensibles, eficaces, de la santificación y del culto de la Iglesia.

Una vez definido el significado de liturgia, entenderemos mejor el origen histórico del Año Litúrgico.

¿Cómo surgieron las fiestas cristianas? Estas fueron surgiendo a través de los siglos. La Iglesia católica fue tomando las fiestas de los diversos pueblos, dándoles un sentido cristiano, en torno a la personalidad de Jesucristo. Es decir, tomaron la forma externa, pero les dieron un contenido nuevo y verdadero. Pondré algunos ejemplos para que esto quede más claro:

Es como si una señora recibiera una olla ya usada y, al recibirla, dijera: “la voy a seguir usando, pero ahora para otra cosa”. La olla es la misma, pero lo que se mete en ella es distinto. Pues eso hicieron los primeros cristianos con las fiestas paganas de todos lados: las cristianizaron, respetando sus fechas y sus maneras, pero dándoles un contenido nuevo que era la verdad de Jesucristo.

Otro ejemplo más sencillo: Supongamos que ustedes reciben un regalo envuelto en un bonito papel y un gran moño. ¿Qué hacen las mamas ahorrativas? Abren el regalo con mucho cuidado y luego guardan la envoltura; después envuelven otro regalo con mucho cuidado con la misma envoltura. Si viene la persona a quien se le dio el primer regalo, ¿qué diría? ¡Ahí tienes todavía el regalo que te di! Entonces contestaría: “No, es el mismo papel, pero ya tiene otro contenido diferente”. Aparentemente es igual, pero no es así, porque lo más importante es lo de adentro y no lo de afuera.

Así, como los casos que acabo de explicar, fue creándose el año litúrgico, es decir, de una serie de fiestas que iban dándole al año una diversa tensión emocional; unos días de mayor alegría, otros de mayor reflexión y otros de relajamiento, para que así, entre tensión y distensión, celebráramos nuestra fe a través del año.

Para festejar la primera fiesta, la mas importante de todas: la Pascua: “El paso de Dios en la historia del hombre”, los cristianos se comenzaron a reunir el domingo para celebrar el día en que Cristo resucitó y no el sábado, como lo hacen los judíos, que no creen que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Mesías prometido. Por eso, los primeros cristianos que eran de origen judío, se reunían los domingos. Sin embargo, como cada domingo resultaba algo monótono, fue necesario distinguir el domingo de Pascua, de los otros domingos. ¿

Los judíos se reunían en sus casas para celebrar su liberación de manos de los egipcios comiendo un cordero asado. Nosotros los cristianos, comemos el verdadero Cordero Pascual, que es el Hijo de Dios, el Pan consagrado, el Banquete místico de la Carne y la Sangre de Cristo. Ya no es un cordero cualquiera, es Cristo, el Cordero de Dios. Ya no nos libera de la esclavitud de Egipto, nos libera de la esclavitud de nuestras propias miserias y pecados, de nuestras angustias y culpas, de nuestras equivocaciones y dudas.

Esa fue la primera fiesta, después vendrían otras más.

¿Cuándo se deberá celebrar el nacimiento de Cristo? ¿Qué celebran los hombres cada año? Celebran el nacimiento del sol. ¡Ah! pues esa fiesta será el nacimiento de Cristo, porque Cristo es el verdadero Sol. ¿Nos damos cuenta de cómo los primeros cristianos no querían destruir nada, simplemente darle un contenido nuevo y verdadero, cristianizando las fiestas paganas que tenían los hombres?

Si la fiesta del sol nuevo era la noche del 24 de diciembre para amanecer el 25, porque en esa noche como que el tiempo retrocede, y al parecer, hasta ese día, la noche avanza; a partir de entonces la noche empieza a retroceder hasta llegar al solsticio de verano, cuando otra vez la luz, triunfa sobre las tinieblas. Se puede decir que cuando amanece, se celebra el nacimiento de Cristo, con una ventaja: Cristo sí es alguien histórico, mientras que el sol es un astro.

Como explicaba con el ejemplo de la olla, cada vez que la encontraban “le vaciaban su contenido, pero no la quebraban, sino que la llenaban de algo nuevo y verdadero”.

Otra fiesta importante para nuestro pueblo mexicano es el 2 de febrero, Día de la Candelaria. En Roma existía una fiesta pagana dedicada a Februa, la diosa de los vientos y de la fecundidad. (Sabemos que a través de los vientos es como viaja el polen por el aire y va de una parte a otra fecundando a las flores para dar oportunidad al nacimiento de nuevas plantas.)

¿Cómo transformar esa fiesta, sin destruirla en su sentido profundo? Muy sencillo: en lugar de la diosa Februa, la Virgen María; en lugar de la polinización y la fecundación de la tierra, María con su hijo, su fruto, en sus brazos presentándose en el templo.

La procesión de las candelas que hacían en la noche los paganos, la siguieron haciendo los cristianos al tener que realizar la procesión desde la iglesia de San Adrián a la de Santa María la Mayor. La primera bendición de las candelas es de origen impreciso, pero se remonta a fines del siglo IX o comienzos del X. Esta, era precedida de la bendición del fuego, más o menos como la vigilia pascual. La bendición solemne de las candelas fue organizada en Galia (Francia). En el siglo siguiente se añadió la antífona: “luz para la revelación de la gente”.

La costumbre de traer a los niños al templo proviene de la fiesta de la luz en Jerusalén, narrada por la Egeria, en las memorias de su viaje a tierra santa, sólo que en Oriente. Es el 14 de febrero (Egeria 390 d.C.) cuando se recuerda la presentación de Jesús en el templo, por sus padres María la Virgen, y San José (Le 2, 22-40).

Al llegar los primeros misioneros a este continente (América), lo primero que hicieron fue lo que habían hecho los primeros cristianos en Europa. ¿Qué fiestas hay aquí? y ¿en qué forma éstas pueden coincidir con las cristianas? Para no destruirles todo (recuerden el ejemplo del regalo), volveremos a cambiar el papel de envoltura y le meteremos otro regalo. Los misioneros se dieron cuenta de que los pueblos mexicanos antiguos, conectados tan estrechamente con la astronomía, tenían prácticamente las mismas fiestas que en Europa. Allá celebraban el nacimiento del sol, aquí también, pero bajo el nombre del dios Huitzilopochtli, la noche del 24 de diciembre, pero con una característica muy especial: se preparaba la fiesta del 24 con 9 días de anticipación. Entonces se dijeron los misioneros, entre ellos fray Pedro de Gante, “vamos a celebrar la Navidad añadiéndole los elementos cristianos. Si a los indígenas les gusta bailar en honor de sus dioses que no son verdaderos, ¿Qué tal si bailan al Dios verdadero durante el ofertorio? Si les gusta ponerse distintivos de sus dioses en las celebraciones y bailes, entonces que ahora se pongan distintivos de imágenes cristianas y del Dios verdadero; de Jesucristo, la Virgen de Guadalupe y de algunos santos”.

Si antes bailaban en honor de dioses, como eran los del agua, la lluvia, el sol, la guerra, la noche, la muerte, etcétera, ahora lo harían en honor del Dios verdadero.

Otro detalle muy inteligente de los misioneros fue el cambiar la costumbre del novenario a Huitzilopochtli por las llamadas Misas de Aguinaldo, las cuales se popularizaron con el nombre de posadas. A estas fiestas paganas los frailes misioneros les dan un giro cristiano. Si el pozole lo hacían con carne humana mezclada con los granos de maíz, ahora lo hacen con carne de puerco muy semejante en el sabor. Los nueve días del novenario de Huitzilopochtli, simbolizan los 9 días de viaje a Belén, otros piensan en los 9 meses de embarazo.

Actualmente entendemos el año litúrgico como la ordenación que la Iglesia hace a lo largo del año para celebrar los Misterios del Señor. Comienza con el primer Domingo de Adviento, cuatro semanas antes de Navidad y está dividido en tiempos litúrgicos.

EL ADVIENTO

La palabra adviento es un término cristiano, pero de origen pagano que significa: “la venida anual de la divinidad a su templo para visitar a sus fieles”. Por eso el templo de la divinidad sólo se abría una vez al año y los fieles creían que sus dioses estaban presentes en la imagen o imágenes que tenían y permanecían en medio de ellos, mientras duraban las festividades; por lo tanto, adviento representa la venida de la divinidad en medio de la humanidad. Ya desde el siglo VI d.C, en Roma, se comienza a celebrar el adviento como la preparación de la venida del Hijo de Dios: Jesucristo, el Emmanuel, es decir, el Dios-con-nosotros.

Comprende, como ya se dijo, las cuatro semanas que preceden al 25 de diciembre. Durante éste tiempo se mira al Cristo “que viene” en varios sentidos:

a)  En la venida histórica, acaecida hace dos mil años; se revive la esperanza de Israel.

b)  En su venida escatológica, la que sucederá al final de los tiempos; es nuestra esperanza actual.

También se señalan a veces otras venidas, como la venida de Jesucristo a cada uno de nosotros por la gracia sacramental, pero éstas no son las típicas de adviento.

NAVIDAD Y EPIFANÍA

Desde el 24 de diciembre hasta la semana que sigue a la fiesta de la Epifanía, se celebraba la presencia del Verbo Encarnado y su manifestación. En los ritos occidentales subrayamos la Navidad, mientras los orientales acentúan la Epifanía.

CUARESMA

Esta palabra significa cuarentena y corresponde a los cuarenta días anteriores a la Pascua. Comienza el Miércoles de Ceniza, y su sentido es preparar con particular atención a los catecúmenos al bautismo en la vigilia pascual.

TIEMPO DE PASCUA

Comprende desde el Domingo de Pascua hasta Pentecostés, su brillante culminación a los cincuenta días, con el simbólico número de plenitud. Estos cincuenta días son “como un gran domingo” en el cual se celebra con gran alegría la resurrección de Cristo.

El núcleo del año litúrgico está constituido por el Triduo Pascual, el cual comienza con la celebración vespertina del Jueves Santo, continúa con la celebración de la muerte del Señor (Viernes Santo) y tiene su culmen en la vigilia pascual. En esta vigilia se celebra el paso de la muerte a la vida del resucitado. Si la Pascua es la mayor celebración de la Iglesia es porque en ella Cristo llegó a la nueva y perenne dimensión de existir, a la cual nos llama también a nosotros.

TIEMPO ORDINARIO

Este tiempo durante el año llamado, con menos propiedad, tiempo ordinario. Abarca las 33 o 34 semanas no comprendidas en los tiempos antes mencionados o “tiempos fuertes”; está dividido en dos partes: unas pocas semanas (entre 5 y 9), ubicadas entre la Epifanía y la Cuaresma, y el largo tiempo que va desde Pentecostés hasta el Adviento. En él se celebra el misterio pascual del Señor sin especificación particular.

Es importante tener presente que, no obstante el recuerdo de los diversos momentos históricos de la vida del Señor a lo largo del año, lo que la Iglesia celebra es siempre el misterio pascual. Quien se hace presente en la celebración cristiana es siempre el Cristo glorioso, quien ahora existe sin las limitaciones de espacio ni tiempo a las cuales estuvo sujeto durante su vida histórica.

A lo largo del año litúrgico, la Iglesia celebra también a la Santísima Virgen y a los demás santos. La razón de ser de estas memorias o celebraciones es su incorporación al misterio pascual; en ellas festeja ante todo lo que Cristo ha hecho en ellos y, al mismo tiempo, se nos proponen como modelos en el seguimiento de Cristo.

Bibliografía

24. Sartore Domenico., Achule M. Triacca., Nuevo Diccionario de Liturgia., Paulinas, Madrid. 1988.

6. De Aquilino Pedro., Diccionario de términos religiosos y afines. Paulinas/Verbo Divino. España. 1990.

33. González Xavier., Homilías dominicales. Domingo XXXIV (25/11/84) p.1-2

33. ídem. Homilías dominicales. Domingo “Todos los Santos”. (2/II/86) p. 5-11