TEXTOS SOBRE LA ORACIÓN
1. ¿Para qué sirve rezar?
Es la pregunta de no pocos. En una cultura en la que se acepta como criterio preferente y casi único de valoracion la eficacia y el rendimiento, no es extraño que surja esta pregunta. Lo importante es la acción, el esfuerzo y el trabajo; lo decisivo son los resultados. Desde este pragmatismo, la oración parece pertenecer al mundo de " lo inútil". ¿No será perder el tiempo?
El abandono de la oración se justifica a veces desde medias verdades: hay que orar con la vida la mejor oración es el compromiso. La oración sigue viva en muchas personas. No la hemos de subestimar, aún cuando parezca defectuosa. Dios que ha modelado el corazón humano, no tiene problemas para entenderla y acogerla. Nos conoce bien y sabe "descodificar" la plegaria de cada cual. "Es preciso orar siempre sin desanimarse"(Lucas 18,1)
2.
Si usted forma el hábito de orar con sinceridad, su vida será notable y profundamente alterada. La oración marca con su influencia nuestras acciones y conductas. Una tranquilidad de porte, un reposo de cuerpo y cara se observan en aquellos que se enriquecen con la oración.
[...]
Para poder en verdad moldear la personalidad, es menester que la oración se convierta en hábito. De nada sirve orar por la mañana y vivir el resto del día como ateo. La verdadera oración moldea la vida. La verdadera vida exige oración.
Dr. Alexis Carrel. "Acerca de la oración " (Científico francés, Premio Nobel de Medicina)
3. Maestro Eckhart (1260-1327) teólogo dominico, místico
Conversaciones espirituales
“Hay que orar siempre, sin desanimarse.” (Lc 18,1)
Se me ha puesta esta cuestión: Hay mucha gente que se querría retirar
completamente del mundo para vivir en la soledad y encontrar la paz, o bien,
permanecer en la iglesia- ¿es esto lo mejor que se puede hacer? Yo respondo: No!
Y digo por qué.
La persona de un comportamiento recto se encuentra bien en todas partes y con
todo el mundo. Pero aquella que le falta esta rectitud se encuentra mal en todas
partes y con todo el mundo. El que posee a Dios no tiene más deseo que Dios sólo
y todo lo demás se convierte para él en Dios sólo. Esta persona lleva a Dios
consigo a todas partes y toda su actividad reviste un carácter divino...
Es cierto que para ello hace falta el esfuerzo y el amor, una vigilancia atenta
de su conciencia, una inteligencia vigilante, verdadera y efectiva que orienta
toda nuestra actitud espiritual hacia las personas y las cosas. No se puede
adquirir esta inteligencia con una actitud evasiva, huyendo ante las cosas para
refugiarse lejos del mundo exterior, a la soledad. Antes bien, hace falta
aprender una soledad interior que no acompaña por doquier, estemos donde estemos
y con quien estemos. Hay que aprender a penetrar en el misterio de las cosas
para encontrar en ellas a Dios... Así nos impregnamos de la presencia de Dios,
seremos remodelados según la forma del Dios de amor y unidos a él siendo uno con
él, para que la presencia de Dios nos ilumine sin el menor esfuerzo.
4. Pensamiento de Kierkegaard, escrito hace muchos año:
“Aunque tú no puedas hacer ninguna obra de caridad, de amor, por estar sin brazos y sin piernas; aunque no puedas consolar a los tristes y afligidos con el canto, o ayudar a los pobres con las manos; aunque no puedas lanzarte a las llamas para salvar a otro, siempre podrás dirigirte a los que sufren y tener para la divina familia de los crucificados en el madero de todos los dolores, una mirada de fraterna comprensión y ofrecer al Dios de todo consuelo una sumisa plegaria por cada uno de ellos.”
5. Tenemos que rezar mucho, pero no para tener más cosas de las que tenemos, sino precisamente para todo lo contrario: para poder liberarnos de nuestras peticiones, para poder salir de nuestros egoísmos y acabar finalmente en adoración.
6.
ORACION-ACCION
Sin la oración diaria fielmente vivida, nuestra acción se vacía, pierde su alma
profunda, se reduce a un simple activismo sencillo que con el tiempo nos deja
insatisfechos. Hay una hermosa invocación de la tradición cristiana para ser
recitada antes de una actividad, que dice: «Actiones nostras, quæsumus,
Domine, aspirando præveni et adiuvando prosequere, ut cuncta nostra oratio et
operatio a te semper incipiat, et per te coepta finiatur», es decir,
"Inspira nuestras acciones, Señor, y acompáñalas con tu ayuda, para que todo
nuestro hablar y actuar, tenga siempre en ti su principio y en ti su
cumplimiento". Cada paso de nuestra vida, cada acción, incluso en la iglesia,
debe estar realizada ante Dios, a la luz de su palabra.
BENEDICTO XVI