Nuestra Misa

 

 

 

COLECCIÓN TERTIO MILLENNIO

R.P. Carlos Miguel Buela, IVE

 

 

Nuestra Misa

 

 

Ediciones «Del Verbo Encarnado»

Washington –Arequipa – Dushambé – San Rafael–Segni

2002

 

Imprimatur.

25 de julio de 2002

+ Mons. Andrea María Erba

Obispo de Velletri–Segni (Roma)

Sede Suburbicaria

Con las debidas licencias.

Foto de Tapa: Padre Daniel Cima, IVE, celebrando la Santa Misa en la cumbre de un cerro, en Bariloche.

Foto de Contratapa: Altar de la Capilla de la Anunciación, en el Seminario Mayor «María, Madre del Verbo Encarnado», en San Rafael.

Primera edición: Septiembre de 2002.

Registro de la propiedad intelectual:

Ediciones «Del Verbo Encarnado»

del Instituto del Verbo Encarnado.

El Chañaral 2699 – CC 376 – (5600).

San Rafael (Mendoza) Argentina.

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E-mail: ediciones@iveargentina.org

 

 

Al Padre Pablo José Di Benedetto (1925–1971),

quien me hizo conocer y amar a Cristo vivo.

 

Índice general

Prólogo 11.

Proemio 13.

1. Dios 13.

2. Santísima Trinidad 13.

3. Por Cristo, con Él y en Él 15.

4. El monumento vivo del amor de Dios 18.

5. Sublimidad de la Misa 26.

6. El mundo sacramental 27.

7. Liturgia vívida y vivida 32.

Introducción 35.

Ritos de introducción 35.

Primera parte

Liturgia de la Palabra

Liturgia de la Palabra 41.

Segunda parte

Liturgia de la Eucaristía

Primer momento:

Presentación y ofrenda de los dones 47.

Capítulo 1º. Materia del sacrificio 47.

Capítulo 2º. Nuestro ofrecimiento 54.

Capítulo 3º. Creación e historia 58.

Segundo momento:

Plegaria eucarística 61.

Capítulo 1º. Prefacio 61.

Capítulo 2º. Epíclesis 62.

Capítulo 3º. Consagración 67.

Artículo 1º. Presencia real 72.

Párrafo 1º. Presencia verdadera 73.

Párrafo 2º. Presencia real 74.

Párrafo 3º. Presencia sustancial 75.

Párrafo 4º. De la Transustanciación 76.

Párrafo 5º. Omnipotencia de Dios 79.

Artículo 2º. El Sacrificio de Jesucristo 81.

Párrafo 1º. Representación 83.

Párrafo 2º. Memorial 87.

Párrafo 3º. Aplicación 96.

Artículo 3º. El Sacerdocio de Cristo 108.

Párrafo 1º. Jesucristo Sacerdote principal 108.

Párrafo 2º. El oferente ministerial 114.

Párrafo 3º. El oferente bautismal 122.

Párrafo 4º. «Amor sacerdos immolat» 133.

Artículo 4º. Tres actos de un sólo drama 139.

Párrafo 1º. En la Misa 139.

Párrafo 2º. En La Cruz 145.

Párrafo 3º. En la Cena 146.

Párrafo 4º. Tradición y Magisterio 148.

Artículo 5º. Tres Protagonistas... (y María) 152.

Párrafo 1º. El Hijo hecho carne: Jesucristo 153.

Párrafo 2º. El Espíritu Santo 154.

Párrafo 3º. El Padre 155.

Párrafo 4º. María 164.

Artículo 6º. Tres niveles 164.

Artículo 7º. Triple signo 167.

Párrafo 1º. Rememorativo 168.

Párrafo 2º. Demostrativo 168.

Párrafo 3º. Profético 170.

Artículo 8º. Tres instancias 172.

Párrafo 1º. Los sacramentos y las tres instancias 172.

Párrafo 2º. La Eucaristía y las tres instancias 174.

Párrafo 3º. Más sobre las tres instancias 176.

Párrafo 4º. Genialidad de este don de Dios 179.

Artículo 9º. Tres fines 181.

Párrafo 1º. Latréutico 181.

Párrafo 2º. Eucarístico 188.

Párrafo 3º. Propiciatorio e Impetratorio 194.

Artículo 10º. Por dos clases de hombres 207.

Párrafo 1º. Se ofrece por los vivientes 207.

Párrafo 2º. Se ofrece también por todos los fieles difuntos 213.

3er. momento:

Comunión 219.

Capítulo 1º: Padre nuestro 219.

Capítulo 2º. Fracción del pan 220.

Capítulo 3º. Comunión 226.

Artículo 1º. Confiere el aumento de la gracia 227.

Párrafo 1º. Por la presencia de Cristo 227.

Párrafo 2º. Por ser representación de la Pasión del Señor 228.

Párrafo 3º. Es alimento que sostiene, aumenta y deleita 228.

Artículo 2º. Signo de la unidad 233.

Artículo 3º. Causa la unidad 234.

Artículo 4º.¿Cómo nos incorporamos a Cristo? 235.

Artículo 5º. Fin y principio de todos los sacramentos 237.

Artículo 6º. Consumación de los demás sacramentos 239.

Artículo 7º. Principio vivificante de los demás sacramentos 240.

Artículo 8º. Causa el que alcancemos la gloria 242.

Artículo 9º. La resurrección, efecto de la Eucaristía 244.

Artículo 10º. La Eucaristía nos da la vida eterna 245.

Artículo 11º. La comunión frecuente 246.

Rito de conclusión 247.

Rito de despedida 247.

Final 249.

Epílogo 253.

1. La historia de nuestra relación personal con Jesucristo Sacramentado. 253.

2. ¡Nada más difícil que la fe en la Eucaristía! 269.

3. ¡Nada más fácil que la fe en la Eucaristía! 283.

4. La consagración del pan en la «Narración de la institución y consagración» 292.

5. La consagración del vino en la «Narración de la institución y consagración» 304.

6. La Misa y la triple dimensión del sacramento eucarístico 313.

7. ¡Un Pan y un Cáliz! 321.

8. El sacerdote cuelga de la Hostia que eleva 327.

9. Diálogo de la transustanciación 334.

Abreviaturas Bíblicas 343.

Glosario según las Constituciones del IVE y SSVM 345.

Índice temático 349.

Índice analítico 353.

Prólogo

¿Qué tendría de particular la Misa de aquel sacerdote?

Porque era –en el fondo– su Misa, no sus llagas, lo que atraía, lo que golpeaba y lo que convertía. Es verdad que muchos llegaban a la cima del Gárgano seducidos por la curiosidad, movidos por la duda o simplemente perplejos... Pero la mayoría de ellos volvía interiormente convulsionada. Aún los incrédulos, los escépticos y los enemigos.

No se puede experimentar un terremoto y continuar siendo la misma persona. No se puede; porque en esos momentos se piensa en el verdadero sentido de la vida, de la muerte, del dolor, del fin de las cosas, de la eternidad y de lo contingente.

Y eso ocurría en sus Misas.

Pero ¿hago bien al escribir «sus» Misas? ¿Puede pertenecer la Misa a un hombre? ¿Puede ser la Misa de alguien más que de Jesucristo, Sacerdote y Víctima? Sí, la participación de los fieles por el sacerdocio bautismal y la acción del sacerdote ministerial por su «carácter» hacen que de alguna manera toda Misa sea «nuestra». Pero no es eso lo único que percibían los fieles en ese sacerdote celebrando Misa. Él tenía un modo especial de «apropiarse» de la Misa de Jesucristo...

...Porque la mayoría de los peregrinos que subían la fatigosa cuesta del Gárgano iban a oír «sus» Misas, las del Padre Pío. Y no se contentaban con las también piadosas Misas de fray X o fray Z.

La Misa es de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Él es el Sacerdote principal y la Víctima. Los demás sacerdotes obran «in persona Christi». Para eso son ellos hechos «otros Cristos». Pero se puede ser «otro Cristo» por esa misteriosa marcación que imprime el carácter sacerdotal... y mantenerse psicológica, afectiva y espiritualmente lejos del Cristo que se inmola en la Cruz y en el Altar. Por el misterio del carácter sacerdotal, ese sacerdote seguirá obrando «in persona Christi», aun cuando su corazón esté lejos de Cristo... y esa Misa será tan Misa como la que celebra el Papa. Pero también puede un sacerdote actuar «in persona Christi» no sólo por su carácter sacerdotal, sino porque en la Misa sus ojos se transforman en los de Cristo que mira desde la cruz la lucha entre la gracia y el pecado en el alma de cada hombre; su corazón es el corazón de Jesús traspasado por el dolor del abandono y transfigurado por un amor sin correspondencia; sus manos y sus pies pueden estar empapados en el sufrimiento de la transfixión, sus labios agrietándose por la sed de las almas, su cabeza oprimida por las espinas de la incomprensión y la burla... En definitiva: la pasión que celebra es la pasión que vive en su alma. Allí seguirá verificándose el misterio de un hombre que obra «in persona Christi», pero también se verá el otro misterio de un hombre que obra «in Corde Iesu», con el corazón de Jesucristo; y en ese hombre celebrando Misa los fieles advertirán, como a través de una transparencia, al mismo Cristo victimándose. Entonces ese sentido (tal vez secundario) que tiene la expresión «su» Misa, aunque siempre secundario, será también exacto. En el fondo los estigmas del Padre Pío estaban allí para decir a los fieles que el Padre Pío celebraba «in persona Christi et in Corde Iesu». En esas Misas, al mismo tiempo celebradas y padecidas por el santo, se dejaba ver un poquito –¡muy poquito!– el Corazón de la Víctima Muda que habla por la boca de su sacerdote...

Si conociéramos más la Santa Misa, tal vez ella sería también para nosotros el momento en que el velo se desgarra para dejarnos solos frente al Hombre desnudo que en el Gólgota colgó de un madero por nuestros pecados.

Agradezco al Padre Buela, en nombre de todos los que leerán este libro, por hacernos de lazarillo en este mundo de misterios sobrenaturales en el cual muchos somos pobres ciegos.

P. Miguel Ángel Fuentes, IVE