María de Vallejo Nájera escribe sobre el Purgatorio

Extraordinarios resultados de sus investigaciones - reportaje a la autora

 

María de Vallejo Nájera es una conocida escritora, que ha tenido una experiencia de conversión en Medjugorje. Este cambio en la vida de María ha alterado los temas sobre los que ella escribe, pero ahora nos ha sorprendido gratamente con un libro sobre el purgatorio. Ella ha investigado y descubierto las maravillas de este gran “invento” de Dios que es el lugar donde se limpian las manchas antes de poder ingresar al Reino.
 
A lo largo de los siglos, como lo refleja María en su libro, son abundantísimas las referencias a la manifestación que Dios permite a las almas purgantes, que de este modo buscan nuestra oración. Reyes, reinas y santos, además de enorme cantidad de gente común, han sido visitados por nuestros queridos hermanos purgantes. Ellos esperan nuestra oración, y se benefician de esos breves momentos en que Dios les permite manifestar su estado a los que aún estamos en esta tierra.
 
En este reportaje a la autora de este libro se puede encontrar el reflejo de la conversión que Medjugorje ha impulsado en esta alma, pero de modo resaltable se advierte también la hermosa devoción a las almas del purgatorio que ha nacido en María. Ella nos revela sus investigaciones, y su invitación a la oración por las almas.

Testimonios

Libro sobre las almas del purgatorio

"Entre el cielo y la tierra". Reciente libro de María de Vallejo-Nájera - Historias curiosas sobre el purgatorio - Entrevista con la autora - Fuente: www.es.catholic.net

 

Este nuevo trabajo de la célebre escritora española María de Vallejo Nájera está pleno de testimonios sobre el purgatorio, sobre las almas purgantes, y sobre la doctrina de la Iglesia al respecto.
  
 

Entrevista a la autora:

 - Un nuevo libro María. Aunque esta vez se trata de un ensayo.

 - Pues sí, otro libro. Un libro muy especial y que espero guste.

 - Tenemos aquí un libro inusitado, nada menos que sobre el purgatorio.

 - Efectivamente Guillermo. Es un libro editado por Planeta y que se titula “Entre el cielo y la tierra. Historias curiosas sobre el Purgatorio”. Y es ni más ni menos que un estudio sobre dicha realidad. Con muchas anécdotas, con historias que me han contado personas conocidas de la sociedad española. Todo ello con mucha información de lo que dice la Iglesia Católica sobre el Purgatorio. Y cómo nos podemos librar de él e ir directamente al Cielo.

 - Bueno, veo que vuelves por tus fueros, con esos libros que siembran inquietudes en los lectores. Y recuerdo especialmente “Un mensajero en la noche” (Belacqua), aquella historia tan maravillosa como sobrenatural. Hay personas que todavía me comentan que no se lo acaban de creer del todo.

 - Es cierto que se me conoce más por “Un mensajero en la noche”. Pero para un escritor cada libro es como un hijo. Tú lo sabes bien, que escribes estupendamente. Sabes que cada poema o artículo es como un hijo nuevo ¿no? Todos mis libros me han costado mucho trabajo. Han sido embarazos muy largos. Algunos de dos años, como los elefantes. Éste que acaba de aparecer sobre el Purgatorio es quizá el que más trabajo me ha costado. He tenido que ayudarme de tesis teológicas, de los consejos de profesores de Escatología de la Universidad de Navarra… Es difícil, es un tema muy complicado, incluso para gente muy instruida de la Iglesia, por la sencilla razón de que no hay pruebas.

 Por ejemplo cuando se estudia la vida de los santos siempre hay biografías, siempre ha habido milagros que en su momento se investigaron -sobre todo a partir del siglo XX-, pero cuando tratamos del Purgatorio ¿quién ha estado en el Purgatorio para contárnoslo? Pues nadie. Muy pocas personas han podido relatar cosas sobre el Purgatorio.

 Es difícil investigar es cierto, pero lo he pasado muy bien. Quizá ha sido el libro con el que mejor me lo he pasado, porque todo aquí es alucinante. Y aquí está. Es mi primer ensayo como decías. No es novela. Estoy muy ilusionada para que la gente se entere qué es el Purgatorio, qué dice la Iglesia del mismo. Sobre todo, quisiera ayudar a muchas personas a quitarse ese miedo a la muerte. Y que sepan que la Iglesia da muchos regalos para poder ir directamente al Cielo.

 - Hablando de miedo. ¿No tienes miedo a que la crítica despache despectivamente este texto como un libro espiritual?

 - Yo no tengo miedo a nada. Porque soy una persona muy feliz, gracias a Dios. Y esa felicidad -y la fe que tengo- me impulsa a hacer este tipo de cosas. No importa que la crítica hable mal de mí. Lo importante es que yo quiero dar un mensaje a los demás. El que quiera recibirlo y se aproveche de él, fenomenal, y el que lo quiera rechazar pues es su problema. Es su pérdida no la mía. Yo he hecho mi trabajo para ayudar a los demás. El que no lo vea así, insisto, es su problema no el mío. Y por supuesto que estoy preparada para recibir críticas, como he recibido críticas negativas de muchos de mis libros. De todas maneras nunca las desprecio porque siempre se aprende. Quizá las únicas críticas que me puedan preocupar son las de los sacerdotes, o la de algún profesor de escatología que me escriba y me diga: “te has equivocado en esto o en lo otro”. Pero vuelvo a decir que estas críticas, aunque dolorosas -siempre duele cuando metes la pata-, son enriquecedoras. Es decir, que siempre saldré ganando.

 - Siempre se pueden corregir detalles.

 - De todas maneras está muy revisado y espero que no se me haya escapado ninguna barbaridad.

 - ¿Qué es el purgatorio?

 - Pues mira, yo lo describo como un estado de alma en un plano intermedio. Vamos a ver. La existencia del purgatorio es un dogma de la Iglesia. Es decir, que todo católico que se considere como tal debe creer en su realidad. Y bueno, no es que la Iglesia lo defina como un lugar o un destino. Más bien como un proceso por el que pasa el alma para purificarse de una serie de pecados que ha cometido durante su vida. Da exactamente igual que se haya confesado o no antes de la muerte, porque la confesión realmente perdona de todos los pecados, pero sin embargo hay que reparar. Nunca podemos olvidar que Dios es infinitamente misericordioso, pero también infinitamente justo. Hay una balanza misteriosa que tenemos que respetar y tener muy clara. Y a los lectores de este libro yo les recomendaría que mucho mejor que yo lo explica el “Catecismo de la Iglesia Católica”, creo recordar que en el apéndice 1030. Ahí viene una explicación muy clara de lo que es el purgatorio. Son palabras muy estudiadas.

 - ¿Nos ven las almas del purgatorio?

 - Nos ven. Las almas nos ven, las almas nos rodean permanentemente, especialmente las almas que más nos quieren. Es decir, abuelos, tatarabuelos, padres, amigos… Las que están en el cielo también nos ven, pero las almas del purgatorio tienen una diferencia tremenda con las del cielo. Estas últimas están gozando eternamente de la presencia de Dios. Las del purgatorio sufren por la ausencia de Dios. Y es lo que nos han contado todos los santos de la historia católica que las han visto. Ellas nos ven y nos piden siempre oraciones. Un alma que está en el purgatorio no puede defenderse a si misma. Por mucho que ore. Ella ha buscado su propio destino. Su vida ha acabado y ha quedado estancada en un estado del purgatorio. Porque dentro del purgatorio hay también muchísimos niveles.

 - Sí, eso he leído.

 - Es lógico que una persona que tuviera un corazón supernoble y que haya hecho muchísimo bien, esté -digamos- a la puertas del cielo. Y una persona que haya sido más mala que Barrabás, pero que en el último momento de su vida se ha arrepentido y se haya confesado, se habrá salvado del infierno claro, pero obviamente estará más alejada de esas puertas del cielo. Pero como conclusión te diría que sí nos ven, que sí nos rodean esas almas, y que nuestro deber es orar por ellas. Por eso la Iglesia Católica es tan pesada, tan insistente con los funerales. No se hacen porque sí, para reunirse la familia y llorar todos un poco. O para que los amigos se saluden a la puerta, que es algo que a mí me duele mucho verlo, porque se transforma el funeral en un evento social más. Y no. El funeral la Iglesia lo hace para que se celebre una Misa por el alma del difunto, que es el ofrecimiento más grande que se puede hacer con una persona que ha fallecido. Para que todos sus allegados y seres queridos se unan en oración, y se ofrezca para que esa alma pueda reunirse con Dios lo antes posible.

 - Casi nada. ¿Algunos las han visto?

 - Efectivamente. Por eso escribí también el libro. Porque hay mucha confusión Guillermo. Hay muchísimas personas en la tierra que ven lo que llaman fantasmas. Digamos que es la palabra inadecuada para describir a las almas del purgatorio. Yo en el libro digo que los fantasmas son almas del purgatorio, sin duda. ¿Que las ven? Las ven. Por supuesto hay mucha gente con enfermedades mentales que creen que las ven. Pero ese es otro tema completamente diferente. Son personas que no las ven, que están enfermas y que tienen que ser tratadas por un médico psiquiatra para que las cure. Pero sin embargo hay otras personas totalmente sanas que las han visto. Conozco personas muy ecuánimes y sensatas que me han dicho que han visto un fantasma. Incluso tengo el testimonio de personas que tienen cerca de 60 años que las han visto de niños. A lo mejor en una casa o en un convento o en un cementerio. Que han visto como atravesaba el muro del cementerio o la pared de la casa. Y todavía lo siguen recordando con una nitidez impresionante. Hablo de personas que son ingenieros, arquitectos, etc., no precisamente gente ignorante. Y sin embargo no saben nada del purgatorio. Y yo les explico que lo que tienen que hacer es orar. Que Dios ha permitido que ellos pudieran en su vida tener una experiencia así, y que esa alma se le ha aparecido sólo por una cosa: para pedir oraciones. Y tienen la obligación de rezar por ellos, o de hacer una pequeña obra de caridad. Todo en nombre de esa alma. Y pedir a Dios que por favor se la lleve de ese estadio intermedio que es el purgatorio.

 - ¿Las almas del purgatorio tienen -digámoslo así- estados de ánimo?

 - Sí, entiendo lo que me quieres preguntar. Yo desde luego, en los montones de testimonios de los santos que he leído, hay muchos que coinciden en que hay almas que vienen orando o que vienen con gran sufrimiento. Son almas que sufren, que están purgando una serie de errores que cometieron en vida de los que están profundamente arrepentidas, pero comprenden que no pueden -por mucho que pidan perdón- salir de ahí, de ese estado. De ahí el tremendo sufrimiento con el que se aparecen. Hay santos como Santa Catalina de Suecia, la hija de Santa Brígida, (no confundir con santa Catalina de Siena), que dice que se le aparecían envueltas en llamas. Estas llamas realmente no son físicas, no es como el fuego que nosotros notamos al quemarnos. Son llamas de dolor, representan un dolor. Y bueno, lo que hacían estos santos es rezar muchísimo por ellas. Es curioso como decían que era entonces cuando las llamas empezaban a desaparecer. Es decir, el sufrimiento de un alma del purgatorio disminuye conforme una persona viva, por amor, rece y ofrezca sacrificios por ella.

 - ¿Cómo les afecta a las almas del purgatorio nuestro desamor a Dios, o qué es lo que más les afecta?

 - Yo creo -y es una opinión personal- que el alma del purgatorio sufre según sea tu relación con ella. Es decir, si por ejemplo tu padre fallece y tú nunca oras por él, lógicamente ese padre está totalmente destrozado en el purgatorio, pues su hijo no reza por él. Un alma que está en el purgatorio no puede entristecerse porque una persona desconocida no ore por ella o no ofrezca sacrificios. Las almas del purgatorio -y es muy importante explicarlo- ya han tenido una experiencia de Dios. Porque en el momento de la muerte ellos tienen conciencia de la presencia de Dios, tienen unos momentos… En ese tiempo esa alma, envuelta en ese amor de Dios, ve toda su vida y comprende (Dios le da esa capacidad) todos los misterios de la creación y, sobre todo, los misterios del amor infinito de Dios sobre ella. Y de repente, al ver el libro de su vida, y ver todos sus pecados, comprende que Dios no le pertenece aún. Entonces Dios se aleja, y esa alma cae en un purgatorio donde, repito, hay ausencia de Dios. Ese dolor de haber tenido a Dios tan cerca y comprender que lo ha perdido para la eternidad es tremendo. A no ser que recemos por ellos. Somos los únicos que con oración, sacrificio y ayuno podemos ayudarles para que se encuentren de nuevo con Dios. Por eso es tan importante que sepan los vivos sobre el misterio del purgatorio y todo lo que podemos hacer por esas almas.

 - Una buena costumbre familiar (y personal) sería rezar todos los días un poco por las almas del purgatorio.

 - Por ejemplo. La Iglesia tiene muchísimas oraciones muy elaboradas, muy bonitas. Incluso hay un rosario que se llama “de las almas del purgatorio”, donde las letanías son para ellas. Hay conventos de clausura -en Fátima hay uno- que se dedican nada más que a orar por las benditas almas del purgatorio. No olvidemos -poca gente repara en ello- que en cada Misa que se celebra se pide por las almas de los difuntos. Luego no es una tontería ni son cuentos de viejas o cosas de gente pirada. Esto es una realidad a la que dentro de la Iglesia se le da mucha importancia.

 - Las almas del Purgatorio ¿saben de alguna manera lo que va a pasar en el mundo?

 - No lo sé. No he encontrado ningún tratado en el que se hable de eso: que las almas sepan del futuro. Por lo cual concluyo -y vuelvo a repetirte que es una opinión mía personal- que ellas no saben del futuro. Ellas saben de si mismas, ellas saben de su vida, de lo que han respondido ante Dios y ante el prójimo. Saben de sus errores y saben de su futuro. Es decir, saben que están en el Purgatorio y que van a tener que estar ahí eternamente, a no ser que alguien ore por ellas. Eso es lo que yo creo que saben, pero no te lo puedo contestar con seguridad.

 - Oye, cuéntanos algunas anécdotas.

 - Guillermo, todos los periodistas que me están entrevistando quieren anécdotas como locos.

 - Ya imagino. Yo leí bastantes en algún libro de María Simma, que sé que te ha servido mucho a la hora de escribir “Entre el cielo y la tierra”.

 - Mucho, mucho.

 - Yo el único libro suyo que conozco es “¡Sáquennos de aquí!”. María ¿sabes de almas concretas, más conocidas históricamente, que estuvieran en el purgatorio?

 - Hay anécdotas a montones. Una de ellas se refiere a la hija de la reina Santa Isabel de Portugal, infanta de Aragón. Esta fue una reina muy importante en España. Casada con el infante español Fernando. Ella vivió del 1271 al 1336. Estamos en el siglo XIII. El caso es que la princesa Constanza murió. Era muy bella. Se había casado pero murió pronto a causa de unas fiebres. La historia cuenta -es curiosísimo y está totalmente documentado- que la reina Sta. Isabel iba a caballo con el rey. Venían atravesando Castilla acompañados de soldados y séquito real. Cuando de pronto les salió al encuentro un ermitaño dando voces, con el hábito roído, muy pobre. Un hombre que vivía en las montañas. Pidió con urgencia que tenía que hablar con la reina Isabel. Imagínate. Los soldados inmediatamente le apresaron, burlándose. Pero la reina, que era una mujer buenísima, intercedió por él. El ermitaño le contó que la noche anterior ha tenido la aparición de la princesa Constanza, de la hija de los reyes. Que le había dicho que estaba en el Purgatorio, en un Purgatorio muy profundo, en donde padece con gran arrepentimiento por faltas cometidas durante su vida, pues por lo visto dicha princesa había tenido una juventud muy disipada. Y Constanza le ruega al ermitaño que le diga a su madre que sólo va a alcanzar el cielo si se ofrece por ella una Misa diaria durante un año. Las carcajadas del séquito, de los soldados e incluso del mismo rey fueron tremendas. Pero la reina no se rió, pues era una mujer de gran piedad. Se dirigió a su marido y le pidió opinión y que oraran un poco para tomar una decisión. Decidieron que era algo que no les costaba nada y que por si las moscas lo iban a hacer. Y le encargaron 365 misas a un sacerdote que creo que se llamaba Don Fernando Méndez. Y justo 365 días después de aquello, mientras la reina Isabel rezaba en la capilla del castillo, su hija Constanza se le apareció totalmente transfigurada, rodeada de una hermosísima luz toda ella. Le dijo a la reina: “Madre, hoy mismo seré liberada de las llamas del Purgatorio, abandono este lugar de penas y reparación para unirme a los santos y a los ángeles”. Y tras estas palabras desaparece. La reina se levanta conmovida en busca de Don Fernando Méndez, el sacerdote, quien le confirma que esa misma mañana había dicho la última de las 365 misas. Y esto está documentado, tomado de un tratado de la Iglesia sobre las almas del purgatorio.

 - Uf, casi nada.

 - Como este caso he encontrado muchísimos.

 - Oye, para zanjar el anecdotario. ¿Algún personaje del siglo XX?

 - Por supuesto. Tenemos al Padre Pío de Pietrelcina, uno de los santos que más admiro. Un santo impresionante. Tenía los estigmas, pero daría para otra entrevista.

 - María, tiempo al tiempo.

 - El Padre Pío tuvo montones de apariciones de almas del Purgatorio. Te cuento la más curiosa, que la cuento también en el libro. Un día estaba el Padre Pío en el monasterio charlando con otro compañero monje. Ya era muy tarde y el Padre Pío decidió levantar la sesión y que él se encargaba de cerrar todas las puertas, de apagar las luces, etc. Se va su compañero a dormir y el Padre Pío atranca la puerta de la entrada, pero cuando vuelve por el pasillo se da de bruces con un señor de gafas y corbata. Un tipo normal, como de la calle. El Padre Pío le preguntó quien era y como había entrado si estaban las puertas cerradas. El caballerote contestó que él había entrado por la puerta. Total que este señor le ruega que no le eche, que sólo quiere hablar un minuto con el Padre Pío. Se presenta, le da pena y le invita a entrar en una salita para charlar. El hombre se desahoga y le dice que está sufriendo muchísimo porque tiene un problema familiar muy grave. Toda su familia está peleada por su culpa y no sabe como solucionarlo. El P.Pío le explica un poco como debe de orar, que tiene que pedir perdón a Dios lo primero, reparar con la oración y con sacrificios. En fin, que le anima y da esperanza a este señor de gafitas y corbata. Ya cuando terminan de hablar el P.Pío le invita a salir. El señor se muestra muy agradecido. Y cuando están saliendo por la puerta hacia el pasillo el P.Pío se da la vuelta para dejarle pasar. Cuando vuelve a mirar el señor había desaparecido. Y el P. Pío, que era muy gracioso y tenía un carácter muy alegre dijo: “Dios mío, otra alma del purgatorio, sólo me pasan a mí estas cosas”.

 - ¿Eres conciente de que eres una mujer poco común? Por escribir sobre estas cosas, digo. Seguro que tiene éxito el libro, pero hacer reflexionar sobre estas realidades sobrenaturales es peliagudo.

 - Pues es lo que intento. Puede que sea un tanto peculiar. Me ha hecho gracia que me lo digas,porque el prólogo del libro lo he titulado: “Soy una tipeja rara, qué le voy a hacer”. En eso estamos de acuerdo Guillermo.

 - Rara pero sensata.

 - Lo único que intento es contar al mundo todo lo que desconoce sobre el purgatorio. Lo que dice la Iglesia no lo que digo yo, no lo que dice María Vallejo-Nágera, que eso no tiene absolutamente ninguna importancia. Y luego cuento abundantes anécdotas de los santos, que esos sí que son importantes.

 - ¿Cuál es la relación de la Virgen con las almas del Purgatorio?

 - Es muy estrecha. Son muchos los santos que comentan que les da a esas almas un gran consuelo. Que la Virgen baja mucho al Purgatorio para darles cariño, para ofrecerles ternura y esperanza. Incluso Santa Faustina Kowalska -que es una santa que tú has leído y estudiado mucho- dice que las almas del purgatorio la llaman a la Virgen la Estrella del Mar, porque dicen que entra como un rayo de luz impresionante en un mar muy oscuro, muy negro. Pero sí, todos los santos creen que la Virgen va al Purgatorio y les dice que sigan orando por sus familiares. Porque nunca olvidemos que las almas del Purgatorio sí pueden orar por nosotros, por los vivos. Interceden mucho.

 - Y deben estar especialmente atentas a sus familiares.

 - Efectivamente. Interceden de forma permanente por sus familiares. Y pueden saber cuando los que aquí estamos sufrimos enfermedades, tragedias, accidentes, tentaciones, guerras… Y ellas interceden. Un alma del purgatorio no puede hacer daño, sólo puede orar.

 - ¿Pueden interceder a la hora de nuestra muerte?

 - Sí pueden interceder, aunque no sé si a la hora de nuestra muerte. María Simma -ya que la has nombrado- cuenta bastantes sucedidos que le han ocurrido a ella o que han ayudado a personas que conoce. Cuenta de un amigo suyo, del pueblo donde ella vivía en Austria (murió en 2004). Era un chico que rezaba mucho con ella, era una persona devota, de oración. Cuenta que una noche ese joven se despertó porque alguien le movió y escuchó: “levántate”. Él estaba profundamente dormido, creyó que era un sueño y volvió la cabeza. Pero sintió de nuevo que tocaban su hombro mientras una voz le urgía: “levántate, levántate”. Se levantó al fin y pensó “¿pero quién hay aquí?”. Encendió la luz y no había nadie. En ese momento oyó un ruido abajo, en el cobertizo. Se asomó a la ventana y vio como un ladrón estaba robándole unas cochinillas recién nacidas. Bajó corriendo con un palo y el ladrón huyó. Este amigo de María Simma era pobre, la pérdida de esas cochinillas hubiera sido para él un grave problema económico, pues ya las tenía comprometidas para una venta. Él siempre dijo estar convencido que le había despertado un alma del purgatorio. Anécdotas de esas las que quieras.

 - Bueno, mejor leer tu libro. Oye, ¿sigue jugando algún papel Satanás en el Purgatorio?

 - No. Satanás no tiene poder sobre el purgatorio. Lo suyo es el infierno. En el purgatorio Satanás ya no está. Esas almas ya jamás van a tener contacto con él y con la maldad.

 - Ya está dando mucho de que hablar “Entre el cielo y la tierra”.

 - Espero que los lectores no se queden en la superficie.

 - Al final del texto pones una bibliografía muy interesante.

 - Es para todas aquellas personas que quieran seguir profundizando en el tema.
Pues todo esto es mucho más que literatura.

 - Gracias María. Hasta el próximo libro.

 - Gracias a ti.