Los diez
mandamientos
Autor: P.
Antonio
Rivero LC
Capítulo 3:
Primero:
Amarás a
Dios sobre
todas las
cosas
Analicemos
el primer
mandamiento
“Amarás a
Dios sobre
todas las
cosas”.
¡Sólo Dios
basta!
Se ha dicho
que el
hombre
moderno ha
matado a
Dios y ahora
no puede
deshacerse
de su
cadáver .
¿De verdad
habrá
hombres que
no crean en
Dios?
Encontré por
ahí la
oración del
ateo, de
Juan Arias:
“Soy ateo y
por tanto no
puedo rezar
a nadie,
porque para
mí no existe
ese Alguien
superior,
distinto de
mí, a quien
poder
dirigirme.
Sin embargo,
tengo que
confesar que
a veces
siento
fuerte la
angustia de
la soledad.
A veces
tengo
necesidad de
gritar a un
Ser Supremo
mi sed de no
sé qué cosa
infinita y
de
preguntarle
tantos
porqués que
no tienen
respuesta,
pero sería
como hablar
al viento.
Sé, por lo
tanto, que
debo aceptar
la realidad;
deberé
caminar en
la
obscuridad,
tendré que
renunciar a
la respuesta
definitiva a
cuál es la
razón de mi
existencia.
Me parecen
locos los
que dicen
que creen,
aunque a
veces me
sorprenden
pensando si
el loco no
seré yo.
¡Dios, Dios,
Dios! ¿Serás
una hermosa
invención de
los poetas?
¿Serás el
eco de
cuantos se
engañan para
poder
aferrarse a
una
esperanza?
¿Serás la
proyección
inconsciente
de la
necesidad
humana de
protección?
Claro
que…también
podrías ser
la única
realidad
verdadera
que da
sentido a
las cosas, a
los
acontecimientos,
a la vida,
al
sufrimiento
y a la
muerte.
Pero…¿y si
fueses sólo
una ilusión
humana que
pretende
divinizar lo
que es sólo
tierra? Yo,
pues,
gritaré mi
oración al
viento. Sí.
Los
creyentes se
reirán
diciendo que
ese viento
al que yo
rezo se
llama Dios”.
Este primer
mandamiento
es una
necesidad
del hombre;
necesidad de
creer,
esperar y
amar.
Veremos
estos
puntos:
I. ¿QUÉ
ENTRAÑA ESTE
PRIMER
MANDAMIENTO?
1.La
vivencia de
las virtudes
teologales:
fe,
esperanza y
caridad.
Entraña tres
virtudes
fundamentales
que llamamos
teologales:
fe,
esperanza y
caridad.
El hombre es
un ser que,
así como
necesita
comer y
dormir,
también
necesita
creer en
algo o en
alguien
superior que
responda a
sus
interrogantes.
A lo largo
de la
historia de
la humanidad
podemos
constatarlo.
No ha
existido
ninguna
cultura en
la que las
divinidades
no se hagan
presentes:
Zeus,
Júpiter,
Osiris,
Quetzalcóatl.
El hombre es
un ser
religioso
por
naturaleza.
El primer
mandamiento
no lo
inventó Dios
cuando le
entregó las
tablas a
Moisés. Está
escrito en
el corazón
del hombre
desde
siempre.
Dios puso
esta
necesidad en
el hombre al
crearlo a su
imagen y
semejanza y
sabe que Él
es la única
respuesta.
Por eso le
da un
mandato al
hombre:
“Amarás a
Dios sobre
todas las
cosas”, no
porque Dios
necesite ser
amado, sino
porque el
hombre
necesita
amar a Dios.
Todo tu día
es un
ejercicio de
las tres
virtudes
teologales:
fe,
esperanza y
caridad.
Creer en
Dios y creer
a Dios, tu
Creador y
Señor,
Providencia
amorosa.
Creer con
una fe
firme,
recia,
luminosa,
contagiosa,
profunda y
madura. Tu
fe no debe
ser débil,
opaca,
apagada,
superficial
e infantil.
Con el paso
de los años,
además de
crecer en
edad y
sabiduría,
debes crecer
en tu fe.
Confiar en
Dios, porque
Él nunca te
falla,
porque es tu
Padre
cariñoso y
solícito, y
te concede
lo que
necesitas
para tu bien
material y
para tu
alma.
Confiar y
esperar en
Él a pesar
de todo y
contra toda
esperanza.
Dios tu
Padre te
lleva de la
mano en el
camino de la
vida; unas
veces te
hace caminar
por senderos
luminosos y
hermosos;
otras veces,
por senderos
difíciles y
no tan
lindos
(enfermedades,
pruebas,
golpes de la
vida, etc.),
pero no
temas. Él va
contigo.
Lánzate a
sus brazos.
El timón de
tu vida lo
lleva Él.
Y sobre
todo,
amarlo. Con
un amor
personal,
pues tanto
Él como tú
es una
Persona. Con
un amor real
y operante,
manifestado
en obras.
Dios te pide
que le ames.
No podía ser
de otra
manera, pues
es tu Padre
y tú eres su
hijo.
Es
conmovedor
considerar
cómo la ley
de Dios
comienza con
lo más
hermoso: con
el amor.
Otras
religiones,
tal vez
inicien con
el temor, el
miedo.
Nosotros,
con el amor.
La gente por
la calle se
nos acerca y
nos pide
fuego,
limosna, un
empleo, una
recomendación,
la hora...
Dios se
acerca a los
hombres para
mendigar
amor.
¡Qué hermoso
y
conmovedor!
Dios te pide
que le ames.
¿Por qué te
mendiga
amor? Porque
es tu Padre
Dios, que
quiere
establecer y
entablar
contigo una
relación
hermosa de
padre a
hijo. Quiere
hacerte
feliz,
compartir su
intimidad
contigo. Y
sólo es
posible esto
desde el
amor.
Te pide amor
porque Él te
ha amado
primero.
Sólo así
corresponderás
a su amor.
Te pide amor
porque
“obras son
amores”.
Cristo lo
dijo: “Si me
amáis,
guardaréis
mis
mandamientos”.
Por tanto el
que ama a
Dios, estará
ya
cumpliendo
todos los
demás
mandamientos.
Ahora bien,
no se puede
amar bien lo
que se
conoce mal.
Y hay
algunos que
dicen que
aman a Dios,
pero no
hacen el
menor
esfuerzo por
conocerle a
Él en la
Biblia y
conocer su
voluntad, a
través de
los
mandamientos.
¿Qué
pensarías tú
de un hijo
que dijera
que ama a su
padre y a su
madre y ni
siquiera se
molestara en
leer las
cartas que
ellos le
envían al
hijo, en el
caso de
estar lejos
el hijo?
Por eso para
que puedas
vivir el
primer
mandamiento
primero
tienes que
conocerle a
Dios:
A través de
la lectura
asidua,
amorosa,
ferviente de
la Biblia,
especialmente
del Nuevo
Testamento.
Ahí te sale
Dios al paso
de tu vida y
te ilumina,
te consuela,
te
fortalece,
te orienta y
te hace
conocer su
santa
Voluntad. La
Biblia es la
carta que te
ha escrito
tu Padre
Dios.
A través de
la lectura
del
Catecismo de
la Iglesia
católica.
Aquí
encontrarás
el resumen
de tu fe,
explicado de
manera
magistral,
extensa y
muy
positiva. No
olvides que
la fe es el
mayor tesoro
que tienes,
y vale más
que la vida.
El Catecismo
ha sido el
esfuerzo que
ha hecho tu
madre
Iglesia para
explicarte
extensamente
lo que es tu
fe, cómo
celebrarla,
cómo vivirla
y cómo
rezarla.
A través de
los
sacramentos,
sobre todo,
de la
Confesión y
Eucaristía.
Acércate a
ellos para
conocer el
amor
misericordioso
de Dios en
la Confesión
al
perdonarte
todas tus
caídas y
desamor; y
para
saborear el
Pan de vida
eterna en la
Eucaristía,
en cada
Misa.
Se trata,
pues, de
tener a Dios
como el
mayor valor
de tu vida.
En torno a
Él debería
girar tu
día, tu
trabajo, tu
estudio, tu
familia, tus
cosas, tu
noviazgo...Para
ello, debes
aumentar
cada día tu
fe en Dios,
tu esperanza
en Él. Y el
amor brotará
de los
costados de
tu
existencia.
¡Haz la
prueba!
2. El
Culto
También este
primer
mandamiento
abarca el
culto, u
homenaje
interno o
externo de
respeto y
amor que
tributas a
Dios, a los
ángeles, a
la Virgen, a
los santos y
a los
beatos, a
través de la
oración o la
devoción, y
a través de
un conjunto
de ritos y
celebraciones
litúrgicas.
El cristiano
ofrece este
culto desde
la oración
personal o
comunitaria,
hasta la
celebración
de los
sacramentos,
por ejemplo,
una Misa;
también
rezando el
Santo
Rosario, o
yendo de
peregrinación,
o haciendo
una
adoración
ante el
Santísimo
Sacramento
del Altar; o
rezando
alguna
novena a un
santo o
beato.
A Dios le
damos el
culto de
adoración,
pues sólo Él
es Dios,
Creador y
Señor de
todo. A
María, el
culto de
especial
veneración,
por ser la
Madre de
Dios y
reconociendo
su especial
protección
como Madre
tuya, pues
te alcanza
de Dios las
gracias que
más
necesitas. Y
a los santos
, el culto
de
veneración,
por todas
las grandes
cosas que
Dios ha
hecho en
ellos y a
través de
ellos.
Algo que me
importa
decirte aquí
es lo
siguiente:
cuando tú
pides algo a
algún santo
y se te
concede, por
ejemplo, un
milagro, una
gracia
especial…el
santo sólo
intercedió
por ti ante
Dios, pero
es Dios
quien te ha
concedido el
favor. Por
tanto, Dios
es la fuente
de todo don.
Los santos
son
intercesores
ante Dios de
todos
nosotros.
¡Qué bueno
sería que te
supieras
aprovecharte
de ellos,
además de
imitarles,
sobre todo
en aquellas
virtudes que
más
practicaron
durante su
vida
terrena! Por
ejemplo, de
san
Francisco de
Sales imita
la
mansedumbre
y dulzura en
tus
reacciones y
actitudes;
de san
Francisco de
Asís, el
espíritu de
humildad; de
santa Teresa
de Ávila, el
amor por la
oración
íntima y
profunda con
Dios; de
santa María
Goretti, la
pureza de tu
corazón y
cuerpo; de
san
Tarsicio, la
delicadeza y
aprecio por
la
Eucaristía;
de santa
Teresita del
Niño Jesús,
la
sencillez;
de san
Ignacio de
Loyola, la
obediencia a
la Iglesia,
a tus papás
y
superiores;
de santa
Teresa de
Jesús Jornet
Ibars, el
amor por los
ancianos; de
san Camilo
de Lelis, el
cuidado de
los
enfermos; de
san Juan
Bosco, el
amor y la
formación de
los jóvenes,
etc.
Déjame
terminar
este punto
diciéndote
dónde está
el centro
del culto
del
cristiano.
¿Sabrías?
Sí, en la
Eucaristía.
Y al decirte
la
Eucaristía
te estoy
hablando del
admirable
sacramento
de la
Eucaristía,
donde Dios
te da a
comer el
Cuerpo y la
Sangre de su
Hijo
Jesucristo,
para tu
salvación; y
donde se
queda
contigo en
los
Sagrarios de
las iglesias
para ser
Amigo,
Confidente y
Consuelo en
tu
peregrinar
por esta
tierra hacia
el cielo.
En la
Eucaristía,
especialmente
en la
celebración
de la santa
Misa, das a
Dios el
culto más
hermoso, más
satisfactorio,
más
meritorio,
para honor
del mismo
Dios y para
la salvación
de la
humanidad.
Dado que en
el tercer
mandamiento
hablaré de
la santa
Misa, no
quiero
extenderme
en la
importancia
de la misma.
3.
Cumplir este
mandamiento,
hasta el
heroísmo
Por cumplir
este primer
mandamiento,
¡cuántos
hermanos
nuestros han
dado su vida
por Cristo
como
mártires!
Aquí te
traigo un
ejemplo
maravilloso:
Justino,
gran sabio
del siglo II
después de
Cristo,
había nacido
en Samaría.
El año 163
es arrestado
en Roma,
junto con
muchos de
sus alumnos.
Entre el
juez,
llamado
Rústico, y
Justino se
entabla el
diálogo
siguiente:
- Justino,
¿qué
doctrina
enseñas?
- Toda mi
vida he
buscado la
verdad; he
estudiado la
sabiduría de
los
orientales,
de los
griegos y de
los romanos;
finalmente
he
descubierto
la verdadera
sabiduría.
- ¿Y cuál es
esta
“verdadera”
sabiduría?
- Es la de
Jesús de
Nazareth; Él
nos libera
de los
ídolos
inútiles, y
nos conecta
con el único
Dios
verdadero,
Creador del
universo.
- ¿Eres,
pues,
cristiano?
- Sí, soy
cristiano; Y
también son
cristianos
estos amigos
míos; y
estamos
orgullosos
de serlo.
- Acérquense
aquí todos,
para adorar
a nuestros
dioses; de
otro modo,
todos serán
condenados a
morir por
ateos.
- No somos
ateos;
nosotros
adoramos al
Dios que es
Espíritu, el
Padre de
Jesús de
Nazaret;
nadie que
esté bien de
su cabeza,
abandona al
Dios
verdadero
para volver
a dioses
falsos.
El juez dio
la orden:
- ¡Que sean
todos estos
torturados!
Justino y
los suyos le
contestaron:
- Haz lo que
tú quieras;
nosotros
somos
cristianos,
y tales
permaneceremos
de todas
maneras;
preferimos
morir que
adorar a tus
falsos
dioses.
Entonces el
juez Rústico
pronunció la
sentencia:
“Justino de
Samaría y
sus
seguidores,
por no
querer
adorar a los
dioses, ni a
nuestro
emperador
Marco
Aurelio, que
sean primero
azotados y
luego
degollados”.
Así, Justino
y sus
compañeros
cristianos
sellaron con
su propia
sangre su
fidelidad a
Cristo.
¿Te hubieras
tú atrevido
a dar la
sangre por
defender tu
fe en Dios y
en Cristo?
Amar a Dios
de palabra
es fácil;
pero amarle,
estando
dispuesto a
dar la vida
por Él, es
verdadero
amor.
II. ¿CÓMO
OFENDES A
DIOS, TU
PADRE?
Si Dios te
mendiga
amor, no hay
nada que
hiera este
amor a Dios
como:
1° El
ateísmo,
el no creer
en Dios, ya
sea el
ateísmo
teórico y
programado,
como fue el
del
comunismo;
ya sea el
ateísmo
práctico, de
quien dice
creer en
Dios, pero
no reza, no
viene a
Misa, no se
confiesa, y
vive como si
Dios no
existiese.
2ºEl
agnosticismo:
es la
posición que
limita el
conocimiento
a la
experiencia
sensitiva o
empírica
verificable.
Rechaza la
posibilidad
de
conocimiento
sobrenatural
y por lo
tanto, la
posibilidad
de saber si
Dios existe.
No es lo
mismo que
ateísmo, que
negaba la
existencia
de Dios. El
agnosticismo
dice que no
se puede
saber si
Dios existe
o no; por
eso, rechaza
cualquier
pronunciamiento
a favor o en
contra de su
existencia.
3°La
idolatría,
es decir, el
adorar a
otros
ídolos:
dinero,
confort,
sexo, poder,
ambición; o
pequeñas
idolatrías:
coche, piso,
comodidades,
comidas,
novia,
novio,
estudio,
trabajo...
Cuenta la
Biblia que
en la ciudad
de Babilonia
un rey,
llamado
Nabucodonosor,
mandó
colocar en
el medio de
la plaza una
estatua suya
y dio la
orden de que
todos sus
súbditos la
adorasen .
Tres jóvenes
judíos,
fieles a su
Dios, se
negaron a
hacer lo que
el rey
mandaba,
porque ellos
sólo
adoraban al
Dios
verdadero.
Enojado el
rey, ordenó
que fuesen
arrojados a
un horno
encendido.
Así lo
hicieron.
Cuando los
soldados
fueron a
sacar sus
cenizas,
vieron que
los tres
jóvenes
estaban
sanos y
salvos
cantando y
glorificando
a Dios, que
les había
mandado un
ángel para
librarlos de
las llamas.
Así tienes
que ser tú:
no adorar a
nadie más
que a Dios.
A sólo Dios
debes
servir. Que
te sirva de
ejemplo lo
que le pasó
al duque de
Gandía, hoy
san
Francisco de
Borja.
El 1 de mayo
de 1539
fallecía en
la ciudad de
Toledo,
Isabel de
Portugal,
reina de
España y
emperatriz
de Alemania,
esposa del
rey Carlos V
y madre de
Felipe II.
El magistral
lienzo de
Tiziano
refleja que
la soberana
era, sin
lugar a
dudas, una
de las
mujeres más
bellas de su
tiempo.
Uno de los
cortesanos
lloró de
forma
especial la
muerte de su
emperatriz.
Era el
caballero
noble y
gallardo
marqués de
Combau y
duque de
Gandía.
Más tarde
aceptó
gustoso
acompañar el
féretro
desde Toledo
hasta
Granada.
Antes de
proceder a
la
inhumación,
fue
necesario
certificar
que
efectivamente
era la
emperatriz
la que
estaba en el
ataúd.
Cuando el
caballero
descubrió el
rostro
putrefacto
de Isabel
experimentó
una de las
mayores
impresiones
de su vida:
aquel rostro
tan admirado
antes, ahora
desfigurado,
era un
espectáculo
profundamente
desagradable
para
contemplarlo.
Esa es -se
decía- la
caducidad de
la belleza
de este
mundo.
Trémulo de
emoción
exclamó:
«¡Nunca más
serviré a
señor que se
me pueda
morir!».Y
cumplió su
palabra. Se
convirtió en
jesuita y la
semilla de
la inmensa
labor
apostólica
del gran
Francisco de
Borja
(1510-1572)
aún sigue
germinando
después de
cinco largos
siglos de
historia.
4° Las
supersticiones:
muchas de
ellas no
pasan de
simples
tonterías,
pero tomadas
en serio
pueden
suplantar a
la religión,
o, cuando
menos,
presentar
una idea de
Dios que
poco tiene
que ver con
el Dios de
la
revelación.
La
superstición
es una
desviación
del
sentimiento
religioso
que suele
hacer presa
en las
personas
ignorantes o
irreligiosas,
desempeñando
casi siempre
un papel
sustitutivo
de la
verdadera
religión.
Hoy día, en
algunas
obras
teatrales,
canciones,
espectáculos
musicales y
especialmente
en la
corriente
del “heavy
metal”, se
utilizan
símbolos y
expresiones
satánicas
para
despertar la
violencia o
crear
estados de
euforia,
ansiedad o
depresión.
No te
conviene ni
escuchar, ni
ver, ni
asistir a
este tipo de
espectáculos,
pues te
dañan el
equilibrio
interior y
pueden
producirte
desorientaciones
o
desviaciones
en tu
carácter y
personalidad.
¿Te interesa
conocer
algunas
supersticiones
que te harán
reír, pues
son
ridículas?
¿Cómo no
recordar
aquí a
quienes
toman en
serio el
número trece
y tiemblan
si han de
sentarse en
una mesa con
trece
comensales?
¿O los que
se aterran
ante la sal
derramada?
¿O quienes
se asustan
si se abre
un paraguas
en casa o se
pone un
sombrero
sobre la
cama? ¿O los
que creen
que les
ocurrirán
desgracias
si se visten
de amarillo,
si se les
rompe un
espejo, o
dejan los
zapatos
unidos por
los talones?
¿Qué pensar
de los que
tiemblan
ante la idea
de pasar
bajo una
escalera, o
se imaginan
todo tipo de
desgracias
si se les
cruza un
gato negro,
de los que
creen que
les tocará
la lotería
si compran
una capicúa
, de quienes
tocan madera
para evitar
las
desgracias,
o llenan sus
coches de
rabos de
conejos,
cueros o
colmillos de
todo tipo de
bichos?
Y no digamos
de los que
creen en las
echadoras de
cartas, de
quienes
hacen
circular
esas cadenas
a las que
atribuyen
unas
bendiciones
especialísimas
de Dios o de
algún santo
haciendo un
determinado
número de
fotocopias
que hay que
enviar a los
amigos, o
dejar en los
bancos de
las
iglesias, o
creen en los
juegos de la
copa, o
juegan con
la ouija
para invocar
espíritus,
etc...
Todas estas
supersticiones
son
tonterías. E
indican que
tu fe en
Dios está
prendida con
alfileres,
que no es
madura, que
es
superficial.
5° La
tendencia de
algunos a
creer en
milagrerías
o a correr
tras el
maravillosismo.
Porque hay
cristianos
que no toman
en serio la
Eucaristía o
la Biblia,
en donde
Cristo y
Dios están
sin duda
alguna, y,
sin embargo,
corren
detrás de
cualquier
tipo de
supuestas y
con
frecuencia
falsas
apariciones
o aparentes
milagros,
aunque
tengan que
cruzar el
océano.
6º Se
producen hoy
formas
patológicas
de
religiosidad,
como, por
ejemplo,
esas
búsquedas de
apariciones
con mensajes
del más allá
y otras
cosas por el
estilo…que
nada tienen
que ver con
la verdadera
religiosidad
y amor a
Dios. Cuando
no se tiene
fuerte la fe
y la
confianza en
un Dios
vivo,
entonces hay
que
desenterrar
y dialogar
con los
muertos.
Pero los
muertos,
muertos
están.
Este primer
mandamiento
se quiebra
también:
Con la
indiferencia
religiosa,
viviendo
como si Dios
no
existiera.
Viviendo
obsesionado
por las
cosas
materiales y
temporales,
olvidando a
Dios.
Dudando
voluntariamente
de Dios o de
dogmas de tu
fe, por
falta de fe
verdadera y
de confianza
en Él. ¿Cómo
dudar de
Dios, si de
Él venimos y
a Él vamos,
si Él nos
cuida y vela
sobre
nosotros, y
busca
nuestro bien
siempre?
Abusando de
la
misericordia
de Dios para
cometer más
pecados:
“Total, Dios
es tan bueno
que me los
perdonará”.
Callando
voluntariamente
pecados
graves en la
confesión,
por
vergüenza.
Esto sería
un
sacrilegio,
pues tratas
indignamente
este
sacramento
para mentir
al
sacerdote.
Ya sabes que
a Dios no le
puedes
engañar.
Además te
estás
engañando a
ti mismo.
Comulgando
conscientemente
con pecados
graves,
mortales. A
esto
llamamos
también
sacrilegio.
III. ¿QUÉ
COSAS LE
AGRADARÍAN A
DIOS PADRE?
Es tan rico
el primer
mandamiento
de la Ley de
Dios que
también
abarca estos
dos
aspectos: la
oración y el
sacrificio.
1. La
oración
¿Tú rezas?
¿Sabes
rezar?
¿Sabes por
qué debes
rezar?
Rezar
debería ser
el respirar
de todo
cristiano.
Si no
respiras,
¿qué te
pasa? ¡Te
mueres!
Rezar es “el
impulso de
corazón, una
sencilla
mirada
lanzada
hacia el
cielo, un
grito de
reconocimiento
y de amor a
Dios tanto
en medio de
la prueba
como en la
alegría”.
Así lo
describió
santa
Teresita del
Niño Jesús.
La oración
es, además,
la elevación
del alma a
Dios o la
petición a
Dios de
bienes
convenientes.
¿No
necesitas
cosas? ¿A
quién mejor,
que a Dios,
para pedirle
lo que tu
corazón
anhela? Eso
también es
oración.
Pero la
oración es
sobre todo
reconocimiento
de la
grandeza y
bondad de
Dios,
alabanza y
honor,
agradecimiento
profundo por
cuantos
dones nos
concede día
a día el
Señor: el
don de la
existencia,
de la vida,
de la fe, de
la salud, de
la creación,
y de muchos
más. Tú
mismo haz un
recuento de
cuántas
cosas tienes
que
agradecer a
Dios
diariamente.
¡Te
asombrarás!
A la oración
debes ir
también para
pedirle
perdón por
tu
ingratitud y
tu falta de
cariño y de
aprecio a
este buen
Padre Dios,
por tus
infidelidades,
por tus
mentiras y
esas cosas
feas, que a
veces,
consciente o
inconscientemente,
cometes.
Para eso
debes orar:
para adorar
y alabar a
Dios, para
agradecer,
para pedirle
gracias que
necesitas y
para
implorarle
perdón.
Y debes
rezar al
levantarte,
santiguándote
y rezando un
padrenuestro.
Y deberías
rezar antes
de las
comidas, y
cuando sales
a tu trabajo
o antes de
tus clases
en la
universidad,
o al iniciar
tu estudio
personal en
las tardes.
Deberías
rezar para
encomendar
tu examen,
sí, pero
también,
para dar
gracias por
tu examen. Y
no te vayas
a acostar
sin
acordarte de
Dios y
rezarle
alguna de
esas
oraciones
hermosas que
tenemos: el
padrenuestro,
el avemaría,
el gloria, o
el credo. O
alguna de
esas bellas
oraciones a
la Virgen
que
aprendiste
cuando eras
niño:
“Bendita sea
tu pureza”,
o la oración
a tu ángel
de la
guarda.
Es necesario
que reces,
pues así
conocerás
cada día más
a Dios; y
del
conocimiento
brotará en
tu corazón
el anhelo de
amarlo. Y
con la
oración
frecuente te
harás amigo
íntimo de
Dios y ya la
oración será
para ti una
necesidad
interior,
sin la cual
no puedes
vivir.
Es necesario
que reces,
para
afrontar
todas las
luchas y
contrariedades
de la vida,
pues no todo
te será
fácil, tú lo
sabes. La
oración te
dará fuerzas
y músculo
espiritual
para vencer
el
desaliento,
la tristeza
y la
tentación.
Y para rezar
y orar
tienes la
Biblia,
especialmente
los Santos
Evangelios.
Léelos
despacio, y
medítalos,
sacando las
lecciones
que te da
Jesús, o
viendo los
personajes
de la
escena, para
ver qué te
dicen y
aprendiendo
de ellos.
También, te
servirá para
rezar
contemplar
la
naturaleza,
o el
crucifijo, o
repasar las
cosas buenas
que te
suceden, e
incluso,
lleva a la
oración y
dialoga con
Dios acerca
de los
fracasos que
has tenido y
de las cosas
que no te
gustan, y
Dios te
iluminará y
te
consolará.
Pero, ¿cómo
debes rezar?
Te referiré
esta
anécdota.
Un aprendiz
de oración
caminaba por
el desierto
completamente
confundido.
Había
frecuentado
el contacto
con diversos
maestros y
ya había
pertenecido
a un buen
número de
escuelas.
Cada una
defendía
cosas
distintas y
el aprendiz
ya no sabía
qué era lo
más
importante
en la
oración.
Decidió que
lo único que
le quedaba
por hacer en
su confusión
era
dirigirse a
Dios.
- ¡Señor,
ilumíname!
-dijo
suplicante-
Unos me
dijeron "No
pienses en
nada y
repite
letanías sin
interrupción...
verás que
sentirás la
liberación
interior"...
- ¿Y lo
hiciste? -le
dijo Dios.
- Sí, Señor,
lo hice
durante
meses hasta
que se me
secó la boca
y tuve que
abandonar
esa escuela.
- ¿No
encontraste
ninguna
otra?
-preguntó
Dios,
interesándose.
- ¡Oh, sí,
Señor,
muchas más!
Fui a otra
donde me
dijeron:
"Tranquilízate,
haz vacío en
tu interior
y
encontrarás
a Dios",
pero en el
vacío sólo
estaba yo
mismo y como
te buscaba a
ti y no a
mí, comencé
a dudar
también de
esa
escuela...
- Bueno,
quizás haya
otras...
- Sí, sí
Señor, no
creas que
ésta fue la
última.
Visité
muchas más;
aprendí una
gama enorme
de
posiciones
para orar, y
me hice
experto en
posiciones,
pero no en
oración... y
así recorrí
otras tantas
pero aún no
sé qué hacer
para orar.
He llegado a
convencerme
de que no
puedo orar y
vengo a
decirte que
ya no me lo
pidas más en
mi interior.
- ¿No te di
yo boca y
oídos?
-susurró
Dios
suavemente
- Sí,
Señor...
-dijo el
principiante,
que no
esperaba
este
interrogante.
Pero dime de
una vez,
Señor mío;
qué es más
importante
¿escuchar o
hablar?
- ¿Cuántas
bocas te di?
-Una.
- Y ¿oídos?
- Dos.
- Entonces,
ya lo
sabes...
¡Interesante
dato! Orar
es hablar
con Dios,
pero lo más
importante
en esa
conversación
es la
escucha...
Si quieres
unirte con
Dios;
escucha su
Palabra,
dialoga... y
vuelve a
escuchar.
¡Ves qué
maravilla es
la oración!
No la dejes
nunca por
nada. La
oración da
brillo a tus
ojos, chispa
a tu
inteligencia,
ardor a tu
corazón,
fuerza a tu
voluntad,
nobleza a
tus
sentimientos,
control a tu
imaginación,
purificación
de tu
memoria,
cauce a tus
pasiones,
sensatez y
sinceridad a
tus
palabras,
claridad y
peso a tus
razonamientos.
Y sobre
todo, la
oración te
transforma
interiormente
y te hace
querer lo
que Dios
quiere, y no
querer lo
que Dios no
quiere.
¿Cómo has de
orar? Yo
aprendí de
chico que
las
cualidades
para una
buena
oración son
éstas: orar
con
atención,
humildad,
confianza y
perseverancia.
Ponlas en
práctica y
verás que
dan
resultado.
Reza con
atención,
sin
distraerte
tanto.
Escoge el
mejor
momento del
día, cuando
estás más
sereno y
despejado.
Reza con
humildad,
sabiendo que
al humilde
Dios le da
sus gracias
y
bendiciones.
No seas
arrogante y
exijas a
Dios tus
cosas, casi
amenazándolo.
Reza con
confianza,
pues es tu
Padre Dios,
que te
quiere y te
conoce.
Reza con
perseverancia,
todos los
días, sin
desistir.
Dios no está
obligado a
darte hoy lo
que le pides
hoy. Insiste
y lograrás
que Dios te
escuche.
Encontré
entre mis
anécdotas
ésta que te
comparto,
para que
veas cómo el
mismo
demonio
tiene
interés en
que tú no
reces.
Se titula
así: CARTA
DE SATANÁS.
“Te vi
ayer cuando
comenzabas
tus tareas
diarias. Te
levantaste
sin orar a
tu Dios, en
todo el día
no hiciste
nada de
oración. De
hecho, ni
recordaste
bendecir tus
alimentos.
Eres muy
desagradecido
con tu Dios,
y eso me
gusta de ti.
También me
agradaba la
enorme
flojera que
demuestras
siempre en
lo que se
refiere a tu
crecimiento
cristiano.
Rara vez
lees la
Biblia y
cuando lo
haces estás
cansado.
Oras muy
poco y
muchas veces
recitas
palabras que
no meditas.
Por
cualquier
pretexto
llegas tarde
o faltas a
tus
reuniones de
formación.
…¡Qué decir
de tus
quejas al
cooperar en
la
evangelización
o diezmo!
Todo eso es
fácil para
mí. No puedo
describirte
cómo me
alegra que
en todo este
tiempo en
que estás
siguiendo a
tu Dios, no
hayas
cambiado tu
manera de
comportarte.
Tantos años
y sigues
como al
principio,
crees que no
tienes nada
que cambiar.
Me encantas.
Recuerda que
tú y yo
hemos pasado
muchos años
juntos y te
detesto. Es
más, te odio
porque odio
a tu Padre.
Solamente te
estoy usando
para
molestarlo.
Me echa del
Cielo y yo
voy a
utilizarte
mientras
pueda
vengarme de
Él.
…Mira
ignorante,
Dios te ama
y tiene
grandes
planes
preparados
para ti,
pero tú eres
tan idiota
que me has
cedido tu
existencia y
yo voy a
hacer que
vivas un
verdadero
infierno en
vida.
Estaremos
juntos
doblemente y
esto
realmente va
a dolerle a
tu Dios. Con
tu
cooperación
voy a
mostrar
quién es el
que
realmente
gobierna tu
vida. Con
todos los
momentos
rendidos que
nos hemos
pasado...;
hemos
disfrutado
juntos
muchas
películas, y
qué decir de
las veces
que hemos
ido o los
´´espectáculos
artísticos
en vivo".
Aquel día de
tu debilidad
con aquella
personita
simpática,
¡qué bien
nos la
pasamos!
…Pero más me
agrada que
no te
arrepientes,
sino que
reconozcas
que eres
joven y
tienes
derecho a
gozar la
vida. No hay
duda: eres
de los míos.
Disfruto
mucho los
chistes
colorados
que dices y
que
escuchas, tú
te ríes por
lo gracioso
de ellos, yo
me rió de
ver a un
hijo de Dios
participando
en eso. El
hecho es que
ambos la
pasamos
bien. La
música
vulgar y de
doble
sentido que
escuchas me
encanta.
Sabes cuáles
son los
grupos que
me gusta
escuchar.
…También
disfruto
mucho cuando
difamas y te
rebelas
contra tu
Dios, me
siento feliz
cuando te
veo bailando
y haciendo
ese tipo de
movimientos
que tanto me
fascinan.
¡Ah, cómo lo
disfruto!
…Ciertamente
cuando vas y
te diviertes
sanamente,
me
desilusionas,
pero no hay
problema,
siempre
habrá otra
oportunidad.
Hay veces
que me haces
servicios
increíbles
cuando das
malos
ejemplos a
los niños,
cuando les
permites que
se desvíen
de su
inocencia,
por medio de
la
televisión o
cosas por el
estilo. Son
tan
perceptivos
que
fácilmente
imitan lo
que ven. Te
lo agradezco
mucho.
…Lo que más
me agrada es
que rara vez
tengo que
tentarte,
casi siempre
caes por tu
cuenta. Tú
buscas los
momentos
propicios,
tú te
expones a
situaciones
peligrosas,
tú buscas
mis
ambientes,
si tuvieras
algo de
sesos,
cambiarías
de ambiente
y
recurrirías
a los
sacramentos
y
entregarías
realmente tu
vida al que
dices llamar
"tu Dios" y
a vivir el
resto de tus
días bajo la
luz del
Espíritu
Santo.
…No
acostumbro
enviar este
tipo de
mensajes,
pero eres
tan
conformista
espiritualmente
que no creo
que vayas a
cambiar. No
malentiendas:
te odio y no
me interesas
en lo mas
mínimo. Si
te busco es
porque me
agrada; tu
manera de
comportarte
hace quedar
en ridículo
a
Jesucristo.
…Tu enemigo
que te odia.
Satán o como
me quieras
llamar.
JAJAJA,
JAJAJA
PD. Si
realmente me
amas, no
muestres
esta carta a
nadie.
SATANÁS.
Hasta aquí
la carta
terrible de
Satanás.
2. El
sacrificio
Me falta
hablarte
ahora del
sacrificio,
¿no es
cierto? Es
algo que
también le
agrada mucho
a Dios, si
se lo
ofreces con
amor, además
de la
oración.
Esta palabra
no es bien
entendida
hoy día. Es
más, se
quiere
suprimir del
vocabulario.
Ante tanto
bombardeo
del
consumismo y
hedonismo,
que te
invita al
disfrute sin
límite…la
palabra
sacrificio
parecería un
atentado a
tu felicidad
y placer.
Y sin
embargo, el
sacrificio
es una
realidad
bella en sí
misma. Dice
el Catecismo
de la
Iglesia
católica que
el
sacrificio
es toda obra
que se hace
con el fin
de unirnos a
Dios en
santa
compañía y
ser
verdaderamente
felices.
Hay
sacrificios
exteriores e
interiores.
Te doy unos
ejemplos y
tú mismo
discierne
qué
sacrificios
son
exteriores y
cuáles
interiores o
espirituales.
Por ejemplo,
el
sacrificio
de
levantarte
temprano
para llegar
puntual a tu
trabajo o a
tu facultad;
el
sacrificio
de estudiar;
el
sacrificio
de no
quejarte
cuando algo
te fastidia
y molesta;
el
sacrificio
de comer la
comida que
te preparó
tu madre y
que no te
gusta; el
sacrificio
de visitar a
alguien que
te hizo
algún mal;
el
sacrificio
de
controlarte
en la bebida
o en el
tabaco; el
sacrificio
de ofrecer
tu
enfermedad
con
paciencia;
el
sacrificio
de obedecer
a tus papás,
a tus
maestros, a
las
autoridades;
el
sacrificio
de
controlarte
en el juego
para no
decir
palabrotas y
dominarte.
Y como
éstos, hay
miles de
sacrificios
que puedes
ofrecer a
Dios en
señal de
adoración y
gratitud, de
súplica y de
comunión con
Él. Pregunta
a tu madre
cuántos
sacrificios
tuvo que
hacer cuando
tú eras
pequeñín, al
desvivirse
por ti,
cuidarte día
y noche.
Pregunta a
tu mismo
padre,
cuánto
sacrificio
le supone
llevar
adelante
económicamente
tu familia.
Y tú, ni
cuenta te
das. El
sacrificio
es moneda
para comprar
tantas y
tantas
bendiciones
de Dios.
De ordinario
el
sacrificio
cuesta a tu
naturaleza
humana, que
tiende a lo
fácil, a lo
placentero,
a quitar
cuanto
cuesta. Y
porque
cuesta,
tiene su
mérito. Los
grandes
santos
hicieron en
vida muchos
sacrificios
por amor a
Dios, y todo
esto les
engrandeció,
les hizo
agradables a
Dios y Dios
les bendijo
con muchos
favores y
gracias.
No tengas
miedo al
sacrificio.
Mira a
Cristo que
en cada misa
ofrece el
sacrificio
de sí mismo
por ti y por
la humanidad
para darnos
la salvación
y para dar
gloria a su
Padre Dios.
Y durante su
vida,
cuántos
sacrificios
tuvo que
ofrecer:
nacer en una
cueva de
animales,
ser ignorado
en su
pueblo,
pasar
treinta
largos años
escondido en
Nazaret,
soportar las
críticas que
le decían
algunos
fariseos.
Conoces
también cómo
sufrió en la
pasión:
golpes,
azotes,
corona de
espinas,
bofetadas,
escupitajos,
clavado en
una cruz.
Todo este
sufrimiento,
Cristo lo
ofreció a su
Padre por
ti, por tus
pecados,
para que
seas feliz y
para
enseñarte a
ofrecer tu
sufrimiento.
Te narraré
la
experiencia
de
sacrificio
de alguien
que estuvo
en un campo
de
concentración.
Se trata de
Viktor E.
Frankl. Lo
narra en su
libro “El
hombre en
busca de
sentido” .
“A los
recién
llegados nos
estaban
reservadas
todavía
muchas
sorpresas de
este tipo.
Los médicos
que había en
nuestro
grupo fuimos
los primeros
en aprender
que los
libros de
texto
mienten. En
alguna parte
se ha dicho
que si no
duerme un
determinado
número de
horas, el
hombre no
puede vivir.
¡Mentira! Yo
había vivido
convencido
de que
existían
unas cuantas
cosas que
sencillamente
no podía
hacer: no
podía dormir
sin esto, o
no podía
vivir sin
aquello.
La primera
noche en
Auschwitz
dormimos en
literas de
tres pisos.
En cada
litera (que
medía
aproximadamente
2 x 2,5 m)
dormían
nueve
hombres,
directamente
sobre los
tablones.
Para cada
nueve había
dos mantas.
Claro está
que sólo
podíamos
tendernos de
costado,
apretujados
y
amontonados
los unos
contra los
otros, lo
que tenía
ciertas
ventajas a
causa del
frío que
penetraba
hasta los
huesos.
Aunque
estaba
prohibido
subir los
zapatos a
las literas,
algunos los
utilizaban
como
almohadas a
pesar de
estar
cubiertos de
lodo. Si no,
la cabeza de
uno tenía
que
descansar en
el pliegue
de un brazo
casi
dislocado. Y
aún así, el
sueño venía
y traía
olvido y
alivio al
dolor
durante unas
pocas
horas”.
Me gustaría
mencionar
algunas
sorpresas
más acerca
de lo que
éramos
capaces de
soportar: no
podíamos
limpiarnos
los dientes
y, sin
embargo y a
pesar de la
fuerte
carencia
vitamínica,
nuestras
encías
estaban más
saludables
que antes.
Teníamos que
llevar la
misma camisa
durante
medio año,
hasta que
perdía la
apariencia
de tal.
Pasaban
muchos días
seguidos sin
lavarnos ni
siquiera
parcialmente,
porque se
helaban las
cañerías de
agua y, sin
embargo, las
llagas y
heridas de
las manos
sucias por
el trabajo
de la tierra
no supuraban
(es decir, a
menos que se
congelaran).
O, por
ejemplo,
aquel que
tenía el
sueño ligero
y al que
molestaba el
más mínimo
ruido en la
habitación
contigua, se
acostaba
ahora
apretujado
junto a un
camarada que
roncaba
ruidosamente
a pocas
pulgadas de
su oído y,
sin embargo,
dormía
profundamente
a pesar del
ruido. Si
alguien nos
preguntara
sobre la
verdad de la
afirmación
de
Dostoyevski
que asegura
terminantemente
que el
hombre es un
ser que
puede ser
utilizado
para
cualquier
cosa,
contestaríamos:
«Cierto,
para
cualquier
cosa, pero
no nos
preguntéis
cómo».
No
desprecies,
pues, el
sacrificio.
Tienes
madera para
soportar eso
y más. Y si
lo haces por
Dios, mucho
mejor.
No olvides
esto.
Nadie
alcanza la
meta con un
solo
intento, ni
perfecciona
la vida con
una sola
rectificación,
ni alcanza
altura con
un solo
vuelo. Nadie
camina la
vida sin
haber pisado
en falso
muchas
veces...nadie
recoge
cosecha sin
probar
muchos
sabores,
enterrar
muchas
semillas y
abonar mucha
tierra.
Nadie mira
la vida sin
acobardarse
en muchas
ocasiones,
ni se mete
en el barco
sin temerle
a la
tempestad,
ni llega a
puerto sin
remar muchas
veces.
Nadie siente
el amor sin
probar sus
lágrimas, ni
recoge rosas
sin sentir
sus espinas.
Nadie hace
obras sin
martillar
sobre su
edificio, ni
cultiva
amistad sin
renunciar a
sí mismo.
¡Ni se hace
hombre sin
sentir a
Dios! Nadie
llega a la
otra orilla
sin haber
ido haciendo
puentes para
pasar. Nadie
deja el alma
lustrosa sin
el pulimento
diario de
Dios. Nadie
puede juzgar
sin conocer
primero su
propia
debilidad.
Nadie
consigue su
ideal sin
haber
pensado
muchas veces
que
perseguía un
imposible.
Nadie conoce
la
oportunidad
hasta que
ésta pasa
por su lado
y la deja
ir. Nadie
encuentra el
pozo de DIOS
hasta
caminar por
la sed del
desierto.
Pero nadie
deja de
llegar,
cuando se
tiene la
claridad de
un don, el
crecimiento
de su
voluntad, la
abundancia
de la vida,
el poder
para
realizarse y
el impulso
de DIOS.
Nadie deja
de arder con
fuego
dentro…
Nadie deja
de llegar
cuando de
verdad se lo
propone. Si
sacas todo
lo que
tienes y
estás con
DIOS...¡Vas
a llegar!
Te dejo ya.
Hay que
explicar el
segundo
mandamiento
de la ley de
Dios. Te
invito a
tomar
conciencia
de este
primer
mandamiento:
“Amarás a
Dios sobre
todas las
cosas”.
¡Qué hermoso
poder amar a
Dios,
corresponder
a tanto amor
que Él te
tiene! Y
también,
¡qué hermoso
es sufrir
por amor a
Dios!
El
sacrificio
tiene valor
delante de
Dios por el
amor. El
sacrificio
como puro
sacrificio
no vale
nada. Los
condenados
sufren, y
¿qué se
ganan? Los
mundanos
sufren, y
¿de qué les
sirve?
Aquí en el
mundo,
cuando manda
Dios una
prueba de
esas
dolorosas,
la gracia
hace que se
abran los
ojos, que se
comprendan
las cosas
divinas, que
se emprenda
un nuevo
camino,
ciertamente;
pero el amor
es el que
hermosea el
sacrificio:
el
sacrificio,
como tal, no
es una cosa
ni hermosa
ni fecunda;
el amor es
el que lo
hermosea y
el que lo
fecunda.
Para que las
almas puedan
con sus
sacrificios
hacer bien a
los demás,
necesitan
amar.
“Amor con
amor se
paga”. Así
lo hizo Mel
Gibson.
¿Conoces su
historia?
Años atrás,
un hombre
muy
trabajador
decide
llevar a su
familia
desde Nueva
York hasta
Australia,
en busca de
una mejor
oportunidad
de ingresos.
Tenía dos
hijos muy
apuestos.
Uno de ellos
pretendía
ser
trapecista
en un circo
y el otro
quería ser
actor. Este
último,
mientras
esperaba una
oportunidad,
trabajaba en
los puertos
locales
situados en
las peores
zonas de la
ciudad. Una
noche,
caminando de
regreso a
casa, el
joven fue
asaltado por
cinco
maleantes.
Él se
resistió a
entregar su
dinero y fue
agredido
cruelmente.
Le
desgarraron
brutalmente
el rostro y
lo golpearon
salvajemente.
Cuando
finalmente
fue
encontrado
por el
policía,
tirado en la
calle, lo
consideraron
muerto y
llamaron a
la
funeraria.
En el
trayecto, un
policía se
percató de
que el joven
hacia un
intento por
respirar y
fue llevado
de inmediato
al hospital
de
emergencias
mas cercano.
Fue horrible
la impresión
recibida por
el equipo
médico al
constatar
que aquel
joven ya no
tenía un
rostro. Sus
ojos estaban
desgarrados,
su cráneo,
piernas y
brazos
fracturados,
su nariz
estaba
literalmente
perdida en
su cara,
todos sus
dientes
completamente
partidos y
la mandíbula
desprendida.
Ahora tenían
que trabajar
por salvar
su vida.
Permaneció
cerca de un
año en el
hospital.
Cuando
salió, su
cuerpo
estaba
recuperado,
pero su
rostro
causaba
repulsión.
Ya no era
aquel joven
guapo al que
todos
admiraban.
Empezó a
buscar
trabajo y
siempre era
rechazado
debido a su
mala
apariencia
física. Un
empresario
le sugirió
que
participara
en un
espectáculo
de circo, su
nombre
sería: "El
Hombre Sin
Rostro". El
joven
ejerció este
trabajo
durante
algún
tiempo, pero
no podía
dejar de
percibir el
rechazo de
las
personas.
Nadie quería
ser visto
con él.
Llegó a
pensar en la
muerte y
tuvo que
luchar
contra la
idea del
suicidio por
casi cinco
años.
Un día,
caminando
sin rumbo
por las
calles entró
a una
iglesia,
pensando que
allí podía
alcanzar
algún
alivio. Vio
al sacerdote
orando.
Sentándose,
inclinó
también su
cuerpo y
empezó a
orar. El
sacerdote al
verlo,
piadosamente
lo levantó y
lo llevó a
la sacristía
para
conversar
con él. Lo
animó a
tener fe en
DIOS. Se
impresionó
tanto al
punto de
prometerle
que haría
todo lo
posible por
ayudarlo a
recuperar su
dignidad y
su vida. El
joven
comenzó a
asistir a la
iglesia con
frecuencia y
siempre
agradecía y
pedía a DIOS
que le diera
su paz
espiritual y
la gracia de
ser un mejor
hombre día a
día.
Después de
un tiempo el
sacerdote
por medio de
influencias
personales
logró
obtener los
servicios
del mejor
cirujano
plástico de
Australia,
sin costo
alguno. El
cirujano
estaba
impresionado
con el joven
por todo lo
acontecido
en su vida y
le conmovió
su
positividad
y su fe. La
cirugía fue
un milagro.
Tuvo acceso
a los
mejores
servicios
médicos.
Poco a poco
al joven se
le empezaron
a cumplir
todas las
promesas.
Recuperó su
rostro. Fue
bendecido
con una
bella
esposa,
varios hijos
y grandes
éxitos
profesionales.
Él ahora nos
da su
testimonio.
Este hombre
es Mel
Gibson. Hoy
Mel es
admirado por
todos como
un hombre
entregado a
DIOS,
conservador
y un gran
ejemplo de
fe y valor.
Somos muchos
los que no
conocíamos
esta
historia,
que aunque
cruel y
triste, al
final nos
muestra la
grandeza del
amor a DIOS.
El sacerdote
que ayudó a
Mel Gibson
fue apenas
un
instrumento
usado por
DIOS para su
recuperación.
Esta
vivencia la
debemos
meditar como
el milagro
de lo
imposible.
¿Entendemos
ahora por
qué quiso
filmar "La
Pasión de
Cristo? ¡Por
gratitud a
Dios por
tanto amor
que Él le
tuvo
primero!
Resumen
sacado del
Catecismo de
la Iglesia
católica
2133 ‘Amarás
al Señor tu
Dios con
todo tu
corazón, con
toda tu alma
y con todas
tus fuerzas’
(Deuteronomio
6, 59).
2134 El
primer
mandamiento
llama al
hombre para
que crea en
Dios, espere
en El y lo
ame sobre
todas las
cosas.
2135 ‘Al
Señor tu
Dios
adorarás’ (Mt
4, 10).
Adorar a
Dios, orar a
El,
ofrecerle el
culto que le
corresponde,
cumplir las
promesas y
los votos
que se le
han hecho,
son todos
ellos actos
de la virtud
de la
religión que
constituyen
la
obediencia
al primer
mandamiento.
2136 El
deber de dar
a Dios un
culto
auténtico
corresponde
al hombre
individual y
socialmente
considerado.
2137 El
hombre debe
‘poder
profesar
libremente
la religión
en público y
en privado’
(Concilio
Vaticano II,
Declaración
“Dignitatis
Humanae 15).
2138 La
superstición
es una
desviación
del culto
que debemos
al verdadero
Dios, la
cual conduce
a la
idolatría y
a distintas
formas de
adivinación
y de magia.”
2139 La
acción de
tentar a
Dios de
palabra o de
obra, el
sacrilegio y
la simonía
son pecados
de
irreligión,
prohibidos
por el
primer
mandamiento.
2140 El
ateísmo, en
cuanto niega
o rechaza la
existencia
de Dios, es
un pecado
contra el
primer
mandamiento.
2141 El
culto de las
imágenes
sagradas
está fundado
en el
misterio de
la
Encarnación
del Verbo de
Dios. No es
contrario al
primer
mandamiento.
Para
reflexionar
en
particular o
en grupos
1.¿Qué papel
juega en tu
vida la fe
en Dios?
¿Qué haces
cuando
tienes dudas
de fe?
2.¿Cómo
demuestras
que amas a
Dios?
3.¿Por qué
hay personas
que se
alejan de la
religión
católica?
4.¿Conoces a
fondo tu fe
católica?
¿Dónde debes
ir a
profundizar
en tu fe
católica?
5.¿Cuáles
son los
ídolos a
quienes
algunos hoy
adoran, en
vez de
adorar a
Dios?
6.¿Sabes
rezar? ¿Qué
método
tienes al
rezar?
7.¿Puede un
cristiano
participar
en sesiones
de
espiritismo,
consultar a
adivinos,
participar
en el juego
de la copa?
8.Según los
Evangelios,
¿qué
características
debe tener
tu oración?
9.¿Qué
sacrificios
puedes
ofrecer a
Dios que le
gusten y le
den
contento?
10.¿El
hombre es un
ser
religioso
por
naturaleza?
Demuéstralo.
Entonces,
¿crees que
es posible
el ateísmo y
el
agnosticismo?
LECTURA:
Del
Catecismo de
la Iglesia
católica, la
última
parte, sobre
la oración
CAPITULO
TERCERO: LA
VIDA DE
ORACION
2697 La
oración es
la vida del
corazón
nuevo. Debe
animarnos en
todo
momento.
Nosotros,
sin embargo,
olvidamos al
que es
nuestra Vida
y nuestro
Todo. Por
eso, los
Padres
espirituales,
en la
tradición
del
Deuteronomio
y de los
profetas,
insisten en
la oración
como un
"recuerdo de
Dios", un
frecuente
despertar la
"memoria del
corazón":
"Es
necesario
acordarse de
Dios más a
menudo que
de
respirar".
Pero no se
puede orar
"en todo
tiempo" si
no se ora,
con
particular
dedicación,
en algunos
momentos:
son los
tiempos
fuertes de
la oración
cristiana,
en
intensidad y
en duración.
2698 La
Tradición de
la Iglesia
propone a
los fieles
unos ritmos
de oración
destinados a
alimentar la
oración
continua.
Algunos son
diarios: la
oración de
la mañana y
la de la
tarde, antes
y después de
comer, la
Liturgia de
las Horas.
El domingo,
centrado en
la
Eucaristía,
se santifica
principalmente
por medio de
la oración.
El ciclo del
año
litúrgico y
sus grandes
fiestas son
los ritmos
fundamentales
de la vida
de oración
de los
cristianos.
2699 El
Señor
conduce a
cada persona
por los
caminos que
El dispone y
de la manera
que El
quiere. Cada
fiel, a su
vez, le
responde
según la
determinación
de su
corazón y
las
expresiones
personales
de su
oración. No
obstante, la
tradición
cristiana ha
conservado
tres
expresiones
principales
de la vida
de oración:
la oración
vocal, la
meditación y
la oración
de
contemplación.
Tienen en
común un
rasgo
fundamental:
el
recogimiento
del corazón.
Esta actitud
vigilante
para
conservar la
Palabra y
permanecer
en presencia
de Dios hace
de estas
tres
expresiones
tiempos
fuertes de
la vida de
oración.
Artículo
1 : LAS
EXPRESIONES
DE LA
ORACION
I.LA ORACIÓN
VOCAL
2700 Por
medio de su
Palabra,
Dios habla
al hombre.
Por medio de
palabras,
mentales o
vocales,
nuestra
oración toma
cuerpo. Pero
lo más
importante
es la
presencia
del corazón
ante Aquél a
quien
hablamos en
la oración.
"Que nuestra
oración sea
escuchada no
depende de
la cantidad
de palabras,
sino del
fervor de
nuestras
almas".
2701 La
oración
vocal es un
elemento
indispensable
de la vida
cristiana. A
los
discípulos,
atraídos por
la oración
silenciosa
de su
Maestro,
éste les
enseña una
oración
vocal: el
"Padre
Nuestro".
Jesús no
solamente ha
rezado las
oraciones
litúrgicas
de la
sinagoga;
los
Evangelios
nos lo
presentan
elevando la
voz para
expresar su
oración
personal,
desde la
bendición
exultante
del Padre,
hasta la
agonía de
Getsemaní.
2702 Esta
necesidad de
asociar los
sentidos a
la oración
interior
responde a
una
exigencia de
nuestra
naturaleza
humana.
Somos cuerpo
y espíritu,
y
experimentamos
la necesidad
de traducir
exteriormente
nuestros
sentimientos.
Es necesario
rezar con
todo nuestro
ser para dar
a nuestra
súplica todo
el poder
posible.
2703 Esta
necesidad
responde
también a
una
exigencia
divina. Dios
busca
adoradores
en espíritu
y en verdad,
y, por
consiguiente,
la oración
que brota
viva desde
las
profundidades
del alma.
También
reclama una
expresión
exterior que
asocia el
cuerpo a la
oración
interior,
porque esta
expresión
corporal es
signo del
homenaje
perfecto al
que Dios
tiene
derecho.
2704 La
oración
vocal es la
oración por
excelencia
de las
multitudes
por ser
exterior y
tan
plenamente
humana. Pero
incluso la
más interior
de las
oraciones no
podría
prescindir
de la
oración
vocal. La
oración se
hace
interior en
la medida en
que tomamos
conciencia
de Aquél "a
quien
hablamos".
Por ello, la
oración
vocal se
convierte en
una primera
forma de
oración
contemplativa.
II. LA
MEDITACIÓN
2705 La
meditación
es, sobre
todo, una
búsqueda. El
espíritu
trata de
comprender
el porqué y
el cómo de
la vida
cristiana
para
adherirse y
responder a
lo que el
Señor pide.
Hace falta
una atención
difícil de
encauzar.
Habitualmente
se hace con
la ayuda de
algún libro,
que a los
cristianos
no les
falta: las
Sagradas
Escrituras,
especialmente
el
Evangelio,
las imágenes
sagradas,
los textos
litúrgicos
del día o
del tiempo,
los escritos
de los
Padres
espirituales,
las obras de
espiritualidad,
el gran
libro de la
creación y
el de la
historia, la
página del
"hoy" de
Dios.
2706 Meditar
lo que se
lee conduce
a
apropiárselo
confrontándolo
consigo
mismo. Aquí,
se abre otro
libro: el de
la vida. Se
pasa de los
pensamientos
a la
realidad.
Según sean
la humildad
y la fe, se
descubren
los
movimientos
que agitan
el corazón y
se les puede
discernir.
Se trata de
hacer la
verdad para
llegar a la
Luz: "Señor,
¿qué quieres
que haga?".
2707 Los
métodos de
meditación
son tan
diversos
como
diversos son
los maestros
espirituales.
Un cristiano
debe querer
meditar
regularmente;
si no, se
parece a las
tres
primeras
clases de
terreno de
la parábola
del
sembrador.
Pero un
método no es
más que un
guía; lo
importante
es avanzar,
con el
Espíritu
Santo, por
el único
camino de la
oración:
Cristo
Jesús.
2708 La
meditación
hace
intervenir
al
pensamiento,
la
imaginación,
la emoción y
el deseo.
Esta
movilización
es necesaria
para
profundizar
en las
convicciones
de fe,
suscitar la
conversión
del corazón
y fortalecer
la voluntad
de seguir a
Cristo. La
oración
cristiana se
aplica
preferentemente
a meditar
"los
misterios de
Cristo",
como en la "lectio
divina" o en
el Rosario.
Esta forma
de reflexión
orante es de
gran valor,
pero la
oración
cristiana
debe ir más
lejos: hacia
el
conocimiento
del amor del
Señor Jesús,
a la unión
con El.
III. LA
ORACIÓN DE
CONTEMPLACIÓN
2709 ¿Qué es
esta
oración?
Santa Teresa
responde:
"No es otra
cosa oración
mental, a mi
parecer,
sino tratar
de amistad,
estando
muchas veces
tratando a
solas con
quien
sabemos nos
ama". La
contemplación
busca al
"amado de mi
alma" (Ct
1,7) 8 Esto
es, a Jesús
y en El, al
Padre. Es
buscado
porque
desearlo es
siempre el
comienzo del
amor, y es
buscado en
la fe pura,
esta fe que
nos hace
nacer de El
y vivir en
El. En la
contemplación
se puede
también
meditar,
pero la
mirada está
centrada en
el Señor.
2710 La
elección del
tiempo y de
la duración
de la
oración de
contemplación
depende de
una voluntad
decidida,
reveladora
de los
secretos del
corazón. No
se hace
contemplación
cuando se
tiene
tiempo, sino
que se toma
el tiempo de
estar con el
Señor con la
firme
decisión de
no dejarlo y
volverlo a
tomar,
cualesquiera
que sean las
pruebas y la
sequedad del
encuentro.
No se puede
meditar en
todo
momento,
pero sí se
puede entrar
siempre en
contemplación,
independientemente
de las
condiciones
de salud,
trabajo o
afectividad.
El corazón
es el lugar
de la
búsqueda y
del
encuentro,
en la
pobreza y en
la fe.
2711 La
entrada en
la
contemplación
es análoga a
la de la
Liturgia
eucarística:
"recoger" el
corazón,
recoger todo
nuestro ser
bajo la
moción del
Espíritu
Santo,
habitar la
morada del
Señor que
somos
nosotros
mismos,
despertar la
fe para
entrar en la
presencia de
Aquel que
nos espera,
hacer que
caigan
nuestras
máscaras y
volver
nuestro
corazón
hacia el
Señor que
nos ama,
para
ponernos en
sus manos
como una
ofrenda que
hay que
purificar y
transformar.
2712 La
contemplación
es la
oración del
hijo de
Dios, del
pecador
perdonado
que
consiente en
acoger el
amor con el
que es amado
y que quiere
responder a
él amando
más todavía.
Pero sabe
que su amor,
a su vez, es
el que el
Espíritu
derrama en
su corazón,
porque todo
es gracia
por parte de
Dios. La
contemplación
es la
entrega
humilde y
pobre a la
voluntad
amorosa del
Padre, en
unión cada
vez más
profunda con
su Hijo
amado.
2713 Así, la
contemplación
es la
expresión
más sencilla
del misterio
de la
oración. Es
un don, una
gracia; no
puede ser
acogida más
que en la
humildad y
en la
pobreza. La
oración
contemplativa
es una
relación de
alianza
establecida
por Dios en
el fondo de
nuestro ser.
Es comunión:
en ella, la
Santísima
Trinidad
conforma al
hombre,
imagen de
Dios, "a su
semejanza".
2714 La
contemplación
es también
el tiempo
fuerte por
excelencia
de la
oración. En
ella, el
Padre nos
concede "que
seamos
vigorosamente
fortalecidos
por la
acción de su
Espíritu en
el hombre
interior,
que Cristo
habite por
la fe en
nuestros
corazones y
que quedemos
arraigados y
cimentados
en el amor".
2715 La
contemplación
es mirada de
fe, fijada
en Jesús.
"Yo le miro
y él me
mira", decía
a su santo
cura un
campesino de
Ars que
oraba ante
el Sagrario.
Esta
atención a
El es
renuncia a
"mí". Su
mirada
purifica el
corazón. La
luz de la
mirada de
Jesús
ilumina los
ojos de
nuestro
corazón; nos
enseña a ver
todo a la
luz de su
verdad y de
su compasión
por todos
los hombres.
La
contemplación
dirige
también su
mirada a los
misterios de
la vida de
Cristo.
Aprende así
el
"conocimiento
interno del
Señor" para
más amarle y
seguirle.
2716 La
contemplación
es escucha
de la
palabra de
Dios. Lejos
de ser
pasiva, esta
escucha es
la
obediencia
de la fe,
acogida
incondicional
del siervo y
adhesión
amorosa del
hijo.
Participa en
el "sí" del
Hijo hecho
siervo y en
el "fiat" de
su humilde
esclava.
2717 La
contemplación
es silencio,
este
"símbolo del
mundo
venidero" o
"amor
silencioso".
Las palabras
en la
oración
contemplativa
no son
discursos,
sino
ramillas que
alimentan el
fuego del
amor. En
este
silencio,
insoportable
para el
hombre
"exterior",
el Padre nos
da a conocer
a su Verbo
encarnado,
sufriente,
muerto y
resucitado,
y el
Espíritu
filial nos
hace
partícipes
de la
oración de
Jesús.
2718 La
contemplación
es unión con
la oración
de Cristo en
la medida en
que ella nos
hace
participar
en su
misterio. El
misterio de
Cristo es
celebrado
por la
Iglesia en
la
Eucaristía;
y el
Espíritu
Santo lo
hace vivir
en la
contemplación
para que sea
manifestado
por medio de
la caridad
en acto.
2719 La
contemplación
es una
comunión de
amor
portadora de
vida para la
multitud, en
la medida en
que se
acepta vivir
en la noche
de la fe. La
noche
pascual de
la
resurrección
pasa por la
de la agonía
y la del
sepulcro.
Son estos
tres tiempos
fuertes de
la Hora de
Jesús los
que su
Espíritu (y
no la "carne
que es
débil") hace
vivir en la
contemplación.
Es necesario
aceptar el
"velar una
hora con
él".
2720 La
Iglesia
invita a los
fieles a una
oración
regulada:
oraciones
diarias,
Liturgia de
las Horas,
Eucaristía
dominical,
fiestas del
año
litúrgico.
2721 La
tradición
cristiana
contiene
tres
importantes
expresiones
de la vida
de oración:
la oración
vocal, la
meditación y
la oración
contemplativa.
Las tres
tienen en
común el
recogimiento
del corazón.
2722 La
oración
vocal,
fundada en
la unión del
cuerpo con
el espíritu
en la
naturaleza
humana,
asocia el
cuerpo a la
oración
interior del
corazón a
ejemplo de
Cristo que
ora a su
Padre y
enseña el
"Padre
Nuestro" a
sus
discípulos.
2723 La
meditación
es una
búsqueda
orante, que
hace
intervenir
al
pensamiento,
la
imaginación,
la emoción,
el deseo.
Tiene por
objeto la
apropiación
creyente de
la realidad
considerada,
que es
confrontada
con la
realidad de
nuestra
vida.
2724 La
oración
contemplativa
es la
expresión
sencilla del
misterio de
la oración.
Es una
mirada de
fe, fijada
en Jesús,
una escucha
de la
Palabra de
Dios, un
silencioso
amor.
Realiza la
unión con la
oración de
Cristo en la
medida en
que nos hace
participar
de su
misterio.
|
|
|
|
|
|
|
|