Las cualidades del líder
auténtico
D. Alfonso
López Quintás
Universidad Complutense
Al hablar
aquí de líderes no me refiero sólo a personas capaces de realizar una actividad
directiva en una u otra asociación. Mi intención es de más largo alcance: aludo
a personas que orientan su existencia hacia el ideal auténtico de la vida
humana, que es el ideal de la unidad y el servicio, no el del dominio
y la posesión. Según la investigación actual más cualificada, el ideal de la
unidad viene exigido por nuestra misma condición de personas. Por eso, la
primera medida del verdadero líder es ajustar sus actitudes a las exigencias de
la realidad.
Esto implica la superación del relativismo subjetivista -según el cual
"el hombre es la medida de todas las cosas", según la expresión sofista- y un
amor incondicional y desinteresado a la verdad, al modo de ser de las
realidades tal como se manifiestan a una mirada libre de prejuicios. El buen
líder busca la verdad hasta el fin, pues no se contenta con medias verdades.
Ese amor a la verdad -vista como la patentización de la realidad que nos permite
realizarnos- nos lleva a sentir una profunda insatisfacción ante cuanto
signifique deterioro de la vida humana y, consiguientemente, de la propia
realidad personal. Pensemos en la decadencia cultural, el declive de la
sabiduría, la insensibilidad ante los grandes valores, la inautenticidad en
todos los órdenes... Al confrontar la diferencia abismal que media entre una
persona cabalmente desarrollada y otra envilecida, sentimos la urgencia de
formarnos como líderes para elevar a las gentes a un estado de excelencia.
De ahí que mi propósito primario no sea explicar técnicas de liderazgo, sino
destacar las actitudes espirituales que debe adoptar quien aspire a ejercer la
función de guía hacia el Humanismo de la unidad. El ejercicio de tal
función exige una serie de cualidades y actitudes que debemos conocer en
pormenor para distinguir netamente la actividad del líder verdadero de la del
falso. Este procura adquirir una figura atractiva con objeto de seducir a
las gentes y lograr su adhesión. El que saca partido a esa imagen seductora para
vencer al pueblo sin molestarse en convencerlo con razones sólidas se mueve en
el plano de la mera apariencia, de la manipulación efectista, y opera en
atención a su bien particular, no al bien de los demás. No merece el nombre de
líder o guía, pues se mueve exclusivamente en el nivel 1, el propio
de las actitudes egoístas que arrastran a las experiencias de vértigo.
1. Líderes verdaderos y líderes falsos
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Autor: D. Alfonso López Quintás, Universidad Complutense |
Cabe distinguir clases diversas de líderes en función de la actividad que ejercen, la preparación que tienen, la tendencia a defender la verdad o a propalar la falsedad, la meta que persiguen... Una persona puede ejercer funciones de líder en ámbitos diferentes -el familiar, el grupal, el nacional, el internacional...- y respecto a vertientes de la vida distintas: la económica, la artística, la política, la ética, la educativa, la religiosa...
· Existe el líder político, que presenta un programa de acción, recluta adeptos y aspira al poder con el fin de modelar la sociedad de la forma que juzga más adecuada.
· Un profesor está llamado también a ejercer un modo peculiar de liderazgo, ya que por vocación y profesión debe orientar a niños y jóvenes a descubrir las leyes de la vida personal, que son las normas que rigen los procesos creativos.
· De modo análogo, deben ser líderes un sacerdote, un escritor, un padre de familia...
· Quienes configuran la opinión pública a través del arte, la literatura, el pensamiento, los medios de comunicación social... pueden y deben ejercer función de líderes.
En sentido estricto, se
entiende por líderes las personas bien dotadas que conocen
profundamente la vida humana -vista como un nudo de relaciones- y saben
ofrecer a los demás claves certeras de interpretación de la misma. Merced a
tal orientación, otras personas menos formadas pueden desempeñar el papel de
guías respecto a las personas y grupos de su entorno.
Aún sin contar con la preparación intelectual y las posibilidades de
comunicación de los grandes líderes, multitud de personas sencillas se hallan
en disposición de fundar a su alrededor, con su ejemplo y su palabra, un clima
propicio al desarrollo de los seres humanos y al fomento del auténtico
progreso. Con frecuencia, personas consideradas como líderes sociales se
autodenominan "progresistas" al tiempo que entorpecen la marcha de los pueblos
hacia su plenitud. Innumerables personas del pueblo se niegan, de forma
tácita, a aceptar ese concepto de "progreso" y continúan configurando la vida
diaria mediante una conducta regulada por valores elevados. Su experiencia
cotidiana, inspirada en el buen sentido y en criterios morales y religiosos
recibidos de sus mayores, les permite ver que el hombre progresa de veras
cuando se ajusta a las exigencias de su propia realidad personal. Con su
conducta callada, su voluntad de servicio y su actitud acogedora, estas
personas sensatas pueden guiar eficazmente a otras hacia el Humanismo de la
unidad y contribuir, así, a configurar la nueva época que autores
eminentes nos están invitando a crear.
Muy a menudo, los líderes políticos dedican serios esfuerzos a cultivar su
"imagen" con el fin de ser considerados como "carismáticos". Olvidan que el
único carisma auténtico de un político consiste en ofrecer confianza. Y
ésta es suscitada por la eficacia, la coherencia, la veracidad. El que se
limita a aderezar su imagen para ejercer el arte de seducir al pueblo no es un
líder auténtico; es, más bien, un embaucador, pues exalta a las gentes al
tiempo que las somete a toda suerte de servidumbres espirituales.
Líder auténtico es el guía que orienta a alguien hacia lo que
constituye un bien para su vida. Puede ser un bien parcial -de tipo económico,
cultural, deportivo...-, o un bien que afecta al conjunto de su persona. El
máximo bien de un ser humano es el desarrollo pleno de su personalidad.
Líder falso es el guía que conduce a las personas por vías que reducen
su dignidad, amenguan sus defensas y las dejan a merced de los afanosos de
poder. Esta actividad envilecedora puede afectar a ciertos aspectos concretos
de la vida -económico, político, cultural...- o bien a lo esencial de la
misma, a su sentido más hondo.
El líder verdadero promueve el poder creativo de las personas y contribuye, de
este modo, a que se unan entre sí mediante la creación de estructuras
fecundas. El líder falso procura restar capacidad creativa a las gentes, a fin
de que pierdan libertad interior, por no ser capaces de interiorizar el deber,
es decir, convertir en íntimas las normas que les vienen sugeridas
de fuera. Esa falta de creatividad las lleva a depender de instancias
externas y ajenas. Tal dependencia las gregariza y masifica.
He aquí una clave de interpretación de la vida humana: Cuando la actividad de
un dirigente torna gregario al pueblo, estamos ante un líder falso. El guía
verdadero otorga a las personas que lidera poder de discernimiento y de
iniciativa, capacidad de ser autónomas y solidarias al mismo tiempo.
Se subraya, con frecuencia, la obligación que tenemos los ciudadanos de tomar
iniciativas en la configuración de la vida comunitaria, pero apenas se destaca
que el pueblo se convierte fácilmente en masa amorfa si no cuenta con guías
bien intencionados que le ayuden a descubrir el ideal verdadero y dar, de este
modo, impulso y sentido a su vida.
Si, por ejemplo, un profesional de los medios de comunicación moviliza el
poder de que dispone con el fin exclusivo de aumentar la audiencia e
incrementar sus beneficios, corre peligro de no cuidar la calidad de los
productos que ofrece y convertirse en un antilíder. Líder auténtico no
es sencillamente el que tiene capacidad de guiar a las gentes, sino el que las
conduce a su pleno desarrollo, que constituye su bien, su auténtica
meta. El ilusionista que tergiversa los conceptos y los vocablos para llevar a
las personas a su particular molino ideológico priva a éstas de la capacidad
de pensar con precisión y elegir lúcida y libremente el verdadero camino de su
plenitud personal.