Las mediaciones sencillas de la gracia

Ángel Moreno de Buenafuente

En este día de la Virgen de Lourdes, comparto con vosotros una pequeña reflexión.

 

Naamán el sirio fue a Jerusalén cargado de regalos, pretendiendo que el rey de Israel le curara de la enfermedad que sufría. El rey, enojado y escandalizado, interpretó que era una excusa para declararle la guerra. Se molestó mucho y rasgó sus vestiduras, escandalizado. Una criada le hizo llegar al rey la noticia de que había un profeta en Israel, que tenía el poder de curar. Información que le valió para enviar al ministro sirio al profeta Eliseo.

El personaje sirio, poseído de sí mismo, esperaba que llegara el profeta, pero éste envió un emisario con la recomendación de que se lavara siete veces en el río Jordán, consejo que disgustó al ministro, porque si se trataba de meterse en un río pequeño, pues de tenerlo que hacer, más famosos y grandes eran los de su país. Por lo que se decidió, enfadado, a marcharse, sin hacer caso de la orientación de Eliseo. 

De nuevo un criado le aconsejó a Naamán, con un argumento sencillo, que siguiera la recomendación del profeta: Si le hubieran pedido algo muy costoso, seguro que, para obtener la curación, habría puesto todo su empeño en realizarlo; cuánto más si lo que le indicaban era tan fácil como meterse siete veces en el río Jordán. Convencieron las palabras del siervo a Naamán, y  se bañó siete veces; con esto quedó curado de lepra. Momento en el que reconoce y bendice al Dios de Israel y a su profeta.

Si nos fijamos, fueron los servidores quienes determinaron el éxito del viaje, tanto la sirvienta de palacio, como el siervo del ministro. En ello también se nos revela la providencia divina, que desea actuar a través de los sencillos y humildes de corazón.

Esta historia bíblica me ha llevado a una reflexión sobre la relación que hay entre las mediaciones y la gracia. Sigue repitiéndose la paradoja de que Dios actúa a través de mediaciones sencillas, humildes, pequeñas, pobres, para que se vea que la fuerza y el poder no son del mediador ni de la mediación, sino del Señor y para que nadie quede impedido de recibir la gracia por causa de una exigencia costosa. Al igual que el baño en el Jordán estaba al alcance de cualquiera, por la facilidad de acceso, la gracia del perdón, la protección divina se transmite por los sacramentos y por la oración humilde.

Hay recomendaciones de Jesús de orar el “Padre Nuestro” para no caer en tentación. Nuestra Señora ha pedido que se rece el rosario como especial mediación para obtener gracias y ayuda en la prueba y ante peligros personales y sociales. La Iglesia ofrece e invita a prácticas piadosas, que pueden parecer ingenuas, por lo sencillas. La tradición de los maestros espirituales enseña la invocación del nombre de Jesús... Y quizá, como le sucedió a Naamán, nos pueden parecer prácticas poco significativas mientras damos más crédito a ejercicios un tanto iniciáticos, que suponen ayunos, fuertes retiros, prácticas que requieren un ejercicio muy fuerte de la voluntad,  a través de lo que confiamos obtener la iluminación.

Parecería extraño que fuéramos muy sensibles y valoráramos lo difícil, y en cambio despreciáramos o tuviéramos en menos lo fácil. La mediación sacramental la ha querido Jesús con materia humilde, pan y vino. El perdón nos lo ofrece con la palabra ungida del sacerdote, la unión más estrecha con Jesucristo se recibe por la comunión. Además, hay ejercicios de piedad al alcance de todos que están bendecidos por la experiencia de gracia que reportan.