Autor: Breslov
Research Institute
Fuente:
www.tora.org.ar
La libertad de acción en el judaísmo
Las acciones del hombre tienen un profundo efecto en llevar la Creación hacia su perfección
Se nos enseña que el
hombre tiene libertad de elección. Pero al mismo tiempo, el Santo, bendito
sea, es Quien gobierna el universo. Esto parece una paradoja. Para poder
entenderlo debes comprender que existen en el mundo dos niveles de la libertad
de elección. En un nivel se encuentra la libertad de elección del hombre.
Cuando los hombres eligen cumplir con los mandamientos divinos y realizar
buenas acciones, participan así de la tarea de purificar la creación al elegir
el bien y rechazar el mal. De modo que las acciones del hombre tienen un
profundo efecto en llevar la Creación hacia su perfección. Estos actos
individuales de libre albedrío de parte del hombre constituyen el "despertar
desde abajo."
El segundo nivel de la libertad de elección es el que
se encuentra en manos del Santo, bendito sea. Él actúa en cada momento para
llevar la Creación hacia la perfección. Esto constituye el "despertar desde
Arriba," mediante lo cual el Mismo Santo, bendito sea, purifica la Creación,
extrayendo el bien del mal. Pero estos niveles de la libertad de elección no
están separados. Ambos son aspectos de lo mismo. El "despertar desde abajo"
pone en movimiento cantidad de procesos en los mundos superiores. Pero el
poder para hacer que se produzca el "despertar desde abajo" sólo se encuentra
en manos del Santo, bendito sea. Sin embargo, es parte de nuestra condición en
esta, nuestra vida presente, el que seamos incapaces de comprender el modo en
que estos dos niveles de la libertad de elección son en realidad uno mismo. Y
es de hecho nuestra incapacidad de comprenderlo lo que es en sí mismo la
fuente de nuestra propia libertad de elección.
Si vives tu vida con simplicidad esta paradoja no te
confundirá nunca. "Aquél que anda con simpleza, irá con seguridad" (Proverbios
10:9). Con simpleza y fe es posible cumplir, en todos sus detalles, con todas
las leyes de la Torá. Uno trabaja entonces con el convencimiento de que la
reparación de toda la creación sólo depende de uno mismo, es decir del
"despertar desde abajo," despertar que se genera mediante la observancia de
las leyes de la Torá en todos sus detalles. Y aunque se tropiece en el pecado
y las malas acciones, aún así nunca se perderá la esperanza. Pues se tendrá la
fuerza para retornar al Santo, bendito sea, porque uno sabe que existe un
nivel superior de libertad, es decir "el despertar desde Arriba." Los ámbitos
superiores nunca pueden llegar a ser alcanzados por pecado alguno. "Si pecas,
¿qué le haces a Él?" En los mundos superiores todo encuentra reparación: todas
las transgresiones son transformadas en méritos gracias al retorno al Santo,
bendito sea. Los pensamientos del Santo, bendito sea, son "muy profundos"
(Salmo 92:5). Él tiene el poder de operar una verdadera reparación incluso
partiendo de actos de destrucción. La persona que conoce esto dentro de su
corazón podrá mantenerse firme en su servicio al Santo, bendito sea, sin
importar lo que suceda.
Que la gente se encuentre lejos del Santo, bendito
sea, y caiga en las malas acciones sólo se debe a que no comprenden estos dos
niveles de elección. Esta es la gente que no ha comenzado a servir al Santo,
bendito sea, o que, por el contrario, hace lo opuesto. Esto se debe a que la
mala inclinación les hace creer que la influencia de las circunstancias es más
poderosa que la libertad de elección. Persuadiéndolos así de que el hombre
carece de libertad de elección y que todo depende únicamente de la decisión
del Santo, bendito sea. De modo que si ahora Él ha rechazado a este hombre ya
no hay esperanzas de que pueda cambiar y volver al Santo, bendito sea. Esta
concepción del hombre como víctima de las circunstancias es absolutamente
falsa. Está diseñada para proveer de una justificación para el ateísmo y las
malas acciones, y para que la gente, de este modo, arroje de sí el yugo del
Cielo. Hay mucha gente que nunca soñaría con buscar para su forma de vida una
justificación filosófica como ésta. Ellos están simplemente atrapados en sus
propios deseos físicos y en sus pecados. Pero en su raíz, también ellos se
encuentran bajo la influencia de esta línea de razonamiento producida por la
mala inclinación. Pues es el ateísmo el que yace en el centro mismo de la mala
inclinación.
Por otro lado están aquellos que, de alguna manera, ya
han comenzado a servir al Santo, bendito sea. Si sufren una caída se sienten
extremadamente desmoralizados y hay quienes hasta dejan por completo de servir
al Santo, bendito sea, pues ven que pese a sus muchos esfuerzos, no han
alcanzado el resultado esperado. Esto es algo que suele observarse entre la
gente joven. También en este caso es la confusión entre los dos niveles de la
libertad de elección lo que genera la mala inclinación. Sólo que ahora ella
presenta otro argumento y arguye que lo más importante es precisamente la
libertad de elección del hombre, como si todo estuviese en las manos del
hombre y no hubiera ayuda alguna por parte del Santo, bendito sea. Y como
ahora esta persona ha tropezado y ha estropeado las cosas, ello estaría
demostrando que no posee la capacidad de mejorar.
Para vivir con simpleza es necesario tener fe en que
todo está en nuestras propias manos y que al mismo tiempo todo nos es enviado
por el Santo, bendito sea. Es posible que esto sea algo incomprensible. Pero
si vives esta paradoja en la práctica, nunca estarás lejos del Santo, bendito
sea y nunca caerás. Por supuesto que debemos servir al Santo, bendito sea, con
todas nuestras fuerzas, como si todo dependiese sólo de nosotros. Pues "Él ha
dado la tierra a los hijos de los hombres" (Salmo 115:16). Por el otro lado no
existe algo así como una caída real, ni hay razón alguna para perder la
esperanza - pues el Santo, bendito sea, es el origen definitivo de todas las
cosas. Él arregla todas las cosas de acuerdo a Su Voluntad, "Tú, Señor, eres
eternamente ensalzado" (Salmo 92:9). "El consejo del Señor permanece para
siempre" (Salmo 33:11). Nada del bien que haga una persona se pierde jamás (Zohar
II 150), aunque ella misma llegue a pensar que ello no tuvo valor alguno
debido a todos los problemas que le sobrevinieron más tarde. La conexión entre
estos dos niveles de la libertad de elección es algo imposible de comprender.
Es la misma paradoja sobre la que discuten nuestros Sabios en el caso de un
pequeño niño que murió cuando iba a cumplir con una orden de su padre. Se nos
ordena honrar a nuestro padre y a nuestra madre "para que tus días puedan ser
largos sobre la tierra que el Señor nuestro Dios te ha dado" (Exodo 20:12). El
padre de este niño le pidió que subiera a un árbol para traer el nido de un
pájaro, pero que dejara antes ir a la madre, en cumplimiento de la ley de la
Torá (Deuteronomio 22:7). Se nos dice que cumplamos con este precepto para
"que te vaya bien y prolongues tus días." El niño cayó y murió a consecuencia
del golpe. Preguntan los Sabios, ¿dónde estaba la largura de días que prometió
la Torá? "En el mundo eterno que es largo" (Julin 142a).
Del mismo modo, existen muchos mandamientos donde la
Torá menciona de manera explícita una influencia especial para mantenernos
lejos del pecado y acercarnos al Santo, bendito sea. Por ejemplo, las leyes de
los tzitzit y de los tefilín. Pero hay casos de gente que usa los tzitzit y
los tefilín y aún así se encuentran dominados por sus deseos. Al final
terminan arrojando el yugo y dejando de cumplir con estos preceptos.
Debemos tener fe en que todas las palabras de la
sagrada Torá y de nuestros Sabios son "verdaderas, firmes y eternas" (de la
Plegaria de la Mañana). Pero existen muchos temas que nos son imposibles de
comprender perfectamente. No hay duda que el poder del mandamiento de los
tzitzit posee una fuerza más allá de toda medida. Usar los tzitzit puede hacer
que los hombres se alejen de la inclinación al mal y de todos sus deseos
físicos. Como prueba de esto la Guemará trae la historia del hombre cuyos
tzitzit le golpearon la cara (Menajot 44a). Pero, de todos modos, no todos los
hombres son iguales. Hay casos en los que la gente ha caído tan completamente
bajo la influencia de su mala inclinación que incluso hasta usando los tzitzit
les resulta muy difícil poder superarla. Es precisamente gente como ésta la
que debiera prestar el mayor cuidado en usar los tzitzit y en observar, de
hecho, todos los mandamientos de la Torá. Al menos tendrán el mérito de haber
cumplido con el mandamiento de los tzitzit y no habrán perdido todo. Y es muy
probable que el mérito de los tzitzit termine por unificar sus fuerzas con los
demás puntos buenos que existen dentro de esa persona y la hagan digna de
conquistar por completo su mala inclinación, pues el bien nunca se pierde.
Existen numerosos detalles en la relación entre los
dos niveles de la libertad de elección cuyo significado se encuentra oculto
para nosotros. El propósito de est ar ocultos es permitirle al hombre la
verdadera libertad de elección. Debemos hacer nuestra parte pase lo que pase y
tratar de servir al Santo, bendito sea, todos los días de nuestras vidas. Si,
pese a ello no llegamos a ser dignos de la santidad y la pureza, aún así,
ninguna buena intención se perderá, jamás. Es posible que hayas leído en algún
libro respecto al cumplimiento de algún mandamiento en especial o de cierta
práctica en particular que producen una especial influencia en cierta
dirección. Es posible que hayas encontrado que aunque la has cumplido, aún no
alcanzaste lo que anhelabas. Bajo ningún concepto debes desanimarte. ¿Quién
conoce los caminos del Santo, bendito sea?
Es posible que Él haya querido que tú cumplieses con
ese mandamiento o que hicieras esa buena acción, para aplicarla así a algún
propósito más elevado. Pues los pensamientos del Santo, bendito sea, "son muy
profundos." Nunca debes cuestionar las sendas del Santo, bendito sea, o las
palabras de la Torá ni las palabras de nuestros Sabios. (Leyes de las Marcas
de Pureza e Impureza en los Animales 38, 41, 42, 48, 49).
Breslov Research Institute