Autor: Andreas Boehmler
Fuente: www.arbil.org
 
 

La libertad como posesión despótica

El dinero es aquella posesión abstracta que por su carácter puramente potencial o cuantitativo más destaca el poder del sujeto sobre el objeto.

 

El dinero como libertad potencial: dinero-poder-libertad

La libertad del "yo" respecto de los objetos poseídos

En el capítulo anterior se nos presentó la libertad como libertad abstracta, es decir, como proceso de objetivación respecto de la dependencia. El dinero como su símbolo, símbolo de libertad objetiva, encarna la superación de la dependencia personal.


El capítulo presente nos lleva a una concepción semejante, desde otro enfoque: desde la relación entre tener y ser (libre). El dinero es aquella posesión abstracta que por su carácter puramente potencial o cuantitativo más destaca el poder del sujeto sobre el objeto. Por su propio carácter no pone límite a la intensidad del acto de poseer, dicho de otro modo, no hay límite objetivo; ni tampoco hay límite sujetivo, esto es, a la capacidad sujetiva de poseer dinero en cuanto apropiarse de él. La libertad se postula por tanto como efecto o artificio de la separación radi cal entre ser y tener. Ahora bien, esta separación tanto como su síntesis121 la encarna el dinero por su carácter de «infinitud». Tal concepción de la libertad bautizémosla "libertad despótica"122. La relación entre ser y tener se establece despóticamente, es decir, por sumisión. Por cierto, libertad tiene que ver con "dominio", pero más precisamente con "autodominio" (en su formulación socrática).

Otra consideración fundamental que en Simmel queda ofuscada es que la libertad, en su dimensión de "posesión"123, es propiamente actual no potencial, aun cuando Simmel afirmase en un inicio que poseer es activo. Es patente que la posesión de dinero no es más que un poder o dominio sobre algo potencial, no actual; sobre algo formal (función) no real (sustancia). Tan sólo en el mundo financiero el dinero adquiere cierto carácter activo y cualitativo, se deja poseer activamente sin que sea necesario desposeerse de él para activarlo. En tanto que tal, sin embargo, la posesión de di nero no ofrece más que libertad en potencia. La libertad propiamente es acto o uso activo. Como nos muestra la sociedad del bienestar material, el drama de la libertad no reside en la cuestión del dinero eo ipso sino en su doble vertiente de adquisición y uso. La posesión de dinero no es más que un pobre análogo objetivocuantitativo del poder de la facultad, también susceptible de hábitos: principio potencialcualitativo de operación (virtud o vicio). El dinero -entendemos con Vittorio Mathieu que no existe sino en el acto de gastar- no es libertad, sino que su eficiencia consiste en potencializar la libertad; por consiguiente reside en un acto ulterior; en este sentido poseer dinero incrementa el deber de responsablilidad. La cuestión es: ¿Cómo respondo ante el dinero? Veremos donde el análisis simmeliano acierta y donde fracasa, por omisión.

Simmel mismo -lo vimos- tiene lucidez suficiente para refutar la tesis pasivista del tener, afirmando que tener tiene carácter acti vo no pasivo. Ahora bien, desde este acierto, procede a la distinción entre posesión y propiedad. Define la propiedad como dimensión conceptual (filosofía) y jurídica (sociología) del tener, para afirmar luego la índole especial de la propiedad de dinero. Poseer como tal implica renovación del acto de disponer: tener es disponer, tener es poder -de ahí: posesión-, mientras que tener como propiedad no es propiamente dinámico sino un "status" continuo: el título "propiedad" significa una absoluta independencia de los actos de disponer singulares. Simmel constituye la propiedad en "universal" de la posesión, la propiedad es el "todo".

También aquí -investigémoslo brevementese procede a una analogía inafortunada entre conocimiento y vida práctica, por una confusión de planos entre lo que significa "categoría" en la teoría del conocimiento y "propiedad" en el ámbito práctico. Polo, en su "Curso de la Teoría del Conocimiento", distingue nítidamente entre el plano del conocimien to y el plano práctico. Pues su axioma A (el conocimiento es activo sin más) implica también que el conocimiento es jerárquico o "gradual" (axioma B), no numérico o "extensivo". Así que la afirmación hegeliana de que la verdad es el todo124, es decir, un compuesto o compendio de partes en el sentido de suma, es falso; por tanto, establecer una analogía estricta entre teoría (conocimiento) y praxis (dinero) es errónea. Tal error no quita, sin embargo, que respecto de sus conclusiones prácticas Simmel haya acertado; pues, la materia en cuanto tal es de carácter extensivo numérico, y por tanto también todo compuesto hilemórfico simple se presta de algún modo125 a la composición, está sometido a corrupción y generación.

En consecuencia, cuando Simmel cita a Espinoza diciendo que el dinero es "omnium rerum compendium" tiene razón respecto de compendium. Yerra, sin embargo, cuando eleva el "todo" a trascendental absoluto: la categoría126 es el todo: "la suma absoluta de éstos ( los casos aislados) es su equivalente exacto y únicamente constituyen la expresión abreviada de la totalidad de los acontecimientos aislados, de las representaciones y de las acciones".

Aquí ya se introduce la dimensión "despótica" en el pensamiento simmeliano, similar, no identica127, a Hegel: el todo suprime a las partes; la verdad es la supresión del error. En la categoría "propiedad" se agotan todos los usos particulares, es la suma de todos los derechos sobre el objeto: "ninguna propiedad puede ser otra cosa más que un conjunto de derechos sobre el objeto". Aquí el pensamiento simmeliano muestra un unilateralidad. ¿Donde queda la reponsabilidad social de la propiedad128? Se podría decir que el tener como posesión es compatible con el credo cristiano, mientras que el tener como propiedad no: "no tenían nada como propio"129. Esta negación de la propiedad, no de la posesión, niega el poder despótico sobre las cosas, no el poder como responsabilidad. El poder despótico c omo afirmación de todos los derechos mira a la supresión del objeto, su subsunción en el yo. Tener como propiedad mira a la identidad pura, la sujeción o anulación del "otro". Tener, en cristiano, sin embargo, significa otra cosa: cuidado, diligencia o amor: la aceptación del otro en cuanto otro, unión que no es identidad sin más sino que respeta a la alteridad, la afirmación de su realidad sin anularla ni instrumentalizarla130. En cierto modo este modelo del "cuidado" no se deja transferir del "objectum" hombre a los demás objetos (materiales) porque éstos, por su propia índole, más fácilmente se prestan a total identificación131.

Aun desde planteamientos ecológicos, a modo de ejemplo, tenemos otro acceso distinto a las cosas o "naturaleza". Se intenta interpretar el mandato bíblico de "dominio" no en un sentido despótico sino en el de "cuidado"132.

Ahora bien, el dinero es aquella objetivación humana que, por su propia índole puramente cuantitativa y potenci al (su esencia es su función), menos resistencia pone a un dominio despótico. Pero es en este sentido en el que dinero significa libertad, porque en Simmel libertad es "ser-en-sí-y-para-sí". El dinero simbolíza aquel objeto que más separa "ser" y "tener", o dicho de otro modo, que más libera el ser del tener ya que la posesión de dinero significa poseer "nada en concreto". Y sólo lo concreto pone resistencia133. La resistencia a la total dominación no es un límite positivo, es decir: una cualidad, sino un límite negativo, la nada. El límite de la potencia (el dinero) es la nada. Por eso dice Simmel que el dinero se posee a la vez más y menos que ninguna cosa o, dicho de otro modo, el dinero confiere a la vez más y menos libertad. Lo "más" es su sumisión, lo "menos" es su falta de toda cualidad concreta1(134). Ahora entendemos desde un nuevo ángulo las patologías propias de la economía monetaria que tratamos anteriormente1 (135).

Esa libertad que confiere la posesión de di nero, sin embargo, es una libertad fria, puesto que es lo concreto lo que es amable. Si la libertad no es tan sólo libertad repecto de los medios sino también de los fines, y si el fin de la libertad es el amor, y amor como acto, entonces lo que el dinero tiene de "más" libertad no lo es realmente sino tan sólo potencialmente. La posesión del dinero, -repitamoslo-, no es más que libertad abstracta y potencial, además de ser libertad despótica. La posesión amorosa o "cuidadosa", al contrario, incluye responsabilidad y cualificación. Simmel, sin embargo, piensa que la dependencia o responsabilidad respecto de la posesión de las cosas concretas disminuye la libertad. Esto es así, -como vimos anteriormente-, porque define libertad como posesión o dominio despóticos para garantizar el "ser-en-sí". La libertad individual es aquella noción de libertad que todo lo instrumentaliza en orden al "ser-en-sí". Aun cuando no comparte las posturas cínicas clásicas o neoplatónicas que oponían el ser al tener "materialiter", siguiendo de un modo u otro a la doctrina platónica del "somasema" (el cuerpo como tumba del alma), no logra hacerse cargo de verdad del significado de lo corporal, por tanto del tener, para el logro de la plenitud de la libertad humana. En Simmel, del mismo modo que el "yo" no es propiamente corpóreo sino que tiene cuerpo, entendido como posesión despótica, el "yo" no es "tener" en armonía con el "ser" sino que es "ser" que sujeta y domina despóticamente lo tenido como poseído.

Retomemos, de nuevo, el filo del análisis anterior para comprender bien en qué medida el dinero promociona la libertad individual tal cual la entiende Simmel. En un primer momento, vimos qué entiende por libertad en tanto que "libertad respecto de personas", es decir, la dimensión de dependencia; cuanto más cósica sea la dependencia menos se depende de otra persona. Pues bien, en el plano que nos atañe ahora, Simmel analiza una dimensión distinta de libertad: la libertad c omo posesión y su dinámica en tanto en cuanto lo poseído es el dinero; y esto en su doble vertiente objetiva y sujetiva: "libertad respecto de la resistencia" que ponen los objetos a su posesión y "libertad respecto de la capacidad" por parte del sujeto de poseerlas. La conclusión del argumento es que, en este doble sentido, el dinero es la posesión idónea con vistas a la libertad individual tal como la entiende toda la modernidad.

Sigamos primero la vertiente sujetiva. Simmel tiene sinceridad intelectual suficiente para resaltar la condición limitada del ser humano. La capacidad de expansión en las cosas (aspecto del tener) por parte del yo (aspecto del ser) tiene muchos límites intrínsecos a la condición humana. El dominio despótico, aunque nuestro autor nunca lo llame así, tiene un "cierto límite a partir del cual el Yo ya no puede realizar su dominio potencial sobre las cosas ni disfrutar de él. Aun con independencia del disfrue real, por lo general, el anhelo de otra s cosas está limitado por la capacidad de absorpción del sujeto". El dinero quita esta limitación en cuanto que es lo que es: una función, una realidad meramente extensiva, numérica, cuantativa, un puro medio. Por tanto, la capacidad de expansión sujetiva (ser) en lo objetivo (tener) "muestra mayor extensión y libertad frente al dinero que frente a cualquier otra propiedad".

En segundo lugar atendamos a la vertiente objetiva. Simmel se hace partidario de una interpretación funcionalista de la sentencia escolástica: "operari sequitur esse", siendo además-el "esse" mera función. Por tanto, cada cosa concreta se opone a la voluntad del sujeto en lo que tiene de cualidades intrínsecas. Las sustancias naturales y naturadas son hilemórficas (un compuesto materia-forma), y como tales tienen forma propia, es decir: como tales existen. En esta su condición "mórfica" (formal) reside su resistencia a un dominio absoluto. Pues, la forma es acto; por tanto, en cuanto la cosa es lo que es no puede ser poseída por completo sino por destrucción de su forma, esto es, al dejar de existir como tal cosa. Los actos de disposición están limitados por la forma o actualidad misma del objeto.

El dinero es tanto más dinero cuanto más es función pura de intercambio, no algo propio o sustancial. El dinero funcional opera como cantidad pura. Su forma de existir no es propiamente de tipo hilemórfico. El uso del dinero ha ido abstrayendo de sus formas sustanciales, cualesquiera que sean. Aquí nos topamos de nuevo con el aspecto despótico de libertad que confiere la posesión de dinero. Le falta el carácter propio, esto es la forma, para resistirse a su posesión. El dinero, propiamente dicho, no se tiene como "posesión" sino como "propiedad", es un derecho absoluto. Es en este sentido en el que la "tenencia" de dinero es la liberación del "ser" respecto de cualquier limitación o efecto determinante por parte de lo tenido (136). La libertad simmeliana, aquí, es independen cia del "ser" respecto del "tener" o indeterminación del "ser" por el "tener" sin renunciar a la axiomática sociológica. La separación no quita la relación, pero la relación no es de amor o responsabilidad sino de sumisión; es una «relación despótica».

La relación "yo-dinero" (ser-tener) es una relación de este tipo, y esto por el simple hecho de que no se trata propiamente de una posesión real; realmente no se posee nada, el dinero es pura potencia. Por cuanto es un poder puro se deja tambien poseer puramente o absolutamente. Simmel no comparte la tesis tradicional que afirma que la plenitud de libertad se alcanza cuando uno se deja poseer, porque quiere, es decir libremente. Libertad no es un puro o absoluto poseer sino, simultáneamente, un ser poseído.

Resumiendo, el tener de cualquier cosa sustancial ejerce efectos determinantes sobre el ser, pues la realidad es hilemórfica y como tal tiene determinaciones; además, todo obrar tiene unos efectos, y efectos -como dice Polo- son determinaciones. Por tanto, para Simmel, la vida esto es: la praxis- nos impone limitaciones y determinaciones. Cualquier posesión es hilemórfica, y por su carácter "mórfico" no cumple con lo que anhela Simmel: ser libre de toda determinación. Tan sólo el dinero funcional o ideal por su carácter de "sin carácter", por su estatuto puramente material nos libera objetivamente y sujetivamente de todo límite y toda determinación; aun más, poseerlo es un dominar despótico (137). Su falta de carácter alguno no nos impone otra limitación que esa misma falta de límite (determinación o forma o cualidad, segun se lo quiera mirar). La posesión de dinero nos deja libres también repecto de su modo de adquisición y de su uso ulterior. Una vez más, en Simmel cualquier escisión vital gusta en presentarse al mismo tiempo como "conducto" de esperanza. En definitiva, la escisión entre "ser" y "tener" se postula como camino de esperanza hacia la libertad, entendida aquí como «dominio despótico».