Intimidad sexual en el matrimonio

Mª Carmen González Rivas

La sexualidad es una dimensión del matrimonio. Digamos que es la
expresión de la complementariedad entre los dos sexos, que hoy la
ideología de género trata de anular y que esta inculcándose a las nuevas
generaciones con la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

La unión sexual es un verdadero acto humano y personal, solo si
se lleva a término según su auténtico significado. La actitud ante esta
unión íntima es “ Jugarse la vida en el amor”, por eso deben aprender los
cónyuges a hacer de la unión de los cuerpos un acto de donación completa
y sin reservas de su ser íntimo y personal, la consumación de un amor
llamado a la eternidad y a la fecundidad. Como bien se anuncia en los
pasajes del libro bíblico del Cantar de los Cantares, que retrata a dos
amantes que disfrutan de la presencia y del afecto mutuo: “Yo soy para
mi amado, y él se siente atraído hacia mí”. (Ct 7:11)

Como vemos mantener una relación sexual es siempre algo
importante, y como todo lo importante debe ser algo meditado, y bien
preparado. La sexualidad no afecta solamente a mi parte genital, ni tan
solo a mi cuerpo, sino a toda mi persona (emociones, sentimientos,
expectativas…) Es por ello que conviene descubrir como en la sexualidad
se ven distintas áreas implicadas como son: la psicológica- afectiva,
física y espiritual; y de esta manera tener una buena y completa
vivencia de la sexualidad

Por el contrario es imposible disfrutar de una buena relación
sexual cuando existen sentimientos negativos en los aspectos no sexuales
de la relación, cuando se reduce exclusivamente a una de sus dimensiones
obviando el resto, se banaliza la sexualidad, etc. En definitiva todo
ello puede frustrar la finalidad de la sexualidad humana, que significa
muchas veces poner en grave peligro la continuidad del compromiso
interpersonal. La sexualidad no desea algo sino a alguien, reconocimiento
del otro, pues el otro desea ser deseado y reconocido. Porque como bien
dice Víctor Frankl: “Un amor < /span>sólido y verdadero es aquel que no
solo desea la capa externa de la persona, sino que ama, sobre todo, lo
espiritual que hay en ella, su persona espiritual; eso que hay de único e
irrepetible en el ser humano, o que existe detrás de las apariencias
sexuales y puramente psíquicas” .

Queda claro que para fortalecer y vivir la sexualidad en el
matrimonio no es cuestión de técnicas. Enriquecer la vida sexual pasa por
enriquecer la intimidad de la relación de la pareja y para ello como no,
hay que cuidarla centrándonos en lo siguiente:

- Trabajar sobre aspectos olvidados en la relación: lucha de
poderes, miedos relacionados con la intimidad, bloqueos en al
comunicación, etc.

- Atender a las expresiones de afecto y cariño mutuos

- Mantener vivo el romanticismo: encontrar aquellas formas que
puedan revitalizar la relación como pasar cierto tiempo juntos a solas,
etc.

- Cultivar el amor sosegado y sin prisas, que la pareja pueda
profundizar en la intimidad sexual aprendiendo a desarrolla sus propios
comportamientos.

- Cultivar el deseo y la pasión: revitalizar la relación.

- Afrontar los mensajes negativos sobre el cuerpo y el sexo
estos pueden interferir en la intimidad sexual. Reconocer que a veces
estas actitudes proceden de nuestro aprendizaje de vida, y empezar
afrontarlos de manera que podamos darnos mensajes más positivos sobre
nuestros cuerpos y la sexualidad.

- Fortalecer el compromiso mutuo. Otra cualidad necesaria para
una relación sexual en el matrimonio es el compromiso. Si los cónyuges
están completamente comprometidos uno con el otro, su relación es
fortalecida. Sin un compromiso mutuo, ninguno podrá tener una gran
confianza en que la relación sea segura.

- La comunicación. Porque así mismo la relación sexual es
comunicación, ¿como obviarla en cualquier relación sexual?

- Integrar a Dios con nuestra sexualidad La sexualidad es un
regalo del Señor que si arranca de una buena comprensión de la naturaleza
del hombre y de la mujer les puede llevar a estos a una comunicación
especialmente intensa y privilegiada, que hace del matrimonio algo grande
y especialmente valioso en la apuesta arriesgada a favor de la vida.

En definitiva cuidar la sexualidad y valorarla es una parte
fundamental que los cónyuges deben tener en cuenta en su matrimonio, la
vivencia de esta como regalo, como don y ofrecimiento hacia el otro es lo
que garantiza que se fortalezca su unión. Y así lo expresa en pocas
palabras la Exhortación Apostólica Familiaris Consorcio “La sexualidad es
una riqueza de toda la persona -cuerpo, sentimiento y espíritu - y
manifiesta su significado íntimo al llevar a la persona hacia el don de
sí misma en el amor.