Historia de un maravilloso retrato de Jesús

Bette Myers y su providencial inspiración

 

A través de Catalina Rivas, autora de varios maravillosos libros fruto de sus diálogos con el Señor, conocimos sobre este extraordinario retrato del Divino Rostro de Jesús. Ella había ido a una ciudad de Ecuador con su director espiritual, sacerdote salesiano, a dar una serie de conferencias. En un pequeño negocio contiguo al lugar donde ellos se alojaban, Catalina vio algo que le hizo lanzar un grito. ¡Allí estaba un Retrato de Jesús tal cual como ella lo ve místicamente! Ingresaron al local y preguntaron por el origen de esa obra de arte, por el autor.  Allí recibieron en breves palabras parte de un relato que posteriormente, en los Estados Unidos, otra persona confirmó.  La historia es la que aquí reproducimos en boca de la propia artista que pintó tal maravilla. De allí en más, esta imagen acompaña a Catalina a todo lugar, como lo hace con nosotros. En los ojos de Jesús se ven claramente dos palomas que muestran Su unión con el Espíritu Santo, en Dios Padre, Trinidad Santísima, Dios Unico y Supremo. Disfrutemos del testimonio de la autora de tan maravillosa obra de arte, Bette Myers, y veamos en ello un signo de que Jesús quiere que en estos tiempos lo conozcamos más personalmente, adorando Su Rostro, verdadero reflejo de la Presencia Eucarística en este mundo.


 

Mi testimonio, Bette Myers

Era 1974 cuando tuve un ataque cardiaco masivo. El doctor dijo que yo morí, literalmente. Sin embargo les puedo decir que, honestamente, la muerte es hermosa. Fui  a través de una intensamente brillante luz celestial. Mis ojos estaban muy abiertos y la calidez pasó a través de mi. No tuve dolor ni preocupaciones. ¡Realmente amé ese momento! De repente una figura vino a ubicarse frente mío, no tuve la menor duda, ¡supe de inmediato que era Jesús! El me habló de un modo amoroso con Su maravillosa voz. “Tú tienes que volver”, me repitió tres veces, porque yo me resistía. “Vuelve y pinta tu obra maestra”. Inmediatamente mis ojos se abrieron al dolor de la vida. Mi doctor estaba golpeando en mi pecho, la habitación estaba llena de personal médico. Todos estaban excitados y me decían que yo no quería vivir. Yo les dije, “oh si que quiero, he regresado a hacer mi obra maestra”.

Esto ocurrió en el pequeño pueblo de Bonners Ferry, en Idaho. Conocía a todo el mundo allí. Diez años después, después de haber completado muchas pinturas, “La Obra Maestra” se formó en mis manos frente a una importante Presidenta de un banco de Arizona. Ella quería verme pintar un retrato, y vino a mi casa con solo dos horas y media para dedicarme. Saqué una pieza de tela de seis por doce pulgadas y comencé un retrato parcial. En ese momento entré en trance (n.a. “como nunca había ocurrido antes y como nunca volvió a ocurrir”) y Jesús se formó en un lapso de dos horas y quince minutos. ¡Un milagro! Nunca podría yo haber completado la Obra Maestra tan rápido sin error alguno. La mujer me dijo, “esto es un milagro”.

Charles "Chuck" Reed, mí hijo, es mi critico favorito cuando se refiere a pintura. Yo tenía el cuadro colgado en la pared. Se detuvo estático, caminó hacia atrás, luego hacia delante, y no pudo criticarle absolutamente nada. Me dijo con lágrimas en los ojos, “mamá, esto es una obra maestra”. En ese momento supe que había cumplido la misión que Jesús me había dado. Me sentí muy débil y pensé si ahora finalmente podría ser llevada a casa. Me di cuenta que Jesús quiere mostrarnos Su Gloriosa imagen, a todos. Estoy agradecida a quienes me ayudan a difundir esta obra maestra.

Mi testimonio, ¡Alabemos al Señor!

Con amor en Jesús

Bette Myers

Bette falleció algunos años después de pintar su “Obra Maestra”.