Autor: Padre Flaviano
Amatulli Valente
Fuente:
www.cristiandad.org
La división religiosa
La problemática sectaria y de división desde una lúcida exposición de los males que se han creado, y de lo que Nuestro Señor espera de nosotros
La
división religiosa: desde la Iglesia de Cristo hasta la Nueva Era y el
Satanismo
Se empieza con eliminar al jefe visible de la Iglesia; después se elimina a la
misma Iglesia fundada por Cristo y poco a poco se llega a eliminar hasta al
mismo Cristo y a Dios, haciéndose cada quien su coctel religioso. Hoy más que
nunca es necesario conocer y vivir la propia fe, para no caer en las redes de
los grupos proselitistas.
Que todos sean uno
En vísperas de su pasión, Jesús oró al Padre: «Oh Padre, que todos sean uno,
como tú estás en mi y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros. Así el
mundo creerá que tú me has enviado (Jn 17,21)». La unidad entre los discípulos
de Cristo es la señal de que Cristo es el Enviado de Dios.
Pentecostés
El día de Pentecostés este sueño de Cristo se hace realidad. Ahí vemos a los
discípulos de Cristo todos unidos bajo la guía de Pedro y los Apóstoles, al
amparo de María, llenos del Espíritu Santo (Hch 2,1-4).
Aquel día tres mil personas, provenientes de lugares diferentes, con idiomas y
culturas diferentes, escuchando el mensaje de salvación, proclamado por Pedro
y los Apóstoles, llenos del Espíritu Santo, creyeron en Cristo y se entregaron
a El, entrando a formar parte de la Iglesia.
Donde hay amor, allá está Dios; donde está Dios, allá hay unidad. La división
no viene de Dios.
¡Qué diferencia con lo que pasó en la Torre de Babel! (Gn 11,1-9). Allá todos
formaban una sola familia, con un solo idioma. Sin embargo, al querer poner
como base de su unidad, no a Dios, sino a sí mismos con su egoísmo, su fuerza
y su inteligencia, se dividieron. Sin Dios, no puede haber unidad.
Espíritu sectario dentro de la Iglesia
Satanás no duerme. Pronto empezaron las divisiones dentro de la Iglesia.
Primera carta de San Pablo a los Corintios, capítulo 1, versículo 12: «Yo soy
de Pablo; yo soy de Apolo; yo soy de Pedro». Liderazgos malentendidos;
espíritu sectario dentro de la Iglesia. «Yo soy de Pablo; ¿qué me importa
Pedro con sus seguidores?». Otro dice: «Yo soy de Pedro; ¿qué me importa Pablo
con sus simpatizantes?». Cada uno se queda con su grupo y su líder, con su
línea pastoral. Los demás no interesan.
No se trata de divisiones declaradas, sino de desconocimiento mutuo. Espíritu
sectario dentro de la Iglesia. Un camino peligroso.
Peor todavía. Otros dicen: «Yo soy de Cristo (1Cor 1,12)». ¡Cómo se oye
bonito: «Yo soy de Cristo»! Cristo sin Iglesia. Un contacto directo con
Cristo. ¿Para qué, entonces, Jesús dijo a Pedro: «Apacienta mis corderos...
apacienta mis ovejas? (Jn 21,15-17)».
Maldito el que cambia el Evangelio
Carta de San Pablo a los Gálatas, capítulo 1, versículos del 6 al 9:
«Me maravillo de que, abandonando al que los llamó por la gracia de Cristo, se
pasen tan pronto a otro Evange lio. En realidad, no existe otro Evangelio. Lo
que pasa es que algunos los están perturbando y quieren cambiar el Evangelio
de Cristo.
Sin embargo, aunque viniera yo mismo o un ángel bajado del cielo para
anunciarles un Evangelio distinto del que ya les hemos anunciado, ¡sea
maldito! Como lo he dicho, lo repito otra vez: Si alguien les anuncia un
Evangelio distinto del que ya recibieron, ¡sea maldito!».
¿Y que pasa? Que desde un principio se nos enseñó que Cristo es verdadero Dios
y verdadero hombre; y ahora hay algunos que andan de casa en casa,
queriéndonos convencer de que Cristo no es Dios, sino que solamente la primera
creatura de Dios.
Desde un principio se nos enseñó que, al celebrar la Cena del Señor, el pan se
transforma en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre; y ahora resulta que
algunos nos quieren convencer de que esto no es cierto: se trata de un símbolo
y nada más. Lo mismo acerca del bautismo de los niños, la virginidad de Marí
a, la obediencia que se debe a los sucesores de Pedro y los Apóstoles, y
tantas cosas más.
Según los nuevos «expertos en la Biblia», desde un principio todo se entendió
mal. Ellos, por fin, han descubierto la verdad. ¿Qué dice San Pablo al
respecto? «Maldito el que quiere cambiar el Evangelio, que nos llegó desde un
principio.»
Nada de que: «En el fondo, todo es lo mismo; todos buscamos y servimos al
mismo Dios». San Pablo no era de la misma opinión. Una cosa es el respeto y la
tolerancia para con todos y otra cosa pensar que todo es lo mismo.
Cuando se trata de respeto, tolerancia y amor, en nuestro corazón no debe
haber límites, llegando hasta los no creyentes y los peores asesinos. Con eso
no se quiere decir que todo es lo mismo, creer o no creer, ayudar o matar.
Amor hacia todos, pero al mismo tiempo plena fidelidad a Cristo y a su
Evangelio, hasta la muerte.
Anticristos: los que dejan la Iglesia de Cristo y se ponen en contra de
ella
Primera Carta de San Juan, capítulo 2, versículos 18 y 19:
«Hijitos míos, es la última hora. Se les dijo que tendría que llegar el
Anticristo; pues bien, ya han venido varios anticristos, por donde comprobamos
que esta es la última hora.
Ellos salieron de entre nosotros mismos, aunque realmente no eran de los
nuestros. Si hubieran sido de los nuestros se habrían quedado con nosotros. Al
salir ellos, vimos claramente que no todos los que están dentro de nosotros
son de los nuestros.»
¿Qué quiere decir la palabra «anticristo»? Quiere decir «enemigo de Cristo«.
Así que, desde un principio, siempre han existido «enemigos de Cristo».
¿Quiénes son? «Ellos salieron de entre nosotros mismos — dice San Juan —,
aunque realmente no eran de los nuestros». Estaban dentro de nosotros, sin ser
de los nuestros. Una presencia física y nada más; su mente y su corazón
estaban fuera.
¡Cuántas veces hemos oído decir: «Cuando yo era cat ólico, era un borracho, un
mujeriego, un ladrón… no conocía la Palabra de Dios…»! ¿Y que querían, una
medalla de oro, por portarse de esa manera? «Medalla de oro a don Francisco
Hernández por ser el primer borracho de la parroquia». Por eso, ahora se
encuentra fuera de la Iglesia fundada por Cristo, en un grupo religioso
fundado por un hombre. Si hubiera sido verdaderamente católico, no habría
dejado la Iglesia.
Pues bien, por lo que nos dice San Juan, dejar la Iglesia de Cristo y ponerse
en contra de ella, es ser «anticristo». ¿Quién no recuerda aquellas palabras
que escuchó Saulo cuando cayó en el camino de Damasco? «Saulo, Saulo, ¿por qué
me persigues?"(Hch 9,4)». Y todos sabemos que Saulo no estaba persiguiendo
directamente a Cristo, sino a sus discípulos; es decir, a su Iglesia. Ahora
bien, perseguir a la Iglesia de Cristo es perseguir a Cristo mismo, volverse
en «anticristo».
¿Qué está pasando ahora? Que, con la Biblia en la mano, los que salieron de la
Iglesia, no dejan de atacarnos, asegurando que la Iglesia católica es la
"prostituta", el Papa es el "anticristo" y los católicos somos unos
"idólatras". Está pasando ahora lo mismo que pasó al tiempo de Cristo: los que
se consideraban "expertos en la Palabra de Dios" (los fariseos y los maestros
de la Ley) no supieron reconocer la identidad de Jesús y por eso se pusieron
en contra de El, hasta no lograr su muerte.
«Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Perdónales porque
no saben que la Iglesia católica es la que fundó Cristo personalmente, cuando
vivió en este mundo, y llegará hasta el fin del mundo.
Divisiones del primer milenio
Un hecho es cierto: las divisiones son fruto del pecado, no vienen de Dios, y,
por lo tanto, no tienen ninguna garantía para el futuro. Empiezan, se
desarrollan y se acaban. Es la experiencia del primer milenio de la historia
de la Iglesia. Todas las divisiones que se realizaron durante el pri mer
milenio de la historia de la Iglesia, prácticamente ya no existen. Solamente
la Iglesia que fundó Cristo, durará para siempre. Las divisiones que existen
ahora son del segundo milenio.
Cisma de Oriente
Iglesia de Cristo: si.
Papa: no.
Año 1,054: primera división. Los obispos de Oriente, que se autoproclaman
«ortodoxos» (ortodoxia = verdadera doctrina), se apartan de Roma. Durante mil
años habían reconocido la autoridad del Sucesor de Pedro, el obispo de Roma;
ahora ya no. ¿Qué dicen?
Iglesia de Cristo, con obispos, sacerdotes, diáconos, sacramentos, concilios
ecuménicos y devoción a María y a los Santos: SI. Papa: NO
Pretenden una Iglesia sin cabeza visible.
Reforma Protestante
Cristo: si.
Iglesia de Cristo: no.
Año 1,517: Martín Lutero da inicio a su inconformidad con Roma. Su enseñanza
fundamental:
Cristo: SI. Basta la f e en Cristo para alcanzar la justificación (= perdón de
los pecados y amistad con Dios).
Iglesia visible de Cristo, la que viene desde un principio, con Papa, obispos,
sacerdotes, diáconos, sacramentos y concilios ecuménicos: NO
Lo que importa, es pertenecer a la Iglesia espiritual, a la que pertenecen los
que de veras creen en Cristo, sin importar a cual entidad eclesiástica
pertenezcan. Esto no tiene mucha importancia. Sirve solamente para ayudar a
vivir la fe en comunidad.
Basándose en estos principios, pronto se multiplican las divisiones: luteranos
(1,521), calvinistas (1,532), menonitas (1,536), presbiterianos (1,560),
bautistas (1,611), metodistas (1,784)… que fundamentalmente siguen las ideas
de Lutero.
El año de 1,534 el rey Enrique VIII aparta Inglaterra de Roma. Así surge la
Iglesia Anglicana; de esta viene la Iglesia Episcopaliana, una vez que Estados
Unidos logra su independencia de Inglaterra. Se mueven entre el catolicism o y
el protestantismo.
A principios de 1,800 en el mundo protestante surge un nuevo movimiento
religioso, que ahora está invadiendo el mundo con un afán proselitista
incontenible: mormones (1,830), adventistas del séptimo día (1,863), testigos
de Jehová (1,874) y la línea evangélica pentecostal (principios del siglo XX).
Normalmente, a nivel teológico, éstos grupos siguen a Lutero; pero, al mismo
tiempo, rechazan todas las Iglesias anteriores, acusadas de «apostasía», y
cada grupo de considera la única y verdadera Iglesia visible de Cristo
«restaurada», en clara oposición a todas las demás y en una actitud
abiertamente sectaria.
Testigos de Jehová
Dios: si.
Cristo y su Iglesia: no.
Entre los grupos que empezaron a surgir desde principios del siglo pasado, hay
uno que va más allá de Lutero: la congregación de los Testigos de Jehová. No
hablamos de los mormones, porque no se pueden considerar cristianos al a
dmitir un Tercer Testamento: "El libro de Mormón" y ser politeístas.
¿Cuál es la posición de los testigos de Jehová?
Dios: SI. Un solo Dios, sin Trinidad, al estilo del Antiguo Testamento.
Cristo y su Iglesia: NO. Cristo es un hombre y nada más, la primera creatura
de Dios. La Iglesia que fundó Cristo, cuando vivió en este mundo, fracasó.
Ahora los testigos de Jehová son la única y verdadera "congregación visible de
Jehová".
De por sí desde antes ya se había empezado a considerar a Cristo como hombre y
no como Dios; por ejemplo, con la masonería (principios del 1,700; Cristo es
visto como un sabio), o el espiritismo (mitad del 1,800; Cristo es visto como
un grande médium).
Nueva Era
Religiosidad y espiritualidad: si.
Dios: no.
Se trata de otro movimiento cultural-religioso, que empezó a surgir en la
primera mitad del siglo XX y se desarrolló en la segunda mitad. Actualme nte
está invadiendo el mundo entero, especialmente los ambientes artísticos e
intelectuales o económicamente más pudientes: una mezcla entre cristianismo,
antiguas religiones paganas, religiones orientales gnosis, astrología,
sicología, esoterismo, ocultismo, ecología, indigenismo y medicina
alternativa. Un supermercado, en que cada uno prepara so coctel al gusto,
escogiendo lo que más le agrada y lo hace sentir bien.
Por lo que se refiere a Dios, he aquí la idea central:
No existe un solo Dios, creador, salvador y remunerador. Todo el universo es
un organismo viviente. Todo lo que forma parte del universo es Dios.
Panteísmo.
Dicen los nuevaerianos: «¿Quieres buscar a Dios? Entra dentro de ti mismo y
allá lo encontrarás. Además, harás el grande descubrimiento: Tú eres Dios. Lo
que pasa es que tú estás ciego y no te das cuenta de lo que eres y las
posibilidades "infinitas" que tienes. ¿Quieres aprovechar de ellas? Inscríbete
en al gún taller sobre control mental, chacras, cuarzos, cristales, colores,
perfumes, ángeles, … y verás como poco a poco irás despertando y tomando
conciencia de los poderes "infinitos" que tienes».
¿Y cómo resolver el problema de la muerte? «La muerte no es un verdadero
problema — contestan —. Al morir, el alma pasa a otro ser viviente y mediante
un proceso continuo de reencarnaciones te vas purificando. Por lo tanto, no
tienes que temerle ni a la muerte, ni al purgatorio, ni al infierno. Todo es
bonito en este universo; todo es energía y vida, felicidad y éxito para los
que se adhieren a esta nueva visión del mundo».
Satanismo
Dios: no.
El enemigo de Dios: si.
A lo largo de la historia, siempre hubo grupos selectos de personas que han
rendido culto a Satanás. La novedad actual consiste en que ahora este fenómeno
se está volviendo «popular».
Normalmente se trata de adolescentes y jóvenes, que empiezan reunién dose en
las discotecas para escuchar música y bailar. Mediante un buen sistema de
reclutamiento, poco a poco se pasa de la música rock a la metálica, de la
simple alusión al himno declarado en honor de Satanás, de la imágen a la
oración y la entrega, del sacrificio con animalitos al sacrificio con seres
humanos, especialmente en aquellos países en que los gobiernos no logran
ejercer un control real sobre la población y así se pretende lograr «poder»
para encontrar satisfacciones inmediatas.
Pluralismo religioso
Ya se acabó la sociedad monolítica del pasado. Hoy es necesario que estemos
conscientes de nuestra identidad como católicos, para no dejarnos confundir y
envolver por la variedad de propuestas que continuamente se nos presentan.
Para sentirnos seguros y vivir nuestra fe con dignidad, es necesario que
conozcamos el Evangelio de Cristo, tengamos una verdadera experiencia de Dios
y, como dice San Pedro estemos capacitados para «dar razón de nuestra
esperanza (1 Pe 3,15)». Solamente así estaremos colaborando con nuestro
granito de arena para que se haga realidad el sueño de Cristo: «Habrá un solo
rebaño como hay un solo Pastor (Jn 10,16)».