Ambigüedades y dificultades que pueden llevar a

posiciones erróneas en Cristología:

investigación sobres las opiniones post-Vaticano II


P. Luis Antonio G. Tagle

 

 

El Concilio Vaticano II fue sin dudas un concilio que ha enfocado la identidad y la misión de la Iglesia. Ha dotado con un fuerte impulso a las Iglesias locales, con el fin de que emprendiesen con vigor y coraje el diálogo con las culturas, con las condiciones humanas, con los hermanos Cristianos no Católicos y con los seguidores de otros credos, además de compartir las esperanzas y los sufrimientos de toda la humanidad, especialmente en su aspiración a la justicia, la coparticipación y la paz.

 

Persiguiendo dicho proyecto «eclesiológico», la Iglesia ha sentido la necesidad de dirigirse a Jesucristo. Si quiere aclarar su identidad y su misión, debe hacerlo en referencia a la persona y a la misión de Jesús, su Señor. Por tanto, el periodo post-Vaticano II fue productivo no sólo en el sector de la Eclesiología, sino también en el de la Cristología. Las distintas situaciones que la Iglesia tuvo que afrontar en la misión han preparado un terreno fértil para renovar la reflexión sobre Jesucristo y su significado para el mundo. Fueron abundantes, por lo tanto, en el post-Concilio, los estudios creativos de Cristología, pero no siempre exentos de dificultades y ambigüedades que podían llevar a comprensiones erróneas de Jesús y de su misión. En consecuencia, la Santa Sede y las conferencias episcopales naciones se sintieron en el deber de poner en guardia a los fieles en lo que concierne a tales opiniones, potencialmente equivocadas.

La intención del presente estudio es puntualizar algunas de dichas opiniones, evidenciadas en documentos, instrucciones y notificaciones del Santo Padre y de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), además que en estudios realizados por la Comisión Teológica Internacional (CTI)[1]. Se han encontrados ambigüedades en los siguientes sectores: a) en algunas metodologías usadas en Cristología, b) con respecto a la persona de Jesucristo, c) con respecto a Jesucristo y la Revelación divina, d) sobre el significado de la Redención, y e) sobre la unicidad y universalidad de la salvación en Jesucristo.

 

 

I. Dificultades que se encontraron en algunos métodos en Cristología.

 

Un método revela la estructura mental en el ámbito de la cual los datos son configurados y coordinados en vista de una conclusión. Los métodos en teología determinan sustancialmente el proceso a través del cual los datos de la fe son tomados como objeto de reflexión sistemática. Las ambigüedades en las conclusiones están a menudo arraigadas en algunas ambigüedades intrínsicas en el método adoptado. Nuestras fuentes han identificado algunas de tales deficiencias metodológicas.

 

A.  Un método que toma prestado de forma acrítica, conceptos y presuposiciones de ideologías como el Marxismo y las aplica a la Cristología, tiende hacia una imagen unívoca de Cristo, que da prioridad a la dimensión política, dejando en segundo lugar la novedad radical del testimonio del Nuevo Testamento de su persona y su misión. La enseñanza de la Iglesia sobre Cristo que nace de su autoridad, es también juzgada como una imposición de la «clase dominante» sobre la «clase oprimida» y, por lo tanto, frecuentemente descuidado.

B.  Una Cristología, conducida exclusivamente «desde la base» puede llevar al reduccionismo teológico. Un método puramente «experiencial» acaba por ser excesivamente subjetivo, no ofreciendo el lugar adecuado a la verdad objetiva y normativa de la Revelación en Jesucristo.

C.  En el propósito y en los esfuerzos de inculturar la Cristología, algunos métodos han llegado a interpretar la persona del Verbo Encarnado de una forma excesivamente metafórica. La tradición transmitida en la forma greco-latina es abandonada fácilmente en el momento en que los términos cristológicos clásicos (como por ejemplo, persona, naturaleza, satisfacción vicaria) no mantienen el mismo significado en las culturas contemporáneas, como lo tenían en las pasadas.

D.  Un tipo de investigación puramente histórica sobre Jesús ha llevado a algunos teólogos a negar un lugar en la Cristología al testimonio bíblico de la fe de las primeras comunidades cristianas. Algunos dichos y acciones de Jesús, tal como son referidos en las Escrituras, son minimizados si no pueden ser probados como parte de su «biografía». La pre-existencia del Verbo es considerada ajena a la naturaleza humana de Jesús. En lugar del testimonio de la fe, dominan la «reconstrucción» de la figura histórica de Jesús algunos supuestos filosóficos y psicológicos.

 

Tales problemas de metodología, puntualizados por los documentos papales y las intervenciones de la CDF y la CTI, han influenciado la interpretación de los temas clave de la Cristología. Afrontemos ahora algunos de ellos.

 

 

II. Ambigüedades sobre la persona de Jesucristo.

 

¿Quién es Jesús? ¿Quién es aquel que ha sido confesado como el Cristo? Algunas de las respuestas, que se basan sobre metodologías carentes, resultan ambiguas o no fieles a la Tradición católica.

 

A.  Una corriente de pensamiento tiende a opone el «Jesús de la historia» al «Cristo de la fe», poniendo en duda la unidad personal de Jesús y el Cristo.

B.  En la perspectiva liberacionista, el énfasis sobre la experiencia revolucionaria de la lucha de los pobres por la liberación da la preferencia al «Jesús de la historia», desde el momento en que es este Jesús y no el «Jesús de la fe» el que ha vivido dicha experiencia revolucionaria.

C.  En el enfoque exclusivamente «experiencial» se tiende a presentar a Jesús solamente como un hombre bueno, un profeta y una persona comprometida en la promoción de los otros, una «parábola de Dios». Pero Jesús es verdaderos Dios y verdadero hombre, en la unidad de la persona divina del Hijo. Incluso la resurrección es presentada más como experiencia de conversión de los apóstoles en la potencia del Espíritu Santo, que como un hecho objetivo de Jesús como Señor glorificado e Hijo de Dios.

D.  Algunos enseñan que Jesús es el Cristo, pero que el Cristo es alguien más que Jesús. Dicho enfoque facilita la percepción de la presencia del Logos en las otras religiones, pero desvía peligrosamente del Nuevo Testamento, el cual concibe el Logos en relación a Jesús. Una variante de esta tendencia consiste en separar la acción salvífica del Verbo como tal de la del Verbo hecho carne, atribuyendo a la primera un ámbito más amplio que la segunda.

E.  El método puramente histórico crea dudas sobre la divinidad de Jesucristo, desde el momento en que dicho dogma no habría podido emerger de la revelación bíblica, sino del Helenismo. Lo mismo se afirma de la pre-existencia del Verbo, que tendría origen en fuentes míticas, helenísticas o gnósticas más que de la revelación bíblica.

 

 

III. Jesucristo y la Revelación de Dios.

 

Las ambigüedades relativas a la persona de Jesucristo se repercuten sobre la comprensión de Jesús como Revelación de Dios. ¿Cómo se actúa la Revelación de Dios en Jesucristo?

 

A.  En la perspectiva liberacionista, la experiencia fundamental de Jesús es la lucha para la liberación de los pobres. El verdadero conocimiento de Dios y el Reino de Dios acontecen en esta lucha de liberación. La naturaleza «personal» de la revelación de Dios en Jesús es minimizada respecto al énfasis liberacionista político.

B.  Deseosos de promover el diálogo interreligioso, algunos teólogos proponen la teoría de la revelación limitada, incompleta o imperfecta de Jesucristo, que tendría necesidad de ser completada por la hallada en otras religiones. La naturaleza definitiva y completa de la revelación salvífica de Dios en Jesucristo es, de este modo, comprometida por esta posición.

C.  La CDF indicó un ejemplo de un intento de inculturación que tiende a substituir la revelación de Dios en la persona de Jesucristo con una intuición de Dios sin forma o imagen. De nuevo, la naturaleza personal de Dios y la revelación son puestas en peligro.

 

 

IV. El significado de la Redención.

 

La misión de Jesús está descrita de varias maneras. Una imagen bíblica central es la de la Redención. Se han identificado algunas interpretaciones y explicaciones inadecuadas.

 

A.  La perspectiva liberacionista tiende a presentar a Jesús como el símbolo que sintetiza el cumplimiento de la lucha de los pueblos oprimidos. La salvación está reducida a la liberación de la opresión política, social, cultural y económica, pero poniendo en segundo lugar la liberación del pecado. A menudo se da a la muerte de Jesús una interpretación solamente política que ofusca su valor para la salvación.

B.  Enfoques más existenciales y «desde abajo» prefieren concebir la Redención en Jesucristo como un proceso de hominización más que como divinización de los seres humanos. La noción de divinización está considerada un concepto helenístico que lleva a huir del mundo y a la negación de los valores humanos, mientras la hominización realiza todo aquello que es humano. Esta tendencia no rinde plena justicia a la realidad de la divinización presentada en el Nuevo Testamento.

 

 

V. La Unicidad y la Universalidad de la Salvación en Jesucristo.

 

Parece obvio que esta especial instancia se encuentre, en la mayor parte de los casos, en el diálogo interreligioso. ¿Cómo se debe concebir la pretensión universal y absoluta del Cristianismo en lo que concierne a la salvación en Jesús frente a las otras religiones, que presentan sus propias soteriologías y sus propias figuras de salvadores? Con el propósito sincero de responder a esta pregunta, no fácil, se han propuesto algunas teorías que podrían desviar de los fundamentos esenciales de la fe cristiana.

 

Una buena síntesis de la «problemática» sobre este punto ha sido ya ofrecida en el documento Dominus Iesus (n. 4), que afirma: «El perenne anuncio misionero de la Iglesia es puesto hoy en peligro por teorías de tipo relativista, que tratan de justificar el pluralismo religioso, no sólo de facto sino también de iure (o de principio). En consecuencia, se retienen superadas, por ejemplo, verdades tales como el carácter definitivo y completo de la revelación de Jesucristo, la naturaleza de la fe cristiana con respecto a la creencia en las otra religiones, el carácter inspirado de los libros de la Sagrada Escritura, la unidad personal entre el Verbo eterno y Jesús de Nazaret, la unidad entre la economía del Verbo encarnado y del Espíritu Santo, la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo, la mediación salvífica universal de la Iglesia, la inseparabilidad —aun en la distinción— entre el Reino de Dios, el Reino de Cristo y la Iglesia, la subsistencia en la Iglesia católica de la única Iglesia de Cristo».

 

El ámbito de la problemática es muy amplio. Intentemos enfocar mejor, aquí, algunas instancias propiamente Cristológicas.

 

A.  Se nota la tendencia a evitar las nociones de unicidad, universalidad, de caracter absoluto cuando se trata de la salvación en Jesucristo. Una teoría preferiría atribuir un valor normativo a la mediación salvífica de Jesús, desde el momento que su persona y su vida revelan el amor de Dios de la manera más manifiesta y decisiva. Otra teoría, conocida como «Cristología no normativa», no consideraría a Jesús como el mediador único y exclusivo de la salvación. Podría ser un camino hacia Dios del todo adecuado para los cristianos, pero no se debería atribuirle la pretensión de exclusividad. Él revela lo divino complementando a otras figuras reveladoras y salvíficas, por lo que Jesús es un maestro junto a otros maestros, con la única diferencia que Jesús es el más iluminado, consciente y libre.

B.  Con el objetivo de armonizar la universalidad de la salvación en Cristo con la realidad del pluralismo religioso, se ha propuesto la teoría de la economía del Verbo eterno fuera de la Iglesia, además de la economía de la salvación del Verbo encarnado limitada a los Cristianos. La primera tendría un valor universal mayor, si bien la segunda sería más completa y total. Dicho enfoque tiende a dividir el Verbo de Dios del Verbo hecho carne, y postula dos economías separadas de salvación.

C.  Otros teólogos, además, proponen una economía del Espíritu Santo con un alcance más universal de la del Verbo encarnado. Pero la fe cristiana sostiene que la encarnación salvífica del Verbo es un evento trinitario y que la acción del Espíritu Santo no se sitúa fuera de o paralelamente a la acción de Jesucristo.

 

La mayor parte de las ambigüedades que podrían llevar a posiciones erróneas surgen del encuentro misionero de la Iglesia con las culturas, con la injusticia, con las otras religiones y con corrientes ideológicas relativas a la humanidad y a la historia. Las dificultades que plantean para la fe cristiana deben enfrentarse con una creatividad que permanezca, sin embargo, sólidamente fiel a las verdades concernientes a Jesucristo.


 


[1] Para la presente investigación se han utilizados los siguientes documentos: Pablo VI, Evangelii nuntiandi (1974); Juan Pablo II, Redemptor hominis (1979), Dominum et vivificantem (1986), Redemptoris missio (1990), Ecclesia in Asia (1999); Congregación para la Doctrina de la Fe, «Instruction on Certain Aspects of the ‘Theology of Liberation’» (1984),«Notification Concerning the Writings of Father Anthony de Mello, S.J.» (1998), «Declaration Dominus Iesus» (2000), «Notification on Jacques Dupuis’Book» (2001); Comisión Teológica Internacional, «Select Questions on Christology» (1980), «Theology, Christology, Anthropology» (1983), «The Consciousness of Christ Concerning Himself and His Mission» (1985), «Christianity and the World Religions» (1996).