Doctrina del budismo

Autor: Eduardo Monterrubio
Catholic.net


El budismo surgió como una reacción contra la discriminación impuesta por los arios en la India, contra la poco satisfactoria doctrina védica de la reencarnación y contra los rituales complicados; es una doctrina que se centra en convicciones intelectuales y en una búsqueda de perfección individual.

Su carácter no ritual, su poco apego a las tradiciones locales y la tremenda persecusión hindú hicieron que el budismo no se afianzara en la India. Su campo de desarrollo fue China, de donde se extendió al sudeste asiático y a Japón.

Como en todas las religiones, en los grupos populares el budismo tiende al politeísmo, al ritualismo y al sincretismo o mezcla con otras tradiciones locales previas. En todos los tiempos, la carta fuerte del budismo ha sido su élite, hombres admirables por su disciplina, su capacidad intelectual y su ardor misionero.

Mitos y hechos

¿El budismo es una doctrina pacífica; a diferencia de otras religiones, nunca empleó la violencia ?

Falso. El budismo sufrió varias persecusiones injustas y encarnizadas. Sin embargo, los budistas de China impusieron su religión por la fuerza, ejecutando a los sacerdotes taoístas y confucianos, al menos en seis períodos distintos de la historia de esa nación. Siendo los monjes budistas excelentes funcionarios del Estado, influyeron en los reyes de Birmania, Tailandia y Corea, lo mismo que sobre los capitanes de guerra o shogun japoneses para declarar su religión como la oficial y exterminar a las otras creencias. Las guerras entre los budistas de Nara y los de Kyoto en el siglo VIII, entre la secta Tendai y la Shingon en el siglo X o entre los Zen y los Nirichen en el siglo XIII fueron más crueles que cualquier otro ciclo de combates en la formación de Japón. En perspectiva histórica, el choque del budismo con otras creencias, o incluso entre dos grupos rivales de la misma religión, no es diferente a ejemplos más conocidos en el judaísmo, el cristianismo o el Islam.

¿En el budismo se adora al dios Buda?

Falso. Las representaciones budistas más conocidas en Occidente retratan a Siddharta Gautama, el príncipe de la India que en siglo V AC dió origen a esta religión. Sin embargo, no se adora en él a un dios, sino se venera a un maestro que explicó cómo funciona la vida humana; el budista no busca amar a Buda, sino convertirse él mismo en un Buddha o iluminado. Hay centenares de miles de budas, y se cree que cualquier hombre puede alcanzar ese estado.

¿El budismo, a diferencia de otras religiones, no busca ganar adeptos?

Falso. Por el contrario, una de las características típicas del budismo es su actividad misionera. Por ejemplo, en el mundo actual, la secta Zen se dedica desde finales de los 50 a conquistar el oeste de EU y Canadá, mientras que los Nirichen, financiados por la empresa trasnacional Mitutoyo, han establecido centros misioneros de amplia difusión en California, Ontario, Hawaii, Neuss (Alemania), Singapur, Sao Paulo y México. El Dalai Lama tiene adeptos difusores entre figuras del espectáculo y la política de EU y Europa, e incluso los tradicionalistas monjes Theravadin de Thailandia viajan a América Latina.

Desarrollo

A) Doctrina


El budismo parte de la conciencia del dolor inherente a la existencia, el dolor de la frágil e insatisfactoria vida presente y también el dolor del ciclo de la reencarnaciones. El universo es un mecanismo de causa y efecto en el que no hay dios que guíe, provea o salve. Lo único que cuenta son los actos, que dejan su marca en los seres y condicionan su desarrollo. Los hombres sufren y hacen sufrir porque tienen ideas inadecuadas de la vida y la realidad. La única vía de salida de esta ignorancia son las “Cuatro nobles verdades”:

1) La vida está llena de sufrimiento

2) La causa del sufrimiento es el deseo

3) Extinguir el deseo hace cesar el sufrimiento

4) Para extinguir el deseo y su consiguiente sufrimiento, hay que seguir el Óctuple Camino

El Óctuple Camino es:

Visión correcta Vida correcta
Aspiraciones correctas Esfuerzo correcto
Palabras correctas Conciencia correcta
Conducta correcta Concentración correcta

Siguiendo el Óctuple Camino, el hombre supera la ilusión y se da cuenta que el mundo está regido por la anitya (= transitoriedad, no permanencia de las cosas), que él mismo es anatman (= sin alma, sin un centro más allá de las acciones y pensamientos) y que todo es sunyata (= sin substancia, vacío). Si las cosas o el hombre fueran en realidad -piensan los budistas- no cambiarían ni estarían sujetos al karma o efecto de las acciones. Atenazados por el deseo, el karma nos atrapa en el ciclo de reencarnaciones o samsara.

El samsara tiene seis tipos posibles de existencia: en el infierno, como espíritu torturado, como animal, como asura o espíritu maligno, como humano o como deva o dios benigno. Ser un dios no mejora realmente la situación, pues se tiene menos limitaciones que como ser humano, pero se puede ser igual o más infeliz debido al deseo.

Cuando un hombre se decide a seguir el Camino, entra a formar parte de la Samgha (= Hermandad) como monje o laico. Ayudado por sus correligionarios y por la compasión de los budas, se esfuerza en el paramita (= llegar a la otra orilla), la disciplina de ofrendas, moralidad y meditación que son el centro de la religión. Finalmente, en alguna de sus vidas -y por supuesto, se intenta que sea en la presente- se alcanza el bodhi o iluminación, la perfecta certeza de las cuatro nobles verdades, de manera que al morir se alcanza el nirvana o extinción, la superación absoluta del deseo, del sufrimiento y de la existencia misma.

B) Buddhas y bodhisattvas

El budismo arranca de la predicación y vida de Siddharta Gautama (558-478 AC). La tradición budista señala que Gautama fue el hijo del rey de Kapila, en las fronteras de la India y Nepal. Una profecía señaló que el recién nacido sería el emperador de todo el universo o bien el maestro que enseñaría la perfecta sabiduría, si es que tenía la oportunidad de conocer el sufrimiento. El rey prefería el primer destino, de manera que rodeó a su hijo de una corte perfectamente lujosa, donde no hubiera espacio para ninguna preocupación o dolor. Siddharta se convirtió en un hábil guerrero y en un cortés príncipe, casado con una mujer bellísima y padre de un hijo. Pero un día quiso conocer el mundo, y ya que no pudo hacerlo desistir, su padre el rey mandó retirar de las calles de la ciudad todo signo de dolor o miseria.

Sin embargo, fue inevitable que Siddharta viera a un hombre anciano, con los achaques de la decrepitud, a un enfermo con graves padecimientos, para finalmente toparse con un cadáver. Pero el encuentro determinante del día fue el que tuvo con un asceta, que mendigaba su comida pero que afirmó tener una vida plena. Siddharta huyó, abandonando su trono y su familia, y se dedicó a la vida ascética. A punto de morir de inanición, comprendió que eso tampoco lo haría feliz. Sakyamuni, como era llamado entonces, hizo un voto: no se levantaría de meditar bajo un árbol de tilo hasta no descubrir la clave de la vida. Así, a los 35 años, alcanzó la iluminación y se convirtió en Buddha. Dedicó el resto de su vida a enseñar las cuatro nobles verdades y a practicar el paramita; en una dulce agonía, rodeado de sus discípulos, entró en el nirvana a los 80 años, en Kusinagara, en el norte de la India.

Para el budista, Sakyamuni es sólo una manifestación histórica de la “budidad”. La existencia misma es ilusión, lo único que hay es el perfecto vacío de Thatagatha, el Bendito, el Buddha eterno. De hecho, Sakyamuni tuvo antes otras seis existencias, y en todas alcanzó la iluminación. Las direcciones de la realidad están presididas por cinco Buddhas: Vairocana en el centro, Ratnasambhava en el sur, Amithaba en el oeste, Amoghasiddhi en el este y Aksobhya en el norte. Además de infinitos Buddhas ya logrados, están los Bodhisattvas, seres de todo tipo que hicieron un voto de no alcanzar ellos mismos el nirvana hasta no ayudar a otros seres a lograrlo; el más importante de todos ellos es Maitreya, que vive en un paraíso fuera de este mundo y que un día vendrá, se vestirá con la túnica de Sakyamuni y completará su obra.

C) Prácticas

La práctica fundamental del budismo es el Camino, que se traduce en una serie de mandamientos, los cuales se derivan concretamente de las exigencias propias del óctuple camino:

Visión correcta: creer las cuatro nobles verdades;

Aspiraciones correctas: no codiciar, no ser avaro, no tener ira;

Palabras correctas: no mentir, no insultar, no hablar en vano;

Conducta correcta: no matar, no robar, no adulterar (aquí está la base del ahimsa o no violencia);

Vida correcta: no hacer nada vergonzoso;

Esfuerzo correcto: dedicarse a los fines adecuados;

Conciencia correcta: lograr la tranquilidad;

Concentración correcta: alcanzar la sabiduría.

Existen muy pocos rituales comunes a todo el budismo; entre los más importantes están la entrada en la Hermandad, los festejos en conmemoración del nacimiento (8 de abril) y de la iluminación (8 de diciembre) de Sakyamuni, y las dos semanas de Higan (una en primavera y otra en otoño) en la que toda la Hermandad se esfuerza por desarrollar la disciplina.

Al aceptar la existencia de dioses (pero restándoles importancia), el budismo en cada región asimila mitos y ritos anteriores, en los que se introduce pocos cambios para hacerlos compatibles con la doctrina. Así ocurre con las festividades paganas del sudeste asiático, las prácticas adivinatorias del taoísmo chino o el complicadísimo ritual del shintoísmo japonés.

Para conservar los restos de Sakyamuni, se construyeron en la India las estupas, templos circulares originalmente sin ninguna representación humana; andando el tiempo y extendiéndose geográficamente, los templos budistas comenzaron a presentar bajorrelieves (todavía se representaba a Buddha como un árbol de tilo, una llama o una rueda de ocho rayos -el Camino-) y decoraciones con figuras animales y vegetales. Finalmente se representó a Sakyamuni, a los buddhas de las direcciones y a todo tipo de héroes, reyes, maestros y boddhisattvas; muchos templos hoy llegan a tener más de mil ídolos.

Para la oración y meditación diarias se recurre a cantos y mantras, a la quema de incienso y veneración de imágenes. Los monjes de las distintas observancias desarrollaron o adaptaron prácticas de meditación e integración psicofísica: yoga, mandalas, artes marciales, meditación con sonidos, jardinería, pintura, escritura, estudio, aislamiento, celibato.

D) Desarrollo del budismo

A la muerte de Sakyamuni, la Hermandad era un pequeño grupo de unas cuatro mil personas. Asoka, el más grande rey de la dinastía Maurya, en el siglo II AC, se convirtió al budismo y difundió su doctrina en todo el reino. Pocos años después de su muerte, el budismo fue perseguido y los monjes se refugiaron en Nepal, para después extenderse por Bactriana, Indochina, Indonesia y China, a donde llegaron alrededor del 150 DC.

Por esas épocas se dió la gran división del budismo: un grupo conservador, en el que el acento está en la perfección personal, con los laicos sosteniendo materialmente y venerando a los monjes y monjas, llamado Theravada (= abogados de los mayores) y un grupo progresista, con el acento en la armonía con el universo, más igualitario, llamado Mahayana (= gran vehículo, con “lugar para todos”).

El budismo Theravada es típico de Nepal, Birmania, Camboya y Thailandia; el budismo Mahayana es predominante en China, Mongolia, Corea y Japón. El budismo chino se caracterizó por la influencia de los monjes en el gobierno y su gran contribución a la organización, la legislación, la medicina y la educación. En Japón, el budismo captó a la élite intelectual; sus especulaciones metafísicas, sus técnicas de éxtasis y su contribución al arte son muy influyentes aún hoy. Hasta la llegada del cristianismo y el Islam, el budismo fue la única religión sin ningún tipo de restricción en cuanto a raza, cultura, extracción social, edad o sexo para pertenecer plenamente a la comunidad.