La Biblia y la muerte (II)

El pueblo de Israel tardó siglos en llegar a creer en la vida después de la muerte. Todos los pueblos antiguos tenían la idea de una supervivencia después de la muerte y que, incluso los vivos, mantenían una cierta «relación» con los muertos.

En al Antiguo Testamento podemos ver partes (por ejemplo el salmo 30 (29)) donde se ve claramente que esta idea de la otra vida todavía no la tenían. Fíjate sobre todo en el versículo 10.

¿Cómo surgió y fue imponiéndose la idea de una vida después de la muerte?

En un principio ellos creían que Dios bendecía a los buenos y castigaba a los malos, pero la experiencia les fue demostrando que esto no era así. Ellos veían que también los buenos sufrían, y mucho, y, en cambio, al malo parece que todo le iba bien… A partir de aquí, y poco a poco, nació la idea de una existencia más allá de la muerte.

Los últimos libros que se escribieron del Antiguo Testamento ya recogen la idea de una vida más allá de la muerte. Mira en el libro de la Sabiduría 5,15.

La creencia en la resurrección aparece por primera vez en el Antiguo Testamento en el 2 Macabeos, 7, 9.

El Nuevo Testamento y la práctica de Jesús van en este mismo sentido:

Uno de los textos más importantes es el de 1 Corintios, 15. En la ciudad de Corinto había gente que pensaba que la muerte era el final del camino de la vida. En este capítulo, san Pablo ayuda a esas personas a reflexionar sobre el tema de la resurrección de Jesús.

Otro texto interesante es: 1 Tesalonicenses 4, 13-18. En este texto san Pablo cree todavía que la segunda venida de Cristo tendría lugar de modo casi inmediato. También san Pablo tuvo que revisar poco a poco su pensamiento.

¿Tiene que ver Dios con la muerte del ser humano? ¿Las muertes violentas son un castigo de Dios?

El Dios en el que creemos es el Dios de la vida. "Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante." (Jn 10,10b)

Veamos estos textos: Deuteronomio 30, 19b-20a, también Salm 30,10 y Ezequiel 18,23. La muerte no es un castigo de Dios. Es la natural consecuencia del hecho de que somos humanos. La muerte también es humana.

Las muertes violentas no las produce Dios, como Dios tampoco produce las injusticias. Todo lo contrario: en estos temas Dios no está presente; en realidad si tuviese alguna presencia sería en el que sufre; pero Dios no provoca esas muertes violentas, al darse estas situaciones significa precisamente que Dios está ausente en las personas que comenten esas locuras. Dios no desea la muerte de nadie.

Veamos otros textos de la Biblia sobre la muerte: